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viernes, 10 de julio de 2015

Yo, el amargado

   Personalmente, creo que el positivismo está sobrevalorado. Sí, así es, eso es lo que creo. No soy una de esas personas que se pasea por la vida pensando que todo son flores de colores y arcoíris brillando por doquier. No, prefiero ver las cosas como son y las cosas son horribles. Es como cuando hay gente que te dice que siempre veas el lado bueno de las cosas. Pues resulta que no todo tiene su lado bueno. Si acaba de morir tu madre, definitivamente no hay nada bueno en eso o sí fuiste asaltado o asaltada sexualmente seguramente no le verás el lado bueno porque no lo hay. Hay idiotas que son capaces de hacerlo pero eso se llama inventar y eso ya no es positivismo sino mentirse a uno mismo.

 Otro ejemplo puede ser cuando hay quien que dice que no existe la gente fea sino mal arreglada. No, eso también es una mentira que solo busca hacernos sentir mejor porque en el mundo de hoy la apariencia lo es todo. La verdad es que la gente fea, como todos los sabemos pero odiamos reconocerlo, existe y están allí por donde se le mire porque la raza humana todavía no ha evolucionado tanto como para que la belleza sea algo estándar. Precisamente son esos gustos diferentes en cada uno los que hacen que en verdad no haya nadie muy bello ni tampoco gente horrible pero si que todos seamos pasable, lo que es bastante deprimente. Porque mentirnos a nosotros mismos con cremas, perfumes, lociones, pociones, ropa y joyas? Porque no vernos como somos y encontrar lo que nos hace únicos.

 Eso sí, hay que aclarar que somos más de siete mil millones de seres humanos por lo que ningún rasgo es en verdad único pero sí poco frecuente y eso es a lo que deberíamos apuntar si estamos obsesionados con la belleza física. Lo mejor de ti son tus piernas? Aprovéchalas. Los ojos? Lo mismo y así. Pero nunca es lo mejor mentirse a uno mismo porque a lo único que eso lleva a ser a tener decepciones de todo tipo. Y son decepciones que uno mismo se causa por vivir en las nubes y pensar que el mundo es lindo, bello y perfecto. Hay gente fea y hay gente considerada guapa. Así son las cosas y con esas condiciones debemos jugar con lo que hay y, de hecho, eso hace que todo sea más divertido.

 Algo que puede sonar trillado pero es cierto, es que la belleza interior sirve pero solo sirve si hay alguna forma de atraer a los demás para que la conozcan. Porque todos sabemos que a nadie le atraer la belleza interior de entrada. Eso es imposible porque es algo que no se ve. Y por favor no piensen que la internet y los teléfonos prueban lo contrario porque no es así, eso son solo más mentiras que decidimos creer a voluntad. No, hay que llamar la atención, como lo hacen los animales en el cortejo y luego sí dejar ver nuestra personalidad, a condición de que haya cosas en ella que sean interesante y que valga la pena mostrar. Porque si nuestro interior es aburrido, ni la cara del David Miguel Ángel va a ayudar a nada.

 Otra cosa que me hacer ser amargado, es que detesto los sin sentidos. Las chicas con flores tropicales en la cabeza, las personas que visten igual todos los días, la gente que no sabe conducir o aquellos que están siempre orgullosos de su enorme ignorancia. Para mi nada de eso tiene sentido alguno y todas son rasgos que nadie que quiera interactuar con seres humanos debería de tener. Una exageración? No lo creo porque estoy hablando de algo que es propio, personal. Si a ustedes les gustan los ignorantes, es cosa de ustedes, pero sepan que estarán condenados a usar camisetas de fútbol  en días de descanso, van a tener que simplificar su vocabulario para que les entiendan y simplemente va a ser como tener otro trabajo. Y no paga.

 Para mi, ese es el rasgo más horrible que puede tener una persona. A mi los modelos no me interesan ni la gente que vive pendiente de la moda. A menos que tengan algo más detrás, paso derecho. Pero si hay algo que no soporto y es alguien ignorante y que se enorgullezca de ello. Como quienes defienden a capa y espada un partido político, como si lo hubieses fundado ellos mismos o quienes viven por un equipo de fútbol cuando apenas han visto rodar una pelota. Esos que les gusta descrestar con datos curiosos que la mayoría, ignorante también se traga sin pensar pero que son, como él o ella, pura basura.

 Sí. Lamento comunicarles que la gran mayoría de las personas son así. Solo salgan a la calle, caminen unas cuadras y escuchen las conversaciones, vean los comportamientos. Si quieren imaginen que son extraterrestres y verán que si ellos llegasen ahora mismo a la Tierra, se devolverían corriendo a su planeta para prohibir que nadie más nunca venga por estos lados. Eso sí, creo que es justo decir que no todo es nuestra culpa o al menos no de todos. Si somos ignorantes y por eso vivimos siempre igual y con los mismos problemas que nos auto-infligimos, es porque nunca nadie nos enseñó algo mejor y quienes están en puestos de poder se encargaron de que nadie supiese nada porque un ignorante feliz es mejor que alguien con cerebro encabronado.

 De vez en cuando la gente despierta y sale de su aletargamiento pero en muchas ocasiones usan esa energía para estupideces. Como marchar en protesta o discutir airadamente con algún compañero del trabajo. Esas cosas no sirven para nada. La protesta obviamente es una herramienta pero solo sirve cuando se dirige a la persona que necesita oír el mensaje. Gente paseándose por una calle no manda un mensaje claro a nadie y ya depende del que oiga si quiere oírlo todo o solo ignorarlo. Nos falta mucho para saber aprovechar las bellezas que tienen tanto la democracia como la anarquía total.

 Como pueden ver, muchas cosas me sacan de quicio. Hay más, pequeñas cosas como ver automóviles estacionados en zonas prohibidas o gente que ve a todo mundo como mierda porque alguien les mintió alguna vez y ahora se creen de mejor crianza. Pero muchas de las cosas que me rayan la cabeza lo hacen porque no tienen sentido alguno y si algo no tiene sentido es la comunidad gay que de comunidad no tiene nada y de gay, ya tampoco porque incluye a muchos tipos de sexualidad. Algo bueno que ha hecho el ser humano es explorar el placer y eso a dado pie a que todos, o casi, sean visibles en el mundo. Ahora hay tipos de sexualidad o de género que antes ni sabíamos que existían.

 El problema está en concentrarnos a todos en un paquete y decir que eso es inclusión. El argumento cansado y ridículo de que nos toca recluirnos para que hacernos respetar. Básicamente el mismo pensamiento de personas como Hitler o Donald Trump. Así que empezamos mal, sobre todo porque empezó como una lucha por derechos civiles y ahora es un circo, plagado de sin sentidos como que haya discriminación dentro y entre los miembros de la disque comunidad. Unos homosexuales que no les gustan los bisexuales y a estos no les gustan los afeminados y esos les molestan los trangéneros y así hasta que ya nada tiene sentido y se deja ver que cuando la gente lucha, lucha por si misma y casi nunca por un grupo.

 La prueba de esto es que estando el matrimonio igualitario en Estados Unidos, ya la gente cree que se hizo todo cuando no se ha hecho nada. Celebrar los logros de otros es una más de esas cosas que no entiendo, como cuando hay quienes celebran porque su equipo perdió. Entiendo que haya solidaridad y apoyo pero celebrar? Solo un idiota celebra algo que no le beneficia en nada. Pero, como ya dijimos, eso es casi todo el mundo. Como cuando es día de partido y todos suben sus fotos con la camiseta o de pronto pasa algún acontecimiento político importante y todos se vuelven analistas experimentados cuando ni siquiera salen a votar porque creen que eso sirve de algo. Esos somos y así seguiremos.

 Debo decir que no tengo nada de todo lo que he dicho. Sé que algunos pensarán que soy un hipócrita y que escribo esto con la bandera de mi país hondeando en mi pecho o algo así pero la verdad es que no es así. Trato de ser consistente con lo que digo y lo que digo es que todos somos idiotas y en ese aspecto creo que también entro yo porque yo soy de los que me quejo y no hago mucho al respecto. Es como es. Soy de esas personas que lanzan las piedras y no escondo la mano porque ni siquiera sé lanzar. Pero al menos me queda la tranquilidad de saber que sé que hago parte de la humanidad y sin embargo la apoyo en ocasiones y veo destellos de esperanza para todos y cada uno de nosotros.


 Sí, porque no todo es malo. Aunque seamos idiotas casi siempre, todos tenemos momentos de inteligencia, en los que somos brillantes en diferentes ámbitos de la vida. Hay gente que me alegra la existencia con solo una sonrisa y eso creo que me da la esperanza para ser solo un realista y no un pesimista, con todo lo que eso implica. Soy solo un pequeño tipo amargado pero sé que tenemos posibilidades. Para cuando las usaremos? Eso sí, vaya y averígüelo usted, querido lector.

miércoles, 29 de abril de 2015

Por amor al arte

   Todos los alumnos usaban sus carboncillos con habilidad y rapidez. Miraban por un lado del caballete por unos segundos y luego volvían a su dibujo, ya retocando los últimos detalles. Eran unos quince alumnos, entre chicos y chicas, todos distribuidos en un gran círculo alrededor de un cubo blanco. Encima de esa estructura estaba un joven de pie, mayor que los alumnos pero igual joven, totalmente desnudo. Imitaba la pose del gran David de Miguel Ángel. Era increíble ver la similitud en los cuerpos, incluso en el cabello, y la habilidad casi anormal de quedarse quieto por tanto tiempo.

 La profesora de la clase daba vueltas por todo el salón, mientras los alumnos tenían solo cinco minutos para terminar. Algunos estaban visiblemente atrasados, dibujando con tal rapidez que parecía estar a punto de rasgar el gran bloc de hojas en el que pintaban. De hecho, un par miraban con desespero a un lado y otro, viendo como sus hojas estaban en efecto rasgadas y como las hojas inferiores se veían igual. Otros, pocos, veían con suficiencia a su alrededor ya dando retoques casi innecesarios a sus dibujos. Habían trabajado duro y lo tenían todo a punto.

 El modelo los veía de reojo pero casi todo el tiempo miró hacia una ventana, por donde pasaban las palomas que se posaban todas las tardes en la plazoleta exterior de la facultad de artes. Él recordaba con cariño su tiempo en la universidad pero no había estudiado nada relacionado con el arte, aunque había querido. Su padre era un abogado conocido y respetado en el país y le había insistido, desde pequeño, en que debía compartir su mismo destino y así seguir un cierto legado familiar.

 Él no quería nada que ver con eso pero igual hizo la carrera de cuatro años y encontró trabajo en una firma de abogados, recomendado por su padre. Pero hacía tan solo unos meses había vivido una experiencia cercana a la muerte y había decidido cambiar varias cosas en su vida. El coche en el que viajaba por carretera, de vuelta de una conferencia relacionada al trabajo, dio un giro inesperado al evitar un camión que venía directo hacia ellos. El automóvil dio varias vueltas y cayó en una zanja. Eso fue suficiente para él. El día siguiente, apenas al salir del hospital, renunció a su trabajo y le terminó de pagar a su padre lo que había gastado en su carrera.

 Sutilmente movió la cabeza. Se le habían humedecido los ojos pero respiró y trató de no desfallecer en los últimos minutos. No era la primera vez que posaba desnudo en los últimos meses. Se lo había sugerido una amiga y él se había lanzado a ello por cambiar de cosas por hacer. Ya había conseguido otro trabajo más estable y todo era para estudiar lo que él quería pero este trabajo del desnudo lo hacía sentirse libre, lo hacía sentirse honesto y vivo.

 Uno del os alumnos, un joven llamado Aníbal, estaba terminando con soltura su dibujo. La verdad era que hacía varios minutos que había terminado y solo se había dedicado a tratar de mejorar un poco el dibujo, haciéndolo más realista y único. Desde pequeño había tenido cierta facilidad para el dibujo y estudiar bellas artes había sido lo natural para él. Sus padres lo habían apoyado con varios cursos y viajes para aprender más del arte, siendo ellos mismos artistas: uno un escritor renombrado y la madre curadora de una de los museos más grandes del país.

 Su dibujo no era el mejor que había hecho. Para él este curso era la base que ya había visto hacía años, así que no se había esforzado demasiado pero sí lo había hecho lo suficientemente bien para resaltar. Algo que le gustaba, desde siempre, era ser aquel del que hablaran más. Le gustaba ser el ejemplo de los demás y que lo pusieran en un pedestal. Su aire de suficiencia era perceptible a todos los demás y solo aquellos que querían estar cerca de alguien con conexiones le hablaban, el resto se mantenía al margen.

 Esto era diferente a Adela, una de las chicas que estaban ocultando las rasgaduras en su papel con más carboncillo. Sudaba bastante a pesar de que la habitación estaba bien ventilada y miraba a sus vecinos inmediatos para ver que tal iban. La verdad era que ella de dibujo no sabía nada. Le gustaba mucho el arte pero más apreciarlo y hablar sobre él. De resto, no sabía mucho ejecutar nada. El dibujo era para ella algo nuevo y todas sus nuevas clases prácticas eran casi para ella una tortura.

 Siempre había sido torpe con los dedos, incluso para cortar una figura de un papel. Hacía bonitas carteleras porque tenía un muy buen sentido de la estética pero de resto no tenía ni idea de cómo hacer nada con ningún tipo de medio. La escultura le parecía especialmente difícil, ya que visualizar se le hacía casi imposible cuando no se tenían muchas bases. Su primera entrega en esa clase había sido una figura un tanto amorfa que el profesor había tomado como una obra futurista, algo que ella había reforzado diciendo todo lo que sabía respecto a ese movimiento.

 Adela estaba sentada justo al lado de Aníbal y trataba de no mirar su dibujo pero era casi imposible, al ver lo idéntico que era al modelo frente a ellos. La pobre chica miraba su dibujo, rudimentario y básico y lo comparaba al realista modelo de su compañero. Miraba también al modelo como suplicando algo pero no tenía ni idea de porque lo hacía. De pronto era porque siempre había habido alguien a su lado ayudándola pero en la carrera estaba sola. Ninguno de sus amigos había estudiado lo mismo y tenía que confesar que se sentía a veces arrepentida de su decisión, pero lo olvidaba pronto al recordar su pasión por el arte.

 Del otro lado del salón estaba Guillermo. Su dibujo era lo mejor que podía hacer para lo que conocía y se sentía muy contento de estar en su primera clase con un modelo en vivo. Le gustaba ver como la luz que entraba por las ventanas superiores, tocaba el cuerpo del modelo y lo convertía en algo más que una persona. Eso era para él el arte: algo que transformaba a los simples seres humanos en algo mucho más allá de lo que siempre vemos, de lo que conocemos y sentimos.

 Guille recordaba su primera visita a un museo y como se había sentido fascinado por los colores y las formas. Nunca había salido del país a conocer obras de arte famosas mundialmente pero había leído de varios artistas, de sus vidas, de sus obras y le encantaba. Veía todo tipo de películas, iba ocasionalmente al teatro y trataba de colaborar a amigos y conocidos en todo lo relacionado con el desarrollo artístico. La verdad era que le encantada todo lo que tenía que ver con lo social y para él el arte conectaba todos los seres humanos, sin importar el dinero o la edad o nada.

 La profesora miraba su reloj y veía como se gastaban los últimos segundos. En ese momento, decidió darles un par de minuto más. Era una tontería, pero era su costumbre con los alumnos primerizos. La vida normalmente no les daba una oportunidad y ella quería darles al menos un poco de esperanza, que tanto faltaba en el mundo del arte moderno. Nadie les iba a dar una oportunidad real con momentos tan duros y difíciles que iban a tener en su futuro. Ella no veía porque complicarles la vida tan rápidamente, para que hacerlo si eso solo los afectaba más allá de las clases y su gusto por el arte.

 Los minutos extra pasaron rápidamente y con tranquilidad la profesora les pidió que dejaran sus dibujos en los caballetes y salieran a almorzar. Lo cierto era que casi todos estaban hambrientos y eso había ayudado también a su preocupación y a que no pudiesen concentrarse por completo.

 Mientras salían, el modelo bajó de su pedestal y saludó a algunos que se despedían con una sonrisa, incluido Guille que lo miraba más que los demás. El modelo no se fijó mucho y se dirigió a su mochila que estaba a un lado del escritorio de la profesora. Se puso una bermuda y una camiseta con habilidad y cuando se dispuso a ponerse los zapatos, se dio cuenta que la profesora miraba con atención los dibujos. No los recogía para verlos después sino que se paseaba como quién iba a un museo.

 Apenas el modelo se puso los zapatos y una chaqueta, se puso la mochila al hombro y se acercó a la mujer. Ella le agradeció su ayuda y le dijo que tenía su paga pero que quería que la acompañara a dar una vuelta por el salón. La pareja observó por varios minutos, escuchando los sonidos del exterior, cada uno del os dibujos. Al modelo le sorprendió ver las diferentes maneras en las que cada alumno lo habían visto. Había estado siempre en la misma pose pero lo había percibido de muchas maneras. Algunos habían hecho un retrato tipo “cómic”, otros habían sido mas ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽b retrato tipo "ras. Algunos habs del exterior, cada uno del os dibujos. Al modelo le sorprendi habilidad y cuando se ás clásicos y otros más habían agregado cosas que ni siquiera estaban allí.

 Al final del recorrido, la mujer le sonrió y se dirigió a su escritorio. De un cajón sacó un sobre y se lo dio al modelo que lo guardó en su mochila. La mujer le preguntó porque había decidido modelar en los cursos de arte. Él la miró y le dijo con una sonrisa.


-       - Por amor al arte.

jueves, 12 de marzo de 2015

Sentir

   No sientes a veces que es difícil volver? Volver a ese momento exacto en que fuiste interminablemente feliz, en que experimentaste la más grande paz que jamás haya nadie sentido en esta vida? No importa si fue realidad o si fue un sueño o incluso algo entre los dos. No, lo que importa es que estuviste allí, lleno de esperanza o de miedo, de excitación o de asco. Sentiste y no hay nada más hermoso que eso.

 El miedo es un gran aliado, por ejemplo. Nos deja saber que hay peligro y nos mantiene a salvo, a expensas, muchas veces, de nuestra salud e incluso de nuestra reputación. A veces cuando respondemos al miedo se nos tilda de cobardes o miedosos. Y que? Y que si lo somos? Orgullosos deberíamos de estar de ser unos cobardes que responden a la química básica de la naturaleza que, en su gran sabiduría, quiso que tuviéramos formas de escapar y de seguir viviendo. De pronto creyó que valía la pena mantenernos vivos aunque, a diferencia de dios, la naturaleza nos hizo y luego nos dejó en paz, a nuestro suerte, sin mirar atrás.

 De allí, parece ser, que sale la esperanza. Esa amalgama de sentimientos que es la esperanza, que es tonta y pasiva, sentándose a esperar sin hacer nada más. Porque eso es lo que es, solo esperar y creer tontamente en algo que simplemente no va a ocurrir. La esperanza es el miedo, el amor y muchos otros mezclados en uno. La esperanza es algo que, al final, no sirve de nada porque no ayuda en nada. La mejor forma de luchar es con manos y dientes y nuestra mente, que son lo único que tenemos. Esperar a ver no sirve a menos que se trate de un tiempo de reflexión, algo muy distinto.

 La esperanza fue aquella tonta que inventó la religión, que no acaba de ser nada más que ponerse una banda sobre los ojos y confiar en lo que otros dicen o hacen respecto a nuestra existencia como seres humanos. Yo no creo en bandas. Creo en la liberación del espíritu y la esperanza no es liberación sino esclavitud de la mente a ideas que pueden o no ser reales. No, yo prefiero experimentar sentimientos de verdad.

 La felicidad es uno de esos, uno de los mejores y más simples. A diferencia de lo que muchos dicen, la felicidad es bastante fácil de conseguir. Lo difícil es conservarla porque, siendo seres egoístas como lo somos, queremos todo para siempre y a la mano, no nos queremos mover de nuestra comodidad, incluso si eso nos ayudase a vivir de verdad la única vida que tenemos. Pero a veces nos dejamos llevar y, acaso no somos mucho más felices cuando lo hacemos? Así sea por unos segundos, la felicidad puede llegar de acciones tan simples como el ver a otro ser humano. A veces con eso basta.

 Deberíamos aprender a disfrutar esos momentos, en vez de vivir quejándonos respecto a su efímera existencia. Lamentablemente los seres humanos no vivimos los momentos sino que nos desgastamos queriendo preservarlos, como si un sentimiento, un momento en el tiempo incluso, pudiesen ser encerrados en una caja de cristal para poder apreciarlos una y otra vez a lo largo de nuestra vidas. Pero sabemos que eso no es así. Una foto nos recuerda el sentimiento pero nada más. No nos lleva allí y nunca sentimos exactamente lo mismo al ver el recuerdo. Solo podemos estar allí siempre que los sentimientos ocurran, para vivirlos en el momento y dejar de pensar en atrás o adelante.

 El placer es otro de esos sentimientos que yacen muchas veces en el pasado y el futuro. Y de la forma más odiosa ya que, con frecuencia, se trata de comparaciones entre una persona y otra, entre un momento y otro. Comparar es algo detestable ya que estamos poniendo todo lo que vivimos en un mismo nivel y eso es simplemente ridículo. No hay una comida más rica que otra, no hay un viaje más placentero que otro ni hay un mejor beso que otro. Puede que con el tiempo la percepción cambie pero en el momento de lo ocurrido los placeres suelen estar al mismo nivel y satisfacen casi siempre igual.

 Obviamente existen las experiencias horribles e incluso asquerosas, no todo es una cama de rosas en la vida. Pero incluso esas experiencias no pueden clasificarse, porque son únicas a su momentos, a su manera de haber sido sentidas. A veces desechamos muy rápido las experiencias que repudiamos pero también de ellas se aprende ya que definimos quienes somos a partir de lo que nos gusta y lo que no.

 Precisamente por todo esto es que es una idiotez, del tamaño de una casa, el decidir olvidar algo o a alguien a voluntad. No hay nada más odioso e infantil que creer que con olvidar algo se soluciona la vida o el dolor es menos. Todos sabemos que eso no es cierto. Todos sabemos, así no lo hagamos, que lo que de verdad llena de calma nuestra mente es saber. Simplemente eso. Saber que ocurre a nuestro alrededor y tener todos los datos. Al final y al cabo somos seres curiosos, que todo lo que quieren averiguar y saber. Nuestra humanidad está basada en ese afán de saber cada vez más.

 Por eso mismo negarse a la realidad, a los hechos, es una ridiculez. Si sufriste, si te han herido, si hay algo que te atemoriza o que te desafía solamente aprende de ello. Hacer como cualquier científico o investigador es lo mejor y lo natural: aprender porque pasan las cosas y que es lo que pasa en realidad. Así se desprende todo en pedazos más pequeños, más fáciles de absorber por nuestra mente y es así como se encuentra un equilibrio mental más seguro, una paz de espíritu que nada más da sino saber, aprender y enfrentar la realidad.

 La valentía es otro de esos sentimientos. Y para ser tan real, tan físico, a veces parece que se trata algo imaginario o que nunca nos parece lo suficiente. Es efímero en muchas ocasiones y no sale cuando lo buscamos sino cuando mejor le parece. Casi nadie es valiente por decisión consciente sino por un impulso, más allá de su entendimiento, que lo lleva a hacer algo que otros pueden considerar como una acto de bondad arriesgado pero exitoso. Los que fingen ser valientes siempre lo que tienen es miedo de decepcionar y vale la pena decir que la valentía real nunca se relaciona, ni en lo más mínimo, con el miedo.

 En todo esto es cuando entra, con frecuencia, a jugar nuestros instintos más básicos. Se trate de procrear o de defender a nuestra familia, hay ciertas cosas que no decidimos que simplemente entran en juego porque somos seres biológicos, animales inteligente pero animales al fin y al cabo. Esa pasión que no para cuando vemos a alguien que nos gusta, cuando por fin podemos estar a solas con esa persona, ese es un instinto animal puro, un sentimiento ancestral que busca preservar nuestra especie.

 Lo cómico que tiene este sentimiento es que no hay manera real de controlarlo. Es más él que nos controla y se olvida de todo, incluso de las posibilidades reales que hay de procreación, con quien sea que estemos en el momento. Incluso si nuestra mente sabe que somos dos hombres, dos mujeres o que estamos con alguien que no puede procrear, la pasión elimina todas esas reflexiones y no deja más que l puro instinto animal, que reside muy profundo en nuestro subconsciente y que nadie, ni el más inteligente ni el más idiota, pueden controlar.

 La vergüenza puede entrar a jugar muchas veces cuando el placer se va y volvemos a ser nosotros, los que tienen dominio sobre sí mismos. Lo hermoso del placer verdadero, no del falso que muchas personas reclaman tener con cada persona que conocen, es que simplemente pone a un lado todo lo demás que pueda estar ocurriendo, todo lo demás que exista en el mundo incluso las inseguridades más latentes de cada uno.

 A causa de la evolución humana, nos hicieron avergonzarnos de nuestros cuerpos y es algo que hasta ahora estamos tratando de eliminar. Se nos implantó, a la fuerza, un sentimiento de culpa y miedo que terminó llamándose vergüenza. Se parece un poco a la esperanza en cuanto a que no es un sentimiento puro sino una mezcla de muchas cosas. La vergüenza, un poco como la esperanza, tiende a ahogar poco a poco la personalidad de las personas, cohibiendo ciertos comportamientos y amaestrándolos poco a poco, llevándolos a ser criaturas pérdidas.

 De ahí nace la creciente inseguridad que todos sentimos en el mundo de hoy. Y ese, ese un sentimiento oscuro y asesino. La esperanza y la vergüenza son juguetes para niños al lado de la inseguridad, aquella que crea miedos tan profundos que es imposible llegar a la persona detrás de todo los velos oscuros impuestos por un sentimiento que la sociedad, como grupo, impone en todo el mundo. Lo malo es que no todos saben como luchar contra ella. Nadie la elimina por completo pero la controlan o la ignoran. Otros, al contrario, se entregan a ella y dejan de ser. Y no hay nada peor que eso.

 Los sentimientos pueden ser nuestra perdición o nuestra más grande y hermosa realidad. Independientemente de cualquier cosa, hacen parte de quienes somos, nos hacen ser y nos hacen hacer. Gracias a ellos existimos y por ellos podríamos dejar de existir. Sentir es, sin duda, una experiencia demasiado buena para dejarla pasar.

lunes, 5 de enero de 2015

Quesos

Hay miles de tipos, de variaciones, de sabores y aromas. Y Olga los quería conocer todos, todos los quesos que hubiera. Desde joven, le había fascinado la comida y ahora le apasionaban los quesos. La razón era sencilla: un joven bastante guapo estaba cortando un nuevo tipo de queso en el supermercado y ella lo contempló cortando y probando, como si fuera un delicioso nuevo vino. La manera en que lo probó, su expresión y el simple olor del producto, la atrajeron de tal manera que se obsesionó al instante.

Fue así que, cada fin de semana, visitaba una granja en la que fabricaran queso. Normalmente eran a base de leche de vaca, así que las variaciones en sabor dependían de la producción, si era artesanal o hecha en una cadena de producción y cuanto tiempo dejaban que madurara.

Pronto, Olga quiso más. Así que, después de una ardua investigación en internet, planificó para sus próximas vacaciones un tour por Europa, visitando varias regiones y probando todo el queso que pudiese. También tendría tiempo de visitar varios monumentos famosos y, ojalá, de conocer amantes de la comida como ella.

Olga organizó todo en su vida alrededor del viaje: adelantó todo el trabajo que pudo en su puesto de contadora pública, encargó a su gato bigotes a la vecina de más confianza y pidió a la oficina de correos guardar su correspondencia en un buzón y no llevarlo a su casa.

La primera parada era, como era natural, París. La ciudad luz era hermosa o al menos así la veía Olga que desde el primer momento estuvo fascinada con todo, incluso ignorando aquellos detalles no tan glamorosos de la capital francesa. Ese día solo se ajustó al nuevo horario y dio una vuelta por el vecindario del hotel, que era muy bonito aunque bastante solitario.

Al otro día asistió a su primer evento: una cata de camembert, hecho artesanal en la ciudad de Orléans. Todo estaba organizado a la perfección y por primera vez pudo ver como los profesionales hacían su trabajo: para Olga eso era lo último, lo mejor, lo más destacable de la habilidad humana para apreciar su propio mundo.

Y, no sobra decirlo, el queso estaba delicioso, justo como debería de ser. Comió varios pedazos y a la vez recorrió la sala pero, con algo de tristeza, vio que la mayoría de las personas no estaban interesados en los demás sino en el queso. Cuando vio como una mujer reía y se tomaba fotos con los profesionales, fue la expresión más alegre desde que había llegado. Olga comió un poco más y luego se fue a su hotel a descansar.

Tuvo dos días más en París. Al siguiente fue a un evento para el lanzamiento de un nuevo queso crema, que era simplemente majestuoso, y al salir planeó subir a la Torre Eiffel. Pero la fila era tal que seguramente no ascendería nunca o al menos no hasta la noche, si es que lo permitían. Olga dejó ir su deseo de ver París desde lo alto y decidió mejor pasear por el centro de la ciudad y tomar fotos.

Al otro día, pasó la mañana en el Louvre y comió algo en la cafetería que allí había antes de salir al hotel a recoger su maleta para viajar a Holanda en tren. Cuando llegó, tuvo problemas en el hotel pero los solucionó rápido. No había mucho tiempo que perder ya que tenía una cata esa misma noche.

Cuando llegó, ya todos estaban probando un gouda de fuerte sabor. Se había perdido los comentarios de los profesionales pero pudo verificar por si misma lo delicioso del producto.

De pronto, la saludó una cara conocida: era la mujer risueña de París. La había visto también en el evento del queso crema, pero esa vez fue por un momento ya que ella estaba rodeada de gente y Olga quería visitar la torre.

En esta ocasión, Olga la saludó y la mujer, llamada Victoria, empezó a hablar de cómo había llegado allí: ella no estaba sola ni tenía gatos, era su marido, indirectamente, quien la había dirigido al queso. El hombre era intolerante a todo tipo de lactosa y esa natural aversion﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ al queso. El hombre era intolerante a todo tipo de lactosa y esa natural aversi de gente y Olga querdl salir planeón por los productos lácteos hizo que su esposa tomara un interés en ello, por el simple hecho de que su esposo detestaba tanto quesos como yogures y leches.

Y así había decidido hacer el tour, dejando a él peleando solo en casa, amargado consigo mismo como siempre. Victoria le preguntó a Olga sobre sus razones y ella le explicó, algo apenada, que adoraba la comida y gracias a un impulsador de supermercado, había descubierto su gusto por el queso.

La mujer parecía muy optimista, ya que sonrió mientras Olga hablaba y al final, pareciendo ignorar todo, le propuso a Olga que fueran, al día siguiente, al museo de Ana Frank. Dijo que nadie más deseaba ir con ella así que podrían hacer del día siguiente un día exclusivo para mujeres.

Y así fue. Olga no tuvo como negarse y Victoria estaba demasiado entusiasmada con la idea para oír un “no” como respuesta. Al otro día visitaron el museo y comentaron todos los cuadros juntas, como discutiendo. Olga siempre había imaginado que así sería tener una amiga a su edad pero jamás había encontrado quien. Lo más cercano era la anciana que era su vecina pero ella no parecía interesada en ir a museos o conciertos.

Mientras comían en un pequeño café de una adorable placita, hablaron sobre los eventos a los que habían asistido. A pesar de que las dos no tenían los mismos gustos, entendían el punto de vista de la otra mujer y rápidamente empezaron a intercambiar anécdotas no solo de quesos y otros lácteos sino de cocina e, incluso, de hombres.

Victoria parecía saber bastante del asunto y encontraba extraño que Olga jamás se hubiera casado. Pero no la acosó con el tema ni se burló de ninguna manera. Solo le confesó que Olga le parecía bastante simpática a pesar de lo tímida y le aconsejó cambiar algo de su guardarropa para resultar más atractiva, si eso deseaba.

Al otro día las dos mujeres estuvieron listas para viajar a Alemania, más precisamente a la ciudad de Múnich. Allí probaron el “erdapfelkäse”, un queso cremoso mezclado con cebolla y pimientos. Lo probaron sobre bagels y otros panes: era delicioso, simplemente ideal. Fue el evento en el que más participó Olga, incluso ganando un concurso de preguntas sobre quesos que había propuesto uno de los organizadores. Gano una cajita de queso alemán que recibió alegre y con vítores de su nueva amiga.

En Múnich pasaron uno de los mejores días, paseando por calles antiguas y tomando tal vez demasiada cerveza alemana. De pronto fue a causa del alcohol que Olga le confesó a Victoria que hacía años había existido un hombre con el que ella hubiera podido casarse pero nada sucedió porque él la había engañado y no solo una vez. Su decepción fue tal que nunca más quiso intentar de nuevo y decidió permanecer soltera.

Victoria lloró al oír la historia. Era una mujer pasional, llena de sentimientos e ideas. Tomó las manos de su nueva amiga y le dijo, con toda sinceridad, que los hombres eran un asco. Incluso su esposo, que casi siempre era soportable, podía ser un dolor de cabeza. Le propuso que el viaje sería la oportunidad de ambas de alejarse de sus vidas en casa y de disfrutar la vida.

Fue así como las dos mujeres siguieron el tour, juntas, compartiendo habitaciones y paseos al museo, comidas y catas de queso y de otros productos. El siguiente punto de parada fue Milán, donde probaron un queso de cabra bastante particular, añejado demasiado, para el gusto de ambas mujeres.

Después llegaron a Praga y allí probaron queso de oveja y aunque la experiencia con este antes había sido mala para Olga, los checos aparentemente sabían muy bien como hacer sus quesos. La ciudad, además, era perfecta para pasear y conocer caminando. Las dos mujeres incluso atrajeron la atención de dos hombres en un parque, que les lanzaron piropos en su idioma y las alabaron sin parar.

La última parada era Grecia, donde probaron mucho yogur de todos los sabores y disfrutar del mar y sus frutos. El fantástico viaje terminó en el aeropuerto de Atenas, donde las dos mujeres se separaron con un abrazo y prometieron estar en contacto constante.

Al llega a casa, ya con Bigotes merodeando por todos lados, Olga sacó de su equipaje el queso alemán y recordó entonces a su amiga de viaje. Entonces recibió una llamada y era Victoria, que quería saber como había estado su viaje. Hablaron un par de horas, riendo y planeando, hasta que tuvieron que cortar por solicitud del marido de Victoria.

Desde ese momento algo cambió en Olga y ella estuvo segura que de ahora en adelante todo sería mejor, más que nunca.

martes, 21 de octubre de 2014

Entrevista

1. CAFETERÍA - INT. DÍA

Gabriel (42) está sentado en una mesa, solo. En ese momento se abre la puerta del sitio y es Abel (23) que se acerca y se sienta frente a él.

ABEL
Bonito lugar.

GABRIEL
Es una cafetería de cadena. Nada especial.

ABEL
Igual, bonito.

Gabriel, con un gesto, llama a la mesera.

GABRIEL
Quisiera un espresso y una porción de pastel de queso.

La señorita mira a Abel.

ABEL
Mmm... También pastel de queso y de tomar chocolate caliente.

La señorita asiente y se va. Gabriel saca un cigarrillo pero lo guarda al darse cuenta que está en un lugar público.

ABEL
Fuma mucho?

GABRIEL
Algo.

Los dos se quedan en silencio hasta que la mujer trae el pedido a la mesa. Gabriel prueba su pastel pero Abel no hace nada. Se ve fastidiado.

ABEL
Esto no era una entrevista?

GABRIEL
Sí, porque?

ABEL
No se supone que hace preguntas? No tengo todo el tiempo, sabe?

Gabriel se incorpora y de su abrigo saca una pequeña grabadora. La enciende.

GABRIEL
Feliz?

ABEL
No.

GABRIEL
Como empezaste?

ABEL
Bueno, pues me atrajo el dinero fácil. Mi familia tenía dinero, 
no eran ricos, pero tenían. No lo hice por necesidad sino por tener dinero.

GABRIEL
Como fue la primera vez?

ABEL
Desagradable hasta que el tipo me pagó.

GABRIEL
Cuanto fue?

ABEL
Unos doscientos cincuenta dólares.

GABRIEL
Eso no es mucho.

ABEL
Para mi lo eran.

Abel toma un poco del chocolate. Casi se quema. Sopla un poco e intenta de nuevo. Gabriel toma de su espresso.

ABEL
Porque el interés?

GABRIEL
Es para un artículo. La prostitución infantil está en boca de todos, 
es lo que la gente quiere ver.

ABEL
Es lo que los medios quieren que vean. Y hace mucho no soy un niño.

GABRIEL
Pero empezaste como uno o no ?

ABEL
Supongo, a los dieciséis. 

GABRIEL
Que hacías con el dinero?

ABEL
Comprarme ropa o juegos o relojes.
No sé, lo que viera que me gustara.

GABRIEL
Algún cliente que recuerdes?

ABEL
Los recuerdo a todos.

Gabriel miró entonces a Abel que partió un trozo de pastel.

GABRIEL
Alguno en especial?

ABEL
Claro. Un alemán que venía seguido. 
No recuerdo el apellido pero el nombre era Max. 
Era muy guapo.

GABRIEL
Que recuerdas de él?

ABEL
Me hacía regalos cuando venía. Chocolates, relojes, ... 
Me pidió que me fuera con él a Alemania.

GABRIEL
Porque no lo hiciste?

ABEL
Tenía dieciocho e iba a empezar la carrera.

GABRIEL
Que estudiaste?

ABEL
(Masticando pastel)
Comunicación.

Gabriel asiente. Toman y comen un poco más y siguen la entrevista.

GABRIEL
Te gusta el sexo?

ABEL
No lo odio. Hoy en día me da de comer.

GABRIEL
No vives con tus padres?

ABEL
No. Salí de mi casa hace tres años. No terminé la carrera. 
Estoy ahorrando para retomarla.

GABRIEL
Entonces el dinero que ganas con clientes es esencial?

ABEL
Claro. No hay trabajo y en eso me pagan. 
Que más iba a hacer?

GABRIEL
No has tratado de cambiar de... profesión?

ABEL
No es una profesión, no me dan cartón por comerme a nadie. 
Y sí, he tratado pero sin éxito.

GABRIEL
Tus clientes son solo hombres? Porque?

ABEL
Son más fáciles de controlar. 
Las mujeres no son lo mío.

Gabriel asiente de nuevo. Termina su espresso y solo le queda un pequeño pedazo de pastel. Lo mismo con Abel.

GABRIEL
Eres feliz?

Abel se ríe.

ABEL
Prefiero no responder preguntas idiotas.

GABRIEL
Pareces contento contigo mismo.

ABEL
No lo soy. De hecho por eso busco dar placer. 
Porque así mi apariencia no es importante sino como lo...

Gabriel y Abel miran al mismo tiempo a un lado y otro de la mesa. Algunas personas los miran.

ABEL
Como hago lo que hago.

GABRIEL
Crees que es importante la apariencia?

ABEL
No soy actor porno. 
Usted saque las conclusiones.

GABRIEL
No entiendo.

ABEL
Trabajo por debajo, sin que muchos sepan. 
Entre menos me noten, mejor.

GABRIEL
Entonces no eres feliz?

ABEL
Nadie lo es o sí? Usted lo es?

Gabriel no responde.

ABEL
Todos queremos más de lo que recibimos. Siempre más. 
Nunca estamos felices con nada.

GABRIEL
Entonces piensa hacer esto para siempre?

ABEL
No lo sé. Eso ni idea.

Los dos terminan sus cosas. La mesera viene y deja la cuenta. Gabriel saca la billetera.

ABEL
Dicen que la esperanza nunca muere, no?
Supongo que debo esperar a ver que pasa.

Gabriel no responde nada. Abel se pone de pie.

ABEL
Me tengo que ir.

GABRIEL
Cliente?

Abel se ríe.

ABEL
No. Tengo que visitar a mi abuela. 
Me llama.

Gabriel se despide de Abel con un apretón de manos. El joven sale de la cafetería. Gabriel saca de su billetera lo necesario y lo pone sobre la cuenta.