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viernes, 24 de julio de 2015

Ser o no ser ?

   No creo que nadie sepa, en verdad quién es. Y para ser sincero, creo que nunca nadie lo sabe. Es una búsqueda eterna, de toda la vida, al menos si estamos poniendo atención. Porque eso es lo otro, la mayoría de la gente no le está poniendo mucha atención a su propia vida, prefiriendo navegarla a un destino fijo cuando ese no es el punto de vivir. Al menos para mi, vivir es ir adonde el viento, que pueden ser las acciones y las decisiones, nos lleven. Lo interesante de un viaje, como lo es la vida, no es tanto el destino sino el recorrido. Pero ya casi nadie le pone atención al recorrido porque sienten que deben ir y hacer ciertas cosas o sino no están viviendo. Y lo cómico es que por hacer justamente eso, no están viviendo para nada.

 Creo que nunca sabemos quienes somos porque casi nadie está listo para enfrentar todo eso que tiene dentro. Algunas personas eligen ser graciosas, serias, coquetas o incluso aburridas pero hay mucho más que simplemente no reconocemos. A pesar de tanta lucha por tantos derechos, la realidad de todo es que nos gusta que nos juzguen por cosas pequeñas, por rasgos que son tan recurrentes en el ser humano como los ojos y la boca. Por eso es que los apodos son algo tan popular: no reflejan en nada lo que alguien es en realidad sino algún aspecto bastante notable de una persona y puede que ni siquiera sea una característica verdaderamente de esa persona. Se decide al azar y se impone y cuando eso se hace ya no hay nada más que hacer. El apodo queda y lo que la persona es o no es, deja de ser relevante.

 Por supuesto que deben haber libertades, eso no se discute. Pero lo que es contradictorio es que se luche contra la discriminación y resulta que siempre la hemos aceptado con los brazos abiertos cuando sentimos que es un halago, porque es muy fácil hacer que alguien se sienta bien con un par de palabras. Solo juntamos algunas y mágicamente podemos hacer que el estado de ánimo de alguien mejore sustancialmente o caiga al piso. Como seres humanos, con nuestra crueldad característica, tenemos la horrible habilidad de construir y destruir con demasiada facilidad. Y no hemos hecho nada para hacernos fuertes y que en verdad no nos importen las palabras necias. Deseamos no oír pero oímos.

 Nos gusta ser “el guapo”, “la sexy”, “el bueno”, “la inteligente”. Palabras que se las lleva el viento y que, en sí mismas, no son nada más que letras pegadas que producen un sonido que para muchos, no es más que un ruido. Si a eso ha llegado la humanidad, a querer ser definidos en un simple gruñido, entonces nuestra civilización está mucho peor de lo que pensábamos. Como podemos aceptar ser solo eso cuando ni siquiera podemos definirnos a nosotros mismos con sinceridad? Como podemos atrevernos a resumir una vida, una compleja red de pensamientos en algo tan simple, y a la larga, tan humano, como una palabra?

 Casi todos lo preferimos. Definirnos de manera más exacta, más compleja, toma tiempo, en especial porque los seres humanos siempre estamos aprendiendo. Más o menos pero desde que nacemos hasta que morimos nuestro cerebro no para de recibir y procesar, almacenando información eternamente que seguramente nunca usaremos. Solo hay que recordar, o tratar de recordar al menos, todo lo que se supone aprendimos en el colegio. Inténtenlo y verán que es imposible, a menos que sean superdotados y hayan sido bendecidos con una memoria prodigiosa, algo que escasea entre los seres humanos. La mayoría preferimos dejar que esas palabras que inventamos hagan el trabajo para así no sumergirnos en las oscuridades que todos tenemos dentro.

 Porque la verdad es que somos mundos desconocidos y que, casi siempre, solo tendrán un visitante, si acaso. Ese visitante podría ser nosotros mismos pero solo si de verdad mostramos interés en saber  quienes somos. Es un viaje difícil, largo y complejo, que nos muestra esas dos caras que en las que el ser humano se registra: el bien y el mal. Puede que si excavamos un poco, encontremos algo sobre nosotros mismos que detestamos, que todo el mundo podría odiar y que debemos ocultar porque no es algo de que estar orgulloso sino algo de lo que avergonzarse. Así somos los seres humanos, infligimos dolor y vergüenza para controlar lo que no conocemos, por físico miedo.

 Es increíble lo que complejos que somos pero lo controlables que podemos ser a nuestros propios inventos y a nuestros instintos más básicos. La realidad es que somos seres llenos de miedo durante toda nuestra vida y así la pasamos, de susto en susto, protegiéndonos y corriendo de un lado a otro como ratas. Esa no es manera de vivir para nadie y, sin embargo, todos vivimos exactamente igual. Porque todavía tenemos mucho de aquello que pensamos perdido que es el instinto natural, ese recuerdo vago e inútil de cuando éramos criaturas simples, trepando árboles y subsistiendo para solo comer y reproducirnos. Pero resulta que la humanidad ya tiene otros objetivos. Lo malo es que no todos nos damos cuenta.

 El mundo no está dibujado en dos simples e inútiles colores. Las cosas no son buenas o malas sino que son como son por razones y eso es lo que debemos ver. No podemos ser tan simples que vemos algo y lo definimos al instante, cambiando para siempre la percepción del mundo respecto a algo. Sí, claro que hay cosas que son reprobables pero eso no quiere decir que no debamos aprender de ellas para hacer de nuestra humanidad algo mejor. Porque ese es el trabajo verdadero de cada uno en este mundo y es construirse a si mismo, hacer a alguien que sea completo y no solo una gran cantidad de trazos sin ningún sentido.

 Porque eso es la mayoría de la gente, solo trazos de un pincel muy bonito pero trazos al fin y al cabo. Muy poca gente decide invertir tiempo en saber que posibilidades hay de ser un dibujo complejo, alguien de verdad completo. Para nosotros mismos, es posible que seamos todo lo que queremos ser. Puede que nos conozcamos bien y sepamos todo lo que hay que saber o al menos casi todo. El otro problema es que eso no se puede quedar ahí. No podemos frenarnos cuando nosotros acabamos y el mundo empieza porque resulta que siempre viviremos en este mundo, el ser humano siempre estará aquí, en este tiempo, en esta realidad, en este que vemos y tocamos y sentimos con todo nuestro ser cada día de la vida. Esto es lo nuestro.

 Hay muchos otros mundos, la mayoría fantasías. Pero para qué preocuparnos por ellos? Las fantasías son simpáticas pero solo nublan la mente y no nos dejan ver, por nosotros mismos la increíble variedad de cosas que nos ofrece la vida. Y decimos cosas porqué eso son cuando no las conocemos. Es nuestro deber sentir curiosidad, ir y explorar y descubrir que es qué para nosotros, porque el mundo es uno pero cada uno de nosotros lo percibe de manera única y, probablemente, irrepetible. Tenemos la habilidad de crear una visión única del mundo y debemos o deberíamos compartirla con el mundo, cuando estemos listos. Somos, al fin y al cabo, una sola especie y eso debería ser suficiente para unirnos.

 Lo ideal sería que las personas dejaran de estar metidas en mundos inventados, como el amor o la esperanza ciega, y empezaran a caminar al nivel del suelo y a reconocer que la vida es mucho más que las superficialidades que todo el mundo aspira a vivir como tener un trabajo ideal, una pareja ideal y todo ideal. El mundo no es ideal, el mundo es lo que es y deberíamos explorar eso y no tratar de ajustarlo todo en nuestra mente. No estamos viviendo el mundo real sino uno que nos inventamos porque somos incapaces de ver lo que en realidad sucede a la cara. Solo en algunos momentos, la realidad es demasiado auténtica y nos deja ver su cara. La mayoría corren despavoridos.

 Tenemos que molestarnos, al menos una vez por día, en pensar hacia adentro, explorar nuestra mente y ver que hay allí. Puede que muchas veces no encontremos nada pero seguramente hay mucho por ver y descubrir. Algunas cosas no nos gustarán y otras tal vez nos gusten demasiado pero es así la única manera de vivir de verdad. Si queremos estar contentos con nosotros mismos no necesitamos de lindas palabras sino de un reconocimiento profundo de nuestra personalidad, que siempre tendrá una respuesta clara. Nuestra autoestima es producto de lo que hemos creado como sociedad, un sistema de reglas y miedos que solo sirven para controlarnos y machacarnos como si fuésemos moscas.


 El ser humano ha inventado a la sociedad para eliminarse a si mismo. Se supone que la sociedad, con sus bondades y sus males, va eliminando a quienes no sirven a través de miedos e inseguridades, de reglas cada vez más difíciles de alcanzar y una hipocresía que hasta el más osado no es capaz de resistir. Porque el ser humano y su sociedad son una fachada para ocultar e incapacitar nuestro deber de exploración, nuestra meta biológica y existencial de saber exactamente quienes somos y, más adelante, porque somos. Debemos rebelarnos y empezar a ser nosotros antes de que todos empecemos a ser lo mismo o, peor, nada.

viernes, 10 de julio de 2015

Yo, el amargado

   Personalmente, creo que el positivismo está sobrevalorado. Sí, así es, eso es lo que creo. No soy una de esas personas que se pasea por la vida pensando que todo son flores de colores y arcoíris brillando por doquier. No, prefiero ver las cosas como son y las cosas son horribles. Es como cuando hay gente que te dice que siempre veas el lado bueno de las cosas. Pues resulta que no todo tiene su lado bueno. Si acaba de morir tu madre, definitivamente no hay nada bueno en eso o sí fuiste asaltado o asaltada sexualmente seguramente no le verás el lado bueno porque no lo hay. Hay idiotas que son capaces de hacerlo pero eso se llama inventar y eso ya no es positivismo sino mentirse a uno mismo.

 Otro ejemplo puede ser cuando hay quien que dice que no existe la gente fea sino mal arreglada. No, eso también es una mentira que solo busca hacernos sentir mejor porque en el mundo de hoy la apariencia lo es todo. La verdad es que la gente fea, como todos los sabemos pero odiamos reconocerlo, existe y están allí por donde se le mire porque la raza humana todavía no ha evolucionado tanto como para que la belleza sea algo estándar. Precisamente son esos gustos diferentes en cada uno los que hacen que en verdad no haya nadie muy bello ni tampoco gente horrible pero si que todos seamos pasable, lo que es bastante deprimente. Porque mentirnos a nosotros mismos con cremas, perfumes, lociones, pociones, ropa y joyas? Porque no vernos como somos y encontrar lo que nos hace únicos.

 Eso sí, hay que aclarar que somos más de siete mil millones de seres humanos por lo que ningún rasgo es en verdad único pero sí poco frecuente y eso es a lo que deberíamos apuntar si estamos obsesionados con la belleza física. Lo mejor de ti son tus piernas? Aprovéchalas. Los ojos? Lo mismo y así. Pero nunca es lo mejor mentirse a uno mismo porque a lo único que eso lleva a ser a tener decepciones de todo tipo. Y son decepciones que uno mismo se causa por vivir en las nubes y pensar que el mundo es lindo, bello y perfecto. Hay gente fea y hay gente considerada guapa. Así son las cosas y con esas condiciones debemos jugar con lo que hay y, de hecho, eso hace que todo sea más divertido.

 Algo que puede sonar trillado pero es cierto, es que la belleza interior sirve pero solo sirve si hay alguna forma de atraer a los demás para que la conozcan. Porque todos sabemos que a nadie le atraer la belleza interior de entrada. Eso es imposible porque es algo que no se ve. Y por favor no piensen que la internet y los teléfonos prueban lo contrario porque no es así, eso son solo más mentiras que decidimos creer a voluntad. No, hay que llamar la atención, como lo hacen los animales en el cortejo y luego sí dejar ver nuestra personalidad, a condición de que haya cosas en ella que sean interesante y que valga la pena mostrar. Porque si nuestro interior es aburrido, ni la cara del David Miguel Ángel va a ayudar a nada.

 Otra cosa que me hacer ser amargado, es que detesto los sin sentidos. Las chicas con flores tropicales en la cabeza, las personas que visten igual todos los días, la gente que no sabe conducir o aquellos que están siempre orgullosos de su enorme ignorancia. Para mi nada de eso tiene sentido alguno y todas son rasgos que nadie que quiera interactuar con seres humanos debería de tener. Una exageración? No lo creo porque estoy hablando de algo que es propio, personal. Si a ustedes les gustan los ignorantes, es cosa de ustedes, pero sepan que estarán condenados a usar camisetas de fútbol  en días de descanso, van a tener que simplificar su vocabulario para que les entiendan y simplemente va a ser como tener otro trabajo. Y no paga.

 Para mi, ese es el rasgo más horrible que puede tener una persona. A mi los modelos no me interesan ni la gente que vive pendiente de la moda. A menos que tengan algo más detrás, paso derecho. Pero si hay algo que no soporto y es alguien ignorante y que se enorgullezca de ello. Como quienes defienden a capa y espada un partido político, como si lo hubieses fundado ellos mismos o quienes viven por un equipo de fútbol cuando apenas han visto rodar una pelota. Esos que les gusta descrestar con datos curiosos que la mayoría, ignorante también se traga sin pensar pero que son, como él o ella, pura basura.

 Sí. Lamento comunicarles que la gran mayoría de las personas son así. Solo salgan a la calle, caminen unas cuadras y escuchen las conversaciones, vean los comportamientos. Si quieren imaginen que son extraterrestres y verán que si ellos llegasen ahora mismo a la Tierra, se devolverían corriendo a su planeta para prohibir que nadie más nunca venga por estos lados. Eso sí, creo que es justo decir que no todo es nuestra culpa o al menos no de todos. Si somos ignorantes y por eso vivimos siempre igual y con los mismos problemas que nos auto-infligimos, es porque nunca nadie nos enseñó algo mejor y quienes están en puestos de poder se encargaron de que nadie supiese nada porque un ignorante feliz es mejor que alguien con cerebro encabronado.

 De vez en cuando la gente despierta y sale de su aletargamiento pero en muchas ocasiones usan esa energía para estupideces. Como marchar en protesta o discutir airadamente con algún compañero del trabajo. Esas cosas no sirven para nada. La protesta obviamente es una herramienta pero solo sirve cuando se dirige a la persona que necesita oír el mensaje. Gente paseándose por una calle no manda un mensaje claro a nadie y ya depende del que oiga si quiere oírlo todo o solo ignorarlo. Nos falta mucho para saber aprovechar las bellezas que tienen tanto la democracia como la anarquía total.

 Como pueden ver, muchas cosas me sacan de quicio. Hay más, pequeñas cosas como ver automóviles estacionados en zonas prohibidas o gente que ve a todo mundo como mierda porque alguien les mintió alguna vez y ahora se creen de mejor crianza. Pero muchas de las cosas que me rayan la cabeza lo hacen porque no tienen sentido alguno y si algo no tiene sentido es la comunidad gay que de comunidad no tiene nada y de gay, ya tampoco porque incluye a muchos tipos de sexualidad. Algo bueno que ha hecho el ser humano es explorar el placer y eso a dado pie a que todos, o casi, sean visibles en el mundo. Ahora hay tipos de sexualidad o de género que antes ni sabíamos que existían.

 El problema está en concentrarnos a todos en un paquete y decir que eso es inclusión. El argumento cansado y ridículo de que nos toca recluirnos para que hacernos respetar. Básicamente el mismo pensamiento de personas como Hitler o Donald Trump. Así que empezamos mal, sobre todo porque empezó como una lucha por derechos civiles y ahora es un circo, plagado de sin sentidos como que haya discriminación dentro y entre los miembros de la disque comunidad. Unos homosexuales que no les gustan los bisexuales y a estos no les gustan los afeminados y esos les molestan los trangéneros y así hasta que ya nada tiene sentido y se deja ver que cuando la gente lucha, lucha por si misma y casi nunca por un grupo.

 La prueba de esto es que estando el matrimonio igualitario en Estados Unidos, ya la gente cree que se hizo todo cuando no se ha hecho nada. Celebrar los logros de otros es una más de esas cosas que no entiendo, como cuando hay quienes celebran porque su equipo perdió. Entiendo que haya solidaridad y apoyo pero celebrar? Solo un idiota celebra algo que no le beneficia en nada. Pero, como ya dijimos, eso es casi todo el mundo. Como cuando es día de partido y todos suben sus fotos con la camiseta o de pronto pasa algún acontecimiento político importante y todos se vuelven analistas experimentados cuando ni siquiera salen a votar porque creen que eso sirve de algo. Esos somos y así seguiremos.

 Debo decir que no tengo nada de todo lo que he dicho. Sé que algunos pensarán que soy un hipócrita y que escribo esto con la bandera de mi país hondeando en mi pecho o algo así pero la verdad es que no es así. Trato de ser consistente con lo que digo y lo que digo es que todos somos idiotas y en ese aspecto creo que también entro yo porque yo soy de los que me quejo y no hago mucho al respecto. Es como es. Soy de esas personas que lanzan las piedras y no escondo la mano porque ni siquiera sé lanzar. Pero al menos me queda la tranquilidad de saber que sé que hago parte de la humanidad y sin embargo la apoyo en ocasiones y veo destellos de esperanza para todos y cada uno de nosotros.


 Sí, porque no todo es malo. Aunque seamos idiotas casi siempre, todos tenemos momentos de inteligencia, en los que somos brillantes en diferentes ámbitos de la vida. Hay gente que me alegra la existencia con solo una sonrisa y eso creo que me da la esperanza para ser solo un realista y no un pesimista, con todo lo que eso implica. Soy solo un pequeño tipo amargado pero sé que tenemos posibilidades. Para cuando las usaremos? Eso sí, vaya y averígüelo usted, querido lector.

jueves, 18 de junio de 2015

Nuestra humanidad

 Es muy extraño cuando todo lo que ha pasado ya ha ocurrido antes, de cierta manera, pero sin embargo siguen habiendo nervios e inseguridad al respecto. De hecho, siempre que se repite una vivencia, es frecuente que la segunda vez implique algo más, una complicación extra o algo por el estilo. Si uno se decide por hacer algo de nuevo, intentarlo otra vez porque fue interesante o porque se falló, siempre habrá algo más en ese intento: una expectativa especial, algo que esperar o de pronto un conocimiento que antes no se tenía pero que ahora da algo de confianza. El caso es que siempre vamos a ser seres expectantes y que cualquiera que diga que no tiene nervios por algo es un mentiroso o un ser humano mal diseñado porque los nervios, aquellas reacciones naturales son las que nos hacen sobrevivir.

 Eso suena a algo fatal, algo difícil y casi imposible pero es porque la palabra sobrevivir parece salida de una de esas películas de tragedia en las que algo ocurre que voltea al mundo de cabeza, a veces literalmente, y en el que los personajes deben hacer su mejor esfuerzo para salir lo mejor librados posible. La única diferencia es que en el cine la moral juega un papel muy grande, ya que pegada a los pensamientos del director, del guionista, del actor y de todos los demás involucrados. En cambio en la vida la mayoría de las tragedias ocurren sin importar como pensemos o que opinemos. No importa en quien o en que creamos, el caso es que morimos igual y todo nos afecta casi siempre de la misma manera.

 Una nueva experiencia, sin embargo, suele ser una aventura personal que varía no según la moral sino según las decisiones que se tomen y el tipo de carácter que se tenga. Por ejemplo, si es una persona que le gustan las confrontaciones, tendrá más problemas con otros al hacer o no hacer alguna cosa, por ejemplo irse de viaje o meterse de lleno en algo que nunca antes había hecho. Es diferente si el carácter varía y esa es la razón por la que dos personas pueden embarcarse en un mismo proyecto pero resultar con conclusiones diametralmente diferentes. Este es el caso de las relaciones amorosas que no dejan de ser una aventura bien o mal planeada, pero sin conclusiones claras a razón de las personalidades diferentes.

 Pero valen la pena, o no? Vale la pena sumergirse en un mar de cosas que jamás hemos hecho, y que no perjudican a nadie más sino a nosotros si salen mal. Porque todo puede salir mal o bien, eso a veces no depende de nosotros y si lo hace es posible que no afecte a nadie más, y esas son las mejores aventuras que existen. Si decido, por ejemplo, tener relaciones con varias personas en un lapso de tiempo definido, pero teniendo claras ciertas reglas como el uso de un preservativo, es una aventura porque estoy lanzándome a lo desconocido pero previniendo las eventualidades más graves que puedan pasar. No hay nada bueno o malo, en ese sentido. Cada vivencia es y ya.

 Y ahí vienen las preguntas de las personas que no pueden vivir su vida por si mismas, sino que tienen que pedir la ayuda, para todo, de alguien más: que es bueno y que es malo? Que debo hacer si quiero ser una persona moral y que debo hacer si decido salirme de ese esquema social de las cosas? La respuesta a eso no existe porque la línea entre el bien y el mal la dibuja cada persona. Muchos dirán que la ley es quién marca esa diferencia pero que es la ley sino un concepto humano, por lo tanto inexacto e imperfecto, que solo busca protegernos de nosotros mismos?

 Eso sí, hay cosas que obviamente son malas y la mayoría se asocian a ataques que podríamos perpetuar contra otros, casi nunca contra nosotros mismos. Si matamos o atentamos contra la identidad de alguien sin su permiso, estamos vulnerando sus derechos y violando su integridad como ser humano y eso es integralmente malo. Atención, es malo cuando no hay permiso, cuando se está transgrediendo. Porque podríamos irnos a las comunidades de gente que les gusta el dolor o la humillación y podemos ver con claridad que entre ellos hay un acuerdo, incluso con palabras de seguridad, para infligir dolor o palabras humillantes entre sí. Esas personas han decidido aceptar a que alguien más tenga cierto poder sobre ellos pero es un acuerdo común. Eso no es malo. De nuevo, lo malo es violar los derechos de alguien más sin su permiso.

  La gran mayoría de veces somos nosotros mismos, cada uno en su vida y con sus convicciones personales, su manera de ver el mundo, los que definimos que es malo y que es bueno. Esto puede ser claramente peligroso pero también beneficia a la sociedad en el sentido en el que se le deja ver a la ley y a la comunidad las falencias que tiene. Ese es el propósito que deben tener las criticas a un gobierno o a una empresa, el de arreglar lo que esté hecho. Eso a menos de lo que exista sea tan malo que lo mejor sea remplazarlo. Pero ese es un tema demasiado complejo que prefiero no tratar. El caso es que tenemos la capacidad, cada uno por su lado, de construir su manera de ver el mundo y eso es lo que llaman personalidad, mejor llamado carácter.

 El carácter es el conjunto de todo lo que somos y es el que actúa frente a esas cosas que nos alegran las vida o que la someten a las sombras de la tristeza  y la desesperación. Nuestro carácter y la forma en que lo hemos construido y moldeado, según como entendemos el mundo, es definitivo en nuestra manera de experimentar la vida y entender las varias capas que pueden existir en cada momento de nuestras vidas. Por que contrario a lo que normalmente pensamos la vida no tiene dos colores sino una gama más alta que va de lo más brillante a los más oscuro. Dependiendo de todo eso cada vida es distinta y cada vida por eso es única.

Son nuestras decisiones conscientes las que hacen que la vida de cada uno sea única. No somos nosotros solo por el hecho de existir las que la hacemos tan valiosa sino nuestro proceso de vida el que define lo especial que es cada quien. Eso sí, cuando decimos “especial” o “única”, no quiere decir que todos seamos perfectos ni tampoco que seamos lo mejor de lo mejor. Hay que recordar que los seres humanos, por definición, somos seres imperfectos y siempre defectuosos que lo único que buscan es vivir la mejor vida posible. Eso no implica que todo sea color de rosa porque, de nuevo, nuestras decisiones para llegar a esa última felicidad hacen de nosotros seres multidimensionales, que pueden ser muchas cosas al mismo tiempo.

 Porque podemos ser tan crueles como podemos ser amables, podemos ser cariñoso al mismo tiempo que podemos ser duros, podemos ser seguros y luego sentir que nos hundimos en nuestro propio desespero. Somos más de una cosa al mismo tiempo, y muchas contrarias a la vez, y eso no está mal. No existen seres completamente felices ni completamente amables y buenos. La bondad es un concepto y no un sentimiento ni una manera de ser. Casi nadie, por ejemplo, dice que es bueno o malo porque se lo dejan a los demás. Eso puede ser peligroso pero es mejor que autodefinirse, algo que solo perjudica al que lo hace y no a los que deciden creer la mentira que este les proporciona.

 Puede parecer que todo lo dicho no tiene mucho sentido pero piensen lo diferentes que son las experiencias para cada persona dependiendo de esos factores, de esas ligeras diferencias de tonalidad entre unos y otros. Eso es lo que hace que cada cosa que vivimos sea única y lo que hace que nos interesemos por los demás. Porque a veces no hay nada más apasionante que ver a otra persona siendo lo que es y nada más. Por eso existe el comentario romántico de “Me gusta cuando te enojas”. Es porque entendemos que una persona no es definible por una acción sino por el conjunto de sus acciones, sus sentimientos, sus decisiones y por su manera de ver el mundo. Por eso existe empatía, porque hay conexiones que podemos hacer y otras de las que queremos aprender.


 Porque ese es el verdadero motor de la humanidad, que a veces parece diluirse en la sangre de la guerra y en el sudor de un trabajo que parece nunca llegar a ninguna parte. El afán de saber, la curiosidad por aprender y entender como funciona todo lo que nos rodea. Ese es el verdadero destino de la humanidad y su función. Existimos para aprender y entender. Y eso no tiene porque tener una utilidad porque la utilidad es una creación humana. Las cosas son y ya. Si son por algo y para algo, eso no quiere decir que sea para toda la eternidad. Las cosas varían y se mueven, cambian a diario e incluso cada hora de nuestra existencia. Solamente debemos quitarnos todo el mugre, todo el polvo de nuestra existencia, y mirar a las estrellas. Han estado olvidadas por mucho tiempo.  

sábado, 14 de marzo de 2015

El tiempo

   Todos los hemos pensado alguna vez en la vida: que pasaría si pudiésemos volver al pasado y cambiar algo que hicimos bien por lo que ahora pensamos que deberíamos haber hecho? Y si pudiéramos tener una segunda oportunidad siempre, para enmendar nuestros errores o para hacer las cosas de un modo más favorable para nosotros? El tiempo es algo que nos atrapa y ni nos damos cuenta y nos frustra cuando vemos que es una de esas cosas que no podemos controlas y sobre las que nuestra humanidad es completamente inútil.

 Sé que yo lo he pensado alguna vez. Desde tonterías como tener más tiempo para responder mejor a un insulto o un piropo hasta detenerlo, para poder guardar el momento de una manera más especial, más segura. Después de todo estamos obsesionados con el concepto de “perfección”, un concepto que de hecho es inexistente ya que, por definición, todos los seres humanos somos deficientes en una u otra manera. Incluso aquellos que nacen con cuerpos cien por ciento funcionales o un aspecto físico que responden a los cánones de belleza imperantes, tienen imperfecciones que van más profundo que la superficialidad de la belleza.

 Lo queremos todo bello, bonito, hermoso. Pero eso porque sabemos que el mundo en realidad simplemente no es así. El mundo también es asqueroso, desagradable y enfermizo. La vida es ambas cosas y negar va en directo detrimento de la otra. Cuando deseamos para el tiempo o cambiar lo que hicimos, con frecuencia tiene meta hacer de nuestras vidas algo más ejemplar, algo más nítido y pulido. En otras palabras, algo perfecto. Lo irónico es que si hay algo imperfecto en el mundo, es la vida humana.

 Estamos hechos para equivocarnos. Si no lo hiciésemos, no seríamos humanos sino algo más que no hemos descubierto porque no existe. Y sin embargo, seguimos buscándole ese quiebre al tiempo, una manera de ganarle por lo menos una vez. Esa es la razón por la cual las personas han buscado, durante mucho tiempo borrar las marcas del tiempo de sus cuerpos. Las arrugas, manchas y demás “anomalías” son sistemáticamente borradas, como si se tratase de un libro que hay que ir corrigiendo con el paso de los años.

 Otros viven constantemente con la cabeza metida en el pasado. Están obsesionados con lo que hicieron o dejaron de hacer. A veces incluso están tan decepcionados del presente que preferirían, con seguridad, vivir en un momento pasado en el que el caos fuese menor. Es fácil entender el porqué de la fascinación con el pasado, con lo que ya ocurrió. Se trata, después de todo de un momento en el cual, a pesar de que ciertas cosas ya pasaron, hay otras que no y que podríamos evitar o simplemente solucionar de esa manera. La obsesión del hombre con volver al pasado en obras de ciencia ficción es simplemente porque no aceptamos nuestros errores. Estamos tan adiestrados para ser perfectos, para aspirar a serlo, que cualquier cosa que nos recuerde lo defectuosos que somos nos hiere fuertemente.

 Como hay los unos, los hay de los otros, los que están con la cabeza en el futuro. Esto es sin duda un poco más difícil de comprender ya que no se entiende como alguien puede estar obsesionado, con la mirada fija en acontecimientos que no han tenido lugar. Se trata de aquellas personas que todo lo planean, que tienen una lista y una estructura predeterminada para todo. Son personas que olvidan que la vida biológica de un ser humano no se rige por reglas o por la exactitud. Solo somos y nada más. No somos de una manera determinada ni definida y los que miran el futuro seguido lo olvidan.

 Otra razón es que son personas con mucha fe y esperanza. La mayoría de personas religiosas tienen siempre una parte de su cabeza en el futuro, ya que aspiran siempre a que sus creencias se cumplan. Esperan ver a su dios después de morir o esperan ser salvados de cualquier accidente porque creen que hay alguien que los cuida. Incluso si la vida les demuestra seguido que estamos solo como humanidad, ellos siguen creyendo que en el futuro estarán reunidos con su dios en los cielos o que serán recompensados por sus actos de bondad. Los no religiosos que ven al futuro son simplemente aquellos incansables optimistas, que jamás ven nada de malo en el mundo a pesar de que sin lo malo, lo bueno no existiría.

 El tiempo es calificado sistemáticamente como un enemigo ya que no tenemos herramienta alguna para enfrentarlo. No existe ningún arma o táctica para hacer que se detenga, para hacer que cambie su manera de ser. Porque lo que pasa es que el tiempo solo pasa y sigue, y nada más. Algunos podrían decir que el tiempo es un fragmento de lo que compone nuestro espacio vital, pero otros dirían que el tiempo es solo una línea infinita a la que, como seres mortales, estamos unidos para siempre.

 Para la gran mayoría, el tiempo es un castigo. Que es lo que más impacta en las cortes cuando condenan a alguien? No el lugar de la reclusión o las razones tal cual sino la cantidad de tiempo que es personas estará allí, encerrada. Cual es una de las primeras cosas que preguntamos a alguien nuevo? Su edad. Incluso muchas personas se ofenden si se les hace la pregunta de un momento a otro. Porque ven la edad como algo que los hace cada vez menos perfectos, menos eficientes.

 Es gracioso, si se ponen a pensarlo, ya que el enemigo número uno de la humanidad es el tiempo y, sin embargo, toda nuestra vida la enmarcamos en ese tiempo. Hace mucho nos dimos por vencidos y simplemente dejamos de desafiarlo cada vez que podemos. No encontramos otra forma de manejar nuestras vidas y desde el primer momento de la inteligencia humana sometimos todo lo que sabemos y somos a esa infinita línea del tiempo que nos amarra y simplemente no nos deja ir, ni siquiera cuando ya dejamos de ser parte de este mundo.

 Pero el tiempo no siempre es cruel. Para una mente abierta, liberada de las enajenaciones de la sociedad imperante en el mundo, el tiempo puede ser un aliado implacable. Porque el tiempo pasa pero somos nosotros, después de todo, quienes decidimos que hacemos con él. El tiempo se mueve y no se detiene pero nosotros podemos usarlo para aprender. Porque esa es la razón para la vida humana. Aprender y nada más. No estamos aquí para reproducirnos ni para querernos. Estamos para comprender el mundo y darle algo a cambio. Nuestro intelecto tiene la gran capacidad de usar el tiempo de la mejor manera posible: se trata de crear.

 Es mentira que solo los dioses puedan crear. Cuando se dice eso casi siempre hablan de obras como crear todo un mundo o crear vida de la nada. Pero nosotros podemos hacer las dos cosas. En este momento de nuestra evolución y aunque con los típicos errores de seres imperfectos como nosotros, somos capaces de crear objetos nunca antes vistos, de modificar nuestro mundo para mejorar nuestras posibilidades de supervivencia y de generar vida donde antes no había nada. Personas que no estaban diseñadas para tener hijos, ahora los tienen y es posible que cada vez esto sea más fácil.

 Hay que tomar en cuenta que ya no somos los mismos de antes. Aunque seguimos sometidos bajo el martillo de la guerra, hemos sido capaces, de vez en cuando y en pequeños grupos, de avanzar juntos como una sola especie que somos. Porque al tiempo no le interesan nuestras diferencias. Al tiempo no le importa si eres hombre o mujer, negro o blanco, tu estatura, tu peso, tu preferencia sexual o el color de tus ojos. Eso simplemente no es de interés porque no cambia nada de cómo el tiempo no envuelve y nos afecta.

 Si pudiéramos entender ese simple hecho, podríamos por fin dejar de pelear contra el paso del tiempo y dedicar esos esfuerzos a hacer lo mejor posible con los segundos, minutos, horas y días que tenemos de vida. Porque, a pesar de todo, seguimos siendo tan mortales como lo fuimos en los primeros días de nuestra existencia. Seguimos muriendo, uno a uno, y eso no va a cambiar jamás, sin importar los muchos avances que tenga la ciencia. La muerte, ligada al tiempo es una realidad que tenemos que aceptar.


 Y así como el tiempo, la muerte no debería ser un enemigo nuestro ni tampoco deberíamos tenerle miedo. Porque tenerle miedo a algo que nos hace quienes somos? Porque tener miedo al momento clave de nuestras vidas, aquel en el que entregamos el manto de nuestra existencia. Podemos hacer de ese momento el punto culminante de una vida de la cual estar orgullosos, con errores, deficiencias y sentimientos puros y reales. Porque ni el tiempo ni la muerte son nuestros enemigos sino nuestros aliados más incondicionales.