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martes, 19 de mayo de 2015

El portal

   Allí, frente a Zenia, estaba el primer portal, el primero en su tipo en conectar dos dimensiones diferentes. No era como en las películas, un agujero que lo chupa todo. No era un agujero negro ni nada por el estilo. Era solo un disco flotante de color profundamente negro. De él no salía nada y todavía no había entrado nada. Con su asistente Nerón, pudieron encontrar la manera de cerrarlo a voluntad y desde ese día, desde la creación, lo abrieron y cerraron miles de veces. Hicieron pruebas de todo tipo, más que todo con aparatos, para medir todo los aspectos del portal.

 Conscientes de todos aquellos trabajos de ciencia ficción, solo dejaban el portal abierto una hora al día pero era suficiente para estudiar los datos por horas y horas, incluso días. Así que en total, el disco solo existía por algunos momentos, antes de desaparecer por completo de nuevo, entre los potentes cables y el mundo físico que todos vemos. La maquinaria para crearlo era compleja pero Zenia tenía el apoyo de un mecenas que soñaba con todas estas cosas, con el espacio y otras dimensiones, otros planos de existencia. Cuando ella fue a plantearle su proyecto, a la vez que lo hicieron muchos otros científicos ávidos de dinero e instalaciones apropiadas para hacer lo suyo, él quedó fascinado.

 Y ella a su vez quedó fascinada con los laboratorios y equipos que él tenía. Y lo que no tenía lo mandaba a comprar como si se tratase de dulces o alguna cosa trivial. El señor Reed, como le gustaba que lo llamaran, no tenía ningún problema en comprar o vender, siempre y cuando se vieran resultados. Zenia, después de varios estudios de estabilidad y estructura, lo invitó a ver el portal que ella había creado. Le había dicho que ya casi podían definir su estructura y replicar a la perfección el proceso en otros lugares, de ser necesario. Pero la verdad es que nunca supo si Reed la escuchó: él estaba fascinado con el portal, casi al punto de querer tocarlo.

 Fue Nerón que cerró el portal antes de que Reed se acercara más y Zenia, en silencio, lo agradeció. Un accidente o “prueba” inesperada podría haber sido desastrosa. Antes de irse Reed le preguntó sobre cuando haría pruebas para cruzar el portal. Ella le respondió que primero debían terminar todas las pruebas de estabilidad. Sabían que no iba a explotar ni nada parecido pero todavía no podían estar seguros de cuan a salvo estaría algo o alguien si cruzara de frente el disco interdimensional. No le resultó nada extraño que al día siguiente, su cuenta bancaria estuviese más llena. Saltaba a la vista la fascinación de Reed.

 Era algo en lo que Zenia jamás había pensado, pero al pasar los meses y con la seguridad que había adquirido, se encontró preguntándose de donde venía la fascinación con todo el proceso. Según él, era porque desde pequeño le encantaba todo lo relacionado con la ciencia ficción y con el espacio y demás. Por eso, argumentaba él, cualquier investigación científica que pudiese convertir lo que hasta ahora era ficción en realidad, valía la pena. Pero para Zenia esa respuesta ya no era lo suficientemente buena. Los otros científicos que habían presentado proyectos ante Reed, también tenían ideas fantásticas acerca de las astronomía y muchos de los avances que podían haber hecho en el laboratorio hubiera sido definitivos para la Humanidad.

 Y sin embargo, la había elegido a ella. Zenia incluso pensó que era porque Reed había creído que ella le había estado coqueteando. La verdad era que había sido bastante amable y cercana el día de la entrevista, incluso diciendo la antigua pero efectiva frase: “Me encanta tu corbata”. Pero con el pasar del tiempo Reed no parecía tan interesado en ella como lo podría haber estado. Para Zenia, aunque no lo pensaba seguido, eso era una lástima porque Reed no era un hombre feo. Era algo mayor que ella pero era guapo y seguía siendo tan interesante como seguramente lo había sido cuando joven.

 El caso era que la científica no tenía la respuesta a porque le financiaban su investigación. Pasó un buen tiempo y Zenia estuvo lista para las pruebas reales. Iban a comenzar con objetos  luego pasarían a los seres vivos, si las primeras pruebas eran consistentes. Era algo muy arriesgado porque no podían lanzar cosas y esperar a que salieran de vuelta o algo por el estilo. Si lanzaban las cosas con mucha fuerza, podrían salir volando del otro lado o incluso podrían ser destruidas en el interior del portal o adonde fuese que llevara el disco negro.

 Lo que hicieron fue revisar con cuidado con todo los datos y encontrar una solución convincente. Gracias a Nerón, Zenia se dio cuenta que el disco si absorbía luz y lo que estuviera cerca pero demasiado cerca. Su rango de absorción era tan solo de cinco centímetros. Pero era lo suficiente como para empujar con suavidad algo en su interior. Con la ayuda de más persona, un chico y una chica proporcionados por Reed, se hizo la primera prueba con un objeto. Era un simple cubo de madera. La idea era que fuese un objeto “entero”, sin partes por donde se pudiese desgarrar con facilidad.

 Nerón vistió un traje parecido al de los astronautas y fue él quien se acercó lo suficiente para que el cubo de madera fuese absorbido. Casi corrió al otro lado de la habitación cuando el portal haló de sus manos al cubo y lo hizo desaparecer en su oscuro interior. Adentro del cubo, sin embargo, había un localizador y varios otros pequeños aparatos que solo sirvieron por un minuto antes de dejar de comunicar. El cubo no volvió en toda la hora que estuvieron esperando y la verdad era que no estaban esperando que lo hiciese, hubiese sido muy extraño si eso pasara.

 La siguiente prueba se hizo con un objeto más grande: una pelota que también tenía varios aparatos en su interior. La diferencia estaba vez era que la pelota estaba amarrada a una cuerda extra fuerte y la idea era dejarla penetrar el disco por solo un minuto y luego halar la cuerda para traer la pelota de vuelta. Fue Nerón de nuevo quién acercó la pelota al portal y la vio desaparecer con rapidez en la negrura. La cuerda rápidamente fue chupada también y pronto estuvo tensionada, creando una imagen algo extraña: una cuera halada hacia un disco negro plano, pero sin salir por el otro lado. La cuerda no temblaba ni nada, solo estaba tensionada.

 Mantuvieron todo así por un minuto entero hasta que Nerón tuvo que activar un máquina para halar la cuerda. No lo hacía él porque previsiblemente la fuerza necesaria era mucha más que la que él poseía pero resultó que la cuerda se dejó halar con suavidad y la pelota volvió a ellos. Otro de los aparatos que tenía instalados era una cámara pequeña, de resolución moderada. Entre todos la revisaron completa pero no había registrado nada interesante, solo negrura pero no como si la pantalla estuviese apagada sino como si se grabase en una habitación oscura. Al final del video, Zenia juró haber visto algo pero no sabía que.

 Con estos resultados, la científica llegó adonde Reed que exigió estar en la próxima prueba. Él había visto la grabación de la pelota pero no había dicho nada al respecto. Se había quedado sin palabras, como siempre, pero esta vez su rostro era más sombrío, como si algo en todo lo que pasaba no le encajara mucho. El día de la siguiente prueba, con un ser vivo, Reed llegó temprano y se sentó en una silla alejada mientras los demás ultimaban detalles. La criatura elegida era un conejo. Habían tratado de elegir uno feo para no sentirse tan mal pero eso fue imposible. El pequeño tenía también un collar con cámara y otros dispositivos.

 Para Nerón fue más difícil esta vez, porque el conejo se movía y había que acercarse más que nunca. Como la pelota, el collar del conejo iba amarrado a una cuerda resistente. Cuando estuvo a punto, Nerón pegó un grito desgarrador y todos pudieron fijarse que el portal casi lolo arrastra pero solo se llevó al conejo, que volvió intacto aunque temblando como loco apenas un minuto después. Con el señor Reed en la habitación, revisaron al conejo y el vídeo que traía desde el otro lado. Esta vez el movimiento que había detectado Zenia era más notable. Uno de los nuevos usó un programa de edición y les mostró el vídeo con cambios de contraste y demás.

 No era tanto lo que se pudiese ver en la mayoría del minuto. Pero al final se vio una luz y un movimiento que parecía biológico. Todos estaban absortos. Esa noche Zenia no pudo dormir de la emoción. La próxima prueba sería con un chimpancé y eso era para probar la posibilidad de mandar un humano. Ni siquiera había terminado de pensar en esto cuando su celular vibró y le advirtió de una violación de seguridad en el laboratorio. Como dormía allí mismo, llegó en pijama corriendo y vio horrorizada lo que ocurría. Eran los contratados por Reed. Habían encendido el portal. Pero eso no era lo horrible. Era Reed. Estaba vestido con el traje que había usado Nerón y se acercaba al portal.

 Zenia le pegó un puño al chico y tomó el micrófono que usaban para hablar con Nerón desde la cabina de mando. Reed la miró pero no respondió nada. Ella gritaba como loca pero él no le hacía caso. Zenia se lanzó a cortar la alimentación del portal pero el hombre que había golpeado le cogió los brazos y no los soltaba. Con horror, la científica vio como Reed se acercaba al portal y, antes de estar ya demasiado cerca gritó al micrófono:

-       Los veré de nuevo... Tengo que verlos otra vez!


Y entonces, desapareció. También llevaba la cuerda amarrada al traje pero esta vez solo quedó tensa un segundo. La chica activo la máquina para recoger la cuerda pero no había nada al final. Habían cortado la cuerda en el interior y ahora Reed estaba allí. De alguna manera, sus equipos sirvieron más de lo normal. Y entonces Zenia vio lo que él quería volver a ver y lo único que pudo hacer, fue gritar.

sábado, 31 de enero de 2015

No más

   Parecía que toda la lluvia del mundo, toda el agua en existencia, estaba cayendo sobre la ciudad. Estaba claro que el huracán solo ganaba fuerzas y para cuando tocará tierra sería un desastre de proporciones inimaginables. Era difícil conducir así pero de todas manera Marcela tenía que hacerlo. No tenía más opción sino ir hasta el laboratorio y cerciorarse de que todo estuviera en orden.

 Verán, Marcela era la médico en jefe de un laboratorio de fertilización. Básicamente trataban de ayudar a las mujeres que tuvieran problemas concibiendo un hijo. Para la doctora este era un trabajo realmente gratificante, ya que podía ver el agradecimiento en las caras de sus pacientes al ser notificados del milagroso embarazo. Aunque no era un milagro precisamente, sino un trabajo arduo y delicado que requería de la más alta atención.

 Pero Marcela sabía que no todo el mundo se tomaba el trabajo de la misma manera y por eso estaba en camino a ver que todo estuviera bien. Raquel, su asistente, llevaba apenas dos meses en el trabajo y la doctora todavía no sabía cuanto podía confiar en ella, sobre todo en relación al cuidado de cada tratamiento que guardaban en frío. Raquel estaba encargada de que todo estuviera propiamente ordenado pero en esos pocos días de trabajo había probado ser una mujer distraída.

 Mientras Marcela estacionaba su auto en el parqueadero techado del edificio de oficinas donde estaba el laboratorio, se acordaba de Irene. Era una mujer de edad y había sido su asistente desde hacía años. Pero un buen día y sin aviso, dijo que renunciaba ya que se sentía demasiado vieja para seguir trabajando. Marcela le había rogado que se quedara pero Irene simplemente no cedió. Se fue, apenas despidiéndose. Esto para Marcela fue un golpe porque Irene no era solamente una asistente sino una amiga. Nunca la vio más.

 En el ascensor, la doctora alistó su tarjeta de seguridad, que tenía su foto y una banda magnética especial para abrir puertas restringidas. Ella tenía una  y Raquel debía haber guardado la otra en su escritorio. Nadie más podía entrar. Cuando se abrió el ascensor, frente a un gran ventanal, Marcela pensó que el clima parecía haber empeorado en apenas un par de minutos. Todo era de un gris oscuro enfermizo y las gotas de lluvia parecían del tamaño de balas.

 Se encaminó entonces al laboratorio pero se detuvo antes. Su oficina estaba abierta. Marcela bajó el brazo en el que tenía su tarjeta de seguridad y caminó lentamente hacia su oficina. No había nadie pero la puerta estaba completamente abierta, algo que ella jamás hacía. De hecho, siempre le ponía el seguro a la puerta antes de salir. En uno de los cajones guardaba algo de dinero y regalos de algunos pacientes. Sacó un par de llaves y abrió con ellas los cajones. Todo estaba en orden.

 Estuvo a punto de irse cuando se dio cuenta de que habían movido su archivero. Era grande y metálico pero cuando se halaba para abrirlo se movía un poco. Alguien había entrada en su oficina, Marcela ahora estaba segura de ello. Pero quien? No podía ser alguien del trabajo ya que casi todos sabían del dinero y los regalos. Y, revisando rápidamente el archivero, no había ningún expediente perdido ni fuera de lugar. Algo raro estaba pasando.

Marcela se decidió entonces a ir al laboratorio. Tal vez Raquel había venido también, dándose cuenta de que no había asegurado bien los tanques de enfriamiento o algo pro el estilo. Eso debía ser. Pasó entonces la tarjeta de seguridad para abrir la puerta pero esta no abrió. Intentó de nuevo y esta vez sí sirvió pero algo ocurrió que ella no esperaba: la puerta se abrió rápidamente y del otro lado salió alguien quien la golpeó en la nariz. Marcela cayó al suelo, sangrando.

 La persona que había salido entonces se le acerco hábilmente y le puso algo en la nariz. Marcela sabía que era pero no tuvo tiempo de pensar en mucho más pues se desmayó casi al instante. Tuvo un sueño extraño, sin imágenes, casi como si estuviera encerrada. Cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que ya no estaba en el laboratorio y que estaba amarrada, de pies y manos. No tenía la boca tapada pero tampoco sentía muchos ánimos para hablar. Afuera llovía, el viento rugía.

 De pronto entro al cuarto donde estaba una mujer y Marcela se dio cuenta que era Raquel. Por un momento se sintió aliviada pero rápidamente cayó en cuenta que eso no podía ser bueno. Había sido secuestrada y Raquel no podía estar allí por pura coincidencia. La mujer se le acercó, sin expresión alguna en su rostro, y la ayudó a sentarse.

-       Como se siente?

 Marcela no pudo hablar entonces solo asintió. Raquel pareció comprender y se alejó de ella. Al otro lado del cuarto parecía haber una camilla de hospital. La asistente se sentó en un banquito al lado de la camilla y empezó a revisar algunos papeles. Marcela los reconoció como archivos de la clínica. Raquel seguramente los había sacado de su oficina.

-       Que…

 Pero Marcela no podía decir más. Sentía como si una mano invisible le estuviera apretando el cuello cuando intentaba hablar. Pero Raquel la había oído y se le acercó de nuevo. Le puso los papeles en el regazo a la doctora y se cruzó de brazos, como esperando. Marcela revisó los papeles pero no entendió nada.

 Se trataba de una pareja que había venido hacía algunos meses. Iban por su segundo intento y Marcela estaba muy optimista respecto a sus posibilidades. Pero además de los datos de siempre, no había nada especial en ese caso. Releyó los nombres de la pareja pero no los conocía de otra parte. Miró a Raquel, con cara de no entender que pasaba.

-       Ella me envió.

 Marcela frunció el ceño. Eso no tenía sentido. Intento hablar de nuevo pero el dolor volvió y cerro la boca sin haber dicho nada.

-       La inyectó con un suero que impide el uso de las cuerdas vocales. – dijo Raquel. – Pasa su efecto en un día.

 La doctora tomó los papeles y los sacudió. No entendía y estaba frustrada por no poder hablar. Entonces Raquel fue hasta el banquito, lo arrastró hasta la cama donde estaba Marcela y se sentó. La miró con ojos tristes y empezó a hablar.

 Resultaba que esa mujer, una tal Florencia, era amiga de Raquel. Su esposo era peor que borracho o algo por el estilo. Ese hombre la había violado varias veces y ella no lo denunció nunca. No fue sino hasta que tuvo un problema serio de salud, que Florencia habló con Raquel. El hombre la había golpeado porque ella no había sido capaz de darle un hijo. Así que la iba a obligar a tener uno.

 Dejar pasar algunos meses para que las heridas sanaran y luego llegaron al consultorio de la doctora Marcela. Cuando Raquel se enteró, le dijo a Florencia que ese hombre estaba enfermo si pensaba forzarla a tener un hijo. Así que Raquel inventó un plan: amenazó varias veces de muerte a Inés para que dejara de trabajar, la reemplazó como asistente de la doctora y ahora estaba dentro del hospital.

 Marcela estaba anonadada. Como era posible que no se hubiera dado cuenta de que algo así estaba pasando? Había sido muy negligente al no ver algo  de ese calibre pero entonces dudó. Sería verdad?

 Raquel dijo que ella había alterado los óvulos para que no sirvieran en el primer proceso pero que eso no había sido suficiente. Su plan era distinto. Y ahí entraba Marcela. La doctora dio un respingo al ver que Raquel la miraba con ojos desorbitados y un aparente desespero por ayuda.

 Como asistente, Raquel sabía que los hombres también eran revisados. Y sabía que la doctora era experta en urología así como en obstetricia. Así que necesitaba de ella un favor.

 De repente alguien más entro en la habitación. Era un mujer delgada y temblorosa. Debía ser Florencia. Halaba otra camilla y en esa estaba recostado un hombre. Era grande por donde se le viera y con cara de animal. Sin duda era el marido.

-       Es simple la verdad.

 Marcela dio un respingo al escuchar la voz de Raquel.

-       Podríamos matarlo pero sería muy fácil. Queremos que hagas algo más.


 La doctora no entendía nada pero entendió, al verse allí sin voz, que esas mujeres eran capaces de mucho y que ella no tendría opción alguna: tendría que hacer lo que le ordenaran.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Superior

En 2157, terminó la represión contra quienes habían nacido en laboratorios. Los niños producidos en esos lugares era los preferidos por todos los padres de familia, ya que con la ayuda de la ciencia podían ser seres sin ninguna enfermedad ni defecto físico alguno e incluso algunas deficiencias mentales podían ser solucionadas con un simple programa para predecir cualquier anomalía.

Pero eso había terminado cuando muchos de esos niños, ya adultos, habían probado ser algo más que humanos. La manipulación genética los había convertido en hombres y mujeres excepcionales, capaces de cosas que ningún ser humano podía hacer, hasta ese momento.

Habían sido ideales para el viaje espacial, que había avanzado sorprendentemente en los últimos años, ya que podían resistir por más tiempo las duras condiciones a las que debían estar sometidos los astronautas. Ellos aguantaban más, eran más hábiles con sus manos, más rápidos y, sin duda, más inteligentes.

De hecho, esa fue la razón para su casi extinción. Surgieron rápidamente grupos extremistas que buscaban destruir todos los laboratorios y a todos quienes habían sido creados allí. Incluso fueron asesinados muchos de los padres que habían solicitado el servicio, que solo buscaban hijas e hijas y resultaron, sin saberlo, creando criaturas que se podrían salir fácilmente de sus manos.

En 2150, tras la celebración de los cuarenta años del programa de diseño genético, fue cuando todo explotó. Asesinatos, atentados terroristas, secuestros,... crímenes horribles una y otra vez. Todavía había guerras en el mundo, por supuesto, pero todas pararon por unos días dada la barbarie de aquellos que estaban en contra de la ciencia. Y entonces las guerras se rediseñaron y todas contemplaban, de una manera u otra, la extinción de aquellos seres fabricados.

Siete años después, se daba por terminada la búsqueda de los seres superiores. Los gobiernos habían convenido que aún si todavía existían seres especiales vivos, los dejarían para que murieran en paz si no se metían con la humanidad.

Por supuesto, esta humanidad de un alto en muchos aspectos. Las colonias en otros planetas dejaron de existir. Solo en la Luna seguían viviendo terrestres. El viaje espacial solo se usaba para lo útil, como la minería, y ya no para buscar respuestas a preguntas que la mayoría no hacían.

Uno de los seres especiales que quedaban era Croma. Ese nombre venía de "cromosoma", estructura esencial en el manejo del ADN. Sus padres habían acudido a los mejores médicos genetistas ya que querían que su primer hijo fuera un ejemplo de todo lo que consideraban ideal. Ellos eran gente de mucho dinero, que podía costear el proceso y que no temían a lo que la gente dijera. Sobra decir que la pareja podía tener hijos de manera natural pero no lo deseaban así, al menos no para el primero, ya que él sería quien tendría todo el control en un futuro y lo querían perfecto.

Esa palabra sonaba varias veces en los corredores de laboratorios todos los días. Era lo que querían los padres: "perfección". Claro que esta perfección, era diferente para cada persona, incluso el concepto difería entre una misma pareja de esposos. Pero los científicos les daban tiempo y consejo y, al final, siempre llegaban a acuerdos.

Croma tenía los ojos de color azul eléctrico, para infundir temor. Había sido diseñado para tener un cuerpo ideal, de 1,85 de estatura, masa corporal ideal, músculos desarrollados e incluso un órgano sexual atractivo en tamaño y aspecto para cuando tuviera que procrear, si se decidía por el modo biológico cuando fuera mayor.
En cuanto a su mente, sería hábil con los números y todo tipo de organización. Sería pulcro, serio, elegante, encantador y severo.

Y así nació Croma. Pero los resultados siempre diferían ligeramente del diseño original. Siempre había exactamente una cosa que fallaba. En el caso de Croma fue su esperma. Era estéril desde que nació y no había nada que pudiese solucionarlo. Sus padres nunca lo supieron. Murieron en un atentado terrorista del grupo Amigos de la Naturaleza. Secuestraron un avión donde solo viajaban millonarios y lo hicieron estrellar contra el mar, con todo el mundo viendo. Era su manera de imponer su visión del mundo y ciertamente caló hondo en la gente común y corriente.

Desde ese momento, Croma quiso vengarse pero no hubo tiempo para ello ya que la guerra contra los seres especiales estalló y tuvo que escapar.

Algunos de ellos lucharon en grupos o se ayudaron para escapar de la muerte pero otros eligieron encontrar su propio camino. Croma fue de los últimos. Con su inteligencia, vivió la guerra aislado y disfrazado en un desierto remoto. La gente del poblado más cercano lo llamaba "El espíritu de la montaña" ya que no estaban seguros de si era real o no. Él construyó una casita allí y vivió alejado hasta que la amnistía llegó. Ese día Croma tenía casi treinta años de edad y sabía cual era el siguiente paso.

Se infiltró en el programa de minería en la Luna y trató, con mucho éxito, de ser un humano igual que los demás, promedio. Era bueno pero no demasiado. Ocultaba sus ojos con lentes y su belleza la atribuía a su madre, de la que no hablaba más sino eso. Y nadie preguntaba ni decía nada. Muchos sospecharon, eso está claro. Pero nadie lo detuvo nunca ni lo expulsaron del programa.

En 2160 llevaba tres años trabajando en las minas de titanio de la Luna cuando escuchó rumores en la base en la que trabajaba: algunos mineros decían que en la Tierra, había estallado una revolución. El chisme no era más que eso, pero era intrigante. La comunicación con el planeta no era permanente por razones de seguridad y presupuesto pero siempre había televisión el primer día del mes. Pero nada fue anunciado. Hablaban de escasez de agua en un país y de maíz en otro, pero nada más.

Siguieron trabajando como siempre, en las minas y con trajes especiales incomodos. Croma a veces pensaba en el futuro que sus padres habían diseñado para él y sonría sin que nadie lo viera. Su presente no podía ser más distinto de aquello y la verdad era que no le molestaba. De adolescente, había tenido problemas aceptando quien era pero ya no había más remedio sino existir.

Pasados cuatro meses, todos en la base se reunían para ver las noticias del mes. Nadie esperaba nada y nada fue lo que recibieron. Notas tontas de celebraciones por la Navidad y poco más. Pero a la mitad del reportaje en vivo desde la Tierra, la emisión fue suspendida y la señal claramente intervenida. En la gran pantalla en la que veían las noticias, estaba la cara de una joven guapa, como modelo de revista. Tenía el pelo sucio y desordenado y se veía detrás de ella un cohete.

Era la Resistencia Superior, o así se hacían llamar. Anunciaban la toma de instalaciones militares estratégicas en América del Sur y con ellas, de un cohete y un modulo espacial con capacidad para llegar a la Luna, donde planeaban establecer una colonia exclusiva para seres superiores. Invitaron entonces a todos los que habían escapado de la masacre a estar a la expectativa, ya que demandarían una nación para ellos en el satélite terrestre.

La comunicación se cortó y volvió a aparecer la imagen del presentador de siempre, muy confundido, pero retomando la aburrida información de antes.

Cuando terminó la sesión, todos fueron a trabajar pero sabían lo que venía hacia ellos. Dudaban que los terrestres hicieran algo en contra de los superiores, si estos en verdad querían solo estar alejados y en paz. Pero nunca se sabía.

Croma pensó en ello todo el tiempo en la mina. Se quedaría con la vida que había hecho para si mismo o iría con gente como él donde podría ser, tal vez, quien siempre debió haber sido?