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viernes, 29 de mayo de 2015

De la vida y sus curvas

   Muchas veces no hay nada que nos consuele. Nos sentimos perdidos, desubicados en este vida, y no entendemos de donde venimos o adonde vamos. Y a todos nos pasa pero lo peor de todo es que cuando nos pasa nos sentimos solos, únicos en nuestro dolor, nuestro sufrimiento. Hay días en los que sentimos poco y otros en los que sentimos demasiado, todo nos afecta y todo tiene una repercusión enorme en nuestra mente e incluso en nuestro cuerpo. Y eso cansa, se siente el peso de todos esos sentimientos apretando contra el cerebro y el corazón, con fuerza, como si un ser humano no estuviese hecho para sentir tanto.

 Las personas que viven felices o aparentan estar contentas todo el tiempo, aquellas que parece no tener problemas o siempre tienen una solución para todo, no son las mejores personas en las cuales confiar cuando todo se vuelve tan confuso y caótico. Esas personas tal vez sean optimistas pero un rasgo del optimista es que resulta ser un ciego más en muchas ocasiones, ignorando incluso su propio dolor. Y cuando uno mismo se ignora una cierta cantidad de veces, se va transformando y ya no es un ser humano sino el caparazón de lo que fue una persona.

 Es bueno ser positivo pero también es bueno ver la vida como es, sea lo que sea. Negarse a que el mundo es un rango de tonos de gris y no blanco y negro, es convertir todo en una decisión trascendental cuando esa decisión no existe, no hay que ponerse de un lado o de otro cuando algo ocurre sino que hay que pensarlo como es, sea algo que nosotros provocamos, u otros o incluso algo que se sale de nuestras manos porque va mucho más allá de lo que nosotros somos.

 El caso es que somos algunos, quien sabe si minoría o mayoría, que hay días que no podemos soportar las cosas como son. El mundo se vuelve una tormenta de ruido que es imposible apagar. Todo parece venir por ti, querer atraerte a un hueco del que nunca vas a salir. Suena tétrico pero así son las cosas, así se siente esos días cuando el mundo pierde todos sus colores y no hay absolutamente nada que pueda mejorar el panorama. Cuando esto ocurre, lo más difícil es que le ocurre a una persona sola y, aunque puede pedir ayuda, no entenderá nunca el punto de todo si se sostiene en alguien más.

 A veces, el cuerpo y la mente son puestos a prueba y hay que resistir solos, ver de que estamos hechos. Algo que es cierto para todos es que la vida no se supone que sea fácil. Hay personas que se quejan de que todo sea tan difícil, sea en las relaciones con otros, en el trabajo, físicamente o en general, por lo que sea. Pero esa es la prueba de la vida; es una gran carrera de obstáculos que dura lo que tenga que durar. No tenemos control de nada y debemos llevarla a cabo lo mejor que podamos. Cada persona elije como jugar y no hay reglas claras para llegar a la meta, que no es la misma para todos. Es un juego, por cruel que suene, uno donde todo cambia según lo que hagamos pero que siempre termina igual.

 Pero a pesar de esta visión, de esta cruda realidad, todos sabemos que la vida también tiene esos pequeños rayos de luz, esas cosas que nos reconfortan y nos ayudan a seguir. No se trata de mentirnos con cosas que no tienen nada que ver sino de apreciar las cosas que, dependiendo de la persona, puedan ayudar a empujar una vida hacia delante.

 A veces ese impulso depende de una persona que no somos nosotros. A veces es una sonrisa de esa persona, un abrazo o un beso el aceite de motor que necesitamos para seguir adelante sin tener que mirar atrás o tomar decisiones que podrían ser más trascendentales o peligrosas. No es malo apoyarse en alguien más mientras que no sea una relación dependiente, es algo que hay que diferenciar. Si estamos con alguien por cualquier razón que no sea porque nos hacen sentir bien, por la razón que sea, entonces deberíamos terminarlo de inmediato. La vida es corta y no debería uno pasársela mintiendo e hiriendo por ignorancia.

 Pero sí, un abrazo puede ser reconstructor, puede sentirse en lo más profundo y ayudar a reparar una zona devastada como puede ser nuestro interior, nuestra conciencia más profunda. Y mejora cuando se da sin palabras y sin pedirlo. No hay nada más doloroso que mendigar algo de cariño y por eso lo mejor es que se de espontáneamente, sin tener que verbalizarlo. Algunas personas que eso puede ser tierno o romántico pero de hecho no lo es. Pedir un beso o un abrazo denota una falta de comunicación que no se repara fácilmente.

 Lo físico puede ser reconfortante pero hay que tener cuidado porque lo físico muchas veces sucede en un momento del tiempo y no permanece. A veces un abrazo de un desconocido ayuda pero ese desconocido desaparecerá y entonces que haremos si fue ese abrazo y ningún otro el que me hizo sentir mejor? O que tal que esos besos, abrazos, incluso encuentros sexuales, solo puedan ser en ciertos momentos, lugares y ocasiones? Entonces ya no es ninguna ayuda de ningún tipo sino otro problema que puede estar acosando nuestra mente también, como todo el resto.

 Ya que estamos, el sexo es algo efímero, algo de un momento que jamás se vuelve a repetir, ni siquiera con la misma persona, ni siquiera conociéndose hace años. Siempre será diferente y por eso el sexo no es la mejor manera de sentirse mejor con nada. Y si a eso le sumamos lo que puede irnos sumando a la mente, como el desempeño, nuestra autoestima, nuestra entrega, entonces podríamos estar empeorando el problema y no ayudándonos de ninguna manera.

 En esos días en lo que todo parece negro, a veces lo mejor es respirar profundo y tan solo vivir como todos los días, tratando de estar lo más relajado posible todo el tiempo y buscando refugio en aquellas cosas que hacen nuestra vida algo mejor. Todos tenemos gustos particulares y son esa pequeñas cosas, que puede ser artificiales e incluso superficiales, las que muchas veces pueden ayudarnos a ver las cosas como son y no peor de lo que son.

 También tenemos que darnos cuenta que solo somos una persona en el mundo y el dicho que dice que una persona puede hacer la diferencia no es cierto en el sentido que una sola persona necesita de otros para ejercer un cambio para todos, para el colectivo de los seres humanos. Esto no es así si lo que queremos es hacer un cambio en nuestro interior, si lo que queremos es trabajar en nosotros mismos. De entrada es una tarea difícil porque el ser humano no es tan moldeable en sus bases, como si lo es en ña﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ser humano no es tan moldeable en sus bases, como si lo es en astro interior, si lo que queremos es trabajar en nosotráreas que se van creando por el aprendizaje o el crecimiento personal. Todo eso depende de cada uno y puede o no funcionar pero vale la pena intentarlo.

 Es complicado porque la vida es complicada. Puede no parecer algo divertido, algo en lo que nos guste pensar, pero así son las cosas: nuestra vida real, la que tenemos todos los días y la que no se basa en nuestras relaciones con otros ni en lo que hacemos para vivir, mejor dicho, la que vivimos nosotros solos, es muy compleja. Es más compleja que la que podamos tener con cualquier persona porque no estamos en sus mentes sino que estamos en la nuestra, de nacimiento a la muerte y no hay manera de hacer un cambio porque no nos gusta o porque queremos intentar algo nuevo. Tenemos que vivir la vida como nosotros mismos y eso es difícil, seamos quienes seamos. Es una larga carretera, a veces a plena luz, otras veces en penumbra, con muchas curvas y cambios pero con un inicio y un final.

 De pronto algunos crean que eso puede sonar demasiado dramático y exagerado pero es innegable que la vida es una que vivimos solos. Por mucho que amemos a alguien, sea quien sea, no moriremos con esa persona, no en el mismo segundo ni en las mismas circunstancias, no tendremos el mismo último pensamiento ni habremos vivido nuestras vidas queriéndonos igual o pensando lo mismo a cada rato. Eso pasa en las parejas, en las familias y con los amigos. Que haya sentimientos no nos hace más cercanos en nuestra experiencia de vida que es cada uno por su lado, cada uno haciendo algo con la vida, lo que sienta que es lo que debe de hacer. En ese sentido estamos solos.

 Y la mayoría no estamos muy contentos con eso. Porque vivir cada uno por nuestro lado puede ser bastante doloroso. Pero ahí están esas pequeñas ayudas, esos abrazos fuertes llenos de energía, esos besos de mil formas, esa sonrisas, esos inventos increíbles y esas realidades que pueden asustar pero también nos dan la esperanza real, no esa que se inventaron los noticieros sino la de verdad, que nos llena sin que la entendamos por completo.


 El truco es simplemente respirar, oxigenar el cerebro y seguir adelante, paso a paso por el tiempo que sea necesario. Y recordar que las decisiones que tomemos no son malas ni buenas, correctas o erróneas, son solo decisiones que afectan nuestra vida pero a ella le dan lo mismo. Son las personas las que juzgan, no la vida como tal.

miércoles, 21 de enero de 2015

Quiero volver a soñar

   De pronto el piso dejó de existir y caí. No caí rápidamente, atraído por la gravedad. Caí lentamente, como si algo estuviera sosteniéndome mientras bajaba eternamente hacia algún punto allí abajo, entre la negrura del universo. Alrededor mío, solo había estrellas, enormes y pequeñas, cercanas y lejanas. Era fascinante tener la sensación de poder tocarlas con las manos pero, al hacerlo, pude darme cuenta que no eran calientes. Estaban frías, como el espacio alrededor mío.

 Mientras caía, pude ver formas y siluetas que se formaban allá lejos, adonde mi vista, que siempre había sido mala, no podía llegar. Entrecerré los ojos, tratando de ver pero no pude definir ninguna de las criaturas que parecían bailar allí. Supe que era hermoso, supe que era la existencia misma la que hacía que esos objetos o seres fluyeran como lo hacían. Pero mis ojos no veían nada. Era mi mente, era algo más allá de mi ser que me decía lo que pasaba alrededor mío.

 Mis pies descalzos tocaron entonces el fondo. Ni me había dando cuenta que ya había llegado y que la negrura había desaparecido, aparentemente de golpe. El piso era pasto, césped de un verde que parecía improbable pero que allí abundaba. Se sentía genial poder pisar la hierba, sentir el mundo bajo mis pies. Me detuve al ver que más allá, en las siguiente colina, había una casita. Se parecía a aquellas que los niños dibujan cuando va a la escuela.

 Mientras caminaba hacia ella, veía todos sus detalles: ventanas cuadradas e marco rojo, una puerta principal algo torcida de azul eléctrico, una chimenea de ladrillo ladeada en el techo y flores por todo el contorno de la construcción.  Era de color amarillo y parecía ser la única del lugar. Cuando llegué al frente de la casa, vi que no había nada más en el entorno más que el brillante pasto y el cielo que todavía estaba pintada de negro, aunque era de día.
Sin dudarlo, empujé la puerta. No tenía pomo y, de todas maneras, estaba seguro de que no era necesario. Quien iba necesitar de seguridad en un desolado paraje como este?

 La casa era perfecta por dentro. Todo parecía estar esperando uso, como si hubiera sido recién comprado por alguien para mí. O bueno, tal vez no para mi pero sí para alguien a quien quisiera mucho. Me senté en un bello sofá de flores de la sala y me di cuenta de que yo era el creador del lugar, al menos del exterior. Quien habría sido la persona que había comprado todo esto, hecho que este casa fuera un hogar propiamente dicho?

 Entonces, el sonido de la tetera inundó el lugar. Me levanté y caminé a la cocina y vi que alguien ya había preparado una taza con una bolsita de té negro y algo de azúcar blanco. Esa es mi bebida favorita, así que supo que todo esto era para mi. Serví el agua caliente en la taza y estuve ahí, pensando en todo, por lo que se sintieron como horas o más. Me di cuenta que ya había terminado mi bebida y entonces subí al piso superior. Ya vería las demás habitaciones de la planta baja después.

 Desde la escalera del descanso pude ver, a través de una de las ventanas cuadradas, que se había vuelto de noche otra vez. Pero no solo eso. Ahora las colinas habían desaparecido, siendo reemplazadas por un paisaje propio de la luna o algún otro cuerpo celestial. No sabía donde estaba pero, extrañamente, no me sentí conmocionado o asustado. De seguro, había una razón.

 Había solo tres puertas en el segundo piso y reí como tonto al ver lo que había detrás de la primera que abrí. Era el baño. Era bastante pequeño pero confortable, todo de madera, incluso el lavamanos. Había pequeñas botellas alrededor de este último y, en la ducha, había otra ventana cuadrada. Entonces tuve el impulso o, mejor dicho, la idea de que tenía que bañarme. Ahí mismo me quité la ropa que tenía y entré a la ducha. El agua estaba perfecta.

 Era todo muy raro. Lo sabía. En ningún momento pensaba que todo la situación tuviera algo de normal. De hecho, a través de la ventana pude ver el terreno desolado que había afuera y me sobrecogió una sensación de molestia, de fastidio. Como si ver ese terreno me recordara alguna sensación desagradable, algún recuerdo amarrado a mis ojos pero no a mi memoria.

 Entonces me di cuenta que ya no salía agua de la ducha y que ya estaba seco. Salí así del baño y supe que la puerta que había justo en frente era la correcta. La empujé y entonces vi algo que me pareció natural pero que sabía, no lo era del todo. Me vi a mi mismo, acostado en la cama, durmiendo. Una puerta se abrió dentro de la habitación: tenía baño interno. De allí salió alguien que no reconocí pero que sentí, debía conocer.

 Pude ver que era un hombre por su físico, pero su cara parecía inmersa en sombras. Era como si algo o alguien no quisiera que yo supiera de quien se trataba, aún cuando yo sentía muy en el fondo, que sabía exactamente que era lo que ocurría. El hombre se acostó en la cama, abrazándome. O mejor dicho, abrazando al yo que estaba allí dormido. Por alguna razón, esta visión me afectó, haciéndome llorar y luego me hizo salir corriendo de allí, hasta la puerta de la casa.

 La abrí de golpe y salí corriendo, apenas mirando para donde corría. Entonces tropecé con algo y caí de rodillas. El dolor era intenso y entonces olvidé porque había empezado a llorar, si es que alguna vez lo supe. Mis rodillas sangraban y me di cuenta que mis piernas y manos estaban cubiertas de un fino polvo gris, que brillaba cuando me movía. Miré fascinando como relucía y como, cuando lo trataba de limpiar, flotaba en el aire unos segundos y allí se quedaba.

 Me puse de pie y caminé. El suelo era inusualmente suave pero esto era un gusto para mis pies. No sé por cuanto tiempo caminé, desnudo, por aquel desierto espacial. Nunca miré atrás pero supe que la casa ya no estaba allí. Se había ido como había aparecido y no había manera de ir a buscarla. De todas maneras no quería volver a ella.

 Entonces algo brilló sobre mi cabeza, cegándome. Y el brillo invadió todo el lugar por lo que no pude seguir caminando. Entonces me dejé caer al suelo y caí en cuenta de que alguien controlaba el brillo. Sentía que había alguien más conmigo en el vacío del espacio. Yo no estaba solo.

 Se sintió como si cortaran una película de buenas a primeras. Fue cuando desperté. No de golpe, como suele pasar sino solo abriendo los ojos y viendo que el mundo real empezaba a dibujarse alrededor mío. Por varios minutos no me moví, tratando de recordar todo lo que pudiera sobre el sueño. Cuando me incorporé por fin, tomé una libreta y un esfero de la mesa de noche y empecé a escribir todo. Y aquí estamos.

 No sé de que iba todo. De hecho, no sé de que va nada en realidad y en un sueño es probable que entienda aún menos. Sería esa la razón de mi sueño? Seguramente. Dicen que las preocupaciones lo hacen a uno soñar cosas muy raras. Lo extraño era que yo me sintiera tranquilo en todos esos lugares y con todos esos cambios.

 Pero entonces pensé: quien era el hombre en mi habitación? Quien era el propietario de esa cara en sombras? Y porque había sentido una presencia que lo controlaba todo? Sentí miedo de mi mismo?

 Escribiendo esto me he calmado un poco pero no puedo dejar de pensar en lo que no slidad solo decida dejarme ir, cansado e atormenta la idea de que solo en sueños pueda entender que hacer con la vida y en la reaé, en lo que todavía no es o en lo que puede nunca sea. Me atormenta la idea de que solo en sueños pueda entender que hacer con la vida y en la realidad solo decida dejarme ir, cansado o tal vez sin la voluntad de hacer nada. No quiero ser nada y quiero ser todo al mismo tiempo.

 Pensándolo mejor, quiero volver a soñar.