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miércoles, 10 de agosto de 2016

Detective privado

   El pequeño ventilador daba vueltas sobre la mesa, llegando en un ángulo casi recto sobre la cara de quién estaba allí esperando, con los brazos cruzados y una expresión de profunda preocupación. Para cuando el detective Flores entró de nuevo a la habitación, la persona que había estado esperando ya no estaba. Solo había dejado una nota diciendo que volvería pero no ponía ni el nombre ni un número de contacto.

 Flores sabía que la persona había esperando durante mucho tiempo para la confirmación de la información que parecía tener pero su archivero estaba hecho un desastre y pro eso se demoraba demasiado con cada persona y la gente terminaba yéndose. Solo sus amigos se quedaban y eso que era solo para burlarse, sin decir nada de ayuda. Sin embargo, pronto se dio cuenta que no llegaría ningún lado como iba.

 Había abierto su consulta privada hacía ya varios meses y la verdad era que siempre le había ido de manera regular. Por eso vivían en el barrio en el que vivían: a la gente no le importaba lo que hiciese o como lo hiciese con tal de que fuese efectivo y ayudara de verdad a las personas que lo necesitaban. Pero el trabajo era demasiado para una sola personaje. A veces lo ayudaban amigos o familiares pero ellos no entendían sus métodos y lo único que sucedía era que terminaban enterrando el poco prestigio que ganaban al solucionar casos interesantes.

  El detective se decidió y puso un aviso en el periódico de mayor circulación en la ciudad. Le había costado bastante dinero pero esperaba tener la mejor respuesta y así por fin encontrar a la persona perfecta para ayudarle a crear un ambiente de trabajo idóneo en el que el caso no tenga que sufrir por culpa del archivo, el clima, que tan ocupado esté Flores y todo esos detalles que hacen que alguien elija a un detective privado sobre otro.

 Un centenar de mujeres respondieron al aviso por correo electrónico y Flores tuvo que leer cada uno de ellos y hacer una selección del os que le parecían mejor. Quería alguien con al menos algo de experiencia en alguna profesión similar y también pensaba que la imagen decía más que mil palabras. Personas que parecieran buscar un puesto de modelo quedaban automáticamente por fuera.

  A pesar de su mejor esfuerzo,  tuvo que dividir las entrevistas en dos días. Durante ese tiempo tuvo que dejar el trabajo de lado para poder elegir de la mejor manera posible y, ojalá, rápidamente. Siendo un independiente, no tenía tampoco mucho  tiempo para desperdiciar e iba a ser muy sencillo ver si había “química” laboral o si simplemente no encontraba alguien que lo inspirara para crear un lazo fuerte a nivel laboral.

 El primer día de entrevistas comenzó terriblemente mal con varias personas que no tenían ni idea de lo que significaba un despacho de detective privado. Una de las “pruebas” que Flores tenía era un montón de fotos en las que mostraba diferentes cosas que la persona podrían encontrar en el trabajo. Algunos fotos eran de cadáveres, otras fotos sexualmente explicitas y otras apenas infrarrojas. Le parecía que ver la reacción de las personas al ver las imágenes podría decirle mucho de cada una de las personas.

 Obviamente, todo el que gritara con los cadáveres o se escandalizara por los desnudos, quedaba automáticamente por fuera. Los que ganaban puntos eran quienes, a pesar de ver lo que veían, tenían la capacidad de ordenarlo todo en su mente y hacer conexiones entre las fotos pues Flores no las había ordenado al azar. Un par de personas lo sorprendieron de esa manera, dándole toda la información que no había pedido pero que estaba allí para que cualquiera pudiese descubrirla.

 Llegaban hombres y mujeres y eran de todas las edades. No había un rango de edad más indicado que el otro. Para el detective eso no importaba porque la persona que iba a contratar debía estar dodo el día en la oficina, su trabajo primordial siendo el de mantener todo en orden allí mientras el detective estuviese fuera. Necesitaba un compañero pero también una secretaria. Tenía que ser una persona muy completa y para eso la edad era algo casi secundario.

 El segundo día fue un poco mejor, con personas que incluso lo asustaron un poco con el nivel de conocimientos que tenían del mundo forense y del espionaje como tal. Hubo una mujer a la que le dijo que todo estaba bien pero que supo que jamás iba a llamar de vuelta pues a pesar de saber muchas cosas, parecía tener una obsesión muy particular con los asesinos en serie. No era muy inteligente trabajar con alguien así en casos graves.

 Las entrevistas y las pruebas demoraron mucho tiempo y, durante ambos días, consumieron casi todo el tiempo del que disponía Flores. Eso no le gustaba nada pues debía trabajar constantemente o no tendría dinero para pagar el alquiler de la oficina y menos aún para pagarle un sueldo a una eventual persona que quisiera venir a ayudarlo. Por eso al tercer día, a pesar de tener mucho que pensar, tuvo que volver a los casos.

 Para la semana siguiente llamó a los finalistas, citándolos a los cinco en la oficina para que hablaran entre todos. Pensaba que lo mejor sería ver como se defendían bajo presión y con algo real. Y justo el día siguiente a las entrevistas le había llegado un caso bastante importante que podría ser la prueba ideal para determinar quién podría ser la mejor persona para ayudarle en el trabajo.

 El caos parecía simple de entrada: una mujer había asesinado a su esposo y a su amante al descubrirlos juntos en su casa, llegando de un viaje largo de vacaciones. La mujer era rica pero no por su esposo, así que no podía tener nada que ver con el dinero. La razón más obvia era venganza. Sin embargo, había decidido matar al marido después de matar al amante, a quién ahorcó con la corbata de su esposo. El cliente en este caso era la madre del amante del hombre.

 Lo que se debía determinar era simple: porqué había asesinado la mujer a los dos y porque había matado primero al amante y luego a su esposo. ¿Qué había hecho el esposo mientras mataba al amante? La idea era desenredar el caso para esclarecer si la mujer no tenía razón más allá de las evidentes para hacer las cosas como las había hecho.

 Le dio a cada uno los documentos necesarios y les pidió que volvieran al día siguiente con las soluciones al caso. Algunos se le quedaron mirando, como esperando algo. Antes de que pudieran preguntar, él respondió que ya había resuelto el caso pero que ellos tendrían la oportunidad de cambiar su conclusión antes de que hablara con la madre del amante para establecer el camino legal a seguir. Flores ya tenía todo solucionado pero quería ver como lo hacían los demás, cual era su razonamiento de todo.

 Al día siguiente, pudo ver con placer que los candidatos parecían cansados. Revisaban frenéticamente notas y parecían recitar palabras en voz baja, recordando qué era lo que tenía que decir. Uno a uno, expuso lo que había encontrado y su conclusión. Flores asentía solamente pero no decía nada más, ni de manera negativa ni positiva. Solo bebía café y movía la cabeza para que supieran que ponía atención.

 Una vez terminaron, hizo pasar a la madre del amante. Todos estaban expectantes pues querían ver en que estad estaba la pobre. Pero se sorprendieron al ver que no entró nadie a la oficina. Flores cerró la puerta tras él, se sentó y los miró fijamente. Les dijo que todos sus razonamientos tenían sentido pero que todos habían olvidado una de las reglas esenciales de una investigación: están lidiando con seres humanos y los seres humanos dicen mentiras.


 Nunca hubo caso, todo era inventado. Le explicó que muchas veces venía gente con mentiras, buscando que él validara esas mentiras para tapar sus fechorías y eso debía evitarse pues estaba en juego su nombre. Los candidatos estaban sorprendidos, tanto que ni hablaban. Flores les dijo que podían descansar pues todos iban a trabajar con él. La paga sería pésima pero tener un equipo era mejor que estar en pareja. Todos aceptaron, entusiasmados. Sin duda sería una experiencia única para todo ellos.

martes, 19 de mayo de 2015

El portal

   Allí, frente a Zenia, estaba el primer portal, el primero en su tipo en conectar dos dimensiones diferentes. No era como en las películas, un agujero que lo chupa todo. No era un agujero negro ni nada por el estilo. Era solo un disco flotante de color profundamente negro. De él no salía nada y todavía no había entrado nada. Con su asistente Nerón, pudieron encontrar la manera de cerrarlo a voluntad y desde ese día, desde la creación, lo abrieron y cerraron miles de veces. Hicieron pruebas de todo tipo, más que todo con aparatos, para medir todo los aspectos del portal.

 Conscientes de todos aquellos trabajos de ciencia ficción, solo dejaban el portal abierto una hora al día pero era suficiente para estudiar los datos por horas y horas, incluso días. Así que en total, el disco solo existía por algunos momentos, antes de desaparecer por completo de nuevo, entre los potentes cables y el mundo físico que todos vemos. La maquinaria para crearlo era compleja pero Zenia tenía el apoyo de un mecenas que soñaba con todas estas cosas, con el espacio y otras dimensiones, otros planos de existencia. Cuando ella fue a plantearle su proyecto, a la vez que lo hicieron muchos otros científicos ávidos de dinero e instalaciones apropiadas para hacer lo suyo, él quedó fascinado.

 Y ella a su vez quedó fascinada con los laboratorios y equipos que él tenía. Y lo que no tenía lo mandaba a comprar como si se tratase de dulces o alguna cosa trivial. El señor Reed, como le gustaba que lo llamaran, no tenía ningún problema en comprar o vender, siempre y cuando se vieran resultados. Zenia, después de varios estudios de estabilidad y estructura, lo invitó a ver el portal que ella había creado. Le había dicho que ya casi podían definir su estructura y replicar a la perfección el proceso en otros lugares, de ser necesario. Pero la verdad es que nunca supo si Reed la escuchó: él estaba fascinado con el portal, casi al punto de querer tocarlo.

 Fue Nerón que cerró el portal antes de que Reed se acercara más y Zenia, en silencio, lo agradeció. Un accidente o “prueba” inesperada podría haber sido desastrosa. Antes de irse Reed le preguntó sobre cuando haría pruebas para cruzar el portal. Ella le respondió que primero debían terminar todas las pruebas de estabilidad. Sabían que no iba a explotar ni nada parecido pero todavía no podían estar seguros de cuan a salvo estaría algo o alguien si cruzara de frente el disco interdimensional. No le resultó nada extraño que al día siguiente, su cuenta bancaria estuviese más llena. Saltaba a la vista la fascinación de Reed.

 Era algo en lo que Zenia jamás había pensado, pero al pasar los meses y con la seguridad que había adquirido, se encontró preguntándose de donde venía la fascinación con todo el proceso. Según él, era porque desde pequeño le encantaba todo lo relacionado con la ciencia ficción y con el espacio y demás. Por eso, argumentaba él, cualquier investigación científica que pudiese convertir lo que hasta ahora era ficción en realidad, valía la pena. Pero para Zenia esa respuesta ya no era lo suficientemente buena. Los otros científicos que habían presentado proyectos ante Reed, también tenían ideas fantásticas acerca de las astronomía y muchos de los avances que podían haber hecho en el laboratorio hubiera sido definitivos para la Humanidad.

 Y sin embargo, la había elegido a ella. Zenia incluso pensó que era porque Reed había creído que ella le había estado coqueteando. La verdad era que había sido bastante amable y cercana el día de la entrevista, incluso diciendo la antigua pero efectiva frase: “Me encanta tu corbata”. Pero con el pasar del tiempo Reed no parecía tan interesado en ella como lo podría haber estado. Para Zenia, aunque no lo pensaba seguido, eso era una lástima porque Reed no era un hombre feo. Era algo mayor que ella pero era guapo y seguía siendo tan interesante como seguramente lo había sido cuando joven.

 El caso era que la científica no tenía la respuesta a porque le financiaban su investigación. Pasó un buen tiempo y Zenia estuvo lista para las pruebas reales. Iban a comenzar con objetos  luego pasarían a los seres vivos, si las primeras pruebas eran consistentes. Era algo muy arriesgado porque no podían lanzar cosas y esperar a que salieran de vuelta o algo por el estilo. Si lanzaban las cosas con mucha fuerza, podrían salir volando del otro lado o incluso podrían ser destruidas en el interior del portal o adonde fuese que llevara el disco negro.

 Lo que hicieron fue revisar con cuidado con todo los datos y encontrar una solución convincente. Gracias a Nerón, Zenia se dio cuenta que el disco si absorbía luz y lo que estuviera cerca pero demasiado cerca. Su rango de absorción era tan solo de cinco centímetros. Pero era lo suficiente como para empujar con suavidad algo en su interior. Con la ayuda de más persona, un chico y una chica proporcionados por Reed, se hizo la primera prueba con un objeto. Era un simple cubo de madera. La idea era que fuese un objeto “entero”, sin partes por donde se pudiese desgarrar con facilidad.

 Nerón vistió un traje parecido al de los astronautas y fue él quien se acercó lo suficiente para que el cubo de madera fuese absorbido. Casi corrió al otro lado de la habitación cuando el portal haló de sus manos al cubo y lo hizo desaparecer en su oscuro interior. Adentro del cubo, sin embargo, había un localizador y varios otros pequeños aparatos que solo sirvieron por un minuto antes de dejar de comunicar. El cubo no volvió en toda la hora que estuvieron esperando y la verdad era que no estaban esperando que lo hiciese, hubiese sido muy extraño si eso pasara.

 La siguiente prueba se hizo con un objeto más grande: una pelota que también tenía varios aparatos en su interior. La diferencia estaba vez era que la pelota estaba amarrada a una cuerda extra fuerte y la idea era dejarla penetrar el disco por solo un minuto y luego halar la cuerda para traer la pelota de vuelta. Fue Nerón de nuevo quién acercó la pelota al portal y la vio desaparecer con rapidez en la negrura. La cuerda rápidamente fue chupada también y pronto estuvo tensionada, creando una imagen algo extraña: una cuera halada hacia un disco negro plano, pero sin salir por el otro lado. La cuerda no temblaba ni nada, solo estaba tensionada.

 Mantuvieron todo así por un minuto entero hasta que Nerón tuvo que activar un máquina para halar la cuerda. No lo hacía él porque previsiblemente la fuerza necesaria era mucha más que la que él poseía pero resultó que la cuerda se dejó halar con suavidad y la pelota volvió a ellos. Otro de los aparatos que tenía instalados era una cámara pequeña, de resolución moderada. Entre todos la revisaron completa pero no había registrado nada interesante, solo negrura pero no como si la pantalla estuviese apagada sino como si se grabase en una habitación oscura. Al final del video, Zenia juró haber visto algo pero no sabía que.

 Con estos resultados, la científica llegó adonde Reed que exigió estar en la próxima prueba. Él había visto la grabación de la pelota pero no había dicho nada al respecto. Se había quedado sin palabras, como siempre, pero esta vez su rostro era más sombrío, como si algo en todo lo que pasaba no le encajara mucho. El día de la siguiente prueba, con un ser vivo, Reed llegó temprano y se sentó en una silla alejada mientras los demás ultimaban detalles. La criatura elegida era un conejo. Habían tratado de elegir uno feo para no sentirse tan mal pero eso fue imposible. El pequeño tenía también un collar con cámara y otros dispositivos.

 Para Nerón fue más difícil esta vez, porque el conejo se movía y había que acercarse más que nunca. Como la pelota, el collar del conejo iba amarrado a una cuerda resistente. Cuando estuvo a punto, Nerón pegó un grito desgarrador y todos pudieron fijarse que el portal casi lolo arrastra pero solo se llevó al conejo, que volvió intacto aunque temblando como loco apenas un minuto después. Con el señor Reed en la habitación, revisaron al conejo y el vídeo que traía desde el otro lado. Esta vez el movimiento que había detectado Zenia era más notable. Uno de los nuevos usó un programa de edición y les mostró el vídeo con cambios de contraste y demás.

 No era tanto lo que se pudiese ver en la mayoría del minuto. Pero al final se vio una luz y un movimiento que parecía biológico. Todos estaban absortos. Esa noche Zenia no pudo dormir de la emoción. La próxima prueba sería con un chimpancé y eso era para probar la posibilidad de mandar un humano. Ni siquiera había terminado de pensar en esto cuando su celular vibró y le advirtió de una violación de seguridad en el laboratorio. Como dormía allí mismo, llegó en pijama corriendo y vio horrorizada lo que ocurría. Eran los contratados por Reed. Habían encendido el portal. Pero eso no era lo horrible. Era Reed. Estaba vestido con el traje que había usado Nerón y se acercaba al portal.

 Zenia le pegó un puño al chico y tomó el micrófono que usaban para hablar con Nerón desde la cabina de mando. Reed la miró pero no respondió nada. Ella gritaba como loca pero él no le hacía caso. Zenia se lanzó a cortar la alimentación del portal pero el hombre que había golpeado le cogió los brazos y no los soltaba. Con horror, la científica vio como Reed se acercaba al portal y, antes de estar ya demasiado cerca gritó al micrófono:

-       Los veré de nuevo... Tengo que verlos otra vez!


Y entonces, desapareció. También llevaba la cuerda amarrada al traje pero esta vez solo quedó tensa un segundo. La chica activo la máquina para recoger la cuerda pero no había nada al final. Habían cortado la cuerda en el interior y ahora Reed estaba allí. De alguna manera, sus equipos sirvieron más de lo normal. Y entonces Zenia vio lo que él quería volver a ver y lo único que pudo hacer, fue gritar.