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miércoles, 3 de septiembre de 2014

Carta Para Mi (Parte 3)

Querido tú (o yo),


Siento preocuparte, posiblemente sin necesidad si no recuerdas nada, pero los últimos días han sido de lo peor y con graves consecuencias para ambos.

Te escribo desde un pequeño parque al que vine bajo el pretexto de trotar un poco. Le dije a Susana que sentía que me estaba creciendo la panza y salí sin mayores explicaciones. La verdad no tengo el menor interés en saber si me creyó o no.

Esta semana en la oficina ha sido como los primeros días: sin problemas. He conocido mucha gente que al parecer ya conocía y a otros que nunca había visto esta versión de nosotros. Nada importante con eso a excepción de lo que pasó en uno de los almuerzos a los que tuve que ir.

Fue en un museo, en un elegante y pequeño restaurante donde comimos poco y cerramos algunos tratos con otro banco. En un momento tuve que ir al baño por lo que crucé frente a la librería del lugar. Por lo que sé, en esta realidad no soy muy adicto a la lectura pero creo que sí lo era en la otra... El caso es que me detuve al ver la portada de uno de los libros en la vitrina.

No, no había una foto nuestra. Solo pasó que reconocí el título del libro: "Atardecer bajo los olivos". Entré al lugar y leí que el autor era un colombiano con un nombre que no me recuerda a nadie. Pero por alguna razón sentí que sabía algo de ese libro, como si lo hubiera leído muchas veces.

Tanta fue mi sorpresa que compré una copia y empecé a leerlo en mis momentos libres. No te lo vas a creer pero el personaje principal es muy parecido a lo poco que recuerdo de nuestra vida pasada: un escritor solitario que vive aventuras en Europa y otros exóticos lugares. Siento que conozco esos lugares... Cada vez más creo estar loco.

El otro suceso extraño ocurrió ayer viernes, en la noche. La pequeña Linda se me acercó y me dio, una vez más, uno de sus dibujos. Tal vez porque había estado muy distraído o por lo cansado que llego del trabajo o por el hecho de sentir que me estoy enloqueciendo, no había puesto nunca atención a los dibujos de la niña, de mi hija.

En el que me entregó ayer antes de cenar, había un pequeño personaje. Estaba en un balcón viendo hacia un acantilado. La casa donde estaba el personaje estaba rodeada de muchas otras casas blancas y azules. El mar era azul y el personaje, se me olvidaba decirte, no estaba solo. Había otro muñeco al lado.

- Quienes son? - le pregunté a mi hija.
- Este eres tu. - me dijo señalando al personaje que estaba apoyado en la baranda del balcón.
- Y el otro.
- Es tu amigo.

Eso me dejó desconcertado. Que hace mi hija dibujándome con otro hombre en lo que parece una isla paradisiaca?

Después de la cena revisé los otros dibujos y había varias escenas: en una el personaje, siempre vestido de gabardina negra, estaba en la playa con un edificio en forma de vela detrás de él. En otro dibujo estaba escribiendo en un pequeño cuarto, con la torre Eiffel a la vista por la ventana. El más más extraño de todos era uno en el que solo se me veía de espaldas, frente a una ventana enorme. Del otro lado se veía una avenida, con algunos buses y personas circulando por ella.

Le pedí que me dijera de donde había sacado tantos lugares y a otros personajes, pero solo dijo que se los había imaginado. La verdad es que no le creo nada aunque tal vez eso sea porque cada vez que miro los dibujos me estremezco, se me pone la piel de gallina.

Ah, se me olvidaba un detalle. Resulta que el personaje del libro del museo tiene varias escenas parecidas a los dibujos! Por eso mi reacción fue bastante notoria e incluso Enrique se lo hizo ver a Linda y Susana en la cena. Tuve que decir que era por el estrés del trabajo pero no creo que se lo hayan creído mucho.

Será que somos un personaje de un libro? Eso suena ridículo pero a estas alturas nada se me hace muy extraño. La verdad es que no sé ya que explicación darle a todo esto.

Lo que sé es que no pertenezco aquí y también sé que ese pasado, u otra realidad o lo que sea, ya no existe si es que existió. Tal vez sí estoy loco y me lo estoy imaginando todo o tal vez solo sea un asunto de percepción.

Eso último me dolería. Sería bastante horrible no reconocer a mis hijos como propios, lo mismo con mi esposa. Pero la realidad es que así es y por eso quisiera que ellos no fueran en realidad mi familia.

No sé que hacer. Tuve que sacar una hoja (podrás ver lo arrugada) y un bolígrafo de la casa como si fueran drogas o algo por el estilo. Lo hice sin que nadie me viera y encontré este pequeño parque solitario para escribirme.

Lo seguiré haciendo tanto como pueda pero algo me dice que esto no puede durar mucho. Algo o alguien tiene que ceder, como oí decir por ahí.

Me despido ya. Deben estar preocupados. Revisaré de nuevo los dibujos y al parecer tengo que llevar al niño a un partido de fútbol o béisbol o algo por el estilo. En fin...


No te olvides de ti,

Alex.


P.S: Se me olvidaba contarte que el gato blanco no aparece. La niña lloró todo el jueves pero ya está más calmada. La desaparición de esa bola de pelos no ayuda mucho a esta confusión.