jueves, 27 de agosto de 2015

Clase de educación física

   No sé porque lo acabo de recordar pero en e colegio era pésimo en los deportes. Creo que lo sigo siendo, solo que ahora nadie me obliga a jugar fútbol para ganar una calificación. Era simplemente una tortura para mí tan solo tener que ponerme ropa para hacer ejercicio. Solo eso era suficiente para ponerme de mal humor todo el día y no querer hacer nada de nada. Las clases que precedían y seguían las de deporte eran las peores pues actuaban como una máscara para que no me pudiese dar cuenta de lo mucho que odiaba ese día, fuese miércoles jueves o incluso martes. Me encantó el año que la clase de deporte cayó el lunes. Primero, porque el lunes siempre ha sido un día deprimente así que no me sentía mal dos días a la semana y también porque cuando era puente festivo automáticamente no había clase de deporte.

 Para los otros, sobre todo para chicos con mucho más musculo que yo, era horrible que no pudieran combatir unos contra otros en un partido de lo que fuese o en la actividad que el profesor hubiese decidido para ese día. Normalmente eran dos horas de clase que se dividían en una hora para deportes en equipo y una hora en deporte individual. Lo primero siempre era basquetbol, fútbol o voleibol. Nunca había nada diferente a esos aunque el profesor trataba de variarlo pero siempre sin éxito. Eran ya tan malo con esos tres que no quisiera imaginarme si hubiese elegido beisbol o fútbol americano. Hubiera preferido nunca haber vuelto y con un permiso médico permanente podría ser posible.

 La hora de deporte individual siempre era la más extraña. Hacíamos gimnasia o atletismo y eso era algo que me ponía igual de mal que tener que evitar que una pelota me golpeara en el cuerpo. Correr no sé cuantas veces alrededor de las canchas de fútbol era simplemente avergonzante. No solo porque estaba haciendo algo que odiaba sino porque empezaba a ser consciente de la forma en que corría y, como la mayoría de los seres humanos, creo que mi manera de correr era muy graciosa. Era como si yo mismo le diera un arma a los demás para que me la clavaran en la espalda, así se sentía y tal vez así se veía también. Además no sabía respirar corriendo y eso complicaba aún más las cosas.

 Creo que lo menos horrible era la gimnasia. Lo hacía un poco menos mal y era normalmente fácil a menos que se le ocurriera al profesor traer las barras paralelas o alguna de esas malditas cosas. Estaban bien para los que parecían haber hecho ejercicio desde el vientre, pero para mi eran sumamente difíciles y me sentía como el niño más inútil en las Olimpiadas especiales. Lo peor era que sabía que en esas Olimpiadas seguro todos los concursantes eran mejores que yo y probablemente se quejaban mucho menos de todo. Yo solo hacía lo que podía y trataba de que esos días pasaran rápidamente para después olvidarlos rápidamente.

 Ya sé lo que piensan: me quejo mucho para algo tan tonto, verdad? Pues bueno, ese es un rasgo de personalidad que fue surgiendo poco a poco y se manifestó hasta los dos últimos años de la escuela. La verdad era que antes de eso prefería escabullirme a cualquier lado, sentirme miserable y simplemente no hablar de nada con nadie. Para mi la gente era demasiado que manejar y fue solo después que descubrí que todos son iguales de idiotas a mi. Y con eso quiero decir que todos sienten miedo y seguramente cuando yo me sentía vulnerable en el colegio también muchos otros se sentían de la misma manera. Cuando lo pensé años después, pensé que había sido una tristeza nunca haber sabido quienes eran esas personas.

 Esos años raros los pasé caminando por todas partes, conociendo los rincones del colegio y simplemente deseando que el tiempo pasara a toda velocidad. Quería no tener que seguir yendo a la escuela pero eso era algo que no iba a pasar. Y la clase de educación física era un constante recordatorio de que, por mucho que uno quiera, las cosas no cambian. Fue solo hasta el último año que por razones de calificaciones las cosas cambiaron un poco pero incluso ese año me salí de clase un par de veces porque no soportaba nada y no me soportaba a mi mismo en esa clase. Y eso que al final hacíamos yoga y cosas que parecían relajantes pero muchas veces no lo eran porque pedían cosas de mí que simplemente no estaban allí.

 En esos últimos años, ya conocía gente que odiaba tanto como yo el hecho de tener que ir a esa clase. Además, coincidíamos en algunos gustos y en clases entonces era natural que pasáramos el tiempo juntos. Lo que nunca me ha gustado mucho es estar en grupos grandes. Supongo que me pasa lo mismo que cuando jugaba fútbol o algo así. Simplemente no puede manejar tanta gente al mismo tiempo y no es que todos se interesen por mi o algo por el estilo sino que me siento presionado a más cuando estoy rodeado de personas. Antes era peor, pues tenía pequeños ataques de ansiedad y odio para todo el mundo pues detestaba sentirme así. Menos mal puedo controlar esos arranques ahora y si no me gusta algo lo mando a la mierda. Eso puede salvar vidas.

 Con aquellas personas que me juntaba, no puedo negarlo, lo pasé bien y me divertí en muchas ocasiones. Pero a pesar de todo seguía allí, en el colegio. Era el mismo sitio lúgubre y repetitivo de siempre. Algunas clases me gustaban porque sabía de que iban pero otras para mí eran un desastre pues sentía que no entendía nada por dos razones: porque no era lo suficientemente inteligente y porque simplemente sabía que nada de eso importaba. Descubriría luego en la vida que todo se trata de infligir miedo en la gente para que hagan las cosas de cierta manera y eso pasa en la educación: miedo con los exámenes, con los profesores y demás.

 Pero yo me aburrí de eso cuando lo descubrí y trato desde entonces de jugar según mis reglas y no según las de los demás. Al fin y al cabo, creo que es importante imponerse y decirle al mundo como uno piensa y lo que desea hacer y como. El mundo pocas veces pone suficiente atención como para negar nada así que es una solución bastante buena para aquellos en los que el miedo siempre está, por una razón o por otra. Yo supongo que hay personas que les gusta vivir así, asustadas, porque creen que así lograran más en la vida o que serán más productivos o algo por el estilo. Me parece un juego un poco peligroso pero creo que cada uno debe usar el camino que mejor le parezca y si hay personas que quieren sacrificar su salud mental por llegar a una meta que solo ellos se impusieron, pues bueno.

 Con las personas que hablaba en el colegio fui perdiendo poco a poco la comunicación y sé muy bien porqué fue. Crecimos y nos conocimos mejor y, al menos yo, me di cuenta de que era lo que me gustaba y que tipo de personas quería cerca. Y no era que no fuesen el tipo de personas que me interesan, porque eso sonaría mal y seguramente se sentirían ofendidas pero la verdad de las cosas es que el peso del colegio era algo que siempre vería en ellas y no quiero que mis prejuicios o malos recuerdos perjudiquen mi opinión de alguien. Simplemente ellas y yo no fuimos apartando y creo que es algo natural, los cambios de la vida que siempre suceden.

 Aclaro que en el colegio lo que de menos eran las clases, aunque había un par que hacía de mi vida un infierno. Era más el ambiente, como una capa densa y pesada que era difícil de quitarse de encima. Llena de personas que creían ser mejor de lo que eran o más de lo que eran cuando en verdad ellos eran lo mismo que yo: nada. O mejor dicho, un trabajo en progreso. Todavía me da rabia recordar esos tiempo así que trato, por mi salud mental, no hacerlo con frecuencia y solo para sacar cosas que me ayuden y no me mortifiquen. Porque también hubo mucho bueno: personas, experiencias y conocimientos que siempre tendré a la mano y que le debo al colegio. Eso lo tengo en cuenta y por eso esa relación es tan extraña.

 Después de graduarme, creo que volví al año siguiente por unos papeles y después nunca más. Ni siquiera pasé cerca y si lo hacía instintivamente miraba para otra parte. Recientemente caminaba cerca y no recordaba que allí estaba ese mismo viejo edificio, con esos mismos niños que creen que tienen el mundo a sus pies. Fue como encontrarse con un viejo enemigo, contra el que uno ya no tiene razones para discutir de nada. Solo lo miré por un momento y luego seguí con mi vida. Son recuerdos muy amargos y experiencias que pasaron dentro y fuera que no me dejan darle un cierre real a mi relación con el colegio. Por eso los aburro con este relato de mis experiencias.


 A veces pienso en la gente que conocí allí. Algunos sé que hacen y les deseo, de corazón, lo mejor. A otros no les deseo nada pues nunca me inspiraron nada. Se dijeron cosas a espaldas de la gente y otras de cara pero yo no guardo resentimiento por cosas de niños. Eso sí, no siento nada y no puedo alegrarme por nada que les pase a ninguna de esas personas. Para mi fueron solo actores de reparto en mi vida. Muchas veces extras sin dialogo que solo lanzaban miradas furtivas como fieras de la selva. Pero ahora todo eso ya no importa pues cada vida es única y la mía es esta. Todo eso ya fue y ahora espero lo que será, que espero brinde mucho más que todo mi pasado.

miércoles, 26 de agosto de 2015

The death of the world

   My breathing was really heavy and I almost couldn’t move after pulling myself out of that lake full of tar or petroleum. I had no idea what it was and I wasn’t going to find out by staying there. The people that had dropped me there to kill me had already gone and the night was very dark in this part of the world. I wasn’t in the city anymore, I was somewhere where water was very highly contaminated and the birds didn’t even sing. As I cleaned myself with my hand and some big leaves of a tree, I realized the substance was very oily so it had to be petroleum.  Walking was the worst as I couldn’t move properly but I made the effort any way because I didn’t want to stay there through the night. I walked for an hour until I saw some lights and ran towards them.

 The lights became brighter and there were so many I couldn’t even count them all. They lit a huge factory with chimneys on top and suddenly I realized that place was the source of all the pollution. That was the place I had tried to shut down but many people were not at all interested in that. Money flowed from that factory and all because of the oil the tankers brought from the sea. I had been there and I had seen the platforms, horrible places were people that had nothing to lose decided to win their living. Those were not factories but prisons filled with heavy warmth and an awful smell. Needless to say, you couldn’t see a bird or any other animal near those places. Even they knew those places meant death.

 Instead of asking for help in the factory, I went the other way, following the road the trucks used to gain access to it. In no time, I was in the main road and a nice old lady picked me up. But there was more to her than what met the eye. I hadn’t called her and I would never use auto-stop, as the country was too dangerous for that sort of thing. I hopped into the backseat and we didn’t say a word until she left me in front of my home, an hour later. I just said “Thank you” and she just nodded. She was called Delilah and had been my friend for a long while but we never really spoke about our lives or anything like that. She had saved my life once and that was enough for us to become friends.

 Delilah had been married and had too sons and a daughter but they lived far away and she didn’t really care about them coming into her life again. She had raised them well, done her job and that’s all she was interested in. When I went up to my apartment, I wasn’t very shocked to see that every single object in my home was on the floor. Broken, torn apart or just laying there, all my life was on the floor. They had come here, maybe as they drugged me and dumped me in that thick lake, and destroyed everything. My backup files, all stores in hard drives, had been stolen and my computer was just a bunch of metal on my desk. But I had more backups so I didn’t really care about the state of things.

 I went through my ripped clothes and destroyed drawers. I grabbed some things that no one would care to take away like my mother’s wedding ring or my parent’s picture I kept in a book. They were my link to them because I wasn’t the type of person that was into graveyards or however you want to call them. I just liked to talk to their picture and tell them what I was up to then. I had always been the rebellious kind of kid and I knew they would be so worried about me. My mother would asked me if I had a way to clean myself and brush my teeth and my dad would remind me to check my body for bruises in the shower. Somehow, he said, the body bumps into things and you never realize it until it’s too late.

 They were the only two people in the world I cared about. They had died years before and now I was all alone, fighting against something that was bigger than me and that any other human being. I was trying to bring a corporation down and, although I had some friends like Delilah, none would be so much into this cause as I was. I had invested my life in investigating; taking advantage of my position in society to bring everyone involved in this down and now my life had an expiration date. What I couldn’t understand was why they had dropped me in that pond and not shot me or something. Were they cowards or was that their style? I don’t know and, honestly, I have no idea if I want to know.

 Proof. That’s what, supposedly, justice wants from me in order to apprehend the people that have cause so much misery and despair around the world. Because this city is just a piece of the whole puzzle. I have traveled the world and seen children drown in similar ponds to the one they wanted to use to kill me. Huge factories built just next to all the little and rattled houses that people have built with their effort and suffering. There’s nothing quite like misery because it’s brutal and forces you into the real world. It makes you see how more than half of the world lives their lives and that has the capacity to shock anyone that has feelings or even just a pair of good old eyes.

 I was the kind of person you would find in high society events, whether they happened in a club or in a yacht, in the Riviera or a penthouse in Paris. I was always there and I had been educated to know what to do, how to talk and who to be “friends” with. Because even then, I was friends with no one. My family knew that I hated all of it but that I did it for them because they were all too important in society. Every man and woman wanted to have my attention because they knew who I was. But they weren’t interested in knowing anything more than the amount of money I could give them or what I could show off to them. It was very pathetic.

 It was the day my parents died when I knew how vicious that society I had been feeding could be. The day of their burial, no one was there but me and a couple of people that were too afraid the ghosts of my parents would pull their legs as they slept. Cowards. They never moved a finger when I was being dragged through the mud, laughed at for everything I did to help people that had no way of helping themselves. None of those high and mighty people had any heart or soul. They only cared about profit and making their wallets and bank account even more filled with money. They cut every single link to my parents company and I had to save what I could before they tore it apart completely. My parents weren’t being stupid: they had left me enough for me to keep on living in peace for many years.

 I moved fro my former neighborhood, which helped me exterminate many bad feelings I had for all those people. I didn’t want to hate them so I just disappeared from their lives and asked them to disappear from mine. They heard me, at least that time, and I have to say I lived a very good year after that. I was teaching and I was helping the people I had met so many years before. But nothing can be as perfect forever. Life has a way to even out and that’s exactly what happened. I discovered the contamination of several national parks both in the sea and the land as well as contracts between oil companies and banks in order to make the economic system fall to their feet. That wasn’t a difficult thing to do.

 This world, after all, is not built on solid ground. Our society was built by greedy men that only thought of their profit in that moment of time but had no interest, or very little, in the future. People were not aware of how easy it was to influence the stock market in order to benefit a certain country or a certain type of company. I have to confess that when I discovered it all, I felt sick to my stomach and I felt guilty because I was part of the problem. I was the kind of person that complains but never does anything. I was the kind of person that things their ideas should be implemented and then I would go and have cocktails with my friends.

 I’m not saying people shouldn’t have fun. I only think we should all be more aware of what happens around us. How people in power use us to get there and never recall what the promises that were made were all about. Politicians are rotten because the whole system is in decay. I thought this to my students: the economic and political system of our western society cannot last for a thousand years. In one moment, everything will stumble because that’s what nature does. It has to keep changing in order to stay alive and nowadays, nature is slowly dying and we cannot do anything anymore. It’s too late for the world and now we have to pay the consequences of our ignorance.


 I help because I need to. Because I still feel guilty. Because I don’t have anything else to do. When I went back home, I put everything that hadn’t been torned apart into a suitcase. I grabbed it all and left for the place where I hid part of my archives. Those were not all but I didn’t need them all, not all the copies. I needed even more copies until the world decided to wake up and listen to what the planet had to say. After I picked up the information, Delilah came for me and took me to a city four hours away. It was the first time we actually chatted. And it felt good.

martes, 25 de agosto de 2015

365

   Hace un año me sentía como una mierda. Para que les voy a cambiar la palabra cuando esa describe a la perfección lo que quiero decir? Así era, una mierda completa pues no tenía ya más salida que respirar y calmarme. No había más que hacer, nada más que elegir y nada más que pensar. No había oportunidades, ni opciones de ningún tipo y la verdad era que no veía como nada pudiese salir bien alguna vez. Hace un año me sentía traicionado por mi propio cuerpo y por mi propio ser. Todo se había puesto en mi contra y había llegado al punto de lastimarme a mi mismo porque no tenía nada más que hacer, no tenía otra válvula de escape. Todo esto es cierto, no es una historia que estoy inventando ni un cuento como los otros 364 que he escrito en esto últimos días.

  De hecho, no creo que nadie nunca haya pensado que este era un cuento. Cuando alguien escribe de lo que sabe, de lo que ha vivido y por lo que ha pasado, se nota. Puede que no sea escritura excelente de esa que pretenden escribir los disque grandes maestros, pero es algo que leer y es real. Personalmente, creo que eso vale mucho más que un montón de lindas palabras buscadas en el diccionario de sinónimos y antónimos. Con mi historia personal no quiero sorprender a nadie ni nada por el estilo. Lo que quiero es decirla y ya. Si ayuda a alguien o no, no es mi problema y no es mi objetivo. No soy asistente social ni nada por el estilo así que no esperen que tenga un bonito mensaje porque simplemente no lo hay. Lo que hay es la verdad y la verdad no viene con mensajes.

 En esa ocasión, me golpee a mi mismo y me hice sangrar. Mi cuerpo entero tembló y me odié. Puedo decir que mi persona menos favorita en ese momento fui yo mismo y fue ahí cuando caí. No pude hacer nada más porque no había nada más en el mundo para mi. Soy un tipo de 27 años desempleado que vive con sus padres y que estudió una carrera en la que solo se tienen dos opciones: o conoces gente o te prostituyes hasta que se den cuenta que sabes sumar. Porque tu creatividad o tu imaginación no le importan a nadie, a menos que mucha gente sepa quién eres y eso en algún momento los incentive a darte una oportunidad. Ese es el mundo del cine para ustedes.

 Es un mundo encantador y sigo enamorado de él pero, de pronto, no tanto como antes. Al fin y al cabo es un mundo hecho para valientes y personas con tesón y peso en el pantalón como dicen por aquí. Pero yo no tengo nada de eso y la verdad es que no soy un luchador de causas ni siquiera de las mías así que una vida de tanto trabajo y esfuerzo y sacrificio no es para mí. Por eso no podría ser tampoco monje aunque creo que ser homosexual y agnóstico no me hacen el mejor candidato para esa vida tampoco. Así que me quedé sin mundo propio cuando muchos antes, felices o no, en el suyo propio.

 Quiero uno para mí. Y por eso fue que me inventé este espacio y pensé que escribir cada día podría ser una terapia para mi mente e incluso para mi cuerpo. Sí, fue algo que me inventé yo mismo porque ya lo había venido pensando o haciendo, de una manera o de otra. No me dio la idea uno de esos sicólogos a los que no les creo una palabra. Personalmente creo que todo ese mundo, porque también lo es, es uno lleno de mentiras y patrañas ridículas para hacer que la gente crea que esta mejor pero en verdad está igual. Los sicólogos para mi son solo ratas que se alimentan de los males de los demás. Y si usted lee esto y es sicólogo… Pues no me interesa su opinión. No tendría sentido alguno que me interesara.

 En todo caso, escribir sí me ha ayudado bastante. Me obligo a mi mismo a tener un horario, a estructurar mi tiempo y a tener un ritmo de “trabajo” constante. Por supuesto que nadie me paga porque a nadie le pagan por hacer lo que le gusta, sea lo que sea que digan algunos. Pero eso no me interesa. Nunca he ganado un peso en mi vida y no me voy a venir a obsesionar con eso ahora. Obviamente quisiera ganar de dinero pero pues ya se verá si algún día tengo para pagar unas medias yo mismo o si siempre dependeré de la bondad de mis padres. El dinero es algo tan asqueroso pero necesario, pues alguien se lo inventó para hacer que unos fueran más que otros y lo logró muy bien. Tan bien que alguien sin dinero se le considera un pobre diablo.

 Mis padres. A ellos les debo todo. O más bien debería decir a mi familia, eso sí familia nuclear: papá, mamá y hermanos. Porque el resto, aunque hay algunos que me caen bien, me da un poco igual lo que pase en sus vidas. El sentimiento de pesar no lo tengo muy desarrollado y se requiere de mucha empatía para que empiece a funcionar. Tal vez por eso me siento más cercano a algunas personas con las que no comparto sangre que con esas personas que dicen ser mi familia. En todo caso, mi familia nuclear es el apoyo más grande que he tenido en este año. No sé si ellos lo saben pero lo son y no, no creo que deba decírselos. Para qué matar la magia de las cosas?

 Mi vida antes era muy distinta pues era el mundo mismo, las decisiones familiares y propias las que habían estructurado mi mundo. La educación sobre todo era la que me tenía, a falta de mejor expresión, a raya. No me dejaba pensar en otras cosas que no fueran el estudio, con contadas excepciones por supuesto. Tampoco voy a pretender ser un “nerd” o algo por el estilo. Solo ver mis calificaciones del colegio les probará que eso obviamente no es verdad. Pero siempre me sentí seguro por esa estabilidad temporal, si es que se puede llamar así. Odié el colegio y amé la universidad pero independientemente de eso, me sentía seguro en ambos sitios. Por eso cuando dejé de hacer algo, me perdí.

 Tuve que hacerme sangrar para darme cuenta que las cosas habían cambiado y que siguen cambiando porque así es la vida. Nada se queda para siempre pues para algún lado tiene que moverse. Por eso hace un año cree esta estructura literaria para seguirla todos los días por un tiempo y tratar de hacerla conocer a la gente. Eso ha tenido resultados diversos porque, a pesar de un práctico contador en la página en la que subo estos textos, no tengo ni idea cuanta gente de hecho lee lo que escribo cada día. De pronto algunos comienzan pero lo dejan, otros abren el enlace por error y así. En esta ocasión, debo decir que no me da igual pues si quisiera que la gente leyera lo que escribo porque le llama la atención.  Pero no hay manera de obligar a nadie a nada así que hago lo que puedo y no más.

 Un año de escribir todos los días puede oírse parecer algo cansado o difícil pero la verdad es que, la mayoría de los días, no lo ha sido. Por supuesto, hay días que me despierto y no tengo ni idea que es lo que voy a escribir. Verán, escribo apenas me despierto y después desayuno. Lo he hecho así porque mis sueños han proporcionado muchas de las ideas que termino usando para escribir relatos así que si escribo apenas me levanto tengo los recuerdos más frescos. Y no, no escribo mis sueños sino que me baso en algo que recuerde, lo tomo y lo convierto en algo más. Otras veces solo invento de la nada o me baso en experiencias o en cosas que conozco de algún momento en mi vida.

 El acto de escribir, como tal, debo decir que es tremendamente fácil. No sé si es por mi imaginación, pero así lo siento.  Lo único de verdad difícil es que se puede uno bloquear de la nada y eso sí que duele. Menos mal, sé que con esfuerzo puede uno saltar sobre esa barrera. Además como yo escribo una historia distinta todos los días, resulta algo más fácil que si escribiera una novela. Y como dije antes, aquí nadie dice que esté escribiendo obras maestras de la literatura. Y no aspiro a eso porque no creo que el arte, el que sea, deba ser esa cosa inalcanzable que solo los artistas míticos pueden alcanzar. El arte es imaginación y todos la tenemos así que todos tenemos la capacidad de ser artistas.

 Bueno o malo, eso depende del ojo que lo mire y hay miles de millones de ojos que miran. Que ojal le ﷽﷽﷽﷽﷽﷽alo, eso depende del ojo que lo mire y hay miles de millones de ojos que miran. Que ojal sea, deba ser esa cosa inalcaá esos ojos pongan atención porque eso es lo que más necesitamos y no solo como artistas sino como seres humanos. Necesitamos que nos escuchen, que nos sientan y que vean, así de simple. No hay nada peor que sentirse invisible en un mundo en el que, cada vez y por más razones, somos más invisibles que nunca. Sea por nuestra apariencia física o lo que hacemos,  algunas personas ni nos ven y otros, en cambio, son el foco de atención de todos los que están a su alrededor.


 Supongo que seguiré escribiendo hasta que otra estructura reemplace está que me hice a mi mismo. Pronto, por fin, tendré una nueva oportunidad. A veces me da miedo y otras veces me siento con ganas de afrontarlo. Y la verdad es que lo único que quiero es estar tranquilo. Yo no quiero fama o fortuna, lo que quiero es ser feliz y estar en paz conmigo mismo. Y, por supuesto, que me vean y reconozcan que soy alguien porque, debo decirlo, necesito que me vean. Es una necesidad, tal vez innecesaria, pero una necesidad al fin y al cabo. Pero aclaro que estoy bien y que seguiré estándolo mientras pueda respirar y sonreír de vez en cuando. Es lo más importante.

lunes, 24 de agosto de 2015

The ring

   Linda Fox loved to imagine what had happened in the places she cleaned up in the mornings. She usually did ball rooms and other big places but sometimes even big country houses or big rooms in huge apartments. She had learned pretty soon that some people have too much money and also too much time on their hands. She was never there once the music was playing or the guests were arriving but she could picture everything with only cleaning the places. She had learned through her senses the differences between an expensive wine and a cheap wine and between a good perfume and a bad one. Of course, she was no definitive professional on the matter but she felt she kind of knew the people that had been there by only staying in a room for a while.

 She had stumbled into that job after looking for many months. She had been laid off as a secretary on a big firm and, since then, no one would hire her. Linda knew this was because of her age. Not many companies wanted to hire women over forty and she was really lucky to have found that cleaning job. At least she didn’t have to do it on the street or every single day in a house where they would probably not even look at her. In this job, she was called two or three times a week, never more than that and it would always be to clean up places were the rich and famous went. No frat parties or middle class parties with alcohol all over the floor. No, this people were the elite but the elite had no idea how to clean a place up and that’s when they came in.

 Linda would come in with two other women, also aged over forty. And they would just start to clean up: first they would pick up the garbage from the floor, they would put away tables, cutlery and other things might slow down the mopping of the floors. Depending on the surface, they would clean it again with products that left everything smelling just perfect. Normally, they would spend at least three hours there. The three women were very thorough and checked every corner until the venue was even cleaner than before the party or event had taken place. No one would congratulate or anything after that. Their boss would pay them cash and that was it.

 It wasn’t the best job in the world but Linda knew it was the only job she could have gotten at her age. And even young people had trouble getting work so she had to be grateful. Besides, it paid well to service all those rich people. She never saw one of them but she knew they would pay through the nose just for someone to do something they would never do. When cleaning. Linda always loved to imagine she was one of the guests. Of course none of them would have to pick up the trash or mop the floors but her imagination was not going to limit itself because of that. The other women, she knew, did the same thing. After all, they knew they would never have something like that.

 One day, when cleaning a beautiful room in a country house about an hour away from the city, Linda found something very special. It was a ring and it had fell beneath the floorboards. She could see it there, shining beneath her feet as she picked up several papers and plastic plates. She looked at the other too, who were cleaning other points of the room, and tried to imagine a way to get the ring out. There was a small whole on one of the boards and she supposed the small object had fallen through there. She looked around to see if someone was looking at her and then pulled the small board, which was loose. She saw the beautiful shine of the ring and then took it. She looked at it as she had been hypnotized by it.

 It had a big diamond surrounded by smaller emeralds and rubies. They were all there; none had fallen to the ground when whoever had been wearing it had dropped it. One of the women asked Linda for the mop, and she almost dropped the ring to her surprise. She put it fast in her pants pocket and then behaved as normally as she could. Linda didn’t know why she had done that. She had found several other things in the past and had always given them to her boss in order for him to find its true owners. But this time, she wanted the ring for herself. She didn’t really know why, as he had no real chance to wear that ring anywhere and anyone that had any idea about her would know that she didn’t have the money to buy such a beautiful piece of jewelry.

 When work was over, the company sent a car to take them back to the city and she felt the trip lasted several hours but it was only one. She was the first one to exit the car when they arrived and to leave the place as soon as possible. Her work mates didn’t really think that was strange because she had always been like that, a little too private. They actually thought she was too good to even talk to them, or at least she thought that was the case. And both women had decided that they didn’t care about what she did. After all, they paid them when they all showed up for work and id what they had to do. That was it. They didn’t need more than that.

 Linda almost ran home. Once she was inside, she locked the door and closed her bedroom door behind her. She decided to change clothes first and then she would take the ring from her coat and watch it in all its glory. It was not as beautiful now as it had been before with the beautiful sunlight, but it was obvious the piece had an immense value, at least economically speaking. Linda then wondered who would drop such a beautiful ring to the ground and wouldn’t even mind to pick it up? Had it fallen from the finger of a very distracted or drunk woman? It was kind of fun to imagine all the stories behind the ring, as if it was a big adventure that she could imagining easily.

 She felt asleep wearing the ring and, at any moment, felt the urge to return it to the house where she had been cleaning or to her boss. The next day, she chose to take it to a professional jeweler to ask him how much he thought that ring was worth. He lied by telling him that she had just inherited from a dying aunt. The men checked it with various instruments for some time but finally stated that all the pieces were very high quality: the diamond was very clean and pure, probably African. The rubies and emeralds, although smaller, were also of a very high quality. Even the ring as such was made from very light titanium, which wasn’t used very frequently on rings. Linda left as soon as she knew more and also because she realized the man didn’t believe the story of her old aunt.

 Beside, she told her something she had not seen before. Inside the ring there was an inscription. It was a full name: John William Hammond. The men looked at Linda as if he wanted to know who that person was but she just lied again and said it was her aunt’s husband. Then she took the ring, gave the man some bills and left in haste. She returned home and looked at the inscription closer. It had to be looked in a certain way but there it was. The name of a man in woman’s ring. So maybe this was a ring someone had used to propose marriage. Linda couldn’t believe how romantic her story turned out to be.

 She decided to find out about every detail she could about the owners of the house she had cleaned that day. Apparently the family that owned it also owned several vineyards and other types of crops and plantations around the country. But their most well known product was wine. She also found out that the eldest daughter had recently married to a man that owned half of the biggest retail company in the city. She found a gossip magazine with every picture of the vent. Surprisingly, it had taken place very recently, only a couple of days after she had cleaned up the country house and found the ring. Then, she looked for the name that was inscribed in the ring but that proved to be a bit harder. She had to go through various gossip pages on the Internet to finally find the name.

 Once she did, however, she gasped. John William Hammond was not who she thought it was going to be. Linda was already making him a banker or a renowned tennis player or even a movie actor. But no. John William Hammond was nothing more than junior lawyer in a firm that had helped of the vineyards through a rough time. Apparently, it was his team that had stopped a very large company from securing that particular vineyard. Apparently there was a huge problem with the land. But the man was just a lawyer and they only mentioned him in one article of an economic journal.


 His name was on a ring and then, again, Linda invented a wonderful story about him been an underdog in love with the lady of society. She thought that maybe they had had an affair but she had finally effused him in favor of an even better position and money. She had been the one that had chosen the easier road. Linda slept thinking of them without ever finding out the truth, which was a lot sadder but more real. But sometimes reality is not as important as the realities we can invent with it, even more when things have already happened and no one can change them.