viernes, 5 de mayo de 2017

Él y los cambios

   No sabíamos muy bien como o porqué, pero habíamos terminado sobre mi cama, besándonos como si fuera nuestra última oportunidad de hacerlo. No era algo romántico y seguramente nunca iba a ser más que solo algo de un día, una tarde para ser más exactos. Tras cinco minutos, estábamos sin una sola prenda de ropa encima y la habitación se sentía como un sauna. Así estuvo el ambiente por un par de horas, hasta que terminamos. Él se fue para su casa y yo ordené la mía.

 Me había dicho a mí mismo que era algo pasajero, algo que no podía funcionar. Pero de nuevo, el viernes siguiente, estábamos teniendo sexo en su habitación. Estaba tan emocionado por lo que hacía en el momento, que en ningún instante me pregunté como había llegado hasta ese punto. Y con eso me refiero a llegar físicamente, pues Juan no vivía muy cerca que digamos pero yo estaba ahí como si fuera mi casa. Se hacía tarde además pero no me preocupé por nada de eso toda la noche.

 Lo curioso es que no hablábamos nunca. Es decir, no nos escribíamos por redes sociales, no nos llamábamos por teléfono ni quedábamos para tomar un café o algo parecido. Para lo único que nos contactábamos, y eso solía ser solo por mensajes de texto bastante cortos, era para tener sexo y nada más. Incluso ya sabíamos como escribir el mensaje más corto posible para poder resumir nuestros deseos personales en el momento, lo que nos tuviera excitados en ese preciso instante.

 Cuando le conté a una amiga, me dijo que le daba envidia. Seguramente era porque ella y su novio habían estado juntos por varios años y ella nunca había tenido un tiempo de salir con otras personas. Siempre había estado con el mismo hombre y se arrepentía. Eso sí, siempre aclaraba que lo amaba hasta el fin del mundo pero me decía, siempre que tenía la oportunidad, que le parecía esencial que la gente joven tuviese esa etapa de experimentación que ella no había tenido.

 Yo siempre me reía y le decía que mi etapa había durado casi treinta años y parecía que seguiría así por siempre. Me decía que en el algún momento, en el menos pensado de seguro, sentaría cabeza y decidiría vivir con algún tipo y querría tener un hogar con él e incluso una familia. Solo pensar en ello se me hacía muy extraño pues en ningún momento de mi vida había querido tener hijos ni nada remotamente parecido a una familia propia. Con mis padres tenía más que suficiente. Y respecto a lo de tener un hogar, la idea era buena pero no veía como lograría eso.

 Curiosamente, la siguiente vez que me vi con Juan, sentí que había algo distinto entre los dos. No en cuanto al sexo, que fue tan entretenido y satisfactorio como siempre. Era algo más allá de nosotros dos, de pronto una duda que se me había metido a la cabeza, algo persistente que no quería dejarme ir. Esa noche fue la primera vez que le di un beso de despedida a Juan, en su casa. Se notó que lo cogí desprevenido porque los ojos le quedaron saltones.

 Apenas llegué a casa, me puse a pensar porqué había hecho eso. Porqué le había dado ese beso tan distinto a los que nos dábamos siempre. Habíamos sido suave y sin ninguna intención más allá de querer sentir sus labios una vez más antes de salir. No tenía ni idea de cómo lo había sentido él pero yo me di cuenta que había algo que me presionaba el pecho, como que crecía y se encogía allí adentro. Prefería no pensar más en ello y me distraje esa noche y los días siguientes con lo que tuviese a la mano.

 La sorpresa vino un par de días después, un fin de semana en el que Juan llegó a mi casa sin haber escrito uno de nuestros mensajes con anterioridad. Había tormenta afuera y, cuando lo dejé pasar, me dijo que había pensado en mi porque sabía que vivía cerca y no parecía que la lluvia fuera a amainar muy pronto. De hecho, un par de rayos cayeron cuando le pasé una toalla para que se secara. Le dije que podía quedarse el tiempo que quisiera y le ofrecí algo caliente de beber.

 Fue mientras tomábamos café cuando me di cuenta que ese sentimiento extraño había vuelto. Estando junto a él, de pronto sentí esa tensión incomoda que se siente cuando uno es joven y esta al lado de la persona que más le gusta en el mundo. Hablábamos poco, casi solo del clima, pero a la vez yo pensaba en mil maneras de acercarme y darle otro beso, este mucho más intenso, ojalá con un abrazo que sintiera en el alma. No me di cuenta de que lo que pensaba no era lo de siempre.

 Por fin, le toqué la mano mientras estábamos en silencio. Fue entonces que todo sucedió de la manera más fluida posible: él se acercó y me puso una mano en la nuca y yo le puse una mano en la cintura y nos besamos. No sé cuantos minutos estuvimos allí pero se sintió como una eternidad. Y lo fantástico del caso, al menos para mí, es que solo fue un beso. Eso sí, fue uno intenso y lleno de sentimiento que no entendimos por completo en el momento. Nuestras manos, además, garantizaban que la totalidad de nuestros cuerpos estuviesen involucrados.

 Y sí, como en todas las ocasiones anteriores, terminamos en mi habitación. Con la tormenta como banda sonora, fue la primera vez que hicimos el amor. Ya no era solo sexo, no era algo puramente físico y desprovisto de ese algo que le agrega un toque tan interesante a las relaciones humanas. Recuerdo haberlo besado mucho y recuerdo que su cuerpo me respondía. Nuestra comunicación era simplemente fantástica y eso era algo que jamás me había ocurrido antes, ni con él ni con nadie.

 Cuando terminamos,  y eso fue cuando ya era de noche, nos quedamos en la cama en silencio. Estábamos cerca pero no abrazados. Eso también era un cambio, pues normalmente ya nos hubiéramos levantado y cada uno estaría en su casa. Pero esa vez solo nos quedamos desnudos escuchando los truenos y a las gotas que parecían querer hacer música contra el cristal de la ventana. No diría que era romántico. Más bien era real y eso era lo que ambos necesitábamos con ansías.

 Eventualmente nos cambiamos. Mientras él buscaba su ropa por la habitación, le propuse pedir una pizza. Él dudó en responderme pero finalmente asintió. Pareció reprimir una sonrisa y son supe muy bien como entender eso. En parte porque no entendía porqué lo haría pero también porque estaba distraído mirando su cuerpo. Siempre me había gustado pero ahora lo notaba simplemente glorioso, de pies a cabeza. Juan era simplemente una criatura hermosa.

 La pizza llegó media hora más tarde. Estaba perfecta para el clima que hacía en el exterior. Mientras comíamos, hablábamos un poco más pero no demasiado. Hablamos de cosas simples, de gustos en comida y de lugares a lo que habíamos ido. Compartimos pero no demasiado, no era correcto hacer un cambio tan brusco y en tantos sentidos. Parecíamos estar de acuerdo en eso, a pesar de no haberlo acordado. Apenas terminamos la pizza, se fue aprovechando que la tormenta había terminado.

 El resto de la noche me la pasé pensando en él, en su cuerpo, en como se sentía en mis manos y en mi boca. En lo perfecto que lo encontraba y esos sentimientos nuevos que habían surgido de repente pero no que no quería dejar ir ahora que los sentía.


 Lo trágico es que nunca lo volví a ver. Nunca respondió mi siguiente mensaje y no me atreví a buscarlo en su casa. Años después lo vi saliendo de un edificio con otra persona y pude ver que era feliz. Por fin sonreía, no se ocultaba. Habría hecho lo imposible para que esa sonrisa fuese para mí, pero ya era tarde.

miércoles, 3 de mayo de 2017

My sister's visit

   We did not expect her. There was no reason to do that, especially after we had buried her only a couple years back. When she rang, the doorbell did that strange repetition, the way it sounded back when she was alive. When our mother opened the door, she stood in front of her for a long time. Then, almost in slow motion, she fainted. I ran towards her and checked for bruises, trying to wake her up and the same time. I had neglected to look at the door and at the person standing right there.

 She came in as my mother recovered her senses and started crying for no apparent reason. I told her to relax and, as I could, I helped her to the couch, where she could be much more comfortable. Then, I realize the door was still open, so I walked towards it and closed it. When I turned around, it was as if I had a vision. I saw my father, by the window, holding my sister’s hand. He looked at her as if it was the very first time he was looking at her brown eyes and long hair.

 The vision was special, as they were both standing against what little light entered the apartment. It was raining a lot outside and we hadn’t turned on the lights inside the house. The vision was so special; that I absolutely forgot about my mother in the couch or that my sister couldn’t be there because she was dead. But it was my mother who dragged me to the real world when she asked, almost in a whisper, what my sister was doing there. Strange enough, my sister laughed.

 It was a very particular laugh. Not a loud one at all. To be honest, the sound seemed to be coming from a place much farther than the living room next to the window. I walked towards her and then I saw her body very next to mine. My response came in without intention, just from deep within my soul: I started crying profusely. Think tears ran down my face and landed on the floor making a very particular sound. I noticed my father was also crying and my mother had fallen silent.

 It was her, walking slowly from the couch to the window, who looked at my sister and asked her if she was doing fine. The question was exceedingly strange but my sister had no problem answering it. She told us she was perfect, had never been better, but that she had been granted a special permission to visit us. Apparently, after you die, you get to come back once, wherever and whenever you choose. She had decided that was the perfect time to come and visit us. We asked her why and she explained it had seem like the best moment to her.

 That answer confused me a lot but it didn’t seem to mind my parents. Their faces denoted happiness beyond anything they had felt in a long time. It was sad to realize, but I hadn’t been enough for them to be happy about. To be fair, I didn’t really bring a spark of joy into the house. My sister, on the contrary, had always been full of life and that was apparently still true, even if the statement was particularly strange at the moment. She had always been their baby girl.

 Of course, it did help that she was their first one. Her death had been very hard on everyone. She was a very young woman still and no one had ever predicted she would die so soon. It was all because of a car crash, a horrible event that lived in their memories as a scar that won’t go away. She had been the only victim of that accident, which made everything feel even more unfair and horrible that it already was. She had been pronounced dead right on the spot, before anyone could see her.

 We decided, or rather, my parents decided they wanted to have a small funeral for her. They did not want a huge amount of people to be there only to gossip and to cry like crazy when they had never really liked her or known her as they had known her. So we had a very private ceremony, a really silent one. I wanted to ask her about it but it felt wrong not to enjoy her presence instead of asking things that didn’t made a difference anymore. I decided to put the teapot on the stove.

 My parents sat down with her on the couch. They touched her hair and her hands and fondled her face.  They didn’t talk much and the only thing they said was that she was beautiful and smart and the best daughter they could ever have. Her face was very white and her expressions were a little bit… dead. It was as if her attitude reminded them that she was actually dead and she was only there for a while. But they didn’t care because it was an opportunity they never knew they had.

 They talked about the past while drinking tea. She had some and loved it, it was the only authentic expression of joy she showed. They spent a long while in silence and then my mother realized she could do something for her right there. She decided to cook my sister her favorite meal, so both of them stood up and almost ran to the kitchen. In minutes, they were pots on the fire and chopped vegetables, as well as meat cuts waiting to be put on very hot pans. It was a beautiful sight, one of warmth and happiness, never minding the storm outside.

 My father was very silent the whole time and he just looked at them while they cooked. Tears went down his face every so often, in complete silence. He was obviously beside himself to have his daughter for a while. But I knew he was asking himself the same questions I was asking: for how long was she going to stay? And, what will happen when she leaves? Remembering her visit would be a privilege but it honestly didn’t seem to be something mortals would be allowed to have.

 Some time later, I helped them serve and we had a very tasty lunch at the dining table, as we used to when we were younger. As back then, we laughed and told different stories. We also ate all of the food, which was delicious and made me realized I wasn’t dreaming or at least it didn’t seem like it. We didn’t turn on the lights for lunch and it was clear my sister didn’t care for light at all, as the sight of thunder outside made her appearance much less beautiful that minutes before.

 We continued talking, remembering the past, even after we finished the food. Mom served coffee and cookies, the ones my sister used to love. She drank it all and ate several cookies. My mother was absolutely happy and it was clear she didn’t want the day to end. It was clear none of us had veer wanted something like this to happen, but now that it had we didn’t want this beautiful dream to end. We wanted my sister, their daughter, back from where she was, forever.

 But that wasn’t possible. A few hours later, my sister asked to go to her room. My parents hadn’t changed anything there, going to the extent of closing the room since her death and never opening it again. Apparently, she wanted to have a nap, feeling exceedingly tired. We all looked at each other, knowing that it was probably the sign that indicated she had to leave very soon. We all helped her into bed and sat besides her, my mother even singing a lullaby from our childhood.

 My sister fell fast asleep in seconds. For some reason, we all started crying in silence, as we realized that her body had disappeared in the glimpse of an eye. She wasn’t there anymore, we couldn’t feel her anymore and it was horribly devastating.


 It was in that moment, when I felt that pain in my heart, when I woke up from that dream. The first thing I felt, beside my heart in pain, was a single tear running down my face and landing on my pillow. I almost couldn’t breath, as I had seen her one more time.

lunes, 1 de mayo de 2017

No eres la persona apropiada

Palabras que he oído, o más bien leído más de una vez.
Me tienen cansado pero no haya nada que hacer al respecto.
Las tendré que oír una y otra vez, y más que eso,
hasta que las deje de escuchar o las ignore de alguna manera.

Elegí escribir en estilo de poesía hoy por capricho,
Pues no sé nada de poesía y se nota.
Pero me dio por este lado porque la frustración,
Toma formas que a veces no entendemos pero así son.

No prentendo que a nadie le gusten estas palabras
Pues la mayoría de las personas ya tiene la vida arreglada,
Sea por convicción propia o por la de otros.
Los felicito por eso.

Escribir no tiene porqué tener sentido y por eso he elegido hoy,
esta manera y por este medio, decirles lo que pienso y siento.
Pero lo que pienso no puedo revelarlo por completo,
Y lo que siento es imposible hacerlo entender con exactitud.

Volviendo a lo anterior, tengo que decir que he decidido,
Con mucha convicción y con pocas opciones,
Que no puedo vivir así para siempre
Pero que tampoco puedo darme por vencido.

Eso de darse por vencido tiene muchas maneras de ser,
Así que si lo hago debo de tomar el camino más fácil,
Porque no tendría mucho sentido dejarse vencer
De una manera que lo desafie a uno una vez más.

Ya ni sé lo que estoy diciendo, nunca lo tengo claro.
Lo que si es como un cristal, sincero y simple,
Es el hecho de que no sé que hacer y al mismo tiempo
Sé perfectamente cual es la única manera de salir de este estado.

Ojalá fuera tan simple todo, como con los demás,
Porque o todos lo tienen simple o todos son actores excelentes.
No me importa porque al fin y al cabo no viven mi vida,
Que es la que me interesa por obvias razones.

Además está eso de imaginarme cosas cuando me voy a dormir,
Y eso no puede ser sano, de ninguna manera.
Sobre todo cuando no hay razones para tanta soñadera,
Ni por mucha imaginación que tenga y tengo.

Sentir el calor de otra persona sería lo mejor
Pero no quiero arrastrar a nadie a mi mundo.
No sería justo hacer algo así, pues nadie más tiene culpa.
Prefiero ser solo yo que cargar con peso extra.

 Hay quienes dicen que eso no es decisión mía,
Que el amor llega así de una manera que uno…
El caso, que llega y ya. Pero es todo mentira.
Nunca sucede en lo que uno no cree.

Eso del amor a primera vista, o como le quieran llamar,
Es un montón de babosadas para darnos esperanzas.
Supongo que yo ya no tengo de esas.
Y al fin fin y al cabo, ¿a quien carajos le importa?

Ciertamente no a mi. No puedo dejar que todo importe,
No demasiado pues es un arma de doble filo.
Ni el amor ni el trabajo ni nada puede llegar tan hondo,
Pues si eso sucede podría ser fatal o peor.

Puede que eso suene demasiado dramatico,
Pero yo que culpa tengo que si así son las cosas.
Y no me molesta serlo pues es lo que hay,
Y soy bueno exagerando y con las tonterías.

Ese mundo de los sueños al que me meto seguido,
Es uno que me da un lugar tranquilo que visitar.
Creo que es necesario para no enloquecer,
Para poder persistir, seguir aquí.

No los aburro más con todo este sin sentido.
Elegí este día festivo para escribir así, raro.
Raro para mí en todo caso.
Espero que no haya sido demasiado.

Y bueno, si fue demasiado, ustedes tomaron la decisión.
Ahora ya saben que se siente.