Sin ropa, completamente desnudo, me he
podido dar cuenta de quién soy. Puede sonarle extraño a aquellos que se ocultan
detrás de su ropa, detrás de sus vidas programadas y de lo que saben y quieren
y conocen. Pero para mí, estar sin ropa es una manera de volverme más fuerte
porque no hay nada que me puedan quitar fisicamente cuando no tengo nada
puesto. Es como un escudo que se activa solo cuando estoy desnudo, como un
poder secreto que me gusta creer que tengo, como uno de esos héroes de las
películas.
Me
gusta quedarme desnudo un rato después de salir de la ducha. Me acuesto en la cama boca arriba y miro el
techo como si mi vida apareciera allí, hecha película, proyectada a un ritmo
vertiginoso. Me pongo a pensar en todo lo que me hace dudar y en todo lo que he
hecho que está mal. No soy una persona perfecta, de hecho creo que soy
exactamente lo contrario. He cometido muchos errores, incluso sabiendo que los
cometía y más de una sola vez. No tengo disculpas en la mayoría de los casos.
Sin embargo, no creo que nadie pueda juzgarme
por eso. Todos hacemos cosas y tal vez lo que yo haya hecho sea peor pero no
puedo torturarme todo el tiempo por las estupideces que hago. Simplemente nadie
puede vivir así o sino respirar se haría tan dificil que cualquier día de estos
se amanecería muerto en esa misma cama donde a veces se duerme de una manera
tan relajada. Aunque otras… Otras noches no son tan tranquilas y cerrar los
ojos se convierte en una tarea monumental.
Cuando estoy sin ropa, la verdad siempre tengo
los ojos abiertos. Además, trato de sentir todo lo que tengo alrededor, cada
roce, cada brisa y cada recuerdo o pensamiento que parece materializarse a mi
lado. Es algo muy extraño y no pretendo que todo el mundo lo comprensa, pero es
algo que me ha ayudado por mucho tiempo y no pienso dejarlo de lado ahora. No
ahora que necesito estabilidad más que nunca, no en momentos como estos en los
que todo parece no dejar de moverse.
Es en esos momentos, después de limpiar mi
cuerpo, en los que analizo varios cosas relacionadas al hecho de estar desnudo
en mi habitación. Una de esas cosas es que mi relación con mi cuerpo ha
cambiado constantemente a lo largo de mi vida. Algunas personas creen que lo
que hago es solo exhibicionismo y que lo único que deseo es que la gente me
mire y me ponga atención. ¿Y saben qué? Tal vez tengan razón. Pero la verdad es
que es algo más complejo, que no se puede explicar en una conversación de café.
Toma más tiempo y un interés que nadie nunca ha mostrado.
Muchos creen que me encanta mi cuerpo o mi
manera de ser, solo por el hecho de tomarme fotos así desnudo, tapando las
partes claves para no ser expulsado de todas partes por las armas vivientes de
la moral y las buenas costumbres. No, no tengo el cuerpo de aquellas estrellas
de las películas para adultos ni soy ese con el que quisieran amanecer, ni uno
ni muchos días en el año. He oído palabras amables a lo largo de mi vida pero
la mayoría son solo eso, palabras que tratan de alterar una verdad muy rigida.
Este es un mundo en el que cada persona sabe
muy bien si entra o no en los parametros de belleza preestablecidos, no es un
misterio de la vida ni algo imposible de descifrar. Y no estoy diciendo tampoco
que esté de acuerdo con todas esas reglas estupidas que muchos, al final del
día, ignoran olimpicamente. El punto es que entre hombres homosexuales, como
yo, es innegable el hecho de que la apariencia física es uno de los factores
más importantes a la hora de encontrar una pareja.
Cuando digo pareja me refiero a cualquier tipo
de interacción, sea sexual o romántica o ambas. El punto es que entre hombres
que gustan de hombres, el físico es más importante y eso incluso entre los que
tienen gustos que se salen de las normas de la belleza dictadas por revistas y
personas que tienen en mente solo sus gustos personales y no los de las
personas que conforman el diario vivir como lo pueden ser ustedes o lo puedo
ser yo, o la cajera del supermercado o el conductor del bus.
El punto es que sé quién soy y no me miento a
mi mismo acerca de ello. Me hace gracia los que se ofenden y se indignan al
oírme decir cosas de este estilo, como si todo fuese producto de una
alucinación mía causada por el hecho de que nunca he tenido una relación
estable o incluso de que mi busqueda infructuosa de trabajo me tiene tan mal
que empiezo a decir una sarta de estupideces por pura falta de oficio. Y no, no
lo dicen así pero a veces las acciones y actitudes hablan por si solas.
Además, lo he vivido. Tanto hombres promedio
como hombres que entran en las normas de belleza actuales, todos ellos siempre
elijen la segunda opción si pasa que yo soy el primero en la lista de solo dos.
Me ha pasado y lo he visto en mi cara, y por eso me ofende cuando alguien no
cree que sea algo que suceda de verdad. Tal vez es porque la gente no se da
cuenta lo ofensiva que puede llegar a ser o de pronto es que las personas, los
hombres homosexuales, simplemente no quieren que se creen más estigmas a su
alrededor, no cuando ya se tienen tantos y tan negativos.
Pero mi lucha personal no tiene nada que ver
con que me gusten los hombres y suceda que yo tengo un pene en mi calzoncillos.
No tiene nada que ver con el hecho de que uso mi cuerpo, me uso a mi mismo,
para probar que este empaque imperfecto sí tiene una importancia en la vida y
la ha tenido en la mía. Y es cierto que la actitud cambia la manera en como la
gente te percibe pero a veces ni la personalidad más explosiva es cambiar de
contrarestar lo que nunca va a cambiar, por mucho que se intente.
El que dijo eso de que la belleza interior es
lo que cuenta, seguramente era ciego o vivía una vida muy recluida. Todo entra
por los ojos en este mundo y más aún ahora, en este mundo moderno en el que
todo es visual y no se puede escapar a que nos quieran vender algo, sea un
producto real o una idea abstracta de lo que tal vez queramos para nuestras
vidas. Abran los ojos y vean quienes usan para meternos todo por los ojos, sean
toallas para el baño o unos suspensorios para usar en el gimnasio.
Sí, tengo problemas con mi aspecto físico. No
sé si todos los tengamos pero dudo que así sea. Solo los que quieren
contentarse dicen eso pero la verdad es que hay unas personas que obviamente
jamás tienen que preocuparse como se ven, no es algo que ocupe su mente. Para
otros, en cambio, es muy diferente porque siempre tienen que estar pendientes
de lo que se ponen, de lo que tienen encima. ¿Como no tener problemas con mi
aspecto físico si todo lo que veo a mi alrededor me dice que no soy suficiente?
Y antes de que me recomienden ir a un
sicologo, el médico que vive de sacarle dinero a los idiotas, les aviso que
esos problemas nunca desaparecen. No es que un día, después de años de terapia
intensiva, se deje de pensar de golpe que se está muy gordo o muy feo o muy
débil o lo que sea. La vida no funciona así y menos aún en este planeta, es
esta sociedad en la que vivimos todos y a la que no podemos escapar, hagamos lo
que hagamos. Es algo con lo que hay que vivir y hay que saber manejarlo.
Por eso me desnudo, por eso tomo las fotos que
tomo, por eso hago lo que hago a veces. Simplemente intento hacer lo mejor que
puedo con lo que tengo y eso abarca todo lo que soy, no solamente lo físico.
Pero este cuerpo, esta carne con huesos y grasa y piel, todo eso es lo que ve
la gente cuando me acerco, cuando estoy en una entrevista de trabajo o quiero
convencerlos de que tengan sexo conmigo. Esto es lo que ven y lo que sea que
haya en mi interior, toma tiempo conocerlo y es igual con cualquier ser humano
medio complejo.
Tal vez todo esto solo sea aire para la
mayoría pero dije lo que dije y aquí está.