Era increíble que tuviera miles y miles de fotos guardadas en su computador. Estaba seguro que había limpiado su disco duro recientemente pero aparentemente ese no era el caso. Había fotografías de hacía pocos días, muchas desenfocadas, o mal tomadas o con errores tontos.
Carpetas y carpetas marcadas solo con la fecha y se supone que tenía que encontrar una sola, la que la modelo quería para presentarla ante un agencia. La mujer era insoportable pero le había hecho tantos favores a Luis, que hubiera sido una vergüenza no ayudarle.
El fotógrafo de unos 35 años buscó y buscó. No fue fácil porque ese mismo día había visto por lo menos a seis modelos, así que había seis carpetas, cada una llena de fotos. Y tenía que revisarlas todas porque cabía la posibilidad de que la foto deseada estuviera mal ubicada.
Al abrir la cuarta carpeta, después de revisar sin éxito otras tres, se pegó un autentico susto. Eran las fotos de un joven modelo que, según Luis recordaba, estaba empezando en el mundo de las pasarelas y publicidades y quería fotos donde se pudiera notar su rango.
El joven era bastante guapo y era un modelo nato, no había nada que se le pudiese criticar. A excepción de lo que encontró Luis en la carpeta: varias fotos del modelo desnudo, en posiciones bastante sugerentes y provocadoras.
Luis no podía negar que se veía igual de bien sin ropa que con ella, pero se preguntaba en que momento habían sido tomadas las fotos. Obviamente no había sido él y se supone que su asistente revisaba las tomas cuando las pasaba al disco duro.
Tomó su celular y llamó a Vanessa, su asistente. La joven parecía estar en un lugar con mucha ruido ya que Luis tuvo que retirar el celular de su oído. Como pudo, le preguntó sobre si recordaba al modelo y si había visto las fotos de ese día.
La memoria de Luis era un desastre: resulta que ese día ella había tenido que irse temprano, así que él mismo había pasado las fotos. Ella preguntó el porque de la llamada pero Luis prefirió no elaborar mucho sobre el tema y colgó pronto.
Recostándose en su silla, Luis se esforzó por recordar. No, no se acordaba de haber pasado él mismo las fotos. Seguramente lo hizo automáticamente y ni se fijó. De lo que sí se acordó fue de que había tenido que salir por unos minutos del estudio y había dejado solo al joven, por unos diez minutos máximo. Al parecer el chico había tomado ese momento para tomarse las fotos.
No eran más de 10 fotografías y, por los datos de fecha y hora, habían sido tomadas en un corto lapso de tiempo.
En todo caso, Luis no se explicaba porque el modelo había decidido tomarse esas fotos y dejarlas allí guardadas. Era obvio que quería que alguien las viera. Vanessa no había estado ese día, entonces no eran para sus ojos. Eran para los de Luis, obvio.
Había otra cosa, algo más extraño que las fotos, si es que puede decirse. Luis recordaba, y viendo las fotos también, que cuando el chico había entrado se le había hecho conocido. Esto era extraño porque él no recordaba conocer a un joven como ese. Era la primera vez que lo veía, y no había manera de haberlo visto antes en algún evento ya que el mismo joven había dejado claro que no había participado en desfiles ni ninguno de los eventos a los que Luis iba como invitado.
De pronto se dio cuenta de algo: en una de las fotos, el joven sostenía un papel. Por la luz lo escrito era apenas visible pero, con su habilidad con varios programas, Luis pudo mejorar la imagen al punto de hacer más visibles los números que estaban escritos en el papel. Era un número de celular.
Sin dudarlo, Luis marcó el número y esperó. Los nervios eran bastantes, y él no entendía porque.
- Aló? - dijo él cuando contestaron.
La voz del otro lado rió.
- Pensé que nunca me ibas a llamar.
- Apenas hoy supe tu numero. Porque me lo dejaste?
El joven dudó en hablar por un segundo pero entonces preguntó:
- No te acuerdas de mí?
Luis, por raro que parezca, sentía algo extraño y no le gustaba.
- No.
- Llámame cuando lo recuerdes.
Y el joven colgó. Y esa acción hizo que Luis recordara: la voz, la cara familiar, las fotos. Todo cuadraba.
El recuerdo que vino a su mente era de un día de lluvia, durante sus años de trabajo en empresas. De eso hacía casi siete años. Ese día estaba en cama pero no solo sino con un joven que había conocido en un concierto. Tenía apenas 18 años y soñaba con ser un gran cineasta.
Luis recordó que hablaron de la fotografía. Discutieron porque el chico pensaba que los modelos eran una herramienta para manipular a la gente y Luis decía que no había nada más hermoso que un modelo masculino.
Se vieron por varios meses, durante los cuales discutieron bastante sobre sus diferentes visiones de la moda y de la belleza. Hasta que un día el chico desapareció. Luis entonces tendría una relación de varios años con una fotógrafa y no se acordaría más del joven.
Lo llamó después de tomar un café. Pero el chico ya no contestó. Luis intentó al menos una vez cada día por varios días pero nunca pasó nada.
Solo un día, meses después, Luis recibió por correo una revista que no había pedido. Era un catalogo de ropa de lujo y el modelo era el chico de las fotos. Aquel que él había rechazado, que solo había sido un compañero sexual para él, no más que alguien con quien tomar, fumar y, más que todo, solo tener sexo.
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