Hasta donde sé, a nadie le enseñan a
respirar. De pronto haya máquinas que ayudan a hacerlo y otras que incluso
hacen todo por alguien que no puede valerse por si mismo, pero a respirar como
tal, nadie enseña. Es algo que cada ser humano debe hacer por si mismo y debe
asimilar en su vida como un proceso tan simple que ni siquiera deberíamos
darnos cuenta cuando lo hacemos. Obviamente, la cosa no es tan así. Hay veces
que lo notamos bastante pues, al ser seres conscientes del mundo que nos rodea,
queremos estar pendientes de cada una de las cosas que suceden a nuestro
alrededor y en especial aquellas que ocurren dentro y con nosotros. Allí está
la respiración y demás funciones del cuerpo como el trabajo del corazón, que no
vemos pero sentimos.
Respirar no solo se trata de inhalar y
exhalar, aunque esa es la base física del asunto. Respirar es vida, es aquel
pequeño gran detalle que marca la diferencia entre nuestra existencia y nuestra
extinción. Es algo que puede parecer muy exagerado pero resulta que si dejamos
de respirar, si nos tapamos la boca y la nariz, si estamos en un contexto sin
aire, simplemente dejaremos de vivir. No es algo que nadie sepa, pues todos
sabemos lo importante que es seguir respirando, incluso cuando no lo hacemos de
manera consciente. De hecho, hay cosas del cuerpo que nos preocupan más como el
estado del corazón, de la sangre y de los muchos órganos internos que también
hacen lo propio para que sigamos estando.
Pero todos ellos garantizar el bienestar, más
no la vida misma. Los pulmones procesan el oxigeno pero primero tenemos que
haber respirado para que ese aire pase hasta esas instancias. Si no lo hacemos,
pues no pasa nada y todo muere porque todo lo que tenemos dentro depende del
simple acto de respirar. No es increíble? Construimos tantas cosas y nos
creemos creadores del universo, pero la verdad es que seguimos siendo unos
seres vivos bastante sensibles pues si nos quitan solo esa cualidad, ya estamos
muertos sin remedio y no hay nada que nadie pueda hacer al respecto. Hay
aparatos para respirar bajo el agua e incluso para respirar en el espacio donde
no hay nada, pero no hay nada que reemplace la respiración como fuente de vida.
Además, como dije antes, no se trata solamente
de lo físico. Nuestra respiración cambia cuando tenemos problemas, cuando nos
sentimos preocupados. tristes y felices. Es una marca con la que los demás
pueden saber que nos pasa sin siquiera preguntarnos. Un par de respiraciones
profundas al mirar a alguien ya dicen mucho de lo que puede estar pasando y se
trata solo de un acto natural que se ve afectado de manera importante por un
simple sentimiento que no es nada comparado con la complejidad y la importancia
de la vida que hay en el aire.
El amor está entonces conectado a la
respiración. Respiramos profundo al ver a la persona que nos gusta, se acelera
nuestra respiración cuando estamos nerviosos y es casi ausente cuando estamos
en la búsqueda del placer. Incluso hay personas que saben cuando no respirar
para poder darles placer a su pareja, sea bajo la forma que sea. La
respiración, la vida en este caso, está completamente ligada al sentimiento,
sea la pasión o el amor, y a la potencial oportunidad de reproducción. Lo que
es bastante curioso porque podríamos concluir que la vida, generada por el oxigeno
inhalado, ayuda a dar vida a otro ser que vivirá exactamente de la misma
manera, inhalando y exhalando como nosotros sin parar, todos los días de su
vida. Todo es un ciclo eterno.
En el sueño ocurre lo mismo. Nuestra capacidad
de respirar se ve afectada, en este caso, por cosas que ni siquiera están
ocurriendo, solo en nuestra mente. En este caso, las funciones se entrecruzan
pues la mente es tan poderosa para controlarnos por completo pero, una vez más,
es inexistente si no hay ayuda del aire que nos rodea. Cuando estamos en un
sueño, somos mucho menos conscientes de nuestra función vital y es tanto así
que nuestra respiración en el sueño y en la realidad es siempre diametralmente
distinta. En el sueño puede ser calmada pero según lo que estemos viendo o
viviendo allí, la respiración física real puede estar sustancialmente acelerada
y mucho más visible, por decirlo de alguna manera.
Tal vez lo más desafiante para el ser humano
es estar en situaciones que lleven al extremo su capacidad de respirar con
normalidad y, por lo tanto, su capacidad de sobrevivir. Hay personas, por
ejemplo, a las que les gusta bucear sin ningún tipo de aparato que les ayude a
respirar. La mayoría lo hace con el debido equipo pero, como seres humanos,
siempre hay algunos que les gusta ir al extremo, los gusta sentir cada
milímetro de sus cuerpos bajo la presión de vivir, al menos por unos instantes,
en esa línea entre la vida y la muerte. Bajan nadando hasta cierta profundidad
y allí la presión y la falta de poder respirar se hace evidente, pero ellos
soportan y tratan de vivir donde no se puede vivir.
Podemos empujar a nuestros cuerpos al extremo
todo lo que queramos pero en algún momento hay un quiebre y las cosas siempre
terminan por volverse añicos. Nuestros cuerpos, por mucho que no nos queramos
dar cuenta, son vehículos bastante bien diseñados pero extremadamente sensibles
a casi todas las variaciones que pueden haber en la naturaleza. No podemos
soportar mucho frío ni mucho calor, ni poco oxigeno ni mucho oxigeno, ni poca presión, ni mucha presión… No somos
perfectos y nuestro cuerpo lo es aún menos. Es sorprendente, eso sí, pero no
indestructible y tiene muchas fallas que ya son individuales y que cada uno
tiene que averiguar. No todos pueden bucear sin equipo, por ejemplo.
Por mi parte,
solo estoy consciente de respirar cuando tengo alguna preocupación. Es
curioso pero solo en esos momentos, cuando inhalo de manera exagerada, me doy
cuenta del sencillo poder que tiene una acción tan simple sobre mi existencia.
Como todo el mundo, he intentado ver cuanto tiempo puedo durar sin respirar y
los resultados nunca son muy alentadores. Es ahí cuando uno se da cuenta de que
no es ningún súper héroes, de esos que vuelan entre las estrellas o debajo del
mar. Somos mucho más simples y sensibles y no podemos darnos el lujo de dañar
lo que tenemos, sea el aire o el cuerpo. Así que cuando respiro, cuando soy
consciente de ello, trato de hacerlo bien.
Eso supongo que depende de la persona pero
normalmente es inhalar por la nariz y exhalar por la boca. Se supone que eso le
calma a uno los nervios y lo ayuda a relajar el cuerpo para no crear tensiones
innecesarias. En varias ocasiones he tenido que usar esa simple pero muy
efectiva técnica para hacer que el cuerpo se relaje y deje salir la tensión e
incluso las preocupaciones, que no son algo físico pero a veces se siente como
si lo fueran. Todos hemos sentido esa
falta de aire, esa presión en el pecho que parece querer ahogarnos. Lo triste
es que somos nosotros mismos, es una reacción que solo nosotros como dueños de
nuestros cuerpos podemos regular, nadie más lo hará por nosotros.
Eso sí, me encanta estar consciente de la
respiración cuando estoy buscando la relajación total. También todos lo hemos
hecho, o al menos lo deberíamos hacer al menos una vez: tumbarnos en algún
sitio y simplemente respirar controladamente y de manera adecuada y, de esa
manera, ir recorriendo mentalmente el cuerpo, siendo consciente de cada rincón
de nuestro físico. Nada interno, por supuesto, pues nuestro nivel de conciencia
tiene limites bastante evidentes, pero la relajación total nos da herramientas
para conocernos mejor y mezclar mente y cuerpo en nuestras vidas y no llevar
los dos como entidades completamente independientes, como si una no dependiera
de la otra y viceversa.
Nos hace mucha falta estar cerca de nuestros
cuerpos, estar cerca de ellos en el sentido de que no sabemos quienes somos
como personas pero muchas veces tampoco tenemos ni idea de como son nuestros
cuerpos, que particularidades tienen, que falta y que sobra y que es igual para
todos. No se trata de buscar razones para sentirnos especiales y únicos porque,
físicamente, nadie es especial ni único ya que somos siete mil millones de
envases con diferencias menores pero básicamente la misma cosa. Y sin embargo,
entre todos esos cuerpos, todos coincidimos en que debemos respirar o sino no
habrá un mañana en el cual despertar para seguir viviendo, inconscientes de lo
que hacemos.
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