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sábado, 6 de junio de 2015

La camiseta

   A ponerse la camiseta! Pero, para que? Cual es el punto de que cada vez que haya un partido de fútbol, la gente se ponga la camiseta con los colores del país? Y porque todo el mundo se lo toma tan en serio, como si fueran menos patriotas quienes deciden no ponerse nada porque el futbol les parece una idiotez o porque lo ven como el elemento distractor que siempre ha sido?

 Todo nace, digo yo, en ese ser positivo que quieren que seamos. Y cuando digo quieren, me refiero a los gobiernos y a los organismos de control en general. Es más fácil tener control sobre la gente, sobre una grupo determinado, si todos hacen exactamente lo mismo. De pronto es por eso que el terrorismo jamás será vencido, no hay dos terroristas en el mundo que piensen exactamente lo mismo a pesar de que la idea de organizarse es porque comparten ideas en común que los lleva a ejecutar actos de violencia o de protesta, dependiendo del grupo del que estemos hablando.

 En los medios, se promociona este ser positivo, que en principio no tiene nada de malo. Serlo puede ser beneficioso a la hora de querer ver lo bonito de nuestro mundo, de nuestras distintas realidades, o al menos eso mismo dicen los seres positivos. Ellos declaran que no hay nada como ser optimista y empezar el día pensando que todo va a ser mejor que el día anterior. Creen que no hay mal que por bien no venga (fueron los que inventaron ese condenado dicho) y, dicen ellos, viven una vida más feliz, sin complicaciones e incluso evitando dolores físicos provenientes del estrés y la preocupación que tienen en más abundancia aquellos que son pesimistas o simplemente realistas.

 Y no hay organización que promueva más ese optimismo que las religiones. Unas más que otras pero la mayoría coincide en prometer, para sus discípulos, la felicidad eterna y real sí son positivo y creen en el Dios que haya que creer. La idea es que ese Dios, una criatura mítica con poderes extraordinarios pero nunca realmente vistos, es quien nos ha puesto aquí y es el único que puede realmente removernos de esta Tierra. Por supuesto, es él el que controla la vida y la muerte, lo que sube y lo que baja. Así que si algo bueno es por su gracia y si algo malo pasa es culpa nuestra. Esa es la idea del positivismo de la religión, que no es infalible porque el sujeto tiene que en verdad estar muy involucrado. Tiene que creerse el cuento.

 Todos los hemos visto. Los que agradecen a Dios porque cada pequeña cosa que les sucede en la vida y sonríen y caminan por la vida con optimismo en sus corazones porque saben que alguien más los está vigilando y les está ayudando. Ese ser de las mil miradas está allí con ellos y los ayudaría a atravesar un río de lava si tuvieran que hacerlo. Pero cualquier fallo, cualquier equivocación, sería simplemente porque no amaron o creyeron en Dios lo suficiente. Es su culpa porque no fueron lo suficientemente optimistas y no creyeron de verdad lo que Dios prometía, que no es nada más sino espejos y humo.

 El gobierno y las grandes empresas usan los medios para propagar su idea de lo que es ser feliz y así manipular ese optimismo de las personas, canalizándolo hacia ciertas actividades y razonamientos que son los que los benefician a ellos. Los medios de comunicación, recordemos, son todo menos independientes. Ningún periodista es realmente una voz de la razón solo porque es periodista. De hecho, el periodismo no es un arte (no importa cuanto lo reclamen los comunicadores sociales) y es solo la idea de la manipulación a través de las palabras ajenas. Y bien usado crea ese positivismo que buscamos, porque el positivismo muchas veces se trata de confiar y no dudar. De hecho, más que confiar, se trata de creer ciegamente.

 Y aquí volvemos a las camisetas de fútbol. Los han visto, seguramente. Más que todo hombres pero cada vez más mujeres que se ponen la camiseta y se pasean orgullosos por arriba y por abajo. Las usan cuando hay partido, sí, pero también cuando no lo hay. Porque la camiseta es hoy en día un sustituto de la bandera. Se entiende que no toda la gente se propietaria de una bandera pero se califica de traidor con rapidez y en silencio, a cualquiera que no tenga una de esas desagradables pruebas de patriotismo barato. Porque barato? Pues porque juegan con el denominador más manipulable, aquel ente que vive su vida entre trabajo, mirarle el culo a las mujeres, pensar en sexo y ver partidos de futbol acompañados con cerveza. No nos mintamos, son bastantes y el mensaje por eso agarró tan bien.

 No podemos generalizar. Ellos son solo una parte de la sociedad. Pero son una de las bases y cuando una base está convencida, las otras o siguen el juego o se convencen así sea a la fuerza. Por eso las mujeres también se pasean ahora con las camisetas, sometiéndose una vez más a los hombres. Los ricos y los pobres, los altos y los flacos, los homosexuales y los transexuales y cada idiota que tenga un cuerpo puede tener una camiseta y la tienen. Nada más pregunten y se darán cuenta. Y tenerla en sí no es malo pero piensen que es la misma, para todos, casi como un uniforme. Y así como un uniforme, la camiseta va amarrada a una cantidad de creencias y de obligaciones.

 La primera creencia es que la patria propia es la mejor o al menos una muy buena. Eso busca eliminar la duda sobre cualquier entidad o sobre las leyes y los ideales que sirven de base para la nación. Después, est ese ﷽﷽﷽﷽﷽bre las leyes y los ideales que sirven de base para la nacina muy buena. Eso busca eliminar la duda sobre cualquier ená ese positivismo ciego, que busca que las personas estén orgullosas de un país que en verdad no conocen y crean que todo siempre va a mejorar. Entonces porque en las encuestas siempre dicen que todo va peor? Sencillo. Porque no solo es ser positivo sino creer en que hay gente que es enemiga de ese positivismo, gente que no quiere que nada avance o que no creen que la patria sea motivo de orgullo. Se vuelven radicales y los radicales nunca están felices con nada y por eso siempre todo está mal pero confían en que deje de ser así y son felices con lo que hay.

 Contradicción? Por supuesto. Quien dijo que los seres humanos son todos la mata de la razón?  Los seres humanos, o casi todos al menos, solo echan para adelante y no es que se pongan a pensar en cada detalle de lo que los rodea. Solo estupideces como el amor valen el tiempo que ellos tienen para gastar entre tanto patriotismo exacerbado y positivismo ciego.

 Y que pasa con los demás? Pues viven y lo pasan como pueden. Hay que aclarar que nadie es víctima ni victimario, excepto quienes manipulan las cosas a su favor o directamente en contra de alguien. Los pesimistas y los realistas, que son casi el mismo grupo pero con una diferencia fundamental, no pueden ser víctima solo porque sean minoría. Tendrían que ser víctimas si hubiera un acoso visible, activo, pero la verdad es que no hay tal. Porque? Porque si la mayoría de gente está convencida en el cuento del optimismo, para que tratar de convencer a los demás? Es desgastante y no sirve de nada. De hecho, es mejor que haya quien se queje para que siempre haya oposición y nunca unión real.

La diferencia entre realista y pesimista es que el segundo siempre entra pensando lo peor y el segundo se va dando cuenta de lo peor poco a poco. Y no es que todo en el mundo sea malo pero es imposible no pensar que hay algo que no funciona del todo bien cuando se promete igualdad y esta no existe, se promete libertad pero tampoco existe en su totalidad y cuando se promete y promete pero jamás se cumple. En una persona que se moleste, que se fije un poco en el mundo, eso es un problema y es algo que no se puede permitir. Se convierten en realistas, en aquellos que ven el mundo como es y no como ellos quieren que sea. Y ese es el punto en el que los optimistas siempre pierden y es que, en su afán por ver lo bueno en todo, no ven lo malo, la otra cara que siempre es igual de válida.

 Porque lo malo no es inválido ni lo peor. Es una realidad natural que a veces tiene que haber muerte para que haya vida, a veces la destrucción es renacimiento. Pero aceptar eso, para la mayoría, sería aceptar que no hay bandos en la vida, que no hay optimistas y pesimistas, que no hay buenos y malos, que no hay poderosos y débiles. En resumen, sería para muchos la destrucción definitiva de su mundo y de cómo lo entiendo, un cambio enorme y ya sabemos lo buena que es la raza humana con el cambio. Como enfrentar algo así si todavía nos odiamos siendo todos lo mismo, carne y huesos y poco cerebro?


 Pero así es y así se quedará por un tiempo o tal vez para siempre. Los optimistas seguirán ondeando sus banderas, orgullosos de su ignorancia de la vida y los demás seguirán viviendo por ahí, pasando por la vida, tal vez equivocados o en lo cierto pero perdidos en un limbo en el que no saben a que hora entraron pero en el que ciertamente sí saben que no van a tener nunca la verdadera oportunidad de salir.

viernes, 29 de mayo de 2015

De la vida y sus curvas

   Muchas veces no hay nada que nos consuele. Nos sentimos perdidos, desubicados en este vida, y no entendemos de donde venimos o adonde vamos. Y a todos nos pasa pero lo peor de todo es que cuando nos pasa nos sentimos solos, únicos en nuestro dolor, nuestro sufrimiento. Hay días en los que sentimos poco y otros en los que sentimos demasiado, todo nos afecta y todo tiene una repercusión enorme en nuestra mente e incluso en nuestro cuerpo. Y eso cansa, se siente el peso de todos esos sentimientos apretando contra el cerebro y el corazón, con fuerza, como si un ser humano no estuviese hecho para sentir tanto.

 Las personas que viven felices o aparentan estar contentas todo el tiempo, aquellas que parece no tener problemas o siempre tienen una solución para todo, no son las mejores personas en las cuales confiar cuando todo se vuelve tan confuso y caótico. Esas personas tal vez sean optimistas pero un rasgo del optimista es que resulta ser un ciego más en muchas ocasiones, ignorando incluso su propio dolor. Y cuando uno mismo se ignora una cierta cantidad de veces, se va transformando y ya no es un ser humano sino el caparazón de lo que fue una persona.

 Es bueno ser positivo pero también es bueno ver la vida como es, sea lo que sea. Negarse a que el mundo es un rango de tonos de gris y no blanco y negro, es convertir todo en una decisión trascendental cuando esa decisión no existe, no hay que ponerse de un lado o de otro cuando algo ocurre sino que hay que pensarlo como es, sea algo que nosotros provocamos, u otros o incluso algo que se sale de nuestras manos porque va mucho más allá de lo que nosotros somos.

 El caso es que somos algunos, quien sabe si minoría o mayoría, que hay días que no podemos soportar las cosas como son. El mundo se vuelve una tormenta de ruido que es imposible apagar. Todo parece venir por ti, querer atraerte a un hueco del que nunca vas a salir. Suena tétrico pero así son las cosas, así se siente esos días cuando el mundo pierde todos sus colores y no hay absolutamente nada que pueda mejorar el panorama. Cuando esto ocurre, lo más difícil es que le ocurre a una persona sola y, aunque puede pedir ayuda, no entenderá nunca el punto de todo si se sostiene en alguien más.

 A veces, el cuerpo y la mente son puestos a prueba y hay que resistir solos, ver de que estamos hechos. Algo que es cierto para todos es que la vida no se supone que sea fácil. Hay personas que se quejan de que todo sea tan difícil, sea en las relaciones con otros, en el trabajo, físicamente o en general, por lo que sea. Pero esa es la prueba de la vida; es una gran carrera de obstáculos que dura lo que tenga que durar. No tenemos control de nada y debemos llevarla a cabo lo mejor que podamos. Cada persona elije como jugar y no hay reglas claras para llegar a la meta, que no es la misma para todos. Es un juego, por cruel que suene, uno donde todo cambia según lo que hagamos pero que siempre termina igual.

 Pero a pesar de esta visión, de esta cruda realidad, todos sabemos que la vida también tiene esos pequeños rayos de luz, esas cosas que nos reconfortan y nos ayudan a seguir. No se trata de mentirnos con cosas que no tienen nada que ver sino de apreciar las cosas que, dependiendo de la persona, puedan ayudar a empujar una vida hacia delante.

 A veces ese impulso depende de una persona que no somos nosotros. A veces es una sonrisa de esa persona, un abrazo o un beso el aceite de motor que necesitamos para seguir adelante sin tener que mirar atrás o tomar decisiones que podrían ser más trascendentales o peligrosas. No es malo apoyarse en alguien más mientras que no sea una relación dependiente, es algo que hay que diferenciar. Si estamos con alguien por cualquier razón que no sea porque nos hacen sentir bien, por la razón que sea, entonces deberíamos terminarlo de inmediato. La vida es corta y no debería uno pasársela mintiendo e hiriendo por ignorancia.

 Pero sí, un abrazo puede ser reconstructor, puede sentirse en lo más profundo y ayudar a reparar una zona devastada como puede ser nuestro interior, nuestra conciencia más profunda. Y mejora cuando se da sin palabras y sin pedirlo. No hay nada más doloroso que mendigar algo de cariño y por eso lo mejor es que se de espontáneamente, sin tener que verbalizarlo. Algunas personas que eso puede ser tierno o romántico pero de hecho no lo es. Pedir un beso o un abrazo denota una falta de comunicación que no se repara fácilmente.

 Lo físico puede ser reconfortante pero hay que tener cuidado porque lo físico muchas veces sucede en un momento del tiempo y no permanece. A veces un abrazo de un desconocido ayuda pero ese desconocido desaparecerá y entonces que haremos si fue ese abrazo y ningún otro el que me hizo sentir mejor? O que tal que esos besos, abrazos, incluso encuentros sexuales, solo puedan ser en ciertos momentos, lugares y ocasiones? Entonces ya no es ninguna ayuda de ningún tipo sino otro problema que puede estar acosando nuestra mente también, como todo el resto.

 Ya que estamos, el sexo es algo efímero, algo de un momento que jamás se vuelve a repetir, ni siquiera con la misma persona, ni siquiera conociéndose hace años. Siempre será diferente y por eso el sexo no es la mejor manera de sentirse mejor con nada. Y si a eso le sumamos lo que puede irnos sumando a la mente, como el desempeño, nuestra autoestima, nuestra entrega, entonces podríamos estar empeorando el problema y no ayudándonos de ninguna manera.

 En esos días en lo que todo parece negro, a veces lo mejor es respirar profundo y tan solo vivir como todos los días, tratando de estar lo más relajado posible todo el tiempo y buscando refugio en aquellas cosas que hacen nuestra vida algo mejor. Todos tenemos gustos particulares y son esa pequeñas cosas, que puede ser artificiales e incluso superficiales, las que muchas veces pueden ayudarnos a ver las cosas como son y no peor de lo que son.

 También tenemos que darnos cuenta que solo somos una persona en el mundo y el dicho que dice que una persona puede hacer la diferencia no es cierto en el sentido que una sola persona necesita de otros para ejercer un cambio para todos, para el colectivo de los seres humanos. Esto no es así si lo que queremos es hacer un cambio en nuestro interior, si lo que queremos es trabajar en nosotros mismos. De entrada es una tarea difícil porque el ser humano no es tan moldeable en sus bases, como si lo es en ña﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ser humano no es tan moldeable en sus bases, como si lo es en astro interior, si lo que queremos es trabajar en nosotráreas que se van creando por el aprendizaje o el crecimiento personal. Todo eso depende de cada uno y puede o no funcionar pero vale la pena intentarlo.

 Es complicado porque la vida es complicada. Puede no parecer algo divertido, algo en lo que nos guste pensar, pero así son las cosas: nuestra vida real, la que tenemos todos los días y la que no se basa en nuestras relaciones con otros ni en lo que hacemos para vivir, mejor dicho, la que vivimos nosotros solos, es muy compleja. Es más compleja que la que podamos tener con cualquier persona porque no estamos en sus mentes sino que estamos en la nuestra, de nacimiento a la muerte y no hay manera de hacer un cambio porque no nos gusta o porque queremos intentar algo nuevo. Tenemos que vivir la vida como nosotros mismos y eso es difícil, seamos quienes seamos. Es una larga carretera, a veces a plena luz, otras veces en penumbra, con muchas curvas y cambios pero con un inicio y un final.

 De pronto algunos crean que eso puede sonar demasiado dramático y exagerado pero es innegable que la vida es una que vivimos solos. Por mucho que amemos a alguien, sea quien sea, no moriremos con esa persona, no en el mismo segundo ni en las mismas circunstancias, no tendremos el mismo último pensamiento ni habremos vivido nuestras vidas queriéndonos igual o pensando lo mismo a cada rato. Eso pasa en las parejas, en las familias y con los amigos. Que haya sentimientos no nos hace más cercanos en nuestra experiencia de vida que es cada uno por su lado, cada uno haciendo algo con la vida, lo que sienta que es lo que debe de hacer. En ese sentido estamos solos.

 Y la mayoría no estamos muy contentos con eso. Porque vivir cada uno por nuestro lado puede ser bastante doloroso. Pero ahí están esas pequeñas ayudas, esos abrazos fuertes llenos de energía, esos besos de mil formas, esa sonrisas, esos inventos increíbles y esas realidades que pueden asustar pero también nos dan la esperanza real, no esa que se inventaron los noticieros sino la de verdad, que nos llena sin que la entendamos por completo.


 El truco es simplemente respirar, oxigenar el cerebro y seguir adelante, paso a paso por el tiempo que sea necesario. Y recordar que las decisiones que tomemos no son malas ni buenas, correctas o erróneas, son solo decisiones que afectan nuestra vida pero a ella le dan lo mismo. Son las personas las que juzgan, no la vida como tal.