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viernes, 25 de enero de 2019

Reglas de vida


   La gente está tan acostumbrada a la rutina, a que todas las vidas sean iguales, que simplemente no entienden cuándo la vida de una sola persona se sale de ese carril que se supone todos debemos seguir. Se dice que esa persona es rara, se dice que es su culpa que no funcione su vida ya que no quiere mantenerse en esos carriles definidos o claros. Con el tiempo, algunos de esos “raros” han sido empujado dentro de los límites de la vida que todos conocemos, pero siguen habiendo personas que simplemente no se acoplan.

 Desde una edad temprana es evidente que todos van hacia un mismo lado, de la misma manera. La libertad es una ilusión después de la más tierna infancia. Cuando se pone a un niño en un centro de educación, eso inevitablemente lo interna en esas reglas que las personas han creado para vivir vidas “normales”. Desde la primaria los niños saben quienes son “raros” y cómo detectarlos. Hay gusto normales y gustos anormales, hay manera de hacer que se aceptan y maneras que simplemente no son aceptables.

 Esto empeora de manera grave en la adolescencia, pues los seres humanos saben que saldrán de la protección de sus padres al finalizar esa etapa y entonces todo será por su cuenta y no podrán depender de nadie para tener éxito en las reglas de la vida que han sido impuestas hace mucho tiempo, por personas que necesitaban una serie de normas que estabilizaran el mundo a su alrededor y lo hicieran tener mayor sentido. Ahí fue que la adolescencia adquirió esa importancia falsa que tiene hoy en día.

 Pero en todo caso pelean, pelean por sus vidas echando a unos a un hueco eterno del que tal vez nunca salgan. Claro que factores externos pueden tener incidencia en quitar a ciertas personas, a los anormales, del camino pero la vida no es buena ni mala, solo es. Así que muchas personas siguen y deben competir con aquellos que por su vida y su empeño han adquirido todo lo necesario para triunfar por encima de los demás, una y otra vez, sin detenerse un solo momento a cambiar su camino.

 Es impensable hacerlo. No ocurre y por eso los que están del lado equivocado del camino lo tienen muy difícil para de pronto entrar al camino donde existen los problemas pero no son tan graves como para los que viven en los bordes de la sociedad y de la existencia. Es una tontería negar que unas personas tienen ventajas que otros no tienen, pero hay quienes dicen que esto es mentira y otros deciden justificar estas diferencias, diciendo que no todos pueden tener acceso a las mismas ventajas pues entonces no habría personas en todos los niveles de trabajo y vida en el planeta, algo que ellos dicen es necesario.

 Es el puto trabajo el que termina de dividirnos, de clasificarnos y de hacernos nada más sino una etiqueta. Miren el caso, por ejemplo, de las amas de casa. Muchas personas hoy en día todavía no creen que sea un trabajo que merezca nombrarse en reuniones y fiestas como todos los demás, por el único hecho de que la persona no recibe un salario. Trabajar así no es algo que ellos crean que tiene valor alguno y aunque lo nieguen, una y otra vez, es algo que es porque ellos lo han hecho así.

 Y ni hablemos de la clasificación de las personas por la cantidad de dinero que ganen en un tiempo determinado. No es solo la cantidad de dinero que ganen por su salario contractual, sino también en cuanto tiempo se gana ese dinero. Es mucho más impresionante ganar una gran cantidad de dinero en un tiempo que se piensa limitado que ganarlo todo una vez por una razón o por otra. Clasificamos entonces a las personas así y las pensamos en referencia a lo que ganan. Lo que son o lo que piensan es irrelevante.

 El dinero es una de esas manos invisibles que mueve el mundo y siempre lo ha hecho. A la gente le gusta pensar que esto es algo reciente y que antes no sucedía, pero el poder y el dinero siempre han ido de la mano controlando todo lo que existe y lo que creamos y hacemos. Nuestra libertad siempre ha sido limitada y una bonita ilusión que permite que aquellos que siguen el camino principal piensen que su felicidad es plena y que no hay margen de duda para que lleguen a pensar que puede haber algo que no cuadra.

 Pero los que están en los márgenes y más allá, saben muy bien que todo o es tan bonito como lo cuentan. Claro que la vida tiene cosas buenas y cosas malas, pero es mucho más oscura cuando no hay luz y no demasiado clara cuando sí la hay. La vida es compleja, es una maraña de caminos y de ideas que nunca terminan y que nos hemos encargado de ir limitando día tras día, al ir restringiendo lo que somos y como podemos llegar a serlo. Dejamos de ser libres porque nosotros lo decidimos.

 Fuimos nosotros los que le cortamos las alas a la humanidad y lo hicimos porque sabíamos que no podíamos permitir que todos volaran demasiado alto. De nuevo, las personas pensaron que no todos tienen el derecho de poder volar por encima de los demás, sea por un tiempo limitado o por la duración de toda una vida. Y en esto muchos estuvieron de acuerdo incluso existiendo en lugares diferentes de la sociedad. Los ricos y los pobres acordaron que tienen que seguir existiendo ambos grupos porque no hay otra manera de seguir existiendo para ellos, no conciben el mundo de otra manera.

 Y sí, claro que muchas de las cosas que suceden son cumpla nuestra, de nosotros como individuos únicos e independientes. Al menos en gran medida. Somos nosotros los que tomamos las pequeñas decisiones, aquellas que pueden corregir el curso de nuestras vidas en ciertos momentos, sin importar si son decisiones exitosas o desastrosas. Es nuestra culpa cuando fracasamos y casi siempre es por nosotros que alcanzamos el éxito. No todos estarán de acuerdo pero en general esa es la realidad de las cosas.

 Por supuesto que cuando nuestra vida es un fracaso, en gran parte la culpa es nuestra. Somos nosotros los que decidimos ser diferentes, los que vimos que estábamos en los márgenes y decidimos seguir hacia allá, sin mirar que nos alejábamos cada vez más del centro que todos aspiran a seguir. Estuvimos completamente conscientes de que estábamos alejándonos de lo que todo el mundo debe hacer y hay que aceptar las consecuencias de esa decisión, lo que ocurre cuando nos empeñamos en ser distintos.

 Las cosas no funcionan igual porque no tenemos las cualidades para saber navegar las aguas de la vida, de la vida que se ha asignado a nosotros por quienes somos y de dónde venimos. Tenemos un destino definido y si no lo cumplimos, está claro que vamos a fracasar una y otra vez. La única opción que tenemos es tratar de volver al camino trazado pero eso es más fácil decirlo que hacerlo. Es casi imposible entrar en un lugar en el que nunca has estado y donde hay gente que compite contigo.

 Y no solo compite. No se trata de perder y ganar. Porque la verdad es que nunca se gana y siempre se pierde, de maneras diferentes e incluso los más exitosos. La meta siempre cambia de lugar y por eso hay que seguir y seguir y urge tener todas esas ventajas que se entregan en la infancia. No hay un final claro y fracasar o tener éxito no tienen ningún significado en el gran esquema de las cosas, es solo cuando lo experimentamos que creemos que tienen alguna importancia pero no la tienen.

 El caso es que todo esto causa el síndrome de la gran cantidad de fracasados que somos y vivimos en este mundo. Personas que no llegamos a ningún lado, que no somos nada más sino un estorbo y que nunca podemos ser lo que nadie necesita ni quiere ni busca. Solo somos y no suele ser fácil.

 Hacemos lo que tenemos que hacer y, en algún momento pasa una de dos cosas: o nos dejan en paz y nos dejan vivir en un rincón de este mundo o salimos de él por nuestra propia voluntad o, a veces, por la de algún otro. Es simplemente la realidad de las cosas, de lo que a veces no queremos ver.

viernes, 19 de octubre de 2018

Fragmentos


   La torre explotó en mil pedazos. Los extremistas habían ganado el día. Su plan, desconectar a la región de la red de telecomunicaciones, había sido un éxito completo. La resistencia no había podido organizarse bien y estaban demasiado ocupados viendo quien ocupaba el puesto de mando para notar que sus mayores enemigos estaban a la puerta y con nada más y nada menos que una bomba. Los pedazos de la torre, doblados y quemados, cayeron por los alrededores, sellando el futuro inmediato de la región.

 Los que resistían debieron de pasar a la oscuridad, a escondites lejanos y profundos en los que los extremistas no pudiesen encontrarlos. Los nuevos lideres se alzaron con rapidez e impusieron pronto sus ideas para un mejor país y una mejor sociedad. Se prohibieron las reuniones en el primer día del nuevo gobierno y para el segundo, se forzó a todos los hombres jóvenes a unirse a las fuerzas armadas. Al fin y al cabo, solo tenían autoridad sobre una región y lo que querían era tener control sobre todo lo que había sido el país.

 Un país lleno de hipócritas e imbéciles que había caído en varias trampas hasta que la última de verdad les pasó la cuenta de cobro. El comienzo del final fue una votación en las urnas, cosa que nadie hubiese previsto. Fueron las personas mismas las que eligieron su destino, el desorden y el caos completo en el que se sumió el país en meses. La guerra fue rápida y destructiva y dio por nacidas regiones aisladas, únicamente enlazadas por torres de comunicación que los extremistas derrumbaron a la primera oportunidad.

 Lo hicieron para tomar el control de formar más fácil, impidiendo que los demás pudiesen meterles ideas “raras” a la gente en la cabeza. Y como estas personas eran tontas, ignorantes y, de nuevo, hipócritas, jamás se resistieron a que los extremistas tomaran el poder. Se quedaron de brazos cruzados mientras que otros, pocos, se escondían entre el mugre de la guerra. Pronto los tuvieron marchando, cultivando a la fuerza y aprendiendo lecciones que no eran más sino un elaborado conjunto de mentiras.

 Incluso alguno que habían resistido se devolvieron a las ciudades con el tiempo, cansados de esconderse y de estar lejos de sus familias. Les importaba más su propio bienestar que la supervivencia de una sociedad decente y educada. Fueron los más grandes traicioneros de la historia del país, cosa que la historia jamás les perdonaría. Los verdaderos resistentes poco a poco huyeron hacia las zonas despobladas, donde el gobierno no ejercía autoridad alguna. Se escondieron entre el monte y aprendieron por vez primera como sobrevivir en lo salvaje, sin todo lo que habían tenido antes.

 Algunos, los más brillantes de entre ellos, crearon pequeñas antenas, de apenas unos cuantos metros de altura, para poder comunicarse con regiones que todavía no hubiesen sido conquistadas por los extremistas. Pero los esfuerzos parecían ser inútiles, pues nadie contestaba. Sus vidas eran tristes, cazando bajo la constante lluvia que ahora reinaba en los bosques o tratando de mantener casitas que podían caerse con el mínimo soplo del viento. Era una vida difícil, que los frustraba constantemente.

 Sus únicos momentos de paz, de una tranquilidad relativa, eran las noches en las que algunos contaban historias del pasado. Los más mayores todavía recordaban como era el mundo antes de la guerra. Siempre repetían que nunca había sido perfecto pero que muchas cosas indicaban que la humanidad podía llegar a ser mucho más de lo que era, pero que simplemente los seres humanos parecían estar más interesados en cosas personales o en temas que a nadie le ayudaban a nada. Eso generaba su presente.

 A los adultos les gustaban las historias sobre los personajes históricos y las grandes civilizaciones. Les fascinaba escuchar de los acontecimientos más importantes de la humanidad, así que como de sus curiosidades más interesantes. A los niños, por lo contrario, les parecían más graciosas y entretenidas las historias de ficción que se habían creado en esos tiempos. Ya nadie generaba ficción, por lo que para ellos era un mundo completamente diferente, una ventana abierta a mundos que les fascinaban.

 Las sesiones de historias empezaban, más o menos, a las ocho de la noche. Como no había electricidad ni relojes, la gente confiaba en el suave sonido de un ave de plástico para notificar que la sesión de la noche iba a empezar. El ave era un artículo encontrado en la selva, probablemente dejado atrás por alguien que huía. Sabían bien que el bosque estaba probablemente repleto de gente huyendo de las fuerzas extremistas, pero no era la mejor idea buscarlos y unirse porque eso podría llamar la atención del enemigo.

 Solo una persona contaba historias cada noche. La idea era que tuvieran historias para siempre y que todos aprendieran bien lo que habían escuchado, porque tal vez serían los encargados de repetir la historia en el futuro. Dependiendo del orador, se podían demorar entre dos y ocho horas contando una sola historia, dependiendo de su complejidad y del número de preguntas que hiciesen los espectadores. Por supuesto, la cosa siempre mejoraba cuando había muchas preguntas que responder. Eso le daba un nivel más a las historias, una realidad que las hacia más cercanas.

 En las ciudades, la gente no tenía el lujo de contarse historias en la noche. De hecho, cada familia debía permanecer en su unidad de vivienda todo el día, excepto durante las horas asignadas para el trabajo. Y todos trabajaban, sin excepción. No importaba la edad o el genero, no importaban las enfermedades o afecciones físicas, todo el mundo trabajaba en algo. Era la idea del gobierno que todos colaboraran para volver a tener una sociedad que funcionara como una máquina y eso solo podrían lograrlo entre todos.

 Se pensaría que la imagen del gobierno sería mejor entre la gente que gobernaban que entre los resistentes, pero la verdad esto no era así. Muchos llegaban a sus hogares a criticar al gobierno y a hablar pestes de lo que hacían y como lo hacían. Por eso ellos instauraron un sistema en el que si alguien delataba a un vecino, amigo o familiar, serían recompensados con una ración más grande de comida y otros objetos personales. Por supuesto, muchos vieron allí una oportunidad y las cárceles empezaron a abarrotarse.

 Con los nuevos ingresos gracias al trabajo de la mano de obra forzada, el gobierno pudo ampliar sus cárceles, así como su presencia en las ciudades. En cada esquina se instaló una cámara de seguridad de última generación, capaz incluso de ver a través de los muros más densos. No iban a meter cámaras en las casas de las personas, pues no querían tener títeres sino solo aquellos que de verdad quisieran el mismo país que ellos tenían en la mente. Y en poco tiempo, la mayoría de mentes contrarias estaban en las cárceles o en la selva.

 Allá lejos, más allá de las carreteras y las últimas conexiones eléctricas, los pequeños poblados rebeldes se mantuvieron. No crecieron en número ni en tamaño, tampoco que movieron mucho más de lo que ya se habían movido. No construían estructuras vistosas ni se internaban cerca de las regiones controladas por el gobierno. Simplemente vivían y no querían saber nada de quienes los habían traicionado. Había mucho dolor todavía, mucho resentimiento que jamás podría ser propiamente curado.

 En ese mundo, los rebeldes nunca quisieron retomar las ciudades ni nada por el estilo. No se enfrentaron al gobierno de manera frontal ni buscaron tomar su lugar. Eran personas que solo querían una vida tranquila y, de una manera o de otra, habían conseguido tenerla sin tener que recurrir a la guerra, a la muerte.

 Y como el poder aumentaba para los extremistas, se terminaron confiando demasiado y ese siempre es el problema con aquellos que se embriagan de poder. Creyeron que el enemigo había huido, cuando ellos mismos lo fueron creando poco a poco en las partes más oscuras de las cárceles más sórdidas.

viernes, 12 de octubre de 2018

Rooms


   As soon as I opened my eyes, I was in fear. I couldn’t see a single thing, as everything surrounding me was pitch black. I could fear the air moving around me and I thought, for a moment, that I had heard some voices. But aside from that, I was there, in the dark, waiting for something. I did not know if I was standing up or lying down. I did not know if I was inside a building or outside. I felt cold, so maybe I was outside. But why was it pitch black? It made no sense at all, or so I thought.

 For a moment, I tried really hard to remember what had happened before. It was obvious that, as a living person, I would have been somewhere before. Or maybe… Maybe I was dead. Maybe this was death and I had just discovered what millions of people had wanted to know for millennia. Maybe death was just staying put for something that may or may not come. At least there was no pain. But that fear, that sense of dread, the one that makes you want to run away from a certain place… Is that death too?

 Then I noticed I had felt the wind earlier. Dead people are not supposed to feel, so maybe I wasn’t dead after all. Maybe someone had condemned me to a prison of darkness, maybe I was just incarcerated in the most horrible jail and I would live the rest of my days in the dark. That thought in my mind made me want to move but I couldn’t. I hadn’t realized it but my body was completely unable to move around. I could move my eyes but that was useless in such a dark environment. There was nothing to do, but wait.

 Of course, that’s easier said that done. It seemed easy to just be there, somewhere, and wait. But one can grow tired of waiting and waiting, without anything coming to you. Besides, darkness is inherently inhuman. As creative beings, we have learned to combat the dark, as we see in it everything that we fear about in the world. We see monsters that are here to kill and eat us, and we see our past failures and shortcomings being displayed over and over, in order to torture with everything that we are.

 I maybe shed a tear or two, I don’t really remember. Trying to think seems to be almost impossible in such a dark space. You don’t even know what you’re doing and when you can’t even see your nose or move around your wrists, it makes it even more surreal and horrible. I wanted to use my voice, to see if someone would come and help me. Maybe there would be no one to do that but at least tell me why I was there, where was I and how had I gotten to such a place. I just wanted to interact with someone else, even if that meant torture or the silent treatment. Anything was better than that.

 Suddenly, I felt myself move. At first, I thought it was something around me or under me, but then I realized it was I. It was me who was moving but I couldn’t really it was me making the orders. I was scared, but I didn’t try to fight it off. My body seemed to glide in the dark, probably looking for something. Then, I heard voices again. The same one I had heard the moment my eyes opened. They seemed distant but I knew they were coming from people or at least from something that could talk.

 Then, light started to flood the place I was in. An aperture had opened in front of me, horizontal in shape. White light was rushing in, as if the gates of a dam had been opened. I covered my eyes, trying to avoid being blinded by such a bright flow of light. I walked slowly, one foot after the other, trying to breathe as calmly as I could. I didn’t want to rush. I was afraid to die at any moment, as everything had been too much for me, just too much. I finally got closer to the light and I realized, I was in control of my own body again.

 I stopped covering my eyes and decided to check myself, my hands, my legs, my feet. Everything seemed just as I remembered it. The only strange thing was that I wasn’t wearing any clothes. Of course, I knew that was uncommon but, for some reason, I did not care at all. I had survived the darkness, the obscurity of who knows how much time. I had felt myself dying or already dead, so who cared about having no clothes on? Maybe there was a reason for that and I had to know what that was.

 So I decided to walk into the light and find out. Every single part of my body was engulfed in white and, for a while, I couldn’t see anything that wasn’t that color. It was so powerful that I couldn’t keep my eyes open. So I closed them tight and tried to navigate, walking like an idiot but knowing I hadn’t seen any objects in front of me before closing my eyes. I have no idea how much time I spent walking like that, but I eventually felt the wind on my skin again, so I decided to open my eyes.

 The light room had been left behind and now I was in something else. It looked like a forest, complete with the tallest trees I had ever seen and the sound of small animals and birds all around me. I even heard a stream passing nearby, and dead leaves being stepped on by several types of creatures. However, something told me that I wasn’t really there or at least not completely. I just knew that forest was just another room, after the one with darkness and the one with blinding light. It made no sense for me to just appear in the forest out of the blue. Nothing made sense.

 However, there was no coming back. I couldn’t see the light room anywhere, I couldn’t see which way I had come through. It was just the forest and I. So I started walking, feeling with my toes the moistness of the ground and the harshness of the rotten tree bark. Walking felt better than being in that dark room trapped inside some sort of prison. At least in that forest, even if it really wasn’t a forest, I could feel a little bit of freedom. When a bird landed near me, I started crying for no apparent reason.

 Watching such a delicate creature made me crumble, so much so that my knees failed and I knelt in the middle of that place, almost by force. I couldn’t stop feeling what I was feeling, I couldn’t stop blaming myself for a bunch of things and excusing myself for others. So many things were going trough my head that it made me feel sick for a moment. And just after a couple of minutes, it all ended in nothing more than a sob. I felt weak and stupid, but I stood up and kept walking towards the stream.

 It was just a small brook coming down from some mountain. The water in it was cold but filled with life. There were fish swimming upstream and plants moving around with no will of their own. It was beautiful too but I knew that I needed to keep moving. It made no sense for me to stay there forever, to just give up on knowing who I really was and why had I been dropped in such a horrible place. For a moment, I thought I would cry once again. But I didn’t because I had grown tired of not being in control.

 It was then, when that thought happened to cross my mind, when a door, a simple wooden door, appeared out of thin air. It stood there, by a tree, as if it had been waiting for me to get to the conclusion that I had gotten to. Fearing no more, I got closer and opened it. A big breath and I was in. I found myself to be in another room, much smaller than the ones before. There was no detail on the floor or the ceiling, only an armchair at the center, with someone sitting on it. I walked around the armchair and swallowed hard.

 It was I. The person sitting in the armchair was me. I had some sort of goggles on and gloves that attached me to the chair. My head was tilted to the right, as if I had fallen asleep. I tried to touch my shoulder, his shoulder, but noticed my hand went through his skin, as if he was made of nothing.

 No. I have to correct myself. It wasn’t him who wasn’t real. It was me. I was the one that had been living a lie and he was the one outside, somewhere else, the actual me trying to do something. But what was that? I would never know. Right then my body started to fade and everything returned to the dark.

viernes, 25 de agosto de 2017

Recurrent dream

   I like lying on my bed every morning for a while, after I wake up. I clean my eyes and walk around naked for a while around my room, trying to decide what to do next. And what I always do is just lying there, watching the rood or staring at the window. Not that I’m actually using my eyes right there, I instead imagine another world, another place. I do that because, every single morning, I feel this is not my life. I feel my real self is somewhere else, living through something very difficult.

 It often happens that when I dream, I see this man in one room. It’s always the same room. I can see a bridge through the window and there are two beds, very neatly made. Everything is clean and there are also plushies everywhere. The man that I see sitting on one of the beds, the one nearest to the window, is not really the age one would think someone would have if you saw all those plushies and toys and several other stuff. It seems he’s stuck there, in that place, who knows for how long.

 I stared at him for so many nights. The dream was always the same and it would dissolve into my usual slumber after only a few minutes. It never lasted long so I couldn’t really pick up many details. After a while, I trained myself to be more aware of the dreams and try to really look around. The first thing I discovered was a teddy bear and that image stayed with me for long. Last Christmas, I even made the mistake of remembering the bear as if it had been mine, only I never had a bear.

 Oddly enough, my mother told me I almost had one. My grandfather had plans to buy one the day I was born, in order for him to be the first person to ever give me a gift. He wanted to have a strong presence in my life and he had decided a bear, carefully made and wearing a red shirt, would be the way to do it. Sadly, my grandfather had a heart attack some days before my birth, so he never got to buy the bear and I never got to meet him. That was the first time I had heard the story and it gave me chills.

 So, of course, I kept trying to figure out the recurring dream I had been having. But, for months, I was stuck in the same place every time. I saw the bear and then, when I turned my head towards the man, I instantly blacked out and then moved on to another dream. Well, to be honest, the first few times it happened I would wake up in terror, sweating and just too scared to go back to sleep any time soon. Those nightmares gave me dark marks under my eyes but I countered those by choosing to jog at night around my neighborhood, a very quiet place to think.

 I would come back sweaty and tired, ready to go to bed without any disturbance in my head or in my life. But the nuisance was there nevertheless. The dream returned a few days after and I just managed to handle it the best I could. I tried hard to discover anything new but it didn’t go anywhere. So I just decided to play a layback role every time, hoping my unconscious mind would get bored of playing the same dream over and over again. But it didn’t. It kept insisting.

 My parents entrusted me with a very large company, the main one in their corporation. It was started many years before by my grandparents and I just try to keep it going forward. We manage various companies dealing with trade and that makes my job very challenging but very fulfilling at the same time. I have been able to visit half of the world and I have learned so many things, even more than the ones I learned back in college, where I graduated with honors. I had always excelled.

 In my family, every single person trusts me with their lives, their secrets and their money. Every time there’s a problem somewhere, they call me to fix it or at least to call someone else to fix it. Since my high school days I have been connecting with various people around the globe and I have now an enormous network of friends and family in every single corner of the planet. Everywhere my jet lands, I have someone doing a party for me or at least treating me to dinner.

 Maybe it’s the dream, but I have found myself thinking what would my life be like if I hadn’t let this life. I think I would be fine. Maybe not rich but I would like to think that I would be as driven and smart as I am right now. I even think I would be just as much as attractive physically and socially as I am now. I have learned not to be ashamed of myself or of my various assets. I have made efforts in my life so I think it’s ok to let people now I’m very proud of everything I am and what I’ve done.

 That man in the dream seems worried. He’s not very well dressed and, to be honest, he looks bored to death. I cannot really make up his face entirely. I mostly see his body, like a shape, sitting there on the bed. It was a long time after I started having the dreams when I realized the man was actually moving the whole time. He seems to be writing, typing something on a laptop computer in front of him. The night I discover that fact I woke up tremendously excited because there had finally been a breakthrough. Whatever that was, it was going somewhere.

 You may not understand this, but I need to feel I’m always in control. I wouldn’t say I’m a control freak or something that crazy. The thing is I like to understand everything that happens around me, even if I’m not very familiar with whatever it might be. That’s why, when I travel, I try to meet locals and I ask them many questions in order to better understand their culture and their states of mind. It’s a unique way to understand a whole country, in order to do proper business.

 That’s why I cannot stand that I have the same dream every night and I cannot see or get what’s happening. I even got to a psychiatrist in order for him to explain what’s up with my head but he told me it was a pretty normal thing and that, once it resolves itself, it will simply go away as if nothing had ever happened. Normally, I would never doubt a professional but something tells me this is something else, this is maybe something much more powerful and convoluted than I thought.

 Then, Camilla came to my apartment. She does that frequently. Sometimes I go to her place and sometimes she comes to mine. My family has been pushing me to ask her to marry me but I cannot seem to find the time to do it. She’s very beautiful and entertaining, she has even heard every single detail about my dreams and has tried to help me find a solution. But something tells me I shouldn’t make that big step until I solve whatever is going around my head. It feels important.

 The last time she came, however, something changed. The dream happened as always but, when I was supposed to wake up, I finally got to see him. The man actually raised his face towards me and looked at my eyes with his, which were sad, kind of red. Then I woke up. I was sweating again. I got up as silently as I could, walked to the kitchen, and had some water. I was trembling a bit and my breathing was off. I tried to calm myself, trying to remind my mind it had been just a dream.

 I just realized the man I had been seeing in my dreams, for so long, was me. Those eyes were mine, that face was mine. Every detail was a copy of my real self. He looked sad, despaired and hopeless. I felt all of that inside me and I guess that’s what made me shake so much.


 However, what scared me the most was the fact that I got to see, through his eyes, what he was doing on the laptop. It happens he was writing. It was a short story and it was how, every so often, he had a dream about being someone else, having a much better life than the one he had.