Pedro había empezado a los dieciocho años,
en un tiempo cuando no tenía nada de dinero para sus cosas y vio la necesidad
de conseguirlo a como diera lugar. Él estaba solo en la ciudad, habiendo
llegado del campo, y por alguna razón no conseguía trabajo. Cuando por fin
consiguió, era para un hombre que podría haber sido clasificado como esclavista
en una tienda donde, más que nada, se vendía contrabando. El trabajo de Pedro era el de mover cajas para un lado y otro y moverlas casi todos los días a diferentes
bodegas por toda la ciudad. Esto era, supuso él, para despistar a las
autoridades y que al tipo ese nunca lo cogieran. Pero lo hicieron y a Pedro se le acabó el trabajo. Había venido a la ciudad a tener una mejor vida pero
eso todavía no había sucedido.
Había veces, muy pocas, que sus padres
lograban enviarle algo de dinero. Este apenas le alcanzaba para pagar el cuarto
donde se estaba quedando. La comida y todo lo que no involucrara esa pequeña y
mohosa habitación, tenía que pagarlo él como pudiera. Ayudaba en supermercados,
en la plaza de mercado, de mensajero para el que fuera, en restaurantes como
mesero temporal. Pero ninguno era un trabajo permanente lo que significaba que
ninguno de ellos podría asegurarle nada en su vida. Había días que comía solo
una vez y nunca era mucho de nada. Tal vez algo de arroz que le regalaba una
vecina o un pedazo de carne que le regalaban de los sitios donde trabajaba o un
pastelito o algo así que hubiera en una tienda. Con eso vivía o, mejor,
sobrevivía.
Una vez tuvo trabajo por dos semanas
completas, yendo todos los días. Se trataba de una bodega que debían abastecer
en ese tiempo. No sabía cual era el producto que guardaban allí pero no le
interesaba saberlo. Solo trabajó duro y al final tuvo su primera paga en
billetes y monedas. Obviamente no era mucho, porque todo el mundo le veía la
cara de recién llegado, de inocente, y se aprovechaban de ello para no pagarle
lo justo. Pero lo que él no sabía, no lo hería. Se alegró al ganar su primer
salario decente y decidió ahorrarlo para tiempos peores que no demorarían en
llegar. Tuvo que aguantar ver sitios de comida deliciosa y productos que le
llamaban la atención. Era una tortura.
Pero algo que quería hacer, desde incluso
antes de llegar, fue ir a un café internet. Había oído de las computadoras y
demás en su pueblo pero allí solo había un par en el colegio y apenas había
podido tocarla. Decidió darse el gusto y pagó por una hora entera de antemano.
A pesar de que no sabía nada al respecto, fue bastante fácil comprenderlo todo.
En unos minutos estuvo en su elemento y pudo ver resultados del fútbol,
noticias e incluso fotos de su pueblo que le hicieron recordar a sus padres y
al olor del campo en la mañana, cuando ellos salían a trabajar y él se iba a la
escuela. Extrañaba su campo.
De repente, una ventana se abrió de golpe.
Eran dos chicos y hacían algo que él jamás había visto. Después se abrió otra
con dos chicas y al final una tercera donde un chico delgado miraba directo a
la cámara, como seduciéndola. El afán de Pedrose disipó por un momento ya
que el aviso decía algo de ganar dinero y la cifra que ponían era increíble.
Había una palabra que no entendía pero no supo más porque uno de los encargados
del café le dijo que el sitio no era para mirar esa clase de cosas. Así que lo
sacó antes de que se le terminara la hora y Pedro quedó preguntándose que era
eso que había visto. La verdad había sido una debilidad porque la cifra era
increíble pero pensó que seguro habría mucho que hacer para conseguirla.
Los días pasaron y, de nuevo, era difícil
encontrar un trabajo decente. De nuevo le pagaron con comida o con algunos
billetes que en verdad no alcanzaban para nada. En esos días, recibió una carta
de su padre que le decía que por un mes no recibiría nada de dinero pues la
cosecha pasaba por un mal momento y no tendrían como ayudarlo. La carta no
decía nada más y eso hirió un poco a Pedro pero tuvo que tomarlo de la manera
más madura de la que fuese capaz. Ahora debía sobrevivir como nunca y lo mejor
era ponerse a trabajar. Como pudo, repartió volantes para un restaurante, pinto
muros e incluso ayudó en una iglesia a matar algunas ratas que la infestaban
pero en ninguno de los trabajos le pagaron algo decente, ni siquiera en la
iglesia.
Y entonces recordó de nuevo la cifra que había
visto en la pantalla del computador y supo que debía saber más. De pronto no
era algo tan malo como él pensaba. Decían que la internet ayudaba a la gente de
muchas maneras en otros sitios así que podría ser su vía para una vida mejor.
De sus ahorros sacó, con dolor, el pago de una hora en otro café internet,
donde por la clientela, supo que no lo juzgarían por ningún contenido. Se hizo
al fondo y trató de recordar que decía el aviso para buscarlo. Ya no recordaba
la palabra que había visto pero decidió ser recursivo y escribió “chico
desnudo”. La cantidad de imágenes que vio fue demasiado así que agregó la
palabra “dinero”. Y entonces lo encontró.
Era el mismo sitio que antes. Decían dar una
muy buena paga por trabajar como actor y modelo. Daban un número de teléfono,
un correo electrónico e incluso una dirección. Pedro había venido preparado y
lo anotó todo en un papelito que tenía doblado en el bolsillo. Sin perder
tiempo, le preguntó al encargado del sitio donde quedaba la dirección y el
hombre le dijo como llegar. Para su sorpresa, no era muy lejos. Decidió
caminar, en parte por lo cerca y en parte porque no tenía dinero para bus, y
llegó en uso minutos. La dirección era de una casa vieja pero bien mantenida.
Las ventanas estaban tapadas con cortinas y cuando golpeó, parecía que nadie
iba a venir a abrir.
Cuando por fin abrió un hombre alto y bien
afeitado, le dijo que se fuera, que no era lugar para niños. Pedro le dijo
que tenía dieciocho y que había visto el anuncio en internet. El tipo se le
quedó mirando. Lo miró de arriba abajo y por todos lados hasta que le preguntó si
sabía en que consistía el trabajo. Pedro negó con la cabeza y el tipo lo
invitó a pasar. Le pidió que lo siguiera a un segundo piso, donde había varios
cuartos pero todos cerrados. Ellos entraron a una oficina donde había pantallas
y computadores y nadie más. El tipo se sentó y señaló a las pantallas. Y
Pedro entendió lo que los chicos hacían. En la pantalla se veía a la
perfección como se quitaban la ropa frente a una cámara conectada a un
computador.
El tipo le dijo que si quería entrar, la paga
era más que generosa. Le dijo además que por su cuerpo y aspecto tal vez podría
pagarle más. Con ropa y todo, el hombre veía que los músculos del chico eran
bastante marcados, por tanto trabajo subiendo y bajando y cargando cosas.
Además le dijo que a muchos les gustaba el niño con cara de inocente y sumiso,
así que de pronto pagarían más por él. Si más gente lo pedía, más paga recibía. Pedro se sentía un poco abrumado y nervioso. El tipo lo miraba de una manera
que no le gustaba pero él pensaba en lo que podía hacer con el dinero. Incluso
podría ayudar a sus padres pero no sabía que hacer. El tipo le dijo que viniera
al día siguiente y lo pensara esa noche. La decisión era difícil y él lo sabía.
Esa noche, Pedro prácticamente no durmió.
Pensó en todo lo que podría comprar, en los sueños que podría realizar con
tanto dinero. Tal vez incluso estudiar algo, si ganaba lo suficiente. Lo bueno
era que no tenía que estar con nadie en un cuarto sino que era solo frente a
una cámara. Era como bailar pero sin ropa o algo así. Era muy raro pensar en
eso y en gente que le gustaría verlo desnudo. Pero aparentemente la había, pues
el tipo de la agencia, como decía llamarse, le había indicado que podría tener
buena ganancia por su cara de inocente. En un momento se miró al espejo y se
preguntó si en verdad se veía tan inocente y desvalido como le decían.
Al otro día visitó la agencia de nuevo y le
dijo al hombre que lo haría. Él le sonrió y le dijo que firmarían un contrato
formal y le tomaría algunas fotos, tanto para el archivo como para la
promoción. Todo fue muy rápido y confuso y al día siguiente ya estaba en
internet. El mismo tipo de la agencia le mostró como se veía su imagen allí. Le
dijo que era el momento de empezar y así fue como Pedro empezó en el mundo de
la pornografía. Al momento tuvo mucho miedo pero pronto se dio cuenta que no
había nada que temer. Le pagaban bien, lo trataban excelente y el dinero ganado
le permitió mudarse a un sitio mejor y ayudar a sus padres en el campo.
Con el tiempo, lo contrataron para hacer
películas y tomarse fotos y demás. Incluso lo contrataron como modelo para ropa
interior y cosas por el estilo. Pronto se le olvidó todo respecto a su
inocencia y surgió entonces una cara de Pedro que ni él había visto nunca.
Una cara más luchadora que nunca y que le hubiese servido cuando habían abusado
de él en tantas ocasiones. Sabía que su trabajo no era muy normal pero eso no
le importaba. A nadie hacía daño y sí le constaba que hacía muy feliz a muchas
personas y que podría ser mejor que eso?