Me pasa seguido. A veces cuando veo a
alguien que me gusta en alguna parte o a veces solo cuando mi mente se queda en
blanco y no tengo nada en particular en que pensar. Mi mente se va yendo
lentamente y entonces se forma siempre la misma imagen en mi mente. Bueno, no
siempre es la misma ya que con el tiempo ha ido cambiando un poco pero lo
básico siempre es igual: estoy yo y está él y no hay nadie más sino nosotros. A
veces se trata solo de un beso y otras veces es un abrazo suave, que puedo
llegar a sentir si estoy muy inspirado en el momento. A veces también puede ser
hacer el amor o momentos antes o después de eso. Varía mucho y no sé de que
dependa, probablemente de mi ánimo del momento y de la persona que imagine.
Después es que la realidad me golpea en la
cara y caigo en cuenta que nada de eso es verdad y que, en mi vida, eso ha
pasado tan pocas veces que las puedo contar con los dedos de una mano y me
sobran dedos. Claro, habrá quién diga que con dos veces que te pase eso en la
vida es suficiente pero eso sería cierto si la segunda vez fuese más duradera o
las dos. Pero en mi caso ni siquiera estoy seguro de haber sentido algo real
alguna vez. La verdad es que no sé que he sentido ni que han sentido por mi,
pues es difícil preguntar semejante cosa. Además las personas rara vez darán
una respuesta real, si es que todavía se les puede preguntar. Y para mi el
tiempo sí que pesa bastante. No es lo mismo una relación de tres meses que una
de un año o más. No hay punto de comparación.
Cuando voy por la calle o donde haya gente,
pasa que también tengo esos pequeños momentos en los que imagino cosas. Pero lo
divertido del cuento es que no me imagino en mi mente a la persona que estoy
viendo en vivo sino que la transformo un poco, principalmente porque lo más
normal es que no conozca la voz de la persona y mucho menos su personalidad y
manera de ser. En mi mente siempre son amables y bastante cariñosos, de hablar
suave y de modales impecables. Siempre se preocupan por mi y saben exactamente
que decir para sacarme una sonrisa o para hacerme sentir mejor. Me los imagino
perfectos o casi.
A uno así no he conocido nunca. Puedo decir, y
no quiero decir con esto que esté orgulloso, que he salido con muchos durante
buena parte de mi vida. Y sí, confieso que no ha sido precisamente para buscar
amor para siempre. Normalmente siempre empiezo al revés y sé muy bien que eso
nunca termina bien. Es decir, eso nunca va a llegar adonde yo de verdad
quisiera que llegaría. Si te acuestas con un hombre de entrada, el respeto se
pierde casi al instante, así como el misterio y esa gana como de descubrir y
tratar de ganarse a la persona averiguando como es y todo eso. Siempre lo he
hecho mal y lo sigo haciendo.
Me besan con suavidad, con tiempo, como si no
importara nadie más sino nosotros. Me encanta que lo hagan así porque eso para
mí quiere decir que hay mucho más que un interés rápido. Por eso en mi
imaginación todos se toman el tiempo, todos dicen mi nombre y yo sé el de
ellos. Siempre sé como son aunque a veces ni siquiera les veo la cara, sobre
todo en sueños, y la verdad es que no sé de donde salen ni porqué. Pero no
importa pues ahí están. O ahí está. Nunca he sabido si lo que imagino es a uno
que puede ser muchos o a muchos que representan a ese único que quisiera conocer
algún día. Supongo que la idea es que sea alguien tan especial que no sepa yo
nada en absoluto. Así que no me molesta si no entiendo todo.
El otro lado de las cosas es que, en la
realidad, los chicos siempre se interesan en otro tipo de hombres para salir y
esa es una verdad del mundo de los hombres que les gustan los hombres. Si
alguna vez se lo preguntaron es igual que entre hombres y mujeres: hay unos que
invitarías a casa a presentarle a tu mamá y hay otros que nunca dejarías que se
acercasen, ni siquiera a tus amigos. Eso es así con todo el mundo. Y yo, y no
es por hacerme la victima, siempre he estado del lado de esos a los que nadie
quiere que conozcan. Bueno, al menos en casi todos los casos porque también he
conocido un par de madres. Lo malo es que, con el tiempo, se revela que no era
yo el tipo de persona para aquello entonces soy yo mismo el que me pongo en el
grupo de los que están solo por un tiempo.
Antes de dormir me sucede mucho, que pienso
bastante en el tema. A veces es sexual pero a veces, si hace frío, me imagino
unos brazos a mi alrededor, el sentir de una piernas entrelazadas con las mías
y entonces sonrío aunque no haya nadie. Para mi ese es el punto fuerte de una
relación, el momento en el que se comparte algo tan intimo como la cama, que
para mi siempre ha sido algo tan personal. Además creo que es algo que
imaginamos todos en algún momento, sin importar quienes seamos. Porque querer
compartir un momento como ese, de palabras susurradas y calor compartido, creo
que es algo que todos idealizamos y nadie deja de pensar.
Irónicamente, yo jamás he dormido con nadie.
Es decir, nunca he pasado la noche a dormir en la cama de nadie. Esto tiene una
simple explicación: como dije antes, soy de los que no presentas a nadie y como
uno de estos pasa seguido que me piden que me vaya o simplemente me dan ganas
de irme porque se siente todo muy incomodo cuando ya ha terminado. Así que ni
siquiera hay necesidad de decir nada. Solo coge uno sus cosas y se va, sin más.
Confieso que me encantaría quedarme toda una noche con alguien pero entiendo
que eso requiere algo que nunca he conocido y es alguien al que de verdad le
gustes y que no tenga problemas de ningún tipo. Y que de paso tu tampoco los
tengas. Se requiere algo de madurez.
Por eso todo lo que imagino suele pasar en un
futuro próximo, obviamente desconocido. Es un lugar muy bonito donde todo
parece posible, donde todo es lo que yo quiero que sea y como quiero que sea.
Ese futuro próximo me ofrece cosas que siempre he querido y no solo a aquella
persona que me quiera sino también un trabajo ideal, un hogar bonito, incluso
una mascota que nunca he tenido y tal vez ni vaya a tener. Por eso cuando me
imagino con él, nos imagino en ese lugar solo para nosotros. Ya no se trata de
encuentros fugaces o de momentos. No quiero tener solo pequeños fragmentos que
no sirven de nada por si solos. Quiero tener algo más sólido y real y por eso
mi mente me lleva a un mundo complejo que sé es irreal.
Porque la realidad es que no tengo mucho para
ofrecer. De hecho, hace poco decidí no tener como prioridad el buscar o
encontrar a nadie para tener una relación. Es cómico, pues esa decisión no
cambió en nada mi situación ni mi vida ni como pasaban las cosas,
principalmente porque no era que tuviese muchas opciones o que saliera mucho y
conociera gente o cosas así. Fue solo una decisión porque estaba cansado,
frustrado de que siempre todo sea para los demás y nada sea para mí. Fue un
momento en el que pensé: “Creo que merezco eso y más. Y no tengo porque conformarme
con lo poco cuando sé que merezco lo mucho”. Como dije, no me ha servido de
nada pero al menos creo que ahora tengo una visión algo más madura del tema. No
estoy cerrado ni abierto. Solo estoy.
Veces incluso hablamos. Hablo con ese ser
imaginario que está dentro de la misma clasificación que un unicornio o el ave
fénix. Y él me responde y me toca como si yo le gustara. Y me gusta y casi me
hace llorar, por razones que conozco muy bien. Porque esa persona lo que hace
es reforzarme, viene a apoyarme y a decirme las cosas que nadie nunca me ha
dicho con honestidad. Obviamente sé que yo lo controlo todo, siendo mi
imaginación, pero es difícil no emocionarse al imaginarse a semejante ser
humano. Es perfecto en todo sentido. O al menos lo es para mí y creo que eso es
lo que cuenta.
Pero nadie es así. Y si lo es, no es conmigo.
Me gusta la fotografía y me la paso viendo fotos de todo un poco y cuando veo
esos chicos que son el estereotipo de chico que todo el mundo busca, me doy
cuenta que terminando desarmándolos y veo que detrás no hay nada pues no me creo
por un momento que alguno de ellos se pudiese acercar a mi con intenciones de
las que ocurren en mi mente. Simplemente no he avanzado tanto para tener esa
clase de confianza en mi mismo, que de hecho no es confianza sino sería para mí
mentirme sin tapujos. Y para qué decirme mentiras? No me serviría de nada y yo
lo único que quiero es que alguien se fije en mi existencia. De ahí en
adelante, ya veremos.
Por ahora lo tengo a él. Que me deja
abrazarlo, que huele levemente a duraznos en el cuello y que tiene los pies fríos
y me gusta calentar. Él no existe, no es real. Pero, por ahora, es lo que tengo.
Y lo amo por eso.