Paciencia. Es algo difícil de tener cuando
las cosas parece que no van a ningún lado pero hay que aprender. Es difícil
esperar y esperar pero cuando no hay nada más que hacer, pues ya se entrena uno
en ese arte. Porque esperar no es para todos ni todo el mundo lo hace igual. Es
un hecho que cada persona tiene su ritmo y creo que el mismo es bastante lento
aunque he aprendido a conocerme mejor y a no esperar nada demasiado pronto o
que todo lo que le pasa a los demás me pase a mi. Sí, muchas personas que conozco
tienen trabajo y van por su enésima relación sentimental pero yo no puedo
pretender tener ese mismo ritmo de vida. Cada uno marcha a un paso diferente y
hay que entender eso antes que nada más porque o sino estaremos frustrados con
mucha frecuencia.
Respirar. Es la técnica más sencilla cuando se
tiene una vida en la que no se sabe nada de lo que pasará, nada de lo que el
futuro aportará o quitará. A veces no nos tomamos el tiempo adecuado para
respirar, para preocuparnos porque nuestro cuerpo esté bien y para relajarnos
antes de algún momento que sabremos será desafiante para nuestros nervios.
Puede que sea hablar con alguien en especial o hacer algo que nunca habíamos
hecho. Si somos seres humanos normales siempre estaremos algo preocupados por algo
así y tendremos que aprender a ser pacientes e ir paso a paso y no apresurarnos
para nada. No hay nadie que no se sienta presionado en situaciones así y si no
lo está, los golpes de la vida sencillamente serán más duros.
Crecer. Eso no es algo que dependa de
nosotros, al menos no de forma física. Pero sí podemos esforzarnos en ser
mejores, en tratar de avanzar en lo que queremos o en lo que no queremos, lo
que sea más fácil de definir. Cuando digo crecer, no tiene nada que ver el
concepto de madurez, aunque esto ayude bastante. Me refiero más a crecer como
persona, a ampliar la mente y empezar a ver el mundo con ojos diferentes a esos
con los que hemos visto todo lo que ha ido sucediendo frente a nuestros ojos.
No podemos seguir toda la vida haciendo y diciendo lo mismo ya que no somos
marionetas a loros. Al ser seres humanos, tenemos la posibilidad de cambiar de
opinión y por lo tanto de aceptar realidades diferentes de un momento a otro.
Aceptar. Sí, aceptar esas nuevas realidades,
esas nuevas maneras de ver la vida y también aquellos momentos en los que no se
sabe que hacer o en los que hay problemas o errores. Somos seres hechos de
prueba y error, no somos infalibles ni todopoderosos. Es imposible que un ser
humano nunca falle ni nunca sufra o sienta dolor porque si no le pasara nada de
eso, simplemente no sería un ser humano sino algo peor que una máquina ya que
hasta ellas se equivocan. Tenemos que aceptarnos a nosotros mismos como somos y
no como queremos ser y a partir de ahí construir lo que queremos, sea lo que
sea.
Esas cuatro palabras me han ayudado en varias
ocasiones. Porque paciencia nunca he tenido. Prefiero los impulsos y actuar en
el momento que siento que las cosas se pueden dar mejor. La paciencia es un don
difícil de manejar y, sobre todo, de conseguir. Como tener paciencia después de
años de no ser aceptado por nada ni nadie, en muchos sentidos y no solo en el
sentimental que, para mi al menos en este momento, es el menos importante? Como
hacer para no perder el control cuando las cosas parecen estarse derrumbando
alrededor y las únicas soluciones son aquellas que son extremas. Y se sabe muy
bien que nada situado a un extremo es bueno, sea cual este sea. Sin embargo, la
gente todavía se deja lavar el cerebro y acepta idioteces que saben no están
bien.
Ha sido más fácil aprender a respirar.
Obviamente todos los seres humanos sabemos respirar pues lo hacemos
automáticamente, sin pensarlo. Lo que se piensa es dejar de hacerlo y no es muy
fácil. Pero la cosa es que hay varias maneras de respirar y varios momentos en
los cuales es necesario simplemente tener más aire y poder oxigenar mejor la
mente para tener las cosas más claras. Tuve que aprender a respirar cuando la
muerte estuvo cerca y creo que no lo hice bien. Lo hice también cuando me
enfrenté a una decisión que puede significarlo todo o tal vez nada. Pero tuve
que saber como comportarme y como no perder la compostura. Tuve que controlar
mi respiración.
Lo que nunca es fácil es saber que es lo bueno
y lo malo pues nadie te lo dice, al menos no de adulto o joven adulto o como lo
quieran llamar. Crecer es un concepto casi abstracto pues todos crecemos, es el
camino eterno hacia la muerte, pero no es ese crecimiento el que vale, sino el
que nos enseña y nos hace ver la vida con otros ojos. Creo que he crecido en
ese sentido pues me he atrevido a más en algunas cosas, como tomar decisiones
que antes no había tomado con tanta seguridad. Desechando miedos que han estado
enconados dentro, esa es otra manera de crecer así no sea la más fácil. Porque
enfrentarse al miedo es algo que solo alguien desesperado hace ya que ese miedo
somos nosotros mismos.
Lo más difícil para mí tal vez sea eso de
aceptar. En mi concepto del mundo yo no tengo porque aceptar nada que yo no
quiera pero la realidad lo presiona a uno a ver que las cosas no son como las
queremos ver sino como son y a veces como son no nos sirven de nada. Hoy en día
hay mucho positivismo falso y la gente cree que puede ser y hacer lo que quiera
pero eso no es cierto. Las prisiones mentales todavía están allí, así como los
prejuicios y la falta de habilidades. Son cosas que existen y, aunque algunas
se pueden eliminar, hay otras que simplemente no hay como superarlas. Hay que
aceptarlas o resignarse, lo que suene mejor.
En estos momentos me siento casi totalmente
tranquilo pero hay algo que me molesta y así será por un tiempo y de ahora en
adelante. Todavía no tengo mi destino de frente y prefiero no verlo a la cara
hasta cuando tenga que hacerlo porque tengo que confesar que le tengo miedo. No
sé como es y no quiero imaginármelo porque tengo una imaginación demasiado
productiva y es ahí cuando las cosas empiezan a distorsionarse a verse de
tantos colores que ya no sé cuales son los reales, si es que existen. Tengo
miedo porque no sé que hay más allá así que mi manera de afrontarlo es
simplemente no ver hacia allá, no tratar de discernir nada ni indagar al
respecto más de lo necesario. Esto lo hago porque sé que no debo apresurarme a
nada.
Caminar hacia, mirando hacia atrás y fingiendo
que el mundo no se sigue moviendo, es algo muy difícil pero es práctico y no
creo que se trate de engañarse a uno mismo ni nada por el estilo. Es solo la
manera que encontré para poder estar más tranquilo e ir por la vida sin
preocuparme de manera innecesaria. Ya hubo un momento, hace un tiempo, en el
que me sentí ahogado y estuve a punto de desear que ese sentimiento mi
consumiera. Pero al final, de alguna manera, pude salir de ello y ahora no
quiero volver a esa situación, jamás. Ese desespero, esa oscuridad y
sentimiento de que todo es mi culpa, de que todo está mal,… Es lo más horrible
que he sentido y no se lo deseo a nadie.
He estado por ya casi dos años sin hacer nada
productivo. Y lo digo así porque así es que se maneja el mundo. Cuando estás
cerca de los treinta años, si no estás ganando dinero, para la mayoría de la
gente estás desperdiciando tu vida. El que me diga lo contrario es un hipócrita
de primera categoría y no pretendo mentirme a mi mismo para suavizar las caídas
o el sentimiento de presión que va y viene, pero que menos mal es menos
frecuente que en el pasado. Además, no es que no haya hecho absolutamente nada
en este tiempo: aprendí a apreciar más lo que tengo y a entender que no puedo
ser todo lo que quisiera pero que sí puedo lograr hazañas más cercanas a lo
humanamente posible.
Y esas hazañas serán para mi y no para
demostrarle nada a nadie. Porque no vivo para nadie más sino para mi y así es
que la gente debería vivir, sin pensar en pagarle la cuenta a alguien más en el
mundo, como si la vida fuese prestada o un regalo de alguien más. En este caso,
les recuerdo que no creo en ninguna religión, así que perdonarán que les diga
que paren de vivir su vida pensando en estar agradecidos por todo. Mejor vivan
la vida pensando que solo es esto y nada más. Debemos caer en cuenta que esto
es lo que hay y nunca va a haber nada más.
Pero eso no es malo. Solo hay que ver lo que
se puede hacer, lo que se puede lograr y todas las cosas que hay por descubrir
y por vivir. Todo esto lo decide cada persona según sus criterios. No hay
buenas o malas respuestas, al menos yo no lo pienso así. Lo único que hay son
vías cortas y larga o anchas y angostas. Y es difícil saber cual es cual pero
ese no es nuestro trabajo. Nuestra una responsabilidad es la de vivir y nada m ás.
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