Todo había ido bien hasta que decidió
recostarse en mi pecho. Me abrazó con suavidad y se quedó ahí, con los ojos
cerrados, como si no fuera moverse de ahí nunca más en su vida. Sinceramente,
eso me asustó. Yo estaba listo para decirle que ya podía irse he incluso había
revisado el horario de los buses para decirle cual le servía y en donde podía
tomarlo para que llegase pronto a su casa. Pero no, él decidió recostarse en mi
pecho y quedarse ahí toda la noche. Por un buen rato, quedé como de piedra y no
me movía, como si hubiesen hecha miel por todos lados y no quisiera untarme
pero pasado un tiempo tuve que relajarme y acomodarme como mejor pude para
dormir. Él parecía auténticamente dormido y solo ajustó su cuerpo cuando me
moví.
Al otro día, me di cuenta que había dormido
más de la cuenta. Era sábado, así que no importaba, pero no me gustaba dormir
demasiado porque después el día parecía ser demasiado corto. Él ya no estaba
recostado en mi pecho y lo agradecí. Me desperecé y salí de la cama al baño, a lavarme
la cara y verme en el espejo. Se me notaban las cervezas y el estomago me
gruñía como un perro por haber tomado, además, esa botella de vino. Esperaba
que no me hiciese daño, como ya había pasado, porque planeaba un sábado
familiar y no podía decepcionar a nadie al no ir. Decidí ducharme de una vez
para estar listo más rápidamente. Allí dentro borré el recuerdo del hombre
dormido en mi pecho y solo pensé en que había sido una buena noche, tal y como
había querido.
Normalmente yo no hacía nada los viernes por
la noche. Había ocasiones en las que mis amigas me invitaban a tomar algo o a
bailar pero no era algo muy frecuente pues ellas también tenían sus vidas,
parejas y familias y otros amigos y no podía ser algo de todas las semanas. Así
que de resto, era solo yo viendo y tomando cervezas que me ayudaban a dormir
después de una semana de trabajo en la que seguramente el sueño había sido
escaso. Pero ese viernes me entraron ganas de hacer más cosas y, por internet,
di con ese personaje, con el que ya había salido hacía mucho tiempo pero que
solo quería ver una vez más y no precisamente para recordar los viejos tiempos.
Podía haber sido un error.
Cuando salí de la ducha, me sequé rápidamente
y dejé la toalla de lado para elegir la ropa que me iba a poner. Estaba
concentrado eligiendo los calzoncillos cuando pegué un grito digno de una
princesa de cuentos al ver por el rabillo del ojo que Juan, el que se había
quedado dormido sobre mi pecho, había entrado a la habitación con una bandeja
llena de cosas para comer. El grito no lo escuchó o fingió no escucharlo. Yo
automáticamente tomé la toalla y me cubrí. Este sí que le pareció gracioso e
hizo un comentario, que ahora no recuerdo cual es pero algo tenía que ver con
lo que había cubierto.
Le pregunté porque no se había ido a casa y me
contestó, todavía sonriendo, que había querido darme un sorpresa al prepararme
el desayuno. Me pasó la bandeja y vi que había ido a la panadería a comprar
cosas porque mi cocina estaba más bien vacía. Lo miré a los ojos y no podía
decirle otra cosa que no fuese gracias. Le dije que me tenía que preparar para
salir con mi familia a lo que él respondió, sin pensarlo al parecer,
preguntando si podía ir. Por un momento no dije nada, pensando que se iba a dar
cuenta de su propio error pero como no dijo nada le contesté que no podía
llevar a nadie. Para darle gusto, me tomé el jugo de naranja y me comí un pan
con chocolate que había en un platito. Le dije que el resto me lo comería luego
pero que primero necesitaba que fuese a casa.
Por lo visto, él lo tomó como preocupación mía
por él y por eso me hizo caso. Es obvio que yo no tenía la menor preocupación
por él sino de él pues tenía miedo que pudiese forzar su presencia en un evento
familiar como el que iba a tener. Apenas salió de mi apartamento, cerré la
puerta con fuerza y me arrepentí de mis arranques nocturnos. Además porqué
había tenido que ser él? Aunque, recordando el pasado, yo no recordaba que él
fuese un personaje tan obsesivo y francamente de miedo. Debía de haber sido algo
que había pasado en el tiempo que no nos habíamos visto, que habían sido varios
años. Seguramente alguna experiencia lo había cambiado o se estaba haciendo el
loco. Quién sabe?
Yo terminé de vestirme, comí las tostadas que
Juan había hecho y salí de mi casa pues estaba con el tiempo justo. La
celebración era el cumpleaños de mi abuela, la única de su generación que nos
quedaba en la familia. Obviamente era algo que celebrar, más aún cuando en su
vida ella no había celebrado mucho que digamos su cumpleaños. Su familia era
humilde y no tenían para esas cosas, además que en el pasado solo los ricos se
preocupaban por cumplir años, los pobres tenían mejores cosas que pensar que
esas. Así que ella estaba entre entretenida y amargada, pues la idea era confusa
en su mente y no era para menos si de ochenta cumpleaños solo te han celebrado
una cuarta parte o menos.
Hubo torta, hubo mucha comida y todo se hizo
en un espacio alquilado por uno de mis tíos, una finca hermosa con el prado
salvaje y perros corriendo por un lado y otro e incluso algunos animales de
granja. La idea era darle un toque del campo, así fuera la parte más comercial
de este. Yo comí y la pasé bien pero a cada rato, exactamente cada hora,
recibía un mensaje de voz en mi celular de Juan. Me deseaba buen día y buena
suerte en todos pero también agregaba comentarios más privados, los cuales yo
trataba de escuchar alejado del resto de mis familiares. Hubiera sido bastante
particular si oyeran algunos de los comentarios de Juan.
Mientras comíamos y demás, y después de
recibir otro mensaje con línea para adultos, me puse a pensar en él y traté de
entender que era lo que pasaba. Sería que en serio yo le gustaba? Pero desde
cuando? Cuando salimos hace años él no mostró tanto interés y la verdad era que
yo no estaba nada acostumbrado a este nivel de atención. Que no era el mejor
tipo de halagarme, es cierto, pero era mucho más de lo que yo recibía
normalmente de los hombres, con lo que salía y con los que no. Mucha gente cree
que por tratarse de hombres que salen con hombres las cosas son más sensibles y
la verdad es que no. Normalmente no tengo que decir “Vete de mi casa” ya que
cuando lo pienso ya lo están haciendo. Es en parte lo que no me gusta de todo
el asunto.
A veces esas caricias, esos besos y hasta el
sexo mismo se siente artificial, como que no hay nada detrás de todo eso, que
todo es una actuación espectacular de dos actores que han decidido compartir
una genial obra entre los dos. Se pasa bueno, claro que sí. Pero también se
siente muy vacío a veces y puede llegar a cansar. Además, no estoy acostumbrado
porque nadie nunca me había dicho lo que él me decía y por eso es que ese día
escuché los mensajes completos, así me fastidiaran un poco. Es extraño pero me
sentía extrañamente bien de oír su voz, así supiera que si seguían las cosas
igual tendría que detenerlo para explicarle que yo relaciones sentimentales, no
busco con nadie.
El día con mi familia fue simplemente
espectacular. Vi a muchas personas que no veía hace muchos años y pude pasar el
tiempo con mis hermanos y mis padres, que veo seguido pero que no me canso de
ver. Además jugué con los perros y hablé con mi abuela junto a los animales.
Allí me contó que todo le parecía muy gracioso, pues ella jamás había tenido
dinero para tener tantos animales en un mismo sitio, aunque los hubiese tenido de haber podido. Pero ella apreciaba el gesto y
yo aprecié que me contara eso y más confidencia de su vida que debí guardar
mejor porque mi memoria es débil y son historias dignas de contar, ya sea en un
libro o una película o en lo que sea.
Cuando llegué a mi casa, lo primero que hice
fue quitarme la ropa y cepillarme los dientes. Era tarde y la verdad estaba
cansado, sin hambre, solo con unas ganas increíbles de estar en la cama y
dormir. Me metí entre las sabanas y me acomodé de la manera que más me gustaba
pero entonces me di cuenta de algo y no me pude dormir al instante. Tuve que
tomar mi celular y escribir un poco porque sabía lo que necesitaba. No pasaron
veinte minutos y llegó él. Nos acostamos en la cama y lo abracé. No quería
saber lo que pasaría luego o si era un error. Era lo que necesitaba en ese
momento y no creo que eso sea algo malo. Sus pies estaban tibios y le besé la
nuca a Juan antes de quedarme dormido.
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