Es extraño. No siento nada y, a la vez, creo
que estoy sintiendo tantas cosas que mi cuerpo cree que no está pasando nada.
Al menos mi mente viaja, cada cierto rato, unos meses atrás y revisa una y otra
vez los recuerdos que se han ido acumulando. Son muchos y eso me alegra porque
siempre se siente bien tener mucho que recordar, mucho que pensar, saber que se
ha aprendido bastante a través de un largo periodo de tiempo. Y digo largo
porque se trata de un año pero a la larga un año no es nada en lo que se
refiere al tiempo y al espacio.
Sin embargo, en lo que se refiere a mi vida,
un año es un pedazo importante de mi experiencia como ser humano. Al fin y al
cabo solo he estado en este mundo poco más de veintiocho años así que uno solo
de todos esos años es algo importante. Es un año enteros de experiencias
físicas y mentales, de desafíos que me impuse y otros que se cruzaron en mi
camino, de cosas nuevas y de otras que ya había vivido en varias ocasiones.
Todos esos sentimientos están guardados ahora dentro de mi, conservados a la
perfección para cuando los quiera recordar o volver a usar.
También fue un año de nuevas personas y no
puedo dejar de decirlo porque si algo define nuestra experiencia humana son las
personas con las que nos cruzamos con cierta frecuencia. Quedarán conmigo
recuerdos de lo que dijeron y me hizo reír o me hizo pensar, de sus expresiones
en diversas ocasiones y, sobre todo, de su presencia en mi vida. Espero que yo
permanezca en la de ellos de alguna manera pues creo que esa es la manera de
avanzar y movernos por el mundo. Son las personas que conocemos las que de
verdad hacen de la vida lo que es.
Eso sí, no hay que olvidar lo importantes que
son las experiencias que se viven por separado, es decir, por uno mismo sin que
nadie tenga nada que ver. Viví bastantes de esas, en la oscuridad y bajo el
sol, en tierras lejanas y solo a unas cuadras de mis lugares de residencia.
Pude vivir cosas que nunca pensé que viviría y pude ver mucho del mundo y de
todo lo que tiene que ofrecer, no solo la pequeña porción que en muchos lugares
nos hacen creer que es todo lo que hay. El mundo es un lugar vasto y lleno de
momentos por vivir.
Viajar sin duda fue una de las cosas que más
disfruté. Sin importar si fuera dentro de una misma ciudad o a un continente
totalmente nuevo, disfruté cada momento de esos viajes, tratando de generar
tantos recuerdos como fuera posible. Quisiera nunca olvidarme de nada y poder
recordar cada pequeño momento pero sé que es imposible. Confío en que mi manera
de vivir la vida sea suficiente para que en mi cerebro todo quede correctamente
registrado, así podré recurrir a esos recuerdos en el futuro y así divertirme
con mis propias anécdotas.
Hoy me desperté más tarde de lo normal y creo
que estoy escribiendo más despacio de lo que suelo hacerlo. La razón, creo yo,
es que quiero pensar bien lo que estoy poniendo en este documento porque no
quiero que falte nada pero tampoco que sobren cosas, es decir, no quiero decir
cosas que no son, exageraciones de aquellas que no son necesarias. Es difícil
saber que se está viviendo el último día de un proceso largo y que llega un fin
más en mi vida pero no el final de ella misma, que sería muy trágico.
No sé como sentirme, no sé como reaccionar
ante nada. Pero, estando sentado en la cama, casi completamente a oscuras, sé
que hoy veré todo con unos ojos bastante especiales. Sé que habrá algo de
nostalgia, aunque no sé si esa es la palabra. No es que no me quiera ir pero
tampoco es que odie el sitio donde viví por poco más de un año. Simplemente no
sé como expresar la multitud de pensamientos y reflexiones que se agolpan en mi
cabeza y me marean como ya lo he estado antes. Y ese es mi seguro ante todo
esto: ya he estado en esta situación con anterioridad.
No es mi primera vez dejando un lugar para
siempre. No es la primera vez que mi vida sufre un cambio que seguramente será
grande, incluso si yo mismo no lo pienso. Solo de escribirlo se me revuelve el
estomago y eso que ya me había estado sintiendo mejor, aunque esa es otra cosa.
El punto es que cualquier cosa que haya escrito y vaya a escribir en estas tres
páginas está ligado a mi baja capacidad de entender todo lo que estoy sintiendo
y lo que no tengo ni idea de estar viviendo. Da un poco de miedo, no les voy a
mentir. Pero esa es la vida.
Lo que me da pereza es oír la voces de ciertas
personas, gente en general, que me preguntará las mismas preguntas de siempre:
¿Por qué no me quedé aquí en vez de devolverme? ¿Que voy a hacer ahora? ¿Que
estoy esperando para pisar el acelerador de mi vida? Creo que las respuestas
más honestas no serían muy agradables al oído así que prefiero no escribirlas
pero lo cierto es que son respuestas que no tienen porque importarle a nadie
más que a mi. Al fin y al cabo son decisiones mías y nadie más puede meterse en
eso, por muchas opiniones que puedan tener.
El día de hoy tengo varias tareas que hacer,
algunas planeadas y otras no tanto. Espero que sea un día relajante aunque,
siendo sincero conmigo mismo, creo que el estrés ya está empezando a acumularse
en mi espalda y cintura y estomago. No se siente nada bien pero supongo que es
algo que tengo que enfrentar como ya lo he hecho en muchas otras ocasiones. El
punto es saber que estoy dando los pasos correctos y que no estoy olvidando
nada. Mejor dicho, que estoy en paz conmigo mismo, que es lo que cuenta al fin
del día.
De hoy a mañana seguro dormiré poco. Es como
cuando tenía que madrugar para el primer día de la escuela o de la universidad.
Simplemente no podía dormir por la anticipación a ese día que solía ser
definitivo por un tiempo. Eso sí, las razones para mi falta de sueño eran
ligeramente diferentes en cada caso pero el mismo patrón se repitió durante
todos esos años, hasta hoy en día cuando cada vez tengo menos primeros días
pero sé que cuando ocurren no podré pegar el ojo por más que quiera.
Lo que hago es tomar algo de té y distraerme
de cualquier manera posible: videojuegos, películas, videos en internet o
alguna tarea que no sea importante pero pueda hacer para distraerme. Obligarme
a dormir es una tontería pues sé muy bien que no funciona. Lo mejor es ser útil
para algo y este año he aprendido muchas cosas que puedo hacer en vez de
quedarme mirando el oscuro techo de mi habitación. No es que sepa hacer cosas
nuevas ni nada por el estilo sino que me doy cuenta que ya sabía hacer mucho
que sirve de algo.
Escribir es una de esas cosas y escribir tiene
diferentes formas y funciones. Eso me distrae a veces y me hace pasar el
tiempo, desafiándome un poco a veces como para jugar conmigo mismo. Puede ser
divertido o un tanto estresante pero siempre es efectivo a la hora de pasar el
rato y cansar un cuerpo como el mío que parece resistirse seguido a caer
rendido como lo hacen la mayoría de otros cuerpos. Y cuando me pasa, suele ser
en los peores momentos del día, cuando debería de estar haciendo algo mucho más
productivo.
Me estoy alejando del tema central que es este
último día. Supongo que me pongo a hablar de otras cosas por lo que ya dije,
porque no sé que decir. Pero puedo aprovechar para decir que no tengo
resentimiento alguno con esta ciudad ni contra su gente ni nada parecido. Tal
vez lo haya parecido en ciertos momentos pero ya se sabe que uno se deja llevar
por lo que hacen otros y eso a veces enfurece a la mente y ciega las opiniones.
El caso es que sé, estoy seguro, que no odio a nadie y menos a un lugar que me
ofreció tanto.
Mi cuerpo y mi mente agradecen por completo la
decisión que tomé hace ya mucho tiempo, le agradecen a mi familia por su apoyo,
a la ciudad de Barcelona por su carácter abierto y a todas aquellas personas
que, cerca o lejos, estuvieron allí para dejarme hacer parte de al menos un
fragmento de sus vidas. Agradezco haber aprendido y haberme dado cuenta de que
el mundo es más grande de lo que pensaba, igual que mis habilidades y mi
capacidad para asumir la vida tal como viene. Mañana no escribiré pero después
esto sigue, porque de este mundo no me quita nadie.