Cuando me di cuenta, no estaba. Nunca supe
en que momento se fue. Aunque, técnicamente, jamás estuvo ahí. Jamás lo tuve
así que no puedo decir que extraño algo que ya no está. A veces pienso que
podría adivinar como se siente estar completo, como se siente tenerlo, pero la
verdad es que es solo una suposición. Lo más probable es que la sensación sea
muy distinta a la que yo conozco, pues cuando no has experimentado o vivido
algo, es muy difícil imaginarlo correctamente.
Casi nunca pienso en ello. No es porque haga
un esfuerzo consciente por no hacerlo sino porque simplemente no lo hago. No
tengo nada mejor que hacer ni más interesante, pero es de esas cosas en las que
uno no piensa pues son hechos y los hechos es muy difícil ponerse a
discutirlos. Cuando las cosas son de una manera determinada, no sirve de mucho
ponerse a pelear y quejarse. Lo mejor es hacer las paces con esa realidad o,
como yo he hecho, no pensar en ello.
Me ha funcionado bien porque, como no está en
mi mente, simplemente no puede hacer daño alguno. Pero de vez en cuando, se me
cruza por la mente esa ausencia y me hace sentir de muchas maneras. Un poco
tonto porque no entiendo como me puede afectar algo que se me olvida con tanta
frecuencia pero también muy sensible. Es difícil tener que confrontar hecho,
tener que darse cuenta que las cosas son de una manera y que no van a cambiar,
no importa lo que hagas.
Por eso creo que supongo que prefiero cuando
no me acuerdo de nada. No me hace daño de esa manera y es la mejor vía para
tratar de aceptar mi problema. No importa si fallo una y otra vez porque ahí
seguirá al otro día o en la siguiente ocasión que me acuerde que está ahí. No
es algo en lo que pueda fallar por que no cambia nunca, ni para bien ni para
mal, así que no tengo porque temer mis enfrentamientos con ello.
Sucede seguido cuando estoy a punto de dormir
o apenas despertando. Son esos minutos en los que estás más alerta o más
sensible, en los que te das cuenta que hay algo que falta o que sobra,
dependiendo del caso. En esos momentos uno está más consciente de todo lo que
lo rodea, sea lo que eso sea. Mi cerebro trabajo a cuatro mil por hora,
pensando y pensando, reordenado cosas como si sirviera de algo.
El cerebro nunca se cansa de intentar, de
crear soluciones para problemas que no son tal o evitando los problemas que sí
son potencialmente peligrosos. Supongo que eso va a en cada quién y en como nos
asumamos frente a las dificultades que se nos pueden presentar en la vida.
Obviamente no todos reaccionamos igual frente a los mismos problemas.
Aquellos que son de esta naturaleza, sin
embargo, son siempre más frontales. Como decía antes, son hechos y los hechos
son cosas que no cambian o que solo cambian con una voluntad o un acto
físicamente increíble. De resto, siempre serán hechos como que el cielo es azul
o que las nubes flotan en el aire. Son cosas que son así. ¿Podrían cambiar?
Seguramente. Pero no es probable. Así pienso yo en las cosas. Si son fáciles de
cambiar o si son simplemente imposibles.
Detesto escuchar sonidos en la mañana, me saca
de quicio. Lo mismo con las luces brillantes. Me parecen casi insultantes
cuando no he acabado de despertarme, como ahora. Menos aún cuando trato de
escribir sobre algo que me incomoda y sobre lo que la gente no quiere saber.
Porque, al fin y al cabo, es algo que no le importa a nadie. Es de esos hechos,
como decíamos, que solo me afectan a mi y a nadie más así que no tendría porque
confesarlo como si fuera algo trascendental.
Pero supongo que esa es la cosa con mucho de
lo que sentimos y por lo que pasamos, no se trata de si a alguien más le
importa sino si a nosotros nos parece relevante en nuestras vidas. A cada uno
le parece importante algo distinto. Por lo mismo, no hay nada que sea poco
importante o demasiado importante pues las prioridades de cada persona son
completamente diferentes. Es como los gustos en colores o en ropa: no importa
las diferencias, todo es válido.
Pero creo que me estoy alejando un poco del
tema y no es que sea algo difícil porque nunca es fácil hablar de uno mismo.
Hablo de que hay algo que me falta y siempre me ha hecho sentir incompleto pero
solo cuando me pongo a pensar en ello, cuando dejo todo por lo que camino en la
vida y estoy vacío mirando a la nada. Es entonces que esa vieja preocupación,
esa molestia, entra a mi cerebro.
En principio, puede pasar cuando uso las
manos. En la ducha era frecuente pero ahora me doy cuenta que ya no lo es
tanto. Cuando vives poco satisfecho con tu apariencia física, todo es un
problema entonces no hay nada que resalte más que lo otro, al menos no con
frecuencia. Pero las manos, o mejor dicho la piel, es ese órgano que no puede
mentir y que te hace pensar casi de inmediato.
No por nada se usan las manos para revisar el
mismo cuerpo y determinar si hay algo malo en alguna parte o no. Esas mismas
manso sirven para explorar otros cuerpos y, al fin del día, sirve para sentir y
sentir es lo mejor que tenemos en la vida. Es el sentido más completo, más
real, y aquel que nos hace ser nosotros. Si no pudiésemos sentir, nada tendría
el más mínimo sentido.
Lo he investigado varias veces. Nunca he ido a
un médico porque creo que no vale la pena. El médico no va a dar una solución
de la nada porque no es algo que se solucione así como así. Supongo que por eso
se le llama un síndrome y no una enfermedad o una condición. Un síndrome es
algo mucho más permanente, algo que no tiene reversa y que es bastante difícil
de deshacer. Es cuando la naturaleza ha hecho que ni siquiera los seres humanos
pueden o incluso quieren arreglar.
Creo que lo mío se podría arreglar. Requeriría
una operación, o varias, y mucha piel extra. Seguramente cortarían partes de mi
trasero o de mi brazo o no sé de donde para tener piel suficiente para recubrir
lo nuevo que tendría encima. No puedo ni imaginar lo extraño que eso sería, lo
poco natural que podría verse o sentirse. Ni siquiera sé si semejante
procedimiento sea posible porque estamos hablando de músculos y los músculos
están todos conectados.
¿O es que acaso la tecnología ya está tan
avanzada que ha logrado conectar musculo y todo lo demás? Si así es, que me
anoten para una de esas y para una operación para crecer unos cuantos
centímetros. A eso no se le llama síndrome pero sí que es un problema que no
tiene solución. Supongo que mucha gente nunca habrá vivido con la sensación de
que son muy pequeños a comparación a los demás así que no tienen ni idea de
cómo es.
El punto es, que a veces me he sentido menos
hombre, menos deseado, menos querido y menos buscado incluso por el hecho de
que a la naturaleza, por alguna razón, no se le dio la gana de completar el
trabajo que tantas veces había hecho. No sé cuantas veces pasamos en no sé
cuanto millones. El punto es que no es frecuente y menos de la manera en la que
está todo pero así es y así son las cosas.
Siempre he pensado que es como esas armaduras
del Imperio Romano, en las que el pecho no estaba cubierto por completo sino
solo parcialmente. Caso siempre pienso en eso cuando recuerdo lo que no tengo.
Es como si ellos también hubiese tenido el mismo problema y hubiese pensado en
esa solución, como si los soldados no debieran salir sin esa protección a la
batalla.
Por alguna razón me falta un musculo pectoral,
el derecho. Mi mano y mi brazo son normales así como el resto de los músculos
de esa zona. Pero allí faltó algo, algo que no está, que no existe y que tal
vez nunca vaya a existir. Algo que me hace poco frecuente en la naturaleza pero
también me pone en desventaja en un mundo en constante lucha por lo
superficial, por lo físico. Soy un hombre incompleto, al que se le olvida muy
seguido.