Hay demonios en mis sueños. Hay identidades
dobles y personajes que dejan la piel para convertirse en otros. Seres duales
que me horrorizan, y me hacen gritar, pero de mi garganta no sale nada sino
solo aire. En mis sueños hay cuartos oscuros y lugares a los que ni siquiera yo
puedo entrar. Parece que incluso mi subconsciente prefiere alejarme de ciertas
cosas que podrían causarme tal shock, que no sería capaz de recuperarme nunca.
Como entró todo eso en mi mente? O es que
acaso lo he tenido siempre, lo he heredado o simplemente está en mi código
genético? La naturaleza pudo implantarme esas sombras, esos lugares remotos en
mi cerebro. Pero porqué? Para qué? No logro entender nada y eso me pone mal, me
hace dar vueltas en la cama, me hace dudar y me hace hacer cosas que
normalmente nunca haría.
A veces el dolor parece ser la única vía de
escape pero soy muy cobarde para llegar a esos extremos y eso que mi
subconsciente hace un trabajo espectacular dándome la dosis nocturna diaria de
dolor y confusión. Que significa todo esto, si es que significa algo? Yo a
Freud no le creo ni el apellido pero si los seres humanos somos capaces de
soñar, por algo será… no?
A mi me gustaría soñar con cosas diferentes,
con mundo más calmados y más felices. Me gustaría soñar que por fin logro tomar
de la mano a esa persona que todavía no conozco, que todavía no sé como se
llama ni que apariencia tiene. Eso sí, ahí mi subconsciente me hace un favor,
porque es mejor para mi no inventarme ese rostro ni sus complejidades. Solo
sentir su mano junto a la mía, entrelazadas por siempre. Solo eso quisiera
soñar y no en demonios.
Habrá sido una película que vi recientemente o
tal vez algo que comí? No lo sé pero si llego a saber la respuesta alguna vez,
empezaré a hacer exactamente lo contrario. Es horrible como la única imagen que
tengo es la de ese ser doble separándose, dejando de lado su carne, su ser
físico para pasar a ser otro. No sé porqué mi cuerpo no me despertó. Tal vez la
idea era que viera más para comprender algo que de todas manera no he
entendido. De pronto hay algún código, algún misterio que debo resolver para
entenderme mejor.
Y eso me asusta más que nada. Me da miedo ver
que más puede haber allí, oculto entre los pliegues neuronales, entre todos los
recuerdos que guardo con aprecio. Odio, detesto imaginar que en un mar de
memorias perfectas y alegres, descansen también las oscuridades más profundas
de mi ser, las más impactantes y también las más indeseables. Creo que si las
descubro, no podré más conmigo mismo.
Me he dado asco antes pero esto podría ponerse
peor. Si fumara, estaría fumando como loco y si me drogara, me metería algo que
contrarrestara el efecto nocivo de estos sueños desquiciados. Aunque me
cuidaría porque dicen que el alcohol y las drogas pueden hacer que todo se vea
aún peor, aún más grande y amenazador y eso, seguramente, sería simplemente
demasiado para mi.
Lo mejor, creo yo, es salir a dar un paseo
entre el viento frío, forzar por medios físicos la desaparición del recuerdo, a
menos de forma consciente. Mientras camino y escucho mis pasos, porque no se
oye ni se ve nadie más, voy pensando cuidadosamente en todas esas personas que
me han hecho feliz y en esos momentos en los que he sonreído con sinceridad y
he disfrutado de la vida sin limites de ninguna clase.
Recuero varios momentos familiares como viajes
y comidas y simples tarde con mi madre. Recuerdo las mascotas y el sabor de la
comida así como las risas y los timbres de voz de cada uno. Me siento mejor
pero al mismo me siento morir pues recordarlos así me hace imaginar que no
estoy muy lejos de los últimos momentos de mi vida. Al fin y al cabo, no es
algo imposible. Pero sería muy triste un final así, en una calle fría y gris en
un país indiferente.
Sigo caminando y recuerdo el placer. Desde el
placer de ver una película favorita o de leer una historia que me llena el alma
hasta el placer básico de la experiencia sexual. Los recuerdos son fáciles de
reunir y los voy analizando uno a uno. Recuerdo entonces esos personajes, tan
bien construidos que parecen reales, tan cercanos que parecen amigos perdidos.
El olor de los libros viejos y el calor que emana de una película buena cuando
la estas viendo.
Y desde allí siento el recuerdo del sexo, del
olor y del sabor y de todos los demás sentidos cuando están tan alerta de todo.
Recuerdo el primer beso y los subsiguientes. Recuerdo los errores y también los
aciertos y los momentos en que parecí ser otra persona al estar poseído por
Eros y sus demás camaradas. Recuerdo habitaciones, la distribución de los
objetos y el nivel de la luz. Es increíble como al esforzarme, puedo recordar
tantas cosas, incluso la pasión de alguien que ya no tengo al lado.
Es entonces que abro lo ojos y me doy cuenta
que caminé más de la cuenta y que ahora ya no sé donde estoy. Es un barrio que
se ve como todos pero simplemente no lo reconozco. Están los mismos edificios,
copias de copias, y las tiendas y todo
lo demás pero no hay nadie y entonces me doy cuenta. Caigo al suelo y grito con
todas las fuerza, golpeando el pavimento.
Me despierto de golpe y maldigo a todos los
dioses, no me importa que religión representen o que es o que se supone que
cuidan. Los maldigo a todos y los condeno a revolcarse en sus estúpidas ideas y
concepciones del mundo. Es por culpa de ellos que tengo esos laberintos en mi
mente, es por su culpa que mi felicidad no puede estar completa pues mis
mejores recuerdos ya están manchados por esa sombra que lo cubre todo y que es
esa ciudad solitaria y ese hombre que se parte en dos.
No… Lo veo de nuevo y mi estomago se remueve.
Esta vez estoy muy despierto, porque siento la cabeza darme vuelta y las tripas
queriéndose salir por donde puedan. Me echó en la cama y trato de respirar
lentamente. Trato de no pensar en nada pero no lo logro. Ahora sí que necesito
esa mano, ahora si que lo necesito a él pero a veces parece que jamás estará
aquí cuando lo necesite.
Así que arrugo las sabanas cogiéndolas con
fuerza y respirando lentamente, con los ojos cerrados. No quiero dormir más
pero si abro los ojos sentiré que arden y veré todo de nuevo como si estuviese
de nuevo en el sueño y no quiero hacerlo. Sin embargo, y después de varios
minutos de lucha, mi cuerpo se rinde, porque no es fuerte y no tiene como
pelear.
Sin embargo, y para mi sorpresa, duermo
algunas horas y cuando me despierto me doy cuenta que no he tenido un solo
sueño, que no he sudado luchando contra seres que no están, que no me duele la
garganta de gritar sin sonido alguno. Me doy cuenta que estoy bien, aunque
tengo algo de frío. Me pongo una chaqueta y esta vez sí salgo al mundo real y
lo primero que hago, antes que nada, es ir a comer.
El sabor es mucho más rico ahora, es como si
todo lo estuviera probando por primera vez y eso que no es alta cocina sino una
simple hamburguesa con papas fritas y refresco. Pero todo sabe como si fuera lo
mejor del mundo y es una buena comida porque no solo me llena el estomago, que
ha dejado de gruñir, sino que también me llena el alma y me deja contento,
sonriendo incluso.
Algunas personas me miran como si estuviese
loco y la verdad es que no me importa. Me importa un bledo lo que piensen los
que me miran. Solo yo sé que ahora me siento capaz de todo, me siento capaz de
dejar la oscuridad atrás y de seguir adelante con mi vida, que podrá no ser
emocionante o entretenida, ni siquiera estable, pero eso no importa. Es mía y
es lo que tengo y me gusta tenerlo. Después de comer marcho de vuelta a casa y
me prometo a mi mismo que no puedo dejar que lo que no conozco me gane siempre.
Pero entonces, cuando lo analizo todo, me doy
cuenta que todo eso todavía está allí y que en algún momento volverá. Porque,
al fin y al cabo, hace parte de mi. No tengo un monstruo adentro sino que soy
ese monstruo, soy ese demonio que e despierta cada mucho tiempo para recordarme
que está ahí y que no planea irse a ninguna parte.
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