Al despertar, me di cuenta que todavía
estaba allí, con sus piernas entrelazadas con las mías y su mano en debajo de
mi camiseta, como si yo fuera su calentador personal. Lo primero que hice
después de alegrarme, fue tomar su mano y apretarla con suavidad. Por alguna
razón, la inseguridad o tal vez el alcohol, pensé que nada de lo que había
sucedido era algo de verdad. Mejor dicho, creía que estaba tan mal que me lo
había inventado todo mientras dormía. No hubiera sido la primera vez. Pero no
era así. Estábamos juntos allí, abrazándonos más, sintiendo que estábamos allí.
Era algo extraño, después de tanto tiempo de no vivir nada por el estilo. No
había amor pero sí existía cierto cariño, cierta comprensión que era imposible
de ignorar.
Entonces sonó la alarma de mi celular y el
momento terminó. Lo abracé y lo apreté suavemente para luego darle un beso en
una mejilla. Enfrentándome al congelante clima de la mañana, salí de las
cobijas y me dirigí rápidamente al baño. Abrí la llave de agua caliente y oriné
antes de entrar y empezar a pensar en todo lo que tenía que hacer ese día. En
el hotel, era mi turno de atender a los clientes en la recepción. El turno
empezaba en hora y media y debía estar justo en el cambio de turno o sino el
gerente me iba a despedir, como si ya no tuviera razones para odiarme. Además,
debía supervisar un estúpido evento que iba a tener lugar en una de las salas
de recepción y eso siempre era tedioso por el tipo de personas que asistían a
semejantes centros de aburrimiento.
Él entró en la ducha y me abrazó y entonces
nos besamos. Otra vez, olvidé todo lo que pasaba en el día y en mi vida y me
concentré solo en él. Me encantaba ver como sentía placer y como me lo
demostraba con todo su cuerpo y con cada segundo que estábamos juntos. Cuando
terminamos, hicimos lo que todo el mundo en la ducha y luego salimos. Él tenía
que ir a su casa y luego tenía que ponerse a estudiar. Su posgrado no iba a
terminarse solo. Lo felicité por ese compromiso y antes de separarnos en el
ascensor le di un beso para que no me olvidara, algo que en mi mente sonó tan
cursi como ahora mismo.
Todo el camino pensé en él y en lo increíble
que era habérmelo encontrado después de tantos años. No había sido a propósito
y tal vez esa había sido la mejor parte de todo este asunto porque no teníamos
realmente expectativas de nada. Lo que había pasado, había sido algo del
momento, algo que solo ocurrió y nos dejamos llevar porque se sentía muy bien.
Siempre me había gustado su piel y su sonrisa pero solo las había apreciado de
lejos y por algunos segundos. Ahora había tenido todo eso solo para mí y debo
decir que estaba más que feliz por haberlo conocido, porque antes no lo conocía
de verdad. Es inevitable pensar que hubiese ocurrido si no hubiéramos conocido
mejor entonces que ahora. Pero, al fin y al cabo, eso que importa?
Llegué justo a tiempo y en el momento exacto
que mi jefe entraba con algunos visitantes que parecían ser muy importantes. Me
cambié rápidamente y cambiamos turno con Jorge, que no era mi amigo ni nada por
el estilo. No era secreto que ambos queríamos que el otro saliera de allí
pronto. Era de esas relaciones laborales donde no puedes ni mirar al idiota
porque te arruina el día. Y nosotros teníamos que mirarnos todos los días para
cambiar de turno. Como éramos siempre tres en recepción, había ese mismo número
de cambios de turno a lo largo del día. No se hacía todo al tiempo para no
perjudicar al cliente que casi nunca se daba cuenta de nada.
El hotel era uno de
esos donde hay más ejecutivos que seres vivos en el área. Son personas
realmente molestas, que piensan que solo porque están haciendo más dinero que
los demás tienen prioridad en la vida antes que ningún otro. Las mujeres
siempre se quejaban de algo y los hombres siempre tenían ese tono condescendiente
que me había dado un día y otro ganas reales de partirles la cara. Pero así era
la vida, unos arriba, otros abajo, y muchas veces mezclados. Porque el bar del
hotel hacía maravillas y las cámaras de seguridad lo grababan todo. Cada
fragmento de sus vidas en el hotel se veía allí, pro lo que a veces hacíamos
apuestas entre nosotros, apostando quien se acostaría con quien o quien hacía
que. Esa entretención se acabó con Jorge, que era uno de aquellos que le
cuentan todo a sus superiores. Imbécil.
El día empezó suave y después vino la
conferencia que volvió al hotel en un lío completo. Gente iba y venía, había
que darle identificaciones pero no se quedaban lo suficiente en un mismo sitio
para poderles dar los carnet y después subían o iban y venían y los pobres
guardias de seguridad no daban abasto, como tampoco nosotros que debíamos estar
pendientes de todo porque la gente que se encargaba de los eventos estaba en
huelga. Tuvimos que poner mesas, sillas y demás y esperar a que los
desgraciados terminaran de hablar de cómo salvar al mundo con sus miserables
empresas. Cuando terminaron, pensamos que todo ese lío iba a terminar pero no
fue así.
Yo estaba en el baño cuando oí gritos a lo
lejos y unos sonidos sordos que pensé que eran algo que era imposible haber
escuchado. Salí sin secarme las manos y me acerqué al lugar del evento. La
puerta estaba cerrada con llave y no había ningún encargado del hotel afuera,
como debía haber siempre. Por un momento me puso del mal genio porque era
irresponsable no estar pendiente de los idiotas de la conferencia pero todo eso
se fue al carajo cuando vi en el suelo una mancha que parecía negra y que
estaba húmeda. Me agaché a mirar que
era. Era sangre. Entonces se oyó otro disparo, esta vez bastante claro, y corrí
a la recepción. Los guardias habían despejado el lobby y una de mis compañeros
hablaba con la policía. Cuando colgó le pregunté donde estaba nuestro otro
compañero y ella solo empezó a llorar.
Nunca he sido bueno para consolar a nadie así
que no lo hice. Le pedí que se sentara y respirara mientras yo verificaba las
cámaras de seguridad con uno de los guardias. Vimos que mi compañero de
recepción estaba recostaba contra la puerta que estaba cerrada y que un hombre
estaba subido en la mesa principal, con un arma en la mano. Lo más horrible de
todo fue que, entre la multitud (unas cincuenta personas) pude ver varios
cuerpos en el piso que no se estaban moviendo. El guardia me contó que el
hombre había estado en el baño y simplemente entró disparando.
Yo caí en cuenta de que habíamos entrado al
mismo tiempo pero yo me había demorado más porque estaba leyendo un mensaje del
hombre con el que había amanecido. Si hubiera estado más pendiente, lo hubiera
podido ver con el arma. Seguramente la había puesto en uno de los cubículos. O
tal vez hubiese sido mejor así. Al fin y al cabo el tipo ya había matado a
algunos y yo hubiese podido ser el primero si lo hubiese descubierto antes que
nadie. Justo entonces llegó la policía y nos dijo que desalojáramos todo el
edificio, por lo que tuvimos que ir piso por piso y asegurarnos de que no
hubiese nadie en los cuartos. Nos demorarnos un buen rato pero cuando estuvo la
última persona fuera, se lo comunicamos a la policía.
Mientras hacíamos nuestra parte, ellos no
habían podido hablar con el hombre. Su presencia había hecho que matara a una
mujer y si seguían insistiendo podría ser cada vez peor. El gerente llegó y por
primera vez no tenía la cara de puño de siempre, sino que parecía estar cerca
del colapso. Habló con el policía a cargo, quien le dijo que era una situación
delicada y que ya habían contactado a las fuerzas especiales para lidiar con el
hombre. En efecto, hombres que parecían soldados llegaron en breve y
propusieron entrar por una salida de emergencia lateral y simplemente matar al
tipo sin darle la oportunidad de pensar. Se organizaron y después de una hora,
lo tenían todo planeado.
Yo solo quería que terminara el día. Salí un
rato y llamé a mi mamá que estaba preocupada y recibí una llamada de él. Oír su
voz fue lo mejor del día y decidí no fingir que no estaba feliz de oírlo.
Cuando colgué, se oyeron más tiros y otros sonidos que no pude entender. Al
parecer el equipo especial de la policía había entrado ya pero cuando la puerta
de la sala se abrió era evidente que las cosas no habían salido tan bien. El
hombre había muerto, con un par de tiros en la cabeza. Llevaba un chaleco
antibalas y se dieron cuenta muy tarde. Alcanzó a matar a otros cinco mientras
terminaban con él. Las ambulancias llegaron y sacaron más de diez cuerpos de
esa sala, uno de ellos nuestro compañero. El lugar quedó hecho un matadero. Suena desagradable porque era horrible.
La policía le dijo al gerente que debían cerrar el hotel por un tiempo porque
iba a haber una investigación y él solo asintió.
Cuando volví a casa, lo primero que hice fue
tomarme todo el contenido de una botella
llena de agua. Luego, me quité la ropa y me duché. Todo lo que había sucedido
me hacía sentir sucio, como con asco. Afortunadamente nos iban a mandar a
trabajar a otros hoteles de la cadena , así que todavía había un salario por el
cual vivir. Pero mi cerebro siempre volvía a lo mismo: y qué si lo hubiese
visto a tiempo, si lo hubiese detenido? Estaría vivo o muerte? Habría sido
héroe o víctima? Antes de quedarme dormido, seguía pensando lo mismo hasta que
olí su aroma en la almohada y entonces sonreí y tuve una noche sin sueños.