Tan rápido como había empezado se empezaba a
terminar. Es extraño decirlo y pensarlo, pero el tiempo es así, parece
escurrirse entre nuestros dedos e irse quién sabe a dónde y quién sabe a que.
Desde el primer día estuve dispuesto al cambio, a vivir un poco para variar y
creo que las posibilidades fueron aumentando con cada día que pasaba. Es
extraño mirar hacia atrás, observar lo que era y lo que soy, lo que había y ya
no está.
No es que sea una persona completamente
diferente porque para eso tendría que pasar algo terrible, creo yo. Al menos
tendría que ser algo demasiado difícil de comprender al comienzo, o algo por el
estilo. No sé quién habla ahora, si todavía soy yo o es ese que hace un rato
cayó dormido porque así me ha empezado a pasar ahora, no sé si por el clima o
por el cambio de horario que todavía me trastorna de manera inconsciente. No sé
que es, pero ahí está.
Otra vez ruidos. Siempre ruidos aquí y allá y
en todas partes. La gente aquí parece tener dificultad para callarse, para
pensar un poco en vez de hablarlo todo como si fuera la oficina de algún
psicólogo frustrado. Aquí a la gente le gusta hablar pero, por extraño que
parezca, nunca hablan de nada real. Siempre son supuestos o cosas que de verdad
no importan para nada, siempre es alguien más o detalles de sus vidas que ni a
ellos deberían importarles. Pero así son
y así serán hasta que se mueran, nada los va a cambiar ahora.
Disculpen. Les decía que mi mente no ha
cambiado por completo y por eso todavía sigo sin querer entender a la gente. Me
sigue molestando el rumor de sus voces cuando creen que nadie los escucha: sus
voces en mis oídos suenan como tanques de batalla. Es insoportable que haya
tanto ruido en un lugar como mi habitación, pero cuando salgo a la calle el
ruido parece ser menor. Será que me acostumbro a él o algo por el estilo.
No, me quito su risita idiota de encima y
recuerdo mis ansias antes de viajar, antes de emprender el próximo camino que
ya no tiene mucha más vida que vivir. Hace casi un año pero sigo recordando que
no fue como la primera vez. Esa en la que mis ojos se llenaron de lágrimas y
quise volver tan pronto me fui. Esa vez en la dejaba las cosas de una manera y
volví para encontrarlas igual. Es raro. Esta vez será lo opuesto y sin embargo
me afecta menos.
Esta vez siento que llevo otro equipaje
conmigo, llevo experiencia, si es que así se puede llamar. Llevo un peso enorme
encima, pero no es de aquellos que pesan en el alma, el corazón y la mente sino
uno que quiero usar para mi ventaja. No todo lo que parece malo lo es, y por
eso creo que todo lo que llevo conmigo puede ayudarme después, en la oscuridad.
El calor es ahora el que me desconcentra.
Todavía oigo su risa o lo que sea allá lejos. Creen que nadie los oye y eso me
parece desagradable. Me parecen desagradables ellos mismos. Eso es algo que no
ha cambiado para nada, sigo sintiendo que la gente es igual de arrogante y
estorbosa aquí que allá y que en cualquier parte. Es algo que no me gusta para
nada, pero es un hecho de la vida que tengo que aceptar. Hay gente que no
debería usar su voz para cantar…
Mi cuerpo se siente diferente. Me di cuenta
hace poco que lo siento distinto, me comporto distinto con él, como si me lo
hubiesen cambiado sin darme cuenta y ahora lo estuviera aprendiendo a usar de
nuevo. Sé que es el mismo, eso es obvio, pero se siente nuevo en ciertas
partes, se siente mejor y me agrada más. Qué extraña sensación, que raro es
poder sentirse así como nunca creí que me fuese a sentir. Es agradable, pero me
da un poco de susto andar por ahí, así de confortable.
Y sin embargo sigue sin importarme nada porque
me he dado cuenta que nada de lo demás importa. Los demás no importan en el
sentido que no puedo amarrar mi vida a lo que otras personas piensen. Esto lo
digo y todavía es algo con lo que lucho día a día porque no he superado todas
las pruebas al respecto. Sigo siendo el mismo que se siente intimidado por la
mirada de los demás, como si pudieran ver a través mío. Mejor dicho, como si yo
no estuviera aquí. Eso duele.
El amor y esas cosas siguen siendo un misterio
al cual nunca sabré si deseo acercarme. Cambiar de latitud y longitud no ha
cambiado eso en lo más mínimo. Sigo considerando que no estoy listo para eso,
sea lo que sea eso. Porque admito que no
entiendo todavía muy bien que es lo que es el amor entre dos personas. El amor
de familia sí que lo entiendo e incluso la amistad, que es un tipo de amor
bastante agradable y útil. Pero el romántico, no lo entiendo para nada.
El sexo, en cambio, lo he aprendido a entender
mejor. ¿Cómo? Muy simple: dejándome llevar por el momento y lanzándome a aguas
antes desconocidas. No voy a detallar todo porque no creo que sea el punto de
este ejercicio, pero sí puedo decir con completa confianza que la experiencia
sexual tiene mucho que ver con mi nueva aceptación de mi cuerpo.
Incluso el ejercicio no sexual, y esto sí que
suena gracioso, es algo que he aprendido a aceptar dentro de mi vida. Y tengo
que confesar que los beneficios han sido varios, no solo en el aspecto
relacionado a mi cuerpo sino a la manera como enfrento cada día. Creo que esa
adrenalina ayuda un poco a mi mejora interna.
Sin embargo, no es que me guste hacer
ejercicio ni nada parecido. Sigue siendo para mi algo a lo que tengo que
enfrentarme desde cierto ángulo para que no sea un momento difícil en el día.
De hecho, tengo que confesar, sigo haciendo de cada jornada un horario casi
estricto que pocas veces admite sorpresas. Es algo un poco insano, lo sé, pero
es la mejor manera que tengo para enfrentar la vida en este momento. Eso suena
un poco trágico, pero no quise que sonara así. En fin.
Ahora pongo música para contrarrestar el
sonido de las voces porque me molestan. Es una pareja y creo que están en mi
mismo apartamento. Me fastidia tener que compartir y así ha sido desde siempre.
Lo gracioso es que aquí no he tenido la opción de no compartir pues con una
experiencia ya vivida se sabe muy bien que sirve y como manejarlo todo, en
especial el dinero que sigue siendo esa fuerza que mueve los engranajes de todo
en el mundo, así uno no lo quiera admitir.
Por algo uno de mis sueños, de los pocos que
tengo porque el concepto de sueños es algo que me molesta ligeramente, es el de
poder ganar dinero por mí mismo. Quiero llegar al momento en mi vida en el que
me paguen por hacer algo, lo que sea. Y poder vivir con ese dinero, tener un
sitio mío, todo para mí, para compartir solo cuando yo quiera y no cuando a los
demás se les dé la gana de que sea compartido. Ese es mi sueño y espero
lograrlo pronto. Por favor…
Creo que fue bueno dormir esos treinta minutos
en la tarde, cambian la perspectiva que uno tiene de la vida. Esa siesta me
impulsó a escribir ahora algo que voy a publicar mañana, después de dar ese
último paso de los muchos que vine a dar aquí. De hecho, hay muchos más pasos
que dar, pero esos son adicionales, no planeados, de aquellos que no me
entusiasman tanto pero que aprendo a querer poco a poco, como hijos del alma.
El calor del día se ha ido de a poco. Ya
quiero sentir algo de frío en la piel aunque me gusta vestirme para el calor,
de pronto por aquello que me gusta más mi cuerpo que antes. Es muy extraño
todo… Me pregunto que estaré haciendo dentro de otro año o dentro de cinco. ¡Ni
se diga dentro de diez! No… Prefiero no hacerlo porque entonces me entra el miedo
de verdad, ese que se amarra en mi cerebro y no me deja ir hasta que me quita
toda la energía que tengo.
Ahora que me detengo un momento, no sé muy
bien que es lo que acabo de escribir. Creo que solo quería decir que me siento
bien pero que el futuro, como siempre, es esa bestia oscura a la que odio
enfrentarme. Por eso la evito y vivo de a poco, dando un paso y después el
otro. Caminando descalzo a un lugar del que no tengo la más mínima idea.
Deséenme suerte.