El pequeño ventilador daba vueltas sobre la
mesa, llegando en un ángulo casi recto sobre la cara de quién estaba allí
esperando, con los brazos cruzados y una expresión de profunda preocupación.
Para cuando el detective Flores entró de nuevo a la habitación, la persona que
había estado esperando ya no estaba. Solo había dejado una nota diciendo que
volvería pero no ponía ni el nombre ni un número de contacto.
Flores sabía que la persona había esperando
durante mucho tiempo para la confirmación de la información que parecía tener
pero su archivero estaba hecho un desastre y pro eso se demoraba demasiado con
cada persona y la gente terminaba yéndose. Solo sus amigos se quedaban y eso
que era solo para burlarse, sin decir nada de ayuda. Sin embargo, pronto se dio
cuenta que no llegaría ningún lado como iba.
Había abierto su consulta privada hacía ya
varios meses y la verdad era que siempre le había ido de manera regular. Por
eso vivían en el barrio en el que vivían: a la gente no le importaba lo que
hiciese o como lo hiciese con tal de que fuese efectivo y ayudara de verdad a
las personas que lo necesitaban. Pero el trabajo era demasiado para una sola
personaje. A veces lo ayudaban amigos o familiares pero ellos no entendían sus
métodos y lo único que sucedía era que terminaban enterrando el poco prestigio
que ganaban al solucionar casos interesantes.
El detective se decidió y puso un aviso en el
periódico de mayor circulación en la ciudad. Le había costado bastante dinero
pero esperaba tener la mejor respuesta y así por fin encontrar a la persona
perfecta para ayudarle a crear un ambiente de trabajo idóneo en el que el caso
no tenga que sufrir por culpa del archivo, el clima, que tan ocupado esté
Flores y todo esos detalles que hacen que alguien elija a un detective privado
sobre otro.
Un centenar de mujeres respondieron al aviso
por correo electrónico y Flores tuvo que leer cada uno de ellos y hacer una
selección del os que le parecían mejor. Quería alguien con al menos algo de
experiencia en alguna profesión similar y también pensaba que la imagen decía
más que mil palabras. Personas que parecieran buscar un puesto de modelo
quedaban automáticamente por fuera.
A pesar de su mejor esfuerzo, tuvo que dividir las entrevistas en dos días.
Durante ese tiempo tuvo que dejar el trabajo de lado para poder elegir de la
mejor manera posible y, ojalá, rápidamente. Siendo un independiente, no tenía
tampoco mucho tiempo para desperdiciar e
iba a ser muy sencillo ver si había “química” laboral o si simplemente no
encontraba alguien que lo inspirara para crear un lazo fuerte a nivel laboral.
El primer día de entrevistas comenzó
terriblemente mal con varias personas que no tenían ni idea de lo que
significaba un despacho de detective privado. Una de las “pruebas” que Flores
tenía era un montón de fotos en las que mostraba diferentes cosas que la
persona podrían encontrar en el trabajo. Algunos fotos eran de cadáveres, otras
fotos sexualmente explicitas y otras apenas infrarrojas. Le parecía que ver la
reacción de las personas al ver las imágenes podría decirle mucho de cada una
de las personas.
Obviamente, todo el que gritara con los
cadáveres o se escandalizara por los desnudos, quedaba automáticamente por
fuera. Los que ganaban puntos eran quienes, a pesar de ver lo que veían, tenían
la capacidad de ordenarlo todo en su mente y hacer conexiones entre las fotos
pues Flores no las había ordenado al azar. Un par de personas lo sorprendieron
de esa manera, dándole toda la información que no había pedido pero que estaba
allí para que cualquiera pudiese descubrirla.
Llegaban hombres y mujeres y eran de todas las
edades. No había un rango de edad más indicado que el otro. Para el detective
eso no importaba porque la persona que iba a contratar debía estar dodo el día
en la oficina, su trabajo primordial siendo el de mantener todo en orden allí
mientras el detective estuviese fuera. Necesitaba un compañero pero también una
secretaria. Tenía que ser una persona muy completa y para eso la edad era algo
casi secundario.
El segundo día fue un poco mejor, con personas
que incluso lo asustaron un poco con el nivel de conocimientos que tenían del
mundo forense y del espionaje como tal. Hubo una mujer a la que le dijo que
todo estaba bien pero que supo que jamás iba a llamar de vuelta pues a pesar de
saber muchas cosas, parecía tener una obsesión muy particular con los asesinos
en serie. No era muy inteligente trabajar con alguien así en casos graves.
Las entrevistas y las pruebas demoraron mucho
tiempo y, durante ambos días, consumieron casi todo el tiempo del que disponía
Flores. Eso no le gustaba nada pues debía trabajar constantemente o no tendría
dinero para pagar el alquiler de la oficina y menos aún para pagarle un sueldo
a una eventual persona que quisiera venir a ayudarlo. Por eso al tercer día, a
pesar de tener mucho que pensar, tuvo que volver a los casos.
Para la semana siguiente llamó a los
finalistas, citándolos a los cinco en la oficina para que hablaran entre todos.
Pensaba que lo mejor sería ver como se defendían bajo presión y con algo real.
Y justo el día siguiente a las entrevistas le había llegado un caso bastante
importante que podría ser la prueba ideal para determinar quién podría ser la
mejor persona para ayudarle en el trabajo.
El caos parecía simple de entrada: una mujer
había asesinado a su esposo y a su amante al descubrirlos juntos en su casa,
llegando de un viaje largo de vacaciones. La mujer era rica pero no por su
esposo, así que no podía tener nada que ver con el dinero. La razón más obvia era
venganza. Sin embargo, había decidido matar al marido después de matar al
amante, a quién ahorcó con la corbata de su esposo. El cliente en este caso era
la madre del amante del hombre.
Lo que se debía determinar era simple: porqué
había asesinado la mujer a los dos y porque había matado primero al amante y
luego a su esposo. ¿Qué había hecho el esposo mientras mataba al amante? La
idea era desenredar el caso para esclarecer si la mujer no tenía razón más allá
de las evidentes para hacer las cosas como las había hecho.
Le dio a cada uno los documentos necesarios y
les pidió que volvieran al día siguiente con las soluciones al caso. Algunos se
le quedaron mirando, como esperando algo. Antes de que pudieran preguntar, él
respondió que ya había resuelto el caso pero que ellos tendrían la oportunidad
de cambiar su conclusión antes de que hablara con la madre del amante para
establecer el camino legal a seguir. Flores ya tenía todo solucionado pero quería
ver como lo hacían los demás, cual era su razonamiento de todo.
Al día siguiente, pudo ver con placer que los
candidatos parecían cansados. Revisaban frenéticamente notas y parecían recitar
palabras en voz baja, recordando qué era lo que tenía que decir. Uno a uno, expuso
lo que había encontrado y su conclusión. Flores asentía solamente pero no decía
nada más, ni de manera negativa ni positiva. Solo bebía café y movía la cabeza
para que supieran que ponía atención.
Una vez terminaron, hizo pasar a la madre del
amante. Todos estaban expectantes pues querían ver en que estad estaba la
pobre. Pero se sorprendieron al ver que no entró nadie a la oficina. Flores
cerró la puerta tras él, se sentó y los miró fijamente. Les dijo que todos sus razonamientos
tenían sentido pero que todos habían olvidado una de las reglas esenciales de
una investigación: están lidiando con seres humanos y los seres humanos dicen
mentiras.
Nunca hubo caso, todo era inventado. Le explicó
que muchas veces venía gente con mentiras, buscando que él validara esas
mentiras para tapar sus fechorías y eso debía evitarse pues estaba en juego su
nombre. Los candidatos estaban sorprendidos, tanto que ni hablaban. Flores les
dijo que podían descansar pues todos iban a trabajar con él. La paga sería
pésima pero tener un equipo era mejor que estar en pareja. Todos aceptaron,
entusiasmados. Sin duda sería una experiencia única para todo ellos.