Fue de repente, como si me echaran un vaso
de agua fría encima y quedara todo mi cuerpo congelado en el acto o al menos
temblando incontrolablemente. No sé de dónde salió la sensación pero sentía un
sudor frío pegado en la frente y que los huesos no se sostenían con tanta
convicción como lo habían hecho hacía apenas unas horas. Era como si algo
hubiera entrado en mi cuerpo de manera sorpresiva y hubiera destrozado cada una
de las defensas de mi cuerpo. Podía imaginar cómo era: una guerra relámpago,
sorpresiva.
Desde la mañana creo que me sentía mal pero no
quise reconocerlo. Mejor dicho, no quise ver que me sentía mal y menos habiendo
salido hacía tan pocos días de sentirme también muy mal por culpa de los
cambios de temperatura. Era como si mi cuerpo hubiese quedado arrasado desde
antes y por eso ahora cualquier cosa podía entrar como Pedro por su casa. Ahora
mismo siento como todo pesa. Es muy extraño sentir de verdad el cuerpo, darse
cuenta que es algo que es sensible y que puede cambiar su estado en segundos.
¿Pastillas o no? Nunca he sido muy fanático de
tomar nada cuando me siento así pero estoy desesperado. Tanto que ayer me tomé
dos de una sentada, a pesar de que dicen que eso no se debe hacer. Pero es que
tenía que hacer algo. No funcionó muy bien. El malestar parece que se frenó
pero igual seguía avanzando. Tanto así que cuando llegué en la noche a mi cama,
la gravedad estaba haciendo la gran mayoría del trabajo. Yo solo podía dejarme
llevar o más bien dejarme caer. Cada parte del cuerpo estaba en alerta roja.
Es un fastidio estar así, tener que sentir que
el cuerpo falla y que no hay nada que se pueda hacer para evitarlo. Y lo peor
es cuando se siente como cada partecita se va apagando, va cediendo a lo que
sea que esté sucediendo. Y vienen los dolores y las condiciones que hacen que
se sienta uno mal o peor que eso. A mi siempre me ha parecido que no tiene
sentido cuando algunas personas parecen disfrutar de cuando están enfermos.
Dicen que hacen unas y otras cosas y que lo pasan bien luchando contra lo que
sea que tienen. ¡Que estupidez!
Yo esto me lo quiero quitar de encima ya.
Quisiera que fuera como un manto que, pesado y todo, se puede quitar a
voluntad, lanzándolo al suelo y haciéndole recordar que no es nada y que no me
puede afectar ni ahora ni nunca. Pero estando así, con dolor de cuerpo y ese
maldito sudor frío que me hace sentir más débil de lo que estoy, es como si
todo fuera a ser así para siempre. Es algo que pasa siempre que a uno le pasa
algo malo: se piensa que no es momentáneo y que las cosas van a quedar, al
menos, afectadas por ello para siempre. No es verdad pero el cuerpo es tonto.
Es que si no lo fuera, no lo convencería a uno
de que se siente todo peor de lo que es. Y es lo peor, sobre todo, cuando se
tienen muchas cosas que hacer o se viene un momento especialmente importante.
Eso es lo que me pasa ahora con este malestar incómodo. Esta semana tengo
muchas cosas que hacer, que terminar, que arreglar. Tengo responsabilidades y
deberes y una enfermedad, o lo que sea esto, no me viene bien pero por ningún
lado. Ya quisiera yo que me pasara cuando no tengo nada que hacer o cuando
quiero evitar ciertas cosas. ¡Eso ya sería otro cuento!
Pero así no son las cosas y ya me toca
resignarme. Tengo que ver como puedo sacar esto que tengo adentro, porque dudo
que después de un día se haya salido así como por arte de magia. No importa que
haya tomado yo ayer con mis amigos, y casi no tomé nada, o que haya comido
desde el momento en el que empecé a sentir mal. Creo que todo eso ya da igual a
estas alturas. El punto es sacar lo que tenga uno de adentro y mandarlo a volar
pero necesito saber que hacer. Creo que estoy desesperado y me urge saber que
es lo que tengo que hacer.
De pronto lo mejor sea quedarme en esta cama
todo el día, cubierto por una sábana delgada y no muy limpia. La habitación se
calienta con facilidad entonces tengo que poner a circular aire pero si lo hago
regresan los escalofríos y ese sentimiento de que me estoy congelando. Nada
parece ser totalmente efectivo y eso me saca de casillas porque lo que necesito
ahora es una solución casi mágica. Ya sé que eso no existe pero debería existir
y quiero que exista y soy libre de querer que lo improbable sea real
Pero bueno, estaba pensando si debería
quedarme en casa. Con este dolor de todo no puedo hacer ejercicio
apropiadamente porque me da mareo y no la verdad es que no quiero comer nada
para no arriesgarme a sentirme igual de mal que ayer. Es que se me revuelve el
estomago de solo pensar como el olor de una comida o como solo caminar me
estaba dando ganas de vomitar en la mitad de la calle. Creo que la gente pensó
que andaba borracho cuando no podía estar más lejos de esas situación. Bueno,
eso si es que alguien se fijó porque ya nadie pone atención.
De hecho, estuve con varias personas con las
que ya había quedado anteriormente, y creo que la mayoría no notó que yo no me
sentía nada bien. De pronto estaba pálido o poco energético pero menos mal mi
personalidad de siempre no es lo que uno llamaría explosiva así que no es algo
que revele nada de lo que me pasa. Les doy muy poco crédito pero es que dudo
que alguien se fije tanto, a menos que lo conozcan a uno tan bien que sepan que
pasa sin tener que preguntar nada. Eso sería muy interesante pero no realista,
en este caso.
Mi espalda me duele. Creo que me duele igual
que las piernas, como si alguien me hubiese cogido a patadas o algo por el
estilo. Se siente horrible este malestar ridículo que no había vivido en tanto
tiempo y que estoy seguro que viene de algo muy simple, de alguna intoxicación
con alguna comida que no tengo idea cual sería. Se supone que siempre miro lo
que como, que reviso las fechas y que me precio de verificar que no esté
comiendo cosas viejas o mohosas o lo que sea. Y aquí estoy, con el sudor frío que
no se me despega.
Mierda… No recordaba que de pronto tengo más
que hacer hoy y que no puedo permitirme descansar. Ayer llevé mi cuerpo al
límite. Estaba débil pero no quise verlo y cuando salí a la calle sentí que me
iba a morir allí mismo, entre ola y ola de compradores y de turistas
desubicados que se sienten en otro planeta solo porque están lejos de casa.
Tuve que detenerme varias veces para poder encontrar el impulso para seguir
pues me gusta hacer lo que planeo o sino siento que he perdido el día o que no
he realizado mis objetivos.
Sé que es una ridiculez porque nadie está
concursando conmigo ni nada por el estilo pero cuando pienso algo tengo que
hacerlo o sino siento que me amarran las manos y que soy un inútil por no
llevar mis ideas al nivel en el que se convierten en realidad. Ayer, a pesar de
que no creía poder terminar lo que tenía que hacer, pude hacerlo. O bueno, eso
creo. Puede que quede una que otra cosa pero nada importante, nada que no pueda
esperar a hoy o mañana.
Y ahí es cuando entra de nuevo este malestar.
Porque no quiero perder ni uno de estos últimos días. No quiero tirarlos a la
basura y luego recordar que no hice nada para aprovecharlos al máximo. Me daría
vergüenza admitir que los últimos días de mi estancia en este país no hice nada
más sino quedarme en una cama viendo como pasaba el tiempo a mi alrededor y
nada más. Solo necesito hacer una cosa hoy para sentir que no tirado mi tiempo
a la basura, para sentir que lo que sea que tengo no me ha ganado ni yo lo voy
a dejar ganar.
Muchas palabras y nada de sustancia, al menos
no por ahora. La verdad es que no sé que hacer excepto tal vez lo mismo de
siempre. Dicen que conservar la rutina, las costumbres, es lo mejor para que el
cuerpo entienda que no puede dejarse someter por cualquier cosa que entra a
hacer estragos. ¿Dónde está ese remedio milagroso? Lo necesito con urgencia. Y
mientras tanto lo que haré es analizar que es lo que siento para poder dar los
siguientes pasos y no quedarme aquí, como un paciente terminal. ¡Si lo que tengo
no es para tanto!
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