Su foto era lo único que seguía existiendo,
pero él ya no estaba aquí y yo no podía traerlo de vuelta. Era un caso perdido,
un momento de mi vida que nunca volvería a tener y no podía permanecer allí.
Tenía que avanzar. Pero como se avanza cuando has olvidado las razones por las
que lo hacías? Ya no tiene sentido seguir adelante o ir de para atrás. Para
que? Si siempre va a pasar lo mismo: las cosas van a salir mal o medianamente
bien, por un tiempo, hasta que dejan de ser y luego todo es una mierda, una
masa amorfa sin sentido que nadie quiere experimentar ni sentir.
No lo amaba, no todavía, pero lo hubiera
podido hacer. Era de esas personas con las que se sentía que se podía hacer
algo además de tener sexo y besarse sin sentido. Se podía conversar y ser
amigos, algo que jamás había sentido que yo pudiera ser con otro hombre.
Siempre me había sentido menos que cualquier otro hombre y de pronto era por
eso que evitaba, a toda costa, involucrarme mucho con alguno. Pero justo con el
que sí hubiera querido involucrarme, ese se fue y no dejó rastro.
Para qué conservaba su foto? No tenía sentido
hacerlo y sin embargo la miraba cada cierto tiempo. De ningún modo me había
enamorado de él pero me hacía sentir bien el hecho de tener un prospecto, una
posibilidad de vivir algo por fin distinto, diferente y que tuviera la
capacidad de cambiarme la vida. Por eso él había sido tan importante. No era
porque no pudiera vivir sin él o algo por ese estilo. No, podía manejarlo todo
muy bien si compañía. Pero siempre pensaba en lo que podía haber sido y eso era
tortura suficiente.
Me siento joven, más joven, pensando así. Como
empezó todo esto? Ah… No lo recordaba. Con ese joven hace tanto tiempo, cuando
ni siquiera entendía nada pero yo creía entender algo. Era alto y delgado, eso
lo recuerdo. Lo malo era que no me conocía, solo de vista. Fue en los últimos
días allí que me di cuenta que sus invitaciones a jugar deportes podían haber
sido máscaras para algo más. Sencillamente era yo muy tímido para atreverme a
decir “sí”, así fuera quién era.
Era gordito para mi edad, en ese entonces pero
no lo pensaba así. De hecho ni lo pensaba, creo que no era algo que tuviese en
mente en el momento. Yo solo quería estar en paz y que me dejaran jugar mis
juegos y hacer lo mío, aparte, sin interrupciones. Por eso las invitaciones del
chico alto me molestaban tanto. No solo era timidez sino que lo sentía como una
interrupción a mi vida desprovista de amigos verdaderos. Creo que los amigos de
verdad solo se hacen cuando uno ya tiene peso en el pantalón, como dicen las
mamás, cuando ya se sabe quién es uno o al menos se tiene una mejor idea.
Perdí esa oportunidad. De pronto era muy
pequeño o de pronto no pero lo cierto es que nunca sabré que hubiese pasado.
Años después empezaría a salir, a ver a otras personas, a tratar de empezar ese
eterno ritual de conocer personas y tratar de reconocer algo en ellas que me
hiciese acercarme más y de pronto vivir nuevas experiencias.
Mi primera cita fue en un parque. Fue extraño:
me sentía incomodo y todo el tiempo quise salir corriendo. Era pequeño todavía
y solo mucho tiempo después entiendo que me vi con alguien que era
inadecuadamente mayor que yo. No, no era un señor hecho y derecho pero de todas
maneras no era lo correcto. Menos mal no pasó nada y fue otra de esas personas
con las que dejé de hablar. Después de eso, un par de años creo, fue que todo
empezó, perdí mi virginidad (si es que se puede hablar de eso en el genero
masculino) y empecé a conocer personas que valían el tiempo que pasaba con
ellos y otros que no.
Nunca sentí nada real con ninguno, solo las
situaciones dramáticas y el poder de cambiar las cosas a mi favor. Sí, siempre
he tenido un sentido bastante calculador de las cosas, porque sé que puedo
torcer el sentido de todo a mi favor cuando quiero. Pero no siempre quiero y me
aburrí pronto de las situaciones tontas y sin sentido en las que me vi envuelto
en ese tiempo. No solo el sexo casual, que podía ser tan divertido como
extremadamente aburridor. También el potencial romance, inexistente y estéril.
No creo que sepa que es el amor. No sé si
siquiera crea en el amor. La cosa es que tuve un par de oportunidades en las
que pude haberlo experimentado pero no estoy seguro de que eso fuese lo que
debía sentir y, si eso era el amor, me decepcionó bastante con el tiempo. Hubo
personas que quise, mucho. No sé porque y de pronto las razones no fueron las
mejores pero sé que mi cariño era verdadero. Era amor? No, no lo creo. Y, de
nuevo, si lo era, que desperdicio.
Fueron unos tres años, o tal vez dos, bastante
activos para mi. Entonces ya era mayor de edad y tenía más idea de lo que
quería de la vida o, al menos eso pensaba yo. El futuro me tenía sorpresas en
ese frente pero el caso es que tuve una vida social extrañamente activa por un
tiempo. Ya tenía los amigos verdaderos de los que les contaba antes y buscaba
tener esa experiencia de la que todo el mundo se jacta, esos amores que cambian
vida y duran y son tantas cosas y nada al mismo tiempo.
Pero nada. Nunca apareció ese amor juvenil que
es extraordinario y perfecto, a su manera. Esa juventud, siento, que ya pasó.
No es que sea viejo pero la juventud es una etapa tan bien marcada que
cualquiera sabe cuando empieza y cuando termina y a mi ya me dejó ese tren.
Esto último que pasó fue ya habiendo terminado la juventud y tal vez por eso lo
asumí de manera distinta. Si me hubiera pasado lo mismo hace unos años estoy
seguro de que hubiera perdido la razón y hubiera llorado como loco por horas o
días.
En cambio, esta vez solo me dio rabia. Y me
dio rabia porque fui la mejor persona posible y eso no fue suficiente. No
estaba triste ni me culpé a mi mismo, no por el fracaso al menos. Solo tenía
rabia porque las personas jamás pueden ser completamente decentes, siempre
tiene que haber una manera de que te decepcionen y siempre lo hacen, tarde o
temprano. De pronto él no era tan maduro o yo no lo era. No lo sé, las vidas
siempre son tan diferentes que las medidas de la madurez pueden ser inútiles.
Cada uno es un mundo, dicen por ahí.
Después de todo eso sí tuve problemas pero no
con otros sino conmigo mismo. Inconscientemente, este impasse me había llevado a
pensar, allí dentro de mi cerebro, que en efecto no era capaz de nada. Ni de
encontrar trabajo, ni de tener una vida “para mostrar” (y eso es lo que
buscamos si somos honestos), ni podía mantener a alguien cerca de mí. Fue una
depresión auto-diagnosticada porque dudo que un doctor pueda decirme mejor que
yo mismo lo que sentí.
Fue horrible y no quiero volver a ese momento
y por eso mismo no puedo aferrarme a momentos. Borró esta foto de mi vida para
no volver a situaciones que no me ayudan en nada, para no estar de nuevo en
esos espacios que solo me amarran al suelo pero que no me dejan ir hacia
delante. Y reconozco que soy yo quién
más impido mi propio avance, mi propio vuelo.
Pero que puedo yo hacer? Que puedo hacer
cuando todo parece depender de los demás? Que puedo inventarme para que el
mundo me vea a mi y no a los demás? Porque eso es lo que pareciera que pasa. Y
ya lo sé, y lo aprendí hace tiempo, que no tengo las fuerzas suficientes para
luchar, para esforzarme más allá de lo normal. No puedo y la verdad es que
tampoco quiero porque no creo que deba hacerlo. Porque tengo que ser yo el que
vaya más allá cuando otros no hacen nada y sin embargo viven la vida que
quisiera para mi?
Lo sé. Sé que hay privilegiados y otros que no
pero la verdad es que eso poco o nada me importa. Solo quiero cambiar, estar en
otra parte, incluso en otra piel muchas veces. A veces odio mi propio aspecto y
quisiera terminar las cosas pero… No, eso fue antes y no quiero volver allí. No
voy a volver! Cada uno tenemos nuestra manera de caminar al abismo final y creo
que todavía me queda mucho para descubrir el mío. Desafortunadamente no me ha
tocado como a los demás, que parecen navegar por la vida como si tuviera el
mapa para hacerlo con los ojos cerrados desde que tenían apenas cinco años de
edad.
Como sea. Ese no soy yo. Yo no soy ese ser
perfecto, al menos en apariencia. Soy un ser de defectos, grandes y
pronunciados pero nadie nunca dijo que yo, o la gente como yo, no tuviéramos
derecho a atrevernos a más y, lo más importante, a soñar. Porque a veces es lo
único que tenemos, así nos quite algo de fuerzas a través del tiempo. Prefiero
eso… Lo prefiero a cualquier otra cosa.