Cuando tomó su decisión, sabía que más de
una persona no iba a estar de acuerdo con ella. Tenía que entender que ellos
estaban preocupados por él, por su futuro y lo que podría ser su vida
dependiendo de esa decisión. Los tenía en cuenta pero no podía tomar una
decisión tan importante basada en otras personas, en los que otros pensaban que
debía hacer. Él sabía muy bien cal era su opción y la tenía en mente, más de
eso no podía hacer mucho, solo analizar la situación con mucho cuidado.
Se trataba de una posibilidad de trabajo. No
pagaban nada especialmente bueno y tampoco era una posición privilegiada en
ningún lado. De ser algo increíble, la respuesta ya hubiese sido pronunciada
hacía mucho tiempo. Pero las cosas no eran así, no todo era como la gente se lo
imaginaba, con opción perfectas día tras día, como si Europa fuera el máximo
paraíso laboral en el mundo.
La verdad era que no había ido allí para
conseguir un trabajo. Esa nunca había sido su idea. Lo que había ido a hacer
era estudiar y le había prometido a sus padres estar concentrado en el asunto.
La oferta de trabajo había salido de la nada en los meses en que preparaba su
trabajo final y por eso era una decisión que debía tomar con cuidado pues el
tiempo para tomar estaba por terminarse. No podía tomarse la vida entera
pensando en ella y eso era lo que le molestaba más del asunto.
El trabajo era en París y no tenía nada que
ver con lo que él hacía. En resumen, sería un asistente de producción para una
compañía de fotografía. Tendría que hacer todos mandados que ellos ordenaran,
sobre todo ir a recoger gente a un lugar y luego volver con ellos a otros
sitios y, básicamente, encargarse de los modelos y de las personas que vinieran
a trabajar con la productora. El sueldo era menos de lo que gastaba en un mes y
no proporcionaba ninguna seguridad extra.
Era solo un puesto de asistente. No tenía
beneficios algunos y no había manera de que le subieran al sueldo, al menos
para que pudiese ganar lo justo para vivir y no ahorrar nada. Pero no era así. Aunque
lo veía como una oportunidad importante, no podía dejar de pensar que si
aceptaba, tendría que mudarse a otro país solamente para ganar una miserableza
y probablemente seguir pidiéndole dinero a su padre para las cosas más
esenciales.
Si iba a ser independiente, quería serlo por
completo, ganando un salario que le fuese suficiente para tener algo propio,
para vivir por su cuenta y empezar a construir esa vida solos, que es el la
meta de todos en esta vida. Aunque hay muchos que se casan, el concepto es el
mismo. Por eso es una decisión difícil o al menos complicada de considerar.
Lo mejor fue hacer una
lista con todo lo malo y todo lo bueno del asunto. En el lado de las cosas
buenas, escribió que tendría experiencia laboral, por fin. En su vida le habían
pagado por hacer nada y siempre que lo mencionaba la gente se le quedaba
mirando como si estuviese loco o algo parecido. Al parecer todos habían
empezado a trabajar desde las más tiernas edades y él era el único anormal que
había usado su juventud para estudiar. Sabía que estaba en la minoría en eso y
decidió no pensar mucho en ese detalle. Ya mucho se lo recordaban.
Otra cosa buena era que viajaría a otro lugar
y podría conocer mucha gente del medio que le podría ayudar eventualmente con
proyectos propios. Era obvio que un trabajo de asistente no era nada especial,
pero eso siempre podía cambiar estando él allí. Podían darse cuenta que era
mucho mejor para otro trabajo que para ese o simplemente subirle el sueldo por
lo bien que estaba haciendo su trabajo. Cosas así podían pasar, no solo en la
películas sino de verdad.
La tercera cosa buena era finalmente
independizarse de su familia. Haciendo serios recortes a sus gastos mensuales,
el sueldo podría alcanzarle. Tendría que dejar muchas cosas de lado pero era
algo posible. El resultado sería su independencia completa de su familia, algo
que quería lograr tarde o temprano. No era que tuviese nada contra su familia
ni nada de eso. Muy al contrario. La cosa era que tenía ya casi treinta años y
necesitaba ser independiente, probarse que podría mantenerse a si mismo si
tuviera que hacerlo.
En la parte de lo malo
escribió lo de estar más tiempo en el continente. No quería que nadie se lo
tomase a mal, pero no estaba muy a gusto con las cosas allí. No terminaba de
acostumbrarse a miles de cosas pequeñas que veía y tenía que hacer un poco por
todas partes. No se sentía a gusto viviendo allí y eso podía ser en parte
porque no tenía a nadie con quien compartir nada.
Esa era su segunda entrada en la lista negativa:
no tenía a nadie. Toda la gente que se preocupaba por él, que lo conocía o
parecía conocerlo, todo ellos estaban a muchos kilómetros de allí, incapaces de
ayudarlo cuando se sentía solo o en eso extraños momentos cuando se necesita
escuchar la voz de alguien, cuando solo eso puede ser tan reconfortante. No
tenía nada parecido allí. Si acaso gente conocida, gente amable que le brindaba
su amistad. Perro solo querían ser amables. No eran sus amigos y eso no tenía
nada de malo. Las cosas rara vez eran perfectas en cualquier ocasión y él lo
entendía.
La tercer cosa mala era el tiempo indefinido
que tendría que quedarse allí. No sabía si sería algo para siempre o si serían
solo unos meses o un año o cuanto. No tenía idea de cuanto tiempo necesitaría
para probar ese nuevo trabajo, para ver si llegaba a algún lado con él. Era
imposible saberlo.
Hubo una anotación más
en ese lado: los trámites que debía cumplir. Iba a trabajar y eso requería
nuevo papeleo. No solo se trataba de decir que estaba allí siendo extranjero
sino que debía pedir un permiso de trabajo y eso podía ser más que complicado
con su pobre historial de experiencia. Podrían considerar que no cumplía los
requisitos mínimos y ahí si que no tendría nada que ver su decisión pues ya
habría sido tomada para él por los burócratas que manejan los hilos de esos
asuntos tediosos que hay que hacer para vivir.
Miró la lista por un mes completo y lo que
hacía era imaginar su vida de una forma y de otra. Todas las noches, antes de
dormir, se imaginaba su vida si aceptara y fuera vivir a la bella ciudad de
París. Se imaginaba a si mismo conociendo gente muy interesante pero comiendo
atún todos los días al lado de un lavaplatos sucio en un apartamento
tremendamente pequeño y ruidoso o alejado de todo. Se imaginó a si mismo
gastando horas y dinero en transporte público para ir a su trabajo todos los
días. Perdería peso y mucho tiempo de su vida.
También imaginó rechazar la propuesta y volver
a su país tal como había salido de allí: sin nada. De pronto con la educación que
había adquirido pero eso era algo que no se veía a primera vista, era algo que
se demostraba con un trabajo, con la habilidad que se podía demostrar con un
lugar estable donde desarrollarse como persona. Pero sabía que eso era algo difícil
de obtener. Trabajos no habían y si habían eran para los hijos de los que ya
trabajaban o para los amigos o alguna relación especial de esas.
Él no conocía nadie. A la larga, estaba tan
solo en casa como estaba en ese otro país lejano. No importaba como lo pensara,
el resultado seguía siendo el mismo, por un lado o por el otro. La única
ventaja real que le daba volver, era que al menos podría intentar fracasar en
su propio idioma e, incluso, en sus propios términos. No moriría de hambre pero
demoraría mucho tiempo más en ser un hombre hecho y derecho, una persona
independiente y admirable.
La decisión que tomó no fue la más popular.
Mucha gente no entendía porqué lo había hecho y la verdad era que ni él sabía
muy bien qué era lo que había hecho. Solo sabía que era una decisión y que
estaba tomada. Y, de nuevo, después de todo eso, se sintió más solo que nunca.
Se sentía al borde del abismo y el viento más débil podría enviarlo directo a
su muerte.