Todo había sido hecho casi a la medida. Era
un mundo completo, con todo lo que se pudiese necesitar en un lugar al que se
viene de vacaciones, pues esa era la idea original de los creadores de
semejante invento. Se habían basado en varias películas y habían usado varios
de los personajes para ir poblando ese mundo. Serían un elemento más para que
cualquier persona se decidiera a gastar el dinero necesario para vivir la
experiencia de entrar a un mundo de ensueño donde podía sumergirse en sus
películas favoritas por un tiempo máximo de una semana.
Los creadores de la experiencia lo habían
hecho todo con mucho cuidado, pidiendo todos los derechos necesarios para usar
ciertas locaciones y rostros, y también avanzando tecnológicamente de una
manera que nunca se había visto en el planeta entero. Al fin y al cabo, era una
experiencia en la que había que sumergirse, había que creérselo todo y para
conseguir eso hay que alcanzar el mejor lugar posible en todos los sentidos.
Por eso el sitio demoró mucho más tiempo del previsto en ser terminado. Hubo
muchos cambios y correcciones.
Los androides que personificaban a los
personajes famosos de las películas debían de ser perfectos y por mucho tiempo
no lo fueron, eran simplemente robots sin gracia que repetían las frases clave
una y otra vez como discos rayados. Eso no era lo que nadie quería. Por eso
tuvieron que posponer la fecha de estreno una
y otra vez, hasta que los personajes y todo su mundo estuviesen
completos y no presentaran los mismos errores que se presentaban al comienzo.
En esa época los androides explotaban de tanta información.
Las primeras entradas para Cinemia (así se
llamaba la experiencia construida) fueron sorteadas por internet con una página
especial que eligió cien personas completamente al azar. Se hizo así,
precisamente, para que nadie tuviera la posibilidad de denunciarlos por no
haber sido elegidos. Dos meses después del sorteo era el momento indicado para
que los primeros visitantes llegasen a lugar y empezaran a experimentar todo lo
que se podía ofrecer. Eso sí, debían de reportar absolutamente todo lo que
vieran para corregir antes de abrir el lugar al público general.
Ese primer grupo de cien llegó al lugar
indicado pero de allí los llevaron en un helicóptero al lugar real donde empezaba
la aventura. Todo bajaron en la plaza principal de un pueblito que parecía algo
desierto, pero al dejar pasar un solo día, se dieron cuenta que todo el lugar
cobraba una vida inesperada. El pueblo era una gran mezcla de personajes pero
de ahí los invitados podían decidir ir a un lugar o a otro del parque. Lo
tenían que hacer con diferentes transportes, acordes al estilo de película que
eligieran. Había para todos los gustos.
Muchos fueron en una nave deslizadora hasta el
sitio donde todo era de ciencia ficción, otros prefirieron quedarse con las
películas dramáticas y románticas y otros viajaron en un carrito muy gracioso
al sector donde estaban los personajes de animación. Obviamente esos eran los
menos creíbles de todo pero a los niños
les encantaba y los mismo pasaba con
algunos adultos que siempre habían soñado conocer al personajes que los ayudaba
a pasar las tardes en su niñez. Había mucho que elegir y relativamente poco
tiempo.
En la zona de ciencia ficción, había batallas
que parecían reales con cierta frecuencia. Y en otros momentos todo era mucho
más tranquilo pero de una manera que inspiraba terror. En cada zona del parque
había un hotel y los huéspedes podían quedarse allí para interactuar a diario
con sus personajes favoritos y vivir aventuras inmersivas que buscaban ser algo
único en el negocio de los parques de diversiones Por eso el secreto al solo
dejar entrar cien personas y no más.
En la zona de animación y en la de drama,
había también muchas personas queriendo conocer a sus favoritos. Pero todos los
días trabajaban los técnico del parque para seguir teniendo personajes y
situaciones interesantes dentro del sitio. Era trabajo arduo que se pagaba muy
bien pero ciertamente cansaba mucho. La idea, y al parecer lo estaban logrando,
era que los huéspedes no se dieran cuenta de nada de lo que estaba pasando.
Ellos debían de disfrutar su semana en relativa paz y no con robots fallándoles
por todos lados.
El problema era que precisamente eso estaba
pasando. Muchas cosas que parecían estar bien los dos primeros días, empezaron
a fallar un poco en los días siguientes. Por ejemplo, había algunos personajes
de western que se repetían una y otra vez, como si no existieran más frases en
el mundo. La gente se aburría rápido de ellos y esas interacciones simplemente
fallaban porque nadie estaba ni remotamente interesados en ellos. Por eso hubo
algunos personajes que fueron retirados en esos días sin que nadie se diese
cuenta.
Había otros personajes en cambio que parecían
ser el centro de atracción todo el tiempo. Los personajes querían estar todo el
tiempo con esos que decían cosas graciosas o que eran arriesgados o que
simplemente se parecían tanto a los de las películas. Al fin al cabo esa era la idea del parque, hacer de
toda la experiencia algo en lo que las personajes fuesen emocionantes y capaz
de una empatía necesaria con los turistas para poder completar ciertas pruebas
y superar obstáculos. Al comienzo era difícil de comprender el funcionamiento,
pero no era muy difícil.
El problema era que las
pruebas diseñadas parecían ser demasiado difíciles de alcanzar para la mayoría
de los visitantes. Muchos se quejaban que les había tomado casi toda la semana
de prueba insertarse como espía en una supuesta red de drogas que tenía lugar
en la zona de películas de acción. Había tanto que hacer que las personas se
perdían. Eso sin contar que a veces los androides se comportaban de manera
extraña: algunas veces eran devotos casi religiosamente los turistas y otros
días los hacían perder deliberadamente.
Los ajustes no solo se hicieron durante la
estadía de los primeros huéspedes sino mucho después de ello. Era obvio que
faltaban muchas cosas, entre ella el carácter necesario que necesitaban los
androides, que era algo que haría que la gente se perdiera en la ventura y no
dudara tanto de todo lo que sucedía alrededor. Casi querían crear un videojuego
de realidad virtual pero ciertamente era algo mucho mejor que eso. Se podía
decir que era el siguiente paso tecnológico.
El dueño del parque supervisó la semana de los
turistas y estuvo varios meses después para indicarles a los técnicos y
creativos cuáles eran los cambios que había que hacer con urgencia. Había mucho
que corregir e incluso mucho que crear de cero pues habían habido cosas que no
funcionaban para nada. Una de esas era la comida dentro del parque que, al ser
cocinada por los androides, siempre quedaba muy diferente a los que los huéspedes
esperaban y eso no podía ser. Obviamente también tenían chefs reales, pero eso
era diferente.
Tenían que ser capaces de hacerlo todo y
hacerlo bien, de una manera correcta, si no es que perfecta. Todo debía ser
como el mundo, o al menos esa había sido la premisa desde un comienzo. Después
fue cuando el creador de todo se dio que querer que se pareciera todo al mundo
real era una ridiculez del tamaño de un elefante. Eso era porque el mundo real,
o mejor dicho el nuestro, es un caos y una mezcla de mucho más que solo paz y
guerra y aventuras sin sentido. Querían construir algo con cierta esperanza y
no para que nadie se deprimiera.
C Como se esperaba, el parque demoró dos años
más en abrir luego de las visita de los primeros cien huéspedes. Fue recibido
con cariño por muchos pero jamás pasó la prueba de fuego. Muchos decían que se
sentían falso, que era muy fácil o muy difícil. Que era complicado o aburrido o
muchas otras cosas que eran predecibles. El caso es que la tecnología fue
creada para no usarse más o tal vez no de la manera que inicialmente se había
planeado.