domingo, 1 de noviembre de 2015

Otra noche

   Cuando terminamos, no dijimos ni una palabra más. Solo nos separamos un poco para poder recuperar el aliento y nos quedamos allí, en medio de ese particular lugar. Mi mirada iba de una cosa a otra porque no sabía que hacer o que decir. Pero cuando me di cuenta, tenía un cobertor encima y él me abrazaba con cuidado. Ya no tenía que pensar en nada así que me dejé ir y no pensé más. Creo que no dormí mucho porque era tarde cuando terminamos y cuando me desperté seguía oscuro aunque ya se podía vislumbrar ese pálido tono azul de las madrugadas. Él se había movido, dándome la espalda. Dormía profundamente, resoplando tranquilamente sobre el colchón. Aproveché esto para ponerme de pie e ir al baño, donde tomé algo de agua sin prender la luz. Me mojé la cara y volví al lugar de antes.

 Me di cuenta de la vista. Es decir, esta vez sí la detallé. Antes había sido una bonita adición a todo el evento pero no la había mirado con cuidado. Las luces de la ciudad brillaban con fuerza y se notaban incontables vehículos y apartamentos en donde seguramente habría fiesta o alguien muy desvelado. Al fin y al cabo era viernes y mucha gente había salido a bailar o a tomar algo. Yo me decidí por un plan diferente y la verdad no me había arrepentido. De hecho, no había nada de que arrepentirse pues no era tampoco algo del otro mundo que alguien decidiera verse con otra persona con el objetivo exclusivo de tener relaciones sexuales. No es algo muy extraño que digamos.

 En especial cuando ya nos conocíamos de hace mucho tiempo y hacía años que no nos veíamos. Bueno, tal vez no años pero sí al menos un año en el que yo no había estado cerca y por lo tanto no había habido posibilidades de nada. Pero ya había vuelto, hacía tan solo unos días, y ya estaba allí. Lo mejor del caso, y le sonreí desnudo a la ciudad mientras lo recordaba, fue sentir su entusiasmo cuando lo contacté y le dije que nos viéramos. Su sonrisa al abrirme la puerta de este particular estudio en un edificio sin terminar, era simplemente lo que yo necesitaba desde hacía un buen tiempo. Nunca sobran esos halagos, esos pequeños momentos que te hacen sentir único.

 Volví al colchón y me acosté junto a él. A pesar de mi peso, no se movió un solo centímetro, todavía resoplando con suavidad. La noche no era tan fría como de costumbre y estuve un rato más pensando y divagando sobre todo y nada. En un momento pensé en irme pero caí en cuenta que no tenía que estar en ningún lado y además él, con solo su mirada, me había pedido que me quedara. Como podía irme así no más y rebajar el momento que habíamos compartido? Así que finalmente me recosté y, tratando de ignorar la luz que entraba en la sala, cerré los ojos y me quedé dormido. Tuve un sueño de esos largos y extraños, pero ya no lo recuerdo bien.

 Fue él quién me despertó. Había pedido un domicilio y estaba en calzoncillos junto a mi comiendo de una cajita. Me dijo que había uno para mí, así como jugo de naranja para remojar la garganta. Fue como si me leyera la mente, pues sentía la garganta como si hacía muchos días no tomara una sola gota de agua. Debía ser porque, entre los dos, habíamos tomado una botella de vodka mezclada con jugo de limón. Me dolía un poco la cabeza pero había tenido resacas peores. Tomé mi cajita, los cubiertos plásticos que había sobre ella y empecé a comer. Era un desayuno típico de mi país, básicamente comida recalentada del día anterior. Sabía perfecto y era justo lo que necesitaba para quitarme el sabor del vodka de la boca y apagar los sonidos de mi estomago.

  Me sorprendió cuando él terminó y me dio un beso en la mejilla. No estaba preparado para ello y casi me atoro con la comida. Creo que no se dio cuenta porque caminó tranquilamente a tirar la caja y lo demás en una bolsa negra y luego se metió en el baño. Yo seguí comiendo y terminé justo cuando él salía del baño. De pronto me abrazó y nos besamos un buen rato. Debo decir que nunca pensé que al otro día de una noche así se pudiera sentir una persona tan especial, tan único en un sentido bastante extraño. Pero así era. Y lo mejor era que nuestros besos ya no tenían el sabor del licor. Sabían a comida y jugo de naranja, algo muchas veces mejor. Cuando dejamos de besarnos, nos miramos a los ojos unos segundos y nos separamos.

 Cada uno fue tomando sus prendas de vestir del piso y al cabo de unos quince minutos estábamos vestidos. Me dijo entonces que era una lástima que la ducha del sitio no funcionara bien todavía pero es que la presión del agua todavía no alcanzaba para tanto. Si volvía en un mes, dijo, seguramente se vería todo muy distinto. No supe si era una invitación o solamente un decir pero la frase se quedó conmigo un buen tiempo. En la puerta, ya vestidos y él con la bolsa de basura en una mano, nos besamos de nuevo. Allí fue más apasionado y por un momento pensé que íbamos a volver al colchón e íbamos a dejar esa tontería de irnos para otro momento. Pero no fue así: sí nos fuimos.

 En el recibidor del edificio, me dijo que iba a tomar un taxi a la casa de sus padres que lo esperaban para acompañarlos al mercado. Yo le dije que no tenía dinero para taxi y él se ofreció a dármelo pero le respondí que quise decir que prefería tomar un bus que pasaba cerca y me dejaba en casa. Para mi sorpresa, nos despedimos de beso en la boca y no nos importó quién estuviera allí. Nunca había hecho algo así porque me hubiera dado vergüenza. No soy de los que le gustan las demostraciones públicas de afecto. Pero en ese momento la verdad necesitaba ese último beso y me alegro recibirlo.

 En el recorrido a mi casa, recordé cada momento de la noche y me di cuenta que todo era muy extraño. Nos veíamos cada mucho tiempo, siempre para hacer lo mismo pero no solo era sexo sino que era un momento siempre único y especial. Nunca le había preguntado a él porqué, pero siempre era muy cariñoso conmigo, no importa cuanto tiempo hubiese pasado ni las condiciones del momento. Se podía decir que había incluso momentos románticos y solo el pensarlo me hizo reír, lo que me hizo sentir tonto en el bus, que iba casi solo. La verdad era que nos entendíamos bien íntimamente y tal vez por eso siempre que nos veíamos lo sentíamos de manera tan especial y no era algo tan común como en otros casos. Era algo un poco más allá.

 No niego que he tenido la experiencia de conocer a otras personas en situaciones similares y sé que la idea general de ese tipo de encuentros no es el romance ni sentir la cercanía de otra persona ni nada por el estilo. Normalmente es puro sexo, que cuando termina es definitivo y cada uno se va para su casa cuando ocurre. Es algo bastante básico y sencillo en ese sentido y un poco más automático que lo que yo experimenté con él. O tal vez estoy exagerando y estoy creando una película en mi cabeza que no existe. Francamente lo dudo porque siento que cuando me besa no siempre lo hace con otras intenciones. Es como si necesitase de verdad ese beso y, así lo esté actuando, lo hace muy bien.

 Es algo interesante saber si él piensa lo mismo. Yo de hecho sé que lo hace, al menos en el aspecto general. Y lo sé porqué un día él me confesó que seguido pensaba en mi y en uno de esos momentos que habíamos compartido. Tengo que decir que para mi fue una ayuda increíble a mi autoestima, que normalmente no es muy alta pero en ese momento hasta me puse rojo. Además es su manera de decir las cosas, de expresarse y de dar a entender que lo que dice es cierto y que lo siente de verdad. Por eso cuando estamos juntos ya no pienso en nada más sino en el momento y la verdad he descubierto que así es mucho mejor, pues no me saboteo a mi mismo sino que me ayudo.

 Cuando por fin llego a casa, trato de no hacer mucho ruido. Lo bueno es que no hay nadie despierto así que puedo fingir que llegué en la madrugada. Con cuidado me quito toda la ropa y me meto a mi cama, que está fría. Instantáneamente recuerdo su olor y su tacto y me doy cuenta que me gustaría tenerlo allí conmigo. Y sin embargo, me doy cuenta de otra cosa y es que en nuestra relación no existe el amor típico. Yo no estoy enamorado de él ni él de mi y es terriblemente liberador que así sea. No estamos amarrados por ello y creo que por eso nuestros momentos son mejores que los de otros. De eso estoy seguro.


 Dicen algunos que es mejor no jugar con fuego porque en algún momento te quemas, pero en este caso no creo que haya la posibilidad de eso. Y así la hubiese, no me importaría quemarme. Somos dos adultos y creo que podríamos manejar cualquier situación que se presente. Además, no nos vemos tanto como para algo así. De hecho, alguno de los dos podría conocer a alguien más y todo quedaría ahí, como congelado en el tiempo. Y eso no sería ni malo ni bueno, solo sería una de esas cosas que pasan.

viernes, 30 de octubre de 2015

The massage

   My back hurt a lot. It started to get on my nerves that every single morning, without fail, I woke up with every bone in my body aching as if I had been practicing some gymnastics routine while sleeping. I didn’t know if it was the mattress or if my sleep routine had somehow been disrupted. Whatever it was, I had to find a solution fast or my spine would be gravely affected and I would have to sleep on the floor. I would have wanted to change the mattress but that wasn’t really an option: I lived in a rented room and the owner might have an opinion about it. Besides, even if I could do it, I didn’t have the amount of money to allow myself to do such an investment. So the mattress, even if it was the wrong one, was not the answer to my problems.

 So I decided to do something for myself. My body was in pain and I needed to make it better, to be able to walk in the morning without feeling hundreds of knives penetrating my skin. So I decided to try some exercises before and after sleeping time but that wasn’t a very good idea. Not only because I had never done any exercise whatsoever, but also because they didn’t seem to be affecting my sleep. Sometimes I moved less during the night but I had the same back pain as always. I was grateful that hadn’t worked because it could be quite an annoyance to workout just before and after you sleep. I mean, those are the two worst moments of the day to do any physical activity, even if I had been willing to do so. There had to be a better idea, more suited to me.

 It came to my attention one day, while I was taking a walk around the neighborhood. I was new to the area so I wanted to know about all the restaurants, supermarkets and stores in general that operated around my building. Two streets over, I discovered a spa. The entrance was quite small and, thank God, there was a list of prices and procedures on the window, so I didn’t have to go in. They specialized in massaged, have all kinds of them. Maybe that was what I needed: someone to undo all the knots on my back so I could sleep better during the nights. And the price was not too high so if I started feeling in pain again, I could come back in a month or two. I was about to go in but something made me think it twice.

 I went back home and, like an obsessive person, I decided to know about all the types of massages so to know the best one for me. Many were Asian and I had read stories about massage parlors there. I doubted the spa I passed by was a place like that. Anyway, they were very complete and did want something that was rather aggressive. I wanted them to “rearrange”, if that’s possible, all my muscles and bones and make me be able to walk again without having to complain bout something. I then stopped obsessing about it and just assured myself I would go to the spa the next day.

 And I did. It was a Saturday so this time around there were two people in the waiting room, a very small space with two chairs. I had to wait standing up, which was kind of funny considering I had come because my body ached. Anyway, it was not a long wait. Each one of us was directed to different rooms and was asked to undress and put on a gown similar to the ones used in hospitals. Not that I had ever used one but I had seen those many times. The woman that had led me there also told me to lay down on the table, face down of course, and wait there for the masseuse. I did as I was told, leaving all my clothes in a neat pile ad tightening my gown a bit. I lay down in the table and just waited there for five, then ten minutes. I was a bit sleepy when, finally, the door flung open and a man’s voice greeted me.

 I said “Hi”, in almost inaudible register. I couldn’t see more than his legs, as I was on the table with my face on a hole, but I could see his yellow Crocs, moving from one side to the other. He was apparently feeling some form and stretching or so it seemed. He asked me how I felt. I told him my story with the bed and my sleeping “disorder”. He was listening carefully, his feet still all the time. He resumed his walking when I finished and just asked me which scent I liked better: cinnamon or oranges? I chose cinnamon, so he walked out of sight but by the sound I realized he used a lighter and suddenly the room smelled like my favorite type of cappuccino. He also put on some music and I had the weird feeling of being in a really strange blind date.

 Then he started, rather predictably, on my back. I could feel he had big hands or maybe they were just very well suited for this work. I have to say I relaxed immediately. He was using my flesh as clay and it felt really good. Besides, the music and the scent really helped to make the room feel less like a doctor’s office and more like a nice room in one’s house. I closed my eyes for a good while, as he worked on my whole back, moving up and own, and possibly helping himself with some oil. I could smell almonds. Then I realized I had thought I was going to have a woman massage therapist but maybe a man was more suited in my case because of the great pain I was in.

 Then he spoke and I just opened my eyes, as if I had slept with him. What an odd feeling… He asked me if the pain was only concentrated on my back or if the rest of the body hurt as well. I told him the pain was all over but that it was stronger on my back. I saw his Crocs moving and his ankles going up and down, as if he was exercising right there. Maybe he thought I was with my eyes closed. He then told me he was going to do a full massage, trying to liberate the tension from every muscle he thought might have been affected by many nights of bad sleep. He said it just like if he knew me and, frankly, I loved that. I closed my eyes and stood still again, waiting for him to continue.

 I gasped when he grabbed the knot I had made behind my back and released it easily, relieving my whole backside to him. For a moment I thought about standing up and going straight to the front desk to accuse him of sexual assault but then he started massaging my thighs and I realized he had needed to do that to continue the work. Anyway, been touched there wasn’t very common for me so it felt very strange but also very good. Apparently, there was a lot of tension there too. He did bot thighs, then calves and feet. He finished by ding my back and my shoulders and spraying some scent I couldn’t identify all over my body. I guessed it was something to do with aromatherapy. When he was finished, he just walked out and I didn’t have the chance to thank him.

 The following days were perfect. My back felt like new and the rest of my body too. I was even able to do some exercise without suffering and had learned how great it was to give myself a foot massage every so often, specially as I walked around so much. Sometimes I found myself trying to picture how my masseuse looked like but it was a very hard thing to do. I just had his voice, a little deep but not to much, his yellow Crocs and his small exercises while at work. It was almost impossible to create an accurate depiction of him in my mind and I just let it go when I realized he had done a great job and that had to be enough for my brain. Maybe if I went back there, I would see him.

 I eventually did come back but this time it was a woman who did the massage and I was too ashamed to ask for the man that had done the massage the last time. Maybe they would think I was obsessed or that I had a complaint of some kind. So I just kept it for myself. To be honest, the woman did a good job but I still felt the man’s hands and thought they had been created for the job. I was thinking about it too much. So just after the massage I decided to go to the market and just relax buying fruit. The place was very big but not really crowded. I decided to buy some apples and oranges. I committed the stupidity of grabbing an orange in the base of the pile, so others fell to the floor. I caught all except one.


 I went after the orange, walking slowly and crouching to see where it had gone. I finally saw it beneath a vegetable stand selling organic products so I just crawled and took it. When I did, I felt relieved. But soon, I felt a mix of emotions I still have no idea how to explain. There, just a meter away, there were two yellow Crocs, moving exactly like that time in the spa. I got out   of there and saw the man working in the organics products stand. Somehow, I felt I knew him so I just waved at him and said “Hi”. He turned to look at me and, surprisingly, he smiled. He waved back and walked towards me. Something happened there and I wanted to know what.

jueves, 29 de octubre de 2015

Observatorio

   Javier y Marina habían sido siempre mejores amigos. Se habían conocido el primer semestre de la carrera y desde ese momento habían estado juntos, aprendiendo y tratando de alcanzar lo mejor en su campo. Habían estudiado física pura en la universidad y habían hecho, juntos, un máster en ciencias espaciales en Estados Unidos. Después, se habían separado un poco pero no demasiado, trabajando un poco por todas partes hasta que a Marina le ofrecieron un puesto en un observatorio y vio que había lugar para una persona más. Propuso a Javier y la entrevista fue tan bien que lo asignaron al mismo departamento que ella. De hecho, los dos tenía que quedarse tres noches a la semana para revisar los datos procesados y revisar los eventos en vivo que pudieran ocurrir.

 El observatorio, ubicado en la parte más alta de una seca y solitaria montaña, era el espacio perfecto para explorar los astros pues no había contaminación de ningún tipo. Incluso a simple vista se podían observar muchas estrellas, por lo que aficionados a veces se instalaban en las cercanías para hacer sus propias observaciones. Marina siempre recordaba a un hombre y su hijo que vivían en un pueblo cercano y con frecuencia venían a indagar sobre hechos que habían observado con su telescopio o que habían leído en internet. Siempre había alguien que les respondía con amabilidad y básicamente les daba una respuesta genérica para que se retiraran ya que en teoría, las personas extrañas al observatorio no podían entrar sin autorización.

 Una de esas noches que tenían que quedarse a hacer observaciones y verificaciones, Javier trajo hamburguesas con papas y refrescos y Marina trajo un litro de helado para compartir entre los dos. Lo metió en una nevera pequeña que había en el salón de empleados y se pusieron a trabajar al ritmo que se esperaba de ellos: ni muy lento, ni muy rápido. Eran las diez de la noche, así que nadie esperaba que ellos procesaran todo de una vez. Igual, había datos que todavía no se podían revisar correctamente ya que seguían siendo recolectados, bien sea por científicos o por sondas espaciales que necesitaban más tiempo para poder enviar a la Tierra sus descubrimientos, fuesen los que fuesen.

 Entre mordiscos a las hamburguesas, chistes y anécdotas de la farándula, Miranda y Javier se pasaban la noche de maravilla. Eran amigos, así que conocían todo del otro por lo que no había momentos incomodos o silencios largos y tediosos. Siempre había alguna risa y si se trataba de trabajo hacían lo mejor para ayudarse mutuamente y solucionar cualquier problema juntos. Esa noche lo hicieron varias veces, rectificando cifras y buscando en el historial del observatorio las observaciones pasadas y complementado datos recién ingresados. Pintaba como una típica noche en el observatorio, en las que nunca pasaba nada.

 De repente una de las luces empezó a brillar, una de esas luces que no parpadeaba nunca. Marina buscó en un manual lo que significaba y descubrió que era la señal de un evento en progreso. Apuntó el telescopio al lugar del evento, captado por otros observatorios y aparatos especiales, tecleando a una velocidad impresionante. Cuando terminó, el gigantesco aparato que estaba sobre ellos empezó a moverse lentamente, sin hacer casi ruido. Terminó su recorrido y entonces empezaron a trabajar a toda máquina para saber que era lo que había hecho parpadear aquella lucecita. Tras varios clics y movimientos bruscos, Javier se dio cuenta de lo que tenían en frente antes de que Marina pudiese certificarlo con los datos: era un asteroide, uno bastante grande.

 No era anormal que eso sucediera pero de todas maneras el shock no era menor. La ciencia estaba limitada por sus avances y no era imposible que un objeto tan grande se les hubiese es escapado a millones de científicos escudriñando el cielo. Además, según las observaciones, el objeto se había “cubierto” de forma que su trayectoria no lo delataba de manera evidente ante la tecnología humana. Con la boca algo abierta, Javier respiró, tecleó algo a velocidad extrema y esperó. Tomó una papa de las que tenía todavía junto a un pedazo de la hamburguesa y vio como la computadora hacía cálculos millones de veces más rápido que él. Marina hacía lo propio, buscando saber la naturaleza del objeto.

 No era sorpresa para nadie que el asteroide estuviese lleno de agua. Eso sí, estaba en forma de vapor y, más que todo, como hielo. Por su trayectoria, lo más probable es que el objeto viniese del cinturón de asteroides pero eso era una conclusión personal y tendría que probarla para ponerla en el informe que debían entregar apenas llegaran los demás en la mañana. Javier seguía esperando y llenaba su boca de papas pero casi ni masticaba, solo miraba la pantalla como si su vida dependiese de ello. Marina sabía lo que hacía y prefería no pensarlo mucho. Era toda una sorpresa que algo así hubiese pasado pues nunca descubrían nada que el publico pudiera ver y menos algo de ese impacto.

 Javier se sobresaltó al oír a lo lejos el timbre del observatorio. El sonido no había sido fuerte pero obviamente estaba tan absorto que cualquier cosa lo hubiese sacado de su trance. Marina se levantó y fue a mirar quién era, sin pensar mucho en lo extraño que era que alguien llamara ala puerta a semejante hora y en este lugar. Cuando abrió, su sorpresa fue reemplazada por fastidio. Y no era que padre e hijo fuesen tan molestos, pero la verdad no tenía ganas de hablar con ellos ahora. Sus nombres eran Tomás (el niño) y Fernando (el padre). Según se apresuraron a decir, habían venido corriendo al descubrir algo grande que querían compartir.

 Marina fue algo cruel pero práctica al decirles sin contemplaciones que sabía del asteroide y que lo estaban revisando en el momento. Padre e hijo, lejos de sentirse decepcionados, casi saltan en donde estaban de la dicha de haber acertado. Le preguntaron a Marina montones de cosas en un lapso tan corto de tiempo que el cerebro de la científica mandó todo directamente al bote de la basura. La verdad no era el momento y, cuando estaba a punto de echarlos de la manera más decente posible,  Javier pegó un gritó tan horrible que a Marina no le importó que la pareja la siguiera hasta su puesto de trabajo. Uno de los refrescos había caído al piso, mojándolo todo y esparciéndose como si fuese algo vivo. Pero Javier solo miraba la pantalla, lívido.

 Marina iba a reprenderlo por lo del refresco pero cuando miró la pantalla se tapó la boca y sus colores también se fueron. El padre le pidió al hijo que buscara algo con que limpiar mientras él ayudaba a los científicos. El niño, feliz de estaba aventura en la noche, corrió hacia el salón de empleados. El hombre trataba de preguntarles que pasaba pero lo único que pudo lograr fue que Javier y Marina despertasen de su trance y se pusieran a trabajar. Tecleaban como locos, escribiendo operaciones complejas, enviando correo electrónicos, haciendo simulaciones y demás. El padre y su hijo limpiaron el refresco y se sentaron en dos sillas rígidas detrás de los científicos, como para darles espacio sin tener que irse.

 Estuvieron calladas casi una hora, apenas susurrando algo o mirando por todos lados. Habían estado allí antes pero solo una vez cuando habían venido a una excursión autorizada. Cuando venían con noticias o algo muy de ellos, solo los dejaban pasar al recibidor y nunca más allá. Padre e hijo estaban felices y eso contrastaba de una manera brutal con los científicos, que no parecían tener tiempo ni para pensar en como se sentían. Finalmente dejaron de teclear y de moverse de un lado para otro. Se sentaron y se miraron el uno al otro, como si haciendo esto se estuviesen confirmado lo que ambos sabían, lo que ambos no podían refutar. De pronto los interrumpió un sonido que todos conocían.

 Era una video llamada y todos escucharon el saludo del profesor Allen, una famoso físico que trabajaba en uno de los mejores observatorios en las islas Canarias. El profesor llamaba para confirmar el descubrimiento de Marina y de Javier. Tomás y Fernando se acercaron un poco, sin saber si Allen los podía ver o no. En su laboratorio, que era más avanzado, había hecho los mismos cálculos y proyecciones y no había duda de que el asteroide viajaba en una ruta casi directa con la Tierra. No podían predecir un desastre pero entraba en las posibilidad con un porcentaje demasiado alto para los gustos de cualquiera. Allen les recomendó llamar a todo el mundo.


 Fernando abrazó a su hijo, quién había dejado a un lado su ánimo. Era obvio que ahora estaba asustado porque cualquiera podía entender las palabras de Allen. Javier y Marina no se molestaron en echarlos, padre e hijo se fueron por su cuenta, dejándolos para elaborar el informe y alertar a todos los observatorios posibles para que cada uno hiciese sus estimaciones. Para las seis de la mañana, su jefe lo sabía todo y los alabó por su labor y por sus esfuerzo y rapidez. Les dijo que fueran a descansar y volvieran en la noche. Los dos amigos compartían un vehículo pero no se dijeron nada en todo el recorrido hasta la casa de Javier. Allí, Marina lo abrazó fuerte pensando inevitablemente en lo que podría pasar. Y Javier le correspondió, suspirando una vez más.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Bad holiday

   It had always been a mystery to her why so many men ran to help her when she needed something. They always did that and she guessed it was due to her looks but she had never done a proper effort to look good. She thought that made her a bit of a bitch, not realizing what she looked like. But the truth was she didn’t care and she sometimes thought the attention could get to be very annoying. In that moment, it was good because she had to come down from the boat to the beach, so she appreciates the two guys that helped her. She could have spared the looks that were more accurate for wolves than for men, but she didn’t say anything. She just kept on walking, her small purse on one hand and her hat in the other. They had been on an excursion near the island, watching the reef.

 Mia was having a holiday alone, far away from anyone she knew. She had always dreamed of visiting the French Polynesia so she had used practically all of her saving to come. The excursions and the food and most things were included in the price so she didn’t have to worry. The thing was she always made money even if she wasn’t doing anything. That’s because she had invented this kitchen utensil that many people were using now, so every month they paid her a part of the winnings and it was good money. She had made the invention one night, not drunk but almost. She always told another version of the story because it wasn’t really glamorous to talk about how much she vomited that night. So she changed the story to a simpler one and people loved her.

 Thanks to them, she was there: walking slowly through the beach, feeling the soft granules of sand on her feet. The sand her wasn’t coarse and annoying like in other beaches and Mia liked that because she had always loved the ocean but had rarely found places to fully enjoy it. When she was young, she used to love to pack all of her toys and the do a castle and make all her toys live there. Her parents and brother would help and it would be one of the best days of her life. But those trips were just a memory now. She thought she could ask her parents and brother to come with her to the beach one day, but they would probably say no. After all, they all had different lives now.

 She had to stop walking, as a tall-bronzed man blocked her path. She smiled at him and kept walking, passing by his right. The man had a stupid face and thought Mia would fall for him as soon as she had seen him in his swimwear but Mia hadn’t even notice. She didn’t wanted to talk to Hugo, who was one of the entertainers of the hotel and been asking her for a drink since she had arrived there. He was relentless and always asked for the same thing, during breakfast, lunch and dinner and in between too. It wasn’t that he was ugly or something because he was what most people would call “perfect”. But she just wasn’t interested.

 The truth was Mia had a lot on her mind. Many thought it was because of a man and that offended her deeply. When people thought she was just a thing to be used by someone else, she just got furious and, it a really bad mood, she would answer back and not in the best way possible. Mia knew she could be pretty destructive if she wanted so she was training herself to be more at ease, not to snap so easily. So when people thought she looked sad because of a man, she just smiled and moved on, not even acknowledging someone had talked. The truth was that she hadn’t been with a man in quite some time, not sexually nor sentimentally. She just felt she wasn’t ready for that and that it wasn’t really her priority in life but explaining that to so many people would have been exhausting.

 So every time Hugo came to her, she had said no. She would have said yes just to do something different, but she knew Hugo would take it as a triumph and would emphasize that aspect of the whole thing whenever they found themselves outside. And as the hotel was on a small island, she really didn’t wanted to be the one everyone looked and talked about. Soon, she realized she didn’t even need to say yes. The day after the excursion, she woke up later than usual, just wanting to use that day to be on the beach and read or something. She didn’t want to think, just rest a lot, as she suddenly felt extremely tired. As if she had pulled a truck in her dreams, with her teeth.

 She showered fast, put on her bikini and went down to the beach with some fruit she had grabbed from the breakfast buffet the previous morning. She put it in her purse along with a book and her cellphone, where she had tons of games if she ever got extremely bored like in that moment. Mia noticed something was wrong the moment she passed through the reception and did what she always like to do: greet the staff there. She waved her hand but no one responded, one woman even looking at her as if she had done the worst thing possible. She continued to the beach, wondering why the reaction but then she noticed more and more people stared at her and talked, not even interested in covering their mouths.

 Mia adjusted her hat and her purse and kept on going until she reached the beach. She found a lonely spot for her to lay down her towel and sit down. She was about to lie down to close her eyes and just sleep if she could but she was interrupted by the sound of a quarrel. She turned her head and realized it was a man and his wife. They were arguing really loudly and pushing each other, every sentence been louder than the one before. It was beginning to be really annoying so Mia took some headphones from her purse and connected them to her phone. Music would be welcomed during such an event.

 Music wasn’t heard for long. The fight got louder and then she noticed the woman coming to where she was. For a moment, she thought the woman just wanted to walk down the beach in a rage, far away from her husband. But no, the woman stopped right there where Mia was and started talking. Mia removed her headphones only to catch the word “slut”. She stood up and asked the woman if she needed help with something and then the woman just slapped her and went away. It wasn’t that it hurt as much as it was about feeling like shit. Mia felt every eye on her and that was even weirder when she still felt the slap and she saw the husband not doing anything, just standing there like and idiot.

 She went back to her towel, still massaging her cheek. She turned her head around to see if someone was still looking and they weren’t but some were laughing and obviously describing what had happened. Mia then felt really bad and about to cry, mainly because she felt she was alone but she fought her need to cry and decided just to lay down there and try to sleep. She would go to her room after that and just ask for her lunch to be delivered there. She did manage to rest for a while until two people from the management came to speak with her. They woke her up in the rudest way possible and asked her, more like demanded her, to join them in their office in the act.

 Mia walked right behind them, her towel on one arm, her hat on one hand and her purse on her shoulder. She felt her sandals filled with sand but she hadn’t had time to properly clean them. They walked past the reception again and then arrived to a door that they opened with a key only available to the staff. There were several offices behind that door, all with now windows, like in a bunker. They reached an empty one and asked her to sit down. She was there, they said without delay, because a woman staying at the hotel had denounced her as a threat to the peace of the people there. Mia was about to say she was also a guest there but they kept on talking, saying how seriously they took these allegations, citing how conservative people of the region were.

 Suddenly, Mia had a flashback to dozens of women with no tops of and a boat they called the “orgy yacht”. But she didn’t say anything about that. She just bore with them, as they said all they had to say. Finally, she was able to speak and said that if they expelled her they would be sued, as everything that had been said about her was a lie, probably invented by a man that felt bad because she wouldn’t say yes. She asked them to provide proof that she was as they thought she was. If they did she would leave and if not she would stay the week, would she had paid for. They just looked at each other and let her go.


 Some people still looked at her as if she was insane and a pervert. Others tried to apologize but she just stood up and went away. People were always too fast to pass judgment but they never really thought before acting. Mia stayed there the week she had paid and then just disappeared, leaving very late at night and preferring to sleep at the airport. She wanted the holidays to be done as soon as possible.