miércoles, 15 de marzo de 2017

Primeras veces

   Toda vez que fuese la primera, me ponía nervioso. Era algo que me pasaba desde que era pequeño y tenía que ir a la escuela, de nuevo, cada año. El primer día de clases era una tortura pues muchas veces era en un lugar nuevo, con personas nuevas. Y cuando no lo era, no estaba seguro de si quedaría con mis amigos o con otros con lo que no simpatizaba mucho que digamos. Era una tortura tener que vivir esa incertidumbre una y otra vez. Esto no era nada diferente.

 Me había mirado la cara varias veces antes de salir, en el espejo del baño y en el que había en el recibidor. Tenía la sensación de que no iba bien vestido pero tampoco sabía como solucionar el problema. Me había puesto ropa formal pero no nada muy exagerado tampoco. No quería que creyeran que estaba teniendo alucinaciones, creyendo que me iban a contratar como el ejecutivo del año en la empresa o algo por el estilo. Solo quería dar a entender que era responsable y ordenado.

 Decidí salir con tiempo por dos razones: eso me daba la posibilidad de tomar el bus que iba directo y era más barato que un taxi pero también me daba la oportunidad de relajarme un poco y no estar tan tenso. Esa era la idea al menos porque la verdad no me calmé en los más mínimo durante todo el recorrido y eso que fue de casi una hora. El efecto había sido el contrario: esperar y esperar aumentaban mi tensión y podía sentir dentro de mi como me circulaba la sangre, haciendo mucha presión.

 El autobús lo tuve que esperar algunos minutos, cosa que no redujo mucho aquella tensión. Iba con tiempo y se suponía que nada de eso me tenía que poner tenso y, sin embargo, estaba moviendo los pies sin descanso y daba vueltas en la parada como si fuera un tigre esperando que lo alimenten. Las personas que estaban en el lugar me miraban bastante pero no parecían interesados de verdad sino solamente curiosos. Al fin y al cabo, para ellos todo el asunto no era nada nuevo.

 Ya en el bus, tuve un momento de indecisión para  elegir la silla en la que iba a sentarme. Tanto me demoré en decidir que las sillas se ocuparon y tuve que mantenerme de pie, con la mano firmemente agarrada a uno de los tubos que pasan por encima de las cabezas de los pasajeros. Mi mano parecía querer pulverizar el tubo y varias veces tuve que recordarme a mi mismo que tenía que respirar y relajarme, no podía seguir así como estaba o simplemente moriría de un infarto. Cerrar los ojos y respirar lentamente fue la clave para no morir allí mismo.

 El viaje en el autobús se sintió mucho más largo de lo que había esperado. Eso sí, me tomó una hora ir de un punto a otro pero como estaba tan desesperado, había vivido el recorrido como si la distancia hubiese sido el triple. Lo peor fue cuando, en un momento dado, sentí que estaba sudando: una gota resbaló desde la línea de mi cabello, por todo el lado de mi cara, hasta el mentón. Allí se había quedado y luego caído al suelo del bus. Obviamente sentía que todos me miraban, pero nadie lo hacía.

 Cuando el autobús paró para recoger pasajeros, aproveché para limpiarme la cara. No estaba tan sudoroso como pensaba pero de todas maneras me limpié y traté de mantener la calma. Tratando de no ser muy evidente, me revisé debajo de las axilas muy sutilmente para saber si había manchado la camisa recién planchada que tenía puesta. Sí se sentía un poco húmedo pero no tanto como yo pensaba. Traté en serio de respirar pero no me sentía muy bien. Sentía que me ahogaba.

 Traté de no hacer escandalo. Respiré como pude por la nariz y apreté el tubo al que estaba garrado con mucha fuerza. Creo que una lágrima me resbaló por la cara pero no lo hice mucho caso. Solo traté de poder respirar un poco más. Cuando sentí que el oxigeno fluía de nuevo, tomé un gran respiro y me limpié la cara. Fue entonces que, como por arte de magia, me di cuenta que por fin había llegado adonde quería estar. Casi destruyo el botón de parada del bus con el dedo.

 Apenas bajé, sentí como si el mundo por fin estuviese lleno de aire para respirar. Estaba temblando un poco y me di cuenta de que casi había tenido una crisis nerviosa. Ya de nada servía seguirme diciendo que me relajara y que no tenía razones para preocuparme. Todo eso no servía para nada puesto que yo siempre vivía las cosas de la misma manera, nada puede cambiar el hecho de que me den nervios al estar tan cerca de algo que me pone en una tensión increíble. Así soy.

 Tenía que caminar un poco para llegar adonde necesitaba. Tenía aún unos cuarenta y cinco minutos para respirar el aire de la ciudad, relajarme cruzando por andenes y un parque pequeño, hasta llegar a un conjunto de torres de oficinas que parecían haber sido construidas hacía muy poco tiempo. Automáticamente, saqué mi celular para revisar la dirección, a pesar de haberla buscado un sinfín de veces antes de salir. Solo quería asegurarme de que todo estuviese bien. Me detuve un momento para tomar aire y entonces me dirigí a uno de los edificios.

  Me revisó un guarda de seguridad y luego pasé a la recepción para decir que venía por una entrevista de trabajo. Se suponía que era una formalidad, pero yo nunca me he creído eso de que las cosas estén ya tan seguras antes de hacerlas. No creo que nada sea seguro hasta que hay contratos o hechos de por medio que lo garanticen. Por eso estaba nervioso y por eso siempre lo estoy cundo se trata de cosas que pueden irse para un lado o para el otro. Nada es cien por ciento seguro, ese es mi punto.

 La joven recepcionista me dijo que tomara el ascensor al séptimo piso. Me dio también una tarjeta para poder pasar por los torniquetes de acceso al edificio. Fue un momento divertido pues era como entrar a una estación de tren pero sin viajar a ningún lado, a menos que se cuente el corto trayecto en ascensor como un viaje. Apenas entré en el aparato, dos personas más lo hicieron conmigo pero se bajaron bastante pronto. Solo estaba yo para ir al séptimo piso. El ascensor no hacía ruido.

 Cuando se abrieron las puertas, tuve que tomar otra bocanada de aire. Me sentí muy nervioso de repente y tuve que caminar despacio hasta una nueva recepción, donde otra joven mujer me miró un poco preocupada pero pareció olvidar su preocupación cuando le dije a lo que venía. Marcó un número en un teléfono, habló por unos pocos segundos y entonces me dijo que esperara sentado a que vinieran por mi. Frente a ella había algunas sillas donde se suponía que debía esperar.

 Pero elegí no sentarme, ya había estado mucho tiempo sentado en el bus. Quería estirar un poco la espalda puesto que el retorno a casa iba a ser del mismo modo. Con la mirada recorrí el lugar y detallé que no había cuadros de ningún tipo en el lugar, ni siquiera afiches o algo por el estilo. Todo era gris, casi tan lúgubre como el espacio de trabajo de un dentista. No había nadie más en la sala de espera. Solo estábamos yo y la señorita recepcionista que parecía estar leyendo una revista.

 El ascensor se abrió en un momento dado y salieron algunas personas, todas evitando mirarme a los ojos. Me pareció algo muy raro, aunque no del todo extraño. Volvían al trabajo de comer y seguro tendrían sueño en unos minutos. Era la parte más difícil del día.


 Por fin, la persona que había venido a ver vino por mi. Sentí que era mis piernas las que me hacían mover y no yo. Nos dirigimos a su oficina y fue muy amable. Tan amable de hecho que su primera pregunta fue: “¿Cuando puedes empezar?”

lunes, 13 de marzo de 2017

The space around

   Space has always been the same: cold, unwelcoming and largely boring to watch. That is because, despite how big it is and how many natural phenomenon happen all around, some parts, most parts, are just empty space surrounded by that black veil tinted with stars. People who decide to work there are either adventurers or simply the ones that never got what they wanted and now have decided its time to sacrifice body and mind for the greater good of humanity.

 Every “day” it’s the same thing: waking up to realize you are in space, alone and bored. Then you have some breakfast, normally one of those dehydrated foods that need some water drops to transform into something a little bit tastier. Then, it’s time for hygiene and cleaning of the facility. Most of the time, it’s all about mopping and sweeping all around, nothing interesting like discovering asteroids or observing one of the many wonders of the universe. That’s for others to do.

 Stevenson had been assigned to that quadrant and to that station almost one year ago. He was really looking forward the year to be completed because he would be eligible to be replaced and send to some other planet or station, hopefully one where boredom is not a cause of death. Inexperienced people, as he was at the start, normally get to monitor the boring areas of the universe. The ones that people know about and admire, those are normally assigned to more popular areas of the territories.

 As he sweeps and mops, Stevenson likes to put on some music and dance to it while he does his chores. Many days, not caring much about the security cameras and the visual diary he must keep, he takes off all his clothes and walks around naked, doing everything he normally does only that with not one fabric over his body. Is not really a statement or something funny to do, but just the fact that people get bored really fast and easy when nothing happens around them.

 One of those naked days, Stevenson was preparing dinner. It had been another uneventful day for him and he was looking forward to his weird sleep. For dinner, he made a sandwich, which he had to create in the microwave. When he was eating, one of the emergency sirens started. It was a very loud noise and he had never heard it. Actually there were many things he didn’t really know about the station and he normally learned on the way. He went to the command center but it wasn’t clear what had happened. The siren was turned off and no reason was found for its activation.

 However, the onboard computer declared that the siren had been activated through movement in a forbidden area but it couldn’t really tell what actually moved. Stevenson thought it was a moving cable that wasn't working anymore or maybe it was something worse. He had heard of parasites bigger than fists infesting stations all over the place. Of course, they weren’t creatures that lived in space, but they attached themselves when stations were built or launched into their positions.

 He decided to check everything before going to sleep. He spent several hours on the computer, checking everything on the corresponding monitor and holding the station’s manual on one hand to verify he was doing all he standard procedures correctly.  It took hours but at the end of it all he didn’t find any actual proof something had moved anywhere around the ship. He also found out there were no parasites. The ship was in perfect shape, working like a well-tuned clock.

 As he walked to his room, he thought about the possibility of something actually exciting happening there. He had been alone for long, so bored too, that he had been excited because of the siren. It was scary at first, but it made him feel alive and useful, instead of useless, which was what he felt every single day of his life. As he covered himself with the bed sheets, he looked one last time to his window and wondered if he would ever feel like more than just some lost guy.

 Stevenson had a nightmare: it was about him running all around the station. He was running away from something but he never saw in the dream what it was. But it had to be something really scary because he could feel on his body when it came too close. It was a very tense situation. He would scream sometimes and run. He would also get into areas of the stations that didn’t actually existed. Then, whatever was after him finally caught up with him and jumped and it was then when he woke up.

 Not only the scare woke him up, but also the fact he had fallen from his bed, covered in sweat. He took all his clothes, what he used as a pajama, and threw it on the bin that was actually a washing machine. He had never experienced that kind of nightmare. It had really been scary. He even realized his face was covered in tears when he removed his t-shirt. He decided to get into the shower, as even cold water would help getting his ideas in order and all of the bad thoughts out of his mind, at least for while. He needed to feel calm once again. But that didn’t last very long.

 As he walked out of the shower, the alarm was activated again. This time the computer was able to tell him way with one word: asteroid. He ran still naked and wet to the command center, holding a towel on one hand. Stevenson put the towel on the chair and sat on it and then pushed some buttons and wrote some words in a keyboard. He was chatting with the computer. On a screen, he got an image of whatever it was that had activated the alarm. He had to enhance the quality because it was very small.

 Indeed, it was an asteroid. It had a very classical shape and was travelling slower than most asteroids did. But that wasn’t the reason the alarm had been activated. In the last few months, he had encountered other rocks like that one. The difference this time was that all the instruments onboard the ship had detected life on the rock. Some form of life was around or inside that asteroid and he had to be able to get it for himself as that would be his ticket to a much better life.

 The station couldn’t really move but he did have a vehicle for outside exploration. He ran to the hangar, put on some piloting clothes and hopped into the small vehicle, which was shaped as a tennis ball. The idea was to grab the rock and carry it back to the station with the mechanical arms the vehicle had. It shouldn’t be hard as the rock was not that big and he only needed some pieces. So he went out inside the ball and navigated bravely towards the floating rock.

 An incredible velocity pushed it though space but it was too slow for asteroid standards. So breaking it a little bit shouldn’t be hard at all. He started doing so when a powerful sound almost made him deaf. It was coming from the station, another alarm. He had to complete his work fast with the asteroid first, so he decided to use a laser to extract a good chunk of it. His operation on the rock was successful and he was able to take a very good part back to the station, where the sound seemed to get stronger.


 Apparently, it was an urgent message and that piercing noise was the way to get it through. He was surprised to see it was not only a short written message that said, “Stand by”. He didn’t really understand. Besides, his mind was with the rock he had just brought back. But then, the alarm ended and a screen that had never worked had been turned on. There was a face there, it was his boss. He was pale and looked very skinny and tired. He declared they had encountered something and that, whatever it was, it had attacked them. He failed to explain it further. But his next phrase was the one who made Stevenson feel heavier: “The Earth has been destroyed. Don’t come back”.

viernes, 10 de marzo de 2017

Sueños, pesadillas y la realidad

Los sueños y las pesadillas pueden ser muy reales. Hace un rato, cuando estaba dormido, sentí que verdad me estaba ahogando. Y antes de eso, sentí que de verdad había matado a alguien. Sí, ya lo sé. No son los sueños más comunes y corrientes pero, por alguna razón, mi subconsciente se ha puesto cada vez más violento y errático. No sé si tenga que ver con algo mío como tal. No soy de los que cree que cada sueño tiene un significado pero ciertamente sería todo más fácil si ese fuera el caso.

 Ayer, al despertar de otro sueño parecido, tenía las piernas y la espalda adolorida, como si de verdad hubiese hecho un esfuerzo físico de esos que siento que hago en mis sueños. Tal vez es solo que me muevo demasiado y mi cuerpo naturalmente se cansa y se resiente. Me gustaría ser de esas personas que despiertan tal como se quedaron dormidas, pero no creo que eso vaya a sucederme pronto puesto que no es la primera vez que ocurre y dudo que vaya a ser la última.

 Lo que sí es cierto, es que en estos días he tenido más sueños movidos. No sé si llamarlos pesadillas, porque algunos ni siquiera los recuerdo por completo. Pero el caso es que recuerdo lo que sueño, me despierta de golpe de lo intenso que es y eso no es algo común en mí, menos aún cuando se toma en cuenta que la mayoría de sueños que he tenido con anterioridad, o los que me acuerdo al menos, son más bien calmados y se basan mucho en las personas de mis recuerdos.

 De hecho, desde hace varios años, mis sueños siempre ocurren en los mismos lugares del mundo real: una planicie verde, el colegio de mi adolescencia, alguna playa que visité alguna vez,… Nunca son copiados a la perfección de lo real sino que son una versión “para sueños” del lugar pero el caso es que los puedo reconocer con facilidad. En cambio los lugares de lo sueños más movidos no son muy reconocibles para mí. Tal vez se basen en algún recuerdo pero irónicamente, no lo sé.

 Sé que soñé, hace unos minutos, con una casa pequeña que era mucho más grande por dentro que por fuera. En mi mente, era mi casa pero ni siquiera tenía suelo como tal ni habitaciones. Había troncos que hacían de sillas y el suelo era barro endurecido. Lo más grande era el patio: una ladera con árboles y rocas pero cubierta por el techo de la casa. En mi vida, nunca he visto un lugar parecido a ese, así que tengo que suponer que todo fue inventado por mi mente, por poco posible que eso sea. El caso es que lo que pasaba allí era muy real o eso parecía.

 No puedo dejar de pensar en la persona a la que maté. Le tendí una trampa, si no estoy mal. Y lo atraje a mi casa a propósito. No recuerdo bien que hizo él para merecer su destino pero quedó sellado pronto con un ataque de animales hambrientos. Pero no recuerdo que se lo comieran ni nada parecido. Solo supe que se murió y que nadie más debería saberlo. Fui un asesino en mis sueños pero ni siquiera puedo recordar con exactitud como lo hice y mucho menos las razones que me llevaron a hacerlo.

 Que recuerde, matar no era algo que hubiese hecho antes en mis sueños. Claro está que siempre se encuentra uno con alguien que le cae mal o vive alguna experiencia desagradable pero jamás al punto de asesinar a nadie. Me pone nervioso pensar en lo que le hice a esa persona, sin importar su inexistencia. En esos momentos, en mi sueño, él era real. Aunque fue un momento, pues apareció para que yo lo matara y después no se habló más de él. Una situación muy extraña.

 Extraña pero no poco común porque, al fin y al cabo, así son los sueños. Nunca tienen verdadero sentido y se trata todo de un cerebro bastante activo que necesita seguir creando incluso cuando el cuerpo descansa. Supongo que por eso hay muchas veces que nos vamos a dormir y despertamos mucho más cansados de lo que estábamos al acostarnos. Con tanta acción que hay en los sueños, es un poco difícil que todo eso no produzca movimientos reales en el cuerpo.

 Muchas personas se han despertado para darse cuenta que tienen rasguños, golpes y moretones en el cuerpo. Y no es que nadie los haya atacado sino que han estado moviéndose durante toda la noche y simplemente no se dieron cuenta de que se golpearon contra la pared o cosas por el estilo. Es increíble el poder que tiene la mente para sumirlo a uno en semejante estado tan vulnerable, porque mientras dormimos estamos a merced de todo en el mundo físico pero también en el mundo interno.

 Seguramente muchos han pensado en cómo sería si esos dos mundos se encontraran, si fuera posible entrar y salir de los sueños al gusto, si hubiese más control a la hora de creer cada personaje y escenario. Eso le evitaría a todo el mundo el trajín de las pesadillas pero al menos yo estoy seguro que las pesadillas tienen alguna función, biológicamente hablando. Tal vez sea mantenerlo a uno alerta o tal vez hacer como una prueba mental de los peligros a los que puede estar uno expuesto en el mundo real. Creo que sigue siendo un misterio.

 Pero quisiéramos poder manipularlo a nuestro gusto puesto que todos hemos ido a lugares perfectos en nuestros sueños. Lugares que son ideales, que no tienen nada malo que podamos criticarles. Son a esos sueños a los que nos gusta volver una y otra vez porque nos enorgullecemos de ellos, nos sentimos orgullosos de nuestra creación y además adoramos pasar tiempo allí porque sabemos que estamos seguros, que nada ni nadie nos va a ir a molestar a esa playa idílica o a la casa de nuestra infancia.

 Personalmente, me gusta que en mis sueños se me hagan recordar cosas que he olvidado hace mucho tiempo, o que creía olvidadas en todo caso. Objetos, palabras, favoritos, gustos y disgustos e incluso personas. Porque la mente lo almacena todo pero no podemos acceder a lo que quisiéramos porque no todo está “despierto”. Hay que tener la llave correcta para poder verse de nuevo en el pasado o para recordar eso que fue tan importante pero hoy en día ni tenemos en cuenta.

 Es hermoso, en parte, lo de poder soñar. Son aventuras a las que vamos solos, sin que nadie más tenga que ver con ellas. Me siento mal por aquellas personas que dicen que no sueñan o que no recuerdan lo que han soñado. No tienen ese mundo de escape, no saben como se siente esa emoción que se experimenta al estar dentro de la mente propia, viendo como esta es una máquina increíble que hace y deshace en cuestión de minutos. Siento mucha lástima por ellos porque no saben lo que se pierden.

 Eso sí, pueden quedarse con mis pesadillas raras, aquellas que no entiendo y no creo que tengan un sentido normal. Que se quede alguien con mi yo asesino y con todas esas personas que no aportan nada, ni en mi vida real ni en la de los sueños. Todo eso se lo cedo al que lo quiera o que al menos mi cerebro se de cuenta que son cosas, datos si se quiere, que no me sirven a mi de nada, ni consciente ni inconsciente. Debería uno poder elegir que tira a la basura y que quiere tener consigo para siempre.

 Pero supongo que esa es la magia de los sueños y de la vida en general, que uno no tenga elección en ningún asunto y que las cosas pasan y haya que adaptarse cada vez que eso pasa. De pronto esa es la única manera real de vivir en este mundo.


 El caso es que me quedo con el sueño de la otra vez, de la semana pasada. En ese solo dormía. Me quedaba dormí sobre un comedor y dormía y dormía y cuando me desperté, en la realidad y en el sueño, me sentí de verdad descansado.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Waste of space

   Every day was almost exactly the same. He would wake up, have something to eat, then shower, look for a job and then lunch. After that, it would be hours and hours of basically nothing until dinner. At night and in the morning he would exercise a bit and before going to bed he would watch something, like a movie or whatever was available. That was life like for him, even after he had decided it would be different. His decisions in life had amounted to nothing and he didn’t know what to do.

 He had been living there for almost a year and nothing had happened, nothing at all. Not a single change since his arrival. He tried to keep it different by distracting himself with movie or by going out to walk around the city, but that didn’t change anything either. It was a perpetual movement he was trapped in, a series of actions he repeated every single day, every week and every single month, no matter the little differences like weather or things like that. Things didn’t change.

 He had tried to change them. He had really tried but he soon realized that one person couldn’t really change the world. Whoever had said that in the past was wrong. A single lonely human couldn’t change a thing in this world. Every major shift had to involve lots of people with a common goal and a certain organization. And he didn’t have that at all. He was alone and he depended on his parents for survival. They weren’t happy for him or anything, but they felt they couldn’t refuse him help.

 The money he received as an allowance was used very carefully to pay for the apartment, the bills and the food. Those were the normal expenses. He sometimes used the money for distractions, going out and that sort of thing. In those instances he would have to remember that he was taking money away for his food. He never minded. Besides, it wasn’t something he did often; on the contrary, he managed his money in the most careful way because it was just enough to survive.

 But that was the thing: he had been thinking for a long time if it was worth it to keep on living as he was. He was draining money from his parents every month, he was sitting on his ass doing nothing, except getting older and older people have a harder time getting a job. But no one was giving him a job, not now or before. Not when he was recently graduated or after his various years of studies all over the place. They had never acknowledged him as a nothing more than a man that could pick up a phone or move boxes from one place to the other.

 The money he earned for such jobs disappeared very fast. Most of it was taken away by the health service they provided, which he never used. And the rest was used to pay debts or bills. Nothing remained. Those times, whoever, he could grab a little more from his parents money in order to have fun, even for a short period of time. He would get drunk, go out and party and just forget about everything in his life and who he was. He lost himself every time or at least he tried.

 He loved going out to dark places with loud music, wherever they could have alcohol. He even tried drugs a couple of times but it wasn’t his thing. The point of it all was forgetting his life, which was pathetic and sad. He was a leech and a waste of space. He remembered that expression once and it had gotten stuck on his head since then because it described so well what he thought of his place in life. He did feel as if he was a waste of space and would have loved it to be different.

 But it wasn’t things are as they are and one’s blind optimism cannot change that. People want every single person in the world to think blindly that everything is going to be ok but the reality of life is that probably nothing will be ok. The world itself is more and more violent, not a hospitable place for actual life to develop. So why should people be blind to that? Why should be people avoid the truth, instead of embracing it and maybe then find a solution for whatever the problem is?

 Many times, he looked around his house and carefully planned his last day on Earth. It was kind of like a game he played with himself when things where a its lowest. He would imagine cutting his wrists on the tub and having one of those almost artistic deaths, with the blood tainting the water slowly and also spilling gently to the floor. It looked almost like a romantic thing inside his head. But it would take too long and that wasn’t something he was very eager about.

 He imagined many other outcomes for his life. Some more admittedly violent and graphic but others were even more subtle that the one in the tub. He had a great imagination, which he used laying on his bed, waiting for someone to respond to his calls looking for one of the many menial jobs the world had to offer. He had realized a while ago that no one was going to give him a good job where he could feel like a real person. He was apparently built to be a slave and he had decided he didn’t mind at all, it was his destiny all along and that was settled.

 Sure enough, he had two jobs latter on: one as part of the cleaning crew in a hospital and another one in a supermarket, doing basically the same thing. He would break his back for a pay that was laughable but there was nothing else to do. However, he decided one day to ask his parents not to send him any more money. They did ask him “why” but he never answered, so they just did as they were told and the subject never came up again, in telephone conversations or when he visited, which was rare.

He had decided he would survive with whatever he had. His meals were greatly reduced and he had to move to another apartment, one even smaller in a much uglier part of the city. He sold some of his belongings too, in order to pay for the first couple of months. He tried to set aside something every month for pleasure, such as alcohol or whatever he would be in the mood for. Those small moments were not of joy but of quiet and a certain peace, which he still enjoyed.

 After some months living his new life, he got very sick with the flu. He stopped earning money for almost three weeks. When the disease didn’t kill him, the lack of food almost did. He actually had to be rushed into the hospital but he escaped it as soon as he could because he didn’t have the money to pay for a hospital bed. He just bought bread and medicine and hoped for the best. He was fired from the hospital he worked in but kept the supermarket job, where they raised his salary a bit in order to make him do more stuff.

 As always, he didn’t really mind. He got better, or just about, and start working harder every day. The hours were longer than before and this time he had to work every single day of the week but at least he was distracted by something. He didn’t have time to ponder or think about what could have been or what the future may hold for him. Those were empty questions now and no one care about the answers. He had lost the will to rebel in any way. He just lived, if that’s what it’s called.


 He was eventually fired from that job too. Not long after that, he decided to jump off a bridge that passed over a highway. His parents had nothing to keep from him anymore, as he had sold almost everything except and old notebook he had kept from when he was young, Inside, he had written a number of stories and he had also drawn lots of characters and abstract figures. They took one look at it and then stored it away somewhere. The man became a memory and, after his parents died, it was as if he had never existed on this Earth.