miércoles, 16 de septiembre de 2015

Tradiciones de los Ayak

   La planicie de Folgron era un lugar enorme, ubicado entre dos cadenas montañas, un río embravecido por la naturaleza y unos acantilados que ningún ser humano o aparato podría nunca salvar. Jako y Tin eran dos jóvenes, ya casi hombres, que habían sido enviados aquí como parte de su entrenamiento para poder ser caballeros propiamente dichos. Era la tradición de su pueblo y ellos no hubiesen podido negarse. La sacerdotisa les indicó el camino y les recordó que cada uno debía tener una revelación espiritual allí. Esa visión dictaría su futuro y la reconocerían apenas la vieran. Para ellos, era algo increíble, más del mundo de la fantasía que el de ellos pero nunca argumentaron nada y aceptaron su misión con gallardía.

 Lo cierto era que los dos lo habían hecho así para impresionar a sus respectivas parejas. Verán, la tribu de los Ayak era muy tradicional y dictaba que cada uno de sus miembros tenía que tener una pareja única desde la edad de quince años. Eso sí, dictaban con claridad que esta unión no siempre era de por vida y que no estaba basada en la reproducción o la fuerza sino en el compañerismo y en la vida en comunidad. Como eran tan hábiles, cada nueva pareja construía su propio recinto de vida y lo compartían por el tiempo que consideraran que la unión era útil para ambos. Cuando dejaba de ser así, el miembro que quería separarse lo anunciaba, lo discutían y si no llegaban a un acuerdo destruían la casa juntos y buscaban nuevas parejas.

 A los extranjeros, que la verdad no eran muchos, siempre les había parecido extraña esa costumbre pero la verdad era que funcionaba. En toda la tribu Ayak no existía alguien que pasara hambre ni nadie más rico o más pobre que otro. Todos vivían en igualdad y armonía y sin odios que los envenenaran contra otros miembros de su tribu o incluso de otras tribus. Con los extranjeros eran sumamente amables aunque les dejaban en claro que ninguno podía quedarse con ellos más de tres días pues no estaba permitido. Además, si se enamoraban de un o una Ayak, debían quedarse por siempre en la tribu y adoptar sus costumbres sin contemplación, Eso solo había pasado una vez, hacía mucho.

 Jako y Tin exploraron juntos la planicie. Era un lugar de poca vegetación, Más que todo arbustos creciendo un poco por todas partes y algunos árboles apenas más altos que los dos chicos. Sin embargo, la planicie era enorme y Folgron era un sitio conocido no solo por su significancia religiosa para los Ayak sino también por la llamada “fruta de fuego”, un fruto de color rojo y sabor muy fuerte que crecía en unos arbustos cuyas hojas eran casi negras. Los dos chicos se sentaron a comer algo de fruta mientras decidían que hacer. Fue entonces cuando notaron que había muchas cosas extrañas que ocurrían en Folgron, que seguramente no ocurrían en ningún otro sitio de su mundo.

 Lo primero era que el viento a veces parecía soplar lentamente. Es decir, parecía que todo lo que ocurría alrededor se detenía y todo parecía moverse en la lentitud más extraña. En el centro de Folgron había un lago y el agua tenía muchas veces, el mismo comportamiento que el viento. Si por alguna razón el agua se agitaba demasiado, entonces parecía quedarse congelada en el aire y caía con una parsimonia francamente increíble. Otro detalle que hacía peculiar al lugar era que no habían ningún tipo de animal. No habían insectos, ni mamíferos pequeños, ni aves, ni peces ni nada. Esto no era lo mejor para Jako y Tin pues eran cazadores entrenados pero la noche ya iba a llegar y ello no habían tenido la visión prometida.

 Sin nada que cenar, los dos jóvenes hicieron una cama con algunas de las grandes hojas de los árboles más altos que crecían en el lugar, de apenas metro y medio de altura. Las hojas, sin embargo, eran enormes y parecían tener una cualidad que las hacía sentirse tibias, como si bombearan sangre o algo por el estilo. Esperando a quedarse dormidos. Jako y Tin hablaron entre sí de sus sueños para el futuro, aquel que pasaría después de ser ordenados como caballeros de los Ayak. Habían estudiado con los ancianos por mucho tiempo, conociendo cada detalle del lugar donde vivían y de las costumbres más ancestrales de la tribu. Pero ahora todo se resumía a ellos y tenían algo de miedo por lo que se venía.

 Jako era el tipo más fuerte de los dos, tanto físicamente como en cuanto a sus sentimientos, que eran siempre difíciles de descifrar pues Jako no era de esas personas que desnudan sus sentimientos antes cualquiera. Toda la vida había querido ser guerrero y su padre, que era herrero en el pueblo, le habían enseñado a blandir una espada y a usar un escudo de manera apropiada. Los Ayak no eran seres violentos y la guerra ciertamente no era ni su prioridad ni su actividad más frecuentada. De hecho en su historia, los Ayak solo habían tenido batallas cortas con otras tribus por territorio y nada más. Pero Jako quería honrar a su tribu y a su familia siendo caballero, defendiendo para siempre el honor de su gente.

 Tin, por otra parte, siempre había sido más fácil de descifrar. Sus padres lo amaban porque era de los niños más cariñosos que nadie hubiese visto. Y ese cariño y amabilidad crecieron a la par de su cuerpo y pronto los usó para hacer el bien un poco por todas partes. Ayudaba a la gente con sus cosechas, reparando daños de tormentas, cazando  para los que no tenían suficiente comida para el invierno y así. Decidió que ser caballero era la mejor opción que tenía para seguir ayudando a los demás. Aunque sus padres querían que fuese curandero, lo apoyaron en su decisión. Algo temeroso del proceso, Tin se lanzó a la aventura y allí conoció a Jako, con quien poco había hablado antes del entrenamiento.

 Al día siguiente decidieron que lo más inteligente era separarse y que cada uno buscara su visión por su parte. Esto podría resultar más efectivo pues los dioses rara vez se le presentaban a más de una persona al mismo tiempo. Se prometieron esperar al otro en la base de la montaña cuando ya hubiesen visto lo que habían venido a buscar. Jako decidió dirigirse al acantilado, mientras que Tin empezó a rodear el lago. El lugar era hermoso pero muy particular por su falta de ruido, de vida. Jako estaba impaciente y Tin se lo tomaba con calma, pues la sacerdotisa les había aclarado que el proceso podía tomar diferente tiempo para cada uno de ellos así que no debían desesperar si no ocurría rápidamente.

 Tin caminó por el borde del agua observando el liquido, que parecía casi un espejo gigante pues no había nada que lo moviera de ninguna manera. En un momento se quedó mirando su reflejo en el agua y entonces vio un reflejo en ella de algo que no estaba en el mundo real. Era una mujer pero volaba y reía con fuerza. Miraba hacia arriba y no había nada pero en el reflejo del agua se le veía flotar plácidamente. Entonces, de golpe, el cuerpo de la mujer rompió la tensión del agua y le tomó una pierna, lo que hizo caer a Tin hacia atrás. La mujer lo miró sonriente y le dijo que su vida y su amor eran para todos pero que su lealtad e incondicionalidad solo podían estar con una persona. Tan pronto dijo esto, rió y se sumergió en el agua.

 Por su parte, Jako no había visto nada ni oído nada y el atardecer se acercaba con rapidez. Él quería irse de allí de una vez y simplemente ser un caballero, no entendía porqué todo tenía que ser tan complicado. Estando al borde del acantilado, empezó a lanzar piedritas al vacío, pensando en que su vida debía ser mejor después de esto, al menos de alguna manera. Entonces una de las piedra lanzadas se le devolvió, pegándole en la frente. Sangró y cuando se dio la vuelta la figura de un hombre en sombras lo miraba de pie, unos metros más allá. El hombre lo señaló y le dijo que su arrogancia sería su perdición a menos que encontrara quien lo ayudara, pues solo el amor y no la lealtad lo iba a salvar de lo que sería capaz de hacer. Entonces desapareció, dejando una estela de luz.

 Jako la siguió, una línea de puntos de luz, mientras pensaba en lo que había escuchado. No tenía mucho sentido y solo quería recordarlas las palabras para repetírselas a la sacerdotisa una vez llegara a casa. De pronto, vio a alguien frente a él y se asustó pero la persona estiró su brazo y lo tomó por el de él, para quitarlo de la línea de luz, que desapareció cuando el se movió. La mano que lo había tomado era la de Tin y, sin decirse nada y tomados de la mano, escalaron lentamente la montaña para llegar al otro lado. En el camino no dijeron nada pero jamás se soltaron.


 Cuando llegaron al pueblo, muy temprano en la mañana, fueron directamente al templo de la sacerdotisa y le contaron sus visiones. Ella les preguntó si tenían respuesta para ellas y entonces Jako y Tin se miraron el uno al otro y asintieron. Los Ayak no tenían matrimonio pero si “la unión bajo las estrellas”, una ceremonia solemne en la que dos personas se entregaban la una a la otra para siempre, pues habían encontrado el amor real y completo, incondicional y valiente. Los dos jóvenes vivieron juntos por siempre, pasando su sabiduría y compasión a los demás. Fueron de los seres más apreciados por los Ayak y se convirtieron en leyenda pero por muchas otras razones que no se discutirán aquí.

martes, 15 de septiembre de 2015

Crossroads

   Usually, Norma ate pizza on Friday nights. But it wasn’t the norm that she ate it in a car, as she was doing now, next to her friend Beatrice. Bea had convinced her to do some spying, as she thought her boyfriend was actually not in a “football party” with his buds, but with another women. She was sure of it and had been nagging Norma about it for at least two weeks. So she finally came up with the idea of following him all around town if it was necessary in order to know what was the truth. Norma had only convinced her to take a tomato and cheese pizza with them and at least let her hear some music from time to time. She loved Bea and would never leave her alone but Friday nights were sacred, no matter if it was pizza in bed or partying till dawn.

 Anyway, they parked outside his house and followed him once he got out of there. He took the bus a few blocks away from his home and then they had to follow the bus, which was the most annoying thing ever as it had stops every two blocks and apparently the route was very long. Bea just kept saying she didn’t know any friends of her boyfriend that lived around there, but Norma didn’t really pay attention. She just enjoyed her pizza and the fact that she had found a really good radio station, with every song being amazing. When the boyfriend got off the bus, they followed him for four blocks until he entered a building and there was no way to seeing him for some time. Bea decided to call him right then.

 Norma, bored out of her mind, look around the neighborhood. It wasn’t the nicest place on Earth but it wasn’t too bad to be honest. There were some people walking around, mainly couples, possibly walking to the subway or the bus stop in order to get downtown, where most of the clubs and party places where. Norma didn’t really like to go to clubs unless she was feeling really depressed or something. Otherwise, it was too loud and too “happy” for her. Then, she saw a man sitting on a bench, a few meters behind them, talking to himself pointing at things that weren’t there and looking very worried about something. The guy was actually rather young and not ugly at all.

 Bea scared Norma with her elbow, trying to get her attention. Her boyfriend had told her he was at his friend’s house and that the game was about to start. She was holding her cellphone very tightly and asked Norma to look for games that were happening that night. She needed to know if that part was a lie or not. Norma complied but, once in a while, she looked outside to the man talking to himself. After not finding anything about a game, she told Bea she was thirsty because of all the slices of pizza she had eaten so she needed to get to a supermarket or something. Bea looked at her with annoyance but Norma told her she had seen a store a few blocks back so she could go in a second.

 After stepping out of the car, Norma felt the night was warm and just perfect. Summer wasn’t in yet but it could be felt in the air. She walked slowly, having no urgency to get back to the car. She passed by the man talking to himself and stopped right there for a moment, hoping to hear what he was talking about but it wasn’t very clear. He said something about an animal, some kind of farm animal, and then he switched to bombs and nuclear warfare or something like that. Then, the man kind of jumped in his seat and turned around, looking at her. He kept moving his head and hands but didn’t say a word as he checked her out. Norma just turned around and walked a bit faster towards the store, only thinking about the beautiful chestnut colored eyes that crazy guy had.

 The store was very empty and only a young Asian woman was there as the cashier. She was reading a magazine and the TV was turned on somewhere in he store. Norma walked around slowly, as she didn’t want to go back so soon. Bea could really get annoying with all of her boyfriend stud and Norma had no opinion about it all. So what if he was cheating on her? It wouldn’t be the first time a guy does that to a woman. And besides, they had just being together for six months. It was better to find out now that in two years or something. Norma was just a good friend but sometimes being that good was a very demanding job.

 She kept walking through the aisles until she remembered why she had come in for: something to drink. So she grabbed a bottle of ice tea and also some gum, hard candy and a women’s magazine if the night turned to be one of those long evenings with her best friend. When she was around the ice-cream freezer, the door of the store opened but she didn’t turned around to see who it was. However, the cashier was apparently not very pleased to see that person come in because she was telling him to leave and to get lost and many other things. He had a bit of a stutter, trying to respond to the woman, and Norma realized who it was: the guy from the bench, the one of the chestnut eyes.

 She walked up to the cashier and asked her to let him in, as she wanted to help him by buying him something to eat. The cashier looked at her as if she had become insane in front of her eyes but finally complied. Norma bought the man one of those microwave noodle soups. She heat it up on the machine behind the cashier and then paid all of her shopping and, with difficulty, she got out and walked up to the crazy guy and gave him the soup. It was incredible to see, as she got her stuff in order, how his eyes had lit up just because of some soup. It was boiling hot but he ate fast and she was surprised to see a smile when he was done. Norma smiled back.

 She then tried to get her name but the man wouldn’t say a word. It was hard to know if he couldn’t say anything or if he didn’t wanted to, but anyway, the soup had been a nice gesture and Norma was glad she could do that for someone. She turned around and started walking to Bea’s car but then the guy took her arm, a little too strongly, and started to tell her about nuclear bombs and how the world would end. He was talking so fast, it made her a little bit dizzy and the fact that he was pressing on her forearm with such strength was nothing to be amused by either. Like out of some kind of hypnosis, Norma pulled her arm out of his grip and told him to be nice or she would call the police. Then, as if that had been a code of sorts, he looked at her and begged her not to call the police.

 His voice right then was calm and rational. His eyes, hands and body in general had stopped moving awkwardly and he was just staring at Norma. She told him she wouldn’t call them but that he needed to learn not to treat people like that, especially when they have just bought him some soup. He asked her for forgiveness, as most of the time he was not really in control of anything, not his body or his mind or his mouth. He had lost control over himself long ago and now he just drifted around the world, trying to make sense of a life that seemed like a dream. He spoke so eloquently, that it was difficult for Norma not to walk up to him and just look at his face with a bit of regret.

 She then asked why was he living on the streets. Again, his face seemed to change in a second but his words kept their sense and she could understand everything he was saying. According to him, he had been a very good student in a physics laboratory not very far from there. He had helped all his teachers in various experiments and had even done some research on his own theories too. But then some guy, some teacher that was supposed to be his mentor and a great mind in the scientific community, he just stole every single idea his student had come up with. And as he was such a brilliant guy, every single one of his theories was proved to be right and it changed a lot in their field.

 This kept going for a while until the student accused the teacher to the board of the institute but they wouldn’t hear him. They thought it was one of those young people that are so obsessed with discovering something or being important, that they would invent anything in order to be considered into the scientific community. This had a very bad effect on the student’s mind, as he was already a patient for a number of mental illnesses. He wasn’t well at all and even confessed to Norma that he should have never being there in the first place, but life always has its ways. Suddenly, Norma’s cellphone rang. It was Bea, nothing had happened and she wanted to leave.


 Norma promised the guy, who said his name was Stuart, to come back and help him some more, with anything he might need. He told Norma that she had already done enough with the soup and by hearing his story. They shook hands and separated. Norma thought of him all the way to the car and more than night. Bea didn’t ask her where she had been; she just theorized what her perfect boyfriend was doing in his football party. As they drove away from the building, on a way of the fourth floor, it was clearly visible how the boyfriend was there all right, but naked and having sex with his friend. The game was on the screen.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Respirar

   Hasta donde sé, a nadie le enseñan a respirar. De pronto haya máquinas que ayudan a hacerlo y otras que incluso hacen todo por alguien que no puede valerse por si mismo, pero a respirar como tal, nadie enseña. Es algo que cada ser humano debe hacer por si mismo y debe asimilar en su vida como un proceso tan simple que ni siquiera deberíamos darnos cuenta cuando lo hacemos. Obviamente, la cosa no es tan así. Hay veces que lo notamos bastante pues, al ser seres conscientes del mundo que nos rodea, queremos estar pendientes de cada una de las cosas que suceden a nuestro alrededor y en especial aquellas que ocurren dentro y con nosotros. Allí está la respiración y demás funciones del cuerpo como el trabajo del corazón, que no vemos pero sentimos.

 Respirar no solo se trata de inhalar y exhalar, aunque esa es la base física del asunto. Respirar es vida, es aquel pequeño gran detalle que marca la diferencia entre nuestra existencia y nuestra extinción. Es algo que puede parecer muy exagerado pero resulta que si dejamos de respirar, si nos tapamos la boca y la nariz, si estamos en un contexto sin aire, simplemente dejaremos de vivir. No es algo que nadie sepa, pues todos sabemos lo importante que es seguir respirando, incluso cuando no lo hacemos de manera consciente. De hecho, hay cosas del cuerpo que nos preocupan más como el estado del corazón, de la sangre y de los muchos órganos internos que también hacen lo propio para que sigamos estando.

 Pero todos ellos garantizar el bienestar, más no la vida misma. Los pulmones procesan el oxigeno pero primero tenemos que haber respirado para que ese aire pase hasta esas instancias. Si no lo hacemos, pues no pasa nada y todo muere porque todo lo que tenemos dentro depende del simple acto de respirar. No es increíble? Construimos tantas cosas y nos creemos creadores del universo, pero la verdad es que seguimos siendo unos seres vivos bastante sensibles pues si nos quitan solo esa cualidad, ya estamos muertos sin remedio y no hay nada que nadie pueda hacer al respecto. Hay aparatos para respirar bajo el agua e incluso para respirar en el espacio donde no hay nada, pero no hay nada que reemplace la respiración como fuente de vida.

 Además, como dije antes, no se trata solamente de lo físico. Nuestra respiración cambia cuando tenemos problemas, cuando nos sentimos preocupados. tristes y felices. Es una marca con la que los demás pueden saber que nos pasa sin siquiera preguntarnos. Un par de respiraciones profundas al mirar a alguien ya dicen mucho de lo que puede estar pasando y se trata solo de un acto natural que se ve afectado de manera importante por un simple sentimiento que no es nada comparado con la complejidad y la importancia de la vida que hay en el aire.

 El amor está entonces conectado a la respiración. Respiramos profundo al ver a la persona que nos gusta, se acelera nuestra respiración cuando estamos nerviosos y es casi ausente cuando estamos en la búsqueda del placer. Incluso hay personas que saben cuando no respirar para poder darles placer a su pareja, sea bajo la forma que sea. La respiración, la vida en este caso, está completamente ligada al sentimiento, sea la pasión o el amor, y a la potencial oportunidad de reproducción. Lo que es bastante curioso porque podríamos concluir que la vida, generada por el oxigeno inhalado, ayuda a dar vida a otro ser que vivirá exactamente de la misma manera, inhalando y exhalando como nosotros sin parar, todos los días de su vida. Todo es un ciclo eterno.

 En el sueño ocurre lo mismo. Nuestra capacidad de respirar se ve afectada, en este caso, por cosas que ni siquiera están ocurriendo, solo en nuestra mente. En este caso, las funciones se entrecruzan pues la mente es tan poderosa para controlarnos por completo pero, una vez más, es inexistente si no hay ayuda del aire que nos rodea. Cuando estamos en un sueño, somos mucho menos conscientes de nuestra función vital y es tanto así que nuestra respiración en el sueño y en la realidad es siempre diametralmente distinta. En el sueño puede ser calmada pero según lo que estemos viendo o viviendo allí, la respiración física real puede estar sustancialmente acelerada y mucho más visible, por decirlo de alguna manera.

 Tal vez lo más desafiante para el ser humano es estar en situaciones que lleven al extremo su capacidad de respirar con normalidad y, por lo tanto, su capacidad de sobrevivir. Hay personas, por ejemplo, a las que les gusta bucear sin ningún tipo de aparato que les ayude a respirar. La mayoría lo hace con el debido equipo pero, como seres humanos, siempre hay algunos que les gusta ir al extremo, los gusta sentir cada milímetro de sus cuerpos bajo la presión de vivir, al menos por unos instantes, en esa línea entre la vida y la muerte. Bajan nadando hasta cierta profundidad y allí la presión y la falta de poder respirar se hace evidente, pero ellos soportan y tratan de vivir donde no se puede vivir.

 Podemos empujar a nuestros cuerpos al extremo todo lo que queramos pero en algún momento hay un quiebre y las cosas siempre terminan por volverse añicos. Nuestros cuerpos, por mucho que no nos queramos dar cuenta, son vehículos bastante bien diseñados pero extremadamente sensibles a casi todas las variaciones que pueden haber en la naturaleza. No podemos soportar mucho frío ni mucho calor, ni poco oxigeno ni mucho oxigeno,  ni poca presión, ni mucha presión… No somos perfectos y nuestro cuerpo lo es aún menos. Es sorprendente, eso sí, pero no indestructible y tiene muchas fallas que ya son individuales y que cada uno tiene que averiguar. No todos pueden bucear sin equipo, por ejemplo.

 Por mi parte,  solo estoy consciente de respirar cuando tengo alguna preocupación. Es curioso pero solo en esos momentos, cuando inhalo de manera exagerada, me doy cuenta del sencillo poder que tiene una acción tan simple sobre mi existencia. Como todo el mundo, he intentado ver cuanto tiempo puedo durar sin respirar y los resultados nunca son muy alentadores. Es ahí cuando uno se da cuenta de que no es ningún súper héroes, de esos que vuelan entre las estrellas o debajo del mar. Somos mucho más simples y sensibles y no podemos darnos el lujo de dañar lo que tenemos, sea el aire o el cuerpo. Así que cuando respiro, cuando soy consciente de ello, trato de hacerlo bien.

 Eso supongo que depende de la persona pero normalmente es inhalar por la nariz y exhalar por la boca. Se supone que eso le calma a uno los nervios y lo ayuda a relajar el cuerpo para no crear tensiones innecesarias. En varias ocasiones he tenido que usar esa simple pero muy efectiva técnica para hacer que el cuerpo se relaje y deje salir la tensión e incluso las preocupaciones, que no son algo físico pero a veces se siente como si lo fueran.  Todos hemos sentido esa falta de aire, esa presión en el pecho que parece querer ahogarnos. Lo triste es que somos nosotros mismos, es una reacción que solo nosotros como dueños de nuestros cuerpos podemos regular, nadie más lo hará por nosotros.

 Eso sí, me encanta estar consciente de la respiración cuando estoy buscando la relajación total. También todos lo hemos hecho, o al menos lo deberíamos hacer al menos una vez: tumbarnos en algún sitio y simplemente respirar controladamente y de manera adecuada y, de esa manera, ir recorriendo mentalmente el cuerpo, siendo consciente de cada rincón de nuestro físico. Nada interno, por supuesto, pues nuestro nivel de conciencia tiene limites bastante evidentes, pero la relajación total nos da herramientas para conocernos mejor y mezclar mente y cuerpo en nuestras vidas y no llevar los dos como entidades completamente independientes, como si una no dependiera de la otra y viceversa.


 Nos hace mucha falta estar cerca de nuestros cuerpos, estar cerca de ellos en el sentido de que no sabemos quienes somos como personas pero muchas veces tampoco tenemos ni idea de como son nuestros cuerpos, que particularidades tienen, que falta y que sobra y que es igual para todos. No se trata de buscar razones para sentirnos especiales y únicos porque, físicamente, nadie es especial ni único ya que somos siete mil millones de envases con diferencias menores pero básicamente la misma cosa. Y sin embargo, entre todos esos cuerpos, todos coincidimos en que debemos respirar o sino no habrá un mañana en el cual despertar para seguir viviendo, inconscientes de lo que hacemos.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Torn

   I just kept running, until I woke up and realized there was nothing to run away from. I was sweating a bit and breathing heavily, as if I had really been running on the street. I just sat down on my bed and tried to calm down. There was nothing more that I could do than calm down and try to sleep again. After all, I had woken up at five in the morning and it was a Saturday. I decided to go to the kitchen, have some orange juice and then go back to my bed and lay there until sleep appeared again. To be honest, I was a bit scared of dreaming all of that again but I knew that was very unlikely. When I got sleepy again, I just covered myself entirely with the sheets and the bedspread. I didn’t dream a thing and woke up some four hours after, not really rested but at least calmed.

 That day, I decided to visit my family’s grave in the cemetery. I don’t know why, but I needed to do that. Somehow, I thought those awful dreams had come again only because my family was resentful of me not tending to them properly, not even thinking about them or putting some flowers on their graves. SO that was exactly what I did. I bought the most beautiful little bouquets and put them on their graves. I didn’t pray, I never did, but instead tried to apologize to them because I had been such a bad son. I knew coming to a cemetery didn’t really change anything, but I knew that I had left my family to one side, as if they had never existed. I cried a bit while asking for forgiveness and it was then that she appeared.

 It sounds insane but she was the woman of my dreams. And by that I mean she’s the one that appears there every time. I didn’t remember if she had a name in my dreams but once I saw her straight into the eyes, I realized she knew exactly whom I was and was there to talk to me. However, we just looked at each other as if talking or moving was the stupidest thing we could ever do. But finally, it was me who asked her what she was doing there, why she had come. The woman seemed confused at first, but then realized something and a smile appeared on her lips. She just said “I’ll be waiting in the car” and turned around. Ten minutes later, after saying goodbye to my parents, I was walking towards a car I knew to be hers, even if I hadn’t see it before.

 I opened the passenger door and sat down. I closed the door and she started the engine. She told me my car would be at my home in no time, but I didn’t care because I was beginning to fell like in my dream. Not as scared but I knew something was coming and I had to be calm in order to get to the bottom of everything. The woman drove the car out of the city and after an hour we had traveled several kilometers. We finally arrived to a small, quiet town, where se parked the car in the main square and told me to follow her, once again. We walked two blocks and then we entered a house.

 The house was not abandoned or anything. There was a family watching TV there but they seemed to ignore us, or something stranger… We crossed the house to the other side, where we got to a different street. There, the woman waited for a moment and hen opened another door I hadn’t even seen. I followed her and realized it was the same place where I had been tortured in my dreams.  I turned around to escape but the door was locked. She had sat down on a very old chair and seemed to be in deep thinking about who knows what. It didn’t seem that the torture would continue but, still, I was very nervous and had no intention of staying there more than was necessary. I wondered who she was and why I was following her like a mad man but felt the answers would not come easily.

 She finally seemed to remember where she was and walked towards me. She got closer, as if she want to kiss me but in reality she just checked my neck. Then, I felt a very horrible pain in the neck, where she had touched, falling to the ground as if was much more pain than I could resist standing up. Somehow, it felt like I had blood all over my hands and neck but when the pain passed, I realized there was nothing there, I was clean. I could see that she was now by a table, checking something that was apparently small in size. I had a thought of killing her and ending all of this in a single moment but then I realized I had nothing to do it with. Not a knife or even a good piece of wood.

 The woman turned around and indicated me to come to her side. I complied, but I really didn’t trust her and I did it even less now that she had taken something from me. That something was the thing she had been checking on the table, a small object shaped like a cylinder. Actually, it was bigger than what I felt in my dreams and the moment she had taken it out. And why wasn’t there any blood if that thing had been inside of me? I realized then that I had been left alone, that the woman was nowhere to be seen. I ran to the door and realized it was still locked, putting a very string barrier between me and everything outside. I wanted to run away, to just stop reliving that stupid dream but I couldn’t, somehow it was all real.

 I checked the object on my hand and felt something strange, as if I knew what it was used for. My gut told me it was some kind of implant to follow me, to make sure I did whatever the person that had put that on me wanted me to do. But why would I be of anyone’s interest? I was a failed artist that survived working the most menial job in a bank where, every single day, I just wanted to kill myself or at least kill several other people. Why would anyone be interested in following me or doing anything to my life or my body? Weren’t there others that were at least much more interesting in any aspect?

 The woman came back but this time she didn’t lock the door. She told me she had been checking on the object with people she knew and realized it was an old implant that was no longer functioning on the moment of extraction. She also said that, while it had probably some effect on my behavior for the last few years, it had stopped whatever it was it was meant to do several years ago. But that was even stranger because why would someone put an implant on a young person that had nothing to gain or loose form life? Why where they monitoring me? And who were they?  But she didn’t have those answers, she said she only tracked to device and found me and just needed to know which ones were still active and which ones weren’t.

 Apparently, although she didn’t say it in full words, she was doing all of this out of guilt. She had worked with the creators of the devices and now felt it was her moral obligation to remove them all; before they had any serious consequences on the people they had been implanted in. It was pretty alarming, but during all that time she was talking, explaining her reasons and trying for me to understand who she was and what she had been doing, I just wanted to kill her. It was a feeling I had never felt before, like an urge but it was becoming increasingly difficult to ignore. I wanted to feel her neck broken in my hands and the taste of her blood. And then, I noticed she had seen it in me.

 Too late. I launched myself at her and tried to strangle her with my own two hands. I pressed hard, feeling her fighting against my superior strength and superior mind. Her life was running out and I smiled because that’s what I wanted. I not just her but everyone else too. I realized my goal was to kill every single person in the world and that, if I wanted to do it, I could do it. I smile even more and when she stopped breathing, I laughed and felt like I was in the happiest place in the world. I left her lifeless body on the floor and the smiled all around me, realizing my poor and might and thinking of how much more I could do for my needs and for me. The world was absolutely mine.


 I got out of the house and walked up the street, now in the dark as the night had fallen during my stay in that awful place. I kept smiling for some more until I got a bullet straight between my eyes and fell to the ground. I died instantly but the fun part was that I hadn’t died. Somewhere far away, I woke up again and realized something worse had been done to me. Not only that device had turned me into a murder, it wasn’t a piece of metal to know where I was but whom I was. The one that died was just a clone that had gone insane and the real me… Well, I still don’t know where I am. But I’m scared of what might come.