lunes, 20 de febrero de 2017

Temprano en el parque

   Salir a trotar tan temprano era para Víctor un privilegio. A él no le disgustaba para nada tener que levantarse antes de las cinco de la madrugada para salir. Se ponía los zapatos deportivos especiales que había comprado con tanta emoción, los pantalones térmicos que había pedido por internet y una como camiseta de manga larga que parecía más hecha para bucear que para trotar. A veces lo acompañaba su perro Bruno, si es que este no se resistía a salir por el frío que con frecuencia hacía por las mañanas.

 Ese lunes, Bruno tenía ganas de hacer sus necesidades así que tuvo que salir con Víctor a dar la vuelta de la mañana. Normalmente era un recorrido amplio que duraba una hora y media, tras la cual regresaba a casa bastante sudado y cansado, listo para ayudar a preparar a Luisa para la escuela y luego darse un largo baño caliente para descansar los huesos. Era su rutina y le había tomado un cariño extraño, tal vez porque hacer lo mismo seguido crea cierto sentido de seguridad.

 Bruno a veces corría por delante de Víctor, otras veces se quedaba oliendo cosas y se demoraba en alcanzarlo. Esa mañana el perro iba detrás pero recortaba la distancia de forma rápida y eficiente. Cuando llegaron al parque, Víctor aminoró un poco la marcha porque sabía que era el punto favorito para Bruno. Solo tendría que esperar un momento a que hiciera lo suyo. Tenía una bolsita plástica lista y sabía bien del cesto de la basura que había saliendo del parque, ideal para tirar la bolsita.

 Sin embargo, Bruno no se puso a lo suyo de inmediato. Corrió hacia un montículo y cruzó al otro lado, atraído por algo. No era inusual que hiciera cosas así. Víctor esperó a que volviera o diera alguna señal de que había hecho lo suyo. Pero Bruno no hizo ningún ruido. Estaba el parque en silencio y el frío parecía apretar más y más. Víctor llamó a Bruno pero este no respondió. De nuevo y nada. El dueño empezó a preocuparse por su perro, pues ahora sí pasaba algo muy extraño.

 Bruno por fin aulló. Víctor se hubiese sentido aliviado si no fuese por el hecho de que el ladrido parecía melancólico, como si algo malo le hubiese pasado al pobre perro. Víctor corrió a su búsqueda y lo encontró pasando una fila de árboles que daban una bonita sombra. En efecto el perro había hecho lo suyo y Víctor se disponía a recoger lo hecho. Pero cuando sacó la bolsita de su bolsillo, se dio cuenta de que no solo estaban allí Bruno y él, sino que había alguien más en el lugar. Se quedó de piedra mirando lo que tenía enfrente y no era la mierda de perro.

 Era un hombre. Un hombre tirado en el suelo, cabeza abajo, algo ladeada hacia el lado opuesto a Víctor. Por alguna razón, agradeció que así fuese. El perro caminó con suavidad detrás de Víctor: era evidente que estaba temblando y que no había respondido a los llamados de su amo por puro miedo. El cadáver, había que decirlo, estaba completamente desnudo. No había rastro alrededor de sus pantalones, su ropa interior o su camisa, ni siquiera una billetera o un cinturón. Solo él, ya gris.

 Víctor no llevaba su celular a trotar. Le estorbaba en el pantalón al moverse. Trató de no mirar más el cadáver y pensó en donde estaría el lugar más cercano para llamar a la policía. El parque estaba rodeado de edificios de apartamentos así que podría ir al más cercano, pedirle el teléfono al vigilante de turno y llamar. Caminó más allá del muerto y Bruno lo siguió, caminando sobre pasto seco y ramitas que se quebraban con caminar sobre ellas. Trataba de no pensar en esa piel y su aspecto.

 Llegó pronto al borde del parque. Cruzó una calle y llegó a un edificio de seis pisos. Subió unas cortas escaleras y sin dudarlo tocó el timbre. Sonó adentro como si se cayera algo y luego una voz diciendo alguna cosa. Después no hubo más ruido hasta que oyó una voz algo ronca por el intercomunicador. Era el vigilante. Víctor le pidió el teléfono para llamar a la policía. El tipo pareció dudar pues no respondió y de pronto colgó. No se escuchó más adentro del edificio.

 Víctor miró a Bruno, que se había sentado de nuevo tras él y gemía con suavidad, de una manera apenas audible. Temblaba suavemente y era obvio que quería volver a casa. Víctor esperó pero nadie salió así que decidió intentar en el siguiente edificio. Allí nadie le habló por un aparato sino que salió a ver quien era con sus propios ojos. Era un hombre mayor y le explicó lo que sucedía. El señor lo miró de arriba abajo y luego se metió para salir un minuto después con un teléfono inalámbrico.

 Minutos después, Víctor cruzaba la calle de vuelta al punto donde Bruno había hecho lo suyo. La policía le había indicado que debía quedarse junto al cuerpo y que lo interrogarían en el lugar. Él hizo lo que le dijeron y caminó despacio hacia el sitio indicado. El problema fue que no se dio cuenta de que caminando en ese sentido vería el rostro del muerto. Y así fue. Vio sus ojos abiertos, su boca seca y abierta y su piel tan blanca como la luna. Fue una visión de miedo. Entendió porqué Bruno temblaba tanto: él también había visto esa expresión de la muerte.

 La policía no demoró mucho. Vinieron con una ambulancia y personal que revisó el cuerpo de forma rápida y acordonó la parte del parque donde se encontraban. Uno de los policías tomó a Víctor del brazo y lo llevó aparte para hacerle preguntas. Fueron varias preguntas obvias: “¿Como lo encontró?” y cosas por el estilo. Le pidió al final sus datos y le dijo que podía irse a casa pero que seguramente debía ir a la estación ese mismo día para dar más declaraciones. Apenas asintió.

 Se iba a ir pero recordó que había dejado la mierda de su perro en el suelo. Todavía tenía la bolsita en el bolsillo y estuvo tentado a sacarla pero las ganas de salir de allí eran más grandes. Cuando se decidió, el equipo forense volteó el cuerpo del muerto y hubo una visión horrible y una reacción aún peor: el hombre tenía cortado el cuello y ese hoyo estaba ya lleno de gusanos y otras criaturas que habían comenzado el proceso de descomposición. Víctor casi sale corriendo.

 En el camino a casa no trotó, solo caminó lo más rápido que pudo. El ejercicio podía esperarse a otro día. Bruno iba al mismo ritmo que su amo, ni más lento ni más rápido. Parecía también querer llegar a casa y dejar todo el asunto del parque atrás. Pero la imagen del muerto era difícil de quitarse de la cabeza y más aún ese olor tan asqueroso que despidió al ser girado sobre sí mismo: era algo digno de un malestar estomacal. De hecho, Víctor sentía su panza como una lavadora.

 Cuando por fin llegaron a su edificio, Víctor apenas saludó al vigilante. Caminaron rápido al ascensor y en segundos estuvieron por fin en casa. Nadie se había despertado aún. Por el reloj de la cocina. Víctor se dio cuenta de que habían vuelta media hora antes. Pensó que era lo mejor, pues así podría darse una ducha calienta más larga, cosa que necesitaba con urgencia. Antes llevó a Bruno a su habitación, le puso comida y agua fresca y lo dejó ahí. El perro parecía deprimido.


 Víctor se dirigió a su habitación. Apenas miró el bulto en su cama y los ruidos que hacía su respiración. En el baño se quitó la ropa tan pronto pudo y abrió la llave mientras tomaba un cepillo de diente y casi lo destrozaba contra sus ya muy blancos dientes. Cuando entró a la ducha, se sintió como si el agua limpiara capas y capas de sudor y tierra. Pero lo que limpiaba era más que eso. Víctor cerró los ojos y entonces vio todo de nuevo, sintió escalofríos y pudo sentir ese olor otra vez. Tomó el jabón y lo pasó varias veces por todo su cuerpo, tratando de usarlo como un borrador.

viernes, 17 de febrero de 2017

Stumble

   Out of nowhere, I decided to grab my wallet, put on my pants and go to the street, to the nearest convenience store I could find. Only one was opened, some five blocks away from the hotel. I bought two packs of cigarettes, one pack of gum and a can of beer, just because I felt to. I paid and went back slowly to the room were I had done something I had never done before: I had told someone I would be with him always, for the rest of our mortal lives, forever.

 As I entered the room, I tried not to make a noise. Of course, I didn’t turn on any lights and only put down my small plastic bag once I had crossed the room and reached the balcony. I thanked God that it was such a big room in which he was staying, in one of the best and most beautiful hotels in the vicinity. He would never travel without getting to rest in a really good place, where everything was according to his very high standards. He had a reputation to look after.

 Thankfully, I didn’t have anything to look after. I had no reputation and there was no possibility for me to pay for such a room, not then or now. The balcony had a very nice view of the ocean and the sound of the waves crashing gently against the rocks soothed my soul. Or maybe it was the fact that I smoked two or three cigarettes in a couple of minutes. I hadn’t done that in so long and now, suddenly, I had comeback to an old and nasty habit that I had been praised for leaving behind.

 As the soft warm wind made my hair move around, I regretted having bought only one can of beer. Then, I remembered that room had every kind of alcoholic beverage one would like to drink. The only problem was money but I guessed that he wouldn’t be very mad if I just drank one of them, as it could last me for the whole night. The can of beer went back to the plastic bag, empty after I drank it in a couple of minutes. I was decided to get myself drunk that night.

 I went inside, grabbed a bottle of vodka. Then, I decided to grab an orange juice bottle too, to make myself some nice little cocktails. I took both bottles to the balcony and used the empty beer can as a glass. I mixed both liquids there and started drinking, watching the apparent never-ending blackness that lived just above the ocean. It seemed so attractive, so beautiful somehow. I kept drinking, slowly, as I thought of the best way to get down to the beach in the next couple of hours. After all, I wasn’t going to be sleeping and he wasn’t going to wake up any time soon.

 I had gone to that hotel in hopes to find him but now, I realized I had done exactly what I shouldn’t have. He had been my only chance of happiness but now I didn’t want to see his face ever again. I had spent every single coin I had in my bank account to get there, to tell him I loved him and that I regretted not telling him that earlier. But hearing the waves, I realized I had done so because I was afraid of being alone, of being a failure at every single level a human male could be one.

 I had nothing to offer him, nothing at all. My so-called feelings were just angst and fear disguised in a week fabric of love and devotion. He would notice soon enough that I was empty, devoid of everything he thought he needed from someone else. Besides, I had no stability, no money, I did odd jobs to survive and I loved to look at the darkness and sleep during the day. I wasn’t what was expecting me to be, not even close. I had lied and lied and now there was no turning back.

 When we met, the first time, I was actually pretending to be someone’s friend in order to crash a party. I had done so with a friend that wanted to meet this girl, who ended up being his best friend. A strange coincidence that made us get acquainted. I remember clearly that, in those moments, he never seemed interested in me at all. I think he didn’t have any of the veils in front of him then, the ones that had clouded his judgment when he had decided to go out with me weeks later.

 Some may think I give myself to little credit but that’s not what’s happening here, not at all. What happens is that I don’t feel anything anymore, for him or for anyone. I actually doubt I ever felt anything for anyone ever. I guess I cared for some time and maybe I had an interest but my feelings were never involved in anything. I just played along and now that game has brought me to a place I have no idea how to get out of. What do I do now that I’m into so deep? Is it possible to go back to where we were before?

 I don’t think so, just hours ago I told him I would be with him forever and he cried and told me that’s what he had always wanted from me. But somehow, I feel that he knows what I really feel and think. I remember those first looks he gave in that party in which we met. He knew then who I was and that I couldn’t be trusted with something so important as his heart. Why does he think that has changed now, especially when we already tried and failed? Maybe he has a thing for failing, or maybe he’s one of those people that think they can fix other people.

 If that’s the reason, I think he means well but it would be an uphill battle. I have never changed anything about me. I have always failed or passed by without getting noticed. He cannot change that, not even if he wanted to do it with all of his energy and money. Not even power can change the fact that I am me, whoever that person may be. Yes, it’s sad for me to admit that there’s no chance for me anymore but I do believe it’s best if I don’t get my hopes without any good reason.

 I decided then to go down to the beach and walk on sand, which I guess feels nice on your body, unless you enter the water too. The people working in the hotel don’t see me walking down with my last can of cocktail, passing the swimming pools and walking into a small but nice little beach. I walk around, trying not to think anymore but that’s impossible. My brain cannot stop telling me things, almost yelling them at me as if I didn’t now them. It’s decided: I’m leaving him and never coming back.

 I have no idea how to get back home but I guess I can always steal some money from him and at least buy a bus ticket back to my city, back to my little and ugly apartment which I pay cleaning floors and serving people in awful little restaurants. That’s what a bachelor’s degree would do for you. Or maybe I could grab some more money and just leave for another city, a new place in which I can begin again. But the dream dies soon, because I’m incapable of really dreaming.

 I sit down just out of reach from the water. There’s no more alcohol in my can, which I throw to the ocean. I looked at the waves, angry with them because they refuse to take me away. I’m angry because this is not the way thing were suppose to go down like. This is not the life I should have had. Or I at least I don’t think anyone should have this life in any way shape or form. It is too cruel and empty, with no rewards and nothing to look forward to. Empty as the blackness of the sky.

 I noticed that I’m walking towards the water, slowly. It feels kind of warm, which is very nice. When it reaches my waist, I am tempted to look back to the hotel but I decided not to. There’s not for me there and there’s no way I’m going back,


 I keep on walking until the waves push me around, hitting me on the face several times, making me tumble and fall to my knees. Under the surface, my body attempts to swim upwards but my mind decides to make us swallow a good gulp of water. Better to end it here.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Dormir, soñar y esperar... De nuevo

   Siempre pasa lo mismo: cuando no duermo tarde, mis sueños son mucho más vividos de lo normal. Es como si fuera la manera ideal que mi cuerpo encuentra para manejar horas y horas extras de sueño. Eso y despertarme a las horas más extrañas de la noche, para luego caer dormido minutos después. Desde hace ya tiempo me duermo tarde. Más allá de las una de la madrugada en todo caso. Cuando tenía cosas que hacer era un alivio que me diera sueño a las nueve de la noche. Ya no es así.

 Como no tengo nada que hacer, el horario cambia de manera drástica. Recuerdo cuando era pequeño, y no solo de estatura como lo soy ahora, sino pequeño de verdad. Tenían que levantarme a las cinco de la mañana para poder tener tiempo de bañarme, vestirme y desayunar antes de que el bus del colegio llegara. Normalmente todo eso me tomaba una hora. Ahora, obviamente, me tomo algo más de tiempo porque no tengo tanta prisa como antes. Pero es gracioso recordarlo.

 Gracioso y cruel puesto que creo que despertar a un niño a esas horas de la mañana es algo casi bárbaro pero así eran las cosas en ese entonces. Las clases empezaban a las siete y media de la mañana y seguían, con un par de descansos, hasta las tres y media de la tarde. Hubo una temporada en que se extendieron hasta las cinco pero fue solo porque elegí tener algunas clases extra para ver si ayudaban con mi promedio. No recuerdo bien si funcionó o no pero sé que lo hice.

 En esa época soñaba, o mejor dicho recordaba mis sueños, solo cuando ocurrían en los fines de semana, que eran los momentos que tenían para dormir de verdad. Del viernes al sábado y del sábado al domingo. Me acostaba tarde ya para entonces, sobre todo cuando me convertí en adolescente. Pero lo compensaba despertándome hacia el mediodía del día siguiente, algo que mis padres nunca me reprocharon y francamente siempre creí normal hasta que tuve amigos de verdad.

 No recuerdo que soñaba. Probablemente se tratara de esos sueños extraños que nadie entiende o tal vez se tratara de sueños sobre el futuro, un futuro que ya no importa puesto que nunca pasó. Dudo mucho que haya soñado con exactamente lo que estoy haciendo ahora. Solo recuerdo que no me despertaba así, en medio de la noche, a menos que se tratara de una de esas pesadillas que lo dejan a uno frío. Sucedieron algunas veces y entonces la solución era muy sencilla: ir a la cocina, tomar un poco de agua y luego volver a la cama como si nada para tratar de conciliar el sueño pensando en algo alegre.

 Ahora lo que intento hacer es simplemente tener la mente en blanco. Tener algo alegre en mi mente no es una prioridad cuando voy a acostarme, sobre todo porque también tengo que tener en cuenta el frío que hace en la noche y lo difícil que es a veces encontrar la posición perfecta para dormir, tomando en cuenta las sabanas y el hecho de que no puedo quedarme dormido mirando al techo. Supongo que me siento muy vulnerable o algo así. Nunca he sabido cual es la razón.

 Sueño un poco más cuando hago lo que les decía antes: dormir antes de la hora en la que me duermo normalmente. Es algo un poco extraño porque si duermo pocas horas, no sueño pero si me siento tremendamente cansado. Entonces cada noche se trata de decidir entre una cosa y otra. No es fácil elegir ya que ninguna de esas situaciones me es muy agradable pero hay que aprender a vivir con esas cosas que no nos gustan, incluso cuando tienen que ver con algo que debería ser tan agradable como dormir.

 Trato de cansar a mi cuerpo lo suficiente para descansar lo mejor posible. La idea es estar tan exhausto que no haya manera de que mi mente se vaya a los sueños más locos. Solo se trata de cerrar los ojos y luego abrirlos más tarde, con la sensación de que hacer exactamente eso sí sirvió para algo. Por ejemplo esta noche, creo que descansé aunque la verdad eso solo se sabe en el primer instante, cuando se abren los ojos y todo es fresco. Ya después, segundos después, no es lo mismo.

 Nunca he dormido con nadie así que no tengo la más remota idea de si eso ayudaría o no tendría efecto alguno. No sé como es acomodarse con alguien para pasar la noche, no sé como se ponen los brazos y las piernas, no sé si alguien se aguantaría mi movimiento o el hecho de que solo pueda dormir sobre mi pecho. Es un misterio que tal vez nunca pueda responder pero me intriga saber la respuesta a todas esas preguntas, simplemente porque no he estado en ese lugar.

 Dormir no es como cuando era pequeño. Antes era algo que hacía porque había que hacerlo pero ahora sé que tengo la opción de hacerlo como yo quiera, de que el sueño se ajuste a mi y no al revés. Puedo domesticar mi manera de dormir. Pero lo que no puedo hacer, por mucho que intente, es controlarlo todo una vez he cerrado los ojos. Puedo más o menos saber si soñaré o no, si tal vez vaya a despertarme a mitad de la noche, pero más allá de eso es imposible saber. Mucho menos tratar de adivinar el contenido de los sueños y, misterio mayor, su significado si es que lo tienen.

 El otro día soñé horas y horas. Sentí que cada momento que estuve dormido fue parte del sueño. Pero como siempre, los recuerdos al respecto son cada vez más débiles. Y esos recuerdos están a punto de desaparecer pues ya no tienen importancia. No tienen información útil y seguramente no tienen nada de interesante, más allá de ser míos y de haber ocurrido de la manera que lo hicieron. Apenas y recuerdo algunas mujeres y una edificaciones extrañas en un mundo tanto lejano como cercano.

 Sí, no tiene ningún sentido pero ese es el punto de los sueños: que se creen mundos que parecen pertenecer a la realidad pero que en realidad están mucho más allá de nuestro entendimiento. Siempre me encuentro allí con personas que nunca he conocido pero más seguido con aquellos que conocí alguna vez. Relaciones ya perdidas vuelven a ser una realidad en los sueños y es como si nada hubiese ocurrido, como si la vida no hubiera seguido avanzando como lo hace sin remedio.

 Y esos lugares… Los conozco, estoy seguro. Sean de mis recuerdos de infancia o de la semana pasada, incluso de las películas que he visto, sé que todos y cada uno de esos lugares tienen una base real, un ancla que los amarra a la realidad, no importa lo fantásticos y absurdos que puedan llegar a ser. Una vez fue una serie de colinas verdes que nunca terminaban, con un edificio solitario en alguna parte. Otras veces han sido versiones modificadas del colegio en el que estudié.

 Eso es lo que se me hace interesante de los sueños, el cerrar los ojos y no saber adonde va a llevar el transporte esta vez. Tengo que decir que le da algo de emoción a mi vida, una emoción que dejó de existir hace poco y que necesito de vuelta y no sé como conseguir. ¿Que haces cuando nadie te quiere cerca, incluso cuando se trata de aprovecharse de tus talentos, en el caso de que tengas algunos? ¿Acaso son solo validas las personas que dejaron de vivir desde una temprana edad?

 Y al fin y al cabo, ¿a quien le importa más que a mí? Soy yo quien no duerme pensando en eso, soy yo el que me quedo con la vista perdida varias veces al día, mirando hacia delante, preguntándome si hay allí algo para mí o si no sirve de nada seguir insistiendo.


 Soy una persona que no cree en los significados ni en que las cosas llegan porque las personas las merecen. No creo en la justicia divina ni en la humana. Solo creo que me tengo solo a mi mismo y es difícil aceptarlo lo solo que se está, incluso para alguien acostumbrado a soñar.

lunes, 13 de febrero de 2017

Lost flight

   The only thing I could do was waiting. After having my new boarding pass printed and a coupon for lunch in the airport’s food court, I left to have a walk through the terminal. I just needed to walk around, to relax my body after so many problems and so much uncertainty. As I walked, I remembered that I didn’t have any luggage, nothing to take care of. My clothes and a couple of souvenirs I was taking home, had been destroyed just a few hour ago, in the blink of an eye.

Understandably, people were glued to all TV screens showing a news channel or any sort of new information about the disaster. As for me, I didn’t wanted to have anything to do with it. I was already in some sort of shock; I didn’t needed to get worse in any kind of way. I just looked for a place far from any crowd and there I sat down, trying to relax. That was not going to happen but having that kind of mission made me at least a little bit distracted, from the looks and the comments.

 Yes, people already knew that I wasn’t supposed to be there. I have no idea how, but it wasn’t a surprise as people have always been all about gossip and knowing thing they have no place in knowing. I ignored the few looks I got and, thankfully, I only heard part of their speeches about me. Maybe they were talking about my luck or if I was travelling alone. Something about that but I really didn’t mind. I couldn’t mind because I had better things to think about than them.

 There, sitting in a lonely row of chairs overlooking the tarmac, I remembered my favorite sweater. I hadn’t put it on because the weather report announced a very col day, which it was. But I could have put it on anyway or maybe stuff it on my backpack. It could have survived but now I was never going to put it on never again. It was something silly to think about but that’s all my mind could do to keep sanity inside. My sweater was no more and I couldn’t be more sad about it.

 Someone, a woman, touched my shoulder and made me jump from fright. She had surprised me submersed into my mind. When I looked at her, she smiled and explained the people from the airline were now looking for me. I asked if the new flight was being cancelled and she shook her head negatively. She was apparently there to take me to the airline lounge, the more exclusive one. I was very happy for that but also kind of confused. She then explained it was the safest place for people to be: “Not even photographers can come in”. That explained it all.


 I joined her, my backpack tight against me. As we walked towards the lounge, she was talking about all the things I could enjoy there for the next twelve hours, time I needed to wait until the next flight home. But I wasn’t really paying attention to her but to the people still standing in front of the screens, watching the images of twisted metal and molten plastic. It was a very morbid thing to see and yet, even children stood in from of the screens watching something they did not fully understand.

 When we got to the lounge, she explained to me they had granted me access to the most exclusive areas. She handed me a silver card, which I had to use to make certain machines work and access some rooms like the showers, the spa and special small rooms to sleep for a while. She showed me everything but the truth was my body felt very week and I just wanted to sleep for a while, have a rest before the long flight I had to face the next day. Looks and comments will also be heard there.

 When she left, I went straight for the room’s area. They weren’t really rooms, but more like a capsule hotel in the style they have in Japan. I chose one and hopped in. I put down the curtain separating me from the outside world and removed my trousers to really relax. I turned off the lights and lay there in silence, complete silence, trying to get my mind cleared in order to sleep. But I kept hearing people talking all around me and I just couldn’t do it. It took me more than an hour to fall asleep.

 When I woke up, I thought I was only a few hours away from my flight, but that wasn’t the case at all. I had just been able to sleep four hours, which wasn’t really much considering at home I managed to sleep double that time every single night. I woke up just as tired as I was when I had hopped into that space. The only thing to do was to put on the pants and go out there, maybe eat something or have a hot cup of coffee or whatever I could find. It was better to be occupied.

 I decided to have dinner first, so I grabbed a large plate and I started putting on it every single thing I could see on my plate, except the spicy food they had on one end of the room. I sat down to the table and I ate very slowly, trying not to look at the screens I had around. But that was almost impossible to do and, when I finished my plate, my head raised directly into on of those screens, showing in detail how the plane had crashed against the mountain, how no one could have survived.

 Very silly me. I tried to look for my suitcases in the images, but it was obvious that nothing was really the same anymore. The plastic it was made of had probably melted and all my clothes were probably scorched to their tiniest self or maybe the wind had carried them all over the place. It wouldn’t be strange if some person arrived next day to work with my clothes on instead of his normal attire. That thought made a chill run down and up again my spine. Not something I like to think about.

 I was supposed to be there, in that flight, having had their same last meal and hearing those same last announcements done by the crew. I have no idea what they said but I can guess it was something sinister, one of those things you would never hear in any other case. Or maybe not, people are so strange that maybe it was all going smoothly and death just caught up with them in the most awful and unexpected way. Not a great way to go, but many would love that for themselves.

 I don’t want any of it yet. When I lost my flight because of a long line in the men’s room, I was very frustrated and I had yelled at half of the staff of the airport. I had called them anything from “useless” to “moron”. I tried to control myself because I started feeling a little anxious and it was then I went full crazy. If any photographers or journalists had seen that.  I bet that would have been a first page kind of story, Many more would be staring and saying what they think about what happened.

 But all of those are empty words. After all, I had seen those people. We had all done our check-in at the same time; we had even exchanged a joke or two or some comment about the weight of the bags. I had seen children yell and laugh and play. Adults trying to fix something and an elderly couple so in love still one would love to be them in any other life. I saw them being so human, so real and filled with life. And now they were no more, all of their flames had been extinguished in a second and I was the only one still alive from that group, just because.


 I guess my blatter saved me, which doesn’t really make me very proud but I guess it’s good to be here and not there. But… Maybe it was my time to die and I’m just here because of a mistake. Or maybe someone else had to live and not me but here I am because of some kind of mistake someone made and some point. But no matter how much I try to understand it, things are what they are. I am the last person to be alive from a group of almost three hundred. At some point, I would have to tell my story in any way possible, even if it’s just a case of pure luck.