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lunes, 9 de abril de 2018

Sin ropa

   Sin ropa, completamente desnudo, me he podido dar cuenta de quién soy. Puede sonarle extraño a aquellos que se ocultan detrás de su ropa, detrás de sus vidas programadas y de lo que saben y quieren y conocen. Pero para mí, estar sin ropa es una manera de volverme más fuerte porque no hay nada que me puedan quitar fisicamente cuando no tengo nada puesto. Es como un escudo que se activa solo cuando estoy desnudo, como un poder secreto que me gusta creer que tengo, como uno de esos héroes de las películas.

Me gusta quedarme desnudo un rato después de salir de la ducha.  Me acuesto en la cama boca arriba y miro el techo como si mi vida apareciera allí, hecha película, proyectada a un ritmo vertiginoso. Me pongo a pensar en todo lo que me hace dudar y en todo lo que he hecho que está mal. No soy una persona perfecta, de hecho creo que soy exactamente lo contrario. He cometido muchos errores, incluso sabiendo que los cometía y más de una sola vez. No tengo disculpas en la mayoría de los casos.

 Sin embargo, no creo que nadie pueda juzgarme por eso. Todos hacemos cosas y tal vez lo que yo haya hecho sea peor pero no puedo torturarme todo el tiempo por las estupideces que hago. Simplemente nadie puede vivir así o sino respirar se haría tan dificil que cualquier día de estos se amanecería muerto en esa misma cama donde a veces se duerme de una manera tan relajada. Aunque otras… Otras noches no son tan tranquilas y cerrar los ojos se convierte en una tarea monumental.

 Cuando estoy sin ropa, la verdad siempre tengo los ojos abiertos. Además, trato de sentir todo lo que tengo alrededor, cada roce, cada brisa y cada recuerdo o pensamiento que parece materializarse a mi lado. Es algo muy extraño y no pretendo que todo el mundo lo comprensa, pero es algo que me ha ayudado por mucho tiempo y no pienso dejarlo de lado ahora. No ahora que necesito estabilidad más que nunca, no en momentos como estos en los que todo parece no dejar de moverse.

 Es en esos momentos, después de limpiar mi cuerpo, en los que analizo varios cosas relacionadas al hecho de estar desnudo en mi habitación. Una de esas cosas es que mi relación con mi cuerpo ha cambiado constantemente a lo largo de mi vida. Algunas personas creen que lo que hago es solo exhibicionismo y que lo único que deseo es que la gente me mire y me ponga atención. ¿Y saben qué? Tal vez tengan razón. Pero la verdad es que es algo más complejo, que no se puede explicar en una conversación de café. Toma más tiempo y un interés que nadie nunca ha mostrado.

 Muchos creen que me encanta mi cuerpo o mi manera de ser, solo por el hecho de tomarme fotos así desnudo, tapando las partes claves para no ser expulsado de todas partes por las armas vivientes de la moral y las buenas costumbres. No, no tengo el cuerpo de aquellas estrellas de las películas para adultos ni soy ese con el que quisieran amanecer, ni uno ni muchos días en el año. He oído palabras amables a lo largo de mi vida pero la mayoría son solo eso, palabras que tratan de alterar una verdad muy rigida.

 Este es un mundo en el que cada persona sabe muy bien si entra o no en los parametros de belleza preestablecidos, no es un misterio de la vida ni algo imposible de descifrar. Y no estoy diciendo tampoco que esté de acuerdo con todas esas reglas estupidas que muchos, al final del día, ignoran olimpicamente. El punto es que entre hombres homosexuales, como yo, es innegable el hecho de que la apariencia física es uno de los factores más importantes a la hora de encontrar una pareja.

 Cuando digo pareja me refiero a cualquier tipo de interacción, sea sexual o romántica o ambas. El punto es que entre hombres que gustan de hombres, el físico es más importante y eso incluso entre los que tienen gustos que se salen de las normas de la belleza dictadas por revistas y personas que tienen en mente solo sus gustos personales y no los de las personas que conforman el diario vivir como lo pueden ser ustedes o lo puedo ser yo, o la cajera del supermercado o el conductor del bus.

 El punto es que sé quién soy y no me miento a mi mismo acerca de ello. Me hace gracia los que se ofenden y se indignan al oírme decir cosas de este estilo, como si todo fuese producto de una alucinación mía causada por el hecho de que nunca he tenido una relación estable o incluso de que mi busqueda infructuosa de trabajo me tiene tan mal que empiezo a decir una sarta de estupideces por pura falta de oficio. Y no, no lo dicen así pero a veces las acciones y actitudes hablan por si solas.

 Además, lo he vivido. Tanto hombres promedio como hombres que entran en las normas de belleza actuales, todos ellos siempre elijen la segunda opción si pasa que yo soy el primero en la lista de solo dos. Me ha pasado y lo he visto en mi cara, y por eso me ofende cuando alguien no cree que sea algo que suceda de verdad. Tal vez es porque la gente no se da cuenta lo ofensiva que puede llegar a ser o de pronto es que las personas, los hombres homosexuales, simplemente no quieren que se creen más estigmas a su alrededor, no cuando ya se tienen tantos y tan negativos.

 Pero mi lucha personal no tiene nada que ver con que me gusten los hombres y suceda que yo tengo un pene en mi calzoncillos. No tiene nada que ver con el hecho de que uso mi cuerpo, me uso a mi mismo, para probar que este empaque imperfecto sí tiene una importancia en la vida y la ha tenido en la mía. Y es cierto que la actitud cambia la manera en como la gente te percibe pero a veces ni la personalidad más explosiva es cambiar de contrarestar lo que nunca va a cambiar, por mucho que se intente.

 El que dijo eso de que la belleza interior es lo que cuenta, seguramente era ciego o vivía una vida muy recluida. Todo entra por los ojos en este mundo y más aún ahora, en este mundo moderno en el que todo es visual y no se puede escapar a que nos quieran vender algo, sea un producto real o una idea abstracta de lo que tal vez queramos para nuestras vidas. Abran los ojos y vean quienes usan para meternos todo por los ojos, sean toallas para el baño o unos suspensorios para usar en el gimnasio.

 Sí, tengo problemas con mi aspecto físico. No sé si todos los tengamos pero dudo que así sea. Solo los que quieren contentarse dicen eso pero la verdad es que hay unas personas que obviamente jamás tienen que preocuparse como se ven, no es algo que ocupe su mente. Para otros, en cambio, es muy diferente porque siempre tienen que estar pendientes de lo que se ponen, de lo que tienen encima. ¿Como no tener problemas con mi aspecto físico si todo lo que veo a mi alrededor me dice que no soy suficiente?

 Y antes de que me recomienden ir a un sicologo, el médico que vive de sacarle dinero a los idiotas, les aviso que esos problemas nunca desaparecen. No es que un día, después de años de terapia intensiva, se deje de pensar de golpe que se está muy gordo o muy feo o muy débil o lo que sea. La vida no funciona así y menos aún en este planeta, es esta sociedad en la que vivimos todos y a la que no podemos escapar, hagamos lo que hagamos. Es algo con lo que hay que vivir y hay que saber manejarlo.

 Por eso me desnudo, por eso tomo las fotos que tomo, por eso hago lo que hago a veces. Simplemente intento hacer lo mejor que puedo con lo que tengo y eso abarca todo lo que soy, no solamente lo físico. Pero este cuerpo, esta carne con huesos y grasa y piel, todo eso es lo que ve la gente cuando me acerco, cuando estoy en una entrevista de trabajo o quiero convencerlos de que tengan sexo conmigo. Esto es lo que ven y lo que sea que haya en mi interior, toma tiempo conocerlo y es igual con cualquier ser humano medio complejo.

 Tal vez todo esto solo sea aire para la mayoría pero dije lo que dije y aquí está.

martes, 21 de octubre de 2014

Entrevista

1. CAFETERÍA - INT. DÍA

Gabriel (42) está sentado en una mesa, solo. En ese momento se abre la puerta del sitio y es Abel (23) que se acerca y se sienta frente a él.

ABEL
Bonito lugar.

GABRIEL
Es una cafetería de cadena. Nada especial.

ABEL
Igual, bonito.

Gabriel, con un gesto, llama a la mesera.

GABRIEL
Quisiera un espresso y una porción de pastel de queso.

La señorita mira a Abel.

ABEL
Mmm... También pastel de queso y de tomar chocolate caliente.

La señorita asiente y se va. Gabriel saca un cigarrillo pero lo guarda al darse cuenta que está en un lugar público.

ABEL
Fuma mucho?

GABRIEL
Algo.

Los dos se quedan en silencio hasta que la mujer trae el pedido a la mesa. Gabriel prueba su pastel pero Abel no hace nada. Se ve fastidiado.

ABEL
Esto no era una entrevista?

GABRIEL
Sí, porque?

ABEL
No se supone que hace preguntas? No tengo todo el tiempo, sabe?

Gabriel se incorpora y de su abrigo saca una pequeña grabadora. La enciende.

GABRIEL
Feliz?

ABEL
No.

GABRIEL
Como empezaste?

ABEL
Bueno, pues me atrajo el dinero fácil. Mi familia tenía dinero, 
no eran ricos, pero tenían. No lo hice por necesidad sino por tener dinero.

GABRIEL
Como fue la primera vez?

ABEL
Desagradable hasta que el tipo me pagó.

GABRIEL
Cuanto fue?

ABEL
Unos doscientos cincuenta dólares.

GABRIEL
Eso no es mucho.

ABEL
Para mi lo eran.

Abel toma un poco del chocolate. Casi se quema. Sopla un poco e intenta de nuevo. Gabriel toma de su espresso.

ABEL
Porque el interés?

GABRIEL
Es para un artículo. La prostitución infantil está en boca de todos, 
es lo que la gente quiere ver.

ABEL
Es lo que los medios quieren que vean. Y hace mucho no soy un niño.

GABRIEL
Pero empezaste como uno o no ?

ABEL
Supongo, a los dieciséis. 

GABRIEL
Que hacías con el dinero?

ABEL
Comprarme ropa o juegos o relojes.
No sé, lo que viera que me gustara.

GABRIEL
Algún cliente que recuerdes?

ABEL
Los recuerdo a todos.

Gabriel miró entonces a Abel que partió un trozo de pastel.

GABRIEL
Alguno en especial?

ABEL
Claro. Un alemán que venía seguido. 
No recuerdo el apellido pero el nombre era Max. 
Era muy guapo.

GABRIEL
Que recuerdas de él?

ABEL
Me hacía regalos cuando venía. Chocolates, relojes, ... 
Me pidió que me fuera con él a Alemania.

GABRIEL
Porque no lo hiciste?

ABEL
Tenía dieciocho e iba a empezar la carrera.

GABRIEL
Que estudiaste?

ABEL
(Masticando pastel)
Comunicación.

Gabriel asiente. Toman y comen un poco más y siguen la entrevista.

GABRIEL
Te gusta el sexo?

ABEL
No lo odio. Hoy en día me da de comer.

GABRIEL
No vives con tus padres?

ABEL
No. Salí de mi casa hace tres años. No terminé la carrera. 
Estoy ahorrando para retomarla.

GABRIEL
Entonces el dinero que ganas con clientes es esencial?

ABEL
Claro. No hay trabajo y en eso me pagan. 
Que más iba a hacer?

GABRIEL
No has tratado de cambiar de... profesión?

ABEL
No es una profesión, no me dan cartón por comerme a nadie. 
Y sí, he tratado pero sin éxito.

GABRIEL
Tus clientes son solo hombres? Porque?

ABEL
Son más fáciles de controlar. 
Las mujeres no son lo mío.

Gabriel asiente de nuevo. Termina su espresso y solo le queda un pequeño pedazo de pastel. Lo mismo con Abel.

GABRIEL
Eres feliz?

Abel se ríe.

ABEL
Prefiero no responder preguntas idiotas.

GABRIEL
Pareces contento contigo mismo.

ABEL
No lo soy. De hecho por eso busco dar placer. 
Porque así mi apariencia no es importante sino como lo...

Gabriel y Abel miran al mismo tiempo a un lado y otro de la mesa. Algunas personas los miran.

ABEL
Como hago lo que hago.

GABRIEL
Crees que es importante la apariencia?

ABEL
No soy actor porno. 
Usted saque las conclusiones.

GABRIEL
No entiendo.

ABEL
Trabajo por debajo, sin que muchos sepan. 
Entre menos me noten, mejor.

GABRIEL
Entonces no eres feliz?

ABEL
Nadie lo es o sí? Usted lo es?

Gabriel no responde.

ABEL
Todos queremos más de lo que recibimos. Siempre más. 
Nunca estamos felices con nada.

GABRIEL
Entonces piensa hacer esto para siempre?

ABEL
No lo sé. Eso ni idea.

Los dos terminan sus cosas. La mesera viene y deja la cuenta. Gabriel saca la billetera.

ABEL
Dicen que la esperanza nunca muere, no?
Supongo que debo esperar a ver que pasa.

Gabriel no responde nada. Abel se pone de pie.

ABEL
Me tengo que ir.

GABRIEL
Cliente?

Abel se ríe.

ABEL
No. Tengo que visitar a mi abuela. 
Me llama.

Gabriel se despide de Abel con un apretón de manos. El joven sale de la cafetería. Gabriel saca de su billetera lo necesario y lo pone sobre la cuenta.