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lunes, 27 de abril de 2015

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   Porque será que siempre queremos más? Porque será que nunca nada es suficiente, nada nunca parece ser lo que queremos? Cuando anhelamos algo y lo obtenemos, como seres humanos, nos sentimos felices un momento pero después lo dejamos de lado y buscamos otra meta, otro lugar hasta donde llegar. No se trata siempre de romper records o de superarse a uno mismo. Si así fuera, no habría problema con querer más. Pero resulta que esas ocasiones son la minoría. La mayoría de veces queremos más por varias otras razones, mucho menos honorables.

 Todo empieza desde que somos pequeños, incluso bebés. Se supone que un infante no sabe nada y está en un proceso de enseñanza permanente. Aprende de todo y todos a su alrededor y esto es algo que la gente frecuentemente olvida. Muchos padres creen que los hijos solo oyen y ven cuando ellos quieren y no cuando los hijos quieren y ese es un gran error. Los padres no quieren que los oigan pelear o tener sexo pero, sin embargo, los hijos no anulan sus oídos. Los pequeños no pueden evitar ver cuando algo pasa, cuando el padre se siente feliz por algo y la madre triste por otra cosa o viceversa. Desde ahí se sabe que es bueno y que es malo, que da placer y que no debería darlo.

 Es un aprendizaje rápido y efectivo pero no siempre correcto o realista. Cada familia, viendo la diversidad en seres humanos, es de verdad única. Esto, en su origen, su base. Pero las familia suelen mutar rápidamente para ser como otras, para no resaltar. Nadie quiere ser la excepción sino la norma y convertirse en esa norma requiere de reglas y metas y ahí empieza todo. Desde ese anhelo por convertirse en un ser perfecto e ideal, los niños se dan cuenta que hay cosas que deben conseguir para ser considerados deseables, buenos y admirables.

 En el colegio, se trata de tener buenas notas. Todo va alrededor de eso. Nadie aplaude a un niño que sepa hablar de sus sentimientos o que haga amigos porque tienen una conexión especial. No, la gente aplaude al niño que tiene muchos amigos, así no sepa ni el nombre de cada uno. Aplaude al niño popular y aplaude al niño inteligente, así este sea marginado por sus compañeros. El punto de todo es tener la aceptación de alguien, no importa de quién sea y tanto el atleta como el nerd tienen esa aceptación.

Y que pasa con los otros niños, los que a veces llaman “promedio”, los que estigmatizan por no entender todas sus asignaturas, por ser malo en deporte, por no ir en la línea de las normas que la sociedad tiene establecidas hace años? Pues sencillo. Tienen dos caminos: pueden retomar la senda y tener el mismo objetivo que los nerds y los atletas. Es decir, querer llegar a la meta de ambos estilos, o ser el mejor estudiante o ganar medallas e imponerse físicamente frente a otros. El otro camino, el que por mucho tiempo fue menos recorrido, es simplemente hacerse un camino distinto con metas diferentes, pero igual de ambiciosas.

 Hay que tener claro que todo el mundo tiene sus metas, sean las que sean y eso no tiene nada de malo. Mueve a la gente y la hace soñar y hacer y que hay mejor que esas dos cosas? Lo malo no es tener metas sino pedir más de la vida cada vez que se alcanza una meta. Lo malo es creer que se es mejor porque se ha alcanzado más o, incluso, nunca sentirse satisfecho con los logros que alcanza.

 Esto nace de la competencia. Y ella existe desde que tenemos uso de razón. Que quién camino más joven, quién hablo más pronto, quién salió más rápido de la escuela, quién tuvo las mejores notas, quién eligió la mejor carrera,... Considerando esto, no es extraño que hace algunos años, no muchos, los hijos primogénitos fueran los favoritos de los padres. Eran, al fin y al cabo, los que hacían todo primero y se esforzaban más. Todo con ellos es nuevo y un logro. Hoy los padres no dicen nada al respecto pero sigue siendo algo recurrente.

 Cuando llegamos a la universidad, aprendemos a tener criterio. Esto le ayuda, a la mayoría, a definir mejor sus metas y como alcanzarlas pero también para hacer un plan de vida que es casi lo mismo que un plan de juego pero a largo plazo. La gente quiere conseguir, quiere tener, incluso ms que solo ser. plan de vida que es casi lo mismo que un plan de juego pero a largo plazo. La gente quiere conseguir, quiere tenás que solo ser. Si se tiene se es y esas es la idea de la sociedad actual. No es de extrañarse que, con una primera paga o unos primeros ahorros, la gente ya no quiera comprar un carro o una casa como primera compra. No. Ahora hay objetos más pequeños, más evidentes y económicos para evidenciar el estatus.

 La larga línea de teléfonos móviles y computadores, que cada semana tienen algo nuevo y aparentemente innovador, es solo una de las muchas maneras para que la gente compre su estatus. Así se puede ir ascendiendo y con estos artículos aprendemos que nunca nada es suficiente. Mi teléfono hoy es de lo mejor y más popular pero en un año ya no lo será y si lo sigo teniendo y otros han avanzado, me iré quedando atrás. Esto funciona más en quienes están atrapados de lleno en la red de los medios y la sociedad de consumo.

 Los conocemos. Son esas personas que creen todo lo que se les dice y cuya educación está basada en repetición y no en conocimiento y esa es una diferencia que hay que hacer. Ellos, básicos de mente, saben bien que existen escalones que hay que subir y los suben cada día, buscando llegar a una meta que nunca tocarán porque siempre cambia. Quieren un trabajo que idealizan pero cuando lo consiguen quieren ganar más dinero y cuando lo ganan deciden que su felicidad reside en tener una familia y cuando la tienen buscan placer y así hasta la muerte.

 El buscar más, el querer más se da simplemente porque la meta simplemente pierde su encanto una vez es alcanzada. Además, la mayoría de las personas organizan su mente de manera que la felicidad resida en esas metas, como si la felicidad tuviera algo que ver con lograr algo. Siempre hemos tenido en la cabeza que, por ejemplo, lograr el cuerpo que idealizamos es algo que nos hará felices. Pero eso es incorrecto. No solo porque el físico es algo irrelevante en la realidad, sino porque la felicidad debería estar en el proceso, más no en la meta final de ese proceso.

 Las personas siempre están felices con los resultados. Está comprobado que la mayoría de las personas odian su trabajo y lo hacen de mala gana, casi siempre. Pero cuando les llega el día de pago, están felices porque los premian por esos días de mala cara. No debería ser al revés? No debería uno estar alegre trabajando, sintiendo que cada momento es un aprendizaje y luego sentirse extraño al ser remunerado por hacer algo que adora? Obviamente puede ser algo idealista este concepto pero sin duda sería mejor que lo que tenemos ahora.

 Cada vez hay más problemas físicos por el famoso estrés, que no es más que cansancio que puede llegar a ser un problema para el sistema nervioso, si llega a ser muy grave. Y ahora todo el mundo lo sufre porque tiene afán de llegar a ser alguien, de llegar a algún lado o a obtener alguna cosa. Ese estrés, esos nervios, ese cansancio yace en nuestro afán por querer más, por correr sin sentido hacia todos los lados sin en verdad saber adonde vamos.

 Hagan el intento alguna vez. Pídanle a alguien que deje por un día sus obsesiones, metas, ideas, de lado para disfrutar de un día común y corriente. Parece un experimento inocente pero evidencia el colapso del ser humano ante un sistema que solo busca exprimirlo pero no enaltecerlo o darle una sensación de logro, de haber cumplido con sus ideas. Ya nadie cumple nada porque nunca llegan a nada. Las cosas desaparecen y la memoria no ayuda a recordar porque queríamos algo o si en verdad lo queríamos en un principio.

 Y esto es con todo. Los gimnasios viven hoy en día llenos de personas que quieren quemar calorías, grasa. Quieren deshacerse de algo que son para convertirse en su ideal, en su meta. Pero quienes han llegado a esa meta de piernas torneada, bustos firmes, traseros duros y cuerpos marcados, se dan cuenta que necesitan más. No dejan de ir al gimnasio para seguir ejercitándose en casa. Argumentan que ya no seguirían el ritmo pero la verdad es que quieren más. Porque sienten que hay más cosas por mejorar y siempre las habrá.

 Además, si algo nos gusta a los seres humanos, es que nos digan que hacer. Muy pocos se quejan de las normas de la sociedad porque a la mayoría le gusta que le digan que hacer en vez de darse cuenta por ellos mismos. Así funcionan las campañas electorales. Le creemos a uno y nos dejamos convencer porque pensar y discernir es mucho trabajo. No. Mejor dejarle lo de pensar a otros y así es como perdura la sociedad, sin libertad verdadera.


 Nos ofendemos cuando nos dicen animales pero somos iguales, entrenados, amaestrados y dóciles en la mayoría. Incluso los que se rebelan, no saben como hacerlo, perdidos en un mar de objetivos ilusorios que atraen por su estabilidad y aparente importancia. Y la vida ya noes vida sino una continuación de eventos sin importancia que no llevan a nada. Solo unos pocos pueden decir que han vivido cuando todos deberíamos poder decirlo.