Técnicamente, no tengo todavía la edad que
cumplo hoy. Es culpa de la diferencia horaria y de que no recuerdo muy bien a
que hora fue que nací. Creo que fue a las ocho de la mañana o eso es lo que
dice en mi certificado de nacimiento. Pero supongo que esa es una hora general
y no la exacta. El caso es que, en donde estoy, cumplo años más tarde.
No es que importe porque no planeo celebrarlo
de ninguna manera especial. Había planeado ir a comer a algún lugar especial
pero no tengo mucho dinero y de todas maneras al ser miércoles no me entusiasma
mucho la idea. Creo que hoy será un día común y corriente, sin nada
verdaderamente distinto. Ya comeré algo especial el fin de semana y tal vez
compraré algo que me guste y camine por ahí mirando que hay en la ciudad.
Aquí estoy solo y cumplir años hoy, mañana o
cuando sea, no vale mucho la pena. Es decir, no cambia en nada las cosas puesto
que no tengo nadie con quien celebrarlo, nadie con quien compartir un momento y
brindar o comer o lo que sea que se pudiese hacer. Solo estoy yo y por eso
prefiero celebrar el fin de semana, días después, pero al menos un día en el
que salir a algún lado a comer tiene más sentido. Me sentiré menos triste, creo
yo.
Hoy solo cumplo años. No es más que eso. Es el
cierre de un ciclo. Tengo que decir un número diferente cuando me preguntan mi
edad aunque, a estas alturas de la vida, creo que no hay nadie que lo haga. ¿Ya
para qué van a peguntar mi edad? A los únicos que les interesaría sería a los
documentos oficiales o algo así y lo pueden calcular tranquilamente con mi
fecha de nacimiento. El caso es que da igual.
Cumplir la edad que tengo solo me acerca más
al “siguiente piso”, a un nivel diferente de la cronología del ser humano.
Cuando pase los treinta, en teoría, tendré que tener ciertas cosas y ciertas
prioridades. Lo raro es que solo faltan dos años y no siento que nada de eso
vaya a cambiar en este tiempo. No creo que por un milagro todo se solucione y
mis treinta sean un paseo por el parque. No hay manera de creer que eso va a
pasar.
No me gusta cumplir años. O, mejor dicho, no
me gusta el día de mi cumpleaños. Que pase el tiempo es inevitable y da igual
si me gusta o no, de todas maneras seguirá ocurriendo sienta lo que yo sienta o
piense lo que piense. Pero el día como tal no me gusta. Normalmente existe la
atención innecesaria de muchas personas y eso siempre me ha molestado bastante.
Personas que en todo un año no se acuerdan de que existes pero de pronto el día
de tu cumpleaños te envían algún mensaje, como si ese detalle los hiciera
mejores personas. Y la verdad es que no, los hace persona comunes y corrientes,
no mejores que nadie en ningún aspecto. Pero el día de hoy no será así.
Ayer, por razones tan estúpidas que no quiero
explicar, mi cuenta de Facebook dejó de funcionar. Ahora está bloqueada o algo
por el estilo, no entiendo muy bien. El caso es que nadie va a poder escribirme
nada así lo quiera. Y estoy seguro que la cantidad de gente que escribirá será
menor de lo normal puesto que ya hace un tiempo eliminé mi fecha de nacimiento
del perfil que tengo en ese sitio. Es decir, que mi cumpleaños no aparece en
los perfiles de las demás personas, no van a recibir una alerta de que es mi
cumpleaños.
O al menos esa es la idea. Es una medida
simple para deshacerme de todos esos mensaje que no significan nada. Estando
aquí yo solo, quiero únicamente expresiones reales de cariño porque no quiero
que se me baje el ánimo a causa de otros mensajes que no tienen sentido.
Porque mi cumpleaños es causa suficiente para
una baja de ánimo completa. De pronto porque, socialmente, hay una obligación
de que un cumpleaños sea de una cierta manera. Se supone que tienes que tener
muchos amigos y a tu familia y hacer una fiesta y salir a festejar y tener
muchos regalos. Todo eso se supone que es parte de una celebración de
cumpleaños real. Pero yo no tendré hoy nada de eso. Ni hoy ni el día que lo
celebre más.
En parte es porque no tengo amigos aquí, mi
familia está lejos y, al ser miércoles, salir a cualquier sitio no tiene mucho
sentido. Pero también es porque me deprimiría bastante tratar de celebrar algo,
como forzando a ajustarme a una cierta cantidad de normas que no cumplo ni de
cerca. Solo cuando era más joven, de pronto de unos doce años para abajo, mi
cumpleaños era algo que esperaba. Obviamente por los regalos pero también por
la fiesta y porque sentía que era un día solo para mí.
Con el tiempo, esa visión de las cosas fue
cambiando porque en un momento ya fui muy grande para ciertas cosas y la
sorpresa y todos los detalles ya no
tenían el mismo efecto. De hecho, hay gente que planea su día con meses de
anticipación. Sabe donde irá y hace reservaciones y busca los regalos que
quiere y hace de su día algo muy especial porque creen todavía que el día de
cumpleaños es su día.
Yo ya no creo que sea mi día. Es una día común
y corriente y más aquí donde nadie sabe que es mi cumpleaños. Y así lo
supieran, creo que les daría igual porque no son amigos ni familiares, son solo
personas que están ahí, haciendo de personajes secundarios o tal vez de extras
en mi vida. Así que, en mi visión de las cosas, lo que ellos piensen o sepan es
poco importante.
Lo único que hice, aunque lo hice ayer, fue
cortarme el pelo. Lo hice más porque hacía meses que no lo hacía y porque se
supone que empezará a hacer calor, cosa que no he sentido. Ni siquiera el clima
parece celebrar mi cumpleaños. Aunque eso suena demasiado deprimente y no me
gusta como suena. Olviden eso.
Regalos no habrá o al menos nada especial. Hay
un par de cosas que debo comprar y normalmente los regalos no son cosas que se
deban comprar si no objetos sorpresa, muchas veces inútiles que la gente le
regala a uno con el ánimo de hacer reír o de hacer referencia a alguna cosa. Lo
mío lo compraría igual así no fuese mi cumpleaños. Y de todas maneras no tengo
dinero para ponerme a hacer un día de compras ni nada por el estilo. Como buen
estudiante, tengo calcular que no me pase mucho o sino empieza a faltar dinero
por otros lados.
Es un poco triste esa parte pero hace un bien
tiempo que no recibe regalos, incluso estando cerca de familia y amigos. Creo
que han entendido que no me gustan los regalos o algo así, cosa que es falsa.
Lo que no me gusta mucho son las sorpresas pero esos son detalles. Al menos,
con o sin regalo, podría tomarme algo con gente que no me da lo mismo.
Pero bueno así son las cosas cuando se hace
una elección. Hay que aceptarla hasta el último día y eso es lo que he hecho, tratando
de no colapsar en ningún momento. En cierto sentido estoy aquí por eso mismo,
porque un día colapsé y no pude más y tuve que hacer un cambio extremo a lo que
estaba haciendo porque o sino me hubiese vuelto loco o mucho peor.
Estar lejos ahora es una de los soluciones que
encontré y creo que ha servido en ese sentido. Ahora mismo no me siento como
entonces y eso es muy bueno. Aunque hoy, por ser mi cumpleaños, es posible que
los sentimientos vuelvan lentamente y se instalen al menos un rato en mi
cabeza, como probando mi resistencia, como tratando de recordarme quién soy
porque, uno siempre es lo bueno y lo malo, no se puede elegir.
El caso es que hoy no haré nada especial. De
pronto salir a caminar un rato, de pronto salir al supermercado o algo así,
como para ver gente y variar un poco. Encima es día de pagar el alquiler así
que obligatoriamente tengo que quedarme aquí para pagarlo. No tengo muchas
opciones de todas maneras.
En todo caso es mi cumpleaños. Ese detalle no
se puede cambiar porque así fueron las cosas. Son veintiocho años, que para
algunos son muchos y para otros pocos. Y para mí… Es lo que es. Y nada más.