jueves, 24 de septiembre de 2015

Otra vez

   Hay veces que las cosas se repiten, encuentran la manera de volver a pasar, como una de esas películas que dan los domingos en la tarde. Afortunadamente, ojalá, la vida no es siempre tan aburrida y predecible, incluso cuando las misma cosas pasan. En este caso, vuelvo a dejar el país, vuelvo a dejar mi hogar y vuelvo al mismo lugar en el que estuve hace un tiempo para estudiar y buscar algo que me haga vivir más de lo que he vivido ya. La idea es hacer que me vida sea un poco más parecida a la de los demás, ya saben, con dinero y esas cosas. No hay manera de mentirse a uno mismo pues el dinero siempre va a hacer importante y nadie en verdad vive de amor o de cariño o de ser una buenísima persona. Para ser o hacer lo que quiera, una persona debe tener al menos algunos billetes.

 Pues sonar de pronto muy superficial pero esa es la verdad de la vida. Todos tenemos que hacer nuestro propio camino e ir haciendo lo propio, como sea que lo hagamos. Necesitamos algo que solo sea nuestro y lograr cosas por nosotros mismos porque alguien que no hace lo que quiere, lo que se le da la gana mejor dicho, no va a ningún lado como ser humano. Así que me voy otra vez, más que todo buscando ese nuevo camino en mi vida que me ayude a enterarme de que debo hacer o de cómo tengo o debería vivir el resto de mis días. Aunque hay gente que ya sabe que quiere hacer para siempre desde que está en el colegio, yo no corrí con esa suerte o por lo menos no siempre fue tan obvio como lo es ahora. Y encima, el camino no es sencillo.

 Esto que hago ahora, que ustedes ojalá lean, no es algo de lo que se viva fácil a menos que haya habido una oportunidad única e irrepetible. La escritura, o para el caso cualquier arte, es un vehículo difícil para viajar por la vida. Pero, para bien o para mal, algunos tomamos ese camino pues la vida entre paredes que tienen los demás, o casi todos, no es para nosotros. Personalmente, no entiendo como alguien puede vivir desde los veinticinco años hasta los sesenta y cinco haciendo lo mismo, en el mismo horario, con la misma gente, en el mismo sitio. Yo sé que si fuese mi caso, me volvería loco al poco tiempo. No condeno a quien viva esa vida pero no es la que quiero para mi.

 Eso es algo medianamente bueno, lo de saber lo que no me gusta. Lo difícil está en averiguar lo que sí. Me parece genial la gente que está segura de sí, que todo lo sabe y navega por la vida con total seguridad pero yo simplemente no tengo ese tipo de vida. Tal vez porque nunca he trabajado o porque mi familia me ha dado un lugar muy especial donde vivir, no he tenido que preocuparme por nada hasta estas alturas de mi vida. La verdad son cosas que agradezco pero siempre llega un momento en el que hay que lanzarse al agua y no pensar que hay debajo de la tensión superficial.

 Extrañamente, hoy y ahora que faltan pocas horas para irme, no siento mucho. De pronto algo de preocupación por los detalles típicos como cuidar mi equipaje y que todo salga bien con el viaje como tal, pero no estoy ansioso por llegar ni nada de eso. Estoy preocupado por mi familia, estoy preocupado por ese futuro que está allá lejos y que nunca parece que puedo tocar, pero no me preocupa ni lo que voy a hacer ni ciertas responsabilidades que, aunque tengo presentes, de ninguna manera me mueven el piso como sí otra cosas que parecen dar vueltas alrededor. Es raro pero lo único que me mueve el estómago ahora la separación más que nada más. Es porque me preocupo por lo que no ha pasado, algo que no tiene mucho sentido pues si no ha pasado, no hay nada que pueda hacer.

 Lo que quiero, y eso sí que lo tengo presente hace mucho, es tener paz. Sea lo que sea que tenga que hacer en la vida, quiero estar tranquilo y no tener que vivir preocupado por cosas externas que muchas veces ni tienen que ver con la vida de uno. Quiero poder estar tranquilo y no tener que preocuparme por cosas tan simple como la comida o donde vivir. Me parece horrible que en este mundo, al que llamamos avanzado, todavía haya millones y millones que deben preocuparse por algo tan básico. En mi caso es más por la falta de esa oportunidad de la que hablábamos antes  pero lo más normal es que sea por la falta de dinero y también de posibilidades para tener una vida decente y no carente de lo que todos necesitamos.

 No creo que sea mucho pedir. Es el colmo que haya preocuparse por algo tan simple aunque, si uno lo piensa bien, la estabilidad emocional no es algo ni remotamente simple. Por ejemplo, en todo lo que he pensado últimamente respecto a este viaje, nunca he metido la ecuación que siempre llega sin anunciarse y es el hecho de que de pronto conozca a alguien. No lo pongo en mi mente pues hace un tiempo decidí no tener una relación seria con nadie pues tengo problemas personales que atender y mi personalidad no es una fácil. El hecho es que las cosas pueden llegar en el momento menos previsto y habría que ver si eso sería algo bueno o algo malo, algo que pese a mi favor o en mi contra.

 No me preocupo por lo que vaya a encontrar más allá de las que han sido mis fronteras por ya dos años. No me preocupo para nada. No es que me lo sepa todo, pero es que hay sitios del mundo donde las cosas son mucho más sencillas y las preocupaciones son sustancialmente menores. A veces es gracioso leer de gente que tiene colapsos porque la vida les parecer abrumadora en ciudades pequeñas. No quisiera pensar que les pasaría si vivieran en Bogotá. Seguramente ya estarían todos muertos. Y no, no exagero, pero creo que alguien que vive en esta ciudad y lo hace bien, puede vivir fácilmente en cualquier otra parte. Creo que por eso no me preocupo mucho por ese aspecto.

 Voy a aprender y obviamente me interesa saber como serán las cosas, pero también es verdad que tampoco me afano por el estudio como tal. No me preocupo por las notas o como serán los compañeros o si tengo que hacer una cosa o la otra. La verdad eso ya lo he vivido tantas veces que no me afecta en lo más mínimo. Tal vez el primer día sea distinto pero eso es simplemente porque somos seres de costumbres y nos volvemos un circo cuando las cosas cambian y todo parece cambiar de lugar. Espero que lo que aprenda y el hecho de estudiar me de esas oportunidades que necesito. Es patético pero todos necesitamos a esa persona que voltee a mirarnos, diga algo bueno y nos de ese escalón que nos falta para tomar una camino nuevo.

 Eso es lo que más he ansiado desde hace tanto. La oportunidad. Es algo verdaderamente tan simple pero el mundo lamentablemente no se maneja por eso sino por quienes se conocen entre sí y como puedan concentrar sus ganancias, sean estas en dinero o en lo que sea. Así es la vida y la gente y no es algo que yo pueda cambiar. Pero debe haber alguien en el mundo que me considere a mi una ganancia, una manera de ganar dinero si quieren. Honestamente no me interesa para que me quieran, con tal de que me quieran para algo. A estas alturas de la vida, como ya he dicho muchas veces, lo que necesito es la oportunidad de hacer las cosas y de probarme a mi mismo que lo que tengo en la mente tiene un uso.

 Necesito sacar de mi mente todas las cosas que me acosan, que están allí desde hace tiempo y que surgen todos los días. Necesito sentirme útil, y creo que todo se podría resumir en ese deseo de la necesidad, comprensible y predecible, de sentirse completo como ser humano al ser considerado por otros como una parte integral de la sociedad. Al no vivir solos en el mundo, necesitamos la aprobación de otros para vivir y seguir adelante con nuestros sueños. No es que necesitemos permiso o dependamos de otros sino que siempre es bueno saber que alguien en el mundo te apoya y desea lo mejor para ti y te considera una ganancia y no alguien con el que nunca se sabe muy bien que hacer.

 La vida es a veces bastante fácil y otras veces es supremamente difícil. Eso depende de quién se es y de cómo y cuando y porqué se han dado los pasos de la vida, que definen cada cosa que pasa aunque no nos demos cuenta y a veces queramos culpar o agradecérselo a lo o al que no es. Vivir es algo complejo y no es algo simple, no es algo que se haga así no más, sin pensarlo ni revisando cada cosa. Lo que pasa pasa y hay que amoldarse a ello y por eso es que es bueno cuando uno mismo decide crear el siguiente paso y no esperar a que por obra y gracia de alguien o algo las cosas pasen porque sí. Lamentablemente la vida no funciona así.


 Por eso me inventé este viaje, pues no era algo que tenía que ser para mi. Yo decidí que lo fuese y ahora lo afrontaré y veré que puedo hacer con lo que hay. Ojalá se presente esa oportunidad que tanto deseo y necesito porque sé que sería lo único que en verdad podría cambiar mi vida sustancialmente. Es lo que necesito y lo que quiero desde hace mucho. Pero ya veremos que sucede, que es lo que tiene que pasar y lo que no, lo que decidiré yo que pase y lo que no porque, si algo es cierto, es que la vida es nuestra y nosotros labramos el camino. No podemos esperar a ver que pasa o encomendarnos al vacío, debemos dar el paso, seguros o no, y ver si hay una piedra que pisar para cruzar ese río que debemos cruzar.´ ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ora que faltan pocas horas para irme, no s momento en el que hay que lanzarse al agua y no pensar que hay debajo de la

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Sages & Temples

   Tea was poured into four small glasses and the men drank it fast but in silence. After they had finished, they separated, each taking a different direction on the crossroads that passed just by the small hotel they had met. No one would ever know that those four men had been talking about very ancient things, about legends and about men that no longer existed. They were all sages, taking care of temples in different regions of the world. Each one of those temples was dedicated to a different element existing in the world. They used to be more temples but they had been destroyed in the past and only the four most important ones remained. People had forgotten all about that, but not the sages. They had taken care of their buildings in such a way that any person that passed by was impressed and had to come in.

 Even if they didn’t now the whole meaning of everything, they always knew that those places were very special. No one ever tried to move them or demolish the temples to build something else. Actually, no one even thought of building anything close to any of the temples. That aura that the woods and every other natural element gave to the place was part of the reason why people adored spending time there, even if they were not especially fond of praying. Families just spent the day there checking out the hidden features of the building, which had secret drawings and things all over the place. This pleased the sages because the legend said that the temples should always be filled with people or the gods would descend to make things right in the world.

 The four of them had met because they had all received a mysterious letter. There wasn’t a name on it, not a thing telling them who had written the mysterious words that revealed there was a lot more to their order that they even knew. There was some secrecy that had always surrounded their group but nothing like those letters, which spoke of a very old enemy preparing to come out into the world to bring chaos, which they had to confront whether they were ready or not. The letters seemed menacing at parts but they weren’t threats or warnings. They seemed to have been written by a especially mysterious friend, something they didn’t really appreciate as people in the dark tend to like it there.

 They read the letters various times, trying to look for differences between the four that they had received but that was not possible as they were exact copies, word by word. The paper seemed to have been made by the person that had written the letters, as it was very hard and rugged in several areas. The writing did weird curves and funny loops but it was obvious it didn’t have anything to do with the writing skills of the letter’s sender. The ink was pretty regular, so that did not say anything either. But the signature, however, had something they hadn’t seen in quite a while.

 The thing was, the letters didn’t have a traditional signature. Instead, there was a red seal at the bottom of each letter. According to those markings, the seals had been put on different times. Some were very well defined and others seemed to have been put in a rush. The seal was a symbol that monks had used over one thousand years in the past, when dark forces reigned all over the country and the lands of nature. The presence of that seal, made the sages think the person that had written the letters knew the past very well. No one really had access to those seals, unless they had kept them for generations. Some were in museums but none of them had been stolen. There was the possibility of all of this been a hoax but, somehow, it didn't seem like it at all.

 The group of four men stayed in that small hotel for an entire week. Not surprisingly, they were the only guests of the place. The owner, a big-breasted older woman, didn’t even talked to them, as she already knew what they needed and when they needed. Breakfast, lunch, diner and teas times were always exactly at the same hour and were always served at exactly the same time. She prepared their bed exactly at nine o’clock at night and left the windows opened because they all liked to hear nature as they slept. These details had all been given to her by letter sent from an assistant of one of the sages in order for her not to interrupt any of their meetings. She liked having them around anyway.

 Every meeting, they met in a small room by the veranda where the sun entered gently as well as the autumn breeze. It was often a very quiet room, even when they were all there. During long moments, the sages liked to keep silent and not say a word unless they thought it served to enhance their conversation and their deliberation about the letters. That’s, in part, why they stayed there for a whole weak. They had to go through every detail and each one of them had to give his opinion about every single matter that they proposed, every solution to the mystery. In spite of the modern world, these men had decided to live a life that wasn’t rushed and fast. They thought every single step they took in the world.

 All of them had gotten to be sages exactly because of that. They were patient men that loved to be close to the gods and nature. They knew how to communicate with themselves and the people surrounding them and had always this aura of peace around them that made people like them instantly. No one could be aggressive to any of them as they calmed fast and just heard their words and opinions about any old subject that the times put on the table. They were also very smart although they were no geniuses. They actually refused to be thought of as more than men or more special that most men. They always insisted they weren’t and that they were just men on a very special mission.

 Before they separated, they agreed that the letters were a pressing matter. The sages had always thought they were the only ones with any knowledge about the ancient world and now someone was presenting itself to them and telling them that he it was there. Every single one of them returned to their regions with the promise to keep investigating in order to clarify the matter as soon as possible. They even worked during their trip back, which was by road or train, and as they did some of them discovered interesting things. Two on the letters had traces of some type of dust, which happened to be rice dust, which was normally used in cosmetics. Another one of the letter had a stain of water in the back and, when properly checked, they discovered it was salt water.

They kept discovering things like that, small indications in a very big map, and they decided to reunite again some six months after their initial meeting. This time, however, they chose a small town by the sea. They stayed in another hotel with another owner that knew how to treat them, and there they reunited every single piece of the puzzle. They worked on it for days and days until one night they agreed they had found the person. They decided there was no time to waste so they would travel that same night. The trip was not very long as their destination was a bigger town by the sea, very well known for the fisheries.

 There, they did a little big of investigation until they decided to act. They arrived at a grand house in the middle of the night. They didn’t knock or anything like that, instead using their special abilities to walk over the rooftops and enter the mansion that way. The place seemed deserted but suddenly the lights were turned on and a woman, young and beautiful, stepped into the garden to greet them. The men stay there, very still, as if waiting to see their host’s next move. It was a wise things to do because a battle ensued, where she used knifes and a love sword to battle against them. The neighbors didn’t hear nay of the racket because of the trees and the structure of the building but the fight was though.


 Then, the woman simple stopped and revealed herself to be one of the other sages, of the temples that had been destroyed long ago. She had been hiding because her grandfather had been the former sage and he had no one else to leave the temple than to his granddaughter. She promised to do well and rebuilt the ruins he had left her and she had done so. She asked the sages to follow her and soon they found themselves to be in one of the biggest and most awe-inspiring temples they have ever stepped in. The dedication she had show, in fight and restoring the temple, won the respect of the sages who accepted her as the only sage in generations to be a woman and to live by the ocean.

martes, 22 de septiembre de 2015

Amor

   Lo mejor del fin de semana era poder amanecer abrazado a él, teniéndolo entre los brazos como si hubiera la necesidad de sostenerlo así para que durmiera bien. Todas las mañanas, lo primero que hacía era sentir su cuerpo y eso me daba algo de alegría, me hacía sonreír y me hacía sentir más vivo que nada más que pudiese pasar. Él, normalmente, se daba la vuelta y así nos dábamos un beso y nos abrazábamos para dormir un rato más. Ese rato podía durar entre unos diez minutos y varias horas más, dependiendo de lo cansados que estuviésemos ese día. Al despertar de nuevo, siempre nos besábamos y luego hacíamos el amor con toda la pasión del caso. Era perfecto y se sentía mejor que nada que hubiese en el mundo. Ambos terminábamos felices, con sendas sonrisas en la cara.

 A veces decidíamos quedarnos en la cama un buen rato, abrazándonos. A veces hablábamos y otras veces solo dormíamos más. Eso no cambiaba jamás y la verdad era algo que toda la semana yo esperaba con ansia. Poder estar con la persona que había elegido para compartir mi vida y simplemente tener su aroma junto a mi todo el tiempo. Nos turnábamos las mañanas de los fines de semana para hacer el desayuno. Si me tocaba a mi, hacía unos panqueques deliciosos con frutas y mucha miel de maple. Si le tocaba a él, le encantaba hacer huevos revueltos y a veces algo de tocino. No pareciera que le gustara tanto la comida grasosa ya que tenía una figura delgada y por ningún lado se le notaba el tocino que le fascinaba.

 Ese desayuno tenía lugar, normalmente, hacia la una de la tarde. Y nos tomábamos el tiempo de hacerlo mientras conversábamos. Hablábamos de nuestras respectivas semanas en el trabajo, de chismes o noticias nuevas de amigos y amigas y de nuestras familias. Mientras uno de nosotros cocinaba, el otro escuchaba con atención o hablaba como perdido desde una de las sillas del comedor. Esa era nuestra tradición, así como la de comer en ropa interior que era como dormíamos juntos. A veces incluso lo hacíamos desnudos, pero él cerraba las cortinas temeroso de que alguien nos viera, cosa difícil pues vivíamos en un piso doce. El caso era que siempre era lo mismo pero con variaciones entonces nunca nos aburríamos, aún menos con lo que enamorados que estábamos.

 Si había un fin de semana de tres días lo normal era que ese tercer día hiciésemos algo completamente distinto. Podía ser que fuéramos a la casa de alguna de nuestras madres a desayunar o que pidiéramos algún domicilio que casi nunca pedíamos. Había festivos que no nos movíamos de la cama y solo nos asegurábamos de tener la cocina bien llena de cosas para comer y beber. No nos complicábamos la vida y no se la complicábamos a nadie más. Ese apartamento era nuestro pequeño paraíso y tuvo un rol significativo en mi vida.

 Los demás días, trabajábamos. No eran los mejores pues a veces yo llegaba tarde o a veces lo hacía él. No podíamos cenar juntos siempre y a veces teníamos pequeñas peleas porque estábamos irritables y nos poníamos de un humor del que nadie quisiera saber nada. Era muy cómico a veces como se desarrollaban esas discusiones, pues la gran mayoría de las veces sucedían por estupideces. Eso sí, siempre y sin faltar un solo día, nos íbamos a dormir juntos y abrazados. Jamás ocurrió que lo echara de la cama o que él se rehusara a tenerme como compañero de sueño. No, nos queríamos demasiado y si eso hubiese pasado sin duda hubiese significado el fin de nuestro amor incondicional, que desde que había nacido había sido fuerte, como si hubiese sido construido con el más fuerte de los metales.

 Los mejores momentos, sin duda, eran las vacaciones. Siempre las planeábamos al detalle y no podíamos pagar cosas muy buenas porque, menos mal, nuestros trabajos pagaban muy bien. Íbamos a hoteles cinco estrellas, con todo lo que un hotel puede ofrecer, fuese cerca de un lago o al lado del mar. Viajábamos dentro y fuera del país y siempre recordábamos enviar al menos un par de fotos para nuestras familias. Éramos felices y algo curioso que hacíamos siempre que nos íbamos de viaje era tomarnos las manos. Era como si no quisiéramos perdernos el uno del otro y manteníamos así por horas y horas, hasta que las manos estuviesen muy sudadas o adoloridas de apretar para apurar el paso o algo por el estilo. Era nuestra idea de protección.

 En vacaciones, teníamos siempre más sexo de lo normal y recordábamos así como había empezado nuestra relación. Había iniciado como algo casual, como algo que no debía durar más allá de un par de semanas, pero sin embargo duró y duró y duró. Nos dejábamos de ver cierta cantidad de días y luego, cuando nos veíamos de nuevo, éramos como conejos. Puede sonar un poco gráfico pero las cosas hay que decirlas como son. En todo caso, se fue creando un lazo especial que ninguno de los dos quiso al comienzo. Pero ahí estaba y con el tiempo se hizo más fuerte y más vinculante. Desde el día que lo conocí hasta que decidimos tener algo serio, pasaron unos dos años.

 Él siempre fue un caballero. Es raro decirlo pero lo era. En ciertas cosas era muy tradicional, como si tuviese veinte años más y en otras parecía un jovencito, un niño desesperado por jugar o por hacer o por no parar nunca de vivir. Era como un remolino a veces y eso me gustaba a pesar de que yo no era así ni por equivocación. Yo le dejé claro, varias veces, que no éramos compatibles en ese sentido, que yo no sentía ese afán por estar haciendo y deshaciendo, por estar moviendo como un resorte por  todo el mundo. Pero a él eso nunca le importó y, el día que me dijo que estaba enamorado, sus lagrimas silenciosas me dijeron todo lo que yo quería saber.

 Estuvimos saliendo casi el mismo tiempo que duramos teniendo sexo casual y viéndonos cada mucho tiempo. Después, no nos separaba nadie. Íbamos a fiestas juntos, a reuniones familiares, a todo lo que se pudiese ir con una pareja. Siempre de la mano y siempre contentos pues así era como estábamos. Otra gente se notaba que tenía que esforzarse para mantener una fachada de felicidad y de bienestar. Nosotros jamás hicimos eso pues lo sentíamos todo de verdad. Nos sentíamos atraídos mutuamente tanto a nivel físico como emocional e intelectual. Aunque todo había nacido tan casualmente, compartíamos cada pedacito de nuestras vidas y supongo que esas fueron las fundaciones para que nuestra relación creciera y se hiciese tan fuerte con el tiempo.

Cuando nos mudamos a un mismo hogar, sentí que mi mundo nunca iba a ser igual. No puedo negar que tuve algo de miedo. No sabía que esperar ni que hacer en ciertas situaciones, principalmente porque jamás había compartido un lugar con una persona que significara tanto para mi. Pero todo fue encontrando su sitio y después de un tiempo éramos como cualquier otra pareja que hubiese estado junta por tanto tiempo. No se necesitó de mucho para que cada uno aprendiera las costumbres y manías del otro. Algunas cosas eran divertidas, otras no tanto, pero siempre encontramos la manera de coexistir, más que todo por ese amor que nos teníamos el uno al otro.

 Es extraño, pero jamás pensamos que nada fuese a cambiar, que esos fines de semana fuesen a cambiar nunca, ni que nuestra manera de dormir se fuese a ver alterada jamás. Supongo que a veces uno está tan de cabeza en algo bueno, algo que por fin es ideal como siempre se quiso, que no se da cuenta que el mundo sigue siendo mundo y que no todo es ideal como uno quisiera. Había días que yo tenía problemas, de los de siempre que  tenían que ver con mi cabeza y mi vida pasada. Era difícil porque él no entendía pero cuando entendió fue la mejor persona del mundo, lo mismo cuando sus padres murieron de manera repentina. Tuve que ser su salvavidas y lo hice como mejor pude.

 Pero nada de eso nos podía alistar para lo que se venía. Cuando me llamaron a la casa avisándome, no les quería creer pero el afán de saber si era cierto me sacó de casa y me hizo correr como loco, manejar como si al otro día se fuese a acabar el mundo. Cuando llegué al hospital, y después de buscar como loco, lo encontré en una cama golpeado y apenas respirando. Lo que le habían hecho no tenía nombre. Quise gritar y llorar pero no pude porque sabía que él me estaba escuchando y que podía sentir lo que yo sentía. Entonces le ahorré ese sentimiento y lo único que hice fue cuidarlo, como siempre y al mismo tiempo como jamás lo había cuidado. Después de semanas lo llevé a casa y lo cuidé allí.


  Todo cambió pero no me importó porque lo único que quería era recuperarlo, era tenerlo conmigo para siempre. Él estaba débil pero podía hablar y decirme que me quería. Solo pudo decirlo por un par de semanas, hasta que su cuerpo colapsó. Me volví loco. Totalmente loco. E hizo la mayor de las locuras pues, sin él, nada tenía sentido.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Queen of tragedy

   The devastation brought by the wave could be seen easily from the castle, which had been built in a peninsula that shoot straight into the ocean with a very high elevation. The waves that attacked the city did not really affect the castle or the people inside it, although they did feel the arrive of the killing water and saw how it engulfed the whole fishing town that was located very close to the castle. Every little boat and those small and weak houses were rapidly destroyed by the wave. The people didn’t even have time to pray or to scream. The wave was just too fast and too destructive, it didn’t leave a thing standing. The people in the castle, including Princes Ariana, were all horrified. She sent some soldiers after it happened but, as they were about to go out, another wave, even taller than the last one, hit the beach.

 No one could have survived that. And the thing now was that, because of the second wave, the access to the castle had been flooded. Until the waters receded, they were all trapped there, without any communication with the rest of the world. Ariana’s father, the King, had left the day before to attend a very traditional ceremony in an inland town and her mother the Queen had also left to visit her brother who was a duke in some region south of the castle. Ariana was alone and needed desperately to talk to someone, as she was very perturbed by the images of water hitting the fishing town with such vile and strength. She remained in the chapel for a whole day, praying and asking God for the souls that had been lost. She asked “why”.

 But, of course, she never got an answer. After that time, the princess tried to help the people that were inside the castle and organize everything for every single person to have a ration of food. She had no idea how much time that could last but she would at least try to help them as only she could do it. At the end of the day, the castle was hers, her domain, and everyone inside it had to hear her until the King or the Queen came back. The day after the waves hot the coast, the castle started to receive various letters sent by aerial means (pigeons, mostly). Many were soldiers informing of the situation on their towns and others were people, asking for help as the situation was very dire. It was a surprise to see letters from far inland and the Ariana’s heart stopped for a moment.

 She asked her helpers to look for letter from a specific location. There was only one letter and it was from a farmer. He said the wave had flooded his field and now his crops had been destroyed, so he had no means to sustain his family or to trade with others. He also mentioned, although briefly, that the nearby town had been flooded too and festivities had been cancelled. Ariana breathed out. Her father was probably okay but she needed to be sure. She asked her servants to answer the letter she had just read and do what they could to locate his father and help that poor man with his crops. She owed him, or at least she felt so.

 Ariana did the same thing to know if her mother was okay but there were no letters from that region in the big pile that had arrived during the day. More pigeons entered the castle during the day, but almost all came from very nearby, were apparently the stench of death was already hard to ignore. People said that there were no victims, as the people who sent the pigeons were merchants that traveled from town to town and saw what happened all around them. Apparently the fishing town couldn’t be saved and the most awful part of it all was that everyone could easily see the ruins of the town from the castle. It was so close but at the same time it had such a different faith than the people hidden in the castle.

 They received a letter from the King the day after that. He informed the people that he had been injured by the flooding, that had taking everyone by surprise. He was in bed with a very swollen ankle, product of a fall as he escaped the water towards higher ground. The doctor said that it was easy to cure but that he had to stay there for some day, at least a week, to make his leg better. Ariana read the letter in front of everyone and even shared with the people the nice adjectives he had for her. He said that the castle was in hands of the princess and that everyone had to respond to her orders and listen to her lead, as she was the only person with authority to be there with them.

 These words from her father made Ariana feel very happy and also very important. She had never done much in the castle or even in her life, only being a nice girl that sits correctly whenever an important visitor comes and that leaves for her room to do nothing at all there, except if you consider combing your hair or looking at your dresses some sort of job. The truth was that Ariana was thrilled to finally have some responsibility and taste, however short it may last, the sweetness and pleasure to share her kindness with her people and with everyone that wrote the letters that kept coming into the castle. On the fifth day, the waters finally receded and soldiers were sent to every single nearby that to assess the situation.

 The small fishing port had not been the only one to be destroyed completely. A very large portion of the coast had been devastated by that same wave, ten meter tall or more, so many towns had suffered the same faith. Even some soldiers that decided to check on the state of the castle came with urgency to see the princess and asked her to put some men to work. Apparently, the bases of the castle had been shaken very seriously and repairs had to be made in order for it not to fall into the ocean. A small army of men was hired to do those works and the proper army was tasked with burning every corpse they saw and help survivors, if any. There were not to many.

 The first week was difficult for Ariana, specially when a merchant that sold fur came into town and old everyone how the wave had destroyed the region south of the castle. He swore the smell was too overwhelming and bodies piled up on both sides of the roads. Ariana felt awful and sent some soldiers right then but it was useless. The man was right; there was nothing but destruction, especially because in the south there were no hills or mountain. It was a big plain and now it was something like a swamp, with flies flying all over it and over the bodies of hundred of people. One of those was the Queen, who had died with her brother as they were outside the duke’s house when tragedy came. Being inside, wouldn’t have changed a thing, though.

 The princess tried not to cry when she received a pigeon telling her of her mother’s death. She only asked for the soldiers to bring her body and that of the duke, if they found him. Some days later the dead body of the Queen arrived into town and a rapidly organized funeral was arranged. Ariana would have loved to have her father there to comfort her but was now having a very dangerous fever and his doctor recommended for him to stay were he was, as any trip might be too dangerous for him. So she had to bury her mother alone, in the family mausoleum. Many people attended the funeral and she wasn’t surprised, as her mother had always being loved by her people.

 Ariana, in the inside, was devastated. Now she didn’t want any responsibility or to grow up, she didn’t want to be the woman who ruled over the kingdom. And even if she was the last royal, she would have to marry to be able to exercise her role as Queen. It hurt her to be thinking of such things, as if her father was dead too but he wasn’t, he was just injured and she wanted to be with him but then no one would stay behind to help the people that needed the family. Some of her father’s helpers wanted her to leave to have a free reign over everything but she refused to go and even jailed some of those who pretended for her to leave the city and stay away from the corruption.

 Only two weeks after the waves hit the coast, the King came back to town. But Ariana suffered once more because he wasn’t doing as well as the doctor had said. Unsurprisingly, the doctor had left the party that accompanied her father. She ordered soldiers to execute him if they ever saw him. But the most important thing for her was to see her father, which whom she talked privately and summoned a religious authority and a lawmaker. After some days, the King was too weak to keep talking and he eventually died from his wounds and mistreatment. His funeral was attended by all and he was buried in the crypt next to his wife.


 Everyone was more surprised, however, with the fact that a new law had been enacted the day before the king’s death. It liberated his daughter of marriage and gave her the power to rule the kingdom as Queen. People didn’t know whether to celebrate or not. But eventually, they would know the answer to that question.