lunes, 23 de enero de 2017

Remoto

   Los bordes de las ventanas estaban cubiertos de escarcha. La noche había sido muy fría y todo parecía indicar que el resto del mes iba a ser exactamente igual. Alrededor de la pequeña casita, ubicada en un claro de bosque, había un sinfín de charcos, grandes y pequeños, que habían formado lodazales que hacían casi imposible el ingreso o salida de la casa. Ciertamente era un lugar remoto y nadie nunca se habían molestado en arreglar uno o dos detalles que hacía falta atender.

 Adentro, el único hombre con vida en varios kilómetros estaba calentando agua en una tetera vieja, bastante golpeada, que parecía haber sido sacada directamente de un museo. El hombre se calentaba las manos con el fuego que bailaba debajo de la tetera, mirándolo fijamente, como si se fuera a escapar en cualquier momento. Tan distraído estaba que demoró en reaccionar cuando la tetera empezó a pitar. No era algo bueno, pues se debían evitar los sonidos fuertes.

 Vertió el contenido de la tetera en una taza igual de vieja y trajinada que la tetera y sopló repetidas veces hasta que se atrevió a tomar. Se quemó la lengua por no saber esperar. Sostuvo la taza con las manos cubiertas por guantes y, mientras esperaba a que se enfriase, miró a su alrededor como si fuera la primera vez que se fijaba en lo que había dentro de la pequeña cabaña. Se la sabía de memoria pero le gustaba jugar a ver si había algo, algún detalle que se le hubiese escapado.

 Era solo una habitación: en una de las esquinas estaba la cama y una mesita de noche con tres cajones. Al lado de la mesita había una armario viejo y ese ocupaba el resto de la pared. La cocina, o más bien la única hornilla que tenía, estaba en la pared opuesta, junto a una pequeña mesa y dos sillas. En una de las esquina de ese lado había una nevera pequeña, de esas de hotel, conectada a la única toma eléctrica del lugar. La puerta de la casa estaba en uno de las paredes más largas. De resto, no había casi nada.

 Eso sí, había muchas cobijas y abrigos hechos de pieles de animales. Él no los había cazado ni nada por el estilo pero seguramente el dueño anterior había utilizado la cabaña como base para su afición a la cacería. Las pieles parecían ser de animales varios pero el hombre jamás había querido averiguar más allá de la cuenta porque no estaba de acuerdo con eso de matar animales por su piel. Aunque, ahora que estaba donde estaba, no podía evitar encontrar la razón en esas acciones. Si no tuviera esas pieles, estaría congelado y muerto en vida en aquel lugar perdido.

 En cuanto a cazar, lo hacía todos los días. Trataba de no pensarlo mucho o sino el estomago se le revolvía y eso siempre era un problema aún mayor pues no tenía manera de comprar medicamentos y las plantas que había por la zona poco o nada ayudaban a los sistemas internos del ser humano. Debía comer lo que había y no pensar en su vida anterior que ahora estaba muy lejos de él. Ahora debía comerse lo que encontrara, como lo encontrara, fuese una ardilla o algo más grande.

 A veces encontraba hongos y sabía que serían más abundantes en la primavera, pero todavía faltaban un par de meses para eso. Él había llegado hacía solo un par de meses, durante el otoño, así que no había experimentado nada diferente al frío y la nieve en ese lugar. Siempre que lo pensaba parecía que había estado allí desde hacía mucho más tiempo. Se sentía como una eternidad y sus recuerdos eran como sumergirse en un lago oscuro que ya no es posible reconocer.

 La cabaña, lo quisiera o no, era ahora su hogar. Lo que había tenido antes ya no existía o al menos no debía existir para él. Había tomado la decisión de perderse en el bosque y no podía ya echarse para atrás, era muy tarde para arrepentirse. En todo caso sabía que era lo mejor pues nada en el mundo era para él. Lo había tenido que aprender casi a los golpes pero por fin había comprendido que no todo es para todos, que no todos somos iguales y que algunos deben tomar rutas alternas en la vida.

 Apenas terminó el té, lavó la taza en un cuenco de plástico enorme lleno de agua. Luego abrió el armario y, de la parte baja, tomó una ballesta algo rudimentaria y un carcaj con unas pocas flechas que él mismo había podido tallar a partir de algunos leños que había fuera de la cabaña. Por la tormenta reciente, los maderos debían estar congelados e incluso cubiertos hasta arriba de esa mugrosa mezcla entre nieve y barro. Prefería no pensar si llegase a necesitar esa madera.

 La calefacción que usaba era la hornilla que mantenía prendida todo el tiempo, a excepción de cuando salía a cazar. El gas que alimentaba el fuego llegaba de alguna parte, pero jamás le preguntó a la persona que le brindó ese refugio de donde salía el gas. Solo lo usaba y listo. Cuando la hornilla fallara, y algún día lo haría, sería el día de hacer hogueras y depender de la madera pero ojalá pudiera pasar el invierno sin  que eso pasara. Salió de la casa pensando en ello y se internó rápidamente en el bosque, caminando torpemente pero sin detenerse.

 Caminó por una media hora. El bosque se hizo más agreste a su alrededor e incluso más blanco. La nieve parecía haber congelado todo el paisaje y eso no era nada bueno pues los animales debían estar resguardados, lo que hacía casi imposible la casa. Empezó a caminar más y más despacio hasta que llegó a otro claro, parecido al de su cabaña, pero ocupado casi en su totalidad por un lago que parecía estar hecho de metal, pues estaba congelado. Puso un pie y empujó. Todavía no había congelado por completo.

 La grieta que se formó al él apretar se fue agrandando, hasta que apareció un hueco en la superficie del lago, tras el cual se podía ver el agua fría que había debajo de la capa de hielo. Se quedó mirando ese agujero por varios minutos hasta que se fijó que el tiempo pasaba y no podía demorarse demasiado fuera de la cabaña. Bordeó el lago hasta llegar al otro lado y allí se metió en el bosque de nuevo, mirando hacia arriba con atención. Cuidaba cada paso, para no asustar a presas potenciales.

 Al sentir un movimiento, alzó la ballesta y disparó. Al instante hubo un ruido y algo cayó de un árbol. Era un hermoso ejemplar de faisán, que por alguna razón, estaba en ese bosque. Peor para él. Le sacó la flecha que tenía atravesada, lo cogió de las patas y volvió caminando a la cabaña a paso firme, justo antes de que el sol bajara y se ocultara detrás de los altos árboles que formaban el espeso bosque en el que vivía aquel hombre cazador, misterioso y solitario.

 El faisán entero fue su cena. Lo hizo en una sartén después de desplumarlo y quitarles las partes que no se comían. Al final de todo, no era mucho animal el que había para comer, pero era suficiente para sobrevivir una nueva noche. Esas eran sus jornadas ahora: desayunar, pensar, cazar, preparar y comer. Todo culminaba con un él metiéndose en la cama que tenía, sin quitarse ni una sola prenda de ropa, donde se quedaba dormido después de varias horas de mirar al techo y escuchar el bosque.


 La hornilla se contoneaba cerca de él y muchas veces las sombras que se formaban a su alrededor hacían que el hombre recordara algunos pasajes de su vida anterior, de una vida que francamente ya no parecía la suya. Era como si recordara una película que había visto muchos años, solo que eran escenas que casi nunca se ven en las películas. Lo que más recordaba era a su padre y a su madre, a sus hermanos también. Pero a nadie más. El resto de personas siempre parecían, en los recuerdos y en los sueños, como sombras y nada más. Después de un tiempo trataba de ignorar todo eso y simplemente dormir. Recordar ya no servía para nada.

viernes, 20 de enero de 2017

Interview

   That elevator ride fell as if it was going to last forever. I don’t really know if it stopped in every single floor but it really did seem to. My hands and my legs kept shaking and I was failing miserably in trying to control them. I was very nervous. I also kept cleaning the sweat off my hand with my pants, which wasn’t the best idea to have when going to an interview. At one point, I felt I was going to faint. The people there with me seemed completely oblivious to my personal struggle.

 When I finally got to my floor, after every other was gone, my legs seemed to be unwilling to help me anymore. Only a few step away from the elevator, I felt I couldn’t walk anymore My feet actually hurt and trying to move my body was very challenging. I have no idea how, but somehow I got myself to the reception, which was very close by. A woman heard my name and told me to wait in a seating area. Around me, other people were also waiting, all younger than me.

 I felt as if I wanted to run away from that place. When I checked every single face in that room, I realized I was way over my head. I had come thee looking for a job but these people were clearly much better for it than me. I even bet that some of them had much more experience than I and had even already worked somewhere else before. Their resume was quite possibly a long list of names, which they could put in there as a reference, from a clothing store to a big multinational company.

 I had my resume in folder I had brought and I instinctively wanted to check if I had put everything that was worth written on it but then remembered there wasn’t that much to tell, so I refrained from looking at it and instead tried to force my eyes to focus on the window that was very close by. It wasn’t easy to look out through it but it was much better to stare and try to imagine and quieter world than attempting to breathe normally with the typical methods that had never had a any real results. Looking through the window was my way to escape.

 I needed to do it if I wanted to keep breathing. The only way to make myself relax was to imagine a wide array of situations that could happen inside that waiting room or outside of it. It didn’t really matter. The point was that t all had to be happening around me, so the false memory, the invention, was all about making me feel like someone I wasn’t, at least for some time until I realized I was being childish and I needed to breathe a little and just move on. The thing was that it wasn’t always as easy as it sounds.

 Suddenly, the woman called my name. She told me to go through a door and then walk down an aisle to another door marked “Human resources”. My interview would be taking place in that office. Before leaving the waiting room, I had a brief eye contact with another guy waiting there and I have to say the only thing I could see n his eyes was fear. He seemed really terrified somehow and I kept thinking about him even after the interview was over, many hours later.

 I walked slowly towards the office and when I finally got there, no one was waiting for me. The place was empty so I had to check if I was in the right place. I was. The best thing to do was to wait outside, by the door. The person that was going to do the interview had to be very close by, so there was nothing to worry. However, I was shaking so much that my teeth started to make a very annoying noise that I had to try really hard to suppress. This was definitely not my element.

 The person finally got there and it was a woman. I was a little bit disappointed because I thought a man was going to ask me the questions. I’m not saying one is better than the other in the workplace but it is a fact that men are typically less harsh in interviews, unless you get a guy that had more in common with a buffalo than with an actual human male. But whatever, anything can happen so I just sat down, as she did on the other side of the table. The room seemed to have gone smaller.

 There was also a very particular scent but I couldn’t really point at what it was. She was really trying to be very nice and that was good because I felt my hands shaking much less than before. However, she started talking about work and about many things I had no idea about. She kept talking and talking and I just nodded at some of her comments and then answer some questions she threw from time to time. It was kind of hard to follow what she was saying but I did my best to do so.

 At one point, she stopped short and offered me a beverage. My bladder was full because of how nervous I was so it wasn’t an option to start drinking water or whatever she offered. The other reason I refused was because my throat felt closed to anything trying to go in. Every time I spoke, I had to clear my throat because it felt as if I was waking around the Sahara desert. She clearly noticed something about me but didn’t comment on it and I was very grateful she decided not to ask. My feet kept moving and my hands kept sweating profusely.

 She then asked me for my resume and I handed it to her. She looked through it for a couple of seconds and then put it on a huge pile I had neglected to see. At least some fifty other resumes had to be there, waiting for something that would probably never happen. She talked to me then and I feel like she said some important things but I wasn’t listening at all. The sight of that pile made me realized that I was fooling myself, that everyone was fooling themselves with this charade.

 I had no idea why I did it. I had never done anything remotely similar. I would normally just wait until the person was finished to say something, if I did because most of the time I was just a zombie that shook hands and maybe cracked a smile in order not to look like a complete mental patient. My mouth would normally be too dry to say a word and my body too shaky to keep making that moment go longer. So that was one of the few times I really surprised myself.

 My voice cut her off; making her stop her speech about something I have no idea. I noticed too that my body had made me stand up, which I even didn’t realize. Slowly, I grabbed my resume from the top of the pile and told the woman I was very grateful for the opportunity but that I knew that I had no real chance of getting such a job. I was highly overqualified in the academics side of it but grossly under qualified as experience is concerned. So my chances were pretty slim.

 I told her I knew of those kids outside would be getting it because it was just easier to make them do whatever the company needed and they could even pay them less because they were just beginning, even if they had worked for ten years already. Age was one of those things that companies used at will in order to grant or deny benefits around the workers. I knew that’s how it worked, even if I had never been paid to do anything in any company, anywhere to be perfectly honest.


 The woman had her mouth open and I thought of shaking her hand but I was shaking so much already and my hand was so sweaty that I refrained myself from doing it. I excused myself and left the room, almost running back to the elevator, which filled up once again and seemed to take years to get to the ground floor. My resume escaped my hands, falling to the floor. I felt a bit dizzy, probably hungry already. As soon as the elevator got to its destination, I ran outside, to the sun and the air and the freedom of a world that didn’t needed me to keep moving.

miércoles, 18 de enero de 2017

Están aquí

   Todo está bien. Desde la llegada de las criaturas, no ha habido de verdad cambios significativos. Esto puede no parecer coherente pero es un hecho: seguimos siendo los mismos a pesar de saber que están allí, aquí, a pesar de saber que no estamos solos en este vasto universo. Claro que la mayoría de nosotros nos quedamos mirando al cielo por horas y nos hacemos un sin fin de preguntas que tal vez nunca tenga una respuesta satisfactoria, pero la vida ha tenido que seguir igual.

 Los niños siguen yendo al colegio, los jóvenes adultos a las universidad y los demás al trabajo. Esa rutina no ha cambiado en nada pero sí las conversaciones que se escuchan en los pasillos de todas partes. Dentro de los seres humanos hay algo que se mueve y que quiere saber más pero también hay algo que nos impide dejarnos llevar por lo que nuestro instinto desea. Muchos quisieran saber mucho más pero simplemente no pueden y saben que podrían no saber manejarlo propiamente.

 Las criaturas están en lugares específicos, compartiendo espacios con científicos y otras luminarias del mundo. Unos tratan de aprender su idioma y otros quieren comprender como fue que llegaron hasta aquí. La búsqueda de respuestas es algo lenta pero cada cierto tiempo sucede un descubrimiento emocionante que hace parecer que la misión no es una perdida de tiempo completo. Muchos en el público desearían que todo se detuviera pero esas novedades eliminan la relevancia de sus deseos.

 Las criaturas han sido vistas por todo el mundo pero no parecen tener ningún deseo real de comunicarse con cada uno de nosotros. Por el contrario, parece que incluso se aburren de cuando en cuando y es entonces cuando se escuchan las noticias más extrañas como que alguien les quiere enseñar a bailar o simplemente les muestra una película para que vea algún aspecto fundamental de la cultura humana. Siempre que esto sucede, las criaturas parecen entrar en una extraña parálisis.

 Las razones para ello no son completamente claras pero lo que es cierto es que llevan aquí casi un año y los avances en el intercambio son mucho menores a lo que se desearía. Los que aprenden su idioma han preguntado una y otra vez: “¿Que quieren?” y “¿Porqué están aquí?”, pero las criaturas siempre responden con una frase confusa, algo del estilo de una evasiva humana pero en su idioma. No hay manera de presionarlos sin que se asusten o tal vez ataquen así que tras horas de frustración, siempre se vuelve a como estaba todo con anterioridad, sin apuro aparente.

 La cultura humana ya ha sido irremediablemente afectada por la llegada de estos nuevos vecinos. Las películas, los análisis filosóficos, la música, el teatro, la pintura y todas las demás artes han mutado y han querido incluir en si mismas una parte de lo que sea ha podido entender de la cultura de ellos. Al parecer también entienden el arte pero para ellos es algo más funcional que para nosotros. Han mostrado elementos antiguos de su civilización y su escritura parece ser esencial para el intercambio entre unos y otros.

 Los seres humanos nos apoyamos en nuestra voz, en lo que tenemos para decir y solo usamos la escritura como una muleta muy útil cuando queremos dejar algo más que claro. Ellos, por el contrario, utilizan su escritura casi como una manera de comunicación que va más allá de lo físico y tiene un nivel más allá, con sutiles cambios si un ser lo mira de un lado o de otro, o incluso con un estado de ánimo particular o no. Parece ser que su escritura es la base de sus avances como especie.

 Por supuesto, todo debe ser un intercambio justo y coherente. Por eso se les han presentado copias de escritura de todo el mundo así como elementos artísticos y de importancia cultural esencial para cada uno de los habitantes del planeta Tierra. La idea es compenetrar ambas culturas y que pueda llegar a existir, si no una convivencia, una comprensión completa de todo lo que es el otro y hasta donde puede llegar su civilización y cuales son los propósitos esenciales de cada una.

 Los avances parecen lentos y de pronto saltan en el tiempo de un momento a otro, gracias a un momento de claridad de uno de los científicos humanos a un segundo de autentica curiosidad por parte de los visitantes. Es extraño ver como, cada cierto tiempo, la noticia del día parece ser el haber aprendido algo nuevo el uno del otro. Es de una importancia máxima pero para el público de a pie son cosas que probablemente jamás lo afecten en lo más mínimo, en su vida personal o social.

 Las personas alrededor del mundo están fascinadas con lo que sucede pero la verdad es que la mayoría no tiene la más remota idea de cómo responder ante  todo lo que ha sucedido. Después de todo, han visto seres de otro planeta interactuar con humanos, han visto naves especiales estacionadas sobre las nubes y han aprendido una cierta cantidad de cosas que jamás creyeron que existieran en un lapso de tiempo relativamente corto. Es casi un milagro que los seres humanos no se hayan vuelto completamente locos después de tantas cosas nuevas.

 Pero así es. Seguimos aquí mismo, sin que nadie nos mueva de verdad del sitio que nos hemos hecho para aprender, crecer, vivir la vida y luego morir. No se ha detenido nada de eso desde que ellos llegaron y no parece que nada de lo que hacemos a diario tenga ninguna influencia en lo que sucede. Obviamente les interesa como vivimos nuestra vida y como entendemos el universo pero el hecho de que existan no tiene nada que ver con que nuestras responsabilidades siguen vigentes, como siempre.

 El dolor y el horror, la esperanza y el amor, y todos los sentimientos que hay entre esos, siguen existiendo sin ningún problema. Lo único que tal vez ha cambiado es la curiosidad innata del ser humano que parece ser ahora algo inevitable para cualquier persona viva. Nunca antes hubo tantos que quisieran dedicarse al entendimiento integral del mundo que nos rodea y eso por supuesto ha sido algo muy bueno para la ciencia, la que intenta desenredar todo esto que tenemos delante nuestros.

 Es interesante ver como la gente se ha vuelto más apasionada por las cosas que de verdad importan. Claro que unos se siguen matando por estupideces pero ahora hay como una insistencia en querer comprender todo lo que pasa a nuestro alrededor, y ya no es algo que solo las personas más educadas tengan en su interior. Ahora es algo generalizado que ha causado que incluso las personas con menos oportunidades quieran ser instrumentos para poder aprender más todos los días.

 Vivimos en un mundo emocionante, que quiere saber más pero que también mantiene los pies sobre la tierra. No es fácil pero nuestro mundo no se puede permitir detenerse como si nada. Seguimos necesitando alimentos, seguimos necesitando buena salud para poder aprender y emplear nuestros conocimientos para todos crecer juntos en un mundo donde las oportunidades sean más y para más de nosotros. Hay que seguir trabajando como siempre, caminando hacia delante y tratar de cumplir nuestras metas como seres individuales y como colectivo.

 Ellos siguen estando allí, por supuesto, y no parece que tengan ninguna intención de dejarnos en ningún momento. Muchos especulan que quieren de verdad aprender, que han sido enviados para poder hacer un intercambio real y sustancioso pero para hacerlo se necesita tiempo y construir puentes de comunicación resistentes a todo. Siguen habiendo muchas preguntas que salen de todos los rincones del ser humano pero la clave es tener paciencia y confiar en que todo saldrá bien.  Todo está bien.


lunes, 16 de enero de 2017

Success

   After all the hustle of the day, the sidewalk was finally left alone, although not untouched. Lots of glass fragments were scattered all over the place, as well as paper and some pens. Journalists weren’t really careful with their stuff. Like their cameramen, they just dropped things wherever it was convenient for them. And the sidewalk in front of the Oak Tree Hospital was not a place they would respect in any way. They didn’t care if the patients needed silence to sleep, they’d rather had their story.

 And they did that day. After coming day after day, waiting for him to finally kick the bucket, the seventy-four year old man had finally passed away due to complications with the procedure he had gone through. It had been a very challenging adventure to fight where he knew he was already a loser. His mother and then sister before him had died exactly the same way, around the same age. So it wasn’t very surprising at all. That night, his body was sent to the cremator.

 The next day, he was incinerated and his ashes kept on a small jar to be given to the only person that had been with him through the last few hours, his partner Eddy. They had been together in the industry for years and had formed a bond no one could match, especially not in the modern times when friendships and all sorts of relationships seem to be built on something very fragile, that could break at any moment. It wasn’t their case at all, because even then they felt the same towards each other.

 They had never dared to be more than friends. They did agree on having to work together to fight the competition that plagued acting and all other forms of performance. Sydney, the one you had been cremated, had only been sixteen years old the day he arrived in the big city, looking for a chance to shine. Back then, the industry was only beginning. No major studios existed and the craft of cinema was thought to be a thing that would have only a couple of years in this Earth.

 Sydney, however, had always seen the magic in the movies and was sure it was going to become the largest groups of performers and other artists to be known in the world. He began cleaning around and helping people getting coffee or whatever they needed at the moment. The directors took pity of him and let him attend some rehearsals and even some casting sessions. By the time he was an adult in the eyes of the law, he was a very knowledgeable man, with a great deal of respect for acting. That was what got him inside an acting school soon enough.

 He met Eddy in one of his first productions. Eddy was an assistant of the director and Sydney had land a role as the son of the protagonists. It was a big deal to him because he had never acted before. He was so determined to be good, that he did his best with the little lines he had. It worked in its favor, as many others started hiring him for their pictures. It was mostly for the young brother or son parts, but he knew that was a way to climb to where he really wanted to be.

 With Eddy, they shared their love for industry and their yearning for a time where they could be next to the biggest stars in the business. When there wasn’t any work, they would go out together and watch a movie and then walk around or have something to eat while they discussed said movie. They had fun like that and it was during those long and elaborate conversations when they probably noticed, for the first time, what was happening between them. They didn’t acknowledge it, though.

 Sydney’s first big picture came in when he was twenty-five years old. He was offered the role of a young sailor who falls in love with a mermaid. It was one of those beautiful fantasy setting, with the grand costumes and the elaborate production design. The day filming started was the happiest day ever for him, as he had finally reached he point that he wanted in his career. And although the film was not the serious kind of thing he would like to dedicate himself to, it was a great way to begin.

 It was so well received in the theaters by the general audience that he was signed on to reprise the role for two more movies. The studio proposed to him to raise his salary as well as given him many more accommodations and luxuries in exchange for him staying with them for the saga of movies they had planned. He accepted but with fear of never going back to the more serious movies that he had always longed of doing. Maybe, he thought, he could work something out.

 There was the sequel of the mermaid movie, and then the other movie and then the next one. Suddenly, he had already signed on for five more, for a whole series with the character, and nothing had changed, not even the costumes and monsters he fought. It was Eddy who gave him the push he needed to demand more of the studio and of anyone working near or around him. He needed much more creativity if they wanted them to stay. That was how he put his foot down, in the hopes that could actually grow as an actor, instead of getting stuck forever in the same place.

 After all the money he had won for them, the studio was not that reluctant to let him get closer to the creative process. It was a revolution: he was responsible for the firing of the screenwriting and the hiring of a new team of younger, more vivacious men like him. He worked for long weeks with them in order to create a new great story for his audience to love. Meanwhile, he was also eyeing some roles in other movies, more dramatic ones with potent stories and strong characters.

 He signed on to a couple of those but then he realized he didn’t do as well with the dramatic stuff than with fantasy. Critics said that he was a bit too dry during his performances in the big movies he got to make. They didn’t say he was bad or anything, but what they always said only meant that his skills as an actor didn’t really show much during those grand romantic scenes he had tried so hard to do. It was something difficult to hear but he had to accept it, as it was a fact.

 Sydney kept trying, though. With the help of his best friend Eddy, he would often get the kind of role he had dreamt of doing. But he did, he came short of having the reception that Captain Granger had in the theater. The Granger series were a huge hit among young people and their parents love the movies too because of its depiction of a true hero. The new team of writers had done a marvelous job making the character more realistic and daring. He was who kids wanted to be.

 So he kept on doing those movies. He never stopped. During his career, he filmed maybe more than thirty movies as the character of Captain Granger. He made money and fame; people loved him and appreciated him. But they also questioned his life, as Sydney never married. He argued that the lack of time and the commitment to his craft were the ones to blame for him not having a big family. He did make some relations public, to appease the audiences and their thirst for gossip. But they were all lies.


 All along the road, Eddy was there, helping and cheering him on. He was Sydney biggest fan and his best friend in the world. In their older days, they would still sit down and discuss the movies. When Sydney retired, they did it always, almost as a rite they had to go through everyday. And that was their relationship, one were one depended in the other and vice versa, to push him along the long line of life and resist the blows life launched against either of them. They never discussed their relationship further, and it wasn’t necessary because it had obviously been a great success.