jueves, 4 de febrero de 2016

Rubí

   Rubí subió al escenario y el público simplemente enloqueció. Era ya una estrella en el lugar y todos los que venían a ver el show de “drag queens” la venían a ver a ella. No solo era porque era simplemente la más graciosa de todas, con una fibra cómica tan sensible que cada persona se podía sentir identificada, sino que también su maquillaje y presencia hacía olvidar que se trataba de un hombre disfrazado de mujer. Solo la sombra de una barba rompía el encanto o tal vez hacía de Rubí un poco más atractiva a su público.

 Cuando terminó su presentación se reunió con el resto de chicas en los camerinos y bebieron algo a la salud de todos por otro gran espectáculo. La discoteca hacia poco había venido en declive y había decidido tratar de irse con un evento inolvidable y ese último evento fue un show igual al de aquella noche. Pero de eso ya habían pasado dos años, pues el espectáculo había sido un éxito y por eso dos días a la semana había show y todas las chicas aparecían con sus personajes o con nuevos, haciendo rutinas siempre distintas, siempre graciosas.

 Rubí se les había unido hacía solo seis meses y todas le tenían mucho respeto. Eso era porque de día Rubí no seguía con su personaje, como si lo hacían otras, sino que se transformaba en otro ser humano, un hombre llamado Miguel que no tenía nada que ver con esa persona que existía en el escenario. Y lo más particular de Miguel, al menos en ese contexto en el que se desarrollaba como artista, era que era heterosexual. Era algo muy particular pues incluso les había contado una noche a algunas de sus compañeras que tenía una hija pequeña y que antes de empezar a trabajar en la disco había estado casado.

 Eso era otro mundo para los demás. Le preguntaron como era, como lo manejaba, pero ni él ni ella hablaban nada del caso. De hecho, a él casi ni lo veían pues siempre salía cuando nadie lo veía, por la puerta de atrás del lugar. En cambio a ella era difícil perderla de vista, siempre con algún vestido en el que se veía despampanante y joyas que brillaban por toda la pista de baile. Él siempre se quedaba un poco más a beber algo, hablar con Toño el barman y ver a los chicos bailar y relacionarse.

 Ni Rubí ni Miguel juzgaban a nadie. Sentían que no tenían ni la autoridad ni el derecho de hacerlo. Obviamente siempre se le cruzaban cosas en la cabeza, pensaba que de hecho puede que fuera gay o que de pronto eso de vestirse de mujer no era algo que pudiese hacer para toda la vida. A veces se convencía a si mismo que era la última noche que lo haría. Pero entonces Rubí destruía ese pensamiento en el escenario, encendiéndolo con todo su sabor y entusiasmo. Simplemente no se podría alejar de aquello que le daba alas.

 Su ex sabía bien que Miguel se disfrazaba de Rubí. Él mismo había decidido contarle pues, cuando habían terminado, no habían quedado odiándose ni nada parecido. De hecho los dos se sentían culpables pues sabían que habían fallado pues nunca se habían molestado en conocerse, en hablar y en compartir como lo debería hacer una pareja de verdad. Así que cuando Miguel le contó lo que hacía, ella no reaccionó mal. De hecho lloró, pues se dio cuenta que en verdad nunca lo había conocido.

 A él ese momento le dio mucha lástima. No solo porque su pequeña hija vio a su madre llorar y pensó que él había sido el causante, sino porque la verdad Rubí era un personaje que Miguel había inventado porque se sentía más seguro siendo ella y estando en un escenario. Simplemente fue algo que descubrió pero no era algo que hubiese estado allí siempre. En su matrimonio lo pensó un par de veces, pero nunca con las ganas que lo hizo después del divorcio. Y tampoco quería hacer de ello su vida. Era un hobby que le daba dinero y alegría, una combinación perfecta.

 O casi perfecta, pues la gente siempre tiene problemas cuando los demás se comportan como quieren y ellos solo se comportan como la sociedad quiere que lo hagan. No era extraño que al bar se colaran idiotas que entraban solo a lanzar huevos al espectáculo o a gritar insultos hasta que los sacaran. Y como sabían bien que nadie haría nada pues ninguno quería ir a la cárcel y salir del anonimato de la noche, pues tenían todas las cartas necesarias para ganar.

 El peor momento fue cuando a Rubí se le ocurrió salir a fumar al callejón trasero de la discoteca, que en otros tiempos había sido una nave industrial. El caso es que estaba allí fumando, una mujer bastante alta con las piernas peludas y un vestido corto rojo y la peluca algo torcida. El calor de la discoteca y los tragos habían arruinado ya su disfraz y la noche no se iba a poner mejor.

 Ni siquiera supo de donde salieron pero el caso es que a mitad del cigarrillo vio cuatro tipos, todos con cara de camioneros desempleados o de payasos frustrados. O algo en medio. El caso es que con esas caras de muy pocos o ningún amigo se acercaron a Rubí y le quitaron el cigarrillo de la boca. Entonces uno le pegó un puño en el estomago. Ella trató de defender pero eran cuatro tipos borrachos y quién sabe que más contra un hombre en tacones. No había forma posible de que Rubí se pusiera de pie después del primer golpe.

 Fue gracias a Toño que sacaba una bolsa de basura, que los hombres huyeron, dejándolo adolorido en el suelo. Rubí pidió a Toño que no llamara a nadie, ni a una ambulancia ni a nadie de adentro. Solo quiso ayuda para levantarse y que le trajera sus cosas. Fue la primera y única que vez que tomó un taxi vestido de mujer y de paso fue la primera vez que entendió con que era que se enfrentaba al seguir con su personaje de Rubí. Podía ser que se liberase en el escenario, pero siempre habría gente como esos tipos y más aún en esa ciudad.

 Se bajó del taxi antes de su casa y se quitó la ropa en la oscuridad de un parque cercano. Le dolía todo y sin embargo rió pues pensó que sería muy gracioso que lo arrestaran por estar casi desnudo en un parque público, con ropa de hombre y de mujer a su alrededor. Esa hubiese sido la cereza del pastel. Pero no pasó nada. Llegó a su cama adolorido y se dejó caer allí, pensando que todo pasaría con una buena noche de sueño.

 Obviamente ese no fue el caso. Los golpes que le habían propinado habían sido dados con mucho odio, con rabia. Él de eso no entendía mucho porque era una persona demasiado tranquila, que solo lanzaría un golpe en situaciones extremas. Se echó cremas y tomó pastillas pero el dolor seguía y ocultarlo en su trabajo fue muy difícil. Era contador en una oficina inmobiliaria y debía caminar por unos y otros pisos y hasta eso le hacía doler todo el cuerpo. Más de una persona le preguntó si estaba bien y debió culpar a un dolor de estomago que no tenía.

 Al final de la semana tuvo que ir al medico y este se impactó al ver lo mal que avanzaban las heridas de Miguel. Lo reprendió por no haber venido antes, le inyectó algunas cosas, le puso nuevas pastillas y le recomendó no hacer ningún tipo de ejercicio ni actividades de mucho movimiento. Por una semana estuvo lejos del escenario y se dio cuenta de que casi muere pero por no poder ir a hacer reír a la gente, ir a hacerlos sentirse mejor, sobre todo a aquellos que iban allí a sentirse menos ocultos.

 Para él fue una tortura permanecer quieto, haciendo su trabajo desde casa. A veces miraba sus vestidos de Rubí y se imaginaba algunos chistes y nuevos movimientos que podría hacer. Y entonces se dio cuenta que ella jamás dejaría su vida, siempre estaría con él pues era siendo Rubí que se sentía de verdad completo, un hombre completo. Era extraño pensarlo así pero era la verdad. Rubí era como un amor que le enseñaba mucho más de lo que él jamás hubiese pensado.

 Cuando entendió esto, su manera de ser cambió un poco. La primera en notarlo fue su hija, que le dijo que se veía más feliz y que le gustaba verlo así de feliz. Con ella compartió todo un día y fue uno de los mejores de su vida. Solo los dos divirtiéndose y siendo ellos mismo, tanto que Rubí apareció en el algún momento.


 Por eso la noche de su regreso nadie lo dijo, pero la admiraban. Rubí era para todas las chicas y los chicos del espectáculo un ejemplo. Toño les había contado lo sucedido pero supieron fingir que no sabían nada. Pero solo ese suceso les hizo entender que estaba de verdad ante un artista, estaban de verdad ante alguien que iluminaba la vida de los demás a través de convertir la suya en algo, lo más cercano posible, a su ideal.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Secrets & Nightmares

   I woke up suddenly in the middle of the night. I had no idea what time of night it was but I remember the first thing I felt was his breath on my hair. It was warm and soft. He never snored. I knew that because I was very sensitive to sounds and I would have woken up if he was. When I felt his breathing I was relieved, because I wasn’t in the world of the nightmare anymore but on the real one, the one that recently had been very nice to me in many aspects.

 Some people say that if you are successful or happy is because you deserve it or because you have worked hard for it. I think it’s a combination of the two., mainly because I don’t believe in the concept of fighting for everything in life. People who believe that are the type of people that are very competitive and that don’t stop at nothing to get what they want, they believe everything in life is a competition and that’s simply not the way it is or at least not my life.

 Anyhow, I was glad right then that I didn’t woke him up, because I knew he had problems sleeping and didn’t wanted to be the one to disrupt his night. I decided to try and close my eyes again and slip away into a deep slumber, hopefully without dreams. But, again, I fell right into a nightmare, a horrible world filled with the worst creatures I have ever seen, with all my fears parading around, rubbing past mistakes or their simple existence in my face. I had to wake up once again, this time really drenched in sweat.

 Thankfully, he had moved a bit away from me so I just separated my body from his slowly and went to the bathroom, to wash my face with cold water and try to relax a bit. I tried sitting on the toilet, pissing, even going to the kitchen and grab a bite. I also did some simple exercises in the living room and saw possibly five minutes of a TV show I didn’t even like. When I was back into bed, he woke up and asked me, between asleep and angry, where I had been?

 I kissed him in the lips, which made us both very happy and laid there with him. He fell asleep very fast and I stayed up for a long while, in fact not sleeping again for the rest of the morning. At that moment I did check my cellphone and saw it was five in the morning. We had to wake up in three hours and I couldn’t do one more of sleeping. I just used that time to think about it all, checking in my mind if everything was ready and found myself shaking a bit and my stomach growling.

 I grabbed his hand, which he had put over my chest, and squeezed it softly. He tightened his grip on me and I liked that. I felt safe and I guess that’s what I needed to feel.  If the alarm hadn’t gone off in that moment, I think I would’ve slept a bit. But I didn’t.

 The first thing he did when he woke up was kissing me, and then we showered together, hugging a lot and almost dancing beneath the water, When we were finished, we dressed up in silence and went to the kitchen to have breakfast. We both had cereal and talked a bit over it. He noticed I hadn’t sleep and I had to convince him I was ok, only a bit anxious about our day and that he shouldn’t worry. It was clear he was already worried but he didn’t go on with the subject, he just said he had to be at his sister’s in an hour.

 When he left, I cleaned up the place, changing the sheets of the bed to new ones I had bought secretly. I also pulled out some scented candles from a shopping bag I’d hidden beneath the sink, as well as other products that we would use for other purposes. When it was all ready I grabbed my kiss, gave the place one last look and went out the door. I had no car so I decided to walk to my mother’s house, which was an hour away by walking but I had the time.

 He had left before me because he said his sister could handle everything and that we shouldn’t do anything else than just show up at the right time. He was going to her place because that was the closest relative he had alive. His parents had died several years ago and since then his sister had been everything. She was a very organized person and had proposed to help us because she knew that the event needed a woman’s touch to be just perfect.

  As I walked to my former home, I thought about it all. I was nervous, obviously, but I knew the nightmares had been produced by something else. It wasn’t fear that had put them in my mind; it was something else that I didn’t quite understand. I mean, as everyone in the world, I have secrets and thing I wouldn’t like every single person to know, but that had never given me nightmares so what was this all about?

 I used my walk home to think about everything that would happen that day and I realized I was entitled to feel worried and maybe being a little bit scared. Marriage was not someone that I did everyday and it had been a question of “When?” for a long time and that time had finally come. I was sure about my affirmative response to it because I loved him dearly, beyond anything I had ever dreamed of. He was my prince charming and my bad boy, all in one. How corny does that sound?

 Thinking about him made me smile and many people on the street smiled me back. I didn’t noticed for a while but when I did I just laughed and thought that being in love was not as people described it but that it was good if you were ready for the long haul.

 In my mom’s house, my parents were dressing up, as well as my sister and her husband who had just arrived from abroad with their baby. She would have loved to have him carry the rings but he was still too young for that. Instead, my future husband’s youngest cousin was up for the job. She was a very nice girl and a bit mad for a seven year old, so she was right up our alley.  I also changed in a matter of minutes and decided to just wait in the living room for everyone to be ready.

 I dozed off and entered, once again, the dark territory of my nightmares. I recognized the feeling and the images and I could even feel my body sweat. I was in darkness, only able to see a light very far in the distance and the only thing I could do was walk towards it. Trying to grab it. But every single step I took was filled with pain, as if spines or small knives entered my every limb. Besides, and this was the most awful part, I felt hands in the darkness touching me, grabbing me to a place below that seemed liquid in nature. I knew that if I were pulled down there, I would die. And then, as always, I woke up before my head was submerged.

 My dad noticed when I woke up, because apparently I had let out a scream. He said that the best way not to dream bad things was either not to sleep or trying to make sense of whatever the dreams were about. I know my father wasn’t into Freud or anything, he just thought that if something was bothering it would translate into annoying nightmares and it was. I knew that was the case. Bu t it wasn’t just easy, it wasn’t just about letting the air out. It was harder than that.

 When everyone was finally ready, we jumped into the family car and drove towards the venue, a small banquet hall not far from there. When we arrived, every single guest was already there and I could notice he had already arrived too. So I was the one who had to go second, as per the rules. They started right away with the music. Then his sister escorted him to the altar, then me by my mother. I when I see him, my body let out one single tear. I say that because I had no control over it.

 The notary started talking about the law and citing many aspects of marriage that he found funny but also very important, so that the audience and us took it into account. He told us it was a very important thing to sign a paper and say “I choose to live my life with this person”, and that he personally admired those who did. We signed, me crying more and more, and finally kissed to the cheering and joy of our families and friends. As we kissed, I realized it was time, so covered by the wall of sound I whispered in his ear, took him by the hand and walk the carpet back into the main hall were food was being served.


 We didn’t discuss it until after the party, that went on for quite a while. He liked the candles in our room and the new sheets but he went straight to my confession as we sat down in the bed. I started crying and he held me, in love with me. He told me that he would do whatever I wanted, whatever made me happy. I smiled at him and then told him, clumsily, that I really needed to know where my only son was and what he was like. He grabbed my hand and kissed me.

martes, 2 de febrero de 2016

El restaurante

   Todo el mundo corría de un lado para otro, pero nadie más que Don Luis. Después de todo era su proyecto y debía estar pendiente de cada pequeño aspecto de todo el proceso. Verificaba que las verduras estuvieran en buen estado y que la cantidad fuera suficiente, lo mismo con los cortes de carne y las hamburguesas. No podía permitirse carne echada a perder en su primer día. El pollo venía de una granja especializada en pollo orgánico y eso era más por el precio que le habían ofrecido que por nada más. La pasta venía en cajas enormes y la cava se fue llenando poco a poco.

 El proyecto no había sido algo de la noche a la mañana, más bien lo contrario. Don Luis se había tomado por lo menos veinte años para pensarlo todo hasta el último detalle. Esto había sido desde mucho antes de jubilarse de su trabajo en la oficina postal central en la que había trabajado toda su vida. Sin embargo, el correo y todo lo que tenía que ver con ello, nunca le había fascinado de una manera especial. Era algo que había decidido hacer porque pagaba bien y cuando era joven le urgía el dinero pues ya tenía esposa y una hija.

 Pero durante mucho tiempo su primer amor fue, sin duda, la comida. Le encantaba ahorrar un poco y así poder pagarse una cena elegante con su esposa en los mejores restaurantes de la ciudad, así fuese una vez al mes o cada dos meses. Había veces que pasaba más tiempo entre una cena y otra pero valía la pena pues Luis estaba fascinado con todo. En casa se encargaba muchas veces de hacer de comer y con el tiempo fue mejorando bastante, recibiendo halagos de sus hijos y su esposa.

 Ella no siempre pensó que su esposo tuviese talento para la cocina pero vio su entusiasmo por aprender y lo apoyó cuando quiso tomar clases nocturnas. Era difícil porque casi no se le vio en casa por esa época y su humor no era el mejor. Al fin y al cabo no estaba durmiendo, pero al cabo de un año o poco más, se terminó el estudio y volvió a ser el hombre que todos adoraban. Y ahí empezaron sus planes: quería tener su propio restaurante donde serviría varios platos clásicos pero también creaciones originales que podría intentar con los comensales.

 No se había jubilado aún y Luis ya tenía hojas y hojas de anotaciones sobre recetas e ingredientes bien particulares que iba a necesitar. Creía que, como le habían enseñado, debía siempre utilizar los mejores ingredientes. Tanta era su pasión por el tema que varios fines de semana llevaba a su familia al campo, a visitar cultivos de diferentes productos para aprender más sobre ellos y así saber decidir, en un futuro, cual era el mejor producto para sus recetas. Lo mismo con las salsas, que intentaba con su familia, y demás aspectos de lo que sería su restaurante.

 Su familia siempre lo apoyó. Su esposa no encontraba su pasión molesta, incluso cuando una vez los despertó a todos a las cuatro de la mañana de un domingo para ir a visitar un cultivo de champiñones. Eso lo único que le probaba era que el hombre con el que se había casado tenía pasión y eso era algo apasionante de ver, sobre todo después de tantos años de pasividad y de verlo triste en el trabajo con el correo. Cuando esa pasión surgió, lo mejor era alimentarla y admirarlo por ello, jamás castigarlo ni reprimir eso tan bonito que nacía dentro de él.

 Para sus hijos fue algo más difícil pues los niños y los jóvenes son siempre más susceptibles a los cambios y no entienden siempre las motivaciones que hay detrás de muchas cosas. El día de los champiñones solo la más pequeña estaba feliz de poder recoger algunos por la plantación. Su hermana mayor y su hermano miraban el celular y tenían cara de pocos amigos, sintiéndose humillados sin razón aparente por las ganas de su padre de querer progresar. Él nunca los reprendió por ello. Después entenderían, cuando sintieran ellos mismos pasión por algo.

 Lo que sí gustaba a todos, incluida la madre de Luis, era sus recetas. A veces los intentos no salían tan bien pero otras veces era una delicia lo que salía y todos lo disfrutaban igual. Él se esmeraba por leer y aprender más de varios tipos de productos y no solo usar lo que tenía a la mano sino también aquello que podía ser más exótico o raro. Tener que conseguir esas salsas o frutos no siempre era fácil pero lo intentaba cuanto podía porque si no intentaba hacer lo que tenía en mente, nunca sabría si valía la pena su creación.

 Con su esposa, un año antes de jubilarse, entró a una clase de vinos. Era algo que siempre había evitado porque la verdad no era un gran bebedor pero sabía que en los grandes restaurantes el maridaje era algo esencial y si él quería tener uno de los mejores lugares adonde ir a comer pues tenía que saber sobre ello. Para sus sorpresa, fue su mujer la que aprendió todo y entendió todo con claridad y sin una duda. Probaba los vinos como una profesional y al final de la clase fue nombrada como el profesor como una de las mejores alumnas que había tenido en mucho tiempo.

 Luis le pidió oficialmente que fuera la encargada de los vinos y ella, sin dudarlo, aceptó. Faltando ya tan poco para la jubilación, el momento en que sería libre de las cadenas que lo habían tenido amarrado por tanto tiempo, Luis se había puesto a planearlo todo con varios meses de antelación. Había buscado los mejores locales para el restaurante en una ubicación de calidad y había negociado máquinas y proveedores. Solo necesitaba tener el tiempo para sortearlo todo y estaría en camino a cumplir su sueño.

  Celebró una fiesta modesta en casa por su jubilación. Invitó a todos sus amigos, gente del trabajo y familia. Fue algo casual, pues la fiesta que hubiesen querido tener era imposible porque todo el dinero ya había sido gastado en el restaurante. Ahora que sus hijos estaban algo mayores, estaban preocupados por el dinero pero sus padres los calmaban con afirmaciones que no sabían si fueran ciertas. Porque en las noches se preguntaban lo mismo. Se preguntaban que pasaría si el restaurante no funcionaba. Y el miedo se asentó en un rincón de sus mentes.

 Pero pasaron los días y todo fue pasando acorde a lo planeado. Primero le entregaron el local a Don Luis, después fueron llegando las máquinas y los muebles y por último los productos. Con antelación, había contratado a varias personas para trabajar en la cocina y como meseros. La idea era que todos siguieran sus ordenes al pie de la letra, tanto así que los convocó al menos dos veces antes de la apertura para ensayarlo todo. Los meseros debían ser amables y rápido y los cocineros debían saber seguir la receta al pie de la letra, sin ponerse muy creativos. Eso sí, Don Luis le dejó a su chef introducir una creación personal en la carta.

 La crisis llegó cuando algunos productos parecían no poder estar para el día de la inauguración, que estaba siendo publicitada por todos lados incluyendo diarios y alguna revista. El dineral que eso costaba asustó en comienzo a la esposa de Luis pero él dijo que, si no lo hacían, simplemente no vendría nadie. Su hijo que estudiaba en la universidad diseño gráfico hizo una página web del restaurante y creó redes sociales para mantener a la gente interesada.

 El mismo Don Luis tuvo que ir con cada uno de los proveedores y revisar contratos y demás para ver si los terminaba pues no era posible que faltando una semana todavía faltaran tantas cosas. Lo último que llegó al local, la noche anterior, fueron los pimientos rojos. Estaba toda su familia allí, ayudando a acomodar todas las cajas y limpiando cada rincón para que estuviera impecable. Se adornaron las paredes con objetos personales y se alistaron las cartas. No había más que hacer.

 Lo último que hizo Don Luis fue reunir a la familia en la cocina y oler esos deliciosos pimentones. Cada uno se pasó el mismo pimentón y lo olió inhalando fuerte y sintiendo el aroma en cada lugar del cuerpo. Cuando la verdura volvió a su lugar en el refrigerador, Don Luis les agradeció a todos por su paciencia y comprensión y les prometió que ese sería el comienzo de una nueva época para todos ellos con familia. Les dijo que sin duda esa sería una nueva etapa llena de nuevas experiencias y alegrías para compartir entre todos, como familia.


 Esa noche, Don Luis casi no durmió. Pensó en cada uno de los productos que descansaban en las neveras, pensó en el vino ordenado por su mujer, pensó en las cartas con letras color púrpura sobre el mostrador y hasta pensó en el ventilador que sacaría todo el calor y el olor de la carne hacia el exterior. Y luego, justo antes de por fin quedarse dormido, recordó como su madre le solía cocinar pequeñas creaciones propias que él adoraba cuando era pequeño y no había mucho dinero. Recordó su felicidad y espero que ese mismo sentimiento lo acompañase por muchos años más.

lunes, 1 de febrero de 2016

Hidden

   As the doors of the club opened, Hosni stumbled out flanked by two other guys, not one looking as lost as he was. He had to lean against a wall next to the club and just wait there. The two guys that had come out with him did not ask him if he was ok or if he wants some kind of help. Actually, they only looked at him glaringly and started talking on their phones almost immediately. His head felt very dizzy, he felt it turn and turn and not stopping but his body had no reaction further than that. He wasn’t going to vomit, so he just stayed there, looking wasted.

 The guys finally asked him if he was going with them. Hosni shook his head. He didn’t feel up to any task right now and just wanted to get home as soon as possible. As the guys left, he put his hands on the pockets of his jacket and checked everything that needed to be there was indeed there: the wallet, home keys, his socks and a candy. He even opened up the wallet to see how much money he had and realized he was obliged to walk back home, as he hadn’t enough money for a bus or the subway. And even if he had, he wasn’t in the best state to know where to walk to take any of those transportation options.

 So he started walking, at seven in the morning on a Sunday, through a neighborhood that he knew well as he had identified it as a go-to place since he had arrived in town five years ago. He remembered his excitement when seeing the order and the cleanliness and the coldness of people. It was very different from his home country, in both good and bad ways. The nice thing here is that his parents became a bit less religious and were not as tough with rules as hey had been before. The proof was that he was there, stumbling around corners at that time of day.

 Then he realized he hadn’t felt his cellphone in his jacket. He stopped right in front of a disco and people smoking outside watched as he furiously looked all over himself for the cellphone, only to find it in pocket close to the knee. He was wearing the cargo pants that his dad had felt would make a great worker, being able to carry all sorts of things everywhere. Even as he had studied to be a psychologist, his parents were still looking forward for Hosni to come to the family business, which was fixing all sorts of things, like a plumber.

 The walk was resumed, with Hosni checking out a map on the phone and rectifying his route. The small scare of not finding his cellphone had helped him being a little less wasted, he could see things little bit clearer. Yet, he wasn’t walking faster at all. He thought it would have been funny to go back to the club and make the owner or some guy turn on the lights to look for the cellphone. But then he remembered that couldn’t have been possible because electronic devices were not allowed in. He laughed stupidly, alone.

 After stumbling around for around thirty minutes, he finally got home safe and sound. It took him a while to open the main door of the building and he helped himself by holding the cellphone towards the door when opening the door of the apartment, in order not to wake up his family. He was very silent and when he got into his room he took every single piece of clothe of and just entered the cold bed stark naked, falling fast asleep in a matter of seconds.

 The following morning, the voice of his mother woke him up. She wasn’t calling for him but he could hear her in the kitchen, talking to his sister and father. They were probably having breakfast. He could smell the eggs and his stomach practically belched at the presence of the aroma. He would have wanted to eat but, again, his head was spinning. He was not wasted anymore, sleeping had taken care of most of the damage, but his head hurt and he just tried to fall asleep again but couldn’t.

 Besides, as he closed his eyes, he remembered various scenes from the previous night including many that he thought were not real. So he stayed with his eyes wide open looking at the ceiling, deciding which memories were real and which ones were fake. He knew he had a lot of beer and also some drugs, which weren’t allowed in the club but people still had them inside, when employees weren’t around and that was pretty often. The scent of the eggs felt stronger, so he got up.

 His family celebrated that he joined them and he was served a plate. Then, minutes later, he had to unfold the lie that he had been preparing since the day before. He said he had been in a friend’s house, drinking and having a small party with some of his friends that had recently arrived from his home country. All his parents could ask was what news they brought from home and how they were adapting to the city. They didn’t really care for anything else. It was his sister that asked at what time he had arrived and he had planned to lie about that too: he said he arrived around four in the morning, after helping a couple of his friends get home.

 The truth was he had arrived much later than that, even remembering seeing a bit of sunlight as he entered the building. He wasn’t asked much else, and he was thankful because remembering every single lie that he had planned before that night was difficult and made his head hurt even more. He just ate and enjoyed a time with his family and then went back to his room and tried to sleep some more but couldn’t. Again, he stared at the ceiling and just wandered about every single aspect of last night and how everyone had no idea of his real night.

 Later that Sunday, he took something for his headache and by night he was feeling better. He helped his dad around at the hardware store the family owned, as it opened every day, and just tried not to think about that night anymore. Now that he was better, he felt guilty and kind of scared that someone would be able to really now what he had been doing that night and so many other nights, because that one had not certainly being the only night he had gone out in order to be closer to what he thought was being his own real self.

 Since arriving to the city, he had been going out to places his parents had no idea he went and the thought of them knowing was enough to make the headache come back. He was afraid of the response, not only from his father but from his mother too. Even his sister’s response would be very hard to take in. He loved his family and wouldn’t want them to disappoint them or make them feel like he had betrayed them. But the fact was that he couldn’t tell any of them the truth. Because he knew how they would respond and he wasn’t ready for that yet.

 As if his thoughts had been heard in heaven, his father rolled out his prayer mat and felt in one very specific part of the store. Hosni did the same, just next to his father and prayed for a while with him. The amount of guilt that was piling up in his mind was too great and he seriously thought that his mind would explode one day. But it didn’t, because he was much stronger than he realized. After all, he had kept them out of the truth for many years and was ready to do it for many more.

 A couple of friends told him to be real, to live a more honest life and to lift that weight from his shoulders. But they didn’t understand how his family worked, how his religion and traditions really set a standard in which he didn’t fit in at all. Sometimes he had to go to his room when his parents had discussions over news in the TV that were “immoral” to them. He just couldn’t bear to hear them argue over something he felt they didn’t understand. He was just trapped between the life he had while a kid and the life he had now, after being able to go to college and have a real education.

 So, as always, for the following week, he was the Hosni everyone knew. He worked in the store and then he applied for jobs, some very far away, trying to get into the work world and into his profession, which he actually loved. He was charming with people all around him and loving with his parents and friends. He was just a young man full of dreams as anyone else, ready to take on life and just try to get the best out of it. He really wanted to be happy and thought that lying was part of that idea. It was unavoidable and he didn’t really mind.


 H was back in the club the following Saturday night. He had bought a year pass many months before so they knew him well. They gave him a token for a complimentary beverage and then he moved on the locker area, where he proceeded to strip down and only keep on his sneakers and his underwear. Then, he crossed a curtain to the bar where he drank vodka straight. Five minutes afterwards, Hosni was walking downstairs, to the dark room below, where his dreams did not live and he could be as close as he thought he could to the person he thought he was.