viernes, 27 de enero de 2017

Ama de casa

   Cuanto tuvo todo listo, Gloria contempló la mesa con orgullo. Sin embargo, no se sentía tan contenta como en otras ocasiones. Se había pasado prácticamente todo el fin de semana cocinando para su familia pero no se sentía como antes, cuando ansiaba verlos comer y saber cuales serían sus reacciones. Ahora que veía la mesa llena de fuentes y cuencos con comida, sentía un vacío extraño en su interior. Era como si algo que siempre había estado allí, de repente se hubiese esfumado.

 Apenas sus hijos y su esposo llegaron, trató de concentrarse en preguntar como les había ido buscando los últimos regalos que faltaban comprar. No estaban muy contentos. Se limitaron a decir que el centro comercial estaba lleno de gente y que casi no se podía caminar. Ella les preguntó si habían conseguido lo que faltaba pero ninguno de ellos le dijo nada más, cada uno yendo a un sitio distinto de la casa. La cena era por la noche y, al parecer, no querían ver a nadie hasta entonces.

 La gente empezó a llegar después de las siete. Fue la misma Gloria quien los recibió, después de ponerse el vestido que había comprado para la ocasión, de pelear con su marido porque él no quería vestirse de una vez y de calentar la comida que necesitaba estar a una buena temperatura. Fue recibiendo a amigos y familiares hasta que hubieron unas veinte personas en la casa. Supuse que por el ruido y las voces, sus hijos y su esposo por fin habían decido bajar a unirse a la fiesta.

La cena como tal empezó a las nueve, la idea siendo que terminarían hacia las once. Podrían entonces hacer una pausa, tal vez comer algo de postre y luego, después de medianoche, los regalos podrían ser abiertos. Había al menos uno para cada uno, Gloria había sido muy cuidadosa con ello, o al menos eso había hecho con la lista que les había dado a su esposo y a sus hijos. Quiso ir a revisar los regalos pero la gente le hablaba seguido a ella para pedir más comida o al ver que los demás no parecían tan interesados.

 La cena estuvo deliciosa. Todas las personas disfrutaron cada uno de los platillos, sin importar si eran ensaladas o algún tipo de carne. La mayoría de los invitados la felicitó por su sazón pero otros al parecer habían decidido no decir nada. A ella le gustaba pensar que se les había olvidado mencionarlo pero en su subconsciente sabía muy bien que no se trataba de eso sino de que no querían agradecerle a propósito. Trataba de no pensar en ello pero a cada rato veía algo que le indicaba que a ellos, a sus hijos y a su esposo, no les importaba mucho nada de lo que ella hiciera.

 A la hora de los regalos, la mujer casi pasa un momento de vergüenza pues uno de los niños pequeños de una familiar casi se queda sin regalo. Al parecer no le habían comprado el juguete para bebé que ella había puesto en la lista. No habiendo otra opción, se hizo la que iba al baño y entonces fue a uno de los armarios donde guardaban cosas viejas y encontró un peluche que su hijo ya no usaba. Se lo dio al bebé sin dudarlo y así pudo evitar un problema o eso creyó ella.

 Cuando fue momento de despedirse, su hijo mayor hizo un escandalo a propósito del peluche. Fue tan exagerado, que le ordenó que se fuera a su cuarto, lo que causó una airada pelea con su marido frente a los invitados que quedaban. Él había bebido demasiado y parecía estar buscando pelea, como si en verdad quisiera enfrentarse a alguien. Ella manejó primero lo de los invitados que quedaban, acompañándolos a la puerta y disculpándose en nombre de su esposo.

 Después de dejar la cocina limpia y ordenada, aprovechando así un momento lejos de su borracho marido y de sus hijos, Gloria volvió a su habitación para encontrar que su esposo se había quedado dormido encima de la cama, sin quitarse la ropa. En otro tiempo ella le habría quitado todo, puesto la pijama y acostado correctamente, pero esa noche simplemente no tenía ganas de hacer nada de eso. Estaba muy cansada y de más de una manera. Esta vez, las cosas tendrían que quedarse como eran.

 Se acostó como pudo al lado del cuerpo inerte de su esposo y, menos mal, pudo quedarse dormida casi al instante. Al fin y al cabo estaba cansada de todo su trabajo del día. Empezó a tener un raro sueño con un insecto gigante cuando se despertó de repente en la mitad de la madrugada. Parecía que iba a amanecer pronto. Su esposo al parecer se había ido a la sala y tenía puesta música a todo volumen. Ella estaba tan cansada que solo se puso de pie para cerrar bien la puerta de su cuarto y tomar unos tapones de oídos de su mesa de noche.

 No volvió a soñar con el insecto pero sí tuvo otro tipo de pesadilla, de esas que parecen repetirse una y otra y otra vez y no dejan que la persona se libere de ella. Cuando despertó, estaba visiblemente cansada, no sentía que hubiese descansado nada. Se levantó sin embargo para hacerle el desayuno a su familia pero ninguno de ellos estaba despierto. Su marido, de hecho, ni siquiera estaba en la casa. La sala estaba desierta. Decidió que no se iba a preocupar y se puso, de nuevo, a cocinar. Sus hijos, como siempre, se sentaron a la mesa sin decirle nada, ni siquiera un “Hola”.

La Navidad pasó y también el Año Nuevo. La vida para Gloria seguía como siempre, sin cambios demasiado pronunciados pero con ese gusto extraño que seguía insistente en su boca y en su mente. Cada día sentía con más fuerza que había algo que no cuadraba para nada. Era como si algo faltara pero podía ser también que había algo de más en su vida. Era muy difícil saber que era lo que le pasaba, por lo que fue a un psicólogo pero eso solo fue una manera de tirar el dinero.

 Intentó tener relaciones sexuales con su marido, haber si lo que le hacía falta era eso pero fue más complicado llevarlo a cabo que pensarlo. Su marido no parecía tener el mínimo interés y ella se dio cuenta entonces de dos cosas: lo primero era que ella tampoco tenía ganas de acostarse con él. Lo segundo era que así no era como había sido en el pasado. Antes no había tenido que rogar para que su esposo la tocara y eso era algo que, así no quisiera, no le gustaba para nada.

 Intentó ver si era que necesitaba mantenerse ocupada pero tenía tanto que hacer en la casa que estuvo segura en poco tiempo que esa no era la razón. Se la pasaba limpiando y cocinando, haciendo cosas para los niños y para su marido, yendo de un lugar a otro, haciéndoles comprar y recibiendo a cambio respuestas frías o desproporcionadas, como si ella adivinara que por alguna razón a su hijo ya no le gustaba nada el amarillo y que a su marido nunca le había gustado su carne al horno.

 Un día, se encontró desviándose de su ruta normal al supermercado para ir a un parque lejano que no conocía bien. Paró antes de llegar para comprar algo en una tienda. Llevó la bolsita que le dieron al parque y allí la abrió mientras miraba a la gente y a la naturaleza. Se había comprado un galón de helado para ella sola y también una botella pequeña de tequila. No sabía porqué pero eso era lo que había hecho y le parecía lo más natural del mundo. No tenía deseos de volver a casa y solo quería quedarse allí por un largo rato más, disfrutando del momento.


 Cuando llegó el atardecer, Gloria se dio cuenta de la hora y regresó a su hogar sin demora. Apenas abrió la puerta, recibió un regaño de su marido por no recordarle una reunión del colegio de los niños y estos se quejaban de nuevo por alguna otra cosa. Gloria, ya sin reacción aparente, subió las escaleras, y con toda la calma del mundo, metió la mayoría de su ropa en una gran maleta y luego la bajó, sin que ellos se dieran cuenta, al automóvil. Estaban tan ocupados ignorándola, que no vieron cuando subió al coche y se alejó de sus vidas para siempre.

miércoles, 25 de enero de 2017

Afraid of them

   Each one of them had to be eliminated. There was no point in trying to argue this logic. The fact remained that all of them had been witnessed of something they shouldn’t have and they needed to be killed before they could say a word to anyone. Lucas did a very thorough list where he wrote the name of each person that had seen him move that object with his mind. Every single one of them had to be destroyed unless he considered them to be harmless with that knowledge.

 Actually, he did consider that for a while. After all, it wasn’t like he knew them all personally. All of the opposite, he couldn’t care less about who they were and he did try to convince himself that none of them had seen absolutely anything on that night. But then, someone was stupid enough to tell someone else, maybe as a funny story, and Lucas had to take care of it before it couldn’t expand beyond those two people. His watchful eye had been right then and he concluded it should be a definite answer.

 But, as he planned everything, he thought that probably every single one of those people didn’t really know what they had seen. Maybe they were confused and had decided to deny it or even rejected what their eyes had brought to them because their beliefs did not match any of what was happening with that unique moment in time. It was possible that people weren’t as bad and terrible as he thought they were. But then someone spoke about it and then someone else did and he realized what he had to do.

 A total of one hundred and fifty three people would have to be killed. That was the amount of people that had seen the large explosion he had caused very high in the atmosphere. He had caused that by pushing a bomb that was going to detonate, destroying a whole town. His reaction was to use his mind to push the object as high as he could. That way, the bomb would go off but harming no one. His effort almost caused him to faint but he bomb successfully detonated away from town.

 The problem was that, during that night, the monthly fair of the small town was taking place and, at least, a thousand people were there, eating and enjoying many rides and games. So was he and it was just after winning a plushy on a booth that he discovered the plans of a mad man and had only second to propel the bomb up into the night sky and hope his plan worked. That was why so people had seen his feat and that’s why know he needed to eliminate them all, as they couldn’t be allowed to know what he did, least of all tell anyone else about it.

 For many weeks, he decided to listen to every single person he remembered in the fair. The good thing was that he had a photographic memory and he was able to a complete list of people that had seen the explosion high up in the sky. After that, he followed every single one of them and checked on their lives to see if they had spoken about him at all. This they didn’t know, but he had very good hearing, able to hear a person speaking from many kilometers away, which he used to his advantage.

 He would spend hours hearing what a family talked about during and after dinner. Lucas did that in order to convince himself that maybe some of the people would be able to keep their mouths shut, for the good of the future and because they were afraid to say something out loud that seemed a little bit too crazy. However, that first family finally talked about it almost a week after it had happened. There was no choice in Lucas’s mind. So he entered the house at night and killed them with care.

 The idea was that he didn’t want the police or anyone else to think that someone had silenced those people. Instead, he wanted them to believe that all of these people had died of natural causes. Of course, after the first few, imagination would begin to be much more difficult to harness. But, thankfully, not much of it was needed because no one questioned the first deaths. It was all seen as a coincidence or as tragic ending stories for very happy and, sometimes, very sad stories.

 When he wasn’t doing what he was doing, he punished himself physically for what he did. He did so because it was obvious that he wasn’t killing criminals but all of the other people instead, the good ones, the ones that had families, and something they loved doing and lives that shouldn’t be disruptive of someone who wasn’t able to find another solution for an immediate answer. Lucas blamed himself for not having been able to handle things in a different way, for having to kill.

 Yet, he couldn’t change his plans now that he has started to execute. It wouldn’t make any sense to ignore them and let oust him as what he was. They couldn’t understand what was happening and what had been happening to him since when he was a teenager. Although he had received training, Lucas had never been able to master the complete arts of mind control and everything that had any connection to it. People wouldn’t understand that having those abilities was more of a curse than a blessing. And he couldn’t explain carefully to anyone, it would take much too long.

 Two weeks after his initial decision, only forty-two of the former group was still live. He had killed most of them during their sleep so they could be able to avoid pain and everything related to it. Lucas hated himself every single time he had to do it and would have loved to have a second opinion but there was no one there except him and his plan. He couldn’t be stopped and he honestly regretted that because a good person always wants to be stopped when they do something for the greater good.

 More often than not, the greater good is a way to shield oneself from criticism and understanding. He would have loved all those little children and the adults to understand that he didn’t want to hurt them but that he knew very well, after hearing all of them, that most would like to have his abilities or at least be able to see them in action once more. Once they had seen something so strange, they really wanted to see it again and again, until time came that it made no sense or they decided to be afraid.

 And fear was his number one enemy. Many of them had already planned to speak loud and clear about what they had seen and whom they had seen doing it. Although they felt a little bit of envy, fear was the key in making them move against what had fascinated them at the start. All of those he killed first were that kind of people, thinking they were doing this country a great service by pushing a fellow human into the pool of hungry sharks that was the military or even worse.

No, his powers had to die with him and that was it. He completed his mission almost a year after he had decided that was the only solution. There was no one to recognize that but at least he was in peace, or something close to that, at last. He also decided to never use his powers again, even at home where no one could actually see him. His short run as a powerful man was over. Lucas had so many other things to be worried about and he was glad everything now was on the past.


 But that never actually happened because the death of all those people was on his hands. It doesn’t matter what this intentions were back then, he had killed all of those people in order to protect himself. Every single day, he had to be convinced that what he did was the only choice. But then, months after finishing, a voice appeared in the back of his head and it told him something that he wasn’t expecting: an alternative. His own brain wanted to explain to Lucas how things could have been so different. But at the end of the day, he had to live with what he had learned.

lunes, 23 de enero de 2017

Remoto

   Los bordes de las ventanas estaban cubiertos de escarcha. La noche había sido muy fría y todo parecía indicar que el resto del mes iba a ser exactamente igual. Alrededor de la pequeña casita, ubicada en un claro de bosque, había un sinfín de charcos, grandes y pequeños, que habían formado lodazales que hacían casi imposible el ingreso o salida de la casa. Ciertamente era un lugar remoto y nadie nunca se habían molestado en arreglar uno o dos detalles que hacía falta atender.

 Adentro, el único hombre con vida en varios kilómetros estaba calentando agua en una tetera vieja, bastante golpeada, que parecía haber sido sacada directamente de un museo. El hombre se calentaba las manos con el fuego que bailaba debajo de la tetera, mirándolo fijamente, como si se fuera a escapar en cualquier momento. Tan distraído estaba que demoró en reaccionar cuando la tetera empezó a pitar. No era algo bueno, pues se debían evitar los sonidos fuertes.

 Vertió el contenido de la tetera en una taza igual de vieja y trajinada que la tetera y sopló repetidas veces hasta que se atrevió a tomar. Se quemó la lengua por no saber esperar. Sostuvo la taza con las manos cubiertas por guantes y, mientras esperaba a que se enfriase, miró a su alrededor como si fuera la primera vez que se fijaba en lo que había dentro de la pequeña cabaña. Se la sabía de memoria pero le gustaba jugar a ver si había algo, algún detalle que se le hubiese escapado.

 Era solo una habitación: en una de las esquinas estaba la cama y una mesita de noche con tres cajones. Al lado de la mesita había una armario viejo y ese ocupaba el resto de la pared. La cocina, o más bien la única hornilla que tenía, estaba en la pared opuesta, junto a una pequeña mesa y dos sillas. En una de las esquina de ese lado había una nevera pequeña, de esas de hotel, conectada a la única toma eléctrica del lugar. La puerta de la casa estaba en uno de las paredes más largas. De resto, no había casi nada.

 Eso sí, había muchas cobijas y abrigos hechos de pieles de animales. Él no los había cazado ni nada por el estilo pero seguramente el dueño anterior había utilizado la cabaña como base para su afición a la cacería. Las pieles parecían ser de animales varios pero el hombre jamás había querido averiguar más allá de la cuenta porque no estaba de acuerdo con eso de matar animales por su piel. Aunque, ahora que estaba donde estaba, no podía evitar encontrar la razón en esas acciones. Si no tuviera esas pieles, estaría congelado y muerto en vida en aquel lugar perdido.

 En cuanto a cazar, lo hacía todos los días. Trataba de no pensarlo mucho o sino el estomago se le revolvía y eso siempre era un problema aún mayor pues no tenía manera de comprar medicamentos y las plantas que había por la zona poco o nada ayudaban a los sistemas internos del ser humano. Debía comer lo que había y no pensar en su vida anterior que ahora estaba muy lejos de él. Ahora debía comerse lo que encontrara, como lo encontrara, fuese una ardilla o algo más grande.

 A veces encontraba hongos y sabía que serían más abundantes en la primavera, pero todavía faltaban un par de meses para eso. Él había llegado hacía solo un par de meses, durante el otoño, así que no había experimentado nada diferente al frío y la nieve en ese lugar. Siempre que lo pensaba parecía que había estado allí desde hacía mucho más tiempo. Se sentía como una eternidad y sus recuerdos eran como sumergirse en un lago oscuro que ya no es posible reconocer.

 La cabaña, lo quisiera o no, era ahora su hogar. Lo que había tenido antes ya no existía o al menos no debía existir para él. Había tomado la decisión de perderse en el bosque y no podía ya echarse para atrás, era muy tarde para arrepentirse. En todo caso sabía que era lo mejor pues nada en el mundo era para él. Lo había tenido que aprender casi a los golpes pero por fin había comprendido que no todo es para todos, que no todos somos iguales y que algunos deben tomar rutas alternas en la vida.

 Apenas terminó el té, lavó la taza en un cuenco de plástico enorme lleno de agua. Luego abrió el armario y, de la parte baja, tomó una ballesta algo rudimentaria y un carcaj con unas pocas flechas que él mismo había podido tallar a partir de algunos leños que había fuera de la cabaña. Por la tormenta reciente, los maderos debían estar congelados e incluso cubiertos hasta arriba de esa mugrosa mezcla entre nieve y barro. Prefería no pensar si llegase a necesitar esa madera.

 La calefacción que usaba era la hornilla que mantenía prendida todo el tiempo, a excepción de cuando salía a cazar. El gas que alimentaba el fuego llegaba de alguna parte, pero jamás le preguntó a la persona que le brindó ese refugio de donde salía el gas. Solo lo usaba y listo. Cuando la hornilla fallara, y algún día lo haría, sería el día de hacer hogueras y depender de la madera pero ojalá pudiera pasar el invierno sin  que eso pasara. Salió de la casa pensando en ello y se internó rápidamente en el bosque, caminando torpemente pero sin detenerse.

 Caminó por una media hora. El bosque se hizo más agreste a su alrededor e incluso más blanco. La nieve parecía haber congelado todo el paisaje y eso no era nada bueno pues los animales debían estar resguardados, lo que hacía casi imposible la casa. Empezó a caminar más y más despacio hasta que llegó a otro claro, parecido al de su cabaña, pero ocupado casi en su totalidad por un lago que parecía estar hecho de metal, pues estaba congelado. Puso un pie y empujó. Todavía no había congelado por completo.

 La grieta que se formó al él apretar se fue agrandando, hasta que apareció un hueco en la superficie del lago, tras el cual se podía ver el agua fría que había debajo de la capa de hielo. Se quedó mirando ese agujero por varios minutos hasta que se fijó que el tiempo pasaba y no podía demorarse demasiado fuera de la cabaña. Bordeó el lago hasta llegar al otro lado y allí se metió en el bosque de nuevo, mirando hacia arriba con atención. Cuidaba cada paso, para no asustar a presas potenciales.

 Al sentir un movimiento, alzó la ballesta y disparó. Al instante hubo un ruido y algo cayó de un árbol. Era un hermoso ejemplar de faisán, que por alguna razón, estaba en ese bosque. Peor para él. Le sacó la flecha que tenía atravesada, lo cogió de las patas y volvió caminando a la cabaña a paso firme, justo antes de que el sol bajara y se ocultara detrás de los altos árboles que formaban el espeso bosque en el que vivía aquel hombre cazador, misterioso y solitario.

 El faisán entero fue su cena. Lo hizo en una sartén después de desplumarlo y quitarles las partes que no se comían. Al final de todo, no era mucho animal el que había para comer, pero era suficiente para sobrevivir una nueva noche. Esas eran sus jornadas ahora: desayunar, pensar, cazar, preparar y comer. Todo culminaba con un él metiéndose en la cama que tenía, sin quitarse ni una sola prenda de ropa, donde se quedaba dormido después de varias horas de mirar al techo y escuchar el bosque.


 La hornilla se contoneaba cerca de él y muchas veces las sombras que se formaban a su alrededor hacían que el hombre recordara algunos pasajes de su vida anterior, de una vida que francamente ya no parecía la suya. Era como si recordara una película que había visto muchos años, solo que eran escenas que casi nunca se ven en las películas. Lo que más recordaba era a su padre y a su madre, a sus hermanos también. Pero a nadie más. El resto de personas siempre parecían, en los recuerdos y en los sueños, como sombras y nada más. Después de un tiempo trataba de ignorar todo eso y simplemente dormir. Recordar ya no servía para nada.

viernes, 20 de enero de 2017

Interview

   That elevator ride fell as if it was going to last forever. I don’t really know if it stopped in every single floor but it really did seem to. My hands and my legs kept shaking and I was failing miserably in trying to control them. I was very nervous. I also kept cleaning the sweat off my hand with my pants, which wasn’t the best idea to have when going to an interview. At one point, I felt I was going to faint. The people there with me seemed completely oblivious to my personal struggle.

 When I finally got to my floor, after every other was gone, my legs seemed to be unwilling to help me anymore. Only a few step away from the elevator, I felt I couldn’t walk anymore My feet actually hurt and trying to move my body was very challenging. I have no idea how, but somehow I got myself to the reception, which was very close by. A woman heard my name and told me to wait in a seating area. Around me, other people were also waiting, all younger than me.

 I felt as if I wanted to run away from that place. When I checked every single face in that room, I realized I was way over my head. I had come thee looking for a job but these people were clearly much better for it than me. I even bet that some of them had much more experience than I and had even already worked somewhere else before. Their resume was quite possibly a long list of names, which they could put in there as a reference, from a clothing store to a big multinational company.

 I had my resume in folder I had brought and I instinctively wanted to check if I had put everything that was worth written on it but then remembered there wasn’t that much to tell, so I refrained from looking at it and instead tried to force my eyes to focus on the window that was very close by. It wasn’t easy to look out through it but it was much better to stare and try to imagine and quieter world than attempting to breathe normally with the typical methods that had never had a any real results. Looking through the window was my way to escape.

 I needed to do it if I wanted to keep breathing. The only way to make myself relax was to imagine a wide array of situations that could happen inside that waiting room or outside of it. It didn’t really matter. The point was that t all had to be happening around me, so the false memory, the invention, was all about making me feel like someone I wasn’t, at least for some time until I realized I was being childish and I needed to breathe a little and just move on. The thing was that it wasn’t always as easy as it sounds.

 Suddenly, the woman called my name. She told me to go through a door and then walk down an aisle to another door marked “Human resources”. My interview would be taking place in that office. Before leaving the waiting room, I had a brief eye contact with another guy waiting there and I have to say the only thing I could see n his eyes was fear. He seemed really terrified somehow and I kept thinking about him even after the interview was over, many hours later.

 I walked slowly towards the office and when I finally got there, no one was waiting for me. The place was empty so I had to check if I was in the right place. I was. The best thing to do was to wait outside, by the door. The person that was going to do the interview had to be very close by, so there was nothing to worry. However, I was shaking so much that my teeth started to make a very annoying noise that I had to try really hard to suppress. This was definitely not my element.

 The person finally got there and it was a woman. I was a little bit disappointed because I thought a man was going to ask me the questions. I’m not saying one is better than the other in the workplace but it is a fact that men are typically less harsh in interviews, unless you get a guy that had more in common with a buffalo than with an actual human male. But whatever, anything can happen so I just sat down, as she did on the other side of the table. The room seemed to have gone smaller.

 There was also a very particular scent but I couldn’t really point at what it was. She was really trying to be very nice and that was good because I felt my hands shaking much less than before. However, she started talking about work and about many things I had no idea about. She kept talking and talking and I just nodded at some of her comments and then answer some questions she threw from time to time. It was kind of hard to follow what she was saying but I did my best to do so.

 At one point, she stopped short and offered me a beverage. My bladder was full because of how nervous I was so it wasn’t an option to start drinking water or whatever she offered. The other reason I refused was because my throat felt closed to anything trying to go in. Every time I spoke, I had to clear my throat because it felt as if I was waking around the Sahara desert. She clearly noticed something about me but didn’t comment on it and I was very grateful she decided not to ask. My feet kept moving and my hands kept sweating profusely.

 She then asked me for my resume and I handed it to her. She looked through it for a couple of seconds and then put it on a huge pile I had neglected to see. At least some fifty other resumes had to be there, waiting for something that would probably never happen. She talked to me then and I feel like she said some important things but I wasn’t listening at all. The sight of that pile made me realized that I was fooling myself, that everyone was fooling themselves with this charade.

 I had no idea why I did it. I had never done anything remotely similar. I would normally just wait until the person was finished to say something, if I did because most of the time I was just a zombie that shook hands and maybe cracked a smile in order not to look like a complete mental patient. My mouth would normally be too dry to say a word and my body too shaky to keep making that moment go longer. So that was one of the few times I really surprised myself.

 My voice cut her off; making her stop her speech about something I have no idea. I noticed too that my body had made me stand up, which I even didn’t realize. Slowly, I grabbed my resume from the top of the pile and told the woman I was very grateful for the opportunity but that I knew that I had no real chance of getting such a job. I was highly overqualified in the academics side of it but grossly under qualified as experience is concerned. So my chances were pretty slim.

 I told her I knew of those kids outside would be getting it because it was just easier to make them do whatever the company needed and they could even pay them less because they were just beginning, even if they had worked for ten years already. Age was one of those things that companies used at will in order to grant or deny benefits around the workers. I knew that’s how it worked, even if I had never been paid to do anything in any company, anywhere to be perfectly honest.


 The woman had her mouth open and I thought of shaking her hand but I was shaking so much already and my hand was so sweaty that I refrained myself from doing it. I excused myself and left the room, almost running back to the elevator, which filled up once again and seemed to take years to get to the ground floor. My resume escaped my hands, falling to the floor. I felt a bit dizzy, probably hungry already. As soon as the elevator got to its destination, I ran outside, to the sun and the air and the freedom of a world that didn’t needed me to keep moving.