lunes, 6 de marzo de 2017

Sangre tibia

   De pronto sentí la mano tibia y fue cuando me di cuenta de que estaba sobre un charco de sangre. Y entonces vi lo que había hecho y todo el color que tenía en mi rostro se fue de golpe. No podía gritar ni moverme. Era tan horrible, que no podía dejar de mirar y, al mismo tiempo, no podía mover la cabeza. Yo había hecho eso. No había manera de echar el tiempo para atrás ni de disculparme. Estábamos ya mucho más allá de todo eso. Cuando por fin pude moverme, me retiré con un sonido extraño  y las manos cubiertas de sangre oscura y espesa.

 Salí de esa habitación dando tumbos, golpeándome con la puerta y luego con muebles que había afuera. Me sentía mareado. Sentí ganas de vomitar pero me contuve justo a tiempo. No quería hacerle a nadie más fácil el hecho de encontrarme. Podía sonar tonto pero estaba al mismo tiempo muy consciente de lo que había ocurrido pero también aturdido y atontado. Como pude, llegué hasta la puerta de la casa, que seguía abierta, y salí a la entrada de la casa donde había dos vehículos.

 En uno de ellos había llegado yo, el otro era de él. Siento que me quedé mirándolos por un largo tiempo hasta que me decidí por el coche de él. Tuve que devolverme a la casa, a una mesita pequeña, donde siempre dejaba él las llaves del automóvil. Las apreté en mi mano y salí de nuevo de la casa corriendo, como sin querer ver nada de ese lugar nunca más. Entré en el vehículo con rapidez y tomé bastante aire antes de prenderlo y salir por la puerta automática.

 Minutos después, iba por la autopista sin un destino fijo. No iba a la ciudad, a casa, puesto que sería una estupidez ir hacia allá. Podía ser que ya supieran quién era por alguna razón y sería mejor no hacerle el trabajo demasiado fácil. Sabía que lo había hecho estaba mal pero no quería afrontar las consecuencias de manera tan rápida. Necesitaba un tiempo para poner las cosas en orden, saber qué era lo que quería hacer y como. Debía de asimilar la posibilidad de ir a la cárcel.

 Se hizo de noche pronto pero seguí hacia delante hasta que el automóvil se quedó sin gasolina. Tuve que detenerme en la gasolinera más solitaria en el mundo, donde solo había un dependiente con cara de aburrido que no pareció ver mi ropa manchada de sangre. Me había limpiado las manos dentro del auto antes de salir pero el trabajo no había sido muy bueno. Apenas pagué la gasolina, seguí mi camino hacia un lugar que no conocía y en el que no sabía lo que se supone que debía hacer.

 Me tuve que detener una vez más cuando tuve ganas de ir al baño. No tenía sueño ni nada por el estilo pero sí ganas de orinar. Me detuve en un restaurante de carretera, igual de solitario que la gasolinera. Me lavé como pude la sangre y quise quitarme la ropa manchada pero no había con que cambiarla. Debía ir a algún lado a comprar algo de ropa para estar limpio. Eventualmente, también debía detenerme en algún lado a descansar pues no sería buena idea conducir sin haber dormido.

 Creo que fueron dos horas más por la carretera, cubierta de oscuridad y de estrellas bien arriba. Hasta que por fin, encontré un lugar para pasar la noche. Era obvio que era uno de esos hoteles para camioneros, pero el punto era descansar un poco y poderme hablar, así no me pudiese cambiar de ropa. Me dieron la habitación más pequeña. Aproveché para ducharme y luego traté de dormir pero no podía cerrar los ojos. La imagen de su cuerpo tirado en el piso me acosaba.

 Solo dormí unas cuantas horas, durante las que me desperté en un sinfín de ocasiones, hasta que decidí arrancar para aprovechar el día. No tenía ni idea adonde iría pero el clima ya había cambiado pues me acercaba cada vez más al océano, donde no tendría más lugar para donde huir. Y no tenía pasaporte ni nada por el estilo si es que me daba en algún momento por salir huyendo del país, pero puede que eso fuera la idea más tonta del mundo pues siempre cogían así a la gente en las películas.

 Lastimosamente, no estaba en una película, era la realidad. Y en la realidad a la gente le importaba mucho si uno mataba o no a otro ser humano y las razones para hacerlo nunca eran una justificación para nada. Además, pensaba, nadie más debe saber las razones de nuestro enfrentamiento y de porqué de su gemelo desenlace. Eso es algo que me concierne a mi y al pobre que ya está muerto, a nadie más. En todo caso sería muy difícil de explicar y mi cabeza no estaba para eso.

 Entré a un pueblo pequeño y busque una tienda donde pudiese comprar ropa. Menos mal todavía llevaba mi billetera en el pantalón y tenía un solo documento de identidad que podría servirme de algo o, al revés, servir para saber donde estoy. Pero no quería preocuparme por eso, primero lo primero. Como ya sentía más calor, decidí comprar una bermuda, una camiseta como de playa y unas sandalias de color amarillo. Después de pagar, pedí permiso para cambiarme dentro de la tienda. Al salir, tiré la ropa manchada en un bote de basura grande.

 Seguí conduciendo por varias horas más hasta que las plantas que crecían a un lado y al otro de la carretera empezaron a cambiar de nuevo. Ahora había plantas de banano y palmeras de todos los tipos. Estaba en clima cálido y el mar estaba cada vez más cerca. Mientras me acercaba a él, quise tener un plan de lo que iba a hacer ahora en adelante, pero la verdad era que mi cerebro no podía concebir nada como eso. Incluso me pasó la idea de entregarme, pero eso era muy ridículo.

 Ellos debían encontrarme y punto, no iba a pensar nada más sobre eso. Debían de esforzarse y juntar las piezas del rompecabezas. El automóvil que había dejado en la casa de él no era mío pero no sería difícil conectar los puntos. Y al estar tan mareado al salir, puede que mis huellas hubiesen quedado por todo el lugar, lo que cerraría el caso en un abrir y cerrar de ojos. El punto era que no fuese todo tan fácil pues estaba seguro de no estar listo para la cárcel, no por el momento.

 Al llegar a un intercambiador, decidí seguir la costa hasta una ciudad de tamaño medio, famosa por su dedicación al turismo y al cuidado de un parque nacional que estaba muy cerca. Conduje por un par de horas más hasta que llegué a la ciudad. Lo primero era deshacerme del vehículo y luego tendría dinero suficiente para establecerme en algún sitio, comer y tratar de descansar para esperar por un nuevo día que podía ser igual de malo que el que estaba viviendo.

 Me quedé en un hotel unos tres días hasta que conseguí un empleo como guardabosques en el parque nacional. Ellos contrataban a cualquiera que estuviera dispuesto a hacerlo y proporcionaban una pequeña cabaña en la cual vivir. Desde el primero momento adentro, supe que eso era lo que debía hacer en este momento de mi vida. He arreglado la casita lo mejor posible, con pequeños detalles tontos que he comprado por ahí. El carro lo vendí al poco tiempo de mudarme y ese dinero ha sido de gran utilidad.

 No solo me ha servido para sobrevivir sino que vivo una vida bastante confortable al borde de la civilización, dando paso a eco turistas que quieren ir a tomar fotos de animales o solo quieren penetrar en un bosque cerca del mar, entre este y la montaña. A veces hago de guía.


 Pero lo principal es que sigo esperando. Sigo esperando con paciencia el día en que vengan por mi, me lean mis derechos y me digan cuales son los cargos de los que me acusan. Estoy esperando ser juzgado y condenado para siempre. Estoy queriendo verlo pronto.

viernes, 3 de marzo de 2017

Cold town

   It started very early one morning, as everyone in town was sleeping. It was very unusual but every single person was asleep and didn’t see the clouds forming in the darkness and the first tiny rocks of hail fall from the sky. What awoke most of them, hours later, was the sound of thousands of little balls of ice falling from the sky and hitting their windows and roofs with a certain insistence. Only some dared to go outside and check on their belongings like cars and such. It wasn’t safe.

 The white curtain created by the downpour looked almost solid at one moment. Everyone was fascinated by it, mainly because they had never really seen hail or anything similar to ice falling from the sky. The small town was located in a warm area, not that far from the sea. So the occurrence of a hailstorm was extremely rare and certainly very special for everyone there. Every social gathering was canceled and every family had to stay home, without studying or working.

 This resulted in very interesting conversations between members of families. People that didn’t really have a great relationship started speaking about something that they thought was interesting and harmless in a way too. They hall had theories as to why they had been hit by a hailstorm but the most people popular theory was that there was a cold front that came rushing in from the south and it collided with the very warm weather of their valley and then created the hail.

 The point was that everyone now was talking, every house in town had member that were now sharing thoughts and, after a few hours, those theories did not have a limit: some people found it easier then to explain to their children how babies came into the world and children would understand very fast. Other families discussed things they had left buried and unspoken and suddenly they were all solving problems that had been harassing them for years.

 It was difficult to explain. Some blamed the actual hail, others the temperature and others the fact that people had been made to stay in the same rooms and houses as their families, making them talk to each other. But they could have stayed as before, not speaking and having secrets from one another. There was something, some kind of special mood that made the families share what they had been ignoring on purpose for so long. Of course, not every scene in town was of love and beauty. Some were harsh as the truth is not always the prettiest of situations.

 But they talked and that was advancement. In a town were many fathers refused to hug and kiss their sons, it was a huge progress that they had started doing that, as the storm grew stronger towards the afternoon. Many years later, some elders said the water contained in the fallen hail had formerly been holy water from a special source. Others said a native shaman had enchanted the pieces of ice with a spell to make people truthful. They all had different and imaginative answers.

 It appeared to be that people were afraid to say they had feelings and that they had acknowledged that for a moment. Because after the storm, everything returned to normal and it made the situation in town much harder than usual. It was the reason for many of the younger people to leave that region and look for a better place for them. They had tasted a bit of something they had loved and now they wanted their lives to be exactly like that all the time, filled with love and not secrets.

 The elders and most of the parents returned to their old ways of not talking to their children and keeping all of who they were deep into themselves. Inside, they feared that they may have gone too overboard with their display of feelings but no one really thought it was like that. Everyone agreed that being open was the best option for all but they all thought this in secret. They did not dare to change what they had been doing for so long, even after the so-called magic in the hail.

 All the inhabitants that had been born over thirty years ago had develop something like a shell around them. They all had it and it was because during their times as children and teenagers, the exposure of feelings and displays of affection were deemed a weakness and something real men wouldn’t do. As for women, it was something one could expect from them but it should never be discussed or addressed in any way. In that part of the world, people had been raised to be like that.

 Young people had also been raised like that but it was the hailstorm that awoke something in them. It made them realize that things didn’t have to be as they had always been. Maybe there could be a little bit more honesty or love in the world. With the memories of everything said and done during the hailstorm, they decided to leave their homes as soon as they were able to and made a promise to always look for a truthful life, never falling back to the old ways of their families and ancestors. That’s why they all left, leaving that small town to die slowly.

 The ones that stayed there died in the following years, at a faster rate than normal. People from other regions came to investigate, as the mortality rate had accelerated in a fantastic manner. Some believed it had to do with a mysterious disease or something like that but no disease was ever found among the dead. Yet, for some reason, every inhabitant of that town was dying much younger than normal and out of nowhere, without any symptoms prior to their untimely death.

 Every day someone died and only one baby was born in the span of six months. Those rare babies would also day after a couple of days. Some people left town during those times but they weren’t many, just scared of death. Maybe that had made them decided they were maybe better off somewhere else. But that was a very rare decision to make, as most people stayed in town to die. Some days one, some other days up to five people would die. All in peace, not violently.

 They were no memorial services, not for any of the dead. They were just buried in the graveyard, and that was it. Life continued after that but in melancholic manner, as if it was slowly giving up on everything that had a beating heart. Investigators looking into the deaths reported in town, were driven away not long after by the sadness and depressing vibes that place had for people that did have warm blood running through their bodies, making them alive.

 The thing was that, all of the people there, the ones that had stayed, were not alive anymore, not like a normal human being. They had been dead inside for quite some time, way before the day the hailstorm hit them with its mysterious aura. It wasn’t anyone’s fault but theirs that they were cold and emotionless. They had decided to be like that, blaming their parents and their beliefs. They decided to accept the world as it was, instead of trying to leave their personal mark in it.


 A couple of years later, every single inhabitant of that town was dead. The graveyard came to be one of the largest in that country and only curious eyes would visit it. Family would not come and friends had never existed. Their houses slowly crumbled to pieces and in a couple of decades, no one even remembered such a place ever existed. And no one ever tried to rebuilt or anything like that. It was a done deal.

miércoles, 1 de marzo de 2017

La misión

   Al guardar las cosas en mi mochila, vi de nuevo su camiseta y decidí ponérmela para el gran día. Me quité la que tenía puesta, me puse la otra y doblé la que no iba a usar lo más rápido que pude. En la mochila solo me cabían unas cuatro camisetas, un par de pantalones, tres pares de medias, mis sandalias, cuatro pares de calzoncillos y otro par de objetos que tenía que llevar para todos lados. Usaba los mismos zapatos deportivos todos los días. Alguna vez tendría que lavarlos.

 Pero no sería ese día, no sería pronto. Tenía que mantenerme en movimiento si quería llegar algún día a mi destino. Me dirigí a la recepción del hotel, entregué la llave de mi habitación y dejé atrás el edificio, después de dejar todo en orden. Lo siguiente por hacer era conseguir transporte para la siguiente gran ciudad y para eso haría falta dinero. Así que antes que nada debía pasar por un cajero electrónico para sacar un poco de dinero, lo suficiente para sobrevivir unos días pero no demasiados.

 Caminé algunas calles hasta que llegué a un cajero que no quedaba sobre la calle sino que era de esos que quedan dentro de un cuarto aislado. Los prefería pues no quería que nadie me viera con una tarjeta que no era mía. Técnicamente no era robada pero tampoco era mía, así que lo mejor era evitar preguntas o momentos incomodos. Entré en el cajero e hice todo lo que había que hacer, lo que había hecho durante los últimos dos meses. Pero esta vez hubo un cambio: el retiro no se efectuó.

 En la pantalla apareció un aviso que pronto desapareció. No lo pude leer completo pero, al parecer, la tarjeta había sido bloqueada. Esperaba que algo así sucediera en algún momento pero ciertamente ese no era el mejor para que eso sucediera. En verdad no tenía nada de dinero, solo un billete que había reservado para comprar algo de comer, lo del día y nada más. Salí del cajero, pues había recordado las cámaras de seguridad, y empecé a caminar sin pensar mucho.

 No tenía dinero para el autobús que necesitaba abordar. Y no había una sola moneda en mi cuenta personal. Allí hacía mucho tiempo que no había un solo centavo, así que no era una opción. La cuenta de la tarjeta que utilizaba era la de Marco y sabía muy bien que solo una persona podía haberla bloqueado: su madre. Era lo obvio después de lo que había sucedido. Me arrepentí de no haber sacado todo el dinero antes de irme, para así no tener que preocuparme, pero él mismo me lo había desaconsejado. Porque todo esto era idea de él. Pero ya no estaba para solucionarme los problemas.

 Decidí concentrarme en lo urgente: pagar el billete de autobús. Decidí ir a la estación de buses y allí averiguar cuanto costaba el billete que necesitaba. Lo siguiente era ingeniármelas para conseguir el dinero, esperando que no fuese demasiado. Y no lo era, lo que había guardado para comer era una buena ayuda pero necesitaba el triple. Pregunté si no había boletos más económicos y me dijeron que no. Así que puse manos a la obra y me pasee por todo el terminal ofreciendo mis servicios en todos los comercios.

 Como vendedor, cocinero, limpiador de platos, barrendero,… Cualquier cosa con tal de ganar el dinero suficiente. En algunos lugares me ayudaron y otros me echaron. El caso es que estuve en ese terminal por dos semanas, yendo y viniendo por todas partes, casi mendigando por el dinero. De comer casi no había nada, solo el agua gratis de los lavabos del baño y algún pan duro que me daban por física lástima. De resto, había que aguantar lo más posible y me era fácil hacerlo.

 Cuando por fin tuve lo suficiente para el boleto, me lavé la cara lo mejor posible y fui a comprarlo. Me di cuenta que la vendedora me miraba mucho pues sabía quién era yo, el que pedía trabajo por todos lados, y seguramente pensaba de mí muchas cosas que yo ignoraba y que, francamente, me importaban un rábano. Por fin me dio un boleto. Estuve allí en la hora exacta y abordé el bendito bus de primero. Ese día de nuevo me puse su camiseta, para la buena suerte.

 El viaje era de varias horas, unas doce. El camino era largo y sinuoso. No había contado con marearme, así que cuando empecé a sentirme mal, hice un esfuerzo sobrehumano para quedarme dormido. Era lo mejor pues tener mareo sin nada en el estomago siempre parece doler el triple. Cuando me desperté era de noche y supe que íbamos por la mitad del recorrido. Allí, en mi destino, tendría otra misión asignada por alguien ya muerto. Por un momento, dude en seguir.

 Pero al llegar allí a la mañana siguiente, no había sombra de duda en mi mente. Como no tenía dinero para alojamiento o comida, lo primero que hice fue hacer lo que Marcos me había encomendado hacía mucho tiempo. Caminé como por una hora desde la estación de autobuses hasta que llegué a la playa. Era hermosa, con el mar de un azul casi irreal, las nubes blancas flotando en el cielo y la arena muy blanca y suave. Yo nunca antes había estado allí pero Marcos sí y por eso me había pedido viajar hasta ese lugar, hogar de uno de sus más queridos recuerdos.

 Sin demora, saqué la bolsita de plástico que llevaba en el bolsillo frontal de la mochila y me lo puse entre las manos. Quería sentirlo una última vez antes de dejarlo ir. Hacerlo era una tontería pero al fin y al cabo ese era Marcos o al menos había sido parte de él. De repente me acerqué más al agua, aproveché una ráfaga de viento y dejé ir en él todo el contenido de la bolsa. Una nube gris oscura flota frente a mi por varios segundo y, con cierta gracia, voló mar adentro, dispersándose sobre el agua.

 Me quedé con la bolsa en la mano durante varios minutos, lo que me demoré en procesar todo lo que había estado haciendo. Desde la muerte de Marcos todo había ido de mal en peor. Mejor dicho, todo había vuelto al estado anterior de las cosas, todo era malo y estaba vuelto mierda. Mi vida era un infierno de nuevo y esa misión que me había encomendado era el clavo final en mi vida. Para mí no había nada más allá, no había nada mejor ni peor. Nada de nada en mi futuro, porque no existía.

 Tiré la bolsa en un bote de la basura y caminé por el borde de la playa pensando en él. Recordé su sonrisa y el sonido que hacía cuando algo le gustaba. Tenía registrado en mi mente el olor de su cuello cuando despertaba y el de las salchichas que le gustaba cocinar. Recordé sus zapatos viejos, los que usaba para correr, y también el sabor de su boca que jamás podría olvidar, incluso si lo intentara. Por supuesto, también recordé la razón de porqué había tenido que ir hasta allí.

 Esa playa había sido el escenario del recuerdo más feliz de la infancia de Marcos. Me había contado una y otra vez como su madre y su padre estaban todavía juntos en ese entonces y como, para sorpresa de todos, ellos eran muy felices y cariñosos el uno con el otro. Había jugado correr, a hacer castillos de arena y muchas cosas más. Ese recuerdo tan simple era el que más lo acosaba, pues era el de algo que había durado muy poco. Antes de morir, me hizo prometer que haría lo que acababa de hacer.

 Me dolió no ser su mejor recuerdo y ahora me dolía más estar allí, solo y desamparado, sin saber que hacer. No tenía dinero ni posibilidad alguna de dormir en un lugar limpio esa noche. Tal vez lo mejor sería quedarme en la playa y luego caminar de vuelta, sin importar cuanto me tomara.


 Pero el problema era que en casa, o mejor dicho en mi ciudad, tampoco había nada que me esperara. Tampoco tenía nada que me moviera hacia delante, que me impulsara para seguir viviendo una vida que jamás había sido mucho. No estaba él.

lunes, 27 de febrero de 2017

Best actress

   After a very long night, she left her award on the table beside her bed once she had gotten to her home. It wasn’t really home but it was the place she was staying for the moment and that was good enough. Her brother had said goodbye some moments ago and now she was alone, late at night, removing everything from her earrings to the very expensive dress she had been offered. The shoes stayed besides a chair all night, the first thing she had removed, not a surprise.

 For a long time, she contemplated the award and she was glad that no one else but her was there too watch because she would have been too embarrassed. But alone, she had the time and opportunity to really look at her prize, the crowning achievement of her career after only having been working for ten years. She knew she was a very lucky girl, so contemplating the prize made it all so much more real, something even more thrilling. She smiled and then she heard someone at the door.

 It was one of her assistants who announced that the people of the jewelry company had come to collect their things. She didn’t quite get why they would come to her so late, but it was better that way because she had been very worried all night, trying to protect her ears and neck from every possible accident, which was very difficult with all the people around and all of the moving and talking and waving. She removed it all, handed it to her assistant and told her to give it to them.

 She would have given them their things in person, but she was very tired to do so. Hoping that the people that gave her the dress wouldn’t appear out of nowhere, she walked barefoot to the bathroom and took the dress off there. She hung it on the closet and then brushed her teeth and washed her face. She had the feeling of having been running through a coal mine or something like that, maybe because the make-up was now running down her face after so many pictures and poses.

 The pajama she had brought was made of two pieces: blouse and pants. They were both filled with teddy bears, which made her laugh. She put it on and quickly after she was already in bed, looking again at the little man that was standing on the table beside her. She couldn’t stop watching him and she knew it would be difficult to look at anything else for the days to come. But she had to make an effort because life was still going and not everything stopped because she had received a prestigious award. It was difficult as it was so beautiful.

 The actress stared at the statue and slowly fell into a deep slumber. In her dream, she was not in a fancy dress or even in her pajama, but dressed as a waiter in a restaurant she felt she knew but didn’t quite know where to put it. It felt strange but then someone asked for her and she ran to offer her services. The man that was ordering looked exactly like the actor who had won that night, just before her. But the expression on his face was the one of someone who didn’t know her.

 He wanted some apple pie and coffee. She wrote on her notepad and then left for what she thought was the kitchen. But once she pushed the door, she was the character in the movie that had made her a winner that night. She had the same dress she had put on for so many days, several months to be exact. It was bright yellow and had no real features besides its color. The fabric and even the smell felt just like she remembered them. It felt it had all happened a long time ago.

 She then realized she was inside the movie and it was her moment to perform. As she had done several times for the last few months, she did her dance number, the big one everyone in the world had been talking about. Almost at the end, a man would lift her up and then put her down again. But this time her partner during the dance number was no other than her actual father. It wouldn’t have been very shocking if it weren’t for the fact he had died a couple of years back.

 She was glad to see him again. He didn’t smile or talk to her at all; he just danced in the most beautiful and gracious way possible. When the time came for him to lift her, he did the most amazing job at it. She cried and hugged him but it seemed she was the only one doing the hug. Maybe it was because she was imagining him but he wasn’t putting any type of pressure on the hugging, he seemed to be there only for the sake of having someone standing in for the real dancer of the movie.

 It didn’t matter to the young actress. She hugged very tight and wanted that moment that wasn’t real to last an eternity. But as dreams often do, they end in the most sudden way. She soon found herself awake, still sitting on her bed, with her neck hurting because she had fallen asleep in the most uncomfortable position ever. She gave her a soft massage but didn’t leave bed, instead she looked at her award again and, only for a moment, she imagined it to be a smaller version of her father. That made her smile just before adopting a better position to sleep.

 Someone came for the dress when she was sleeping. She thought it was a very good idea not to wake her up, maybe everyone thought she deserve everything that day because se had achieved something not many people had been able to. And she was rather young and that even more uncommon. When she finally woke up, it was already late but no one had come to bother her. Again, she sat down at the edge of the bed and stared at the prize, which seemed to be waiting for her to wake up.

 It had lost some of its brightness, maybe because so many people had touched it. She could actually see fingerprints all over the statue. The woman stood up and looked around for her purse, where she thought she had the special cream they had given her to clean the award. But then again, she realized it was not something that had to be done on that very moment. Actually, there was something even better she could do right there, before anyone knew that she had woken up.

 She grabbed the award and felt it: its weight, its shape and height. It was not cold or warm. Then, she acted as she had just received and acted surprised and bewildered for a moment, not in front of a mirror but in the middle of her room. She was suddenly interrupted by her assistant who talked through the door: she had a long day of interviews for magazines and TV shows, so it was time for her to head to the shower and then running around the city to get all of her commitments done.

 As she entered the bathroom, she left the award on the counter, by the sink. She removed her pajamas and underwear and then stepped into the shower. There, she used hot water to relieve herself of everything that felt like a layer on her skin, things that were not really there but only on her mind. She had finally made it; she had finally become the person she had always wanted to be. And now, the path to be walked was new and amazing, painted with the most beautiful colors.


 In the shower, she smiled. She stared at it again, just to know it was there, and then smiled once more. She felt so damn lucky.