Nos veíamos cada que podíamos, más que todo
en mi casa. En la suya era prácticamente imposible, puesto que su pareja
trabajaba allí. No tenía una vida de oficina como la de la mayoría de la gente
sino que redactaba sus artículos en una mesa que solo vi una vez, el día que
fingí ser alguien del trabajo de Esteban. Ese día le vi la cara a Nicolás y
tengo que decir que no sentí nada más sino alivio de que, por alguna razón, yo
llevaba un sobre en la mano cuando abrí la puerta.
Por eso nunca vamos a su casa. Nicolás puede
que salga por unas horas pero siempre regresa más rápido de lo que uno cree,
eso dice Esteban. Cuando me lo dice, y siempre lo hace, tiene una cierta
melancolía en la voz, como si estuviese hablando de una vida pasada o de
alguien que recuerda de su más tierna infancia. De esa manera sé que ama a su
pareja y nunca lo va a dejar. Por mí, todo está bien. Cuando conocí a Esteban
jamás busqué algo serio, no estaba de ese humor.
De hecho, nunca lo he estado. Llevo quince
años felizmente soltero y todavía sigo sin sentirme cómodo con la idea de
despertar todos los días con alguien al lado, compartir un alquiler y el pago
de las facturas y soportar los horarios de otra persona. Simplemente no tengo
la paciencia para eso y creo que he hecho bien. No voy a engañar a nadie: la he
pasado muy bien así como estoy. Y eso que no ando buscando sexo en lugares
oscuros, al menos no tan seguido como antes.
Mi carrera me ha dado lo suficiente para
llevar una vida agradable, con las comodidades que quiero tener: puedo comprar
las películas y videojuegos que quiera, cambiar el televisor o el celular si se
daña e incluso regalarme uno o dos viajes de precio medio al año. Creo que no
está nada mal y así es como disfruto mi vida, sin problemas. Por eso lo único que
sentí cuando conocí a Nicolás fue un profundo alivio de que las cosas no
cambiaran para mí. No quiero líos por tonterías.
Sí, la paso muy bien con Esteban. Casi siempre
que viene lo recibo con un beso, toco todo su cuerpo y después tenemos sexo un
buen rato hasta que nos cansamos. Lo extraño viene después, cuando estamos
desnudos y pedimos algo para comer y hablamos de la vida, de cosas que nos
pasan, discutimos nuestras opiniones, incluso sobre religión y política. Nos
llevamos bien en todos los sentidos y por eso siento que Esteban es alguien
especial. Pero me niego a confesar que sienta algo por él porque cuando lo veo
lo primero en lo que pienso es en tocarle el trasero.
Nos conocimos en el gimnasio que queda cerca
de mi casa. Voy allí una hora todas las noches, más que todo para relajarme. No
me mato en clases o en máquinas como todos esos otros desesperados. Solo me
ejercito escuchando música y poco o nada me importa lo que piensen los que
están alrededor. Solo hago lo que hago y una de esas cosas es mirar por ahí, a
ver a quién veo de interesante. Por eso no puedo decir que solo haya conocido a
Esteban así, sería mentir.
Me protejo y a los demás y creo que esa es la
regla general para llevar una vida así, de libertad sexual. El resto ya va en
cada persona y la verdad es que muchos hombres son bastante promiscuos. No les
importa acostarse con una persona distinta todas las noches y no exagero.
Muchos creen que eso es sucio pero la verdad yo siempre me siento con más
energía después de tener relaciones con alguien, como que libero muchas de las
cosas que quieren joderme la mente.
Con Esteban sí hay un cambio y es que, desde
que nos conocimos, él ha comenzado a pensar en mí como un amigo y no solo como
su amante. Al comienzo se iba tan pronto el condón terminaba en el cesto de la
basura. Pero ahora se queda por horas, incluso le habla a Nicolás cuando está
al lado mío en el sofá, viendo alguna película. Le dice que soy una de sus
amigas o que está en un sitio público o cualquier otra mentira. Eso es algo que
me sorprende en ocasiones.
Yo nunca he mentido y creo que eso también
hace parte de lo extraño que me sentí la vez que vi a Nicolás en su propia
casa: yo prácticamente nunca le miento a nadie. Mis amigos saben como soy y por
eso nunca aparecen de la nada en mi casa. Siempre me llaman antes y aunque no
pregunta directamente, sé que lo hacen para saber si hay alguien conmigo. Les
digo que vengan y listo, saben que la persona ya se fue o simplemente no hubo
nada en ningún momento de ese día.
Mentir sí me hace sentir sucio. De pronto más
que mentir, es el hecho de no ser sincero conmigo mismo y con otros acerca de
quién soy en realidad. Desde joven empecé un proceso largo y difícil de
aceptación que culminó en la creación de una personalidad bastante práctica:
solo me preocupo cuando las cosas de verdad se ponen difíciles, cuando de
verdad hay un problema a la vista. Lo de Esteban, eso de decirle mentiras a las
personas a diestra y siniestra, es algo que yo nunca haría. Sinceramente, creo
que si me planteara ser pareja de alguien, eso sería algo que ver.
La verdad es que no he visto a Nicolás una
sola vez. Nunca se lo he contado a Esteban pero hace muchos años, en la
universidad, vi a Nicolás yendo de la mano de una chica. Cuando lo vi en el
apartamento de Esteban me acordé de esa imagen como si fuese una película
vieja. Recuerdo que era la plaza principal de la universidad y la chica era una
de esas de las que todo el mundo habla porque ha sido reina de belleza o modelo
o algo parecido. El caso es que yo no era el único mirándolos.
Siempre he querido preguntarle a Esteban si
sabe de ese aspecto de la vida de Nicolás. No es algo que me incumba, así que
nunca lo he planteado en nuestras conversaciones post-sexuales. Además, se me
tiene prohibido hablar de él, dicho explícitamente por el propio Esteban.
Cuando me lo dijo, con una cara de enojo y miedo, me reí en su cara. Se enojó
tanto que salió como una tromba de mi apartamento y no volvió sino hasta una
semana después, cuando tuve que taparle la boca porque sus gemidos podrían
molestar a mi vecina.
Esa es otra cosa que me hace reír. Habla por
teléfono con Nicolás de ir a reuniones familiares y a fiestas con amigos de no
sé donde. Es más joven que yo, por un par de años, y ya tiene una segunda vida completa.
Me he preguntado también si soy el único en su vida alterna pero siempre me
respondo a mi mismo que es lo más probable. Esos gemidos me lo dicen así que
como el hecho de que se pasa la vida en el trabajo, en su casa y en la mía. No
tiene tiempo para más.
Me hace feliz que el placer sexual que siente
conmigo es evidentemente mayor que el que siente con Nicolás. Sin embargo, me
he encontrado a mi mismo preguntándome sobre las habilidades en la cama de ese
otro personaje. ¿Será que es tan malo como haría parecer Esteban con sus
actuaciones o es simplemente una persona distinta, que gusta de hacer las cosas
de una manera diferente? ¿No lo sé y eso sí que nunca se lo preguntaré a
Esteban. La razón es que la verdad no me interesa.
En algún momento Esteban saldrá de mi vida
porque todas sus mentiras se concentrarán en un solo punto y harán que su
cabeza explote de la tensión. Es solo cuestión de tiempo y espero no estar
demasiado cerca cuando ocurra, con una llamada será suficiente.
Y yo me moveré a otros territorios y seguiré
siendo el mismo de siempre. No, no creo que me enamore nunca porque no creo que
en ese animal fantástico. Me quedo con el tacto, con los gemidos en mi
habitación, con el calor humano y con las conversaciones casuales.