miércoles, 27 de mayo de 2015

Miss Planeta

   Tatiana tenía apenas veinte años y acababa de ser elegida Miss Planeta. Había saludado a cientos de personas en el auditorio y había recibido felicitaciones de sus compañeras y de todas las personas que tenían algo que ver con el concurso. Esa noche durmió en un cuarto diferente, lleno de arreglos florales por todos lados, cortesía de varias marcas que deseaban, obviamente, que ella fuese su imagen. A Tatiana no le molestaba para nada toda la atención, al fin y al cabo que eso era lo que había buscado desde hacía tanto tiempo y por fin lo había logrado.

 Había crecido en una familia de clase media, una familia común y corriente. Pero en ella y en su cultura las que tenían el mando, el poder sobre todo, eran las mujeres. No había espacio para el machismo o las peleas de gallos, como las llamaba su madre. Eran mujeres protegiendo y enseñándole a otras mujeres lo que significa ser una señorita y luego una dama. Pero lo malo del asunto es que tenían una visión machista a pesar de solo ser mujeres. Para la madre de Tatiana, era indispensable que ella se casara lo más pronto posible. Claro que habiendo ganado la corona eso no iba a ser posible por un año más, seguramente no faltarían los candidatos después.

 El punto era que para su familia, una mujer sola era algo deshonroso, en todo sentido. Pero una mujer que cuidaba de si misma y que buscaba ser bonita y poco más, era algo de respetar. Por eso desde pequeña su madre la impulsó a participar en cuanto concurso de belleza hubiera, así fuera para niñas de su edad o más grandes o más pequeñas. Su madre nunca tenía escrúpulos en ese sentido y Tatiana se daba cuenta de que nadie nunca decía nada al respecto así que nunca se preguntó que pasaba más allá de su camerino, donde ensayaba a bailar, cantar y, en general, a ser la mujercita más encantadora.

 Pero ahora había ganado el concurso más renombrado de todo el mundo y también había sido gracias a su madre, quién no demoró en llegar a su nueva habitación a abrazarla y a felicitarla. Vino con una de las tías de Tatiana y una de sus primas, las que siempre estaban con ellas, ayudando con los vestidos, el maquillaje y todo lo demás. Celebraron con una copita de champán pero la madre de Tatiana le recordó que al otro día debía estar bella y fresca para las miles de entrevistas que iba a tener que realizar. Le aconsejó dormir temprano y no dejar que nada molestara su sueño.

 Eso probó ser un problema pues Tatiana no iba a poder conciliar el sueño tan fácil. En parte por la emoción de lo sucedido pero también por una reunión a la que se madre la había llevado hacía un par de meses, de vuelta en su país. Doña Leticia, la madre de Tatiana, no le había contado con quien se iba a reunir ni porque. Solo le dijo que era algo que le iba a ayudar a su vida de muchas maneras y que era mejor que no hiciera preguntas. Al fin y al cabo las buenas mujeres y buenas esposas sabían cuando preguntar y cuando no, así que no volvió a dudar de la sabiduría de su madre.

 Fueron a un apartamento ostentoso, en la parte más bonita de la ciudad. Allí había guardias o más bien guardaespaldas. No ocultaban sus enormes armas, lo que hizo que Tatiana recordara uno de esas películas de guerra que había visto con su hermana en casa. El sitio, además, estaba adornado de manera sobrecargada: había cuadros en pequeño espacio en la pared y entre los muebles había esculturas de todos los tamaños, casi todas del cuerpo femenino. Habiendo estudiado la mitad de la carrera de arte, Tatiana sabía muy bien que el valor de la mayoría de los objetos en el sitio era nulo y la verdad era que no había que tener un título para saberlo.

 Se sentaron las dos mujeres en un sillón grande de piel de cebra y esperaron a que uno de los guardaespaldas volviera. Y lo hizo, con un hombre vestido igual de rimbombante que su apartamento: camisa amarilla con un bordado brillante raro, pantalones rojos brillantes y zapatos negros de cuero de cocodrilo. Además llevaba lentes de sol y afuera estaba prácticamente por llover. Se sentó frente a ellas y les dijo que estaba contento que hubiesen aceptado su invitación a venir a discutir sobre el futuro de Tatiana. Viendo la cara de su madre, se dio cuenta que era mejor fingir su sorpresa. En toda la conversación solo hablaron Doña Leticia y el hombre de ropa brillante.

 En resumidas cuentas, el tipo decía que le podía asegurar a Tatiana el primer lugar en el concurso de Miss Planeta pero que solo podría hacerlo con dos condiciones: la primera era que, pasado el año de su reinado, ella se convirtiera en su esposa. Tatiana lo miró y luego a su madre, que respondió que sí por ella. El hombre entonces se acercó y le cogió la mano. Tatiana vio que tenía un diente de oro y las manos peludas. Le dijo que era la mujer más hermosa del planeta y que la iba a cubrir de regalos y de todo lo que quisiera cuando fueran marido y mujer.

 La siguiente condición fue algo que Tatiana no entendió sobre un favor que la compañía familiar, una de textiles, le debía hacer. Supuso que tenía que tener con algún dinero pero Tatiana ya no ponía mucha atención. Sin saberlo, había ido a una reunión de compromiso y no sabía como sentirse. En parte estaba feliz porque ya no tenía que buscar y porque era lo que siempre había querido además de ser reina. Pero algo le decía que no estaba todo bien. De pronto era que ella hubiese deseado algo más romántico, algo menos técnico y controlado por su madre. Pero no lo pensó más y se despidió del hombre, que le dio un beso en una de sus manos.

 Esa reunión la mantuvo despierta toda la noche y al otro día tuvo que maquillarse especialmente bien para lucir bella ante las cámaras y los periodistas. Respondió varias preguntas en una conferencia de prensa y luego se reunió con la gente del concurso que le entregó sus premios. En ese momento se le olvidó todo ya que había ganado no solo la corona y dinero sino también un apartamento en una de las ciudades más excitantes del mundo, desde donde cumpliría su reinado. También tenía años de maquillaje y contratos listos para firmar con tiendas de ropa y de calzado. Para una mujer como Tatiana, era un sueño convertido en realidad.

 Esa misma noche voló con su madre y sus nuevas asistentes a visitar por primera vez su nuevo apartamento y, por unas horas, no pensó en nada más. Todo era perfecto, tal y como ella se lo había soñado. Olía todo delicioso y la cama era enorme y suave, con sábanas de seda. Además la ducha tenía varias intensidades y había una chef para ella sola. Las mujeres le dijeron que la iban a dejar sola por una noche para que disfrutara de su premio y ella ni siquiera supo cuando se fueron. Lo primero que hizo fue comer sushi que su chef había dejado para ella y estaba alistando un baño de espuma cuando sonó un timbre.

 Después de un rato se dio cuenta de que estaba sola y tuvo que ir ella misma a abrir. Seguramente era su madre que había olvidado decirle algo o alguien del concurso. Pero no era así, era el hombre de la ropa brillante, que esta vez no había cambiado mucho su vestimenta. La camisa medio abierta revelaba su pecho peludo y poco ejercitado y los pantalones azules apretaban su cuerpo de forma extraña. Siendo una buena anfitriona, le ofreció una copa de vino y sentarse en el sofá. En todo el proceso, el hombre la miraba de arriba abajo, lo que resultaba muy molesto. A la vez, le preguntaba como se sentía y si le gustaba lo que él había logrado para ella.

 Mientras servía la copa, Tatiana le dijo al hombre que le agradecía mucho toda su ayuda. Era la mujer más feliz del mundo en ese momento y todo era gracias a él. El hombre se levantó y cuando Tatiana guardó la botella en su lugar, él ya estaba detrás. La cogió de la cintura y la acercó. Ella tembló pero no quería hacerlo porque sabía que ese hombre era su prometido. Pero la verdad era que le daba asco verlo, solo mirarlo. No era alguien a quien siquiera le gustara mirar a la cara, mucho menos que la cogiera por la cintura.

 Él o no lo notó o no le importó. Siguió tocándola y ella lo empujaba con suavidad pero él no cedía. La tenía en contra de la pared y le decía cosas que tenían como intención ser bonitas o románticas pero simplemente no lo eran. Tatiana intentó pidiéndole que se moviera para que pudiese celebrar pero el hombre dijo que a eso había venido. Entonces rompió la parte trasera del vestido de la joven y la empezó a besar. Ella ya no fingió más su repudio y empezó a empujarlo pero él no se quitaba, al contrario, parecía aún más reacio a quitársele de encima. El tipo consiguió quitarle el vestido, le arrancó la ropa interior y Tatiana oyó como se bajaba lo pantalones. Asustada y desesperada, miró hacia ambos lados. El lugar de las botellas de vino estaba justo ahí en el piso. Así que como pudo estiró una mano, cogió una de las botellas por el cuello y se la partió al hombre en la cabeza.


 El suelo se cubrió de rojo y el tipo quedó ahí. Pasaron minutos, horas, y no se movía, y Tatiana supo que había hecho algo muy malo y por lo que tendría que pagar más que cárcel. Había gente que ella no conocía que querrían conocer a la mujer que mató a uno de los capos más buscados del país.

martes, 26 de mayo de 2015

The Donner mansion

   For the last hundred years, people had stated that the Donner mansion was haunted. People claimed ghost lived there and that’s why people never went there anymore. Professor Marcus Stevens and his assistant Vanessa arrived in town just to check out the mansion, in order to put to rest the legend of the so-called ghosts. Professor Stevens was not a believer of the supernatural and was decided, in his spare time; to debunk any silly beliefs people might still have around the globe. He had chosen the Donner mansion because it was a very well known place, not only in the region but nationwide. People talked about how real the experiences there were and the professor wanted to end all of that.

 To be honest, he had personal reasons. Silly beliefs had left his grandfather helpless. When he was younger, his grandpa was suffering from a strange disease. He asked his mother and practically everyone in the family to take him to the hospital but they wouldn’t, saying it was the will of God and that if He intended grandpa to be cured, it would be done that way.  Even as a child, Marcus was restless, even trying to sneak into the house a doctor he had picked up from the phone book. But to no avail, as his parents forbid it and his grandpa died days later.

 When he grew up, he decided to study science and prove everything, make the world a more realistic place, getting rid of all the magical creatures, the folk tales and the silly beliefs that took lives like his grandfather’s every single day around the world. Since he was eighteen, he had left home and didn’t talk to any family member but he soon made lots of friends in the scientific circles, so there was no sadness or longing for the past. He hated his pasts, his family’s beliefs and all that had to do with that. He decided he could live very well without his parents or anyone else from his family close to him.

 The first thing they did was travelling to the town of Rensal, where the mansion was locate, and talk to many people there. The idea was to make something like a survey, in order to better understand the phenomenon that people claimed happened often in and around the mansion. They set up their headquarters in a small hotel room and they would interview people in the lobby. It was an old town in the mountains and now it was a ski paradise in the winter but it was not yet that season so there were not many people around.

 Many told them that the mansion got “more active” during the summer, when less people were visiting. This was odd as, in many other towns, the occurrences happened always in the months when tourists were in larger numbers. Anyway, that didn’t mean it wasn’t a hoax, it just meant people in this town were probably not manipulating the events occurring in the house, or at least not in a large scale. In one week, they had already interviewed more than one hundred people and that was more than enough to make a survey that showed which were the most frequent activities inside.

 Apparently, people saw lights inside the house despite the manor being disconnected from the power grid, many people also testified seen people there wearing old clothes and ignoring them and the small group of people that had entered the house told him that the walls were covered in some strange goo, yellow in color and with a terrible smell. Besides that there was the usual: voices, lights that went in and out, strange sounds, the feeling of being touched… Marcus and Vanessa knew them all from their other experiences and were ready to debunk the tales of Donner mansion.

 The following week was used to enter the house. The plan was to go into the mansion every afternoon, three whole hours. They would carry special equipment to detect metals, radioactivity and other events that may seem strange but were very normal in a old house. They had done it a million times. The first day, on Monday, they entered the house with care as the front porch seemed to be damped and the wood that formed it seemed to be in the verge of breaking into several pieces. They went along with Xavier, an old friend of Marcus who loved the whole hunted house experience. He wasn’t a scientist but gladly helped as he thought it was a very cool thing to do.

 The first thing they felt was cold. Despite very warm temperatures on the outside, the house remained as cold as in the winter. They measured the temperature, noted it down, and proceeded to another room, crossing a large hall with care. The place was not dark as the afternoon light entered the house through the high windows all around the hall but it was very strange as the glass was not transparent but had various colors. It was like walking around a circus fair ride.

 The first room they entered after that happened to be the kitchen. It smelled awful, as if someone had left food to rot there. But that didn’t make sense as no one had lived there for the last hundred years. Vanessa put on some gloves and took out the food that was rotting in the fridge. There was a moldy cheese, meat and a chicken breast, all covered in green and smelling awful. However, Vanessa was able to recover a plastic covering from behind the food and put that in one of their own plastic bags.

 Vanessa had been with Marcus for a long time. She started as a student of his in a physics class back in the university but they had formed a nice friendship that had consolidated just after she had graduated. In the blink of an eye, Marcus had hired her to be his assistant in the university and proposed her to be his assistant in these trips too. Vanessa did not hesitate, as she thought it was a very cool thing to do and she confessed that she had always been bored out of her mind when friends started talking about the possibilities of life after death, ghosts and all that supernatural crap. She even had proven to them how the Ouija board was all about conditioned thinking, a fake in simple terms.

 After finding the rotten food, Xavier stepped on a weak part of the kitchen and the floor broke beneath his feet. He twisted his ankle and both Marcus and Vanessa had to help him out of the mansion and to the medical center down in town. It was good that Marcus had asked a local to be there with a car in case they needed help, so he took Xavier away and they had to cancel the rest of the exploration for that day. They spent the night in the hospital waiting for the doctor to tell them about their friend. He was ok but he was going to have a cast and crutches. So there was no way for him to join them anymore.

 The rest of the week, Marcus and Vanessa would go into the mansion and test every single apparatus they had inside. They used the electromagnetic device to prove that the house was actually not fully disconnected from the power grid and just walking around they found thousands of small gaps and holes, which were used by the wind to enter and make strange noises. All very natural.  The cold feeling inside the hosue was explained because of the location of the house, just in the way a small air current that went down the mountain, covered in snow all year, towards the valley were the town was located.

 The only thing that hadn’t been able to prove wrong was the presence of unknown people inside the house; even some wearing old robes, from the times when the mansion was built. They decided to plant several cameras all around the house and stay one more week. Marcus wanted to go away as soon as possible because, although he found it all to be very interesting and even funny, he also wanted to properly rest this summer before the classes began again. He didn’t have much time to spare and this time he wanted to think more about himself than about work or others.

 However, the cameras didn’t show anything. She stayed in front of the monitors for hours, even falling asleep in front of them but they had not picked up anything, not a real person, not a floating person, nothing. On the last day, the moment they were packing, something happened. One of the cameras picked up kind of a shade crossing the front side of the house, apparently entering the mansion. Back in his home, Marcus checked the video various times. He could explain the shadow; it was probably the sun and the surrounding trees. But there was a moment when a face seemed to appear and the door opened a bit, and it was a heavy wooden door.

 For the first time ever, Marcus decided he didn’t care. He didn’t believe he was a ghost and he knew there was an explanation to everything that happened in that place and in places like that all over the world. But the truth was he was tired, growing fed up with filling his life with meaningless things. He had to admit he still resented their family but that, however, he was in need of someone to hug and that feeling appeared to him, like a ghost, every single morning.


 There was nothing supernatural in Donner mansion but there was something missing, something rather natural, from Marcus’s life and he didn’t know exactly what it was or how to get it.

lunes, 25 de mayo de 2015

Señales para adultos

   Juan lo recordaba como si hubiese sido ayer. De hecho, había sido hace tan solo cinco años. Fue en la playa, uno de esos días semi soleados en los que había decidido salir y recostarse en la arena para relajarse y no pensar en su inminente salida de la universidad y la posibilidad de quedar prácticamente en la calle, ya que no tenía dinero para seguir pagando su alquiler. Trabajaba en dos lugares diferentes: un restaurante de hamburguesas grasosas y en una librería haciendo el inventario. Además, el Estado le daba dinero, poco, pero lo necesario para completar lo del alquiler y las compras obligatorias del mes. Menos mal no comía mucho y la universidad había sido gratis por ser pública pero eso ya pronto se iba a terminar. Como iba a hacer después, cuando ya no tuviera el dinero estatal por no ser ya más un estudiante?

 La playa siempre lo había ayudado a relajarse y esa vez no fue distinto. Hoy Juan se ríe porque jamás hubiese pensado lo que iba a pasar a continuación. Como siempre, había un grupo de hombres altos y musculosos ejercitándose, que luego jugaban futbol o voleibol o algún deporte, todo menos natación por alguna razón. Juan nunca se fijaba mucho en ellos y viceversa pero en esa ocasión uno de ellos se le acercó cuando el estaba casi dormido y le preguntó si le podía hablar. Juan dio un respingo y al ver quién era le dijo que sí y se sentó, poniéndose la camiseta.

 Lo primero que preguntó el hombre, algo mayor y calvo, fue porque se había puesto ropa para hablar. Juan no supo la respuesta así que no dijo nada pero la verdad había sido una respuesta instantánea que él siempre tenía. No le gustaba que lo vieran tan de cerca sin ropa a menos que hubiera sexo involucrado. Cuando hay sexo nadie se fija de verdad pero de otra manera es incomodo como la gente lo ve a uno o al menos eso pensaba Juan quién jamás había ido a un gimnasio ni nada que se le pudiese parecer.

 El hombre le dijo que no importaba y le preguntó que si estaba interesado en ganar dinero de forma sencilla. Juan lo miró como si estuviese loco y el hombre rió. Le dijo que por favor anotara su número, el cual recitó con cuidado, para que lo llamara entre semana y hablaran mejor del trabajo que lo podía proponer. Juan le preguntó porque, con tantos en la playa, le había dicho a él y el hombre, ya casi yéndose, le dijo que le había gustado su apariencia y eso era importante.

 No es de sorprender que durante todo el resto del día, Juan pensó en ese extraño suceso en la playa. Ya era bastante raro que un hombre extraño se acercara a proponerle un trabajo, pero que encima le dijera que su apariencia era la correcta para el trabajo, no tenía el menor sentido. Al día siguiente, un lunes, Juan no lo llamó. De hecho, no lo llamó en toda la semana y tampoco estuvo tentado a hacerlo ya que tenía problemas más grandes como las cartas que le decían desde cuando iba a quedarse sin dinero o como ya no había nada de comer en la casa. Las clases se terminaban en un mes y ya estaba sentenciado como si nadie le quisiera dar una oportunidad.

 En ambos trabajos de medio tiempo trató de pedir un aumento o un cambio a un mejor puesto pero eso tampoco funcionó y de hecho su jefe en el sitio de hamburguesas pareció resentirlo bastante. Era un hombre amargado, que creía que estaba conquistando el planeta solo pro estar a carga de un grupo de niños en un restaurante de comida rápida. El pequeño tirano lo miró como si fuese basura después de pedir el aumento y Juan supo que su pregunta solo había garantizado que si alguna vez necesitan un puesto, iba a ser el suyo que iban a ofrecer.

 El siguiente fin de semana decidió caminar temprano, antes de terminar sus trabajos finales para la universidad, para tratar de despejar su mente pero le fue imposible.  Fue cuando el autobús de donde estaba a su casa pasó por la playa que recordó al hombre calvo. Al parecer había algo en lo que podía ser bueno y que daño hacía en intentar? Antes de hacer nada, sin embargo, hizo algo que no le gustaba y que siempre le había causado fastidio: al llegar a su casa, se desnudó y se paró frente a un espejo de cuerpo entero. Miró y miró pero él no vio nada único ni especial. De hecho, era bastante promedio aunque con algunos rasgos interesantes y otros no tanto.

 Tenía buen trasero y piernas torneadas pero no era para nada delgado y estaba lejos de tener un abdomen de revista. Su pene era promedio pero tenía unos labios que varias veces habían sido objeto de halagos así que podía asegurar que era muy regular, por mucho. Eso fue el sábado. El domingo, un poco desvelado por sus estudios, decidió llamar al hombre. La conversación duró poco pero el hombre le dijo que estaba feliz de oírlo y le pidió que fuera ese mismo día a una dirección donde podían discutir del trabajo y asegurarse que él estuviese cómodo con ello.

 Nervioso pero esperanzado, Juan tomó un bus y luego caminó y luego timbró a la puerta. Le abrió el hombre, bastante contento y le presentó a otro hombre, más grande de cuerpo y con mucho vello facial. Le dijo que él era el camarógrafo y que ese día solo estarían los tres, para hacer una prueba básica y ver que tal se daba todo. Juan no entendía nada y el hombre se dio cuenta de ello.

 Lo invitó a sentarse, mientras el camarógrafo alistaba todo, para explicarle que el trabajo que le había propuesto era trabajar como actor de películas para adultos. La primera reacción de Juan fue la risa, que salió de él espontánea y original. Pensó que su interlocutor se iba a enojar pero este sonrió aún más y le dijo que con el internet y la demanda, se pagaba muy bien a todo tipo de actores. La prueba era para definir que tan bien registraba Juan en cámara y si se sentía cómodo en ese ambiente. Entonces el hombre le puso una mano en el hombro y le dijo que si en algún momento se sentía incomodo, que lo diera y detendrían todo. Pero le recordó que todo esto pagaba muy bien y que si necesitaba el dinero, como solía suceder, era una buena solución, así fuese temporal.

 Juan no dijo nada, solo pidió direcciones para llegar al baño y allí se mojó la cara con agua fría y se miró al espejo, de nuevo. La verdad era que no estaba sorprendido. El trabajo por el que venía hubiese podido ser cualquier cosa, incluso algo ilegal o peor pero de todas maneras no sabía si debía aceptar o no. Se trataba de videos y seguramente fotografías que quedarían metidas para siempre en internet, donde cualquiera las podrías ver. Y él nunca había sido muy lanzado con su cuerpo, al menos no de esa manera. Estuvo allí varios minutos hasta que decidió salir y preguntó, sin dudar, cuando pagaban por sesión.

 El hombre le explicó que eso dependía del éxito del video, de su difusión y de lo que él como actor hacía en el video. Por cosas más “únicas” pagaban mejor porque no había tantas personas que las hicieran. Juan prefirió no preguntar a que se referías con “cosas únicas” y aceptó. La verdad era que había ganado el sentimiento de desespero y de estar al borde del abismo sin nada que lo ayudara. De pronto esta solución, caída del cielo, era la correcta. Además que él podía decidir que hacía y que no y podía dejarlo en cualquier momento, si encontraba un trabajo estable y con el que pudiera sobrevivir.

 La prueba fue algo simple y rápido. Una entrevista en la que hablaron de sexo, de lo que le gustaba, de lo que no y de sus razones. Además, obviamente, tuvo que quitarse la ropa y en ese momento sintió que ya era algo perdido. Fue como si un viento helado entrara al lugar y le quitara todo rastro de positivismo en el cuerpo. Cuando terminó de dar vueltas para la cámara, se visitó asombrosamente rápido y se dirigió a la puerta. No espero a que le dijeran nada porque se sentía demasiado mal. No tanto por la prueba como tal sino porque estaba desesperado y sentía que nada iba a cambiar ni a mejorar.

 Ese sentimiento duró casi toda la semana siguiente, una de las últimas en la universidad. Se empezó a despedir de profesores y de compañeros e incluso del lugar que había sido un refugio para él en los últimos años. Fue durante la entrega de uno de los trabajos cuando su celular vibró y se dio cuenta de que lo llamaba el hombre calvo. No contestó. El hombre llamó de nuevo cuando iba Juan en el autobús y allí contestó, solo para decir que no estaba interesado. Pero lo primero que el hombre dijo fue que la prueba había salido muy bien, que solo había que soltarse más pero eso se podía lograr con tiempo. Le dijo que si estaba interesado, esa misma tarde podían grabar algo que daba paga y así probar con otra persona en el set. Al oír el sonido de dinero, Juan dijo que sí. Pero lo hizo también porque era hora para el de arriesgarse y tomar el toro por los cuernos.

 Así empezó su carrera, inesperada, en el cine para adultos. Y sí, el dinero que ganó lo ayudó a sobrevivir y hasta a más. El hombre calvo era dueño de una productora con fuerza en el negocio y con juan hicieron muchos negocios que resultaron en los mejores momentos para ambos. Juan dejó de hacerlo solo porque pagaba bien y se dio cuenta de que era solo un trabajo y sus compañeros eran siempre gente agradable con la que se la llevaba muy bien. El único problema era encontrar una pareja estable que no se molestara con su profesión pero eso llegaría con el tiempo, así como pasó con la que ahora era su profesión.


 Algunas veces las señales de la vida no son tan difíciles de entender sino más bien al contrario. Solo hay que estar dispuesto a seguirlas.

domingo, 24 de mayo de 2015

The guardian of the mountains

   In a very far off land lay the town of Var. It had a small number of houses and was located in the middle of a trade route, which explained its existence. The people of Var were used to foreigners passing through, sometimes without even saying a word and other times staying for days, enjoying the beer the people of the region had learned to make. What was most particular about Var was that most of the time it was covered by a dense fog. No one knew why that was. Some believe in the folk tale that the town had being built by the devil on top of a fissure in the ground that lead directly to his lair in the center of the planet. Others, more scientific minds if you will, thought the fog was related to the mountain chain that passed close to Var, a chain that was largely unexplored and that housed a couple of volcanoes.

 In Var lived various types of people. But one of the most interesting ones was Gerta. She was one of the various women that were in charge of washing the linen and the clothing of other people and were paid for this. Gerta liked her job because it required her to leave town and go to a nearby river to wash by hand. There, all the ladies would reunite and talk, sing and discuss various subjects in the peace and quiet of the outskirts of the town. But Gerta would rather listen most of the times. She found herself to be not all that interesting and very clumsy when speaking.

 There was a subject, however, that she didn’t like to discuss: children. The other women talked about their girls and their boys and what they did or had learned or said at home but Gerta couldn’t do any of that, even if she had been interested in speaking out loud. That was because Gerta, who had turned forty years old recently, had never had any children and the possibilities of that happening were just getting more and more slim.

 You see, Gerta was a big lady in all the physical sense and men had never appreciated her silences, which could last for days. They thought she was dumb and simple and would only trust her with their clothes and nothing more. Sometimes she thought about this, when the other women started discussing their married lives and their duties as mothers, but to be honest most of the time Gerta was busy dreaming.

 What did she dreamt about? Simple. She would think of a prince from a faraway land that would fall in love with her and would take her on his horse to travel the world and live in adventure and romance for the rest of her days. Every time she saw a foreigner or a caravan of merchants crossing Var, she would stare at them one by one and not move until all of them had passed through town. She saw their clothing, the way they behave, and knew that she wanted to one day leave Var forever and not comeback to her simple ways of being a washerwoman.

 After washing the clothes, Gerta would normally help her father, her mother had been dead for some years, in their small crop. The ground around town had turned arid in recent years, many said because of the foreign horses, so the land that people could use to grow food was always shrinking, getting smaller and smaller. Gerta would plow the land; pick up the carrots and potatoes and clean lettuces and various medicinal plants that his father had used for years in the making of medicine for his small pharmacy.

 It was a renowned store, where people from every corner of the world came to buy remedies for their illnesses and pains. His father was well known but the amount of medicine he could do had been declining steadily for the last few years. He was growing old and almost blind so he had taught Gerta how to manage the store and how to process the medicines. The truth was that he would have preferred to have a son or at least one more child that was a male but that hadn’t happened. So he taught everything he knew to Gerta and told her the store was one of the pillars of Var and that she couldn’t let it crumble. She needed to form a family to keep it alive, long after his death.

 One day his father felt especially ill and lay in bed. The store had to be closed, as there were no medicines to sell. Many ingredients had not been harvested but Gerta knew where to find them so she entrusted her father to a doctor and left town for the mountains. His father had been there for many years, since he was a naughty kid, picking up plants and roots. She took a book with her where her father had drawn all the plants needed to make medicine so it would be easier for her to spot everything.

 The think god also covered the mountains and by midday, Gerta knew she was lost. She tried to find her way back to the main path but she had definitely taken a wrong turn somewhere and now there was no way to go back. She was feeling desperate when suddenly she realized she had been climbing the mountain. The fog was disappearing and the soil had turned black, covered with rocks. She found her first root and then another and so on for hours. She would put them all in a basket she had brought and grabbed everything she could, as she had no idea when she would be coming back.

 But suddenly the ground shook and Gerta screamed, afraid for her life. It seemed like an earthquake but it wasn’t. And she knew it wasn’t because the ground moved and she fell and, before hitting her head, she saw a shape beyond the now light fog and the clouds. She woke up several hours later, already at night. What was amazing was that she was at entrance of a cave, looking out to the starry night. Somehow, she had walked to the cave’s entrance after falling or someone had brought her here. It didn’t matter as she needed to go back home soon or her dad would worry. She stood up and then realized her basket had disappeared.

 It wasn’t in the cave or in the outside of it. That was frustrating as Gerta had been especially happy about finding all of those roots and plants so fast and in all the same place. She was now tired and dirty and felt bad that her trip had been useless. She started walking out of the cave but from the sky fell an enormous figure and just some meters in front of her a gigantic head with bright yellow eyes and a long snout with warm nostrils at the end. She was looking straight at the face of a dragon and the dragon was looking at her.

 Her reaction would have been to scream or run or both but Gerta couldn’t do anything. She couldn’t move or react in any way and was afraid she had been frozen in the spot. A few clouds in the night sky moved, revealing the moon and, in turn, revealing the true size of the creature. Now, Gerta did scream. It was pitch black, covered in scales and with a body capable of destroying a whole town in just a few movements. She had no idea if he could breath fire but that wasn’t something she was interested in finding out. She wanted to go back home but couldn’t.

 To make her shut up, the monster talked and that was even worse. Gerta screamed like mad but the monster then kicked the ground to make her stop. Apparently getting it, Gerta shut up and the monster greeted her, telling her he had been the one to put her in the cave. He had done it because wolves came out at night and would have eaten her alive if she had stayed in mid part of the mountain. However, it had been him that had caused her to fall. After all, she had been walking on him.

 The dragon explained to a shaking Gerta that the roots and plants were part of the mountain and that he had been entrusted with the care of all the mountain chain. Gerta had heard the legends of merchants encountering dragons but everyone thought it was a just a tale for children. The monster said he forgave Gerta for her intrusion only because he knew her father with whom he had made a deal: he would let Gerta’s father take roots and plants if he made the dragon a potion for his sore throat. That way they lived in peace.

 Then Gerta, with a weak voice, explained she had come because her father was ill and he was already very old. She promised to make his potion too if he let her go with the roots and plants as she had told her father the store would not die with him. The dragon thought of this and then looked straight to Gerta’s eyes. She felt dizzy, as if he was able to read her mind. He then said he didn’t need the medicine anymore but that he was thankful anyway. So he would grant her a wish in honor of her father and the gratitude he felt towards him. He would let her, and only her and her family, pick up the goods from the mountains.


 Gerta told him she didn’t know what to wish for but the dragon told her the wish had already been granted, so she could go home now. Gerta didn’t understand. At least not after a few months when she realized she was pregnant. The dragon had given her the gift of a family, to keep on with the store but mostly to make her happy and make Gerta realize her true potential as a human being. From that day on, she thanked the dragon by praying at the foot of the mountain with her child, who grew up to be a great man.