jueves, 29 de septiembre de 2016

Otro día de estos

   Es extraño. No siento nada y, a la vez, creo que estoy sintiendo tantas cosas que mi cuerpo cree que no está pasando nada. Al menos mi mente viaja, cada cierto rato, unos meses atrás y revisa una y otra vez los recuerdos que se han ido acumulando. Son muchos y eso me alegra porque siempre se siente bien tener mucho que recordar, mucho que pensar, saber que se ha aprendido bastante a través de un largo periodo de tiempo. Y digo largo porque se trata de un año pero a la larga un año no es nada en lo que se refiere al tiempo y al espacio.

 Sin embargo, en lo que se refiere a mi vida, un año es un pedazo importante de mi experiencia como ser humano. Al fin y al cabo solo he estado en este mundo poco más de veintiocho años así que uno solo de todos esos años es algo importante. Es un año enteros de experiencias físicas y mentales, de desafíos que me impuse y otros que se cruzaron en mi camino, de cosas nuevas y de otras que ya había vivido en varias ocasiones. Todos esos sentimientos están guardados ahora dentro de mi, conservados a la perfección para cuando los quiera recordar o volver a usar.

 También fue un año de nuevas personas y no puedo dejar de decirlo porque si algo define nuestra experiencia humana son las personas con las que nos cruzamos con cierta frecuencia. Quedarán conmigo recuerdos de lo que dijeron y me hizo reír o me hizo pensar, de sus expresiones en diversas ocasiones y, sobre todo, de su presencia en mi vida. Espero que yo permanezca en la de ellos de alguna manera pues creo que esa es la manera de avanzar y movernos por el mundo. Son las personas que conocemos las que de verdad hacen de la vida lo que es.

 Eso sí, no hay que olvidar lo importantes que son las experiencias que se viven por separado, es decir, por uno mismo sin que nadie tenga nada que ver. Viví bastantes de esas, en la oscuridad y bajo el sol, en tierras lejanas y solo a unas cuadras de mis lugares de residencia. Pude vivir cosas que nunca pensé que viviría y pude ver mucho del mundo y de todo lo que tiene que ofrecer, no solo la pequeña porción que en muchos lugares nos hacen creer que es todo lo que hay. El mundo es un lugar vasto y lleno de momentos por vivir.

 Viajar sin duda fue una de las cosas que más disfruté. Sin importar si fuera dentro de una misma ciudad o a un continente totalmente nuevo, disfruté cada momento de esos viajes, tratando de generar tantos recuerdos como fuera posible. Quisiera nunca olvidarme de nada y poder recordar cada pequeño momento pero sé que es imposible. Confío en que mi manera de vivir la vida sea suficiente para que en mi cerebro todo quede correctamente registrado, así podré recurrir a esos recuerdos en el futuro y así divertirme con mis propias anécdotas.

 Hoy me desperté más tarde de lo normal y creo que estoy escribiendo más despacio de lo que suelo hacerlo. La razón, creo yo, es que quiero pensar bien lo que estoy poniendo en este documento porque no quiero que falte nada pero tampoco que sobren cosas, es decir, no quiero decir cosas que no son, exageraciones de aquellas que no son necesarias. Es difícil saber que se está viviendo el último día de un proceso largo y que llega un fin más en mi vida pero no el final de ella misma, que sería muy trágico.

 No sé como sentirme, no sé como reaccionar ante nada. Pero, estando sentado en la cama, casi completamente a oscuras, sé que hoy veré todo con unos ojos bastante especiales. Sé que habrá algo de nostalgia, aunque no sé si esa es la palabra. No es que no me quiera ir pero tampoco es que odie el sitio donde viví por poco más de un año. Simplemente no sé como expresar la multitud de pensamientos y reflexiones que se agolpan en mi cabeza y me marean como ya lo he estado antes. Y ese es mi seguro ante todo esto: ya he estado en esta situación con anterioridad.

 No es mi primera vez dejando un lugar para siempre. No es la primera vez que mi vida sufre un cambio que seguramente será grande, incluso si yo mismo no lo pienso. Solo de escribirlo se me revuelve el estomago y eso que ya me había estado sintiendo mejor, aunque esa es otra cosa. El punto es que cualquier cosa que haya escrito y vaya a escribir en estas tres páginas está ligado a mi baja capacidad de entender todo lo que estoy sintiendo y lo que no tengo ni idea de estar viviendo. Da un poco de miedo, no les voy a mentir. Pero esa es la vida.

 Lo que me da pereza es oír la voces de ciertas personas, gente en general, que me preguntará las mismas preguntas de siempre: ¿Por qué no me quedé aquí en vez de devolverme? ¿Que voy a hacer ahora? ¿Que estoy esperando para pisar el acelerador de mi vida? Creo que las respuestas más honestas no serían muy agradables al oído así que prefiero no escribirlas pero lo cierto es que son respuestas que no tienen porque importarle a nadie más que a mi. Al fin y al cabo son decisiones mías y nadie más puede meterse en eso, por muchas opiniones que puedan tener.

 El día de hoy tengo varias tareas que hacer, algunas planeadas y otras no tanto. Espero que sea un día relajante aunque, siendo sincero conmigo mismo, creo que el estrés ya está empezando a acumularse en mi espalda y cintura y estomago. No se siente nada bien pero supongo que es algo que tengo que enfrentar como ya lo he hecho en muchas otras ocasiones. El punto es saber que estoy dando los pasos correctos y que no estoy olvidando nada. Mejor dicho, que estoy en paz conmigo mismo, que es lo que cuenta al fin del día.

 De hoy a mañana seguro dormiré poco. Es como cuando tenía que madrugar para el primer día de la escuela o de la universidad. Simplemente no podía dormir por la anticipación a ese día que solía ser definitivo por un tiempo. Eso sí, las razones para mi falta de sueño eran ligeramente diferentes en cada caso pero el mismo patrón se repitió durante todos esos años, hasta hoy en día cuando cada vez tengo menos primeros días pero sé que cuando ocurren no podré pegar el ojo por más que quiera.

 Lo que hago es tomar algo de té y distraerme de cualquier manera posible: videojuegos, películas, videos en internet o alguna tarea que no sea importante pero pueda hacer para distraerme. Obligarme a dormir es una tontería pues sé muy bien que no funciona. Lo mejor es ser útil para algo y este año he aprendido muchas cosas que puedo hacer en vez de quedarme mirando el oscuro techo de mi habitación. No es que sepa hacer cosas nuevas ni nada por el estilo sino que me doy cuenta que ya sabía hacer mucho que sirve de algo.

 Escribir es una de esas cosas y escribir tiene diferentes formas y funciones. Eso me distrae a veces y me hace pasar el tiempo, desafiándome un poco a veces como para jugar conmigo mismo. Puede ser divertido o un tanto estresante pero siempre es efectivo a la hora de pasar el rato y cansar un cuerpo como el mío que parece resistirse seguido a caer rendido como lo hacen la mayoría de otros cuerpos. Y cuando me pasa, suele ser en los peores momentos del día, cuando debería de estar haciendo algo mucho más productivo.

 Me estoy alejando del tema central que es este último día. Supongo que me pongo a hablar de otras cosas por lo que ya dije, porque no sé que decir. Pero puedo aprovechar para decir que no tengo resentimiento alguno con esta ciudad ni contra su gente ni nada parecido. Tal vez lo haya parecido en ciertos momentos pero ya se sabe que uno se deja llevar por lo que hacen otros y eso a veces enfurece a la mente y ciega las opiniones. El caso es que sé, estoy seguro, que no odio a nadie y menos a un lugar que me ofreció tanto.


 Mi cuerpo y mi mente agradecen por completo la decisión que tomé hace ya mucho tiempo, le agradecen a mi familia por su apoyo, a la ciudad de Barcelona por su carácter abierto y a todas aquellas personas que, cerca o lejos, estuvieron allí para dejarme hacer parte de al menos un fragmento de sus vidas. Agradezco haber aprendido y haberme dado cuenta de que el mundo es más grande de lo que pensaba, igual que mis habilidades y mi capacidad para asumir la vida tal como viene. Mañana no escribiré pero después esto sigue, porque de este mundo no me quita nadie.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Facts of war

   The bombs had suddenly stopped dropping from the sky. There was an awful, eerie silence that occupied everywhere that still stood, which wasn’t much. Most of the city was now ruins, a bunch of unrecognizable rubble where people had lived and tried to have good lives and happy days. But that had ended some time ago, when the war started and things went rapidly downhill for everyone in every corner of the globe. It had happened so fast that no one really knew how to explain it or understand it. It was just chaos in it’s simplest form.

 Before bombs started dropping, people thought it would never come to that. They innocently thought that the war would be fought in empty, far away spaces, where no one would ever get hurt and where countries could argue for long periods of time without really affecting the civilian population. Those who thought that had visibly no idea of what war was really like and how it had destroyed and devastated the world once and again in the past. How cities had been leveled down by fire and force and how the strong ones didn’t really care who they hit and how.

 The morning before the bombs dropped on the city, people were already getting a bit nervous but not nearly as nervous as they should’ve been. They had all heard about the rumors that new airplanes that could fly without being detected could be sent in any moment to attack. But the frontline of the war was so far way that people simply didn’t buy that theory. They claimed that some people were being alarmists in order to get some sort of advantage in the war. They decided to deny any possibility of war coming to them. It was their undoing.

 Most of the people in the city died right then, that morning when the sun was just coming up and then, out of nowhere, the first bomb was dropped in the city. It is strange to say it, but the enemy had the so-called kindness to drop a single bomb on an industrial part of the city first in order for people to be able to run to the nearest shelters or to get safe in any way possible. It was a kind of warning shot. Most people ignored it and that’s why the amount of survivors, on the days following the decimation of the city, was so low.

 The few people that survived did recognize the signs of what had happened and ran to the underground parking lots and places similar to those. There were no shelters because they had chosen not to get ready for a war that was real, even if it was far from their homes. Most survivors had to be dug out from under the rubble because they had been underground by chance. Almost no one had actually run down from their home to protect themselves. They really didn’t believe anything could happen to them, as if they were special in some way.

 But they were not. The city was not treated any differently than any other city before or after that. The enemy had a clear objective and new exactly how to hit a target in order to have maximal damage and be able to withdraw fast if the attacked nation reacted efficiently. This was almost never the case as they always destroyed military bases and other potential points of defense in order to be able to do whatever they wanted. The rules of war were clear to them.

 Exactly two day after the bombing started, the bombers retired and went back home. They had done their job and the ground army was already advancing fast, taking advantage of the new position they had taken. It was a very dared strategy but it had worked perfectly for them. When the army arrived, they helped the survivors out of the rubble and they put them in special camps to be held as prisoners of war. No one was mistreated in any way and that made the whole experience a little bit worse. People couldn’t properly hate them if they were suddenly kind to them.

 Of course, they had been the ones that destroyed their city and probably killed many members of their families and friends. But the treatment in the detention center was not the one of a concentration camp or anything like it. It was exactly as if the hundreds of survivors had been taken to a five-star hotel to be locked down as prisoners. It was a very odd thing to experience and most people had no idea what to feel, what to say to the guards and how to react to anything. However, it was clear who had won and who had lost that battle.

 Many other camps like that one appeared in the region, as the enemy’s army advances through the continent. They had a pretty successful year but then, at the end of it, the expansion stopped. The invaded nations were responding but only with skirmishes and guerrilla warfare. The fact that winter had come was an important factor in them being successful and the enemy deciding that the advance of their troops could hold for a while as they decided a new course of action that would end the war in the favor, once and for all.

 The winter was unusually long and harsh. Snow covered the ruins of many cities and prisoners in camps realized that their situation was harder than they realized. Even though they had a goo reason to feel good about being in a warm place during the violent snowstorms, they realized that they were prisoners because of they weren’t they would be out there, standing in the storm with a weapon, defending their countries and their right to exist. Not all of them thought the same but a general feeling of sadness and confusion could be felt among the prisoners.

 When the winter ended, people assumed the enemy would resume expansion and the war would be over in months. But that didn’t happen. Pockets of resistance had appeared during the summer and they turned stronger once the weather got better. No matter their big guns and strategies, the enemy’s army couldn’t taken them all down as they wanted to. They had to be smart about it and realized that their plan for expansion had problems from the beginning, as they had never thought people could resist them.

 That entire year, the Resistance movement, which spanned several countries with different languages and cultures, was able to have some small victories over the enemy. They robbed some weapons or transports; they temporally blocked their advance or just annoyed them when trying to do anything. It was a very tense year and it was the turning point for everything or at least for most things. Prisoners were still in the camps and the destroyed cities remained on the ground. That hadn’t and wouldn’t change in a long while.

 The following winter, the enemy decided the offensive was taking too long so they did something that no one expected them to do: they reached out to the Resistance and proposed they negotiate a deal to end the war. Of course, the people that had been massacred and persecuted were not very keen on accepting anything that came from the invader. Most people called the move a trap and felt that it was a new strategy by their enemy to exterminate any opposition to their plans for the whole world. They didn’t trust them at all, they couldn’t.

 However, they finally sent a group to discuss what the ideas were for the ending of the conflict. The war had lasted for too long and it was worth the shot to at least know what they could potentially do to end the fighting. The group that met with the enemy was very nervous about everything but the others tended to tend as if they were allies. They gave them a great dinner and told them that they wouldn’t return any of the occupied lands but tht they could liberate some territory for people to leave in what could be called the Free Cities.


Those cities would have access to sea and rivers, would controlled by Resistance but an Occupation Board would oversee anything to do with the cities and their development. They would basically be free but with a few limitations. The group went back to the rest of the rebels with the proposal and, it had to be said, they discussed thoroughly for many days. It was very hard to discuss what was right or what was wrong because any measure is good to end death. But at what cost should that be done? The decision didn’t make everyone happy, that’s for sure.

martes, 27 de septiembre de 2016

Malestar

   Fue de repente, como si me echaran un vaso de agua fría encima y quedara todo mi cuerpo congelado en el acto o al menos temblando incontrolablemente. No sé de dónde salió la sensación pero sentía un sudor frío pegado en la frente y que los huesos no se sostenían con tanta convicción como lo habían hecho hacía apenas unas horas. Era como si algo hubiera entrado en mi cuerpo de manera sorpresiva y hubiera destrozado cada una de las defensas de mi cuerpo. Podía imaginar cómo era: una guerra relámpago, sorpresiva.

 Desde la mañana creo que me sentía mal pero no quise reconocerlo. Mejor dicho, no quise ver que me sentía mal y menos habiendo salido hacía tan pocos días de sentirme también muy mal por culpa de los cambios de temperatura. Era como si mi cuerpo hubiese quedado arrasado desde antes y por eso ahora cualquier cosa podía entrar como Pedro por su casa. Ahora mismo siento como todo pesa. Es muy extraño sentir de verdad el cuerpo, darse cuenta que es algo que es sensible y que puede cambiar su estado en segundos.

 ¿Pastillas o no? Nunca he sido muy fanático de tomar nada cuando me siento así pero estoy desesperado. Tanto que ayer me tomé dos de una sentada, a pesar de que dicen que eso no se debe hacer. Pero es que tenía que hacer algo. No funcionó muy bien. El malestar parece que se frenó pero igual seguía avanzando. Tanto así que cuando llegué en la noche a mi cama, la gravedad estaba haciendo la gran mayoría del trabajo. Yo solo podía dejarme llevar o más bien dejarme caer. Cada parte del cuerpo estaba en alerta roja.

 Es un fastidio estar así, tener que sentir que el cuerpo falla y que no hay nada que se pueda hacer para evitarlo. Y lo peor es cuando se siente como cada partecita se va apagando, va cediendo a lo que sea que esté sucediendo. Y vienen los dolores y las condiciones que hacen que se sienta uno mal o peor que eso. A mi siempre me ha parecido que no tiene sentido cuando algunas personas parecen disfrutar de cuando están enfermos. Dicen que hacen unas y otras cosas y que lo pasan bien luchando contra lo que sea que tienen. ¡Que estupidez!

 Yo esto me lo quiero quitar de encima ya. Quisiera que fuera como un manto que, pesado y todo, se puede quitar a voluntad, lanzándolo al suelo y haciéndole recordar que no es nada y que no me puede afectar ni ahora ni nunca. Pero estando así, con dolor de cuerpo y ese maldito sudor frío que me hace sentir más débil de lo que estoy, es como si todo fuera a ser así para siempre. Es algo que pasa siempre que a uno le pasa algo malo: se piensa que no es momentáneo y que las cosas van a quedar, al menos, afectadas por ello para siempre. No es verdad pero el cuerpo es tonto.

 Es que si no lo fuera, no lo convencería a uno de que se siente todo peor de lo que es. Y es lo peor, sobre todo, cuando se tienen muchas cosas que hacer o se viene un momento especialmente importante. Eso es lo que me pasa ahora con este malestar incómodo. Esta semana tengo muchas cosas que hacer, que terminar, que arreglar. Tengo responsabilidades y deberes y una enfermedad, o lo que sea esto, no me viene bien pero por ningún lado. Ya quisiera yo que me pasara cuando no tengo nada que hacer o cuando quiero evitar ciertas cosas. ¡Eso ya sería otro cuento!

 Pero así no son las cosas y ya me toca resignarme. Tengo que ver como puedo sacar esto que tengo adentro, porque dudo que después de un día se haya salido así como por arte de magia. No importa que haya tomado yo ayer con mis amigos, y casi no tomé nada, o que haya comido desde el momento en el que empecé a sentir mal. Creo que todo eso ya da igual a estas alturas. El punto es sacar lo que tenga uno de adentro y mandarlo a volar pero necesito saber que hacer. Creo que estoy desesperado y me urge saber que es lo que tengo que hacer.

 De pronto lo mejor sea quedarme en esta cama todo el día, cubierto por una sábana delgada y no muy limpia. La habitación se calienta con facilidad entonces tengo que poner a circular aire pero si lo hago regresan los escalofríos y ese sentimiento de que me estoy congelando. Nada parece ser totalmente efectivo y eso me saca de casillas porque lo que necesito ahora es una solución casi mágica. Ya sé que eso no existe pero debería existir y quiero que exista y soy libre de querer que lo improbable sea real

 Pero bueno, estaba pensando si debería quedarme en casa. Con este dolor de todo no puedo hacer ejercicio apropiadamente porque me da mareo y no la verdad es que no quiero comer nada para no arriesgarme a sentirme igual de mal que ayer. Es que se me revuelve el estomago de solo pensar como el olor de una comida o como solo caminar me estaba dando ganas de vomitar en la mitad de la calle. Creo que la gente pensó que andaba borracho cuando no podía estar más lejos de esas situación. Bueno, eso si es que alguien se fijó porque ya nadie pone atención.

 De hecho, estuve con varias personas con las que ya había quedado anteriormente, y creo que la mayoría no notó que yo no me sentía nada bien. De pronto estaba pálido o poco energético pero menos mal mi personalidad de siempre no es lo que uno llamaría explosiva así que no es algo que revele nada de lo que me pasa. Les doy muy poco crédito pero es que dudo que alguien se fije tanto, a menos que lo conozcan a uno tan bien que sepan que pasa sin tener que preguntar nada. Eso sería muy interesante pero no realista, en este caso.

 Mi espalda me duele. Creo que me duele igual que las piernas, como si alguien me hubiese cogido a patadas o algo por el estilo. Se siente horrible este malestar ridículo que no había vivido en tanto tiempo y que estoy seguro que viene de algo muy simple, de alguna intoxicación con alguna comida que no tengo idea cual sería. Se supone que siempre miro lo que como, que reviso las fechas y que me precio de verificar que no esté comiendo cosas viejas o mohosas o lo que sea. Y aquí estoy, con el sudor frío que no se me despega.

 Mierda… No recordaba que de pronto tengo más que hacer hoy y que no puedo permitirme descansar. Ayer llevé mi cuerpo al límite. Estaba débil pero no quise verlo y cuando salí a la calle sentí que me iba a morir allí mismo, entre ola y ola de compradores y de turistas desubicados que se sienten en otro planeta solo porque están lejos de casa. Tuve que detenerme varias veces para poder encontrar el impulso para seguir pues me gusta hacer lo que planeo o sino siento que he perdido el día o que no he realizado mis objetivos.

 Sé que es una ridiculez porque nadie está concursando conmigo ni nada por el estilo pero cuando pienso algo tengo que hacerlo o sino siento que me amarran las manos y que soy un inútil por no llevar mis ideas al nivel en el que se convierten en realidad. Ayer, a pesar de que no creía poder terminar lo que tenía que hacer, pude hacerlo. O bueno, eso creo. Puede que quede una que otra cosa pero nada importante, nada que no pueda esperar a hoy o mañana.

 Y ahí es cuando entra de nuevo este malestar. Porque no quiero perder ni uno de estos últimos días. No quiero tirarlos a la basura y luego recordar que no hice nada para aprovecharlos al máximo. Me daría vergüenza admitir que los últimos días de mi estancia en este país no hice nada más sino quedarme en una cama viendo como pasaba el tiempo a mi alrededor y nada más. Solo necesito hacer una cosa hoy para sentir que no tirado mi tiempo a la basura, para sentir que lo que sea que tengo no me ha ganado ni yo lo voy a dejar ganar.


 Muchas palabras y nada de sustancia, al menos no por ahora. La verdad es que no sé que hacer excepto tal vez lo mismo de siempre. Dicen que conservar la rutina, las costumbres, es lo mejor para que el cuerpo entienda que no puede dejarse someter por cualquier cosa que entra a hacer estragos. ¿Dónde está ese remedio milagroso? Lo necesito con urgencia. Y mientras tanto lo que haré es analizar que es lo que siento para poder dar los siguientes pasos y no quedarme aquí, como un paciente terminal. ¡Si lo que tengo no es para tanto!

lunes, 26 de septiembre de 2016

Kodiak

   Winter had been very hard on the people of Kodiak town. It always was. Snow had fallen every single day in copious amounts and wind had blown from the mountains towards the ocean with a constant force, never going faster or slower. Everyone there was used to that and they knew exactly how to deal with what nature had to offer to every creature in that corner of the world. Kodiak was very remote and it could only be reached from the outside world if people dared to do a three-day trip to through the frozen desert and the dark forests.

 That was the reason why people in Kodiak were self-sufficient. They went fishing into the ocean every single day, In order to have their three meals a day without exception. They had learn to plant some vegetables thanks to the help of two scientists who had come from the outside world fairly recently. They had taught the people that they didn’t need to plant in the ground but they could do it practically in the air with only the help of water and compost made with the feces of the dogs everyone had. It had been a really revolutionary thing for all of them.

 The scientists had done the trip because they were very interested in the culture of the people in Kodiak. They wanted to document every single thing they could find, including the way they fished, the way they hunted for creatures in the forest, how they built their homes and other traditions that hadn’t changed in many years. Stella and Norman Ruiz had always wanted to have a big adventure and be in the forefront of discoveries in the world and now they really were. So much so that they had decided to stay for a longer time than predicted in Kodiak.

 At first, people didn’t trust them at all. It was a normal reaction as outsiders were very rarely seen in the region. Normally, they would only come to take the riches of the land for themselves and steal the people from what was theirs. So the moment the couple arrived to Kodiak, everyone agreed they should be watched every single moment of the day no matter what they were doing or where. They would always have an escort. The only moment they were left alone was when they slept in their assigned house. However, someone was always waiting for them in the mornings.

 The couple found that fear understandable and had nothing to say about it. They thought it was best not to antagonize with anyone and just do what they had come to do. That was how they gained the trust of the people: through wanting to know more about their culture and traditions. At first, they were all very reserved and only talked with short sentences. But after a few weeks, men and women opened up to them and realized that Norman and Stella were not bad people at all. They were genuinely interested in them.

 However, that didn’t mean they instantly trusted every other outsider. Just a month after the arrival of the scientists, there was a problem with a group of men that had come out of nowhere. They never revealed their names or if they worked by themselves or for someone else. The point was that they had established a camp in the river running close to Kodiak town and were using chemicals to clean whatever small stones of gold they could find in the muddy bed of the river.

 The inhabitants of Kodiak noticed the chemicals when two of their children got sick one day. The local doctor, who was more of a shaman than anything else, noticed they had ingested something and the Kodiak almost instantly thought of the fish they had caught that day. Some thought it was a punishment from the gods because of their acceptance of the scientist but it was precisely them who found the real source of the problem. Stella and Norman were certain it was not the fish but the water who had some polluting agent in it.

 The people of Kodiak didn’t know whether to believe or not what the scientists were saying. But a couple of them decided it was best to check their version out and it was then when they discovered the miner’s camp and the use of chemicals to clean gold. It was a very tense situation, as the people of Kodiak asked the miners to please leave but they wouldn’t budge, claimed that river and all the land around it was theirs. Norman went there to help and the miners showed him a paper signed by a federal authority giving them rights over the land.

 It was very hard for the scientist to tell the people of the town that the paper said exactly what the man claimed. No one understood how that was possible, as the government had never came into contact with Kodiak, even though they perfectly knew that it existed. It was then when everyone trusted the scientists so much that they told them the origin of the town and showed them other documents they possessed, stating that outsiders had created Kodiak. It was the best-kept secret in town as it was always thought natives had founded the town.

 The elders explained that, although many native tribes inhabited the region in years past, the reality was that they were all nomads, going from one end of the country to the other. It was only when the whalers came and founded the town that a settlement came to exist. However, the whalers were not well equipped to survive the harsh conditions, so they abandoned the town. Not a long time after, one of the tribes took possession of the houses, restores them and built more. Kodiak was reborn. The outsiders had left everything behind, including those papers.

 So it was easy for Norman to conclude that the miners had a false document, as the one the people in Kodiak had predated it by many years. He decided to tell this to the local authorities and let them deal with it. It was the best as the miners saw him as a traitor to his own people. Even if they were clearly not the same, they were all outsiders and that united them in the mind of the miners. They ignored whatever the people of Kodiak had to say and told them that they wouldn’t move until they had found every single piece of gold the river possessed.

 Tensions kept rising as the days went by. The children were getting worse and people were now forbidden to drink water from the river. The two scientists decided to do something: they decided to send a letter to the authorities with a local resident who was going to look for medicine for the children in the outside world. In the last minute, Norman decided to go with him, leaving his wife to help the people and try to avoid any time of conflict with the miners.

 But it was too late for that. The residents of Kodiak were not going to put up with it so, each night; they decided to sabotage the machines and everything the miners used to process the gold. They stole some of the chemicals and buried them in the forest and tried several times to destroy everything but the men were many and they would rebuild every day. It seemed as if they had unlimited resources of some kind. That went on for some nights until the miners had enough of the interruptions and decided to do something: they killed one of the intruders.

 No one had murdered in that region in many, many years. Not since the tribes had united into one a long time ago. People decided they would not take it lightly and they didn’t: that day, almost every single Kodiak man walked the side of the river in order to reach the miner’s camp by nightfall. Once they arrived, they started shooting their arrows, some of them with fire in order to burn every single tent to the ground. The miner’s attempted to defend themselves with more modern weapons and they were successful. The scene was bloody and chaotic.


 It fortunately ended very soon, as a regiment of the federal army arrived with Norman and the Kodiak man he had left with. They had brought medicine and were there because they had seen the fire. The government recognized that Kodiak was a native city and miner’s had no permission to be there, at least not yet. The government was cleat that anything could change going forward. But at least that threat was no more. The miner’s left and the people of Kodiak were left to their own devices, for the time being. The scientists never felt, feeling that was their real home.