viernes, 21 de septiembre de 2018

La sensación del silencio


   El lugar estaba en completo silencio. Eso, combinado con el panorama casi completamente blanco, era más que inquietante. Por supuesto que había vida en las cercanías. El bosque que habían pasado hacía poco estaba lleno de criaturas y de plantas hermosas. Pero justo en ese lugar, en ese punto tan alejado de todo, parecía que se hacía realidad el mito de la nada. Aquella cosa que no entendemos porque jamás hemos echado un vistazo a lo que de verdad es nada, porque todo lo que vemos es algo.

 Nadie se movió. No solo porque estaban sobrecogidos por lo que veían o no veían, sino porque algo parecía haber tomado posesión de sus cuerpos. Algunos de verdad querían moverse pero simplemente no podían hacerlo. Ni sus manos, ni sus piernas respondían a las ordenes del cerebro. Era como si el cuerpo y la mente de cada uno de los integrantes se hubiesen desconectado y no supieran como volverlos a conectar. La sensación era desesperante y sus caras pronto reflejaron miedo y angustia.

 De golpe, el sonido pareció volver a la cima de la montaña. Irrumpió en la zona en la forma de una ventisca tremendamente fuerte. Fue muy apropiado que, para ese momento, cada una de las personas allí en la nieve recuperaran la movilidad de su cuerpo. Lo único que pudieron hacer fue agacharse y tratar de cubrirse lo mejor posible para evitar que la ventisca los enterrara. Se movían despacio ahora, como insectos tratando de llegar hasta una madriguera. Les tomó una buena hora salvar ese paso.

 Cuando por fin empezaron a descender, la ventisca había terminado. O, mejor dicho, se había quedado en la parte alta de la montaña. Desde donde estaban, podían apreciar claramente como el viento estaba barriendo con fuerza la nieva de la cima y de sus alrededores. Era un espectáculo hermoso desde allí abajo pero nada que quisieran volver a vivir muy pronto. Dejando de mirar, retomaron el camino y descendieron la montaña con relativa facilidad hasta llegar al campamento más cercano.

 Solo había otro grupo, de unas cinco personas. Se saludaron pero en esos lugares nadie esperaba que las demás personas fueran demasiado amables o demasiado comunicativas. Era apenas entendible que el trabajo de haber atravesado una montaña cansara a cualquiera, y en esos momentos nadie tenía muchas ganas de ponerse a hablar o relacionarse con nadie. Los recién llegados solo querían descansar en camas o lo que hubiese, eso sí no sin antes haber comido algo para llenar la panza. Y eso fue lo que hicieron, en completo silencio, sin hablar de nada de lo ocurrido ese día.

 Al otro día el grupo debía elegir como proseguir. Una de las opciones era continuar por la cordillera, subiendo tres picos nevados para luego llegar a un campamento relativamente pequeño al otro lado de todo. El problema recaía en que para hacer esa ruta debían permanecer tres noches en las montañas, durmiendo allí y combatiendo cada segundo el viento, el frío y la falta de oxigeno para el cerebro. La mayoría de miembros del grupo estuvo de acuerdo en posponer la decisión al día siguiente.

 Querían tener un momento para pensar, un momento para de verdad reflexionar acerca de las implicaciones de seguir por las montañas o simplemente regresar a casa. Claro que todos querían volver con sus familiares y a sus hogares, llenos de comida rica y caliente y de abrazos y besos. Incluso los que no tenían mucha familia se alegraban tan solo de pensar en volver a sus hogares, a una cama propia y caliente y a una vida mucho más pausada. Ese pensamiento era de propiedad común.

 Sin embargo, los que estaban allí no eran aficionados ni mucho menos. Eran personas que ya habían intentado hacer algo así antes. Eran hombres y mujeres que ya habían vivido las dificultades que existen en una empresa de ese calibre. No les asustaba nada o al menos nada lo había hecho hasta que habían quedado congelados allá arriba en la montaña. Ese extraño suceso era algo que también se negaba a dejar sus pensamientos. Cada vez que dejaban de pensar, la sensación volvía a sus cuerpos y los debilitaba.

 Uno de ellos tuvo una reacción más que fuerte y se desmayó la tarde del día que se habían dado extra. Lo encontraron con una taza de café congelada a sus pies y una mirada perdida que no denotaba ni miedo ni nada por el estilo, pero sí que daba angustia a cualquiera que lo mirara. Al comienzo pensaron que tal vez estaba enfermo de algo pero un médico lo revisó y no encontró nada mal en él aparte de lo afectado que su cuerpo estaba por el frío. Fue el primero en irse, a pesar de que no había tomado en verdad ninguna decisión.

 El resto tuvieron que encontrar una respuesta clara pronto. La salida de uno de los miembros del equipo daba la oportunidad de poder dejar la aventura también sin sentirse demasiado culpables y sin tener que responder demasiadas preguntas. Pero el misterio tenía cierto nivel de atracción que era casi imposible de ignorar. Aunque lo sucedido les daba miedo, la mayoría quería entender mejor que era lo que había sucedido en la cima de esa montaña. Y la única manera de saberlo era subiendo de nuevo, esperando que lo mismo ocurriera en una cima diferente, tal vez con menos personas.

 A la mañana siguiente, la mitad del grupo anunció su retirada. Nadie los juzgó y nadie les pidió explicaciones. Se encargaron de llevar al hombre enfermo al pueblo más cercano, mientras los demás alistaban su equipo para empezar el ascenso del primer pico lo más pronto posible. Era cierto que el misterio los llamaba pero no quería tomarse más tiempo del necesario en esas montañas. Era bien sabido que podían ser traicioneras y tendrían que tener todos sus sentidos bien alertas para evitar contratiempos.

 Para el mediodía, ya llevaban buen ritmo montaña arriba. El aire era limpio y dulce. Eso los instó a caminar con más precisión y gracia, estaban contentos porque el día parecía querer que todo les saliera bien. Incluso cuando llegaron al lugar donde empezaba la nieve, hicieron la transición de una manera alegre y despreocupada. Se daban cuenta de que se habían preocupado por nada y que lo que habían vivido en la otra montaña no era nada a lo que debieran ponerle mucha atención. Debía haber sido una ilusión, nada más que eso.

 Llegaron al primer pico a la mañana siguiente. A pesar del bajo nivel de oxigeno, tuvieron tiempo para tomarse varias fotos. Cada uno fue el centro de una de ellas y las hicieron en todas las poses e incluso con expresiones faciales diferentes. Hasta ahora recordaban que esa aventura, a pesar de todo, era simplemente una salida con amigos y así era que debían de tomárselo. No con caras largas y silencios prolongados sino con alegrías y departiendo sobre todo lo que pasaba en sus vidas, compartiéndolo todo.

 La segunda noche la pasaron en un paso nevado a gran altura. Les fue complicado poder establecer el campamento, pero fue entonces cuando agradecieron ser menos que antes, así no debían armar tantas tiendas de campaña. Pudieron dormir un par de horas, hasta que un ruido sordo los despertó a la mitad de la noche. Por un momento, pensaron que se trataba de una ventisca lejana que bramaba con fuerza. Pero cuando salieron de las tiendas, se llevaron una gran sorpresa.

 Cayó sobre ellos la misma nube de silencio que había caído antes. El sonido que los había despertado ya no se escuchaba por ninguna parte. De nuevo perdieron control sobre sus cuerpos y pensaron, correctamente, que el ruido había sido solo una trampa para hacerlos salir de sus lugares de descanso.

 Sin embargo, esta vez también vieron algo. Tiesos como estaban, vieron unas luces dar vueltas sobre sus cabezas. Eran colores e hicieron varias piruetas sobre ellos. Luego se fueron y los montañistas pudieron moverse de nuevo. Fue entonces que se dieron cuenta que había una persona menos en el grupo.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Chernobyl


   Chernobyl orchid. That was the name chosen for the first plant ever discovered outside our planet. Some thought it was a very distasteful thing to name the first living plant outside of the Earth, but the astronaut that made the discovery was not a botanist and couldn’t really think of anything better to name it. After all, it suited the flower perfectly, as well as its surroundings. Even those who weren’t thrilled by the name would concede that, overlooking the obvious, the name was pretty much accurate.

 The plant was found living in the Saturn’s moon Titan. It was once thought that no living organisms could live there, as the place looked more like the grimiest factory on Earth than like a the paradise one would associate with space travel. There were several lakes there made entirely with gasoline and kerosene and the air seemed thick, even through the spacesuits. The astronauts didn’t like to be wandering around there at all but they had to in order to take pictures and collect rock samples.

 It was just as they did that when they discovered the Chernobyl, almost hiding beneath a big mound of rocks that had formed something like a cave. Inside, the flower seemed to be trying to live, making an effort not to die in such a horrible environment. It was an impressive plant, as its leaves reminded astronauts of orchids but it lacked the beauty of those flowers. It didn’t have any bright colors, except for small yellow pustules beneath the leaves. The rest was black, black as night. And its most impressive characteristic was that it glowed in the darkness of its cave.

 That’s how they discovered it. Someone was using the special goggles to analyze rocks and when they turned their head, they were able to register the glow of the plant. So every single astronaut there, five in total, almost ran to the spot and started taking pictures. After a while, they just stared because they realized how important that discovery was. No one in the history of humanity had ever made such a discovery and, it was likely, than another of that kind would take many years to happen.

 Even looking so grim, even sickly, the Chernobyl was a bright new light in their investigation around the cosmos. It was delicate enough to look like a flower, to have developed like one. But it was strong enough to live in an environment where oxygen was almost non-existent and were fuel was the prime composition of the surroundings. After the shock, everyone took pictures with the plant, some smiling and some pretending they were just discovering it. It was their moment to be silly for a while.

 That ended when they heard the first explosion. Once they were all outside, they saw the second one. The rovers they had sent had burst into flames, collapsing under the components of the atmosphere. It wasn’t like normal explosions but more like something getting caught on fire. It was scary and it reminded them that they had just the time to get back to their lander and return to their ship, which was probably over them right that moment. They doubted for a bit, wanting to stay a little bit more.

 However, their two fellow astronauts in the ship warned them about the time they had and how the atmosphere was getting a bit crazy because the sun was starting to get brighter in the region where they had landed. So they needed to be fast and careful not to disturb their surroundings more than the necessary amount. They carried the rock samples to the lander, as well as various test tubes filled with gasoline from at least five of the nearby lakes. They would leave only one probe, the one attached to a balloon.

 When almost all of them made it to the lander, someone asked about the Chernobyl. That question made everyone freeze on the spot. They hadn’t really thought about taking the plant to their ship, as it was something that was explicitly forbidden by their rules. However, they had all seen that the plant was not going to survive for much longer in that cave and taking it could be the only way to save a species from extinction. It was a moral dilemma they had no time to think about in those moments.

 So as it often happens, someone made the choice before the rest. One of the astronauts, who felt able to run back to the cave in a jiffy, turned around and pulled away from the lander as fast as he could. No other astronaut even tried to stop him. They were all thinking the same thing and, even if they weren’t sure about letting an unknown species into their ship, they felt it was the right thing to try and save something that could not be saved in any other way. So they watched and waited for a while.

 The atmosphere was getting worse, all of their outfits warning about the possibility of intoxication if they didn’t protect themselves properly by getting into a room that could shield them from danger. The only room like that was the lander itself but they couldn’t takeoff without one of their own. They waited and waited until they couldn’t do it anymore without endangering everyone’s lives. Just as they prepared to close the hatch, they saw the shape of the astronaut running back to his team, with something resembling a glass case between his hands. He was almost out of breath.

 They were all very happy to see their workmate. He even stopped running and tried to walk fast, seeing how happy everyone was with his return. He was smiling and showing them the glass box he had put the plant in. Everyone was so happy and smiley. No one saw the next explosion coming and they wouldn’t have been able to do anything about it, as it was the nearest pond that had spilt its content on the ground, burning the astronaut alive. His screams field their radio frequency and their eyesight.

 They saw him extends his arms and then his body disintegrated into Titan’s soil. The glass box fell to the ground, but it wasn’t consumed like the organic body of the astronaut. Everyone in the lander was horrified and, for one second, they forgot in how much danger they were. But then the pilot decided to abandon her post and run outside the ship. She grabbed the glass box and returned to the lander as fast as she could. She gave the flower to the others and then lifted the machine in order to get to a safer place.

 As the lander pierced through the skies of Titan, the astronauts that hadn’t taken off their clothes stared directly at the Chernobyl. One of their own had been killed trying to get it to safety, saving it from its own extinction. It was ironic how one death happened trying to prevent another. Being human, they couldn’t avoid blaming the flower, at least for a while. On their way to the main ship, they hated on that thing, wanting to dropped in space and have the same fate that their fellow astronaut.

 But once they got to the ship, someone else grabbed the flower and immediately put it in quarantine. Hours later, no one remembered who had been fast enough to do that. But even after dinner they all gathered in the quarantine room and just stared at the flower. It looked even darker than before, its pustules apparently disappearing, as they seemed to be less than when they had discovered it in the cave. Somehow, the plant looked even worse than in Titan, as it taking it away from there had made it worse.

 Sure enough, after only one day, the biologist onboard notified the crew that the plant had perished. There were no signs of life and the leaves were slowly dropping to the ground and then turning white. Even so, they were going to analyze it all to have a better understanding of its qualities.

 But the other astronauts were appalled and felt guilty. They could have helped the guy run faster by cheering him on or going out with him. They could have done something to prevent him from dying in such a horrible and futile way. Though it wasn’t really a futile death. They didn’t really know anything about the Chernobyl just yet.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Madres


   Elisa bebió una botella entera de agua en pocos segundos. Después tomó otra, pero solo consumió la mitad de su contenido. Después solo se sentó y trató de recuperar su respiración, pero le era difícil. Desde donde estaba, podía ver como pasaban los demás concursantes de la carrera, cada uno con su número en el pecho y con cara de no poder moverse nunca más a tal velocidad. Todos se agolpaban alrededor de la gente que daba las botellas de agua y ver eso hizo que Elisa se tomará lo que quedaba en la suya.

 Tocó sus piernas con una mano y se dio cuenta que estaban algo entumecidas, casi no podía ni sentirlas. Empezó a moverlas arriba y abajo, haciendo girar los tobillos ligeramente. Uno de los organizadores la vio haciendo esto y se le acercó para preguntar si estaba bien. Elisa trató de sonreír lo mejor que pudo y le dijo que todo estaba bien. El chico respondió también con una sonrisa y le dijo que en pocos minutos habrían llegado todos los concursantes y entonces podrían entregar las medallas y los premios a los tres primeros corredores.

 A Elisa se le había olvidado por un momento ese detalle. Como había gastado sus últimas energías en el último segundo, no se había fijado cuantas mujeres más había en su cercanía. Cuando corría de esa manera no tenía tiempo ni la intención de estar mirando a un lado o al otro. Tenía que poner toda su concentración en poder llegar a la meta, sin importar cuanto lo que costara o que le doliera. El caso es que podría haber ganado su categoría pero no tenía ni idea si eso de verdad fuese posible.

 Cuando los últimos concursantes llegaron, la gente explotó en aplausos y vítores. Elisa se puso de pie y se dio cuenta que sus piernas estaban casi dormidas, por lo que tenia que caminar para no quedarse allí sentada más rato del necesario. Además, ya todos se estaban acercando a la tarima central para escuchar lo que los organizadores tenían para decir. Algunos sabían que no iban a ganar nada pero otros estaban expectantes pues creían tener la posibilidad de al menos ganar una de las brillantes medallas.

 Elisa se sostuvo como pudo, apoyándose ligeramente contra un poste de luz que en ese momento no estaba sirviendo aunque pronto lo haría. Al mirar al cielo, notó que gruesas nubes oscuras se acercaban y el viento parecía decidido a traerlas encima del parque donde estaban reunidos. En ese momento, Elisa solo quiso estar en casa, con su pequeño hijo y su perro labrador. Eran los tipos de tardes que le gustaba tener, sin importar si afuera estaba lloviendo o haciendo sol. Esos eran sus dos tesoros más grandes, y aquellos seres a los que debía proteger a toda costa.

 Uno de los organizadores empezó a hablar por un micrófono, visiblemente preocupado por el clima. Su voz sonaba apuraba y parecía decidido a terminar con todo el proceso en minutos, incluso cuando tenía que entregar unas cuarenta medallas, además de cheques a los tres primeros lugares de cada categoría. Mientras hablaba, Elisa miró a un lado y al otro, esperando ver a Nicolás y a Bruno por algún lado. Su hermana los estaba cuidando mientras ella concursaba pero no sabía si ya estaban allí o venían de camino.

 Fue entonces cuando se escuchó el estruendo y todo se hizo silencio en un segundo. Una luz potente aclaró el cielo sobre los concursantes de la carrera. Por un momento, todos lo vieron fascinados, algo asustados también. Pero segundos después empezaron a correr y a gritar. El rayo cayó justo encima de la tarima, electrocutando al presentador de la ceremonia de medallas. Elisa pudo oírlo gritar y, al salir corriendo, el olor a carne quemada inundaba ya todo el lugar. El caos subsecuente era apenas de esperar.

 Otros rayos cayeron pero un poco más lejos, a pesar de que todavía lo hiciesen en el parque. Elisa cayó entonces en cuenta que su hermana, su hijo y su perro podían estar esperándola en el estacionamiento, cosa que la asustó y la hizo correr como pudo. Su cuerpo entero le dolía pero un afán sin medida se apoderó de ella. Los rayos podían haber caído en cualquier lado y su familia podía estar herida o aún peor. Corrió como pudo hacia la salida más cercana, cerca de donde debía estar su familia.

 El problema era que había demasiada gente en el parque, tanto concursantes como público. Eso sin contar a aquellos que simplemente habían ido al parque a disfrutar el día, antes de que se convirtiera en algo tan horrible. Elisa tuvo que detenerse cerca del cerco del parque para mirar a su alrededor. No podía estar corriendo como loca, sin fijarse para donde iba o como lo hacía. Debía tener sangre fría para pensar bien e ir al lugar donde fuese más probable encontrar a sus seres queridos. Esperó entonces allí, por un rato más.

 Cuando vio el fuego a lo lejos, tuvo que moverse. En la salida del parque se agolpaba la gente, mucha que estaba cerca de casa y otra que había corrido sin pensar y ahora se daba cuenta de que su automóvil estaba lejos de allí. Elisa miró hacia un lado, donde había algunos vehículos, pero no vio a nadie conocido. Ella no llevaba encima su celular, pues precisamente se lo había dado a su hermana para que se lo guardara. Esos aparatos eran un estorbo completo mientras se corría y no habría tenido sentido quedárselo durante la competencia. Otros dos rayos cayeron en el parque.

 Y la lluvia por fin comenzó, con fuerza. Todas las personas allí se lavaron por completo, asustadas y sin saber que hacer. Elisa decidió moverse en vez de quedarse allí. Recordó donde quedaba el estacionamiento más grande y se apresuró hacia esa dirección. Sus piernas, de nuevo, no parecían responder muy bien al hecho de que las estuviese haciendo correr de nuevo, pero no tenía ninguna opción. Ignoró el dolor que le causaba hacer ese esfuerzo y trató de correr más rápido, para llegar más pronto.

 En el estacionamiento había enormes cantidades de gente. Se había formado un atasco enorme por culpa de la cantidad de vehículos que habían querido salir al mismo tiempo. Además, el sistema eléctrico estaba fallando y los que manejaban el estacionamiento no querían dejar salir a la gente sin pagar, así que se ponían a calcular su cuenta a mano, lo que se demoraba el triple de lo normal y causaba problemas graves bajo la tupida lluvia que estaba cayendo. A lo lejos se escuchó una sirena de bomberos. Muy tarde.

 Elisa miró uno por uno los vehículos pero no reconoció ninguna cara en ninguno de ellos. Golpeó ventanas y gritó, pero nadie corría hacia ella ni ella veía a nadie, ni a su hermana, ni a su hijo, ni siquiera al perro. Trató de recordar la marca y el aspecto del automóvil de su hermana, que los había traído en la mañana, pero siempre había sido pésima identificando automóviles. Estuvo un buen rato mojándose, tratando de encontrar el vehículo hasta que lo encontró, un poco alejado del caos que había saliendo del estacionamiento.

 El coche, sin embargo, estaba casi completamente quemado de un solo lado. Un rayo parecía haber caído encima del automóvil de al lado, que había quedado inutilizado. Miró por la ventana y pudo ver un par de juguetes de su hijo y la correa de Bruno. En ese momento se asustó y varias cosas le cruzaron por la mente en cuestión de segundos. La puerta del lado de su hijo estaba calcinada, por lo que tal vez habían tenido que salir de urgencia hacia algún hospital. Podrían haberse quemado todos y ella no tenía idea.

 Trató de buscar quién la ayudara, pero nadie parecía interesado en otra cosa que no fuese irse de ese lugar lo más pronto posible. El fuego había desaparecido y no había más rayos, pero la gente estaba asustada y ese es el estado más peligroso en el que puede estar una persona.

 Elisa se salió de allí y se acercó a la tienda más cercana a pedir un teléfono, para llamar a su madre. Ella podría saber algo. Entonces fue cuando le volvió el alma al cuerpo pues su familia estaba allí, sentados alrededor de una mesa, comiendo. Al parecer, su hijo no había aguantado las ganas de comer algo.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Memories with sauce


   As the water began to bowl, I opened the pasta packet and dropped it all inside. I was eating alone, but I felt hungry and also felt like not having to excuse myself if I wanted to eat a bit more than usual. I turned to the fridge and grabbed my favorite pasta sauce. I would mix it with vegetables and cheese, in order to turn my meal into a needed relaxing time. I really needed to stop thinking about all the things around me and just, for once, enjoy myself having a nice plate of hot and hearty food.

 The pasta softened fast and my sauce started boiling in no time as well. I had chopped onions, peppers, carrots and mushrooms, as well as a big eggplant that I had found in my fridge and didn’t remember buying at the store. It all went into the sauce and I decided to wait for everything to be just perfect. I grabbed my phone, and browsed through happy pictures of people, some traveling and some others with their children and getting married or celebrating something with, apparently, thousands of people somewhere nice.

 I rarely had any time to go on holidays, so I always wondered how the hell they did it, how was it that they earned a very decent living and, at the same time, had so much time to do nothing. Getting a job had taken me forever and it was not now that I would attempt to lose it only to go frolicking in the waves of some beach in an Asian country. I sure was jealous of what they had, but not at every single moment of my life. It was just when I browsed those stupid pictures and also when I felt not so high on myself.

 The pasta had to be ready then. I grabbed my plastic strainer and took all the water out from it. When it was good and dry, I put it back into the pot. No moment left to think, I grabbed the other pot with the sauce and pour it all over my pasta. Looking at those delicious chunks of deliciousness was enough to make me feel very happy again. I forgot about the stupid pictures I had seen and decided to only dedicate the rest of that day to the delicious food I was making and also going to eat.

 I stir it all good and even put on some butter on it, in order for the pasta not to stick to anything too much. As I moved my food around, the smell of it all reminded me of better times or at least easier ones. I remembered the food that was served to me in the cafeteria, at school. I especially remembered taco day. The tacos were not even that good but the rush of having such an uncommon food in school was enough to make me feel happy. It even made the food taste so much better. I would ask the lady for more and more, until she had to tell me that others also wanted to eat tacos.

 Fat was something I never really was but I did get a bit chunky in high school. I think it was because I would rather completely avoid any physical exercise. I ate like any kid does at that age, tacos were an exception. What I really hated was physical education and how the teachers were always so happy and positive in those courses. It was really unnerving how fucking happy they were to play anything or to make us run around the whole school. It was almost like some sort of boot camp, at least in their minds.

 As I served myself a big bowl of pasta, I realized I was smiling from ear to ear. Apparently, remembering school was causing me some kind of pleasure, which was very strange because I didn’t really have any nice memories from that time in my life. I was a very average student, I even had to do one year all over again. Making friends seemed like the world’s hardest task and I also felt it was just futile because I kept failing horribly when trying to get to know people, and kids are tough as nails when they want to be.

 I smiled though. I sat down on my two-seat dinner table and turned on the TV in order to feel some company in the apartment. It was one of those things most lonely people do in order not to feel they are going completely insane. I left it on some animal channel, were dogs seemed to be misbehaving and a man was trying to get them to be nicer. I didn’t pay much attention to it, preferring to get back to my teenage years and explain to myself why I had been smiling before. The answer was pretty simple.

 As strange as it may be, I realized I really liked myself back then. What I mean is that I love how I did some things in that time. Sometimes we recall are youth and have second thoughts about everything, but I had just realized I didn’t or at least not about that whole segment in my life. I loved that I had the balls to just not go to some of my PE classes, I’m glad I stood my ground and just pretended to go to the bathroom and instead sitting down on the library in order to enjoy myself in a more personal way.

 Yes, the teachers caught a couple of times and I got in trouble with my parents because of that but it was worth it. Because I was building myself, I was building this man and everything could have been different if I had forced myself to do the things I didn’t want to do. Some people don’t understand that doing things that you don’t like is only good when it makes sense and not when the only thinks that it causes is that just start disappearing, you stop being yourself and instead you become this copy, a bad one probably, of some else who’s not even that interesting to begin with.

 The dog show has ended and now it’s a cat show. Every single piece of vegetable in the sauce is just right, beautifully seasoned and with a taste that would make any Italian mother and grandmother proud. It fills my heart and my soul that I had the good idea to make something that delicious in a moment when I really needed to feel comforted. It cannot be all about responsibilities in life; we have to learn how to have fun and how to make ourselves feel good when we need to. That’s the only way we can survive.

 The only really bad thing about those times and my life in general, is that I never really had what it took to make friends or get to know people properly. Sure, I did call some people friends during high school and also in college. Even now, I call some of the people I work with “friends”. But I know the word is probably too big for our relationships. I know that friendships are built of much stronger materials and that they should at least last for a couple of years in order to be considered real friendships.

 So, in that sense, the amount of friends I have is alarmingly low. And again, I put the blame on me. I lack what it takes to be a really good friend and I have to confess I don’t really know what it is that makes you that. Even in high school, I failed horribly at trying to make connections with people. Sure, I had “friends” but once we parted ways after college started, people disappeared in seconds because we stopped having something in common. Only being in school made us feel similar and much more is needed.

 I think that is my only regret, not trying hard enough to be a better friend or just trying to figure out what people look for when they are looking for a friend. Well, for starters I guess people don’t really “look for” friends, they just happen to get some as any normal human being. Damn, I guess most people don’t put so much pressure on the whole business to start with. But, again, if I didn’t think too much about things, I just wouldn’t be me. And what would be the point then, if it’s not the real me looking for those friends?

 The past filled my soul and body. I learned the recipe from my mom and I thanked her for that later that day. But after eating, I sat there at the dinner table, thinking about my memories from school. The people I had hated for being so easy going, the likely friendships lost because of that.

 I grabbed my cellphone and look around some of the apps. I finally found the name I was looking for and started texting with him. After a few minutes, I asked if he could come by my house or if he wanted to have a drink. No idea if a friendship is possible there but at least I’m willing to try.