viernes, 23 de octubre de 2015

Objetos cargados

   No podía respirar nada. En un momento la garganta se me cerró por completo y mis ojos debieron reflejarlo. Pero, afortunadamente o no, no había nadie que pudiese verlos. Como pude, traté de bajar el ritmo de mi respiración, sin parar de caminar y de llorar al mismo tiempo. Lo que me había pasado era una tontería pero me había tomado tan por sorpresa que simplemente no tenía como enfrentarlo. Pensé que tendría la fuerza para que las cosas dejaran de afectarme tanto pero creo que cuando tomé energía de un sitio, obviamente lo estaba dejando sin defensa a favor de otro lugar que necesitaba más resistencia. Me puse a jugar con lo que tenía y casi acabo destruido por mi mismo. Esa respiración casi ausente, ahogarme a los ojos de todo el mundo y que no me vieran, la causé yo.

 Bueno, para ser más exactos, fue un tipo de apariencia rusa el que inició todo ese evento tan desagradable. Nunca quiero volver a pasar por ese sitio pero sé que tarde o temprano lo haré pues esta ciudad no es grande y todo se resume a una pocas calles. El caso es que un robo es normalmente algo que no es tan traumático o al menos no en el civilizado mundo europeo. Me han robado, y más intentado robar más veces, en mi país. Allí un robo normalmente es más violento y peligroso pero nunca ha sido así para mí. Afortunadamente siempre han sido momentos “manejables” y creo que ayuda que sea un enfrentamiento, que sepas que ocurre. Cuando no sabes que pasa el miedo escala más rápido y por eso creo que la tensión arterial casi me explota la cabeza esta vez.

 Por lo menos yo prefiero saber y así es en todos los campos posibles. Quién no va a querer saber que pasa o como pasa? Porque elegir vivir en la ignorancia sabiendo que el peligro así es mayor? No sé que tiene la gente en la cabeza pero yo odio sentirme menos, burlado y como si nada de lo que soy importara para nada. En parte eso fue lo que me dio más rabia del asunto: no tanto el hecho de ser robado como el hecho de serlo sin darme cuenta, en la calle y con gente no muy lejos. Me sentí burlado y una burla en mi mismo y nadie debería tener el poder de hacer eso por su propia cuenta a otra persona. Es cruel y rastrero y es un truco que solo busca un beneficio temporal.

 Al fin y al cabo, quién roba un celular (o “móvil”) a estas alturas de la vida. Donde hay tanto mercado para aparatos robados? Quién querría untarse las manos de algo que proviene de semejante lugar, del robo o incluso de algo peor? No me sorprende que el ser humano no tenga una pizca de sentido común pero esto es mucho más que eso. Es solo pensar en los demás, así lo robado no sea más que un aparato. Lo que pasa es que para los seres humanos los objetos son más que eso, son símbolos de algo y carga una energía especial para cada persona. Remover objetos de la vida de una persona debe ser decisión solamente de dicho ser humano y de nadie más.

 Para mí, el objeto tenía un valor familiar. Era un símbolo de una de las mejores Navidades que he pasado con mi familia, un regalo sentido de mi padre con el que nunca he tenido una relación fuerte y ahora que todos en mi hogar somos adultos, las cosas han cambiado para bien. Ese celular era, hoy en día, mi conexión a ellos y mi manera más directa y rápida de no sentirme solo en momentos en los que siento que me hundo y no hay ninguna mano a la cual asirme. Mucha gente no sabe lo doloroso que puede ser separarse de quienes quieres y tampoco saben lo complejo que es vivir adaptándose a nuevos espacios y nuevas personas, a costumbres y maneras de decir y hacer. Es algo que requiere tiempo y a veces el tiempo está en contra y todo es más complicado de lo que debería.

 Ese es el poder de los símbolos, el peso que tienen los objetos. Muchas personas tildan a otros de superficiales, de darle demasiada importancia a los objetos pero esto es solo verdad cuando esos objetos no están cargados con significados, con una energía especial que es solo nuestra y que nadie en el mundo puede soñar replicar. Como seres humanos, obviamente creamos conexiones con otros seres humanos pero, ahora más que nunca, necesitamos ayuda extra para crear esas conexiones y las ayudas son estos objetos cargados de energía que sirven para mantener un vinculo que podría ser débil o, al contrario, que es tan fuerte que necesita ser reforzado.

 Perder un articulo de ropa o objetos rutinarios como un bolígrafo o un lápiz, es poco posible que afecten a nadie pues rara vez son cosas que se carguen con ese significado especial. No son símbolos a menos que sean usados como tal o sean claves en uno u otro momento. Está claro que yo hablo desde mi experiencia personal y se que es posible que alguien tenga una camiseta de la cual no se separe o un lápiz “de la suerte”. Lo entendería porque al fin y al cabo un símbolo no deja de serlo por su tamaño o por su importancia en el mundo de los seres humanos. Eso es relativo y, al final del camino, muy poco importante pues lo que es de veras clave es que el objeto ayude a conectar a algún lado.

 Está claro que si la conexión es solo al objeto, ya no hay energía nuestra allí sino más bien un egocentrismo extraño que se basa en lo que tenemos y no en lo que somos. Supongo que deben existir casos pero seguramente está todo más relacionado a otros fenómenos humanos, mucho menos importantes y más relacionados con la corrupción a través del dinero. Ciertamente el dinero no tiene nada de energía y si lo tiene no es una especialmente positiva. Alguien que solo tiene cosas por tenerlas simplemente no tiene la capacidad para pasar esa parte de ellos mismos en algo que puede conectarlos a otra persona. No hay flujo de energía así que, en esencia, no hay nada de nada.

 Caminé bastante porque la gente no sabía muy bien donde quedaba la policía y ellos me mandaron a volar porque simplemente no tenía un número de registro del teléfono. No hubo ayuda, no hubo compasión, no hubo nada. Y yo que siempre pensé que los hombres y mujeres de la justicia y sus brazos debían de tener un poco de sentimientos en esa coraza que los cubre. Pero no, al menos esta vez no había nada. Por supuesto que no era como para que me trataran como a una victima de violación pero, la verdad, yo sí me sentía así o al menos muy parecido. Porque para mi había sido una violación de mi ser, de lo que soy y de lo que nunca voy a dejar de ser. Un momento de distracción y me quitaron las defensas que tomaran un tiempo en ser reconstruidas.

 Y así tuve que volver a casa, con el cuerpo en dolor y la cabeza a punto de estallar. No sé como llegué a mi casa. Seguramente, después de tanto caminar, resultó que las cosas quedaban más cerca de lo que parecía. El caso es que cuando llegué lo único que quise fue hablar con mi familia y eso hice. No puedo decir que me calmó pero sí ayudó bastante, pues en este momento son las únicas personas en el mundo, junto a un par más, que me conocen bien y saben como hablarme y demás cuando estoy bastante mal. Sé que muchos pensarán que no es para tanto pero ojalá nunca sientan ese dolor de cabeza, esa sensación de tener unos tornillos gruesos metiéndose poco a poco en el cráneo.

 Así se sentía y se sintió durante toda la noche. Me desperté un par de veces por culpa del dolor y por culpa del estúpido mundo que me rodea que no me deja tranquilo. Cuando no pude seguir intentando dormir, me senté en mi casa y me di cuenta que el dolor había bajado pero solo pensar en el lo hizo crecer de nuevo como si tuviese vida propia. La ironía es que no quería comer nada, no quería saber nada de nada y no tenía energía. Pero tenía que volver a la policía y seguir haciendo lo que tenía que hacer pues las cosas no pueden quedar como si estuviese bien hacerlas. Hice lo que debía hacer y hacia las cinco de la tarde por fin comí algo y debo decir que eso me devolvió el aliento.

 El día pasó y en la noche pude dormir mejor, al menos hasta hace un rato que empezaron a martillar y a romper y no sé a que más hacer. Como dije, el mundo a mi alrededor tiene un serio problema para dejarme en paz. Pero eso no importa, lo que importa es estar tranquilo y tratar de no perder la rienda de las cosas. Esos objetos con poder, con energía, no pueden jugar un papel tan importante, lo mismo que la gente en la calle. No se puede darle el poder a alguien más para que lo use sobre uno. Hay que usar todo lo que se tenga para construirse mejor, para ser la mejor persona que se pueda ser y no hablo de sentimientos sino de capacidades.


 Los sentimientos vienen luego y esos muchas veces son un torrente que no se puede controlar. Los sentimientos no vienen controlados ni de una fuente clara por lo que cuando surgen hay que dejarlos salir de la mejor manera posible. El dolor de cabeza sigue rondando o tal vez sea su fantasma. Tengo que asegurarme de estar listo para la próxima ronda, porque así es.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Silences

   She had always loved to drive; as it liberated her from everything else she had been doing that day. When she drove back home from work, even with the traffic jams, she relaxed a lot and even stayed a bit in the car when arriving home just to think about one or two things. She also loved to be in bed with her husband and just share those priceless silences that people not really think about. Silence is beautiful when you feel you are complete with someone else and feel any sound would be just a disturbance, a nuisance. Emma and Greg had always had that kind of understanding and many people found it to be a bit disturbing but the truth was they didn’t really cared if other people approved or not of how they behave as a couple, they loved each other like mad.

 However, Emma one day realized she had been looking another man at work, someone she didn’t really know that well. She detailed everything he didn’t and she liked him right away because he stood away as different to the rest. Most of her coworkers were noisy and very annoying, always talking and mumbling and just behaving like parrots. The man she had discovered, who probably worked in another floor, was very different and was visibly shy and kept to himself. She realized, after several minutes, that she had been seeing him making copies and looking for a stapler, even as she had very big stack of work to do. When she came back to her senses, she felt oddly embarrassed and just went back to work.

 Emma had thought that behavior would only happen that one time but it didn’t. It started happening more and more, and not only with that man from work but also in the street, in stores and in the bus she took home when leaving the car there. She would just look at them carefully, appreciating everything they did, which was normally something really mundane and boring to everyone else but that seemed like magic to her. She didn’t really appreciated their bodies at all, she preferred to focus on their behavior and on whatever they were doing in the moment, no matter if it was listening to music, reading, jogging, talking on the phone or just standing there, close to her.

 If she was honest to herself, all of this made her feel very strange. She loved her husband but she just loved to look at this men just being there. She thought that maybe it was because she had been married so young and now she was getting interested in others but it was very particular that she didn’t even bothered to look at their faces sometimes and, if she did, she would discover that they didn’t looked at all like the men she supposedly found attractive. This went on for several months and for Emma it was something hard to process, because she had been living fifteen years of a very happy marriage and felt awful about what she was doing, as if she was cheating on her husband.

 One night, she decided to break their ceremonial silence and just tell Greg about what was happening to her. She hated the people that beat around the bush for hours without never ever getting to the point, so she went straight for it. It may have been a little harsh but Greg knew that was a trace of Emma’s personality that was just essential to her and he embraced that attribute with open arms. He just heard what she had to say and, after a detailed explanation of what was going on, he asked her if something else had happened. Obviously, he was worried she had cheated on him with one of these men. But she hadn’t done that so he just hugged her and told her there was nothing wring about what she did and even if something more happened, she could talk to him.

 The conversation was very positive for Emma, who had always known Greg would respond well to any issues that would be presented to him. So she kept on with her life, still looking at strangers and just that. Then, one day, one of these men looked back at her and just smiled. This tore apart everything she had thought about this strange process before and started to wonder if what she was looking for was some sort of action in her life. Of course, she didn’t like those disgusting men who looked like a cartoon character but she was still human and discovered she loved someone that looked much more deep and interesting that all the other men.

 With the man of the smile, she never had anything but she could’ve. The next man that smiled at her was lucky enough to receive a smile back and now her sessions looking at men involved much more interaction, often just smiling or staring mutually at each other. Most people would find that disturbing but to Emma it was all very alluring and it started to become almost sensual. She realized, although this was no real surprise, that she craved a real intimate life with a man. Her husband was kind and good and loyal but he wasn’t adventurous, he wasn’t passionate and that made her terribly sad.  It had always been like that but now, feeling more liberated, she had finally decided to accept it.

 One afternoon at work, when she stayed a bit more to finish up work, she found the first man she had been looking at in the elevator. She couldn’t resist looking and he responded by staring, never smiling. Then, without a word, he pressed the button of the next floor, stepped out there and looked back. Emma didn’t even doubt it and she followed him to a janitor’s closet where they had sex. As she expected, the sex was passionate but it was not vulgar. The sex was fulfilling but never disgusting or plain.  When she came back home, however, she knew she had to tell her husband so she did. She told him everything and then just waited for his answer. There was a long silence.

 Finally, he stated that he understood her and that he had felt like that too, some months ago. Of course, she instantly thought about asking if he had met someone too, but thought it was better not to push any subjects to the floor. Greg held Emma’s hand and asked her what she felt for him. Emma told him she loved him and she had never doubted it. But she also knew she was curious about the world and she wanted more from it now, more than he might be able to give to her. It hurt her a bit that a single tear slid down his face as he smiled and said that it was all fine, that he understood and that he just wanted to know if any feelings changed or if she started to change her mind about other things.

 She never had sex again with the man from her office but they did see each other often. It was incredible to realize that they had been feeling the same or at least seemed to agree on whatever it was they were looking for in other people. It wouldn’t be another couple of months until Emma had sex with another stranger, a man who was a bit more interesting that the man from the office simply because he really never spoke to her and didn’t even smiled or anything of the sort. It was very strange and even frightening but it made it him so interesting and attractive to her. She also told her husband about this man and he was also fine with it. She couldn’t deny it felt strange, but she knew she had become, a long time ago, into a real free woman.

 Time passed and her interest in men started to decline. She wasn’t just interested anymore and just wanted to dedicate the following years of her life to herself and her husband. She proposed for them to go away on a holiday, to some beautiful place far away, in order to just be with one another, in another background and see what they really felt for each other. The first time they had sex during that trip, neither of them could believe the change that had occurred in the last few years. It was obvious that something had changed and it apparently had changed for the better, as the two of them ended up being extremely happy with everything that happened. They did not discuss the reasons and it really wasn’t necessary as long as they were happy.


 And they were, for many years, until he died from a stroke. She cried all day long that day and when she finally stopped, she felt part of her soul die with him. She realized that she had loved him more than she could ever understand and that everything that had happened between them was just about learning and talking things, in their own way. She did discover he had been with someone else too, before she had her “season” but she never managed to discover who it was. Somehow she needed to know, to thank whomever it was. But that thought vanished in time and eventually she joined her husband, adoring him always.

martes, 20 de octubre de 2015

El laberinto

   El laberinto se prolongaba por kilómetros y kilómetros. Se podía ver cada giro y muro altísimo desde una colina cercana que servía como mirador desde hacía muchísimos años. Antes, no había habido allí más que un pueblo moribundo, de esos que habían sido arrasados por las guerras y por todas las pestes que la Humanidad atrae consigo. En el pueblo no había gente joven y tampoco trabajo ni nada que indicara que en otros lugares del mundo la civilización de hecho estaba avanzando. Como siempre, quienes vivían allí se oponían a todo pero sin conocer de nada, sin saber siquiera si lo que creían saber era cierto o no. Era gente obstinada que creía que haber sobrevivido a una guerra les garantizaba una vida de plenitud y de mutuo respeto, cosa que era una gran ilusión.

 Fue por los años setenta, y por un milagro, que llegó al pueblo uno de los millonarios más sonados del país. Su nombre era Philip Meir. El tipo era dueño de empresas por todas partes y siempre estaba viajando, buscando ampliar todavía más su portafolio de riquezas. Por alguna razón, su vehículo de último modelo tuvo una falla y fue cerca del miserable pueblo del que hablábamos antes. En el lugar como tal, el millonario no quiso quedarse. Acostumbrado a la limpieza y el orden, el hombre arrugó la nariz al oler el potente aroma del pueblo que combinaba la basura con el repollo, que era lo que más se cultivaba. Salió del pueblo caminando y, con sus guardaespaldas, llegó a la colina más alta de los alrededores donde había un mirador modesto. Y fue allí que tuvo la idea.

 Cuando volvía a la ciudad, hizo contacto con todas las personas que conocía en el gobierno, en la gobernación, en la alcaldía y en donde fuere para asegurarse que ese pedazo de tierra iba a ser suyo. Al gobernador lo convenció con facilidad: le dijo que toda región en la que él invertía, empezaba a generar ganancias y el nivel de vida subía, mejorando la vida de todos y, por supuesto, sus billeteras. Cuando llegó al pueblo, sin embargo, se encontró la oposición no solo de los habitantes sino también del idiota que tenían como alcalde. Eran cerrados de mente o tal vez idiotas, eso no lo pudo nunca entender muy bien, pero por un largo tiempo no cedieron ante nada.

 Al final, fue una combinación entre la orden expresa de la gobernación y el Estado y cuantiosas sumas de dinero a cada familia que recogiera sus cosas y se largara del lugar. Ese periodo fue de solo un mes. Los que quedaron después, más que todo viejos testarudos, se les sacó a la fuerza y de una manera tan sutil, que muchos empresarios aplaudieron a Meir por su estrategia dura pero en silencio. Sin nadie que pudiese estorbar más en sus planes, Meir volvió a la colina y contempló su compra, ese hueco desolado y maloliente para el que él había tenido una visión que debía de llevar a cabo pronto.

 En cuestión de días luego de que se “fuera” el último habitante llegaron las máquinas. El pueblo fue demolido casa por casa con una rapidez increíble. Tanto así que un mes después ya no era el mismo lugar, hasta el olor se había ido. Todo fue removido, no solo las casas sino la piedra de las calles, el pasto de los parques, los cultivos y todo lo que perteneciera al pasado. Se empezó por construir, en el lugar más alejado de la colina más alta, una mansión enorme que iba entrar a ser una de las grandes casas en las que Meir pasaría unos días al año. Como en varias otras regiones, tendría las mayores comodidades y los más excéntricos gustos serían atendidos en una mansión con un personal completo y casi siempre libre de trabajo real.

 Cuando la construcción de la mansión iba por la mitad, se empezaron a sembrar los setos que formarían el laberinto. Había sido Meir mismo, fascinado con las formas y las figuras, quién había diseñado el laberinto basándose en dibujos antiguos que había visto en libros que habían sido propiedad de su abuelo. La verdad era que siempre quiso tener un laberinto para él, uno de su creación si fuese posible, para jugar y perderse en él y sentir el corazón acelerado y su cerebro yendo a la máxima velocidad posible para resolver el acertijo. Imaginó que invitaría a sus amigos a perderse con él pero la mayoría de las veces preferiría estar solo y perderse solo él con su ego y sus manías de rico.

 A la par del edificio, los setos crecieron y también otras plantas y flores de los colores más increíbles. Se contrató a los mejores jardineros del mundo para que atendieran la construcción de todo el complejo y se les pidió que solo utilizaran flora autóctona de la región. Nada debía sentirse fuera de contexto y debía ser casi una oda a todo lo que era propio. Para Meir era importante celebrar su origen que estaba clavado a ese país y, curiosamente, a esa región. Su bisabuelo había empezado trabajando en una de las minas cercanas y vivió por mucho tiempo en un pueblito que no estaba muy lejos. Hoy en día, Meir era el dueño de la mina pero ese no era un lugar para celebrar nada, a excepción de la vida de su bisabuelo. Por eso había erigido allí un busto a su honor.

 Pero el laberinto y el jardín iban más allá de su familia y su riqueza actual. Buscaba que cuando alguien viera todo el conjunto desde la colina, se sintieran orgullosos de estar allí y de poder llamar a todo lo que veían “hogar”. Meir no era uno de esos nacionalistas locos. Le parecían unos payasos ridículos que no entendían el significado de nada. Pero sí era un patriota apasionado que creía que toda persona debía trabajar para mejorar la situación común de todos los habitantes de su país o de su región o de su ciudad, lo que fuese posible. Creía que estaba en sus manos el poder de hacer avanzar a la nación.

 La construcción demoró años, cosa que a él no le importó, con tal de que no hubieran demoras. Y como los trabajadores y contratistas sabían con quién estaban lidiando, todo se entregó en los tiempos estipulados. Mostrando una falsa generosidad, Meir abrió la mansión al público por un mes para que todo el que quisiese visitarla lo hiciera gratis. De esa manera muchos vieron los fastuosos salones con pisos de mármol, los baños con cañería de cobre galvanizado y la cocina que tenía el tamaño de un pequeño campo de fútbol. Todo eso sin mencionar el pequeño ejercito que atendería a Meir una vez viviera allí, seguramente por algunos días al año. No hubo nadie que pensara que la obra era modesta o necesaria ni que no quedara con la boca abierta al entrar y dolor de cabeza al salir.

 Los jardines también abrieron al público pero lo hicieron meses después, cuando todo estuvo a punto. Los setos debían crecer la altura requerida por Meir y todas las demás plantas debían estar simplemente perfectas. El primer grupo que visitó el lugar se llevó una sorpresa, pues el guía fue nada más y nada menos que Meir en persona. Se veía cansado pero feliz de ver su máxima creación hecha realidad. Para sorpresa de todos, sin excepción, el hombre sabía los nombres comunes y científicos de cada planta, cada arbusto, cada flor e incluso cada insecto que había venido a instalarse en el enorme jardín. El tour demoró casi dos horas y al final cerró con un comentario que parecía ser gracioso, en el que decía que tal vez construiría un ferrocarril para recorrer el jardín.

 Nadie se rió entonces ni nunca pues nadie se ríe frente a un millonario que puede hacer lo que se le da la gana y Meir sí que lo hizo, incluso cuando él mismo sabía que ese proyecto faraónico le había costado no solo trabajo sino dinero que debía obtener de otros lados para cubrir la deuda que se había impuesto. Fueron muchos movimientos económicos y financieros que se tuvieron que hacer para que todo siguiese existiendo pero al fin de todo la mansión y el jardín salieron adelante. Los dos se abrían seguido al público y Meir lo contemplaba todo desde la colina cuando visitaba la región. Así fuese por unos minutos, le gustaba ir allí y pensar.

 Cuando fue viejo y tuvo que dejar todo a uno de sus hijos, Meir se retiró del mundo en esa mansión y por primera vez disfrutó del lugar como siempre lo había querido hacer. Una mañana decidió darse un paseo por el laberinto, revisando las flores y viendo como el cielo estaba azul y hermoso como jamás lo había visto. Apoyándose en su bastón, caminó lentamente y por varias horas entre los altos muros verdes del lugar. Se sentía algo de frío en algunas partes y el calor del sol en otras. Fue en la tarde, ya con hambre y cansado de caminar, que se dio cuenta que ya no sabía donde estaba, de que estaba perdido.

 Meir miró atrás y adelante y trató de gritar un par de veces. Pero no obtuvo respuesta. Entonces, como si se diera cuenta de algo de golpe, su preocupación se desvaneció y se le dibujó una sonrisa en la cara. Lentamente, se sentó en el pasto y luego se acostó, mirando al cielo. Y estando así cerró los ojos y permaneció allí, en su laberinto, perdido para siempre.

lunes, 19 de octubre de 2015

Trapped in the flow

   For the first time ever, I was in the presence of snow. It was like in those movies where everything is covered in white and the characters make snowmen and throw balls of ice to each other, but it was pretty nice nevertheless. The snow just began to fall as we had stopped on a gas station and I walked out of the car just to feel it by myself. I was the only one there interested in the phenomenon but I didn’t care, the experience was even more unique like that. It felt so nice at first and so soft and simple. It was like magic was real but it was also very basic and not complicated like one would imagine. It was just this: snowflakes slowly falling to the ground and on my skin and hair. I felt alone and unique somehow but then I was reminded I was escaping and I had to go back to the car.

 Our journey went on exactly as it had been going on before the stop. Although the magic was ongoing because I could still see the snow falling on the other side of my window. But somehow, it felt very far away now and even more considering the circumstances. The driver was a woman I didn’t even knew the name of but she said she was doing all of this to save both our asses. I believed her because I had no other choice but the truth was I didn’t trust anyone anymore. Doing so had been my downfall and now I was in a car with a strange woman who never smiled, being chases by the police and other security agencies just because I never opened my mouth to say anything, I never fought back.

 I guess I have never been the kind to fight back, to be on the offensive side of things. I have always been more into letting things happen and just adapt to that. To be honest, I consider myself one of those persons that don’t need to go around the world doing things to prove who I am or what I’m worth. I don’t really need to test myself because I just now what I’m capable of. My life is one to be lived in peace, without breaking to much controversy in my path. Or that’s what I had always thought. Now, I really only want to be looking at the snowflakes and enjoy the beautiful spectacle that it is to see nature unfold itself in front of my very eyes. But soon, snow stops and rain ensues, ruining the landscape with its violence.

 I hate rain and now I have nothing to look for. I just realize I don’t want to be there, I don’t want to be running forever like a criminal because I’m not that. I’m just a stupid idiot that made a mistake and didn’t have the courage to talk when he had to. I bet she doesn’t know that I’m not an evil mastermind as many have thought, I’m just an average and maybe even below average guy who just wants to be left alone for the rest of his days. But I’m not stupid; I know that now that’s impossible. There’s no way everything’s going to stop just because I say the truth. My truth is simply not interesting enough for people to listen to me and I know they will just not care about it at all.

   It was all about lies and more lies and I now that I’m not completely innocent because, after knowing what had happened, I didn’t say or do anything. My so-called friends, those people I had learned to love and respect, they had set me up several times by making me keep their secrets, whether they came in the form of drugs or in the form of money. To be fair, they just gave me bags that were black and covered in duct tape so I never really knew what I was taking care of but those people were the only thing I had in life. I couldn’t doubt them, I just couldn’t begin to dare to betray the confidence they had put in me. So for years, many years, I kept those bags of whatever it was.

 I discovered once one of those bags had money and I asked my best friend what that was about. He told me he had earned a lot of money and would rather split it and keep it safe with friends that in a bank. To be honest, I didn’t believe him; I just decided that having friends and a certain sense of family was better for me that meddling in some business I had no idea about. After all, it was them who paid my rent, my clothes and food and who had given me the chance to be someone by working in a factory. They made plastic objects, of many natures, but I wasn’t to bad at it and I earned my living so they didn’t have to help me so much. I loved my life back then and wouldn’t have changed it for anything.

  My parents had died many years ago, leaving me an orphan. They didn’t have any money so I was about to turn into one of the many children that roam the streets at night, when I met them and they just accepted me into their bigger family. To be honest, I don’t remember my parents. I have no idea what kind of people they were or even how they looked like. I guess I could find out maybe now wasn’t the best moment to do so. It had never been one of my priorities in life to know who they were because I had always felt my family was the guys and girls and hung out with, those who gave me money to survive and live a life that was just good enough for me. Even now, I know I owe them a lot for what they did because they had no obligations with me.

 But I grew up and realized that what my family was doing was not really ok. Also because I saw the people that bought their product, on the streets, and thought that selling such a poison was not what a good person would do. I asked one of them once if they would change their work in the future. He said he wouldn’t because drugs not only have him money, they also gave him status and respect from other people. I told him about what I had seen and he just said that weak people shouldn’t be doing what’s meant to be for the strong and the mighty. So it was all a question of power that I couldn’t quite put to words.

 That wasn’t necessary. I discovered the hard way that this family had never really been mine or anyone else’s.  The day one of their bags filled with cocaine arrived at the police department, they instantly went for me. They sent a thug, a guy I had know and loved as brother, to punch the truth out of my body. I was beaten heavily, barely surviving the whole thing. Even now, my ribs hurt as if his enormous feet were pounding my thorax again. I bled a lot, covering the flour with the unmistakable odor of iron. I told him, when he let me, that it hadn’t been me. He just left me there, to clean myself and to take care of my wounds alone, because my family had officially left me for good.

More bags arrived to the police department, some filled with money and others with drugs. This time, I got a letter saying that someone was sorry it had to be blamed on me but that it was the only way to do it. So before I was killed, I surrendered myself to the police. It was stupid from me to do it, as I hadn’t done anything, but my mind couldn’t decide of anything less dangerous. The police didn’t believe me either, only thinking I was looking to save my ass from something they didn’t know about. They protected me for a while but I knew I wasn’t safe and I knew the police wouldn’t risk it all just to have me alive. So, once again, I escaped but this time with the woman that was driving the car after I had seen snow for the very first time.

 She didn’t talk at all and it was better that way. We just knew we had to run away and we did. I didn’t wanted to know why she had been arrested or she was guilty or not. Not even if she was a serial killer. I knew that the trip would end eventually and that I would have to fend for my own, which I was looking forward. I needed to prove myself that I could defend my own body and my own existence. So I just waited until the moment came and it did, faster than I thought. Because when we stopped again in a motel, and now more snow was falling, I went to get something to drink and eat and she stayed behind. She was arrested by a state security agency that was looking for her for a long time. I saw them take her and just leave, without even stopping to look for me. 

 I didn’t know what that was for but I thanked it. I left our car there and just realized I had no money. So what I did was simple: first of all, I ate what I had bought. There was no reason to go hungry now. After that, I waited patiently until the night arrived and then I went to a bar that was just a few steps away from the motel. It was greasy and old and depressing but it made me shine. So I took advantage of that and, eventually, I found what I was looking for. A mind that was weaker than mine, someone that would pay attention to me and to no one else. Someone that would want me and not the rest. For the first time, I was going to be my own person.


 The next day, I put on my clothes, went out the bedroom and bought a seat on a bus that would take me far away; so far it would turn me completely into another person. And I would like that.