lunes, 21 de noviembre de 2016

La playa

   En ese punto, era como si el río se partiera en dos: por el lado más profundo seguía bajando a toda velocidad la corriente de agua fría que bajaba de las montañas. Por el otro lado, justo al lado, había una zona de poca profundidad, llena de piedras de todos los tamaños pero con un agua quieta que casi ni se movía. El lugar estaba algo lejos de las rutas principales de los senderistas y por eso poca gente lo conocía pero quienes sabían de él le llamaban “La playa”. Se volvió un punto de encuentro para los entendidos que circulaban por la zona.

 Uno de ellos era Nicolás. Desde hacía un buen tiempo era aficionado a explorar los parque naturales del país a pie. A la mayoría los conocía muy bien y por supuesto uno de los lugares que más le gustaban era La Playa. Era uno de esos que conocía  como llegar al sitio de manera más rápida. Muchos otros habían descubierto el lugar por él pero no porque les dijera sino porque quienes circulaban por todo esos lugares, sabían muy bien a quien seguir y como. Pero, afortunadamente, la cantidad de gente que llegaba a ese lugar seguía siendo relativamente poca.

 En uno de sus varios viajes, Nicolás se dio cuenta que estaba completamente solo.  Era fácil saberlo pues el clima era, cuando menos, un caos. Había llovido por días seguido y la corriente del río se había vuelto tan brusca que podía ser peligroso ponerse a buscar cualquier cosa o incluso meterse a bañar. Incluso por la parte poco profunda pasaban restos árboles y otros escombros y restos de tormentas que caen al río y casi van al mar. Era peligroso estar allí en esos momentos, pero a él esa vez le atrajo quedarse por allí.

 Armó su campamento cerca de La Playa y aguantó el frío gracias a una manta especial que tenía. Se hizo lo suficientemente lejos para evitar la crecida del río, si es que sucedía. En efecto creció un poco más durante la noche pero no tanto como él lo había supuesto. Al otro día el río estaba casi como siempre y fue cuando decidió quitarse la ropa y bañarse. Hacía varios días que no se bañaba y el agua fresca del río era el lugar ideal para refrescarse, sin importar lo fría que pudiese estar el agua o las ramas y demás que flotaban en ella.

 Se metió rápidamente  y se movió un poco por el lugar. En La Playa el agua llegaba normalmente hasta los muslos, o incluso más abajo dependiendo del nivel del agua. Esta vez había bajado rápido en la noche y por eso aprovechó para bañarse. No llevaba jabón ni nada por el estilo sino una como esponja que servía para limpiar la piel . La utilizaba con fuerza y se mojaba para asegurar que la limpieza estuviese siendo bien hecha. El río estaba calmado de nuevo pero había un presentimiento extraño que Nicolás empezó a sentir, como de inseguridad.

 Terminó su baño lo mejor que pudo pero fue al ir a salir cuando lo vio. Estaba allí, justo donde La Playa empieza y el río da la vuelta hacia el lado más profundo. Se había casi clavado en las rocas lisas y frías que había por la orilla del viento. Por un momento, Nicolás dudó si debía acercarse pero, como no había nadie más en varios kilómetros a la redonda, decidió ir a mirar para cerciorarse de que lo que veía no era su imaginación sino algo lamentablemente muy real. Caminó despacio por el agua, tratando de no resbalar sobre las rocas.

Cuando estuvo casi lado, fue que se mandó la mano a la boca, como tapando un grito que jamás salió. Era un hombre, de pronto un poco más joven que él. Estaba vestido con un jean y nada más. Daba la impresión de que se había estado bañando o al menos se había caído al agua mientras se ponía la ropa. Su piel estaba toda fría y extremadamente blanca. Una de sus manos rozó las piernas de Nicolás y este no pudo evitar gritar de manera imprevista, casi como un bramido asustado. Era tonto que pasara pues era obvio que estaba muerto.

 Eso sí, se veía que no había muerto hacía tanto. El cuerpo tenía partes algo moradas pero por lo demás estaba blanco como un papel y mantenía su piel suave y delicada, sin que se hubiese hinchado aún. Nicolás no pudo evitar pensar que le había pasado al pobre y como había sido que había llegado al río. Lo dudo por un segundo pero luego, haciendo mucho esfuerzo, fue capaz de halar el cuerpo hacia fuera de La Playa, sobre el suelo normal de la zona, que era bastante árido y en ese momento parecía un congelado de lo frío que estaba.

 Fue a la tienda y así, desnudo como estaba, volvió con algo de ropa que usaba para él. Como no se cambiaba mucho la ropa, no le parecía un inconveniente vestir al cuerpo con una de sus camisetas y un par de medias. Se mojaron y fue obvio que no volvería nunca a ponerse esas prendas o siquiera a pensar en ellas. Lo que quería, sin embargo, era hacerle una especie de honor al difunto, protegiéndolo un poco mientras descifrara como sacarlo de allí. Recordó que tenía su celular en algún lado y tal vez podía contactar a alguien.

 Pero no servía de nada. Estaba en una zona demasiado remota como para que hubiese señal alguna para el teléfono. Tendría que cargarlo de alguna manera y eso era difícil pues un muerto siempre pesa mucho más que un vivo. Pero es que la idea de dejar ahí, a pudrirse que y los pájaros se lo coman lentamente, no era lo que quería para el pobre. La verdad era que le parecía que el muerto era guapo y por esa superficial razón se merecía, al menos, un funeral.

 Entonces tuvo una idea mejor. Buscó entre sus cosas y encontró sus herramientas para escalar. En ese parque no las usaba tan seguido porque no había mucho lugar para poder usarlas pero serían perfectas para excavar un hueco y enterrar el cuerpo allí. Tratar de arrastrarlo sería ridículo e ir él a avisar que había un muerto le parecía que era muy fácil y además se podían demorar días mientras encontraban equipo para que fueran a rescatarlo y Nicolás sentía que no había tiempo para nada de eso. Había que actuar lo más pronto posible.

 Empezó a excavar y agradeció el trabajo duro pues calentó su cuerpo de la mejor manera en varios días. La tierra allí estaba como dura, casi congelada, y era difícil sacarla. Pero después de los primeros esfuerzos, se puso más fácil. Lo malo fue que llegó la noche y hacerlo con una linterna pequeña en la boca no era nada eficiente. Decidió dejarlo por ese día. Se puso ropa especial y se acostó a dormir bastante temprano para continuar con su labor temprano al otro día. La idea tampoco era pasarse la vida haciendo algo que hacía por respeto.

 Al otro día no se quitó la ropa pues el frío se intensificó y el río empezó a crecer de nuevo. Bajaban troncos de árboles, ramas e incluso se podían percibir cuerpos de animales pequeños como conejos y demás. Menos mal, el hueco que había empezado estaba alejado del río. Había servido pues seguía intacto, aunque la mayoría de tierra que había sacado se había ido volando. Siguió el arduo trabajo toda esa mañana pues lo que más importaba en ese momento era terminar el hueco y poder enterrar al pobre joven que seguía mirando al cielo con sus ojos vacíos.

 Pasado el mediodía, la corriente aumentó más. Nicolás pudo ver que había una tormenta sobre las montañas desde donde venía el río. Apuró el paso por si la tormenta se dirigía hacia él y pronto tuvo el hueco terminado. Arrastró al cuerpo dentro de él y uso la mayor parte que pudo de la tierra que había sacado. El inconveniente era el viento, que se lo llevaba todo. Por eso apenas y pudo cubrirlo bien de tierra. Tuvo que excavar de otros sitios para tapar el cuerpo bien. Cuando terminó, clavó una de sus herramientas cerca de la cabeza del muerto y le amarró un trapo rojo que tenía.


 No podía arrastrarlo fuera del parque y decirle a nadie no tenía sentido. Pero al menos podía dejar una constancia de que a alguien le había importado lo suficiente como para enterrarlo y dejar un señal de quien podía haber sido. Nicolás recordaba a una persona de su pasado y por eso fue que no pudo evitar hacer algo por el difunto, del que se alejó pronto ese día pues La Playa sería devastada por la tormenta. Tenía que salir de allí pronto y resguardarse entre los árboles del bosque próximo.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Several adventures

   From the entrance of the cave, the storm looked somewhat beautiful. Rain covered every single plant in the forest, as well as every rock, leaf and animal, if they hadn’t found a proper place to wait out the storm. Tony and Gabe had found the cave just in time and had been there for at least three hours. In that time, the rain hadn’t stop falling and it didn’t really seem like it would stop anytime soon. It was as if it was the perpetual state of that corner of the world. Both men decided to take out their sleeping bags and rest, instead of waiting for something that might not come.

 The next morning, sure enough, the storm was still going strong. According to what they had read before going into the forest, it wasn’t that uncommon to have storms that lasted for several hours. According to one book, the record was five straight nights of rainfall. It was simply insane but that’s how nature worked in that place. So both guys decided it was best for them to wait. They didn’t fear the rain or anything like that. The problem was that they could get lost and that was a real problem that they wouldn’t be able to solve easily.

 They had brought food, and sleeping bags and several other things but they had forgotten a simple compass. Besides, their satellite map on their phones didn’t work there, as the forest had no Wi-Fi. So, in a way, they were trapped by rain. The physical map they had borrowed from the park ranger’s office was the only thing they could use to navigate the forest but there was no real way of doing that because the map was not precisely up to date. According to the bottom left corner of it, the design was copied from another map dating from the 1980’s.

 It was best to sit down on their sleeping bags and have a couple of energy bars, which would help them stay alert. Tony and Gabe rarely talked to one another. They were not really friends but they weren’t enemies or anything like that. The reason they were together was that they had originally plan to come with several other friends. The original group had around fifteen people but then the park made them cut off some of them because the limit was eight people. Then some of the ones remaining dropped out and only Tony and Gabe remained.

 They had decided to go together because they didn’t want to miss the opportunity of entering the forest. The government had announced recently that it was going to be closed indefinitely as the passage of people through the park was apparently damaging it. Tony and Gabe were practically the last two people to ever set foot there in, probably, many years. But they were so mad at their friends for not going that they hadn’t really thought about that amazing fact. It was practically a historical event in which they had been caught up.

 The second night in the cave, they decided to play a card game. It was one of the simple ones, nothing too fancy. It was Tony that had proposed to play, as he was getting crazy by just waiting to see if the weather got a little bit better. Gabe was also very disappointed in that trip. He had come because he really wanted to get away from people and things after he had finished the process of divorcing the woman that was supposedly the love of her life. He had found her having sex with another woman in their brand new apartment.

 Tony’s reasons were kind of similar. He wanted to get away from his family. He was an adult that still lived with his parents and had serious money problems. The trip to the forest had been his idea and he had designed it to be a perfect getaway with his best friends. That hadn’t come to pass and it made him rethink his relationship with them because he didn’t really knew anymore if they were really his friends or if they were only close to him because he was good with other people’s problems but no one helped him with his problems.

 The card game went on for several hours, until they had to drop it because one of their flashlights turned itself off. Apparently, the battery had run out. After all, it had been on for several hours a day, being in a cave and everything. They decided to sleep instead but they just couldn’t so they started talking. They first did so about the rain and the forest and how cool the first few days had been, taking pictures of animals and beautiful plants and discovering a whole world they had never even imagined that it existed so close to their homes.

 However, the conversation migrated soon to their problems. First, Gabe got to tell Tony every single detail about his divorce. He even told him exactly what he found his wife and now girlfriend doing in his own bed. Gabe’s voice sounded bitter, so Tony tried to make him fell better by reminding him that it was for the best that he had found out the truth. Gabe didn’t know if that was correct because he had spent a large amount of money in that marriage, from the ring to a holiday he had planned for their first anniversary.

 Tony insisted: at least he hadn’t lived decades a decades in a lie. He had found out in the first year and that meant he had saved himself years of suffering and lies. That was something most people would want to have in a relationship. Most never get to know any of the truths that lie beneath their relationships until it is too late. Gabe began to realize Tony was right and really assimilated the fact that he hadn’t done anything wrong and that he was still young, if he ever wanted to marry again.

 Then, they moved on to Tony. Gabe asked him, rather bluntly, why did he still live with his parents? It was a difficult question to answer but it all came from the fact that Tony didn’t really have any real skills. He had gone to school, he had gotten diplomas and so on, but no company seemed to be interested in hiring him. As he explained to Gabe, companies were not looking for people that had a vast amount of knowledge. They were looking for people to exploit and someone that knew his worth wasn’t going to accept anything like that.

 Besides that, he found jobs that paid him a little money at a time but never enough to actually save anything. In his parents house, he had to pay the electricity bill and had to help with the groceries too, so there was no way he could ever get his own place that why. He lived with his parents not because it was the right thing to do but because it was the safest thing to do. He thought going out into the world blindly was not a solution to anything. Going out from home and then failing fantastically, only to come back, wasn’t really something he looked forward to.

 Gabe told him that, at some point, he was going to have to risk it, in one way or the other. Maybe he did need to take a risk like leaving home for working away from his parents. Or maybe he needed to let a company exploit him, letting them know that what he wanted was experience and that they could pay him whatever they paid others in order to be able to work. Tony was not very convinced by Gabe’s advice but then he said that Tony could also do his own thing; create his own business with all his knowledge at the center of it.

 That seemed to get to Tony because he was silent for a moment and then confessed to Gabe that he had always imagined having some sort of library, where he could help all sorts of people with all sorts of books. It could be in an old house, with a small cafeteria and a certain ambiance that would make it attractive to every single person around. He would offer all kinds of titles, from novels to poetry, from cooking books to big ones filled with artistic pictures and paintings. He knew it was hard and that his dream required a lot of money.


 Gabe told him he liked his idea. Furthermore, out of nowhere, he told Tony he would love to help to get that dream become a reality. After all, he had gotten some money out of the divorce and he had a stable job that gave him more than enough to live comfortably. He could afford investing those earning from his failed marriage. Tony was overwhelmed. They both sat on their sleeping bags and, in silence and with only the rain as witness, they hugged and agreed to become partners in a new adventure.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Hamburguesa

   Lo que yo buscaba no era solo algo de comer. Era más que eso, eran ganas de complacer mi gusto por la comida, de en verdad sentir que estaba dándole lo que quería a mi cuerpo. Normalmente, uno come y se deja llevar por un gusto pasajero. De pronto ese día dieron ganas de comer una ensalada o de comer un buen pedazo de carne de cerdo o tal vez lo que quería era algo de beber, algún jugo específico. Pero no, esa vez era algo que iba más allá de un simple gusto. Quería tener un momento en el que estuviera solo yo con lo que iba a comer.

 Lo que yo quería era una hamburguesa. Eso sí, quería la mejor hamburguesa. Muchos me dijeron después que podía haber comprado el producto congelado en el supermercado y después haber cocinado un par en casa si es que tenía mucha hambre. Pero no, es que el caso no solo era de hambre sino algo más allá de un estómago vacío. Es gracioso pero todavía es difícil de explicar, como si fuera algo que me superara. El caso es que esa vez no fui a ningún supermercado pues quería lo mejor y, tengo que admitir, que no soy tan buen cocinero.

 Además hay días que uno no quiere comer en casa. De vez en cuando es bueno salir y al menos observar cómo pasa el mundo mientras se alimenta al cuerpo. Eso sí, no soy bueno comiendo solo y prefiero que alguien me acompañe para poder charlar y llevar una agradable conversación que haga de la comida un momento todavía mejor. No todo el mundo es buena compañía para comer, en eso creo que la mayoría estará de acuerdo conmigo. Pero una buena conversación puede mejorar bastante el sabor de una comida.

 Pero volvamos a ese día. Tengo que confesar que el día anterior había salido con un amigo y habíamos bebido una buena cantidad de cervezas entre los dos. No había bebido tanto como para emborracharme pero me había hecho falta comer para que la bebida no me hubiera hecho dormir de la manera que lo hizo. Tan grave fue la cosa que llegué a mi casa hacia las dos de la madrugada y me desperté alrededor del mediodía. Nunca dormía tanto y menos por haber bebido sólo cerveza. Lo bueno era que no había resaca ni nada por el estilo.

 Es de entender entonces que tenía mucha hambre. Al levantarme fui a buscar ala cocina a ver que había pero era uno de esos días en que todo parece haberse evaporado. Había solo una caja de gelatina, unas manzanas y un paquete de pan que tuve que tirar porque estaba mohoso. Tomé una manzana y me comí la mitad. El hambre que tenía no era de manzana y por eso me detuve y la guardé para después. Era tan seria la cosa que me senté en la cama y me puse a pensar de que tenía hambre y cuál podría ser el plan del día.

 Así fue que me dio por una hamburguesa. Claro que tenía que ser de res. Las de pollo o de pescado no eran lo mismo y ni que decir de las vegetarianas. Nadie dice que sean feas ni nada parecido pero es que mi necesidad en ese momento era la de comer algo que me llenara no solo el estómago sino también el alma y nada lo iba a hacer igual que una hamburguesa de carne de res. Obviamente me la imaginé acompañada de papas fritas, que por alguna razón no había comida hacía bastante tiempo, más de un año incluso.

 Lo raro fue que, junto a la hamburguesa y las papas fritas, me imaginé también un recipiente plástico lleno de cierta bebida gaseosa de color negro, muy azucarada y con buena cantidad de hielo. Era extraño porque, francamente, a mi no me gustan las bebidas gaseosas. No tomo nunca y prefiero cualquier jugo de fruta antes que un vaso de ese veneno para el cuerpo. Y sin embargo ahí estaba ese vaso alto y frío en mi imaginación, seduciéndome de una manera que ningún ser humano nunca podría llegar a igualar.

 Me puse de pie y salí corriendo a la ducha. Me quité la ropa entusiasmado y me duché lo más rápido que pude. En mi cabeza seguí planeando: ¿adonde iría por la hamburguesa? Pensé en varios centros comerciales, en varios restaurantes e incluso en tiendas pequeñas donde vendían cosas para comer. Pero mientras me ponía ropa, fue cuando me di cuenta que no tenía una idea clara de adonde ir. Sí, tenía hambre y sabía muy bien lo que quería pero, como dije antes, no podía ser cualquier hamburguesa. Tenía que salir complacido de la experiencia, sin discusión.

 Recurrí a internet para averiguar cuál era la mejor hamburguesa de la ciudad. Las opciones eran varias, ninguna de las cuales me llamara mucho la atención. Para la mayoría de esas listas, la presentación era lo más importante, sin importar si la hamburguesa era solo un pequeño bocado y la cantidad de papas no era suficiente ni para llenar a un bebé. No, esa no era la manera de afrontar la situación. Dejé el portátil de lado, me puse una chaqueta y decidí salir al centro comercial más grande de la ciudad, donde tendría varias opciones a elegir.

 No demoré mucho en llegar y sin embargo mi hambre había aumentado a niveles casi críticos. El estómago rugía mientras subía al último piso del centro comercial por las escaleras eléctricas. Puedo jurar que una pareja se me quedó mirando después de que mi estómago había hecho una imitación perfecta de una morsa. Decidí hacerme el tonto mirando para otro lado. Esos momentos incomodos podían esperar otro día. En ese momento lo que urgía era la comida.

 La zona de comidas del centro comercial estaba a reventar, al fin y al cabo que era sábado en la tarde. No había pensado en ese inconveniente: hacer fila en el sitio de mi elección prolongaría mi agonía. Pero no, primero había que encontrar el lugar y después sí pensaría en como hacer para no enloquecerme por la espera. Me di una vuelta en circulo por todos los locales. Muchos vendían cosas que yo no quería, así que fue fácil descartarlos. Pero cada vez que veía la palabra “hamburguesa” o su imagen, lo anotaba mentalmente.

 Al finalizar el recorrido, tenía contabilizados veintisiete lugares donde vendían hamburguesas. De esas fácilmente se podían eliminar más de la mitad pues estaban en lugares donde ni  la carne de res ni las hamburguesas eran una especialidad, así que no tenía sentido alguno pedir de allí. También eliminé los lugares que ofrecían otros acompañantes diferentes a papas fritas. No había manera de no cumplir también con esa parte. En fin, tras eliminar algunos, quedaron sólo cinco lugares.

 En cada uno de ellos se veía todo muy rico y el olor en general me estaba volviendo loco. Fue raro pero por un momento me sentí abrumado y tuve que recostarme contra una columna para tomar aire. Creo que había sido una combinación de falta de hambre con la ansiedad de saber que comer. Me dio un poco de risa en ese momento, pues me di cuenta de que estaba siendo demasiado dramático con todo el asunto. Era tan sencillo como elegir un lugar y simplemente probar. Además, seguramente una sola hamburguesa no sería suficiente para mi hambre.

 Me decidí al final por un lugar que visitaba bastante de niño. La clientela no era ni poca ni mucha y parecían ofrecer gran variedad de ingredientes en la hamburguesa. Como el hambre me pedía más y más, decidí ordenar la de doble carne. Cuando la cajera me ofreció agrandar las papas fritas, le dije que sí casi al instante y de un grito, creo que la asusté. Me recosté en la misma columna de antes esperando a mi pedido. Mientras tanto me invadió la emoción de que ya casi iba a obtener lo que había querido desde el inicio del día. Creo que todo el mundo sabe cómo se siente.


 Recogí el pedido minutos después y elegí una silla alta, como de bar, para sentarme a comer. Desenvolví la hamburguesa y me llegó de ella un olor que hizo que todo mi cuerpo vibrara de emoción. Sin ánimo de darle más largas al asunto, le di una buena mordida. Creo que nunca me he sentido mejor en mi vida. El sabor recorrió cada célula de mi cuerpo y, por un momento, puedo decir que fui la persona más feliz en la faz de la Tierra. Y no, no creo que esté exagerando. Fue una de esas comidas que jamás podré olvidar, por una gran cantidad de razones.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Match point

   The machine was launching balls every few minutes and Agatha attempted to hit them with her racket in the best way she could. She had never been very good at sports but, this time, she really needed to learn how to play something. One of her clients, a man who was very rich and famous, was very much into the world of tennis and had proposed her to have a match just before they sat down to negotiate a deal that would mean millions of dollars for everyone. At first, she didn’t want to accept but she ultimately did.

 She decided to join a huge gym near the office in order to practice every single day until the date of their meeting. Thanks to her boss, the man agreed on having the game a month later, giving her a good amount of time to learn the basics. Her boss insisted that, if she did well during the game, they would benefit greatly from the client’s good sense of humor, It was not uncommon in that company to try and make every client feel like they all understood their hobbies and passions. Rich people could get very weird and even dangerous.

 There was Mrs. Stevenson, for example, who had a large collection of snakes in her house. As a potential client, they had to make her feel accepted and nice so one of Agatha’s co workers had to go to her house several times and feed the snakes. Sometimes, it could be very easy but other times it would be awfully dangerous. He was bitten a couple of times but, Thank god, the snakes had no poison in them to do anything, so he never required going to the doctor or anything like that. The point was, they won that account and locked millions of dollars.

 Agatha herself had gone out with at least five different potential clients. As any decent woman, she had her limits. So it wasn’t a surprise that some of the people they assigned to her, never really got to be proper clients. Men always wanted more than they should get and it wasn’t once but many times when she felt really weird and uncomfortable, whether it was because of a weird attitude or an inappropriate way to touch her. In most cases, she preferred women clients but they normally got assigned one of her male coworkers.

 Anyway, she went to the gym every single day for the next month. The first days were extremely difficult because the automated machine that helped her practice had beat her up with several balls at high speed. The person at the gym said the machine had personality, which wasn’t really the best excuse or argument to be made for it. But she kept trying and by the end of the first week, she was able to properly hit the ball, even if the angles were all a little bit strange. In any case, that was the first hurdle she had gone over, so she was very happy.

The bad side of all of it was the sore elbows and shoulders every day after practice. She walked like a zombie at work and had a new tendency to fall asleep really early. It wasn’t that strange as the gym hours she could use were very late so Agatha got home around one in the morning. And then, she had to wake up at six o’clock in order to be in the office just in time. She couldn’t wait to end all of it with this new client and go back to boring launches or just keeping her desk job, which she really didn’t mind about, especially when she was so sore.

 In the office, she actually tried to learn a little bit more about her client before meeting him. All the information she had was based out of the report that her boss had given to her. But, of course, she needed much more than just knowing what the man liked. She really needed to know him better if the idea was to lure him into their company. She began her research in the office but, weirdly enough, there were a pretty low amount of articles about him and there was no picture to be found in any website. Not from a social event or a personal thing. Nothing.

 Agatha soon got tired of looking for the guy. She went to her boss’s office and asked him if they could talk about their client. But she has apparently chosen a bad moment as he was holding the phone and a hysterical woman was yelling at him from the other side. The voice was extremely loud and Agatha knew she wouldn’t get anything right then. So she then moved to her friend Cynthia’s office, in order to talk a little bit about how uncomfortable this all was. The fact that she was preparing so much for a meeting with a person she had never seen.

 Cynthia assured her that the client was very new and maybe that’s why there were no pictures or thorough information on the person. That night, during practice, she decided to play a little bit more violent. Not only because she didn’t know the gay but because she was really pissed off at herself for the job she had and the things she had to do to keep. As she hit every ball as hard as she could, she remembered the days she had wanted to become a baker. She had always loved that profession and would have loved to pursue it but things rarely go exactly as we want them.

 She stayed so late that night, than the next morning she decided to call in sick and just not go. It was a Friday and it was very well known that they were never really productive on Fridays. So Agatha could have a long weekend and try to reorder her thoughts and priorities as well as she could. She had a hearty breakfast and then spent fifteen minutes in the shower, with hot water forming some kind of sauna all around her. It felt really good,

 By lunch, she already knew what she was going to do. There was only one week to go to her date with the client and then everything will be over for her. She was determined to quit her job and use her savings to live around, until another opportunity showed itself. Of course, looking for a job that matched her skills was not the easiest thing to do, she had found out that she was fed up with all the clients and the extra work and everything she had no idea about. It didn’t matter how much money she won there. That money could help her survive a few months, if necessary.

 She was tired of pleasing everyone else but herself. She hadn’t taken a proper vacation in a long time and it was really due because every single day she felt tired and bored. Cynthia, for example, didn’t have to deal with clients directly like her so she didn’t really care about it all. It was difficult for anyone to understand why Agatha wanted to leave a job that paid so well but she was so frustrated with it all. That client, the tennis client, would be her last one and that tennis match would be the last thing she did for that company.

 When the day finally came, she prepared herself by buying the best outfit for the occasion. She wanted to look good but also very professional. It was very difficult to do in the tennis skirt she had bought, because of the length, but the idea was that she would distract him into thinking about something else and then he would sign anything and everything. The game started with a slight advantage on Agatha’s hand but it soon became a really even game, where they played as if their lives depended on it. The guy happened to be excellent at the game.

 When she finally so his face, she was able to put a proper image on the large amount of thoughts she had imagined about him and the game and everything that had to do with that moment. After two sets, one won by each, they decided to rest and talk a little bit. Agatha decided that was the perfect time to talk about business. However, he didn’t even have to: the man grabbed all the papers and signed every single one of them in silence and with a beautiful pen that he kept on his tennis bag. She never expected thing to go that way.


 The man told her he had decided on working with them the moment she showed her fierceness, her need to overcome an obstacle that she obviously had. To him, it was clear she had never properly played tennis. But he admired her obvious dedication to it. Just before the match began again, he asked her how happy she was working in that place. It was just as if he knew what she was thinking. So she just blinked her eye and told him they needed to keep playing.