miércoles, 26 de septiembre de 2018

Apocalipsis


    Todo el mundo lo vio por televisión. El cohete salió de un silo militar, en algún lugar que nadie nunca conocería. El objeto era enorme, más grande que cualquiera de los misiles que los militares usaban con más frecuencia. Estuvo un momento sobre la compuerta por la que había salido a la superficie y luego su parte trasera se encendió y empezó a impulsarlo con dificultad por los aires. Era obvio que el cohete era muy pesado, pero no era de sorprender puesto que llevaba varias cabezas nucleares.

 El cohete surcó los cielos por varios minutos. Algunas personas pudieron verlo a simple vista, como un tubo gigante que cruzaba el cielo dejando una estela blanca tras de sí. Todo el que lo veía, por donde fuera, aguantaba la respiración. Pasados otros minutos, se confirmó que el cohete ya salía de la Tierra y se encaminaba vertiginosamente hacia su destino. Ya no se le podía grabar, así que los canales de televisión decidieron repetir una y otra vez el plan que habían trazado los gobiernos ricos del mundo.

 Ellos habían dictaminado que solo una bomba magnifica, mayor que ninguna creada antes, podría ser la salvación de la humanidad. Tan solo cuatro meses antes, se había descubierto la existencia de un asteroide que pasaría demasiado cerca de la Tierra. Tan cerca, que cuando pasara por su lado se vería atraído por la gravedad y terminaría estrellándose contra el mar de forma estrepitosa. Eso causaría un maremoto de proporciones bíblicas y millones de muertes alrededor del globo. Pero no terminaría allí.

El choque causaría también terremotos y una desestabilización general de todo el planeta, lo que afectaría a todo el mundo. Quienes no sucumbieran por el maremoto, lo harían cuando la tierra debajo de sus pies empezara a cambiar de forma y lugar. En pocas palabras, se había descubierto que la humanidad tendría sus días contados, así como todas las demás especies en existencia sobre el planeta azul. Por eso se habían apurado a buscar una solución al problema y esa era el cohete y sus cabezas nucleares.

 Muchos no estuvieron de acuerdo, pues se corría el riesgo de que la bomba fallara y terminara estrellándose contra el suelo y matando miles o millones de un solo golpe. Pero como el asteroide ya amenazaba con hacer lo mismo o algo peor, se ignoró por completo a quienes se quejaban y se construyó el cohete en el mayor grado de secreto. Solo se le informó a la gente sobre el asteroide un mes antes de su eventual colisión con la Tierra, pocos días antes del lanzamiento del cohete que debería ser la llama de esperanza para toda la humanidad. La gente esperaba casi sin respirar.

 Entonces, en algún lugar del hemisferio sur, la gente reportó una luz brillante que impedía mirar hacia el cielo. Era casi como una nube, que se expandía hacia todas partes. Hubo grandes zonas de territorio cubiertas por esa masiva luz y luego bañadas por una lluvia sucia y gruesa, con un olor muy particular. Era lo que más temían los gobiernos ricos y el desenlace más temido por los científicos que habían aconsejado a los gobiernos. Era precisamente lo que nunca debía de pasar.

 El cohete había estallado antes de chocar con el asteroide. Había estado lo suficientemente cerca como para arrancarle un buen pedazo, pero su trayectoria había hecho que el asteroide cambiara su curso a uno aún más directo que el anterior. Esto lo supieron al instante los ciudadanos, pues los científicos dejaron de apoyar a sus gobiernos. En esos días, el caos reinó por completo. Hubo asesinatos, robos, protestas y suicidios masivos. De nuevo, no sorprendía a nadie, pues la muerte venía por todos.

 El mundo ahora sabía que vivía sus últimas horas. Las personas se volvían locas, al mismo tiempo que se daban cuenta de que ya nada importaba. Muchos se dedicaron a rendirse a sus placeres más oscuros y otros hicieron cosas que nunca hubiesen hecho en la vida sin aquella nueva libertad. Los gobiernos no cayeron pero se silenciaron, inútiles ya ante semejante tragedia.  Ya nadie los escuchaba y ellos habían aprendido que nadie nunca los volvería a oír o creería jamás en ellos. Por fin les había llegado la hora.

 La mayoría de personas se entregó a esa nueva libertad y, hay que decirlo, fueron las semanas de mayor paz en el mundo. Después de la histeria de los primeros días, la gente dejó la violencia de lado y simplemente se dedicaron a lo que siempre debieron haber hecho: vivir y dejar vivir. Hubo escenas de pasión y de amor por todas partes, así como de heroísmo y respeto. El mundo parecía estar convirtiéndose en lo que todos siempre quisieron que fuese, pero ya era demasiado tarde. El asteroide se veía a simple vista.

 Los científicos decidieron hacer su parte y aconsejaron a la gente varios sitios alrededor del mundo en los que tal vez podrían estar a salvo. Ellos filtraron todos los detalles del asteroide, que los gobiernos ricos querían mantener secreto, e incluso ayudaron a filtrar otros secretos que escandalizaron a más de uno, pues se daban cuenta de que la democracia sí que era una forma débil de gobierno. Era la menos peor pero ciertamente con tantos puntos oscuros como todas las demás. A una semana del choque, los gobiernos dejaron de existir por completo, instaurando por fin la libertad.

En esos últimos días, la gente quiso organizar el último día de la Tierra. Algunos planearon fiestas en donde se celebraría todo y a todos. Otros preferían pasarlo en familia y otros en solitario. Algunos quisieron acercarse más a sus dioses y otros simplemente querían llegar al último día habiendo cumplido varios de sus más profundos deseos. La idea era que en ese último segundo de sus vidas, de la vida como tal, pudiesen sentirse sin remordimientos ni angustias. Querían sentirse en verdadera paz.

 Correr ya no era algo que la gente hiciese. Robar era completamente obsoleto y el dinero se había convertido en lo que de verdad era: papel con tinta de colores encima. Para los artistas, ese tiempo se vivió como uno de esplendor incomparable, pues surgieron de la nada los verdaderos artistas, aquellos que no copiaban ni repetían sino que de verdad creaban de su mente y maravillaban a sus amigos y familiares con sus creaciones. Los velos se habían removido y todos ellos mismos y no nadie más.

El día antes del último, se empezaron a sentir cosas extrañas por todo el planeta. El clima cambiaba de forma abrupta y los animales exhibían conductas completamente erráticas. Para muchos fue una lástima verlos sufrir así, sin saber qué era lo que en realidad iba a pasar. Aunque otros pensaban que los animales de hecho sí sabían lo que pasaba y que tan solo sabían expresar mejor que los seres humanos sus sentimientos al respecto. Fue un día muy confuso, lleno de idas y venidas.

 El último día, la gente hizo lo que quiso y esperó en los lugares que habían escogido varios días antes. Aquellos cerca del océano, pudieron ver con claridad como la roca gigante caía como un hielo en un vaso y empujaba el aire y el agua para todos lados. No fue como en las películas, donde todo es más suave y estilizado. Fue un golpe sordo y contundente. Tras él, aquellos en las costas solo vivieron por unos cinco a diez minutos más. Luego, fueron consumidos por el agua embravecida.

 Los terremotos más violentos ocurrieron casi en el mismo instante del impacto. Varias zonas fueron afectadas de golpe, destruidas por completo. Los muertos en un primer instante fueron contados por millones y los desastres que se sucedían tomarían la vida de todo el resto.

 Una semana después, seguía habiendo vida en la Tierra. Pero con la obstrucción del cielo por una nube de tierra permanente, nada viviría demasiado. Aquellos valientes que habían sobrevivido, ahora morirían ahogados y de hambre. No había salida alguna al desastre total.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Sunday morning


  The first thing I noticed was the smell of his hair. It had notes of coconut and olive oil, but also a sweetness that I blamed not on a particular shampoo but on his very personal scent. As I woke up, I couldn’t see his face as his back was against my chest. But his smell was enough for me not to move too much and just enjoy the moment. It was then I realized no man had ever stayed all night in my house, let alone in my bed and with me by his side. I smiled, as I closed my eyes back and tried to enjoy the moment a little bit longer.

 I used to wake up early on Sundays, as it was the only day of the week I could actually spend in things that I couldn’t do any other day. I would go to the gym for about three hours, then come back home and clean the place up real good, get in the shower for a good ten minutes and finally head out to the supermarket and buy any groceries I would have any need for. After that, I would just go back home, put everything in order, cook something fast and put on a movie, possibly one that I had already seen numerous times.

 But that Sunday, I wouldn’t be able to do the same thing. He was there and I wouldn’t like to be the kind of person to kick someone out just after spending a night together. I wondered if I should stay there in bed with him or just go to the kitchen and make some breakfast. Maybe he would be in for some time at the gym… But I then thought that was a stupid idea because the point was probably to spend some time together. Although that would maybe send the wrong message and I didn’t want him to be confused about anything.

 He then moved around, in order to face me. He was still asleep, that was obvious. He proceeded to get closer to me and then go back to being still right next to my chest. I caressed his head a little bit, now that I could move my arm freely. He was really cute, something I had already noticed but never really appreciated in its entirety. His eyebrows were thick and very black and he had long and luxurious eyelashes. His eye color was brown. I knew that. A beautiful brown that almost seemed liquid caramel.

 I stayed there for a while, just caressing his hair and smelling that beautiful coconut scent. I had no idea what to do with him, except looking at his face and feeling his body. He was a bit shorter than me, which was odd because I had rarely met men shorter than me, and had never had a crush on one. But there he was, and I could feel his warmth and that was great. I hugged him, not to tight in order not to wake him up, and then kissed him in the forehead. It was just something I felt like doing at the moment, no idea really why I did it. It just felt right, like the perfect thing to do.

 He opened up his eyes and looked at me. He gently got himself to the same level and then kissed me. His lips tasted a bit like tequila, which we had drank the night before, but also like those sweet worms that come in colors and are covered with sugar. He reminded me of those, sweet and kind of sour too. We kissed for a long while, maybe almost half an hour. For a moment, I felt self-conscious about my looks so early in the day and my breath, but then just enjoyed the moment kissing a beautiful man in my bed.

 After our kissing session, we stayed there without talking a single word. I put my chest against the bed and he faced the ceiling, looking up as if he was appreciating the sky. We stayed like so for a long time, right until he got out of bed because he wanted to pee. I let him go and stayed there for a moment, realizing then that I was very hungry. We hadn’t had anything to eat the night before; we only drank like sailors and had some peanuts, which really wasn’t any kind of substitute for real food.

 So I stood up and walked towards the kitchen, realizing half way that I was completely naked. I stop right in the middle of the aisle and looked back but then I realized how silly it was to be ashamed or something. After all, we had being having sex for a while and we had slept together for the first time. Being embarrassed didn’t make any sense. So I headed to my kitchen, a tiny space with a bar, which worked as my dinner table. The place was more like a hotel room than like an actual apartment.

 I took out a lemon juice from the refrigerator and poured some in a glass. I was about to pour some for him but then realized I had no idea if he liked lemon juice at all. For a minute, I was all confused and had no idea what to do, as if the concept of lemon juice would destroy anything that we had built up to that point. But then, the answer came by itself: he had come out of the bathroom and saw me with the bottle in my hand. He just grabbed the glass I had poured for myself and drank all of its content in a heartbeat.

 I was frozen in time for a moment but then I just poured some more in another glass and drank that, much slower. He said he was very thirsty and also very hungry.  He didn’t want to impose but he proposed to cook breakfast with me in order to make something faster. I agreed and we decided on something rather easy: eggs, sausage and toast. It was a protein filled breakfast and it would certainly satisfy our hunger. We could have pretended to only want granola or fruit but the truth was we were very hungry and we needed something big and full of everything to really feel good.

  We started cooking right away and breakfast was done in no time. We didn’t bothered to make it look good or anything, we just sat down naked and ate everything on the plate like a couple of vacuum cleaners. We didn’t even talked or looked at each other during that time. We just ate and filled our empty stomachs with something more than tequila. Once the plates were almost as cleaned as before we had served the food, we did stare at each other and shared a smile that seemed to be much more than that.

 I then decided to, again, follow what everything inside me was telling me to do. I stood up, grabbed his hand and took him back to my bed. We got it again and just started kissing and touching each other. However, it was not as sexual as all other times we had that exactly that in the middle of the night. For once, doing it in the daytime seemed bold and amazing, much different that the secrecy and forbidden pleasure behind the nocturnal shadows. It was something much different, in a good way.

 We did that for a long while and then just stopped, hugging each other tight. Through my head passed several different things to say or ask or do. But I couldn’t decide on any so I just stayed still, wrapping my arms around him. I did think about us, about the nature of our relationship. We had been “fuckbuddies” for a while now and that was okay but now something felt different and I couldn’t really just ignore it. It had to be addressed and talked about but I had no idea if that was the time and the place.

 It was him, again, who talked first and proved to have more guts than me. He asked me if this meant our relationship had changed. And I just asked what he thought of the nature of our relationship. He looked at me, with those beautiful eyes, and said that he had always felt something for me, from the very beginning. He confessed he had never done many of the things he had done with me with anyone else, including staying at their place on a Sunday. I smiled and just caressed his face gently.

 We stayed there in silence for a while and then we decided it was best to shower and do something that day. So we got in the bathroom together and also into the water. It was nice and warm and it felt just perfect. So I decided to tell him I really liked him to because he was nice and beautiful and so much more.

 We then kissed again, more passionately than ever and made love under the water. It felt very different, very good. And I could tell he felt exactly the same way. Something had changed that day and it was something better than I had ever expected. Finally, after so much wondering and time, I was in love.

viernes, 21 de septiembre de 2018

La sensación del silencio


   El lugar estaba en completo silencio. Eso, combinado con el panorama casi completamente blanco, era más que inquietante. Por supuesto que había vida en las cercanías. El bosque que habían pasado hacía poco estaba lleno de criaturas y de plantas hermosas. Pero justo en ese lugar, en ese punto tan alejado de todo, parecía que se hacía realidad el mito de la nada. Aquella cosa que no entendemos porque jamás hemos echado un vistazo a lo que de verdad es nada, porque todo lo que vemos es algo.

 Nadie se movió. No solo porque estaban sobrecogidos por lo que veían o no veían, sino porque algo parecía haber tomado posesión de sus cuerpos. Algunos de verdad querían moverse pero simplemente no podían hacerlo. Ni sus manos, ni sus piernas respondían a las ordenes del cerebro. Era como si el cuerpo y la mente de cada uno de los integrantes se hubiesen desconectado y no supieran como volverlos a conectar. La sensación era desesperante y sus caras pronto reflejaron miedo y angustia.

 De golpe, el sonido pareció volver a la cima de la montaña. Irrumpió en la zona en la forma de una ventisca tremendamente fuerte. Fue muy apropiado que, para ese momento, cada una de las personas allí en la nieve recuperaran la movilidad de su cuerpo. Lo único que pudieron hacer fue agacharse y tratar de cubrirse lo mejor posible para evitar que la ventisca los enterrara. Se movían despacio ahora, como insectos tratando de llegar hasta una madriguera. Les tomó una buena hora salvar ese paso.

 Cuando por fin empezaron a descender, la ventisca había terminado. O, mejor dicho, se había quedado en la parte alta de la montaña. Desde donde estaban, podían apreciar claramente como el viento estaba barriendo con fuerza la nieva de la cima y de sus alrededores. Era un espectáculo hermoso desde allí abajo pero nada que quisieran volver a vivir muy pronto. Dejando de mirar, retomaron el camino y descendieron la montaña con relativa facilidad hasta llegar al campamento más cercano.

 Solo había otro grupo, de unas cinco personas. Se saludaron pero en esos lugares nadie esperaba que las demás personas fueran demasiado amables o demasiado comunicativas. Era apenas entendible que el trabajo de haber atravesado una montaña cansara a cualquiera, y en esos momentos nadie tenía muchas ganas de ponerse a hablar o relacionarse con nadie. Los recién llegados solo querían descansar en camas o lo que hubiese, eso sí no sin antes haber comido algo para llenar la panza. Y eso fue lo que hicieron, en completo silencio, sin hablar de nada de lo ocurrido ese día.

 Al otro día el grupo debía elegir como proseguir. Una de las opciones era continuar por la cordillera, subiendo tres picos nevados para luego llegar a un campamento relativamente pequeño al otro lado de todo. El problema recaía en que para hacer esa ruta debían permanecer tres noches en las montañas, durmiendo allí y combatiendo cada segundo el viento, el frío y la falta de oxigeno para el cerebro. La mayoría de miembros del grupo estuvo de acuerdo en posponer la decisión al día siguiente.

 Querían tener un momento para pensar, un momento para de verdad reflexionar acerca de las implicaciones de seguir por las montañas o simplemente regresar a casa. Claro que todos querían volver con sus familiares y a sus hogares, llenos de comida rica y caliente y de abrazos y besos. Incluso los que no tenían mucha familia se alegraban tan solo de pensar en volver a sus hogares, a una cama propia y caliente y a una vida mucho más pausada. Ese pensamiento era de propiedad común.

 Sin embargo, los que estaban allí no eran aficionados ni mucho menos. Eran personas que ya habían intentado hacer algo así antes. Eran hombres y mujeres que ya habían vivido las dificultades que existen en una empresa de ese calibre. No les asustaba nada o al menos nada lo había hecho hasta que habían quedado congelados allá arriba en la montaña. Ese extraño suceso era algo que también se negaba a dejar sus pensamientos. Cada vez que dejaban de pensar, la sensación volvía a sus cuerpos y los debilitaba.

 Uno de ellos tuvo una reacción más que fuerte y se desmayó la tarde del día que se habían dado extra. Lo encontraron con una taza de café congelada a sus pies y una mirada perdida que no denotaba ni miedo ni nada por el estilo, pero sí que daba angustia a cualquiera que lo mirara. Al comienzo pensaron que tal vez estaba enfermo de algo pero un médico lo revisó y no encontró nada mal en él aparte de lo afectado que su cuerpo estaba por el frío. Fue el primero en irse, a pesar de que no había tomado en verdad ninguna decisión.

 El resto tuvieron que encontrar una respuesta clara pronto. La salida de uno de los miembros del equipo daba la oportunidad de poder dejar la aventura también sin sentirse demasiado culpables y sin tener que responder demasiadas preguntas. Pero el misterio tenía cierto nivel de atracción que era casi imposible de ignorar. Aunque lo sucedido les daba miedo, la mayoría quería entender mejor que era lo que había sucedido en la cima de esa montaña. Y la única manera de saberlo era subiendo de nuevo, esperando que lo mismo ocurriera en una cima diferente, tal vez con menos personas.

 A la mañana siguiente, la mitad del grupo anunció su retirada. Nadie los juzgó y nadie les pidió explicaciones. Se encargaron de llevar al hombre enfermo al pueblo más cercano, mientras los demás alistaban su equipo para empezar el ascenso del primer pico lo más pronto posible. Era cierto que el misterio los llamaba pero no quería tomarse más tiempo del necesario en esas montañas. Era bien sabido que podían ser traicioneras y tendrían que tener todos sus sentidos bien alertas para evitar contratiempos.

 Para el mediodía, ya llevaban buen ritmo montaña arriba. El aire era limpio y dulce. Eso los instó a caminar con más precisión y gracia, estaban contentos porque el día parecía querer que todo les saliera bien. Incluso cuando llegaron al lugar donde empezaba la nieve, hicieron la transición de una manera alegre y despreocupada. Se daban cuenta de que se habían preocupado por nada y que lo que habían vivido en la otra montaña no era nada a lo que debieran ponerle mucha atención. Debía haber sido una ilusión, nada más que eso.

 Llegaron al primer pico a la mañana siguiente. A pesar del bajo nivel de oxigeno, tuvieron tiempo para tomarse varias fotos. Cada uno fue el centro de una de ellas y las hicieron en todas las poses e incluso con expresiones faciales diferentes. Hasta ahora recordaban que esa aventura, a pesar de todo, era simplemente una salida con amigos y así era que debían de tomárselo. No con caras largas y silencios prolongados sino con alegrías y departiendo sobre todo lo que pasaba en sus vidas, compartiéndolo todo.

 La segunda noche la pasaron en un paso nevado a gran altura. Les fue complicado poder establecer el campamento, pero fue entonces cuando agradecieron ser menos que antes, así no debían armar tantas tiendas de campaña. Pudieron dormir un par de horas, hasta que un ruido sordo los despertó a la mitad de la noche. Por un momento, pensaron que se trataba de una ventisca lejana que bramaba con fuerza. Pero cuando salieron de las tiendas, se llevaron una gran sorpresa.

 Cayó sobre ellos la misma nube de silencio que había caído antes. El sonido que los había despertado ya no se escuchaba por ninguna parte. De nuevo perdieron control sobre sus cuerpos y pensaron, correctamente, que el ruido había sido solo una trampa para hacerlos salir de sus lugares de descanso.

 Sin embargo, esta vez también vieron algo. Tiesos como estaban, vieron unas luces dar vueltas sobre sus cabezas. Eran colores e hicieron varias piruetas sobre ellos. Luego se fueron y los montañistas pudieron moverse de nuevo. Fue entonces que se dieron cuenta que había una persona menos en el grupo.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Chernobyl


   Chernobyl orchid. That was the name chosen for the first plant ever discovered outside our planet. Some thought it was a very distasteful thing to name the first living plant outside of the Earth, but the astronaut that made the discovery was not a botanist and couldn’t really think of anything better to name it. After all, it suited the flower perfectly, as well as its surroundings. Even those who weren’t thrilled by the name would concede that, overlooking the obvious, the name was pretty much accurate.

 The plant was found living in the Saturn’s moon Titan. It was once thought that no living organisms could live there, as the place looked more like the grimiest factory on Earth than like a the paradise one would associate with space travel. There were several lakes there made entirely with gasoline and kerosene and the air seemed thick, even through the spacesuits. The astronauts didn’t like to be wandering around there at all but they had to in order to take pictures and collect rock samples.

 It was just as they did that when they discovered the Chernobyl, almost hiding beneath a big mound of rocks that had formed something like a cave. Inside, the flower seemed to be trying to live, making an effort not to die in such a horrible environment. It was an impressive plant, as its leaves reminded astronauts of orchids but it lacked the beauty of those flowers. It didn’t have any bright colors, except for small yellow pustules beneath the leaves. The rest was black, black as night. And its most impressive characteristic was that it glowed in the darkness of its cave.

 That’s how they discovered it. Someone was using the special goggles to analyze rocks and when they turned their head, they were able to register the glow of the plant. So every single astronaut there, five in total, almost ran to the spot and started taking pictures. After a while, they just stared because they realized how important that discovery was. No one in the history of humanity had ever made such a discovery and, it was likely, than another of that kind would take many years to happen.

 Even looking so grim, even sickly, the Chernobyl was a bright new light in their investigation around the cosmos. It was delicate enough to look like a flower, to have developed like one. But it was strong enough to live in an environment where oxygen was almost non-existent and were fuel was the prime composition of the surroundings. After the shock, everyone took pictures with the plant, some smiling and some pretending they were just discovering it. It was their moment to be silly for a while.

 That ended when they heard the first explosion. Once they were all outside, they saw the second one. The rovers they had sent had burst into flames, collapsing under the components of the atmosphere. It wasn’t like normal explosions but more like something getting caught on fire. It was scary and it reminded them that they had just the time to get back to their lander and return to their ship, which was probably over them right that moment. They doubted for a bit, wanting to stay a little bit more.

 However, their two fellow astronauts in the ship warned them about the time they had and how the atmosphere was getting a bit crazy because the sun was starting to get brighter in the region where they had landed. So they needed to be fast and careful not to disturb their surroundings more than the necessary amount. They carried the rock samples to the lander, as well as various test tubes filled with gasoline from at least five of the nearby lakes. They would leave only one probe, the one attached to a balloon.

 When almost all of them made it to the lander, someone asked about the Chernobyl. That question made everyone freeze on the spot. They hadn’t really thought about taking the plant to their ship, as it was something that was explicitly forbidden by their rules. However, they had all seen that the plant was not going to survive for much longer in that cave and taking it could be the only way to save a species from extinction. It was a moral dilemma they had no time to think about in those moments.

 So as it often happens, someone made the choice before the rest. One of the astronauts, who felt able to run back to the cave in a jiffy, turned around and pulled away from the lander as fast as he could. No other astronaut even tried to stop him. They were all thinking the same thing and, even if they weren’t sure about letting an unknown species into their ship, they felt it was the right thing to try and save something that could not be saved in any other way. So they watched and waited for a while.

 The atmosphere was getting worse, all of their outfits warning about the possibility of intoxication if they didn’t protect themselves properly by getting into a room that could shield them from danger. The only room like that was the lander itself but they couldn’t takeoff without one of their own. They waited and waited until they couldn’t do it anymore without endangering everyone’s lives. Just as they prepared to close the hatch, they saw the shape of the astronaut running back to his team, with something resembling a glass case between his hands. He was almost out of breath.

 They were all very happy to see their workmate. He even stopped running and tried to walk fast, seeing how happy everyone was with his return. He was smiling and showing them the glass box he had put the plant in. Everyone was so happy and smiley. No one saw the next explosion coming and they wouldn’t have been able to do anything about it, as it was the nearest pond that had spilt its content on the ground, burning the astronaut alive. His screams field their radio frequency and their eyesight.

 They saw him extends his arms and then his body disintegrated into Titan’s soil. The glass box fell to the ground, but it wasn’t consumed like the organic body of the astronaut. Everyone in the lander was horrified and, for one second, they forgot in how much danger they were. But then the pilot decided to abandon her post and run outside the ship. She grabbed the glass box and returned to the lander as fast as she could. She gave the flower to the others and then lifted the machine in order to get to a safer place.

 As the lander pierced through the skies of Titan, the astronauts that hadn’t taken off their clothes stared directly at the Chernobyl. One of their own had been killed trying to get it to safety, saving it from its own extinction. It was ironic how one death happened trying to prevent another. Being human, they couldn’t avoid blaming the flower, at least for a while. On their way to the main ship, they hated on that thing, wanting to dropped in space and have the same fate that their fellow astronaut.

 But once they got to the ship, someone else grabbed the flower and immediately put it in quarantine. Hours later, no one remembered who had been fast enough to do that. But even after dinner they all gathered in the quarantine room and just stared at the flower. It looked even darker than before, its pustules apparently disappearing, as they seemed to be less than when they had discovered it in the cave. Somehow, the plant looked even worse than in Titan, as it taking it away from there had made it worse.

 Sure enough, after only one day, the biologist onboard notified the crew that the plant had perished. There were no signs of life and the leaves were slowly dropping to the ground and then turning white. Even so, they were going to analyze it all to have a better understanding of its qualities.

 But the other astronauts were appalled and felt guilty. They could have helped the guy run faster by cheering him on or going out with him. They could have done something to prevent him from dying in such a horrible and futile way. Though it wasn’t really a futile death. They didn’t really know anything about the Chernobyl just yet.