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jueves, 24 de septiembre de 2015

Otra vez

   Hay veces que las cosas se repiten, encuentran la manera de volver a pasar, como una de esas películas que dan los domingos en la tarde. Afortunadamente, ojalá, la vida no es siempre tan aburrida y predecible, incluso cuando las misma cosas pasan. En este caso, vuelvo a dejar el país, vuelvo a dejar mi hogar y vuelvo al mismo lugar en el que estuve hace un tiempo para estudiar y buscar algo que me haga vivir más de lo que he vivido ya. La idea es hacer que me vida sea un poco más parecida a la de los demás, ya saben, con dinero y esas cosas. No hay manera de mentirse a uno mismo pues el dinero siempre va a hacer importante y nadie en verdad vive de amor o de cariño o de ser una buenísima persona. Para ser o hacer lo que quiera, una persona debe tener al menos algunos billetes.

 Pues sonar de pronto muy superficial pero esa es la verdad de la vida. Todos tenemos que hacer nuestro propio camino e ir haciendo lo propio, como sea que lo hagamos. Necesitamos algo que solo sea nuestro y lograr cosas por nosotros mismos porque alguien que no hace lo que quiere, lo que se le da la gana mejor dicho, no va a ningún lado como ser humano. Así que me voy otra vez, más que todo buscando ese nuevo camino en mi vida que me ayude a enterarme de que debo hacer o de cómo tengo o debería vivir el resto de mis días. Aunque hay gente que ya sabe que quiere hacer para siempre desde que está en el colegio, yo no corrí con esa suerte o por lo menos no siempre fue tan obvio como lo es ahora. Y encima, el camino no es sencillo.

 Esto que hago ahora, que ustedes ojalá lean, no es algo de lo que se viva fácil a menos que haya habido una oportunidad única e irrepetible. La escritura, o para el caso cualquier arte, es un vehículo difícil para viajar por la vida. Pero, para bien o para mal, algunos tomamos ese camino pues la vida entre paredes que tienen los demás, o casi todos, no es para nosotros. Personalmente, no entiendo como alguien puede vivir desde los veinticinco años hasta los sesenta y cinco haciendo lo mismo, en el mismo horario, con la misma gente, en el mismo sitio. Yo sé que si fuese mi caso, me volvería loco al poco tiempo. No condeno a quien viva esa vida pero no es la que quiero para mi.

 Eso es algo medianamente bueno, lo de saber lo que no me gusta. Lo difícil está en averiguar lo que sí. Me parece genial la gente que está segura de sí, que todo lo sabe y navega por la vida con total seguridad pero yo simplemente no tengo ese tipo de vida. Tal vez porque nunca he trabajado o porque mi familia me ha dado un lugar muy especial donde vivir, no he tenido que preocuparme por nada hasta estas alturas de mi vida. La verdad son cosas que agradezco pero siempre llega un momento en el que hay que lanzarse al agua y no pensar que hay debajo de la tensión superficial.

 Extrañamente, hoy y ahora que faltan pocas horas para irme, no siento mucho. De pronto algo de preocupación por los detalles típicos como cuidar mi equipaje y que todo salga bien con el viaje como tal, pero no estoy ansioso por llegar ni nada de eso. Estoy preocupado por mi familia, estoy preocupado por ese futuro que está allá lejos y que nunca parece que puedo tocar, pero no me preocupa ni lo que voy a hacer ni ciertas responsabilidades que, aunque tengo presentes, de ninguna manera me mueven el piso como sí otra cosas que parecen dar vueltas alrededor. Es raro pero lo único que me mueve el estómago ahora la separación más que nada más. Es porque me preocupo por lo que no ha pasado, algo que no tiene mucho sentido pues si no ha pasado, no hay nada que pueda hacer.

 Lo que quiero, y eso sí que lo tengo presente hace mucho, es tener paz. Sea lo que sea que tenga que hacer en la vida, quiero estar tranquilo y no tener que vivir preocupado por cosas externas que muchas veces ni tienen que ver con la vida de uno. Quiero poder estar tranquilo y no tener que preocuparme por cosas tan simple como la comida o donde vivir. Me parece horrible que en este mundo, al que llamamos avanzado, todavía haya millones y millones que deben preocuparse por algo tan básico. En mi caso es más por la falta de esa oportunidad de la que hablábamos antes  pero lo más normal es que sea por la falta de dinero y también de posibilidades para tener una vida decente y no carente de lo que todos necesitamos.

 No creo que sea mucho pedir. Es el colmo que haya preocuparse por algo tan simple aunque, si uno lo piensa bien, la estabilidad emocional no es algo ni remotamente simple. Por ejemplo, en todo lo que he pensado últimamente respecto a este viaje, nunca he metido la ecuación que siempre llega sin anunciarse y es el hecho de que de pronto conozca a alguien. No lo pongo en mi mente pues hace un tiempo decidí no tener una relación seria con nadie pues tengo problemas personales que atender y mi personalidad no es una fácil. El hecho es que las cosas pueden llegar en el momento menos previsto y habría que ver si eso sería algo bueno o algo malo, algo que pese a mi favor o en mi contra.

 No me preocupo por lo que vaya a encontrar más allá de las que han sido mis fronteras por ya dos años. No me preocupo para nada. No es que me lo sepa todo, pero es que hay sitios del mundo donde las cosas son mucho más sencillas y las preocupaciones son sustancialmente menores. A veces es gracioso leer de gente que tiene colapsos porque la vida les parecer abrumadora en ciudades pequeñas. No quisiera pensar que les pasaría si vivieran en Bogotá. Seguramente ya estarían todos muertos. Y no, no exagero, pero creo que alguien que vive en esta ciudad y lo hace bien, puede vivir fácilmente en cualquier otra parte. Creo que por eso no me preocupo mucho por ese aspecto.

 Voy a aprender y obviamente me interesa saber como serán las cosas, pero también es verdad que tampoco me afano por el estudio como tal. No me preocupo por las notas o como serán los compañeros o si tengo que hacer una cosa o la otra. La verdad eso ya lo he vivido tantas veces que no me afecta en lo más mínimo. Tal vez el primer día sea distinto pero eso es simplemente porque somos seres de costumbres y nos volvemos un circo cuando las cosas cambian y todo parece cambiar de lugar. Espero que lo que aprenda y el hecho de estudiar me de esas oportunidades que necesito. Es patético pero todos necesitamos a esa persona que voltee a mirarnos, diga algo bueno y nos de ese escalón que nos falta para tomar una camino nuevo.

 Eso es lo que más he ansiado desde hace tanto. La oportunidad. Es algo verdaderamente tan simple pero el mundo lamentablemente no se maneja por eso sino por quienes se conocen entre sí y como puedan concentrar sus ganancias, sean estas en dinero o en lo que sea. Así es la vida y la gente y no es algo que yo pueda cambiar. Pero debe haber alguien en el mundo que me considere a mi una ganancia, una manera de ganar dinero si quieren. Honestamente no me interesa para que me quieran, con tal de que me quieran para algo. A estas alturas de la vida, como ya he dicho muchas veces, lo que necesito es la oportunidad de hacer las cosas y de probarme a mi mismo que lo que tengo en la mente tiene un uso.

 Necesito sacar de mi mente todas las cosas que me acosan, que están allí desde hace tiempo y que surgen todos los días. Necesito sentirme útil, y creo que todo se podría resumir en ese deseo de la necesidad, comprensible y predecible, de sentirse completo como ser humano al ser considerado por otros como una parte integral de la sociedad. Al no vivir solos en el mundo, necesitamos la aprobación de otros para vivir y seguir adelante con nuestros sueños. No es que necesitemos permiso o dependamos de otros sino que siempre es bueno saber que alguien en el mundo te apoya y desea lo mejor para ti y te considera una ganancia y no alguien con el que nunca se sabe muy bien que hacer.

 La vida es a veces bastante fácil y otras veces es supremamente difícil. Eso depende de quién se es y de cómo y cuando y porqué se han dado los pasos de la vida, que definen cada cosa que pasa aunque no nos demos cuenta y a veces queramos culpar o agradecérselo a lo o al que no es. Vivir es algo complejo y no es algo simple, no es algo que se haga así no más, sin pensarlo ni revisando cada cosa. Lo que pasa pasa y hay que amoldarse a ello y por eso es que es bueno cuando uno mismo decide crear el siguiente paso y no esperar a que por obra y gracia de alguien o algo las cosas pasen porque sí. Lamentablemente la vida no funciona así.


 Por eso me inventé este viaje, pues no era algo que tenía que ser para mi. Yo decidí que lo fuese y ahora lo afrontaré y veré que puedo hacer con lo que hay. Ojalá se presente esa oportunidad que tanto deseo y necesito porque sé que sería lo único que en verdad podría cambiar mi vida sustancialmente. Es lo que necesito y lo que quiero desde hace mucho. Pero ya veremos que sucede, que es lo que tiene que pasar y lo que no, lo que decidiré yo que pase y lo que no porque, si algo es cierto, es que la vida es nuestra y nosotros labramos el camino. No podemos esperar a ver que pasa o encomendarnos al vacío, debemos dar el paso, seguros o no, y ver si hay una piedra que pisar para cruzar ese río que debemos cruzar.´ ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ora que faltan pocas horas para irme, no s momento en el que hay que lanzarse al agua y no pensar que hay debajo de la

sábado, 15 de agosto de 2015

Cuatro palabras

   Paciencia. Es algo difícil de tener cuando las cosas parece que no van a ningún lado pero hay que aprender. Es difícil esperar y esperar pero cuando no hay nada más que hacer, pues ya se entrena uno en ese arte. Porque esperar no es para todos ni todo el mundo lo hace igual. Es un hecho que cada persona tiene su ritmo y creo que el mismo es bastante lento aunque he aprendido a conocerme mejor y a no esperar nada demasiado pronto o que todo lo que le pasa a los demás me pase a mi. Sí, muchas personas que conozco tienen trabajo y van por su enésima relación sentimental pero yo no puedo pretender tener ese mismo ritmo de vida. Cada uno marcha a un paso diferente y hay que entender eso antes que nada más porque o sino estaremos frustrados con mucha frecuencia.

 Respirar. Es la técnica más sencilla cuando se tiene una vida en la que no se sabe nada de lo que pasará, nada de lo que el futuro aportará o quitará. A veces no nos tomamos el tiempo adecuado para respirar, para preocuparnos porque nuestro cuerpo esté bien y para relajarnos antes de algún momento que sabremos será desafiante para nuestros nervios. Puede que sea hablar con alguien en especial o hacer algo que nunca habíamos hecho. Si somos seres humanos normales siempre estaremos algo preocupados por algo así y tendremos que aprender a ser pacientes e ir paso a paso y no apresurarnos para nada. No hay nadie que no se sienta presionado en situaciones así y si no lo está, los golpes de la vida sencillamente serán más duros.

 Crecer. Eso no es algo que dependa de nosotros, al menos no de forma física. Pero sí podemos esforzarnos en ser mejores, en tratar de avanzar en lo que queremos o en lo que no queremos, lo que sea más fácil de definir. Cuando digo crecer, no tiene nada que ver el concepto de madurez, aunque esto ayude bastante. Me refiero más a crecer como persona, a ampliar la mente y empezar a ver el mundo con ojos diferentes a esos con los que hemos visto todo lo que ha ido sucediendo frente a nuestros ojos. No podemos seguir toda la vida haciendo y diciendo lo mismo ya que no somos marionetas a loros. Al ser seres humanos, tenemos la posibilidad de cambiar de opinión y por lo tanto de aceptar realidades diferentes de un momento a otro.

 Aceptar. Sí, aceptar esas nuevas realidades, esas nuevas maneras de ver la vida y también aquellos momentos en los que no se sabe que hacer o en los que hay problemas o errores. Somos seres hechos de prueba y error, no somos infalibles ni todopoderosos. Es imposible que un ser humano nunca falle ni nunca sufra o sienta dolor porque si no le pasara nada de eso, simplemente no sería un ser humano sino algo peor que una máquina ya que hasta ellas se equivocan. Tenemos que aceptarnos a nosotros mismos como somos y no como queremos ser y a partir de ahí construir lo que queremos, sea lo que sea.

 Esas cuatro palabras me han ayudado en varias ocasiones. Porque paciencia nunca he tenido. Prefiero los impulsos y actuar en el momento que siento que las cosas se pueden dar mejor. La paciencia es un don difícil de manejar y, sobre todo, de conseguir. Como tener paciencia después de años de no ser aceptado por nada ni nadie, en muchos sentidos y no solo en el sentimental que, para mi al menos en este momento, es el menos importante? Como hacer para no perder el control cuando las cosas parecen estarse derrumbando alrededor y las únicas soluciones son aquellas que son extremas. Y se sabe muy bien que nada situado a un extremo es bueno, sea cual este sea. Sin embargo, la gente todavía se deja lavar el cerebro y acepta idioteces que saben no están bien.

 Ha sido más fácil aprender a respirar. Obviamente todos los seres humanos sabemos respirar pues lo hacemos automáticamente, sin pensarlo. Lo que se piensa es dejar de hacerlo y no es muy fácil. Pero la cosa es que hay varias maneras de respirar y varios momentos en los cuales es necesario simplemente tener más aire y poder oxigenar mejor la mente para tener las cosas más claras. Tuve que aprender a respirar cuando la muerte estuvo cerca y creo que no lo hice bien. Lo hice también cuando me enfrenté a una decisión que puede significarlo todo o tal vez nada. Pero tuve que saber como comportarme y como no perder la compostura. Tuve que controlar mi respiración.

 Lo que nunca es fácil es saber que es lo bueno y lo malo pues nadie te lo dice, al menos no de adulto o joven adulto o como lo quieran llamar. Crecer es un concepto casi abstracto pues todos crecemos, es el camino eterno hacia la muerte, pero no es ese crecimiento el que vale, sino el que nos enseña y nos hace ver la vida con otros ojos. Creo que he crecido en ese sentido pues me he atrevido a más en algunas cosas, como tomar decisiones que antes no había tomado con tanta seguridad. Desechando miedos que han estado enconados dentro, esa es otra manera de crecer así no sea la más fácil. Porque enfrentarse al miedo es algo que solo alguien desesperado hace ya que ese miedo somos nosotros mismos.

 Lo más difícil para mí tal vez sea eso de aceptar. En mi concepto del mundo yo no tengo porque aceptar nada que yo no quiera pero la realidad lo presiona a uno a ver que las cosas no son como las queremos ver sino como son y a veces como son no nos sirven de nada. Hoy en día hay mucho positivismo falso y la gente cree que puede ser y hacer lo que quiera pero eso no es cierto. Las prisiones mentales todavía están allí, así como los prejuicios y la falta de habilidades. Son cosas que existen y, aunque algunas se pueden eliminar, hay otras que simplemente no hay como superarlas. Hay que aceptarlas o resignarse, lo que suene mejor.

 En estos momentos me siento casi totalmente tranquilo pero hay algo que me molesta y así será por un tiempo y de ahora en adelante. Todavía no tengo mi destino de frente y prefiero no verlo a la cara hasta cuando tenga que hacerlo porque tengo que confesar que le tengo miedo. No sé como es y no quiero imaginármelo porque tengo una imaginación demasiado productiva y es ahí cuando las cosas empiezan a distorsionarse a verse de tantos colores que ya no sé cuales son los reales, si es que existen. Tengo miedo porque no sé que hay más allá así que mi manera de afrontarlo es simplemente no ver hacia allá, no tratar de discernir nada ni indagar al respecto más de lo necesario. Esto lo hago porque sé que no debo apresurarme a nada.

 Caminar hacia, mirando hacia atrás y fingiendo que el mundo no se sigue moviendo, es algo muy difícil pero es práctico y no creo que se trate de engañarse a uno mismo ni nada por el estilo. Es solo la manera que encontré para poder estar más tranquilo e ir por la vida sin preocuparme de manera innecesaria. Ya hubo un momento, hace un tiempo, en el que me sentí ahogado y estuve a punto de desear que ese sentimiento mi consumiera. Pero al final, de alguna manera, pude salir de ello y ahora no quiero volver a esa situación, jamás. Ese desespero, esa oscuridad y sentimiento de que todo es mi culpa, de que todo está mal,… Es lo más horrible que he sentido y no se lo deseo a nadie.

 He estado por ya casi dos años sin hacer nada productivo. Y lo digo así porque así es que se maneja el mundo. Cuando estás cerca de los treinta años, si no estás ganando dinero, para la mayoría de la gente estás desperdiciando tu vida. El que me diga lo contrario es un hipócrita de primera categoría y no pretendo mentirme a mi mismo para suavizar las caídas o el sentimiento de presión que va y viene, pero que menos mal es menos frecuente que en el pasado. Además, no es que no haya hecho absolutamente nada en este tiempo: aprendí a apreciar más lo que tengo y a entender que no puedo ser todo lo que quisiera pero que sí puedo lograr hazañas más cercanas a lo humanamente posible.

 Y esas hazañas serán para mi y no para demostrarle nada a nadie. Porque no vivo para nadie más sino para mi y así es que la gente debería vivir, sin pensar en pagarle la cuenta a alguien más en el mundo, como si la vida fuese prestada o un regalo de alguien más. En este caso, les recuerdo que no creo en ninguna religión, así que perdonarán que les diga que paren de vivir su vida pensando en estar agradecidos por todo. Mejor vivan la vida pensando que solo es esto y nada más. Debemos caer en cuenta que esto es lo que hay y nunca va a haber nada más.


 Pero eso no es malo. Solo hay que ver lo que se puede hacer, lo que se puede lograr y todas las cosas que hay por descubrir y por vivir. Todo esto lo decide cada persona según sus criterios. No hay buenas o malas respuestas, al menos yo no lo pienso así. Lo único que hay son vías cortas y larga o anchas y angostas. Y es difícil saber cual es cual pero ese no es nuestro trabajo. Nuestra una responsabilidad es la de vivir y nada ms. ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ es cual pero ese no es nuestro trabajo. Nuestra una responsabilidad es la de vivir y nada m que hay por descubrir y pás.

viernes, 7 de agosto de 2015

Gracias por el cambio

   Yo siempre había tenido llaves del apartamento. Nunca las había pedido sino que él me las había dado por si se necesitaba algo con urgencia o algo por el estilo. Habían sido útiles cuando me había pedido que le recogiera algunas de sus fotos o algo de comer para que no muriera de hambre en el estudio. Los fotógrafos parecían ser una especie aparte, dedicados pero descuidados al mismo tiempo. Yo la verdad prefería no tratar de entender todo lo que hacía porque, al fin y al cabo, me sienta contento de estar con alguien como él. Físicamente se veía como un modelo de revista y su personalidad era muy interesante, sabía mucho de la vida y del arte y con eso había caído rendido a sus pies. Era todo un partido y yo, tan simple como soy, me lo había quedado.

 Así que comprenderán mi sorpresa el día que decidí ir a su casa por unos folletos que se me habían olvidado. Se los había mostrado para ver que opinaba pero la conversación no pudo ser pues él me invitó a otro de sus cócteles en alguna galería de la ciudad y nunca tuve oportunidad de decir nada. Los necesitaba con urgencia y decidí pasar de camino a la oficina. Al fin y al cabo, lo más probable era que no estuviera pues me había dicho que trabajaría desde temprano. Así que yo, muy tranquilamente ingresé al edificio y subí al ascensor feliz, pensando en la relación tan perfecta que tenía y en lo mucho que me había recompensado la vida con ella. Me acerqué a la puerta y la abrí de golpe, ignorando lo que mis otros sentidos querían advertirme.

 Allí, no podían ser más de tres metros, estaba la persona que había amado por el último año. Pero no estaba solo o haciendo yoga, que según él le encantaba. Estaba desnudo por completo, teniendo relaciones sexuales con una mujer. Ella fue la primera que me vio y tengo que confesar que nunca he reaccionado más lentamente a algo. Ella se asustó y gritó que era un ladrón. Obviamente no tenía idea de nada, como yo. Él alcanzó a verme antes de que mis pies respondieran y me sacaran corriendo del lugar. Bajé por las escaleras y cuando me di cuenta estaba en el auto, saliendo del sótano del edificio. A veces existen esas lagunas y las agradezco pues no podría haberlo enfrentado.

 Cuando me llamaron del trabajo les dije que había perdido los folletos impresos y que los llevaría al día siguiente ya que me sentía algo mal del estomago. Con eso, nadie preguntó más nada. Yo regresé a mi casa y me quería morir. Lloré pero después me dio rabia y me lastimé a mi mismo pegándole puños a la pared y a mi cara. Tuve que curarme esa noche y sentir, de nuevo, como la sombra de todo lo que me había aterrado en la vida antes se volvía a cernir sobre mi. Pero algo cambió respecto a veces anteriores y fue que no dejé que ese dolor me consumiera. Decidí que las cosas debían cambiar y cambiaron.

 Él trató de buscarme para explicarme lo que había visto, como si yo no supiera como funciona el sexo entre un hombre y una mujer. Un día le contesté el teléfono y él me dijo que yo debía oírlo porque era lo correcto. Yo lo mandé a la mierda y le dije que nunca más se atreviera a llamarme. Claramente se sorprendió por mi reacción pues no dijo más nada y, menos mal, no supe más de él. Como cosa rara, días después por comentarios de la gente y recuerdos míos más claros, pude entender con que clase de imbécil había tenido una “relación”. Estaba enamorado de si mismo, creyéndose lo mejor de lo mejor. Parecía que le caía encima a cualquier cosa que se moviera y con eso pude entender que no me había perdido de nada y que el que había ganado era yo.

 Nadie nunca me preguntó por los golpes en mi cara y yo nunca se lo expliqué a nadie. No era algo de su incumbencia. Al y al cabo había sido un error porque si a alguien debí golpear era a él y no a mi. Porque odiarme a mi mismo cuando él había sido quien había hecho todo mal? Mi autoestima me había jugado una mala pasada pero decidí que eso se detendría. Era difícil pero no podía ser que me culpara y a mi aspecto de todo lo que sucediera. Si la decisión era entre estar bien conmigo mismo o tener novio, prefería lo primero toda la vida. Los hombres hay muchos y pocos valen la pena así que siempre será la primera la mejor opción.

 Algo que me relajó fue empezar a caminar por ahí, a veces tomando fotos. Es gracioso pero algo bueno había sacado de la toxicidad de la relación y era un aprecio por las imágenes. Claro que yo no hacía grandes producciones demasiado reforzadas sino que tomaba fotos de cosas que me gustaban en la calle. Algo así como postales personales. Hacerlo y caminar, me dieron un respiro, como si hubiera abierto una válvula de escape que dejara que todas mis preocupaciones y frustraciones salieran con tranquilidad y sin herir a nadie. En el trabajo parecía que me ayudaba también porque ahora siempre entregaba todo a tiempo y tenía así más tiempo de planear otras cosas para hacer que antes no había querido hacer o no había tenido el tiempo.

 Lo más destacable fue conocer a Freddy. Era un personaje la verdad y de esos que te hace pensar más de una vez. Lo conocí en un parque mientras tomaba fotos y empezamos a conversar. Fue allí cuando me di cuenta de que yo no era el mismo de antes pues jamás habría mirado a un hombre como él: musculoso, tatuado, rapado. No dudé en decir que sí a su solicitud de ir a su casa donde tuve el mejor sexo de mi vida. Nunca había sido así con el fotógrafo, con tanta pasión y sin nada de compromisos ridículos que frenaran nada. Freddy era divertido, gracioso, amable y hasta cariñoso. Y además era bueno en la cama. Lo mejor de todo, sin embargo, era que yo no sentía nada por él, excepto un aprecio enorme.

 Mi vida se fue renovando así, lentamente, sin yo hacer nada consciente pero teniendo por fin la varita para dirigir mi propia vida. Ya no tenía la cabeza llena de estupideces, de amores imposibles y sueños ridículos. La tenía llena de aventuras, de posibilidades y ganas de sentirme bien conmigo mismo. Hacía cosas que siempre había querido hacer como escalar o ir al zoológico. Por alguna razón siempre había pensado que eran actividades para hacer con otras personas pero no era así. Era divertido hacerlo solo. Obviamente a veces hubiese sido bonito compartir momentos con alguien pero para eso servían los amigos y mi nueva manera de ver las cosas me fue proporcionando muchos de esos.

 Daniela era una artista, más que nadie que hubiera conocido antes. Eso sí, ella no hacía cuadros ni esculturas sino tatuajes y eran incluso mejores que esos otros. La conocí cuando me tatué un símbolo personal en el brazo, hablamos mientras lo hacía y me di cuenta de lo interesante que era. Lo primero que hicimos juntos fue un asado donde conocí a su novio, su hermano y varios otros amigos. Eran personas diferentes a las que había conocido en mi vida pero eso me gustaba y su manera de ver el mundo, al fin y al cabo, no era tan distinta. Al cabo de unos meses podía considerarlos mis amigos y por fin tuve con quién compartir esos momentos que antes había disfrutado en solitario.

 Con Freddy seguimos teniendo sexo hasta que él tuvo que irse de viaje, pues le habían ofrecido un trabajo mucho mejor. Yo me alegré mucho por él y esa vez el sexo fue más romántico, si se puede decirlo así. Le hice un regalo y él me dijo que lo cuidaría siempre, pues muchos de los momentos que habíamos compartido habían sido de los mejores para él en los últimos meses. Debo decir que cuando me lo dijo, no lo creí. No creí que pudiera hacer impacto, como fuere, en la vida de alguien. Nunca pensé que alguien… Casi lo digo. Me sorprendió y me alegró el día. Fui a su fiesta de despedida donde conocí a su familia y amigos y me di cuenta de las dimensiones de la vida y porque vale la pena aprovecharla.

 Cuando por fin pude ver a mi familia, que vivía lejos, fue como un respiro para mi. Los extrañaba tanto y creo que no había caído en cuenta de ello. Eran la pieza que me faltaba para sentirme de verdad completo, de verdad curado de tantas cosas y no solo de la relación fallida con el fotógrafo. No le puedo echar la culpa pues mis problemas venían de antes y fue gracias a él, al fin y al cabo, que debo agradecerle mi nueva vida. Y eso fue lo que hice un día que estaba con Daniela en una galería y lo vi. Él tenía miedo, lo podía notar pero le sonreí, le agradecí y me despedí. No hice nada más y seguí mi vida, contento de haber hecho lo correcto.


 Lo que deparaba el futuro, no importaba. El futuro puede tener tanto de malo como de bueno. Pero el punto para mi fue hacerme un camino agradable hacia ese futuro en vez de amargarme la vida con nada, pensando en los demás y jamás en mi. Yo tuve que pensar en mi y no me arrepiento de haberlo hecho. Gracias a eso sufro menos, vivo más y tengo mayores posibilidades de ser alguien que me sorprenda cada día más. Y que mejor que eso?

viernes, 29 de mayo de 2015

De la vida y sus curvas

   Muchas veces no hay nada que nos consuele. Nos sentimos perdidos, desubicados en este vida, y no entendemos de donde venimos o adonde vamos. Y a todos nos pasa pero lo peor de todo es que cuando nos pasa nos sentimos solos, únicos en nuestro dolor, nuestro sufrimiento. Hay días en los que sentimos poco y otros en los que sentimos demasiado, todo nos afecta y todo tiene una repercusión enorme en nuestra mente e incluso en nuestro cuerpo. Y eso cansa, se siente el peso de todos esos sentimientos apretando contra el cerebro y el corazón, con fuerza, como si un ser humano no estuviese hecho para sentir tanto.

 Las personas que viven felices o aparentan estar contentas todo el tiempo, aquellas que parece no tener problemas o siempre tienen una solución para todo, no son las mejores personas en las cuales confiar cuando todo se vuelve tan confuso y caótico. Esas personas tal vez sean optimistas pero un rasgo del optimista es que resulta ser un ciego más en muchas ocasiones, ignorando incluso su propio dolor. Y cuando uno mismo se ignora una cierta cantidad de veces, se va transformando y ya no es un ser humano sino el caparazón de lo que fue una persona.

 Es bueno ser positivo pero también es bueno ver la vida como es, sea lo que sea. Negarse a que el mundo es un rango de tonos de gris y no blanco y negro, es convertir todo en una decisión trascendental cuando esa decisión no existe, no hay que ponerse de un lado o de otro cuando algo ocurre sino que hay que pensarlo como es, sea algo que nosotros provocamos, u otros o incluso algo que se sale de nuestras manos porque va mucho más allá de lo que nosotros somos.

 El caso es que somos algunos, quien sabe si minoría o mayoría, que hay días que no podemos soportar las cosas como son. El mundo se vuelve una tormenta de ruido que es imposible apagar. Todo parece venir por ti, querer atraerte a un hueco del que nunca vas a salir. Suena tétrico pero así son las cosas, así se siente esos días cuando el mundo pierde todos sus colores y no hay absolutamente nada que pueda mejorar el panorama. Cuando esto ocurre, lo más difícil es que le ocurre a una persona sola y, aunque puede pedir ayuda, no entenderá nunca el punto de todo si se sostiene en alguien más.

 A veces, el cuerpo y la mente son puestos a prueba y hay que resistir solos, ver de que estamos hechos. Algo que es cierto para todos es que la vida no se supone que sea fácil. Hay personas que se quejan de que todo sea tan difícil, sea en las relaciones con otros, en el trabajo, físicamente o en general, por lo que sea. Pero esa es la prueba de la vida; es una gran carrera de obstáculos que dura lo que tenga que durar. No tenemos control de nada y debemos llevarla a cabo lo mejor que podamos. Cada persona elije como jugar y no hay reglas claras para llegar a la meta, que no es la misma para todos. Es un juego, por cruel que suene, uno donde todo cambia según lo que hagamos pero que siempre termina igual.

 Pero a pesar de esta visión, de esta cruda realidad, todos sabemos que la vida también tiene esos pequeños rayos de luz, esas cosas que nos reconfortan y nos ayudan a seguir. No se trata de mentirnos con cosas que no tienen nada que ver sino de apreciar las cosas que, dependiendo de la persona, puedan ayudar a empujar una vida hacia delante.

 A veces ese impulso depende de una persona que no somos nosotros. A veces es una sonrisa de esa persona, un abrazo o un beso el aceite de motor que necesitamos para seguir adelante sin tener que mirar atrás o tomar decisiones que podrían ser más trascendentales o peligrosas. No es malo apoyarse en alguien más mientras que no sea una relación dependiente, es algo que hay que diferenciar. Si estamos con alguien por cualquier razón que no sea porque nos hacen sentir bien, por la razón que sea, entonces deberíamos terminarlo de inmediato. La vida es corta y no debería uno pasársela mintiendo e hiriendo por ignorancia.

 Pero sí, un abrazo puede ser reconstructor, puede sentirse en lo más profundo y ayudar a reparar una zona devastada como puede ser nuestro interior, nuestra conciencia más profunda. Y mejora cuando se da sin palabras y sin pedirlo. No hay nada más doloroso que mendigar algo de cariño y por eso lo mejor es que se de espontáneamente, sin tener que verbalizarlo. Algunas personas que eso puede ser tierno o romántico pero de hecho no lo es. Pedir un beso o un abrazo denota una falta de comunicación que no se repara fácilmente.

 Lo físico puede ser reconfortante pero hay que tener cuidado porque lo físico muchas veces sucede en un momento del tiempo y no permanece. A veces un abrazo de un desconocido ayuda pero ese desconocido desaparecerá y entonces que haremos si fue ese abrazo y ningún otro el que me hizo sentir mejor? O que tal que esos besos, abrazos, incluso encuentros sexuales, solo puedan ser en ciertos momentos, lugares y ocasiones? Entonces ya no es ninguna ayuda de ningún tipo sino otro problema que puede estar acosando nuestra mente también, como todo el resto.

 Ya que estamos, el sexo es algo efímero, algo de un momento que jamás se vuelve a repetir, ni siquiera con la misma persona, ni siquiera conociéndose hace años. Siempre será diferente y por eso el sexo no es la mejor manera de sentirse mejor con nada. Y si a eso le sumamos lo que puede irnos sumando a la mente, como el desempeño, nuestra autoestima, nuestra entrega, entonces podríamos estar empeorando el problema y no ayudándonos de ninguna manera.

 En esos días en lo que todo parece negro, a veces lo mejor es respirar profundo y tan solo vivir como todos los días, tratando de estar lo más relajado posible todo el tiempo y buscando refugio en aquellas cosas que hacen nuestra vida algo mejor. Todos tenemos gustos particulares y son esa pequeñas cosas, que puede ser artificiales e incluso superficiales, las que muchas veces pueden ayudarnos a ver las cosas como son y no peor de lo que son.

 También tenemos que darnos cuenta que solo somos una persona en el mundo y el dicho que dice que una persona puede hacer la diferencia no es cierto en el sentido que una sola persona necesita de otros para ejercer un cambio para todos, para el colectivo de los seres humanos. Esto no es así si lo que queremos es hacer un cambio en nuestro interior, si lo que queremos es trabajar en nosotros mismos. De entrada es una tarea difícil porque el ser humano no es tan moldeable en sus bases, como si lo es en ña﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ser humano no es tan moldeable en sus bases, como si lo es en astro interior, si lo que queremos es trabajar en nosotráreas que se van creando por el aprendizaje o el crecimiento personal. Todo eso depende de cada uno y puede o no funcionar pero vale la pena intentarlo.

 Es complicado porque la vida es complicada. Puede no parecer algo divertido, algo en lo que nos guste pensar, pero así son las cosas: nuestra vida real, la que tenemos todos los días y la que no se basa en nuestras relaciones con otros ni en lo que hacemos para vivir, mejor dicho, la que vivimos nosotros solos, es muy compleja. Es más compleja que la que podamos tener con cualquier persona porque no estamos en sus mentes sino que estamos en la nuestra, de nacimiento a la muerte y no hay manera de hacer un cambio porque no nos gusta o porque queremos intentar algo nuevo. Tenemos que vivir la vida como nosotros mismos y eso es difícil, seamos quienes seamos. Es una larga carretera, a veces a plena luz, otras veces en penumbra, con muchas curvas y cambios pero con un inicio y un final.

 De pronto algunos crean que eso puede sonar demasiado dramático y exagerado pero es innegable que la vida es una que vivimos solos. Por mucho que amemos a alguien, sea quien sea, no moriremos con esa persona, no en el mismo segundo ni en las mismas circunstancias, no tendremos el mismo último pensamiento ni habremos vivido nuestras vidas queriéndonos igual o pensando lo mismo a cada rato. Eso pasa en las parejas, en las familias y con los amigos. Que haya sentimientos no nos hace más cercanos en nuestra experiencia de vida que es cada uno por su lado, cada uno haciendo algo con la vida, lo que sienta que es lo que debe de hacer. En ese sentido estamos solos.

 Y la mayoría no estamos muy contentos con eso. Porque vivir cada uno por nuestro lado puede ser bastante doloroso. Pero ahí están esas pequeñas ayudas, esos abrazos fuertes llenos de energía, esos besos de mil formas, esa sonrisas, esos inventos increíbles y esas realidades que pueden asustar pero también nos dan la esperanza real, no esa que se inventaron los noticieros sino la de verdad, que nos llena sin que la entendamos por completo.


 El truco es simplemente respirar, oxigenar el cerebro y seguir adelante, paso a paso por el tiempo que sea necesario. Y recordar que las decisiones que tomemos no son malas ni buenas, correctas o erróneas, son solo decisiones que afectan nuestra vida pero a ella le dan lo mismo. Son las personas las que juzgan, no la vida como tal.