La gente no sabe nada. La gente no tiene
idea de lo que significa algo para alguien más, de lo que algo insignificante
puede simbolizar para alguien que no tiene tantas cosas alrededor. Puede que
sea cierto el hecho de que, en el mundo de hoy, se le ponga atención a un
montón de cosas que la verdad no tienen nada de importancia. Pero así son los
cambios, así son las nuevas olas que vienen a reordenar todo lo que no estaba
bien ordenado. Porque las cosas que son estables y que tienen sentido no tienen
porqué cambiar con el tiempo. Eso es evidente.
No sé de qué estoy hablando y al mismo tiempo
siento algo de rabia. Me siento un poco susceptible, tal vez por el virus que
tengo en el cuerpo. O tal vez sea porque estoy solo y me siento solo y todo me
hace sentirme cada vez peor. Siento que me atacan de un lado y de otro, siento
que no quieren dejarme un piso sobre el cual caminar y es entonces que me
pregunto: ¿que fue lo que hice?
Sinceramente no sé que hice, a quien, como o
cuando. No tengo la más remota idea si es eso o es que tengo complejo de
persecución y en verdad no ha pasado nada como eso. Tal vez soy solo yo que
creo que todos vienen por mi pero tal vez la realidad de las cosas es más
evidente y recurrente de lo que pienso en primera instancia. Tal vez no se
trata de nadie más sino de mi. Es decir, estas cosas pequeñas que me afectan
tanto puede que sean mi culpa, incluida el virus que tengo.
Ya me está doliendo la cabeza de nuevo, un
poco detrás de los ojos. Me duele al tragar y también me duele el cuerpo, los
pies y todo lo demás. Sin embargo cocino y hago ejercicio, trato de no
encerrarme y hacer nada pero creo que podría ser una buena opción si las cosas
siguen como están. Esas cosas pequeñas, eso que va pasando poco a poco, va
rompiendo lentamente la resistencia de las personas, como las olas del mar
rompen los obstáculos que les ponen.
No puedo pensar bien. Ni siquiera sé si tiene
sentido lo que estoy pensando. No sé si alguien me persigue o si todo es culpa
mía. La verdad no tengo problema con que todo sea culpa mía pues no me
sorprendería tampoco. No soy tan importante como para que alguien me siga y
quiera destruirme. Soy tan insignificante que me daría risa que alguien se
dedicara a destruirme a mi cuando hay mejores rivales.
Me duelen los oídos también pero eso es porque
me los tapo para dormir. No soporto el ruido de la gente en la mañana y no me
gusta que me nieguen el derecho a dormir. Ya tengo suficiente con no poder
dormir yo, no necesito que nadie empeore esa situación. Tal vez la falta de
sueño tenga que ver con todo esto. Tal vez deba dormir más…
Pero eso hice ayer. O traté de hacerlo, al
menos. La verdad es que no cambió nada. Da igual si duermo o no, si me pongo
sobre mi cabeza o me siento a no hacer nada. Parece que no hay cambio pero sin
embargo las cosas pequeñas sí cambian y me saca de quicio. Me duele un poco y
lo reconozco pero como no sentirse mal por algo que ha estado ahí por tanto
tiempo y ahora ya no existe. Es una lástima completa.
Antes tenía un lugar al cual acudir cuando me
sentía mal, cuando quería que me subieran el animo. Después pasé a otro y ahora
tampoco lo tengo. Creo que son lugares comunes que necesito, en los que me
siento cómodo. Pero ya no. ¿Como sentirme cómodo de donde me echan? Eso no
tendría ningún sentido. Creo que me he quedado sin ese rincón que solía
necesitar o tal vez todavía necesite. Creo que ya no lo tengo y no sé si
todavía me importa, es muy pronto para saberlo.
Lo que más me preocupó, de entrada, fue
recuperar todo lo que había construido. Al menos sé que eso, parcialmente, está
a salvo. Y digo parcialmente porque no es por completo. Algunas palabras se han
perdido, algunas conexiones que existían y ya no están. Ya no volverán a ser y
se habrán perdido para siempre. No creo que importe pues esas cosas cambian
todos los días y no se mantienen estables jamás, a lo largo de ninguna de
nuestras vidas.
Tal vez le estoy dando demasiada importancia
pero no lo sé. Como acabo de decir, apenas lo estoy procesando. Apenas estoy
asimilando que hay una parte de mi que está furiosa, hay una parte de mi que
tiene rabia. Pero también quiere volver a comenzar, quiere volver al ruedo y
reiniciarlo todo de nuevo.
Pero de eso no estoy seguro. Yo no soy como
aquellos que dicen que si fallas una vez lo intentes una y otra vez hasta que
aciertes. A mi eso me parece una tontería. Si solo fallas una vez e intentas de
nuevo y vuelves a fallar, es hora de salirse del camino y dejar que atropellen
a alguien más. Me parece que es lo más sensato que se puede hacer. Hay que
saber rendirse en algún momento, saber cuando parar.
Y creo que esta es una de esas oportunidades
que me gritan: “¡Para!”. Y creo también que es hora de escuchar. Al menos por
ahora no tendré el mismo empuje, las mismas ganas de hacer las cosas, de ir por
ellas y de mostrarme orgulloso ante todo. Ya lo he hecho y lo único que ha
respondido el mundo es que no le interesa en lo más mínimo lo que yo haga o lo
que no haga. Al mundo no le importo pues somos demasiados y no tendría el mínimo
sentido.
Eso no significa que no haya gente a la que le
importe. Claro que la hay. Pero todos sabemos que eso casi nunca es suficiente,
siempre queremos más y más. Incluso yo, que no me considero una persona con
ambición, quisiera que algo más de gente me apreciara o viera cosas en mi que
yo no haya visto, con en las películas. Pero esas películas son inventos, son
bonitas ilusiones que no reflejan nada la vida real de las personas. Son
artificios que sirven solo para distraernos de nuestras aburridas vidas reales.
Creo que por eso me gusta el cine. Porque me
gusta sentirme engañado y hay engaños que son muy efectivos y saben llegar
directo al alma. Algunos están tan bien hecho que es un placer contemplarlo y disfrutarlo,
solo o con compañía. Yo casi siempre lo he hecho solo pero en ocasiones también
con otra gente y, en esos caso también, las expectativas pueden variar
bastante. En fin, todo el mundo es distinto.
Por eso a algunos les dará igual lo que me
pasó hoy a mi. Es ridículo despertar y ver que una parte de tu mundo, una
pequeña parte, ha cambiado y las consecuencias que eso tiene para todo tu
pequeño planeta, para las tontería que crees y en las que no crees nada, lo que
piensas y lo que no y todas las variables que existen. Es todo un chiste que
muchas veces no tiene la mínima gracia. El punto es que no es lo mismo para
todos, de eso estoy seguro.
Algunos caminarán derecho y pensarán: “¿Bueno,
y a mi que me importa?” y seguirán su paso firme hacia delante, como siempre.
Para otros será el fin del mundo e incluso derramarán lágrimas y se echaran a
morir durante un tiempo sobre sus camas o en el mismo suelo. Tendrán recuerdos
claros con esas pequeñas cosas y los tendrán en la mente como una de esas películas,
pero con un guión todavía mucho más dramático y mucho menos pulido e
interesante.
En mi cabeza no sé qué pasa. El dolor de
garganta que tengo hace una semana tiene la primera fila pues parece que se le
da la gana de irse y eso me da miedo de verdad. Me pone a pensar como un loco y
no quiero ponerme a pensar porque puedo llegar a conclusiones alarmistas que
ahora mismo no me sirven de nada.
Y además está todo lo demás, todas las otras
cosas en las que tengo que pensar por estos días, por estos tiempos, y la
cabeza no me da para tanto. Las pequeñas cosas son una patada fuerte en mi zona
más vulnerable pero son cosas que pasan y que el tiempo se lleva como cuando se
barren el polvo de la casa. Todo es polvo en esta vida, incluidos nosotros. Así
que, sea o no sea nada, debo seguir porque me toca.