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miércoles, 10 de junio de 2015

Diez mil

   Sin oxigeno no podríamos vivir. Ese es un hecho innegable. Sin agua tampoco o sin los minerales y vitaminas que consumimos con cada alimento. Nuestras vidas, nuestra existencia como especie depende de muchos factores, muchas veces pequeños, que deben existir para nosotros existir también. Pero algo que también debe haber para seguir adelante son las ideas. Sin ideas, cualquier ser humano se estanca y comienza a repetirse, comienza a ser lo mismo que ha sido antes o lo mismo que otros han sido antes, que puede ser mucho peor. Sin imaginación, la única ventaja evolutiva del ser humano se muere y, sin darnos cuenta, nos vamos muriendo por culpa de la rutina, de hacer y decir lo mismo todo los días.

 Como el aire que necesitamos respirar, la imaginación es clave para que cada individuo puede sentir que tiene posibilidades. No importa de que. Sea de progreso o de reproducción o de ser el mejor, sin imaginación y las ideas que produce no podríamos nunca tener nada de lo que quisiéramos, sea algo “pequeño” o algo “grande”. El tamaño de esas ideas es algo relativo ya que no son lo mismo para cada persona pero son esenciales para ir impulsándolo por la vida. Sea aprender más de algo o conocer a alguien nuevo o de pronto lograr ese puesto deseado, todas son ideas, también llamadas ambiciones, que mueven el motor mental de cada ser humano y lo hacen ser inventivo para llegar a lo que quiere.

 Hay que hacer la diferencia: las ideas no son sueños ni anhelos. Estos casi nunca ocurren de verdad y tienen siempre un elemento que los hace imposible de realizar. Los sueños, aunque parezca que no, son cosas que uno quiere ya, sin mayor esfuerzo. Son ideas fantásticas pero no ideas prácticas o realistas. Ser presidente es un sueño, por ejemplo. No es que sea algo imposible pero no es realista en la gran mayoría de los casos. O por ejemplo tener un cuerpo definido e “ideal”. No es realista si la persona busca obtener ese cuerpo sin el menor esfuerzo posible.

 En cambio las ideas son casi siempre estructuradas, tienen un proceso y una razón por existir. Nadie tiene una idea sobre algo que saben en lo más profundo de su ser que es imposible. Un idea siempre parece factible para quién la propone y casi siempre lo es. Hay excepciones pero esto ocurre cuando las ideas se mezclan con los sueños y crean un híbrido que es fantástico pero parece ser algo que se puede alcanzar.

 Hay ideas buenas e ideas malas. Eso está claro. Pero nunca es malo tener una idea como tal porque eso quiere decir que estamos reflexionando, que estamos usando nuestra capacidad de inventiva y de creación que es lo que nos hace humanos. Por supuesto, nadie dice que todo ser humano debe ser un inventor empedernido ya que eso no sería realista. Pero sí sería bueno que todo ser humano se acercara a su vida diaria con una mirada más analítica y menos fatalista. Que busca resolver problemas y hacer cosas con ideas, estructurando lo que se debe hacer y haciéndolo. La gran mayoría de la gente no es así sino que hacen y hacen y hacen y esperan a ver cual es el resultado, esperando que las consecuencias estén a su favor sin habérselo propuesto tal cual.

 Obviamente la vida no puede ser tan cuadriculada de planear cada momento. Todos sabemos que incluso haciéndolo así, la vida siempre tiene sorpresas y ocurren cosas inesperadas que nos toman por sorpresa y nos hacen dar cuenta que son pruebas que buscan analizar como somos y que tipo de persona hay en nuestro interior. Hay momentos que sí es bueno dejarse llevar y ver que pasa, porque a veces la mejor idea es ceder y esperar o simplemente seguir adelante y ver que ocurre.

 Esto último fue lo que yo hice con mi blog. No fue algo que yo hubiese planeado desde hace tiempo, eso es verdad. Pero fue una idea que tuve a raíz de un momento difícil y fue la única respuesta que tuve para poder canalizar mi energía en algo más que no fuese aquello que me estaba agobiando. No le iba a entregar mi vida a los sentimientos, a las cosas sobre las que no tengo control alguno. No iba a quedarme mirando más y tomé la decisión de crear un blog. Está claro que no es una idea revolucionaria ni para mí ni para nadie pero era lo que necesitaba en ese momento. Y fue así que me puse a escribir las historias y fragmentos de opinión que tal vez alguien haya leído alguna vez. Eso, nunca lo sabré a ciencia cierta.

 Pero, de hecho, ese no es el punto. La idea, de nuevo, fue hacer algo por mi y debo decir que lo logré. Al ponerme una regla de escribir todos los días algo nuevo, me impuse a mi mismo un reto. No era una prueba de atletismo ni una prueba mental excesivamente difícil. Era solo escribir lo que se me viniera a la mente y subirlo a internet para ver que pasaba. Pero lo más importante era el hecho de escribir. Siempre se supuso que yo escribía pero yo no lo hacía casi nunca. Traté de escribir una novela y lo hice, tal vez mal o bien pero, de nuevo, no es lo importante.

 De hecho, debemos dejar de concentrarnos en si lo que hacemos estará bien o mal a los ojos de otros. A menos de que sea ilegal, deberíamos hacer o que nos plaza, lo que nos llene el corazón y nos haga felices o al menos no llene de esperanza y de imaginación. Porque eso es lo verdaderamente importante a la hora de hacer lo que sea que se quiera hacer. Si no se saca nada de ello para uno mismo, no tiene sentido. Incluso la gente que va y ayuda a los más necesitados, saca algo para si mismo. El placer de ayudar, de ver a otras personas felices o tal vez solo el hecho de sentir que se puede hacer algo por los demás. No importa cual sea la idea, que es lo que se haga, con tal de que sientas algo después de hacerlo, igual que en el sexo.

 Hoy me di cuenta de que mi blog ya tiene más de diez mil visitas. Para mi es un logro, no importa cuantas de esas visitas hayan terminado en la persona aburriéndose y prefiriendo ver algo en YouTube o en Facebook. Todos tenemos el derecho de que algo no nos guste. Ciertamente hay un montón de cosas que a mi no me gustan pero no por eso voy a dejar de sentirme contento porque tengo un logro más en mi bolsillo. He escrito hasta ahora doscientas ochenta y nueve ideas, sean cuentos o piezas de opinión. Todo escrito por mi, pensando casi siempre en el momento y tomando inspiración de lo que hay alrededor, de lo que soñé, de lo que he vivido y de lo que he visto en mi vida, que es corta para algunos y larga para otros.

 Sé, sin embargo, que esta idea es solo un escape temporal. Lamentablemente no puedo vivir de escribir un blog, al menos no uno como el mío, y debo cumplir ciertas reglas como ser humano. No son cosas que yo elija, o que quiera de hecho, pero son cosas que todos debemos hacer, como una obligación que tenemos con la humanidad. Una de esas es trabajar, algo que yo nunca he hecho en mi vida. Jamás me han pagado para nada. Y no es fácil, porque sin experiencia todos creen que laboralmente no vales nada. Yo daría lo que fuera para que esa dejara de ser mi mayor preocupación pero no va a dejar de serlo, ni para mi ni para nadie.

Esta idea me salvó cuando tuvo que hacerlo pero no puede seguir haciéndolo por el resto de mi vida. Seguiré escribiendo, por supuesto, y quiero llegar al año de publicar una historia por día, pero después de eso no sé que pueda pasar. Hago movimientos suaves, tengo ideas en mi mente que voy ejecutando despacio, pero el mundo va mucho más rápido, a un ritmo tan acelerado que a veces es difícil siquiera pensar en que es lo que está pasando y porque está pasando. Como dije antes, lo importante es tener ideas, no importa las que sean, para seguir adelante y vivir como se pueda.

 Los sueños son bonitos, están hechos de adornos y luz y color pero personalmente los detesto porque son ilusiones. Hoy en día tener sueños es muy popular porque se le ha vendido a la gente que es la única manera de conseguir lo que quieren. Básicamente es lanzar una moneda a una fuente pidiendo un deseo y esperar a ver que pasa. Es una estupidez. Los sueños son cosas que jamás van a ocurrir y que si ocurren es porque nunca fueron en verdad sueños sino esas ideas de las que tanto les hablo. Si se realiza, es porque la persona se esforzó e hizo lo necesario para que su idea rindiera frutos. Y creo que eso fue lo que ha ocurrido conmigo. No me interesa tener el blog más visitado pero que alguien lea, así sea una sola persona, uno de mis textos, es motivo de alegría sin duda alguna.

 Nada cae del cielo, nadie va a responder nunca a nuestros pedidos y esa es la realidad. Religioso o no, eso no tiene nada que ver. O tal vez sí, pero no es el punto. El punto es que no podemos sentarnos a esperar que lleguen las riquezas y las ventajas que queremos en nuestra vida. Y si lo hacemos, debemos estar conscientes de lo que esa decisión significa. A veces sentarse a esperar no es malo, si se sabe lo que se está haciendo. Como dije antes, ninguna idea es mala porque siempre las ideas serán ambiguas. Al fin y al cabo son creadas por seres humanos que están hechos de errores y recuerdos y dolores y alegrías. Una mezcla peligrosa pero muy fructífera.


 En todo caso, sea como sea, le doy las gracias a quienes hayan leído alguno de los cuentos que escritos alguna vez. Y, si me lo permiten, les pido que se queden conmigo en este viaje el mayor tiempo que puedan porque sé que todavía necesito la ayuda, ya que sigo perdido.

viernes, 23 de enero de 2015

Lo de siempre

 - Sabes? Siempre quise ser como él.
 - Como?
 - Libre.

 Martina se removió en su asiento, como si mi declaración del momento fuese altamente fastidiosa.

 - A quién le importa?
 - A mi.
 - No te sientes libre? No te sientes en paz contigo mismo?
 - Porque te molesta que diga algo así? Es verdad. Estoy atrapado      aquí, en mi mismo.
 - Y que es lo que tanto necesitas hacer? Que es lo que necesitas      para hacerte libre?

 Me puse de pie. Definitivamente podrá ser mi mejor amiga pero a veces no entiende nada.

Quisiera tener la capacidad de hacer lo que se me de la gana.
Eso lo entiendo pero que es lo que quieres hacer? No entiendo que   te fastidia tanto de tu vida.
Siempre me fastidia algo, ese el problema.

 Martina se puso también de pie y empezamos a caminar. Por un tiempo, guardamos silencio, cada uno preparando su siguiente argumento. No era la primera vez que hablábamos del tema y ciertamente no sería la última. Pero esa vez se sentía diferente.

Has viajado, has conocido, estudiaste más.
Y?
Como que “y”? Muchos quisieran hacer eso mismo.
Y a mi que me importa?

 Para decir eso me detuve, cansado de oír siempre el mismo argumento. Cansado de siempre tener que sentirme mal por alguien más que no conozco porque, por alguna razón, no tuvieron oportunidades.

 Es acaso mi culpa? No puedo querer más solo porque he hecho lo que he vivido? No es justo. Y se lo dije a Martina.

En eso tienes razón pero todavía no me dices que quieres de la       vida.
No tengo trabajo.
No es fácil. Ya te he dicho que tienes que seguir intentando hasta   que…
Hasta que qué? Hasta que me salgan raíces y mis papás cometan       asesinato por no ser de utilidad para la humanidad?

 Martina resopló. No era fácil ser amiga mía, lo sabré yo. Ella vive una vida diferente y yo siempre he dicho que es imposible, por esa misma razón, dar consejos de gran utilidad. Los amigos, sean quienes sean, solo pueden dar direcciones, como si uno estuviera perdido en una ciudad enorme. Ya depende de uno interpretar esas direcciones y ver si, en el camino, no se descubre un nuevo camino para llegar al destino deseado.

Nunca harán eso.
Como sabes?
Porque lo dudo mucho.

 A eso, no tenía respuesta.

Quisiera tener una vida sexual, por ejemplo.

 Martina de pronto estalló en risas, como si hubiera dicho uno de los mejores chiste que jamás hubiese escuchado.

No seas ridículo.
Tampoco puedo desear eso?
Sabes que si quisieras tendrías una vida sexual más activa, la       tendrías. No creo que te sea muy difícil.
Recuerdas mi pequeña estadía en cierta clínica, o no?

 Mi amiga sabía bien que yo había estado internado en un hospital psiquiátrico por tratar de suicidarme. La verdad es que sabía muy bien como hacerlo pero solo quise llamar la atención. No tuve tanto éxito como hubiese querido.

Siempre sacas eso.
No sabes como es hoy en día entre hombres.
Una mujer no sabe como es sentirse menos que los demás? En que mundo vives?
Touché.

 Seguimos caminando, saliendo del parque y caminando después por una avenida grande con varios negocios de lado y lado. Después de unos minutos sin hablar, le señalé a Martina una heladería y ella asintió. Entramos, pedimos los helados, ella los pagó y nos sentamos en una mesita en la terraza del sitio. Hacía sol, por alguna razón, así que nos sentamos allí a mirar pasar la gente. Siempre son amigos de verdad, si pueden preservar un silencio y no es incomodo.

Entonces es el trabajo y el sexo. O hay más?
Quisiera vivir solo.
Y para eso necesitas dinero.
Exacto.
Que se consigue con trabajo.
Así es.
Entonces estás jodido.

 No pude contener la risa. Casi se me cae el cono de helado al piso y tuve que contenerme ya que el frío del helado me hacía toser violentamente. Cuando por fin me calmé, Martina me miraba burlonamente.

Y como lo tomas? Que haces para lograr eso?
Nada. Hago lo que hago siempre.
Y eso te ha servido.
No.
Entonces has otra cosa.
Como que? Venderme al mejor postor y trabajar en cualquier puesto   mediocre?
Porque no?
Porque ya he tratado y tampoco han querido contratarme. No me       quieren ni para voltear hamburguesas.

 Esta vez fue Martina que rió como loca. Afortunadamente había pedido su helado en una vaso de plástico, ya que de la risa se le resbaló al piso y cayó con un sonido sordo, sin voltearse. Lo recogió tratando de reír menos y se echó una cucharada a la boca, para calmarse totalmente.

No sé que hacer.
Ya habrá algo. Puedes estudiar algo…
Ya he estudiado lo suficiente, lo que supuestamente da más trabajo   pero, ya ves.
- No importa. Puedes hacerlo para distraerte.
Más dinero para que gasten mis papás.
Y?

 Esta vez la miré como si se hubiese vuelto loca.

Me da lástima hacerlos gastar más dinero.
Pero puedes preguntar, no? Que tal que acepten que quieras           estudiar otra cosa o trabajar en otra parte? Créeme, si te tienes   que ir, vete. El mundo hoy en día es como una ciudad muy grande,     no es tan difícil como antes.
Ya lo he hecho recuerdas.
Y sé que debiste quedarte allá.
Lo sé, créeme que lo sé.
En todo caso, ten paciencia.

 Suspiramos los dos, al mismo tiempo. Compartimos una sonrisa y luego terminamos nuestros helados.

 De camino a la parada del bus, decidí preguntarle a Martina sobre sus cosas, su vida. Siempre nos enfocábamos mucho en mi y eso me hacía sentir culpable. Me contó lo que debía saber y yo no hablé en todo el rato, solo escuchando y asintiendo en los momentos propicios.

 Cuando por fin llegamos, nos abrazamos con cariño.

No te vuelvas loco pensando. Deja que las cosas pasen y trata de     no dejar ir las oportunidades cuando se presenten. Eso es lo         importante.

 Como el bus estaba frenando, solo tuvimos cerca de acordar que nos veríamos de nuevo en unas semanas. Le sonreí cuando estaba ya adentro y luego se fue.

 Martina tenía razón, sin duda. No podía castigarme a mi mismo, de nuevo, por lo que no era o no estaba. Ya había hecho eso mucho tiempo en mi vida, torturándome por no ser, parecer, tratar, intentar, ver o hacer. Pero ya no, no puedo seguir así.


 Así que decidí que, aunque todo me preocupa todo el tiempo, me iba a relajar e iba a pensar todo con cabeza fría e iba a disfrutar de la vida que tenía porque tal vez el cambio no demore tanto como parece.

jueves, 15 de enero de 2015

Hombre libre

   Mientras hacía el desayuno pensó que, por primera vez en mucho tiempo, cocinaba algo para si mismo. La verdad era que ya no tenía ni tiempo de alimentarse bien por culpa de la carga laboral y los fines de semana siempre surgía algún trabajo extra o la familia molestaba con algo para hacer. Siempre tenía que recibir comida de extraños o familiares, pero hecha por ellos y, con el asco que todo le daba al pobre de Damián, era una incongruencia que no tuviera el tiempo para hacerlo todo él mismo.

Su pequeño apartamento se llenó rápidamente del olor de las salchichas de pavo que tostada en una sartén. Al lado tenía una tortilla de huevo en proceso y en la mesa estaba ya servido un buen jugo frío natural de naranja. Todo parecía demasiado perfecto y la verdad era que esperaba que alguien lo interrumpiera, en el peor momento. Así que cuando sirvió todo y se sentó, fue natural que esperara un par de minutos para ver si no sonaba el teléfono o el intercomunicador con la portería del edificio.

Pero ninguno de los dos hizo ruido alguno. Así que Damián empezó a comer con gusto, como si hubieran pasado años desde que había probado el último bocado de comida. Y esto aplicaba si se hablaba de comida casera y decente. Siempre le parecía que lo que comía carecía de algo, sea de sabor, preparación o incluso presentación. La verdad era que a él le gustaba mucho lo bueno que tenía la vida, esos detalles tontos que le arreglan a uno la existencia. Pero tenía tan poca oportunidad de disfrutarlos, que era natural su jovial entusiasmo.

Mordió una de las puntas de una salchicha y le pareció haber pegado un salto: el sabor era delicioso. Se le ocurrió algo y se puso de pie. Buscó en la cocina y sacó de la alacena una botellita plástica que contenía mayonesa. Puso un poco en el plato y untó allí la salchicha. El siguiente mordisco le arrebató senda sonrisa de la cara, como si jamás en la vida hubiera comido. Por un segundo, se sintió tonto. Pero no le importaba. Disfrutar la vida no le hacía daño a nadie y se lo ponía a l muy feliz.ie y se lo ponea. Disfrutar la vida sinti ocurrina del plato, mo.nte. Siempre le parecél muy feliz.

Siguió pues con la tortilla, que había mezclado en un bol con algo de espinaca que le sobraba. Además le había echado bastante pimienta así que el sabor resultó ser exactamente el que él buscaba. En nada difería de lo que su imaginación había querido elaborar. Incluso, se podía decir que sabía mejor de lo pensado. Se mandó otro bocado, pensando que si hubiera querido ser chef, hubiera tenido bastante éxito. Incluso podría haber tenido un restaurante pequeño, de esos que no ponen ramitas de cosas sobre la comida sino que se preocupan por el sabor y no como se ven las cosas.

Pero no era cocinero ni nada parecido y ese era solo un sueño que no cumpliría por culpa de su problema más grande: el tiempo. Trabajar como un esclavo (no, no es exageración) en un banco en el que nadie se responsabilizaba por nada pero a todos se les culpaba de cualquier error cometido, era verdaderamente un fastidio. Damián siempre se burlaba de esas películas que mostraban como la gente hacía amigos y había un sentido extraño de comunidad en las oficinas. Pues bien, eso era una asqueroso mentira, al menos en su caso.

Mientras comía despacio, disfrutando cada pedacito casi sagrado de comida, Damián se ponía serio al pensar en su trabajo y sus amistades. La verdad era que amigos como tal, no creía tener. Había uno que otro, no más que el número de dedos en una mano, que a veces lo llamaban o le hablaban por el computador o el teléfono móvil. Cada mucho tiempo, cuando no estaba muerto del cansancio, salía con ellos a beber algo y hablar de las típicas tonterías que habla uno con la gente cuando no se quiere hablar de trabajo o responsabilidades. Así que casi siempre las conversaciones iban de sexo.

Esto último era algo bastante gracioso ya que Damián no era precisamente un erudito al respecto. Había tenido su primera relación sexual ya estando en la universidad, con veinte años de edad. Y después de eso, si se hacía una lista exhaustiva de las mujeres con las que había estado en diez años, el número no llegaba a ser mayor de ese mismo número: diez. Y eso era confiando en su memoria, que no era muy buena que digamos. Tenía más facilidad para los números en el momento que para recordar eventos que habían ocurrido hacía tiempo. Si había números en juego era otra cosa pero jamás recordaba un día en particular del pasado.

Los números eran su ventaja pero a la vez su maldición. Le habían dado el trabajo que tenía y algunos bonos que había recibido, hacía ya tiempo, por haber resuelto problemas especialmente intrincados. Pero esta habilidad poco o nada servía con las mujeres que siempre querían que Damían recordase todo, desde el primer momento que se habían visto, y eso para él era imposible. De hecho, él siempre argumentaba que todo eso no tenía interés ya que el quería vivir ahora y no hace un mes. Pero la mayoría no pensaba igual. Por eso estaba soltero y la verdad era que no le molestaba.

Su pequeño apartamento era su orgullo. Tomando un buen sorbo de jugo, miró a su alrededor y se dio cuenta de que el sueño de tener un hogar podía darse por cumplido. Desde que estaba en la universidad, había soñado con tener un lugar propio, donde fuera pero que fuese para él solo, que fuera una especie de santuario personal, en el que él gobernara como quisiera. Y así era hoy su hogar: pequeño pero bien decorado, ordenado y limpio pero sin excentricidades. Su cama, eso sí, siempre parecía el nido de un pájaro enorme ya que eran pocas las veces que la arreglaba apropiadamente.

Pero hoy estaba tendida y hacía que el cuarto pareciera el de un hotel modesto. Esto alegraba a Damián, ya que disfrutaba de lujos como ese: el de quedarse en un buen hotel y sentirse atendido y hasta mimado. Hacía un año exactamente, había usado buena parte de sus ahorros en un viaje extraordinario por las islas hawaianas y no había escatimado en gastos. El hotel en el que se había quedado era un palacio, con todo incluido y lo mejor era que había probado y hecho muchas cosas que siempre había pensado hacer pero que no había podido.

Aunque era cierto que el trabajo era el culpable de la mayoría de sus desgracias, también era el que le proporcionaba el dinero para hacer muchas de las cosas que más le gustaban. Técnicamente él se proporcionaba el dinero pero eso era otra cosa. Lo malo era que solo daba dinero pero no tiempo. De aquello, muy poco. Y su familia absorbía mucho de su tiempo libre aunque no los juzgaba por ello. Pero hubiera querido que no fueran tan dependientes o tan unidos. Parecía malo pensarlo así, pero Damián necesitaba tiempo para él mismo.

Alguna vez le había dicho esto a sus padres y ellos habían asegurado comprender pero al siguiente fin de semana le pidieron que los ayudase a colgar algunos cuadros y arreglar una ducha que no estaba funcionando bien. Los amaba, eso no estaba bajo discusión. Pero los podría amar igual si dejara de verlos así fuera por un fin de semana al mes. Eso hubiera sido perfecto.

De hecho, sería algo así como este fin de semana. Al terminar de comer su desayuno, Damián no pudo evitar pensar si sus padres tendrían problemas serios o si el banco no hubiera podido comunicarse con él por alguna razón. Lavó los platos, ya inquieto por la falta de molestias y, cuando se terminó de sacar las manos, revisó su correo de trabajo que era el que usaban para darle tareas dominicales. Pero no había nada. Buscó su celular para llamar a sus padres pero entonces se dio cuenta que le habían dejado un mensaje de voz.

Aquí vamos – pensó.

En el mensaje su madre le decía que iban a pasar el fin de semana con su padre en una pequeña finca que tenían unos vecinos así que no lo necesitarían para nada. Le mandaban besos y abrazos y habían colgado, sin más.

Damián necesitó de algunos momentos para entender que, por primera vez, no solo había cocinado su propio desayuno sino que también era un hombre libre. Así que, sin un plan trazado, se duchó, se puso algo cómodo y salió por la puerta, no sin antes acordarse de dejar su teléfono móvil en casa: nadie le iba a quitar el placer de no tener que hacer nada, al menos este fin de semana.

jueves, 1 de enero de 2015

Primer día

Es simplemente el mejor día del año para salir, para explorar, para conocer. Las carreteras están vacías y los lugares no pueden estar más en paz. Pareciera que algo extraño ha sucedido, o algo catastrófico pero la realidad no es para preocuparse: es solo el primer día del año.

Siendo el primer día del año, la gente celebra el cambio de calendario tomando, comiendo y, en general, divirtiéndose. Eso ocurre la noche anterior, así que para ser exactos, el primer día del año la gente en verdad no hace mucho.

La mayoría de la gente duerme todo el día, habiendo tomado tanto alcohol la noche anterior. O tal vez es porque han comido demasiado. De todas maneras, las camas son esenciales en este día, ya que la gente prefiere quedarse en la suya antes que salir de ellas. Salir de la casa? Muchas veces, no es una opción.

Esto último tiene una razón: no es solo que la gente sea perezosa o borracha o que esté llena. En verdad es que los comercios cierran, incluso las cadenas de comidas rápidas tienen horarios especiales, así que las mejores opciones para quienes se queden en casa es comprar algo días antes o llamar a un domicilio. Para los que ofrecen ese servicio, es uno de los mejores días del año.

Ahora bien, no toda la gente se queda en la cama. Si por alguna extraña razón se despiertan temprano (la palabra “temprano” queriendo decir antes de las 2 de la tarde), la gente puede sentir la necesidad de hacer algo más que dormir. Así que, aparte de comer si es que no se sienten llenos todavía, está la opción de ver una o más películas. Normalmente, la gente prefiere ver algo ligero como una comedia, una película animada o incluso una película de acción. Los dramas no son muy populares en este día, a menos que sea una de esas películas que “hay que ver” y no la hayamos visto en todo el mes anterior.

Así que películas, comida y dormir en una cama confortable. Que más hay? Bueno, podrían haber visitas. Sí, no es el mejor prospecto para este día, pero miembros de la familia que no se vieron en las últimas horas o amigos podrían aprovechar el día para saludar y desear un feliz año, adems de ﷽﷽﷽﷽﷽udar y desear un feliz año, ademieron en las davde extraña razuno de los mejroes dMuchas veces, no es una opcis son esás de ver que hay de comer o de tomar por ahí si es que la fiesta de la noche anterior fue en tu casa. La mejor manera de lidiar con esto es ofreciéndoles una bebida y haciéndoles ver lo poco que te interesa que se queden. Lo entenderán eventualmente.

Y así es un primer día del año normal, en paz sin problemas ni preocupaciones. La gente evita estos últimos este día porque nadie quiere empezar el año peleando o discutiendo, menos aún por tonterías. La gente quiere empezar en calma, en paz y que mejor que haciendo lo que más les gusta, como un deseo de tener mucho de eso durante todo el nuevo año.

Ese es el primer día del año ideal para muchos pero no para todos. Algunos, claramente no la mayoría, prefieren salir y ver cuan pacifico puede ser el mundo cuando la gente no está en él.

Las carreteras son los lugares ideales para notar este día tan especial: no hay casi automóviles, ni buses, ni camiones. Así que tienes la idea de salir de la ciudad, es ciertamente el mejor día para hacerlo. Las estaciones gasolina funcionan con normalidad y muchos destinos como parques y otros, si no están cerrados, ofrecen precios especiales por el Año Nuevo.

Una buena idea es ir a acampar, caminar o escalar a un parque natural. Es la opción más relajante que se puede elegir aunque algunos parques pueden no estar abiertos al público. Eso sí, no se pueden hacer fogatas ni asados así que es mejor llevar comida enlatada o comer antes o después del paseo.

No hay nadie en el mundo que no disfrute lo maravilloso de un espectáculo natural como lo es caminar bajo el follaje de grandes árboles, ver animales que normalmente no se ven o, si el parque lo ofrece, apreciar la belleza de un lago o de un reservorio. En algunos sitios es incluso posible pescar, lo cual es una actividad muy relajante ya que depende casi exclusivamente de la paciencia.

Otra opción para este día es un poco similar pero para un presupuesto más apretado, si eso es posible. Se trata simplemente de ir a un parque y pasar la tarde allí con la familia. Aunque la posibilidad de que el sitio esté más lleno que un parque natural es bastante alta, la belleza de estar cerca de casa nunca es para ignorar.

Puedes preparar todo lo necesario para hacer un picnic y divertir con la familia comiendo algo ligero, elevando una cometa o jugando con un balón hasta que estés cansado. Claro que podrían solo caminar por ahí o acostarse en el pasto durante horas. Una de las cosas más bellas por hacer, no solo el primero de enero sino en cualquier momento del año, es contemplar las nubes y jugar con las formas.

Si eres un explorador innato, también está la posibilidad de vagar por aquellos lugares que normalmente están llenos de vida y usarlos como fondo para tomar fotografías, para tener así una prueba de cuan dramático es el cambio cuando se le quita la gente a un espacio. Es divertido explorar los lugares que conoces pero viéndolos de otra forma. La fotografías serán geniales.

La última opción es mejor hacerla con alguien que se quiera mucho, en parejas o grupos pequeños. Nada muy grande ni muy arreglado, solo gente que se sienta cercana la una a la otra para compartir un día que se siente especial. No hay que comprar nada ni ofrecer nada, solo caminar, hablar y compartir.

Porque, al final del día, eso es lo más importante: pasar este día y todos los otros días con las personas que más quieras en el mundo. No importa quienes sean, si amigos o familia… El punto es apreciarlos a ellos y que compartan un rato contigo.

Claro que siempre hay que tratar de buscar algo de tiempo para uno mismo., solo para pensar tus cosas, tu vida, las decisiones y todo lo demás. Esto también es algo que se debería hacer todos los días aunque en la temporada de fin de año adquieres algo de significado ya que se puede analizar todo lo hecho en todo un ano, 365 días de una vida.

Lo ideal sería escribir lo bueno y lo malo que te ha pasado en una hoja y también considerar todo lo has hecho por ti mismo, sin pensar si ha sido bueno o malo, solo si lo has hecho por ti mismo, para ti.

Sin embargo, el primer día del año no debería ser tomado como un día definitivo para nada. Muchas personas lo ponen como una meta, para tener más dinero o perder peso o ser más felices o estar más saludables. Pero todas esas metas son artificiales, te las pones tu mismo como retos personales de los cuales solo tu vas a estar pendiente. Nadie más sino tu está en esa carrera.

Así que, la idea, es ser menos trágico sobre este día que no es más que una casilla en el calendario. Nada va a suceder si no vences esas metas que te impones, nadie te verá diferente si pierdes peso o te dan ese trabajo ideal. Quien te ame de verdad te amará no importa que y se deciden dejarte es solo usando tus metas para hacer sentir mal, usándolas de excusa para salir corriendo.

El consejo sería solo vivir este día, y todos los días, al máximo. Sin esperar nada de nadie sino haciendo lo que te hacer estar feliz y en paz. El primer día de un nuevo año es simplemente el primer fragmento de un año, que es solo una medida de tiempo. Así que porque sentir afán, porque sentir que no hacemos lo suficiente, preocupándonos por algo que ya es lo que es y no cambiará?


En conclusión, tengan todos un muy feliz primer día del año y siempre recuerden sacar todo lo que desean de ustedes mismos y no de los demás. La llave para la paz física, espiritual y mental no está nunca en un nuevo año sino en nosotros mismos.