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viernes, 15 de mayo de 2015

Quiero morir

   Me desperté y el mundo se me vino abajo. Porque estaba aquí, de nuevo? Que hacía en esa cama, con un montón de cosas conectadas a mi cuerpo? No otra vez… Porque no pueden entender que no quiero seguir volviendo aquí, que no quiero más ayudas que no me ayudan en verdad? No puedo gritar ni tengo fuerzas para gritar pero su pudiera hacer algo seguramente sería levantar este edificio a gritos. Los odio a todos, a cada uno de los que trabaja aquí, a todos los que permitieron que esto me pasara otra vez. Los odio, los detesto y no los quiero volver a ver nunca jamás.

 Esta frustración es insoportable. Me siento más débil que nunca, tan mal como jamás me he sentido y es precisamente esta agonía la que me quería evitar. Y ya no solo es mi alma la que no puede sino también mi cuerpo. Siento como si cada miembro estuviera hecho de plomo, teniendo apenas la fuerza para levantar un cojín de plumas. Se siente horrible, por dentro y por fuera pero lo que es peor es que yo lo había dicho, yo lo hablé, hice todo lo que debía hacer y sin embargo ellos no lo entienden. Adonde tengo que ir, a que maldito punto de este desgraciado planeta tengo que largarme para que me dejen morir en paz?

 A mi que me importa lo que digan sus estúpidas religiones, que solo creen en hombre y mujeres de fantasía, que son apenas los ideales que las personas siempre han querido ser: un hombre santo y una mujer virginal. Que montón de basura, de mierda pura es en la que creen y la que me quieren forzar por la garganta nada más porque la culpa que tienen es muy grande. Debe ser que saben que todo esto, todo lo que me pasa por la cabeza y siento en mi corazón, es culpa de ellos. De hecho, es culpa de todos pero más que todo mía y eso lo sé.

 Pero deberían respetar mi deseo de morir cuando a mi se me de la gana y no solo cuando una enfermedad terminal me tenga postrado o cuando me atropelle un carro. Eso sería esperar demasiado y yo no quiero seguir esperando. Ellos no entienden que no puedo más, no tengo más energías para seguir, para continuar con esta farsa que llaman una vida. Como pueden ser tan hipócritas, tan bajos y tan desgraciados de decirme que esto que tengo en mi es vida pero nadie es capaz de hacerla mejor ni me dejan a mi hacerlo por mi cuenta?

 Si no puedo morirme yo, al menos que se mueran todos ellos y me dejen en paz. Déjenme solo, tranquilo y lejos donde mi cuerpo pueda consumir solo en su amargura y desgracia. Eso es lo único que quiero ahora de ellos. No es ni siquiera un deseo o una orden. Es solo un pedido y deberían concedérmelo si no me quieren tener aquí cada cierto tiempo. Se quejan de las pocas camas que hay en hospitales pero siguen mandándome a mi a una, a alguien que ya no quiere más de toda esta basura. Que se la den a un leproso si quieren, a mi que no me jodan más la vida.

 Déjenme morir. Y esto lo suplico. Déjenme  decidir que hacer con lo poco que tengo. Si quiero tirarme por una ventana o si quiero tomar el veneno para ratas más tóxico, que me dejen en paz. Yo nunca me he metido en la vida de nadie. No le he dicho a nadie como vivir su vida y francamente tampoco me interesa la gente lo suficiente para eso. Si yo soy capaz de no joderle la vida a nadie, no deberían hacer lo mismo conmigo? No es lo justo acaso?

 Cuando no es con su dios de caricatura, buscas excusarse con que soy muy joven o con que la vida es solo una y no hay que desperdiciarla. Pero si es mía! Es mi vida y yo debería hacer con ella lo que me plazca. Si quiero volarme la cabeza en mil pedazos debería yo tener el derecho de hacerlo sin tener que consultar a medio país para ver que opinan. Al fin y al cabo soy yo el que vive aquí adentro de este cuerpo. Soy yo el que siente como un muro se cerrara sobre él y como el aire se retirar lentamente. Soy yo el que tiene que vivir como yo y no ellos, así que porque se meten?

 Sí, me dolería dejar a mi familia. Eso es lo único que me hace pensar. Sé que alguien, algunos de ellos, deben estar allí afuera esperando que yo reaccione o haga algo. Sé que se preocupan por mi y que me quieren pero no puedo tomar las decisiones necesarias si solo pienso en lo que van a sentir los demás. La mayoría de veces pienso que les dolería pero con el tiempo no sería tan grave y al menos me recordarían. Eso no estaría mal, si el dolor pasa con el tiempo. Ellos son los únicos que me hacen pensar en lo que planeo hacer pero, como ven, siempre termino haciéndolo.

 Eso es porque estoy seguro de mi acciones. O bueno, tal vez sea más porque es más grande el dolor, es más grande la sensación de no haber nunca sido nada, es más grande la presión de todo lo que hay alrededor. Idiotas dirían que nadie me presiona pero eso es mentira. A todo el mundo lo aprecian más, lo premian incluso, cuando dice lo que ha logrado con su esfuerzo y el trabajo que tiene y cuanto le pagan. La sociedad premia a los que viven la vida que todos deberían vivir, al menos según la idea humana de la vida.

 Porque todo ser humano, no importa en que crea, donde o cuando haya nacido ni quien sea, todos piensan exactamente lo mismo. Los logros miden el valor de un ser humano y por eso mi valor es menor al de una hogaza de pan dura y rancia. No tengo logros, no he hecho nada que haga a nadie orgulloso. Estudiar no es un logro, es apenas una de las cosas que todos hacemos. Los logros se supone que deben ser cosas que uno haya hecho por su cuenta, con el tesón que debería ser propio de todos los seres humanos pero que a mi me saltó y no me dejó nada.  Lo único que he hecho en mi vida es estudiar, es hacer lo que era mi responsabilidad y no más. Esos no son logros dignos de la atención de nadie y lo he sentido y vivido así desde siempre.

 Nada más es mirar la expresión en el rostro de alguien cuando le digo que no hago nada en la vida, que no gano dinero, que vivo en la casa de mis padres y que me siguen manteniendo igual desde que nací. Es una mezcla de lástima o decepción, con horror y algo de ganas de morirse de la risa. Lo veo siempre y no creo que pueda culparlos. Al fin y al cabo el mundo es de cierta manera y nadie lo va a cambiar nunca, por muy luchadores o rebeldes que sean. Las cosas jamás van a cambiar y eso deberían metérselo algunos en la cabeza.

 Hay gente que, fingiendo preocupación, se me acerca y me dice que haga algo. Malditos hijos de puta. Acaso tengo que venderme como una prostituta para ganar algo de valor en este mundo? De hecho ese sería un camino más rápido a ser apreciado. Porque las putas al menos ganan dinero. Que es lo que quieren que haga? Que trabaje? Díganselo a aquellos que no me dan trabajo, prefiriendo a su amigos o conocidos? No soy hombre de grandes ideas así que crear algo nuevo dudo mucho que esté en mi. No tengo nada, absolutamente nada que ofrecer a nadie. Lo que sé hacer yo lo hacen muchas personas así que, una vez más, estoy jodido.

 El dinero es el que maneja el mundo. Eso hay que tenerlo siempre claro, para que a uno no lo sorprenden las porquería y estupideces que pasan a cada rato. Muchos son tan inocentes, tan ingenuos que creen que el amor, esa cosa estúpida que nadie sabe ni definir, el que reina en los corazones y el que tiene más poder que el mismo dinero. Que mano de mierda! El amor no es nada más sino decencia disfrazada de algo más perverso: interés. No hay nada que sea más dañino y vil que el interés falso, que un interés fingido. Gente muere por culpa de ello. Pero no, todos siguen en su mundo fantasioso donde todos debemos amarnos.

 Que se jodan. Yo no quiero amar a nadie si eso significa dejarlos a la deriva cuando no se sientan parte de la gran masa amorfa que es la sociedad. Y después me preguntan, esos disque sicólogos que son seres aún más trastornados que el resto de nosotros, como me hace sentir todo esto. La idiotez, sin duda, no tiene limites. Solo a alguien con menos de medio cerebro se le ocurriría preguntar semejante pregunta tan idiota. Como te sientes…


 Quieren saber como me siento, querida sociedad de mierda? Siento que no soy nada con todos ustedes y siento que prefiero morirme poniéndome una pistola en la boca cortándome las venas que seguir en un mundo donde gente mediocre y profundamente estúpida es lo ideal. Prefiero hacer sufrir a mi familia por un instante antes que reconocer cualquiera de sus mentiras. Soy un fracaso completo y por fin lo reconozco, después de años de pretender que solo estaba perdido. Fracasé en esta puta vida y solo quiero que me dejen terminarla en paz, a mi manera. Así que se pueden meter un palo por el culo porque esto lo hago, sea como sea. Y va a haber un momento en el que no vuelva a esta cama de hospital y ese día, por una vez, habré ganado.

lunes, 16 de febrero de 2015

Gratis

-       Gratis?

 Lo miré como si estuviese loco y, lo más probable, es que así fuese. No había pensado mucho antes de reunirme con él, un viejo amigo o tal vez fuese más un “amigo”. Sí, yo estaba desesperado. Esa es la palabra. No hay ninguna otra manera de decirlo. No había trabajado nunca así que no puedo decir que estuviese desempleado pero ciertamente se sentía así y ya estaba al borde del colapso nervioso.

-       No sería gratis. Nos tendrías como referencia en tu hoja de vida y te ayudaríamos cuando tuviéramos un lugar para ti, uno permanente.

 Sí, eso era lo que siempre sucedía.: la gente llegaba a mi y parecía que fuera Jesús mismo curando a los enfermos. Hablaban como si estuviesen dándole pan a los pobres pero las ofertas, por alguna razón, eran cada vez más ridículas. Cierto, no tengo nada que hacer en el día además de escribir para no perder la cordura pero eso no significa que no sepa cuanto vale mi trabajo, especialmente cuando rozo la treintena. Treinta años en los que no tengo nada que hable de mi, nada que valga con el mundo al menos.

-       Eso es gratis. Y tu sabes que no va a salir ningún trabajo.
-       Mira…
-       No. No me interesa.

 En ese momento mi “amigo” se puso a la defensiva. Todo su cuerpo parecía haber cambiado, como si estuviera mutando frente a mi. Casi podía ver como cada musculo de su cuerpo se volvía de piedra, como su estomago se cerraba y su presión arterial subía. No le gustaban que le dijeran que no pero eso a mi simplemente nunca me ha importado. Que se joda.

-       En serio vas a negar ayuda cuando…
-       Cuando que? Dime, cuando que?

 Miedo. La gente cobarde siempre tiembla como una hoja si alguien que no tiene miedo o parece no tenerlo, se les para en frente y los reta. Es algo fácil de hacer. Solo se necesita talento actoral, cosa que tengo, al menos en el campo de la mentira. Moriría de hambre sobre un escenario pero mentir se me da siempre muy bien. Pero en este caso no había necesidad porque solo se miente cuando es algo importante. Con alguien así, no vale la pena la creación de algo tan elaborado como una mentira.

-       Si acaso has buscado trabajo?

 En ese momento me puse de pie, cogí el café ya frío que yo mismo había tenido que pagar, y se lo lancé a la cara. Acto seguido, salí de la cafetería, casi corriendo. Siempre había tenido problemas controlando mi ira y en ese momento también me había controlado. Mi mente había pensado en molerlo a golpes pero lo mejor era hacer algo sutil y mucho más embarazoso. La gente soporta golpes pero nunca soporta la vergüenza.

 A mi casa me fui caminando. No era cerca pero no importaba; no tenía nada que hace, la tarde era de buen clima y hacía mucho no hacía ejercicio de ningún tipo. Además noa ganas de llegar a mi casa a de buen clima y hac importaba; no tenza.en asen este caso no habñia da.
cialmente cuando rozo la tás noás  tenía ganas de llegar a mi casa o, técnicamente, a la casa de mis padres. Para que? Si todos los días hacía lo mismo: por la mañana actualizarme socialmente, por la tarde escribir y despejar mi mente y por la noche buscar trabajo y ver pornografía. Que más podía hacer?

 No era una posibilidad forzarme dentro de alguna oficina o compañía. El mundo funciona a partir de quien conoces y yo o no conozco a nadie o simplemente prefiero no usar a la gente que quiero como peones para algo más. Y aparte de gente que aprecio solo conozco gente que físicamente no me importa y sé que ellos lo ven y lo sienten. Así que nunca, ni en un millón de años, alguno de ellos me ayudarían.

 Lo que me hace gracia es que ellos son lo que siempre que me ven me dicen cosas del estilo de “Si escribes muy bien!” o “Eres muy inteligente”, como si conocieran o como si yo tuviera algo que ellos pudiesen usar. Creo que muchos lo hacen por el futuro: quien sabe si en unos años yo sea el que esté arriba y ellos abajo y entonces me necesiten como yo los necesito ahora. Pero dudo que eso pase alguna vez, simplemente no es posible.

 Nunca he creído en los cuentos de hadas ni en las historias de positivismo en las que todo sale bien. A mi las cosas no me salen bien, solo me salen cuando me salen y eso es todo. No me puedo ni alegrar mucho porque nada es gratis, excepto el trabajo que quieren que haga. Me parece insultante que me quieran usar para hacer cosas que un simio entrenado puede hacer y después esperen que todos seamos amigos y nos queramos. Que putas tiene la gente en la cabeza?

 Cuando llegué a mi casa, solo estaba mi mamá. Mi hermano estaba estudiando, mi hermana y mi padre en el trabajo. Solo mamá, una consumada ama de casa, estaba siempre allí. Y aunque de vez en cuando me preguntaba sobre lo que haría con mi vida, ella sabía que yo no tenía respuesta alguna a sus dudas.

 Me pregunta a menudo si quiere estudiar otra cosa, que no estoy muy viejo para eso pero la respuesta siempre es no. No le veo el caso a estudiar nada más, eso no me va a ayudar a encontrar quien me pague por hacer algo. Y mucho menos si estudio algo que de verdad me interese. Y ciertamente no me refiero a una ingeniería, medicina o alguna otra cosa que tenga que ver con ciencias, para lo que no tengo ni una neurona de inteligencia. Además mi paciencia para todo es limitada.

 No se confundan; sé que la culpa de la mayoría de cosas que pasan a mi alrededor es mía. Pero así soy yo y no soy nadie mas ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽no soy nadie mi alrededor es m que ver con ciencias, para lo que no tengo ni una neurona de inteligencia. Ademese. Y cás y ciertamente no creo en los cambios mágicos de nadie en nada y no necesito cambiar nada. A diferencia de la mayoría de seres humanos sé que tengo defectos y los acepto. Pero el aceptarlos no quiere decir, de ninguna manera, que quiera eliminarlos o cambiarlos. Además no creo que eso exista. No se puede dejar de ser quien siempre se ha sido y si conocen a alguien que sí lo haya hecho, consigan el número de un buen instituto psiquiátrico.

 Pero mi mamá no me preguntó nada ese día. Me preguntó solamente si tenía hambre y le dije que no a pesar de que me dolía el estomago. Y lo hice porque si hay algo me apasione es sumergirme en mi propio dolor. Sé que es masoquista pero a veces es mejor ver todo de frente y no ocultarse. Hacía mucho no lloraba y pensé que lo iba a hacer pero no pude. Fue como si me hubiera secado y no fuera capaz de producir ni una lágrima.

 Me acosté en mi cama mirando al techo y pensé en todo lo que me aquejaba y me di cuenta de que no puedo forzar a nadie para que me de trabajo. Y he escrito tanto que es imposible que alguien no piense que tengo experiencia, así no sea paga. Así que no es tanto mi culpa, o al menos no en un cien por ciento. También es que para este mundo, un cualquiera que dice que le gusta escribir no es nadie porque no es algo que le interese a nadie.

 Hoy en día la gente importante son aquellos que ganan mucho dinero y pueden mostrarlo a los demás con fiestas y regalos y excesos superficiales. También son importantes los que tienen vidas falsamente felices pero que hacen tan buen trabajo mintiendo sobre su realidad, que hasta ellos terminan creyéndose sus propias mentiras. Y la gente optimista, esos son los chicos populares de la escuela de la vida. Casi nadie odia a un optimista consumado, excepto un realista amargado como yo.


 No, no sé cuando llegue mi momento, si es que llega. De pronto enloquezca primero y decida suicidarme o tal vez encuentre mi pasión pérdida en algo que siempre estuvo allí. Pero la verdad es que ahora no quiero ser feliz ni sentirme bien conmigo mismo. Quiero dinero. Quiero ese dinero y ese trabajo que hace que la gente, la sociedad, piense: “Ese es alguien”. Yo quiero ser alguien porque ahora no soy más que un espectro de algo que nadie quiere ni necesita, ni siquiera yo mismo. Esa es la verdad. Dura? Sí, y que?

viernes, 26 de diciembre de 2014

Dejarse llevar

Adrián nunca supo que hacer con su vida. Nunca estuvo seguro de nada. Estudió lo primero que pensó en la universidad y trató de ser bueno pero no excelente. La verdad era que no estaba muy interesado por nada que enseñaran o no en una universidad.

Era un chico sin aspiraciones, sin sueños ni grandes deseos para su vida futura. Para él, no tenía sentido soñar tan en grande. "Los sueños no se vuelven realidad. Somos nosotros los que ajustamos lo que llega y lo ajustamos a nuestros deseos, para sentirnos felices", o algo así decía él.

Sus padres, obviamente, no estaban muy contentos con su actitud. Ambos eran personas que habían trabajado duro toda su vida y por eso, cuando habían discusiones, Adrián les recordaba que sus sueños seguramente no eran casarse antes de los veinticinco y vivir una vida que seguramente hubiera sido mejor si hubieran tenido tiempo para aprender y disfrutar de verdad.

Los padres siempre dicen que no se arrepienten de nada, o la mayoría lo hace. Y mienten, porque todo ser humano se arrepiente de las decisiones que han tomado en la vida. Es imposible no dudar, no pensar después de haber realizado algo, que pudo haber sido mejor. Como seres humanos, jamás estamos contentos con nada.

Pero eso no era lo que le pasaba a Adrián. Él se había pasado la parte del arrepentimiento, de la duda, de intentar y fallar. El simplemente no intentaba y decidió dejarse llevar. Claro que alguien de veintiseis dejándose llevar, no es algo que inspire mucho a nadie. La sociedad tiene reglas preestablecidas y si no se cumplen, empiezas a ser la oveja negra del rebaño. Él tenía la edad que tenía y no había nunca trabajado por un sueldo, no tenía ningún tipo de relación sentimental con nadie (ni la había tenido), no tenía ahorros y las ganas sencillamente no estaban ahí.

Adrián había decidido que él no iba a matarse todos los días en un trabajo miserable, lamentándose todo los días por lo que nunca fue. La vida sería la que lo dirigiría y sus estudios, que al fin y al cabo le habían enseñado cosas, serían su único sustento. Y así fue.

Estuvo tres años sin trabajar, para el disgusto de sus padres e incluso de quienes decían ser sus amigos. Tres años en los que se apasionó por placeres más mundanos como el arte de escribir, el de dormir, el de cocinar y el de ver películas de todo tipo. Si pagaran por cualquiera de esas cosas, sería excelente. Eso pensaba. Pero luego recordaba que entonces tendría que batallar media vida para que le pagaron un sueldo miserable y ya no lo volvía a pensar de esa manera.

Un buen día, sin embargo, decidió ir con unos amigos a la representación teatral en la que participaba una amiga de la universidad. Allí conoció, por pura casualidad, al director de la obra. Era un hombre joven, completamente enamorado de sí mismo. Apenas Adrián habló de como escribía para pasar el rato, el hombre lo alabó (sin razón aparente) y decidió darle su correo electrónico para que lo contactara enseguida y, tal vez, escribieran algo juntos o hicieran una obra de algo que Adrián hubiese escrito.

Atención lector, porque nada nunca sucede con personas de esas características. Son personas que solo buscan agradar y construir un castillo de ego alrededor de si mismos. Un castillo tan grande que ni siquiera sus pensamiento logran llegar muy lejos. Y eso era lo que había sucedido entre el director y Adrián: nunca estuvo interesado en nada pero fingió estarlo porque pensó que eso lo haría interesante ante los demás. Un alma caritativa o algo por el estilo.

Adrián no se decepcionó. De hecho, no esperaba nada de eso. Lo que nunca esperó fue que un día, charlando con un vendedor en una tienda de comida saludable, consiguiese un trabajo como cajero en aquella misma tienda. Había sido una conversación casual, sobre los ingredientes y demás. De pronto el tipo había preguntado si Adrián quería trabajar allí y el joven solo asintió. Después de firmar la papelería y demás superficialidades, el chico empezó a trabajar, con un horario de nueve de la mañana a nueve de la noche. Y, aunque no había dicho nada en el momento, vivía bastante cerca del lugar así que por todos lados era perfecto.

Almorzaba y comía rico, ya que no era comida que le resultara pesada al cuerpo ni nada por el estilo. Además servían yogur helado bajo en grasa y él solía comerse uno de vez en cuando. Eso sí, no por iniciativa propia sino porque su jefe se lo ofrecía. Le decía incluso que podía hecharle cualquier fruta o fruto seco que tuvieran para adornarlo.

La verdad era que Adrián lo hacía bastante bien. Era atento, sin ser lambiscón. Explicaba el concepto a quienes venían por primera vez y explicaba algunas propiedades de los alimentos que los clientes estaban felices de escuchar. Lo bueno de un restaurante de comida saludable, es que todo el mundo va a fingir dos cosas: que sabe que es lo que está pidiendo y que lo come todos los días. Y eso le agregaba un toque de diversión a la situación. Más de una vez veía como un "adicto a los saludable" pedía uno de los platos para luego comérselo como si fuera cemento liquido.

Lo más importante de todo para Adrián, fue el hecho de que sus padres dejaran de acosarlo por todo. Ahora que ganaba algo de dinero y que estaba fuera de la casa haciendo algo productivo, ya no sentían la necesidad o la urgencia de decirle algo. La vida en la casa, sobre todo los fines de semana, era increíblemente llevadera. Cada uno era independiente ahora y no había que preocuparse por nada.

Apenas su madre se pensionó, un par de años después del padre, la pareja decidió que quería una casa de campo en tierra caliente y así lo hicieron. La compraron sin dudarlo y se iban allí cada vez que podían. A veces eran los fines de semana a veces varias semanas, lo que sintieran necesario para relajarse. Ellos habían ya hecho su parte y estaban contentos de poder disfrutar, ahora sí de verdad, sus vidas.

Mientras eso sucedió, Adrián subió los pocos escalones que se podía subir en el negocio de la comida saludable. Ahora era gerente del punto pero seguía gustándole atender en la caja de vez en cuando. Además, todos los que trabajaban en el sitio eran una pequeña familia de amigos y compañeros de lucha al lado de las estufas.

En sus fines de semana libres, sin padres, Adrián aprovechaba para salir a caminar con su nueva mascota (un pastor alemán pequeño) y ver que sucedía en la ciudad. Era lo mismo que había hecho por tanto tiempo pero ahora se sentía distinto. Tal vez porque pronto se iría de la casa. Sus padres no lo sabían pero ya se los diría. Tal vez sería porque trabajaba y ganaba su propio dinero. O incluso podía ser por el hecho de que hacía unos meses, había conocido a alguien.

Sí, era su primera relación sentimental. Todo bastante casual: se tomaban de las manos, se decían cosas bonitas al oído, iban al cine, a comer algo y tenían el mejor sexo del mundo. Que más se podía pedir? Adrián sabía que podía terminarse todo en cualquier momento pero eso no le importaba, disfrutaba el momento que vivía y más nada.

Pero su relación duró, por alguna razón que él nunca se molestó en encontrar. Y su trabajo siguió igual de bien que siempre, entrenando nuevo personal e introduciéndolos al fantástico mundo del helado de yogur gratis.

Para sorpresa de muchos, Adrián jamás se fue de casa. Pero no, no es como lo piensan. Resultó que los padres se fueron permanentemente a vivir a su casa de campo y le pidieron que cuidara de la casa como si le perteneciera, que lo ayudarían con los gastos si lo hacía y así fue.

Tiempo después y antes de dormir, compartiendo una cama en su hogar, Adrián pensó que todo había sucedido sin proponérselo y que, al fin y al cabo, él le había ganado una a la sociedad. Había dejado que la vida hiciese y solo se dejó llevar. Y por lo que veía antes de cerrar los ojos, lo había hecho muy bien así.